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Capitalismo y neocapitalismo - La clase media y la cultura neoliberal
Lic. Daniel E. Andrada - UNLZ Página 1
Resumen
Tratamos en este ensayo una recorrida veloz sobre el capitalismo y su mutación al
neoliberalismo. Es un recorrido más enunciativo que exhaustivo, que cita instancias que se
pueden reconocer a simple vista en el mapa histórico del fenómeno citado, y donde gran
parte de lo recreado tiene relación con Argentina, que es en realidad nuestro campo
principal. Algunos conceptos como sociedad “capitalista – obrero/consumidor” no pueden
citarse de ninguna obra ya que son el resultado de todos los Canclini, Castells, Barbero,
Ramonet, Bourdieu, Marx que confluyen para que ese tipo de expresión arribe intentando
ayudar, así sea levemente, a la hora de mirar cómo un fenómeno socioeconómico, como el
capitalismo, cambia, se transforma en su nueva versión potenciada, el neoliberalismo,
modificando la vida de poblaciones enteras, todo el mundo occidental por decir. La
posmodernidad acude a este instante histórico-social como el modo cultural apropiado.
Trae liberación a la vez que desata conductas que hoy están en tela de juicio debido a la
aparente pérdida de hilos conductores que se han demostrado más que necesarios a lo largo
del desarrollo del ser humano. Alguna alusión particular a nuestra historia cercana viene a
respaldar una posición, inocultable por cierto, no favorable a la llamada evolución del
capitalismo; esta aclaración se hace perentoria en una coyuntura como la actual. ¿Desde
qué ángulo instalamos nuestra mirada? Particularmente nos reconocemos como hijos y
nietos de obreros, como un simple ejemplo de movilidad más cultural que social, ya que
seguimos navegando la misma corriente de donde provenimos y a la cual pertenecemos.
El comienzo
Hasta mediados del siglo XIX, instancia en que la “técnica” se establece como herramienta
motora de la vida cotidiana, las sociedades vivían, en su mayoría, sumidas en una languidez
donde el sujeto con ideas de progreso era aquel que tenía posibilidades de educación, una
situación de sumo privilegio, la cual con sus conocimientos alentaba la búsqueda de
nuevos horizontes.
La masa, la población numerosa siempre fue arrastrada por las diferentes coyunturas y solo
aquellos que lograban por algún medio romper con su destino eran quienes iban en busca
del progreso. El resto tenían una vida limitada por la pobreza, el inacabable sentido de
carencia y la más absoluta ignorancia de su ignorancia.
La revolución industrial replantea el comportamiento de los hombres; Augusto Comte
postulaba que hasta ese punto el hombre había vivido y se había expandido contenido por
lo que él denominaba la ley de los tres estados: religioso, metafísico y positivo, siendo este
último el motor del cambio social y un factor de expansión como nunca antes se había
visto.
Las sociedades aumentaban sus poblaciones y en las mismas el abanico de tareas se
multiplicaba de la mano de las nuevas técnicas que la producción de bienes desarrollaba
directa o indirectamente.
Nace una asociación
El capitalismo ya existente desde antes encuentra en este método de organización y
producción el ambiente perfecto para su desarrollo, expansión y dominación. Las riquezas
ya no son solo para la aristocracia o las realezas, hacia la mitad del siglo XIX comienzan a
aparecer los sujetos que eventualmente llegarían a dominar grandes áreas de industrias que
aun no estaban definidas y que fueron vislumbradas por estos visionarios. Sujetos como
Rockefeller, Scott, Carnegie, Morgan, Ford, capitanes de la industria, por mencionar una
potencia industrial como EEUU, que amasaron fortunas y poder al punto de competir con
su propio estado.
Capitalismo y neocapitalismo - La clase media y la cultura neoliberal
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Las masas seguían viviendo una vida gris que se iría aclarando paulatinamente de la mano
de la acción política en la disputa entre clases. Los logros alcanzados por esta vía están
claramente plasmados en la vida actual. Vivimos en una época cimentada en el sudor de
generaciones enteras de personas que funcionaron a lo largo de la historia como dotación de
trabajo; antes para el feudo, tras la revolución industrial para el capitalista. Pero, y es
correcto asignarlo, es el capitalismo la causa primordial del desarrollo de esas masas.
Es así que el capitalismo primitivo propiciaba negocios entre capitalistas o portentosos
mientras que en el capitalismo moderno necesita de la masa como máxima consumidora de
los bienes producidos. Posiblemente la primera prueba de esto haya sido la crisis de 1873.
En esos momentos del desarrollo capitalista las máquinas, la sobreproducción, los salarios
míseros no permitían que esa clase trabajadora se sumase a la esfera del consumo. Esto
traía severas revueltas gremiales y protestas (ejemplo fue la registrada en las acerías de
Carnegie).
Cuando la producción de un bien es adquirida por todos aquellos posibles consumidores, o
se deja de producir, o se buscan nuevos consumidores. ¿Cuál es la fuente mayor de
consumidores en el circuito? Respuesta: la misma dotación que los produce.
Esto convierte al obrero en un socio real aunque en diferentes niveles; no participa de la
empresa ejecutivamente, pero es fundamental para su funcionamiento; como público
interno en lo referido a la relación entre obrero y patrón y a la producción, y como público
externo como ese sujeto hacia el cual van dirigidas las acciones de la empresa como
consumidor.
Con las décadas y más de un siglo el capitalismo este ha evolucionado y por consiguiente
también lo ha hecho su “socio” trabajador/consumidor. La globalización ha permitido la
comunicación entre puntos distantes, tanto en el aspecto comunicacional propiamente dicho
como físicamente, debido al desarrollo que ha mostrado el transporte a nivel cargas tanto
marítimas, ferroviales como aéreas.
Las técnicas de marketing, con el uso de las nuevas tecnologías, hacen gala de ser
indetenibles. Nos inundan las propagandas, publicidades y propuestas, en nuestro ambiente
de trabajo y familiar, a través de la TV, la radio, el teléfono hogareño, el celular. Somos
objetivos de una campaña brutal que libran las empresas por ganar terreno o no perderlo
según la óptica o la coyuntura económica imperante.
Desde el fin de la segunda guerra mundial el mundo capitalista mostró su mayor esplendor.
Las sociedades eran estables, un sujeto podía programar su vida en base a un oficio, lo
mismo con un empleo, la movilidad social era una realidad. Había de todo para todos.
