2. CONSTITUCIÓN DE 1812
1. CONTEXTO HISTÓRICO:
Guerra de la independencia:
De 1808 a 1814 se produjo en España dos fenómenos que llevarán al país hacia el liberalismo:
− el alzamiento popular contra los franceses (la Guerra de la Independencia)
− ante la ineficacia del poder, se formarán las Juntas Provinciales que originarán una Junta
Central, y ésta a su vez un Consejo de Regencia y posteriormente unas Cortes que tratarán de
protagonizar la revolución española con la Constitución de 1812.
Coexisten dos planos: el militar y el político (liberalismo de Cádiz y los afrancesados de la Corte
de José I).
La política estará al margen del pueblo y solo una minoría (los ilustrados reformistas) tomarán
parte de ella, con dos vertientes:
− los liberales patriotas de las Cortes de Cádiz
− los afrancesados, que ven en Francia el ejemplo a seguir para incorporarse al mundo liberal.
Fases de la guerra:
1.− 1808 − 1809. El detonante de la guerra es la invasión francesa. Tras alzamiento del dos de
mayo de 1808 del pueblo de Madrid, las tropas francesas se replegarán y será cuando Dupont
sea derrotado en Bailén. La tropa española estaba dirigida por Castaños.
Es una etapa en la que se enfrenta el ejército francés (más numeroso, equipado, formado por
voluntarios...) al español (escaso, mal equipado, formado por mercenarios,...).
Será la primera derrota que Napoleón sufra en Europa, retirándose su ejército y su hermano
José I.
Pero Napoleón llegará a España y se hará con Madrid, poniendo de nuevo a José I en el trono.
Obtendrá una serie de victorias contra los españoles (como la que se produjo en Ocaña)
excepto en el sitio de Zaragoza y Gerona.
2.− 1809 − 1812. Con la derrota en Ocaña, la península queda bajo los franceses excepto Cádiz
y el Algarve.
España no tiene ejército y se empieza a desarrollar la guerra de guerrillas, que minará a los
franceses.
Lucharán por la patria, la religión, ideologías diversas y por Fernando VII.
3.− 1812 − 1814. Napoleón emprenderá las campañas europeas (como la de Rusia) que
provocará el alejamiento de tropas francesas.
Inglaterra vendrá a defender a su aliada Portugal con el Duque de Wellington. La tropa
española, Wellington y la guerra de guerrillas provocarán el repliegue de las tropas francesas.
Se les vencerá en batallas como la de Arapiles y la de San Marcial. Napoleón abdica del trono
español y termina la Guerra de la Independencia.
CONSECUENCIAS.− España queda arruinada, llegará Fernando VII y en la Constitución de 1812
se reconocerá a un rey no absoluto.
2. SOCIEDAD ESPAÑOLA DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XIX
A partir de la Revolución Francesa, y a lo largo de todo el siglo, la sociedad estamental
del Antiguo Régimen se fue desintegrando para formarse la estructura de clases que se
3. conserva hoy. Desaparecen los privilegios legales, y sobre todo fiscales, que habían
disfrutado los nobles y el clero, y asume el poder la nueva clase burguesa surgida de la
Revolución Industrial, que también precisó el nacimiento del proletariado obrero.
En esta nueva situación motivada por el desarrollo industrial, la lucha de clases
descrita por los marxistas tuvo lugar en España con cierto retraso respecto a Europa.
La nobleza vio menguado su poder debido a la industrialización, que sustituyó
la agricultura como base de la economía. El empeño en mantener su sistema
tradicional agrario como fuente de riqueza llevó a la ruina a muchas casas
nobiliarias, por lo que algunas de las cuales simpatizaron con el carlismo.
Mientras, otras se adaptaron a los nuevos tiempos invirtiendo su capital en el
incipiente mercado industrial, o emparentándose con familias burguesas con
más solvencia.
En política, los nobles se mantuvieron cercanos al trono y solían formar parte
del Senado, ya que durante la mayor parte del siglo los liberales moderados, o
bien los absolutistas, reservaron la Cámara alta a la llamada aristocracia social.
