Los Reyes Católicos unieron dinásticamente a Castilla y Aragón y establecieron nuevas instituciones de gobierno para centralizar el poder y limitar la influencia de la nobleza y el clero. Crearon nuevos consejos y órganos administrativos, modernizaron el sistema fiscal e impulsaron una política religiosa de unidad católica que incluyó la expulsión de judíos y moriscos.