Parecía que la sociedad funcionaba (la sociedad "capitalista – trabajador/consumidor") tal
cual estaba planteada. Las comodidades llegaban cada vez a mayores sectores de la
población. En Argentina a partir de los cuarenta comienza una etapa donde la masa
trabajadora emerge organizada, progresa de la mano de una industria que crece y que
reparte la renta con un trabajador que a la vez es su mayor consumidor.
Fueron las décadas donde el confort llegaba a la casa del trabajador; arribaba en forma de
equipamiento electrodoméstico, vehículos, avances en las condiciones laborales, educación,
salud, etc. Todo esto significaba que esa clase trabajadora se incorporaba paulatinamente a
una clase media que de este modo se expandía tanto en tamaño como en las áreas físicas
que comenzaba a ocupar. Este proceso puede constatarse en nuestra historia desde los
cuarenta hasta los setenta, década en que su deterioro creció hasta la ruptura. Este proceso
en la historia argentina fue poseedor de una enorme inercia ya que sobrevivió a coyunturas
políticas muy poco favorables gestadas en golpes de estado sucedidos a partir de 1955 que
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limitaron la vida democrática nacional segregando e impidiendo a una gran parte de la
población su ejercicio electoral, prohibiendo a su ala política la participación en el mismo.
La segunda mitad del siglo XX muestra a sociedades cada vez más tecnificadas con sujetos
sociales pertenecientes a la masa trabajadora despegando de su estrato hacia uno llamado
“clase media”. Esta clase media trabaja, estudia y produce los primeros profesionales hijos
de trabajadores. La clase media es clase trabajadora con beneficios, ya que si no trabaja no
cobra y por ende no vive. La clase media es el anhelo de todo trabajador que consciente de
la realidad social desea algo más para su futuro y el de su descendencia.
El cuestionamiento societario: una decisión acerca de cuanto más ganar.
Pero en los setenta algo sucedió. La sociedad "capitalista – consumidor" fue cuestionada
desde el área ejecutiva. Posiblemente El Capital se pregunto por qué repartir tanto, ¿es
necesario este nivel de estado de bienestar para seguir ganando? O ¿es factible alterar el
factor de sociedad virtual que se mantiene con el consumidor sin perderlo?. En algún
momento alguien quiso ganar más y desarrolló en consecuencia las técnicas de recursos
humanos para la selección y control del trabajador, las técnicas de mercadeo para extender
la cartilla de consumidores, las políticas necesarias para migrar la producción hacia zonas
más económicas en lo salarial y fundamentalmente los lazos de poder que le permitiesen
atender a tantos nuevos socios (consumidores) con el mismo capital absoluto que repartía
con el número de socios que hasta ese momento era considerablemente menor.
La globalización le permitió a una industria hacer lazos y corporizarse en megaindustrias o
corporaciones mundiales. Ya casi no hay grandes empresas y menos nacionales (salvo
pequeñas excepciones, o el sector de los sobrevivientes que es la esfera de las Pymes). Si
antes una industria repartía con sus consumidores a través de precios bajos ahora para
producir todo lo más que esta nueva realidad le exige debe expandir su plantilla de
trabajadores lo que se traduce en más gastos. La nueva realidad exige gastar más en más
obreros para que una producción mayor llegue a más consumidores. Se ajustan los sueldos
para que esta modificación estructural no golpee más de lo debido. Toda la producción
extra con su consiguiente ganancia debería permitir que esa instancia social conocida como
la era de oro del capitalismo siguiese funcionando. Pero no fue así. Alguien decidió ganar
más.
El fin del estado de bienestar
El sujeto social se había acostumbrado al estado de bienestar que reinó hasta los setenta. A
partir de ahí fue creciendo la añoranza hasta llegar al apogeo de la angustia de los noventa
donde el neoliberalismo arremetió dejando un cuerpo social demolido y convertido, en casi
un 40%, en ejercito de reserva para dotaciones de trabajadores sobre los cuales pendía la
espada de la flexibilización laboral solicitada para imponer el nuevo factor societario.
Alguien decidió ganar más y el procedimiento a implementarse, por cruel, debe contar con
un respaldo en alguna fuerza represora; en este caso el mayor exponente de esta fuerza
represora era el temor a quedar sin trabajo.
Hoy en el mundo neocapitalista sobrevivir es relativamente fácil; cualquier trabajo permite
los medios para una sobrevivencia, paupérrima pero sobrevivencia al fin. Países como el
nuestro asisten en salud y educación gratuitamente. Pero esto no siempre se sostuvo como
premisa. Las corrientes neoliberales en argentina intentaron a partir de 1976 degradar la
educación pública para imponer la privada paga. Somos testigos (ya que estudiamos en
instituciones estatales tanto colegio primario como el secundario industrial y finalmente en
universidades nacionales) de instituciones, colegios majestuosos caídos en desgracia,
olvidados y destruidos por la desidia oficial premeditada. En el capitalismo todo es
mercancía; a tal punto que un presidente latinoamericano propio de esta ideología
Capitalismo y neocapitalismo - La clase media y la cultura neoliberal
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neoliberal, (Sebastián Piñeira) postulaba que la educación es un bien y como tal debe ser
tratado; olvidaba que no todo bien es un bien de cambio.
Decíamos que sobrevivir se ha hecho relativamente fácil, pero vivir, como un concepto
diferente de “durar” es cada vez más difícil. La modificación del factor de ganancia afecta
la vida de las sociedades de una manera total y profunda. Ya nada es fácil a la hora de
progresar. Todo cuesta cada vez más y no es una cuestión de inflación sino de hábitos a la
hora de tasar los productos donde los márgenes de ganancia se dispararon a la sinrazón.
Sucede que en un ambiente donde circula riqueza son los nodos de poder económico los
que intentan su posesión, bancos que ganan y no prestan, hipercomercios que adquieren
producciones completas de ciertos bienes y a partir de eso funcionan como formadores de
precios como si de monopolios se tratase, son solo ejemplos de esta coyuntura.
El neoliberalismo tiró sobre la mesa premisas verosímiles pero falaces. Contó inicialmente
con una coyuntura política asociada con los grandes grupos de poder económico. La alianza
Reagan - Thatcher que dio por terminado el período en que el estado podía intervenir o
imponer controles. Basta de controles pareció decir el mundo capitalista. Dejen que el
mercado se regule solo, como si fuese posible que quien está ganando se detenga porque
considere que lo ganado fue suficiente.