Este nuevo grupo estaba formado por la vieja aristocracia en alianza con la alta
burguesía. Surgió a partir de la década de los 30, y sus intereses eran
defendidos por el partido moderado.
Este pacto social funcionó también en economía. Aparecieron jefes de
administración y altos cargos de empresa, que no tenían capital suficiente para
que les correspondiesen esos cargos, pero que eran admitidos por la fama o las
influencias que pudiera dar un apellido aristocrático.
En lo social, fue la alta burguesía quien adoptó las costumbres y maneras de la
nobleza. Tanto los nuevos como los viejos ricos acudían a banquetes,
recepciones en palacios y casas solariegas, y sobre todo a sesiones de ópera, en
donde los palcos reservados eran el lugar apropiado para la vida social más que
para disfrutar de la música.
La Iglesia vio menguado su poder desde los primeros años del siglo, cuando el
Estatuto de Bayona prohibió la Inquisición de manera oficial. Posteriormente,
las Cortes de Cádiz (1812), aun estando integradas en un 33% por clérigos,
ratificaron la abolición del Santo Oficio, e intentaron llevar a cabo la
desamortización de parte de los latifundios en propiedad de la Iglesia,
concretamente ordenaron la expropiación de todos los conventos con menos
de 12 profesos y de los que excediesen de dos por ciudad y orden. Durante los
periodos absolutistas de Fernando VII, el clero mantuvo su posición en las
Cortes estamentales. Sin embargo la Inquisición, que hasta ese siglo había
acaparado prácticamente el poder judicial en España con escasas limitaciones,
no volvió a recuperar la eficacia desde 1812, y en 1820 el gobierno liberal la
suprimió definitivamente del último país en el que operaba.
Uno de los mayores golpes para la Iglesia española durante el siglo XIX fue la
desamortización de sus bienes inmuebles ideada por Juan A. Mendizábal (político
liberal progresista) en 1836 y ejecutada en los años posteriores. Esta ley permitía la
expropiación de todas las propiedades eclesiásticas que no se dedicasen a escuelas u
hospitales, para luego subastarlas públicamente. Esta medida fue motivada por la falta
de fondos públicos durante la Guerra Carlista, pero tuvo muchas otras consecuencias
4. en relación al clero: El deterioro o destrucción que sufrieron muchos monasterios e
iglesias debido al nuevo uso como almacenes o establos, con la consecuente pérdida
artística. Además se rompieron relaciones con el Vaticano, y no se volvieron a estaurar
hasta el Concordato de la Década Moderada (1845), en el cual se otorgaba a la Iglesia
una parte del presupuesto público.
La Constitución nonata de 1856 contemplaba una cierta tolerancia religiosa, la del 68
proclamó la libertad de cultos, y finalmente la 1ª República decretó la separación total
entre Iglesia y Estado, lo que vino a significar el cese de las ayudas económicas al clero
y su salida de la vida política.
Este descenso en el poder político y económico provocó una gran disminución en el
censo de frailes y monjas (integrantes del clero regular): de 24.000 en 1837 a 8.000 en
el 54, debido también a que los subsidios que recibían no eran muy magnánimos. Se
dice que llegaron a constituir un proletariado religioso. Además esta situación ayudó a
que la parte más reaccionaria de la Iglesia, ya de por sí conservadora, apoyara al
carlismo.
A pesar de que durante la Restauración algunas órdenes como los jesuitas
consiguieron reimplantarse en la enseñanza, habían perdido la importancia que antes
tenían en las ciudades. En esa época ya sólo se observa influencia en las localidades
medianas y pequeñas, y concretamente es el clero secular (los curas) quienes ejercen
esa presencia, como se refleja en La Regenta de Clarín.
