1. La conciencia del Pecado
“Junto a la conciencia queda también oscurecido el sentido de Dios, y
entonces, perdido este decisivo punto de referencia interior, se pierde el
sentido del pecado. He aquí por qué mi Predecesor Pío XII, con una frase que
ha llegado a ser casi proverbial, pudo declarar en una ocasión que «el pecado
del siglo es la pérdida del sentido del pecado»”.1
Las palabras de Juan Pablo II resuenan en nuestra mente y corazón para tratar
de entender nuestra propia realidad. En otros artículos hemos entendido la
grandeza de nuestra naturaleza al ser creados a imagen y semejanza de Dios,
invitados a plenificar nuestra existencia viviendo el amor.
Es importante entender también cómo el hombre, haciendo mal uso de su
libertad, opta por alejarse de su Creador, rompe con Él y peca. El pecado es
ruptura, rechazo y desconfianza del Plan de Dios. Por el pecado la imagen
queda oscurecida y la semejanza perdida. Nuestros primeros padres rompen la
comunión con Dios, quieren alcanzar su realización y felicidad no con Él sino
frente a Él, incluso contra Él.
No podemos entender la realidad del mundo y del hombre actual si olvidamos
la importancia del pecado. “El mal procede de la desobediencia y el rechazo
con que la criatura humana desde su libertad responde a Dios y a sus
amorosos designios es la fuente de toda ruptura, y no sólo ello, sino es fuerza
de ruptura, de anti-amor que obstaculizará permanentemente el crecimiento en
el amor y la comunión, tanto desde el corazón de los hombres, como desde las
diversas estructuras por ellos creadas, en las cuales el pecado de sus autores
ha impreso su huella destructora”2.
Muy equivocados estamos los seres humanos cuando queremos entendernos
a nosotros mismos y nos olvidamos del pecado, que es un dato antropológico
fundamental. Hoy en día la conciencia del pecado y el sentido del mismo están
oscurecidos, porque el ser humano vive de espaldas a Dios y a sí mismo.
Se trata de mirarnos integralmente, como Dios nos mira, sabiéndonos hijos de
Dios, creados por amor y con una libertad que, mal empleada, introdujo una
alteración que afectó la realidad del ser humano y sus relaciones básicas.
Humberto Del Castillo Drago
Sodalicio de Vida Cristiana
Psicólogo
1
Reconciliación y Penitencia No. 18
2
Camino hacia Dios, No. 104.