Las falacias filosóficas del neoliberalismo – La clase media
El neoliberalismo/neocapitalismo promulgó el fin de la historia, el fin de las ideologías, el
fin de todo aquello que fuese tiempo sin ganancias, el fin de todo aquello que no diese
ganancias. En fin: toda una cartilla de recetas filosóficas-utilitaristas donde el saber servía
si valía, esto es: si era aplicable a algún proceso que permitiese ganancias. Con ello también
se retiraba inexorablemente el estado de bienestar. Caía un paradigma pero no por no poder
superar las controversias teóricas o crisis producto del modelo; no había tales crisis; al
menos no con la fuerza para una revolución económica cultural. Aquí el paradigma, con
paralelismo conceptual kuhneano, caía por decisión de quienes tenían y podían ejercer el
poder necesario para cambiarlo.
La clase abanderada del neoliberalismo fue la que terminó pagando las entradas más caras
de ese show y esta fue la clase media. La clase media abrazaba esta corriente por novedosa,
por posmoderna al sumarse al derribo de los viejos y pesados relatos. No vieron que ahí,
junto con los caducos, se iban relatos irrecuperables, valores de convivencia y solidaridad,
por poner los más contundentes. Fukuyama (El Fin de la Historia) observa a fines de los
ochenta que la cosa no salió tan bien como creía (él y varios más). El traspaso de
producción a servicios dejó a gran parte de la clase media sin trabajo. Y eso no paso solo en
EEUU; paso en todos los países que mudaron su producción a lugares con ventajas de
costos (traicionaron a sus socios consumidores por otros trabajadores no socios), o en
países que abrieron sus mercados al mundo en una desigual competencia donde el perder su
industrias (Pymes) era la única opción (Argentina) y en definitiva lo que sucedió.
Las corporaciones no vieron o no les importó (estimamos que es esto último) si el
consumidor ya no podía con el trato, ahora había consumidores de todo el mundo a quien
tentar y con quienes no repartir nada. La clase obrera se pauperizaba mientras el capital se
aglutinaba y fortalecía.
Fukuyama observó en su siguiente enfoque (enfoque correctivo), El Futuro de la Historia1
,
en vuelo de pájaro sobre la historia reciente, destacaba como la participación popular había
1
El Futuro de la Historia es un mea culpa donde este filósofo del neoliberalismo se retracta de las
consideraciones que oportunamente postuló y que debido a ser funcional a la nueva ola político-económica
global fuese tomado como un oráculo de la posmodernidad malentendida.
Capitalismo y neocapitalismo - La clase media y la cultura neoliberal
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crecido de la mano del voto irrestricto (antes sujeto a propiedad), destacó a su vez aquello
que mencionamos acerca de la organización obrera y de cómo esta fue génesis de nuevas
clases medias y cómo el proceso de migración de la producción a los servicios los dañó
haciéndoles perder fuerza y volumen.
Un neoliberalismo automatizante que debido a esto propició aún más desempleo. Cadenas
de producción automática, sembrados con tractores con GPS, automatización en la cosecha,
todo en desmedro del trabajo humano. La parte que ponía el socio trabajador-consumidor
ya no valía nada y entonces el círculo se cerraba con fuera de tenaza. Alguien quería ganar
más y lo consiguió.
Fukuyama advierte que las clases medias, hijas de un proceso productivo de mediados del
siglo XX, hoy poseen medios y tecnología que les permiten un rol participativo que puede
llegar hasta inquietar a gobiernos; estas clases medias no son democráticas ni pluralistas,
son egoístas y reaccionarias al pedido de redistribución hacia quienes menos tienen. Aquí
vemos un punto donde darle coincidencias con nuestra sociedad argentina.
El neoliberalismo intentó establecerse como una usina de clase media y fracasó. ¿Cómo un
modelo que achica el ámbito donde se crea clase media puede ser así designado? El
neoliberalismo solicita a las naciones apertura a los mercados externos, y de un modo por
cierto contradictorio citan a Alemania como ejemplo por haber establecido un
proteccionismo hacia su fuerza laboral. Esto representa el ejemplo paradigmático del
proteccionismo velado de las potencias.
El neoliberalismo no tuvo ningún contendiente a su altura. El comunismo soviético se había
derrumbado, entre otros varios factores, bajo el costoso peso de una carrera armamentista
que pagó de su bolsillo mientras su rival lo financiaba ad eternum. La izquierda no podía y
aún no puede competir con el menú de tentaciones que propone el capitalismo, básicamente
no cuenta entre sus impulsores con el motor del deseo freudiano; Audi, BMW, Porsche,
Ducati, Ferrari, Aston Martin, son todos nombres que significan elite. Hay pocos elitistas
más radicales que aquellos que desean serlo o los que se acercan bastante pero no les
alcanza. Posiblemente esto pueda explicar ese deseo que manifiestan muchos individuos de
ser lo que no son o el terror al cambio y explique en algo el aumento de las corrientes
reaccionarias de derecha en Europa donde ser extranjero está convirtiéndose en un
problema cada vez más importante. Neonazis, fascistas, como sectores extremos,
reaccionarios y conservadores en general son la viva expresión del miedo a perder los
privilegios que pertenecer a la clase media (o más elevadas) asignaba y que se hacen más
complicados en el día a día sostener. Esto último se aplica letra a letra a nuestro país.
La posmodernidad: algo bueno que no resultó tan bueno
El capitalismo nuevo, tardío o neocapitalismo es una etapa donde reina culturalmente el
posmodernismo; este ya no como una continuación de la modernidad sino como algo
completamente nuevo y aislado donde el sujeto adquiere una preponderancia patológica,
donde todo lo que pasa por el individuo está magnificado, exacerbado; donde lo importante
no es encontrar sentido a las cosas sino pasar de una a la otra en un movimiento continuo
que no requiere de sentidos orientadores o explicativos como conductores (Jean François
Lyotard, la Condición Posmoderna).
Terry Eagleton, crítico a esta visión posmodernista (Las ilusiones del Posmodernismo), se
horroriza y exclama “El poder del capital es ahora tan terriblemente familiar, tan
sublimemente omnipotente y omnipresente”; el mundo accidental (y no tan solo el
occidental: China) se revuelca en el lodo del interés mientras sectores de la más rancia
esfera conservadora aceptan esta típica naturalización posmoderna como algo casi
evolutivo y no degenerativo.
