1. La celebración del Día de Muertos en nuestro país se remonta a la época prehispánica,
siendo ésta la fiesta de la cosecha en donde se rendía tributo a los muertos por su
intervención ante los dioses para lograr abundante producción. Se les ofrendaba comida,
producto de la misma cosecha.
Los pueblos mesoamericanos eran agrícolas por excelencia por esa razón el maíz tenía un
carácter de sagrado, con la misma intensidad que el cadáver y antes de ser sembrado, era
objeto de rituales. El indígena siempre ha sido devoto de su milpa, porque en ella se
encuentra el ejemplo más vívido de la resurrección. Por eso a la hora de honrar a sus
difuntos pone para ellos el altar con una devoción semejante a la que pone en la siembra.
Dispone las ofrendas con las primicias de su cosecha para demostrarle su eterna buena
voluntad a los muertos. En mesoamérica, los altares, mas que de vida o muerte, son altares
de anual resurrección. La esperanza de la vida eterna para los difuntos, no morirá mientras
haya quien cada día dos de noviembre les obsequie con tamales- imagen del bulto
mortuorio- atoles, arroz, dulces y el delicioso humo del copal.
Los mexicas concebían a la muerte como un período cíclico; ellos pensaban que el hombre
vivía para morir y moría para volver a vivir. Para el indígena mesoamericano, la muerte era
el inicio de una vida nueva, de un ciclo renovado. Para ellos era muy importante la forma
en que la persona moría, pues de ello dependía el destino que el alma recibiría.
Prueba de ello son los restos arqueológicos de tumbas que se han encontrado, en donde se
confirma la costumbre que tenían nuestros antepasados de ofrendar alimentos, utensilios,
adornos, objetos de uso personal, asociados a los restos humanos. Es posible observar en
algunos enterramientos objetos dispuestos sobre los restos, o depositados a su lado, éstos
generalmente se conocen con el nombre de ofrendas, las cuales son dádivas o muestras de
gratitud o amor y se encuentran desde vasijas de barro hasta objetos de tipo personal
importantes para el individuo durante su vida, como collares, anillos, pulseras, pendientes,
juguetes, armas, adornos de todo tipo de piedras y de material incluyendo el oro.