La burguesía vivió en el siglo XIX su época de crecimiento y la instauración (al
menos en España) del sistema liberal diseñado de acuerdo con sus intereses. Su
primera acción política en ese siglo fue su colaboración en las Juntas
Provinciales patrióticas surgidas durante la Guerra de Independencia, y después
en las Cortes de Cádiz, en las que los nobles se vieron por primera vez en
minoría respecto a los burgueses. Pero el concepto de burguesía evolucionó a
lo largo del siglo:
La extensa capa de población que se encontraba a finales del Antiguo Régimen bajo la
nobleza y el clero integraba una gran variedad de clases sociales que con la Revolución
Industrial se diversificó aún más. Entre ellas se diferencia a la burguesía (comerciantes
e industriales), de las clases medias (profesiones liberales) y de las clases bajas
(proletariado, artesanado y campesinado).
Una vez instaurado el Estado liberal tras Fernando VII, la mayor parte de los grandes
burgueses se identificaron con el partido moderado, junto con los nobles más
moderados que no apoyasen al carlismo.
Por lo tanto la burguesía es la clase que surge del comercio, y que durante los siglos
XVIII y XIX se enriquece debido a la industrialización. Sin embargo en España la
industrialización fue un proceso muy lento y algo tardío, y se desarrolló sobre todo en
las regiones periféricas como Cataluña o el País Vasco (caso de la familia Güell). En el
interior, las fortunas se fraguaron en torno a la banca (como la familia O'Shea), sobre
todo a partir de la Ley de Banca de 1855; adquiriendo contratos de servicios públicos,
o una de las actividades más rentables: especulando con el suelo urbano que
5. comenzaba a crecer con rapidez. Todas ellas son actividades que no han dejado de dar
beneficios desde entonces.
Las clases medias se desmarcaron inmediatamente de la alta burguesía en cuanto
tuvieron ocasión en la política, en el Trienio liberal, y sus reivindicaciones eran
expresadas por el partido progresista.
Estas clases estaban constituidas por todas las profesiones liberales (trabajadores no
manuales por cuenta propia), entre las que tuvieron especial importancia los
abogados, periodistas, funcionarios, ingenieros, profesores y médicos.
3. LA PEPA Y LA EDUCACIÓN
La "Pepa" pasará a la historia por ser la única constitución española que ha dedicado
un Título exclusivamente a la educación, tal es la importancia que se le dió al tema
educativo. Cuando las Cortes de Cádiz aprobaron el titulo IX de la Constitución,
dedicado a la instrucción pública, los diputados estaban reconociendo de hecho su
deuda con los hombres de la ilustración. Aquí, como en tantos otros aspectos de la
mítica Constitución gaditana, los liberales aparecen como herederos de las ideas
matrices de la Ilustración. En efecto, la fe en la educación básica común a todos los
hombres, la conveniencia de la gratuidad total de la instrucción elemental, la
necesidad, en fin, de un plan general de la instrucción pública, son ideas que hombres
como Jovellanos, Cabarrús o Campomanes habían difundido con extraordinaria
tenacidad por todo el territorio nacional.
Aún cuando la fe en la fuerza transformadora de la educación proviene de la herencia
de la Ilustración, el papel de la educación en la nueva sociedad liberal que se prepara,
adquiere connotaciones propias y relevantes. Los liberales, arraigados en la tradición
progresista del siglo XVIII español, tienen fe en el progreso, ligado ahora al desarrollo
de la instrucción. Pero al mismo tiempo tienen fe en la igualdad, que en el liberalismo
de la primera hora es no solo Igualdad, sino fundamentalmente igualdad ante las luces,
igualdad ante la educación. De ahí que la instrucción, tal y como la definiese el
"Informe Quintana", de 1813, deba ser universal —extensible a todos— pública —
abierta a todos los ciudadanos—, gratuita, uniforme y libre.
Para los liberales gaditanos la educación aparece, pues, no sólo como factor de
progreso sino también como elemento básico del nuevo régimen político que nace.