Capitalismo y neocapitalismo - La clase media y la cultura neoliberal
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Dice Eagleton “por su ostentosa apertura hacia el Otro, el posmodernismo puede casi ser
tan exclusivista y censor como las ortodoxias a las que se opone. Se puede hablar largo y
tendido de la cultura humana pero no de la naturaleza humana, de género pero no de clase,
de cuerpo pero no de biología,… es una heterodoxia evidentemente ortodoxa”, lo que es un
oxímoron. Pareciera que el posmodernismo se declara rebelde pero no anticapitalista, nunca
busca el fondo, siempre queda en una posición de no violentar desde la base al sistema;
como dice Eagleton: no se puede sacar la alfombra debajo de los pies de los demás si
nosotros también estamos sobre ella.
Las sociedades típicamente posmodernas, superficiales, individualistas como lo son las
sociedades conservadoras (por ej.: EEUU e Inglaterra) se destacan por poseer raíces
fuertemente metafísicas contenidas en conceptos tales como Dios, libertad, nación y
familia.
El posmodernismo podría citarse ya no como la evolución de la modernidad sino como la
evolución del capitalismo, donde el mundo todo está en pocas e inescrupulosas manos que
juegan el juego del poder del modo más virulento posible; solo así se concibe que una
realidad donde una persona que no puede afrontar su hipoteca pierda su casa y se quede así
mismo con la deuda, toda una afronta al individuo que se creía superada en la modernidad y
que resulta ocurra en una “anormalidad” total amparada por la letra chica de contratos
leoninos al resguardo de “estados o corporaciones judiciales” independientes de toda
nación real.
Los estados tras la ola neoliberal
Pierre Bourdieu nos habla de la “mano izquierda y la mano derecha del estado”2
. En
Europa, y en un contexto diferente al norteamericano, estas últimas décadas han mostrado
el distanciamiento, entre la mano izquierda y la mano derecha del estado; obviamente el
sociólogo se refiere a situaciones de su Francia donde más allá del poco margen que las
coyunturas económicas dejan se ve como la mano derecha del estado no ve o decide dejar
de saber lo que hace su mano izquierda. Esa mano izquierda operativa que es la que se
encarga del trabajo social, de que la educación pública y la salud pública funcionen, que es
la guardia de las conquistas del estado de bienestar, y una mano derecha que en el discurso
público ensalza a la empresa privada como nueva panacea. Bourdieu nos dice que todo esto
resulta más sorprendente al tratarse de un estado socialista que debería garantizar los
servicios públicos. Es así que esa mano izquierda del estado se siente engañada y
desautorizada permanentemente. Todo ese cuerpo de individuos se rebela por algo que va
más allá de un reclamo salarial o por no contar con los elementos básicos para cumplir la
función que se les ha encomendado.
El estado de bienestar producto de sociedades con estados grandes y participativos fue
puesto en tela de juicio por el neocapitalismo. El replanteo de la sociedad
trabajador/consumidor-empresa/capitalista incluyó también el reclamo sobre esos gastos
“superfluos” que significaban la educación y la salud pública entre otras acciones. Una
clase media acomodada abrazó ese reclamo ya que equivocadamente se sintió y se siente
parte del lado del capital no notando que el próximo ajuste puede incluirlos y enviarlos a la
C2, C3 o D. Eso ya pasó, solo que se ha olvidado. En los ochenta no fue nada raro observar
a ingenieros conduciendo taxis por las calles del centro de Buenos Aires; los hijos de esos
profesionales frustrados nunca tuvieron un aliciente para concurrir a las aulas, los pocos
que lo hicieron emigraron, en gran número, en los noventa. Hoy gran parte de esa dotación
2
Pierre Bourdieu. Cortafuegos. La Mano Izquierda y la Mano Derecha del Estado. Entrevista con R.P. Droit y
T. Ferenczi, publicada en Le Monde el 14 de enero de 1992
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de cerebros educados y sabios retorna del exterior conformando una de las máximas
recuperaciones a las que puede aspirar un modelo de estado.
En conclusión.
El mundo occidental ha vivido más de un siglo y medio de capitalismo moderno. Ha visto
su desarrollo y expansión, sus beneficios y de cómo se manifestó como el motor de
progreso más importante que ha existido. Y ha vivido también sus crisis. Crisis que
obligaron a replantear los controles sobre la actividad económica por parte de los estados.
Tras la segunda guerra mundial el capitalismo logra establecer su apogeo en lo que se
conoce como su etapa de oro o estado de bienestar. En este contexto o paradigma el sujeto
social vivía en un ambiente estable y predecible, donde podía cumplir con toda su vida
productiva ejerciendo una misma función o trabajo hasta su retiro. Esa estabilidad se hacía
presente en todos los órdenes de esa vida.
En un viraje estratégico hacia finales de la década del setenta EEUU e Inglaterra replantean
las reglas del juego capitalista. El nuevo capitalismo requiere libertad total para instalar el
nuevo paradigma. Ganancia a cualquier costa, aún a la pauperización paulatina de la
población. Migra la producción hacia los países periféricos de muy bajo costo salarial. Esto
desequilibra el comercio mundial ya que la competencia con productos con costos
operativos tan reducidos no se hacía posible manteniendo las matrices productivas tal cuál
funcionaban. La clase trabajadora de la industria automotriz norteamericana vio como su
estándar de vida de disolvía junto al achique que la industria efectuaba en sus plantas
nacionales. Inglaterra mostraba sus suburbios en áreas metalúrgicas tradicionales
devastados por la falta de trabajo. China asomaba poco a poco remodelando su comunismo
hasta convertirlo en el híbrido actual comunismo/capitalista.
Europa, tras años de incertidumbre, decide la eurozona o Mercado Común Europeo como
única medida para defenderse del ataque neoliberal o para ejercer su propio modelo
neoliberal financiero alemán; creaban de este modo un mercado interno no de un país sino
de varios. Esto acarreó la dificultad que junto a gigantes como Alemania, Francia y Gran
Bretaña se subían países como España, Grecia, Irlanda (en realidad todos los demás) con
capacidades productivas y monedas relativas débiles que con el paso al euro quedaron en
serias desventajas a la hora del comercio internacional por ende en la balanza comercial,
excepto Gran Bretaña que se unió, "pero no tanto" siempre a tiro del Brexit.
