TRATADO "EL MAESTRO SILENCIOSO". SALVADO DEL ABISMO. No. 190
1. Salvado del Abismo
David, siendo niño escuchó el
evangelio en las clases bíblicas y
también, a través de su madre. Vivía
desde esa edad hasta los 18 años en una
Urbanización muy populosa llamada La
Isabelica, en Valencia, Estado
Carabobo. Desde muy joven pensaba
como muchos, que el verdadero valor
de la vida consistía en “gozar” del
pecado y los placeres de esta vida.
Desde los 14 años dejó de asistir a
cualquier actividad relacionada con el
evangelio. Luego, el medio con todos
sus entretenimientos, placeres y vicios
lo envolvió y comenzó a vivir una vida
desenfrenada, alejado de Dios y de su
Palabra. Estaba: “Muerto en mis
delitos y pecados… siguiendo la
corriente de este mundo, conforme al
príncipe de la potestad del aire, el
espíritu que ahora opera en los hijos
de desobediencia” (Efesios 2:1-2).
David, recuerda sus viejos tiempos cuando asistía a fiestas, corría la droga y
probaba el alcohol (droga lícita) y ocupaba gran parte de su tiempo en las vanidades de
este mundo. Experimentó, como muchas de esas ocasiones terminaban de manera trágica
para muchos de mis “supuestos amigos”, algunos de ellos, lamentablemente murieron
entregados a los vicios y riesgos que implicaba vivir sin tener a Dios en su noticia. David
y su familia se mudaron a Naguanagua, zona norte de la ciudad de Valencia, cerca del
local evangélico de Bárbula, allí tomó la decisión de huir aun más del evangelio debido a
que encontró un trabajo que le brindaba la oportunidad de conocer a Venezuela.
Recuerda, que viajaba con un grupo de jóvenes que trasladándose en camionetas nuevas y
recién adquiridas, ganaban mucho dinero, disfrutaban de lo que se llamaba la “rumba” en
las mejores discotecas y playas de Venezuela, pensó así que era una buena oportunidad
de surgir y disfrutar de la vida.
En esa vida material y libertina pasó unos 8 años dirigidos por unos que le
inculcaban que con el poder del dinero podíamos lograr muchas metas y llegar a ser
millonarios. Era la forma de obtener el mejor carro, el mejor traje, el mejor perfume y la
mejor mujer, pero, la semilla del evangelio estaba sembrada y al día siguiente de estas
rumbas amanecía vació, deprimido, y preocupado por qué si perdía la vida, su alma iría a
la condenación eterna.
2. Un día estando en un bodegón, un hombre le tropezó la bebida y sin mediar
palabras lo golpeó, luego, fue informado que ese hombre con sus amigos le esperaban
armados fuera del establecimiento. Hubo una redada en ese momento y ellos tuvieron que
huir, siendo así salvado de la muerte. Como Jeremías podía decir: “Por la misericordia
del Señor no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias.
Nuevas son cada mañana... (Lamentaciones 3:22-23). Al día siguiente, haciendo uso de
su apellido se sentía: “encadenado”. Su madre se le acercó y le dijo: “Hijo estas
tomando mucho, tienes que dejar la bebida”, y él le respondió: “Lo que tengo que
dejar es el mundo”, ella le dijo: Amen. En ese mismo instante se puso a pensar: ¿Dónde
estaría mi alma si hubiese muerto? Entonces, puse en una balanza: ¿Qué le ofrecía el
mundo y qué le ofrecía el Señor? ¿Cuál era el fin del camino ancho y el angosto? Dios
dice: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el
camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque
estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la
hallan”. (Mateo 7:13-14).
Allí le vino al pensamiento aquel himno “soy salvado del abismó, con Jesús al
cielo voy, y confieso por bautismo que del mundo ya no soy… duró luchando unas 3
horas, pensando en sus “amigos” y todo lo que tenía que dejar para seguir a Cristo, hasta
que decidió entregarle su carga de pecados, le pidió que le limpiara con su preciosa
sangre y El oyó su clamor. “Venid a mi todos los que estas trabajados y cargados, y
yo os haré descansar” (Mateo 11.28)… encontró la paz verdadera y la vida eterna. Dice
él: “Es un gozo que no se puede describir, ya no hay mas vació, su vida fue
transformada”. Lector: con amor y conscientes de la verdad, te decimos: “Cree el Señor
Jesucristo y serás salvo”.
Entrevista del Dr. Luis A. Silva Cisneros al Hno. David Cadenas Rivas.