Nuestros liberales son conscientes de que una democracia estable sólo es posible si
cuenta con una población educada para la libertad, con una población básicamente
instruida, conocedora de sus derechos y de sus deberes, forjada en la difícil virtud de la
convivencia y de la tolerancia. Tal es la concepción que late en el dictamen que la
comisión de Instrucción Pública de las Cortes realizara en torno al primer proyecto
legislativo regulador de la educación:
"Sin educación, es en vano esperar la mejora de las costumbres: y sin éstas
son inútiles las mejores leyes, pudiéndose quizás asegurar que las
6. instituciones más libres, aquéllas que más ensanche conceden a los derechos
de los ciudadanos, y dan más influjo a la Nación en los negocios públicos, son
hasta peligrosas y nocivas, cuando falta en ella razón práctica, por decirlo así,
aquella voluntad ilustrada, don exclusivo de los pueblos libres, y fruto
también exclusivo de una recta educación nacional. Con justicia, pues, nuestra
Constitución política, obra acabada de la sabiduría, miró la enseñanza de la
juventud como el sostén y apoyo de las nueva Instituciones; y al dedicar uno
de sus postreros títulos al importante objeto de la Instrucción pública, nos
denotó bastantemente que ésta debía ser el coronamiento de tan majestuoso
edificio."
(Dictamen sobre el proyecto de Decreto de arreglo general de la enseñanza
pública, de 7 de marzo de 1814).
Dentro de esta concepción, los diputados españoles trazarán el esquema básico del
edificio educativo preconizado por los nuevos tiempos. Siguiendo las pautas que marca
Condorcet en sus famosas "Memorias" sobre la instrucción pública, establecerán tres
grados en el proceso educativo: una primera enseñanza, de extrema importancia para
la nación, una segunda enseñanza, cuya ausencia es en sentir de la Comisión la
principal causa del atraso en que se halla la educación en nuestra Monarquía; una
tercera enseñanza que facultará para el ejercicio profesional.
artº 366
En todos los pueblos de la Monarquía se establecerán escuelas de primeras letras, en
las que se enseñará a los niños a leer, a escribir y contar, y el el catecismo de la religión
católica, que comprenhenderá también una breve exposición de las obligaciones
civiles.
artº 367
Asimismo se arreglará y creará el número competente de universidades y de otros
establecimientos de instrucción, que se juzguen convenientes para la enseñanza de
todas las ciencias, literatura y bellas artes.
artº 368
El plan general de enseñanza será uniforme en todo el reyno, debiendo explicarse la
Constitución política de la Monarquía en todas las universidades y establecimientos
literarios, donde se enseñen las ciencias eclesiásticas y políticas.
artº 369
Habrá una dirección general de estudios, compuesta de personas de conocida
instrucción, a cuyo cargo estará, baxo la autoridad del Gobierno, la inspección de la
enseñanza pública.
7. artº 370
Las Cortes, por medio de planes y estatutos especiales, arreglarán quanto pertenezca
al importante objeto de la instrucción pública.
artº 371
Todos los españoles tienen libertad de escribir, imprimir y publicar sus ideas políticas
sin necesidad de licencia, revision o aprobación alguna anterior a la publicación, baxo
las restricciones y responsabilidad que establezcan las leyes.
4. CONCLUSIONES
En cuanto su valoración, la Constitución de 1812 es, sin duda, una de las más, sino la
más, importante del constitucionalismo español, por muchos y diversos factores: es la
primera constitución genuinamente española, fue el punto de partida para todas las
demás constituciones del siglo XX, llegando su influencia hasta la actual de 1978,
además, aunque inspirada en la francesa de 1791, sirvió de fuente para el
constitucionalismo americano y europeo. La constitución refleja un marcado carácter
liberal, incluso un poco utópico. Para muchos utópica porque proponía medidas
liberales imposibles de ser absorbidas por la sociedad de la época. Una constitución
que obligaría a cambiar las estructuras de una nación frágil de un golpe, quizás
demasiado.
Como vemos, principios novedosos para la época, los cuales fueron los cimientos y el
origen de muchos de los principios altamente consagrados en nuestra sociedad actual,
y que fueron pasando por toda la trayectoria constitucional de nuestro país.
Esto quiere decir que hace doscientos años fuimos pioneros al implantar de forma
tangible valores, libertades y derechos cívicos que hoy son incuestionables y forman
parte de nuestra idiosincrasia como pueblo.