Ganancias colosales y quiebras así de groseras caracterizan a este período. Las clases
beneficiadas, una pequeña minoría, se aferran a este modelo mientras las protesta de la
masa trabajadora o los no beneficiados, la mayoría, es limitada por las fuerzas represivas
establecidas a tal fin. Los estados sufren las consecuencias de una corriente que para lograr
su objetivo requiere mínimos controles, por lo tanto son desguazados con la excusa de ser
grandes, ineficientes y onerosos.
Algo puramente local: en Argentina en una primera instancia de ese proceso, de 1976 hasta
1983, lo inicial fue la apertura de los mercados a la producción extranjera con
consecuencias fatales para las grandes industrias y las pymes nacionales; los mercados
financieros establecieron todo su poder y la dependencia con centros de regulación
financiera y económica externos (FMI, Banco de París, etc.) que dictaminaban el curso que
la nación entera debía seguir. El retorno de la democracia argentina restableció las
instituciones y el estado de derecho pero no contó con la fuerza necesaria para detener esa
tendencia. En los noventa es cuando el neoliberalismo arremete con todo su poder dándole
inicialmente a la clase media la posibilidad de expansión que reclamaba. Ese impulso
comenzó a menguar a mediados de la década haciéndose insostenible hacia el final de la
misma. Las recetas neoliberales habían dado en la tecla: todos aquellos que se pudieron
Capitalismo y neocapitalismo - La clase media y la cultura neoliberal
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enriquecer lo hicieron. A expensas del resto de la población. Argentina quedó sin
industrias, sin ferrocarriles, sin línea aérea, sin su empresa de energía (YPF), sin sus fondos
de seguro social, léase fondos de pensión y jubilación, y sin el aire ya que se privatizaron
hasta los espectros radioeléctricos. Todo en aras de la ganancia sin controles. Es esta una
etapa donde la clase media favorecida emerge hoy reaccionaria a la redistribución de un
modelo de corte popular. Reaccionaria y peligrosamente antidemocrática que demuestra,
siempre que puede, que está dispuesta a cualquier alianza con tal de defender privilegios
adquiridos de poco pedigrí.
Un llamado de atención: la ciudadanía de países como los EEUU, creadores y defensores
de este sistema monetarista, comenzaron a repensar su sistema de vida, al menos algunos, a
partir de la crisis del 2008, cuando su estado, en contra de todos sus preceptos ideológicos y
prácticos, salieron al rescate de las entidades financieras que los habían llevado al borde del
abismo. La excusa fue “too big to fail”, había que salvarlos ya que eran demasiado grandes
o trascendentes para caer lo cual significaría un derrumbe general.
Ya en el campo neoliberal y posmoderno, la cultura, ese entretejido de significantes
(Geertz), se reconfiguró para un escenario de extrema individualidad, donde llegar primero
se hizo premisa, que hizo y hace suponer que quienes no llegan no sirven, una cultura que
abandonó grandes y pesados relatos que conspiraban contra ese desarrollo y renovación tan
necesarios, pero que requería una moderación que el neoliberalismo no está dispuesto a
aceptar, y sucedió que arrojando lastre tiraron hasta el timón. La vida cotidiana es un
muestrario de actitudes muy poco racionales que solo se sustentan por "la ambición de ser"
o "llegar primeros", o por la de "la posesión material". Competencia, xenofobia, derecha
reaccionaria, ostentación y un poco de preceptos religiosos como bálsamo anestésico para
poder seguir con la parodia; todas características de las clases sociales del modelo
neoliberal.
Si se analizan los elementos propios de capitalismo y del neocapitalismo o neoliberalismo
seguramente encontraremos comparabilidad teórica (Kuhn), donde el segundo se cimenta
en el primero incorporando nuevas recetas que lo potencian, lo hacen más virulento, donde
la falta de controles se exhibe como un elemento teórico no propio que desde el exterior del
sistema buscó regularlo y que en esta nueva versión se han eliminado. Indudablemente
existe una continuidad estructural con una expresión cultural enmarcada en la
posmodernidad que se muestra desfachatadamente como la manera más adecuada de vivir
en esta época.
Alguna vez Adam Smith consideró que los sentimientos morales, buenos por naturaleza,
regirían las conducta de los sujetos, y que el mercado, libre, sin ataduras y autorregulado
proveería los mecanismos necesarios para asignar equitativamente los recursos y beneficios
de la actividad económica. Aún se cita esto como aplicable a la realidad.
Hobbes por su parte proclamaba “Homo homini lupus”, el egoísmo psicológico donde las
conductas altruistas son reducidas a un anhelo. Plantea “El Leviatán” como ese monstruo al
que todos deben someterse como única manera de convivir; un planteo tanto hacia un
estado absoluto como hacia el contrato social.
El neoliberalismo parece darle la razón a Hobbes; el hombre sin control es lobo del hombre.
El neoliberalismo es la evolución del capitalismo en el sentido más cínico que podamos
lograr: si el objetivo era ganar todo lo posible, eso fue logrado. La concentración de
recursos económicos es la mayor jamás vista o alcanzada. La transferencia de los sectores
medios y bajos a los altos fue de dimensiones sin precedentes y con anuencia de los
estados (Megacanje 1999-2001). La clases beneficiadas en este proceso se muestran como
usina de posiciones reaccionarias y antidemocráticas; aún aquellos sobrevivientes que como
Capitalismo y neocapitalismo - La clase media y la cultura neoliberal
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rémoras se pegan a un proceso que siempre promete beneficios. El beneficio es el nuevo
ídolo procaz.
En definitiva, miradas sobre el mismo sistema o elemento que tienen poco o ninguna
coincidencia; algo habitual en las ciencias sociales.
Posdata al fin del mes de junio de 2016.
Argentina.
Proceso de restauración conservadora ejecutado en los primeros seis meses del gobierno
de Cambiemos.
