Este soneto de Garcilaso de la Vega describe la belleza de una mujer joven, comparando sus mejillas con rosas y azucenas, su mirada ardiente y honesta que serena las tempestades, y su cabello dorado que el viento mueve por su blanco y erguido cuello. El poeta le pide que coja el dulce fruto de su alegre primavera antes de que el tiempo la cubra de nieve y marchite su belleza, pues todo lo cambia la edad ligera excepto el paso del tiempo.