2. Cuando el material informático con el que trabajamos deja de
funcionar o de ser útil, tenemos varias opciones para
deshacernos de él. La más habitual (desgraciadamente) es
depositarlo discretamente en el contenedor más cercano, cuando
no dejarlo directamente en la calle. Existen sin embargo dos
alternativas mucho más ecológicas y amigables que la primera, el
reciclaje y la donación.
En esta entrada nos vamos a centrar en el reciclaje de material
informático. Cuando los equipos ya no funcionan o son tan
sumamente viejos que no van a poder resultar de utilidad a nadie
más, la mejor opción es optar por su reciclado. Muchas de las
partes que los componen contienen materiales lo suficientemente
tóxicos para que sea aconsejable no deshacerse de ellos de
cualquier manera.
Plomo, selenio, cadmio, mercurio y otros, son elementos
perjudiciales para nuestra salud, por no hablar ya del medio
ambiente y del impacto que supone no sólo el tipo de residuos, sino
su cantidad. Según los datos que figuran en un informe de
Alejandro Castan, ingeniero informático y docente catalán, en el
año 2005 sólo en españa se generaron 20.000 toneladas de
basura electrónica, y el 90% de ella acaba en vertederos
inadecuados.
3. Entre otras cosas la gestión de los residuos electrónicos y
eléctricos. Según éste, son los fabricantes de los
aparatos los que están obligados a hacerse cargo de
su reciclado e incluso de recogerlo en el domicilio de su
cliente, sin posibilidad de repercutir ningún coste a éste
último (con toda probabilidad ya lo han repercutido en el
precio del aparato).
En caso de equipos adquiridos antes de esta fecha u
ordenadores clónicos, sin marca, los usuarios tenemos la
alternativa de depositarlos en puntos verdes, limpios,
ecoparques, como los llamen en cada lugar. Muchos
ayuntamientos tienen establecidos sistemas de recogida
que cubren esta necesidad, siendo ellos los que se
encargan de transportar los residuos a los puntos
adecuados.