Cultivation Analysis es una obra de George Gerbner que explica, esto es muy sucinto,
cómo a partir del aumento del tiempo de ocio en las clases trabajadoras, producto del
desarrollo social impulsado por los estados de bienestar de la posguerra, se opera sobre la
conciencia del sujeto social a través de la producción masiva de "productos culturales" de
baja estofa, fáciles de consumir, que poco le reclaman a la conciencia social, que nada
tienen de revolucionarios excepto su "mágica masividad" y la sorprendente propensión del
sujeto social a consumirlos. Una nueva era de comunicación social, una nueva concepción
económica (neocapitalismo), requerían de un nuevo sujeto social como base (un obrero
barato), y de otro nuevo sujeto social que le de carácter y lo defienda (el clase media
favorecida).
Hasta el 2003, tras los noventa, Argentina se mostraba como el campo de prueba de una
guerra económica. Todo había explotado. No quedaba matriz productiva alguna, las pymes
estaban muertas. Ciudades industriales repletas de pymes y talleres como San Martin,
Caseros, Avellaneda, por citar algo, mostraban un escenario devastado. Locales cerrados,
fabricas abandonadas, comercios abandonados, el 50% de la población en mal estado.
Un proceso se inicia en el 2003 que resuelve girar 180º su curso ideológico, porque de eso
se trata: de ideologías.
Se renuncia al contacto con los centros de poder, se apuesta al consumo interno, a reactivar
el aparato productivo sin pedir nada (tampoco se podía). Estar en default y sin trato con los
organismos internacionales de control monetario convierten a la Argentina en el jorobado
de la historia, la aíslan y la castigan por no pagar. Unos años más tarde se saldan las cuentas
con dichos organismos y con la casi totalidad de los acreedores, salvo un grupo cuyo
negocio no es cobrar sino litigar (los fondos buitres). Argentina es un mal ejemplo para el
mundo neoliberal y continúa aislada debido a un juez norteamericano que respalda a un
pequeño sector, los fondos buitres, en detrimento de un arreglo con el 97% de los
acreedores.
Con la mecánica de los noventa solo se logró endeudarse. Con la ejecutada desde el 2003
en adelante se consiguió pagar sin pedir. Las fabricas abrieron, los talleres abrieron, los
locales abrieron. La población mejoro sus indicadores en todo sentido siendo el índice Gini
una muestra cabal para entrar en un desarrollo de datos y citas.
El cambio de rumbo en el electorado argentino del 2015 arroja un nuevo rumbo político. La
población eligió un gobierno de derecha que sistemáticamente , a lo largo de los últimos
ocho años, operó junto a los medios corporativos afines, estableciendo una imagen de no
ser de derecha, o de serlo solo un poco. En sus primeros seis meses de gobierno ha
transferido un caudal de capital sin precedentes desde el Megacanje y lo ha hecho con
sujetos procesados por la ley por dicho suceso. Sujetos que ocupan cargos determinantes en
la dirección del sentido de la nación toda que resuelven políticas de ajuste que hacen
Capitalismo y neocapitalismo - La clase media y la cultura neoliberal
Lic. Daniel E. Andrada - UNLZ Página 10
presumir el retorno de escenarios muy temidos pero no considerados. Los medios
establecen una realidad donde lo que pasa "pasa pero no tanto como parece", una realidad
que cuesta cada día más de resolver.
La función de los medios en la actualidad excede en todo sentido la tarea de informar. La
agenda de un medio es la agenda de una corporación. Nunca puede ser compatible con la de
la clase popular. Son piezas de juegos diferentes, defienden intereses diferentes.
Ejemplos de esta coyuntura tratados con el mayor disimulo por la prensa dominante :
el actual presidente del Banco Nación de la República Argentina, Carlos Melconian,
tiene la mayor parte de sus bienes personales en cuentas en el extranjero, fue parte
de los litigantes contra el estado argentino (parte de los fondos buitres) y es parte
del gobierno que en contra de lo obrado durante los últimos 12 años, se dispuso a
pagar una deuda considerada por el concierto internacional de ilegitima.
Y algo sumamente curioso es que el propio presidente Mauricio Macri posee
cuentas offshore ligadas a los "Panamá papers"; cuentas negadas en primera
instancia, declaradas sin fondos cuando ya no se podían negar u ocultar, con fondos
descubiertos que desembocaron en una apurada rectificación de declaración jurada
de bienes por una suma millonaria.
Durante la campaña electoral, el actual gobierno, proclamaba que Argentina vivía
una crisis terminal, con una población en estado de pobreza y desamparo. Al asumir
su primer medida fue una devaluación del 50% y aumentar las tarifas entre un 400 y
un 1200%. La pregunta que emerge es: si la población está tan mal, al borde del
colapso, ¿cómo es que se le puede pedir semejante esfuerzo? Vivir cuesta, para cada
familia argentina, una suma de miles de pesos más que en diciembre; todo ese
caudal de dinero que la población baja y media hoy ya no poseen está en manos de
corporaciones; ni siquiera del Estado Nacional. Los medios muestran esto como
"sinceramiento de la economía"; un modo particular de mostrarlo.
Todo esto con los medios dominantes explicando que no es ilegal tener dinero de evasión.
Y una gran parte de la población adhiere a la posición que los medios edifican y exhiben en
una realidad construida con los datos y sucesos afines a su editorial y a su balance.

