La poesía describe una gaita (instrumento musical tradicional asturiano) que canta entre las flores y la vegetación, a veces de forma triste como el llanto de una joven enamorada y otras de forma alegre. La gaita tiene un sonido como un murmullo de plata y la protegen celosamente en su fuelle tormentas pasajeras. El poema celebra la cultura asturiana, su lengua, mitos y tradiciones como la sidra, defendiéndola de aquellos que quieren oscurecerla.