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  • 1. Capitalismo y neocapitalismo - La clase media y la cultura neoliberal Lic. Daniel E. Andrada - UNLZ Página 1 Resumen Tratamos en este ensayo una recorrida veloz sobre el capitalismo y su mutación al neoliberalismo. Es un recorrido más enunciativo que exhaustivo, que cita instancias que se pueden reconocer a simple vista en el mapa histórico del fenómeno citado, y donde gran parte de lo recreado tiene relación con Argentina, que es en realidad nuestro campo principal. Algunos conceptos como sociedad “capitalista – obrero/consumidor” no pueden citarse de ninguna obra ya que son el resultado de todos los Canclini, Castells, Barbero, Ramonet, Bourdieu, Marx que confluyen para que ese tipo de expresión arribe intentando ayudar, así sea levemente, a la hora de mirar cómo un fenómeno socioeconómico, como el capitalismo, cambia, se transforma en su nueva versión potenciada, el neoliberalismo, modificando la vida de poblaciones enteras, todo el mundo occidental por decir. La posmodernidad acude a este instante histórico-social como el modo cultural apropiado. Trae liberación a la vez que desata conductas que hoy están en tela de juicio debido a la aparente pérdida de hilos conductores que se han demostrado más que necesarios a lo largo del desarrollo del ser humano. Alguna alusión particular a nuestra historia cercana viene a respaldar una posición, inocultable por cierto, no favorable a la llamada evolución del capitalismo; esta aclaración se hace perentoria en una coyuntura como la actual. ¿Desde qué ángulo instalamos nuestra mirada? Particularmente nos reconocemos como hijos y nietos de obreros, como un simple ejemplo de movilidad más cultural que social, ya que seguimos navegando la misma corriente de donde provenimos y a la cual pertenecemos. El comienzo Hasta mediados del siglo XIX, instancia en que la “técnica” se establece como herramienta motora de la vida cotidiana, las sociedades vivían, en su mayoría, sumidas en una languidez donde el sujeto con ideas de progreso era aquel que tenía posibilidades de educación, una situación de sumo privilegio, la cual con sus conocimientos alentaba la búsqueda de nuevos horizontes. La masa, la población numerosa siempre fue arrastrada por las diferentes coyunturas y solo aquellos que lograban por algún medio romper con su destino eran quienes iban en busca del progreso. El resto tenían una vida limitada por la pobreza, el inacabable sentido de carencia y la más absoluta ignorancia de su ignorancia. La revolución industrial replantea el comportamiento de los hombres; Augusto Comte postulaba que hasta ese punto el hombre había vivido y se había expandido contenido por lo que él denominaba la ley de los tres estados: religioso, metafísico y positivo, siendo este último el motor del cambio social y un factor de expansión como nunca antes se había visto. Las sociedades aumentaban sus poblaciones y en las mismas el abanico de tareas se multiplicaba de la mano de las nuevas técnicas que la producción de bienes desarrollaba directa o indirectamente. Nace una asociación El capitalismo ya existente desde antes encuentra en este método de organización y producción el ambiente perfecto para su desarrollo, expansión y dominación. Las riquezas ya no son solo para la aristocracia o las realezas, hacia la mitad del siglo XIX comienzan a aparecer los sujetos que eventualmente llegarían a dominar grandes áreas de industrias que aun no estaban definidas y que fueron vislumbradas por estos visionarios. Sujetos como Rockefeller, Scott, Carnegie, Morgan, Ford, capitanes de la industria, por mencionar una potencia industrial como EEUU, que amasaron fortunas y poder al punto de competir con su propio estado.
  • 2. Capitalismo y neocapitalismo - La clase media y la cultura neoliberal Lic. Daniel E. Andrada - UNLZ Página 2 Las masas seguían viviendo una vida gris que se iría aclarando paulatinamente de la mano de la acción política en la disputa entre clases. Los logros alcanzados por esta vía están claramente plasmados en la vida actual. Vivimos en una época cimentada en el sudor de generaciones enteras de personas que funcionaron a lo largo de la historia como dotación de trabajo; antes para el feudo, tras la revolución industrial para el capitalista. Pero, y es correcto asignarlo, es el capitalismo la causa primordial del desarrollo de esas masas. Es así que el capitalismo primitivo propiciaba negocios entre capitalistas o portentosos mientras que en el capitalismo moderno necesita de la masa como máxima consumidora de los bienes producidos. Posiblemente la primera prueba de esto haya sido la crisis de 1873. En esos momentos del desarrollo capitalista las máquinas, la sobreproducción, los salarios míseros no permitían que esa clase trabajadora se sumase a la esfera del consumo. Esto traía severas revueltas gremiales y protestas (ejemplo fue la registrada en las acerías de Carnegie). Cuando la producción de un bien es adquirida por todos aquellos posibles consumidores, o se deja de producir, o se buscan nuevos consumidores. ¿Cuál es la fuente mayor de consumidores en el circuito? Respuesta: la misma dotación que los produce. Esto convierte al obrero en un socio real aunque en diferentes niveles; no participa de la empresa ejecutivamente, pero es fundamental para su funcionamiento; como público interno en lo referido a la relación entre obrero y patrón y a la producción, y como público externo como ese sujeto hacia el cual van dirigidas las acciones de la empresa como consumidor. Con las décadas y más de un siglo el capitalismo este ha evolucionado y por consiguiente también lo ha hecho su “socio” trabajador/consumidor. La globalización ha permitido la comunicación entre puntos distantes, tanto en el aspecto comunicacional propiamente dicho como físicamente, debido al desarrollo que ha mostrado el transporte a nivel cargas tanto marítimas, ferroviales como aéreas. Las técnicas de marketing, con el uso de las nuevas tecnologías, hacen gala de ser indetenibles. Nos inundan las propagandas, publicidades y propuestas, en nuestro ambiente de trabajo y familiar, a través de la TV, la radio, el teléfono hogareño, el celular. Somos objetivos de una campaña brutal que libran las empresas por ganar terreno o no perderlo según la óptica o la coyuntura económica imperante. Desde el fin de la segunda guerra mundial el mundo capitalista mostró su mayor esplendor. Las sociedades eran estables, un sujeto podía programar su vida en base a un oficio, lo mismo con un empleo, la movilidad social era una realidad. Había de todo para todos. Parecía que la sociedad funcionaba (la sociedad "capitalista – trabajador/consumidor") tal cual estaba planteada. Las comodidades llegaban cada vez a mayores sectores de la población. En Argentina a partir de los cuarenta comienza una etapa donde la masa trabajadora emerge organizada, progresa de la mano de una industria que crece y que reparte la renta con un trabajador que a la vez es su mayor consumidor. Fueron las décadas donde el confort llegaba a la casa del trabajador; arribaba en forma de equipamiento electrodoméstico, vehículos, avances en las condiciones laborales, educación, salud, etc. Todo esto significaba que esa clase trabajadora se incorporaba paulatinamente a una clase media que de este modo se expandía tanto en tamaño como en las áreas físicas que comenzaba a ocupar. Este proceso puede constatarse en nuestra historia desde los cuarenta hasta los setenta, década en que su deterioro creció hasta la ruptura. Este proceso en la historia argentina fue poseedor de una enorme inercia ya que sobrevivió a coyunturas políticas muy poco favorables gestadas en golpes de estado sucedidos a partir de 1955 que
  • 3. Capitalismo y neocapitalismo - La clase media y la cultura neoliberal Lic. Daniel E. Andrada - UNLZ Página 3 limitaron la vida democrática nacional segregando e impidiendo a una gran parte de la población su ejercicio electoral, prohibiendo a su ala política la participación en el mismo. La segunda mitad del siglo XX muestra a sociedades cada vez más tecnificadas con sujetos sociales pertenecientes a la masa trabajadora despegando de su estrato hacia uno llamado “clase media”. Esta clase media trabaja, estudia y produce los primeros profesionales hijos de trabajadores. La clase media es clase trabajadora con beneficios, ya que si no trabaja no cobra y por ende no vive. La clase media es el anhelo de todo trabajador que consciente de la realidad social desea algo más para su futuro y el de su descendencia. El cuestionamiento societario: una decisión acerca de cuanto más ganar. Pero en los setenta algo sucedió. La sociedad "capitalista – consumidor" fue cuestionada desde el área ejecutiva. Posiblemente El Capital se pregunto por qué repartir tanto, ¿es necesario este nivel de estado de bienestar para seguir ganando? O ¿es factible alterar el factor de sociedad virtual que se mantiene con el consumidor sin perderlo?. En algún momento alguien quiso ganar más y desarrolló en consecuencia las técnicas de recursos humanos para la selección y control del trabajador, las técnicas de mercadeo para extender la cartilla de consumidores, las políticas necesarias para migrar la producción hacia zonas más económicas en lo salarial y fundamentalmente los lazos de poder que le permitiesen atender a tantos nuevos socios (consumidores) con el mismo capital absoluto que repartía con el número de socios que hasta ese momento era considerablemente menor. La globalización le permitió a una industria hacer lazos y corporizarse en megaindustrias o corporaciones mundiales. Ya casi no hay grandes empresas y menos nacionales (salvo pequeñas excepciones, o el sector de los sobrevivientes que es la esfera de las Pymes). Si antes una industria repartía con sus consumidores a través de precios bajos ahora para producir todo lo más que esta nueva realidad le exige debe expandir su plantilla de trabajadores lo que se traduce en más gastos. La nueva realidad exige gastar más en más obreros para que una producción mayor llegue a más consumidores. Se ajustan los sueldos para que esta modificación estructural no golpee más de lo debido. Toda la producción extra con su consiguiente ganancia debería permitir que esa instancia social conocida como la era de oro del capitalismo siguiese funcionando. Pero no fue así. Alguien decidió ganar más. El fin del estado de bienestar El sujeto social se había acostumbrado al estado de bienestar que reinó hasta los setenta. A partir de ahí fue creciendo la añoranza hasta llegar al apogeo de la angustia de los noventa donde el neoliberalismo arremetió dejando un cuerpo social demolido y convertido, en casi un 40%, en ejercito de reserva para dotaciones de trabajadores sobre los cuales pendía la espada de la flexibilización laboral solicitada para imponer el nuevo factor societario. Alguien decidió ganar más y el procedimiento a implementarse, por cruel, debe contar con un respaldo en alguna fuerza represora; en este caso el mayor exponente de esta fuerza represora era el temor a quedar sin trabajo. Hoy en el mundo neocapitalista sobrevivir es relativamente fácil; cualquier trabajo permite los medios para una sobrevivencia, paupérrima pero sobrevivencia al fin. Países como el nuestro asisten en salud y educación gratuitamente. Pero esto no siempre se sostuvo como premisa. Las corrientes neoliberales en argentina intentaron a partir de 1976 degradar la educación pública para imponer la privada paga. Somos testigos (ya que estudiamos en instituciones estatales tanto colegio primario como el secundario industrial y finalmente en universidades nacionales) de instituciones, colegios majestuosos caídos en desgracia, olvidados y destruidos por la desidia oficial premeditada. En el capitalismo todo es mercancía; a tal punto que un presidente latinoamericano propio de esta ideología
  • 4. Capitalismo y neocapitalismo - La clase media y la cultura neoliberal Lic. Daniel E. Andrada - UNLZ Página 4 neoliberal, (Sebastián Piñeira) postulaba que la educación es un bien y como tal debe ser tratado; olvidaba que no todo bien es un bien de cambio. Decíamos que sobrevivir se ha hecho relativamente fácil, pero vivir, como un concepto diferente de “durar” es cada vez más difícil. La modificación del factor de ganancia afecta la vida de las sociedades de una manera total y profunda. Ya nada es fácil a la hora de progresar. Todo cuesta cada vez más y no es una cuestión de inflación sino de hábitos a la hora de tasar los productos donde los márgenes de ganancia se dispararon a la sinrazón. Sucede que en un ambiente donde circula riqueza son los nodos de poder económico los que intentan su posesión, bancos que ganan y no prestan, hipercomercios que adquieren producciones completas de ciertos bienes y a partir de eso funcionan como formadores de precios como si de monopolios se tratase, son solo ejemplos de esta coyuntura. El neoliberalismo tiró sobre la mesa premisas verosímiles pero falaces. Contó inicialmente con una coyuntura política asociada con los grandes grupos de poder económico. La alianza Reagan - Thatcher que dio por terminado el período en que el estado podía intervenir o imponer controles. Basta de controles pareció decir el mundo capitalista. Dejen que el mercado se regule solo, como si fuese posible que quien está ganando se detenga porque considere que lo ganado fue suficiente. Las falacias filosóficas del neoliberalismo – La clase media El neoliberalismo/neocapitalismo promulgó el fin de la historia, el fin de las ideologías, el fin de todo aquello que fuese tiempo sin ganancias, el fin de todo aquello que no diese ganancias. En fin: toda una cartilla de recetas filosóficas-utilitaristas donde el saber servía si valía, esto es: si era aplicable a algún proceso que permitiese ganancias. Con ello también se retiraba inexorablemente el estado de bienestar. Caía un paradigma pero no por no poder superar las controversias teóricas o crisis producto del modelo; no había tales crisis; al menos no con la fuerza para una revolución económica cultural. Aquí el paradigma, con paralelismo conceptual kuhneano, caía por decisión de quienes tenían y podían ejercer el poder necesario para cambiarlo. La clase abanderada del neoliberalismo fue la que terminó pagando las entradas más caras de ese show y esta fue la clase media. La clase media abrazaba esta corriente por novedosa, por posmoderna al sumarse al derribo de los viejos y pesados relatos. No vieron que ahí, junto con los caducos, se iban relatos irrecuperables, valores de convivencia y solidaridad, por poner los más contundentes. Fukuyama (El Fin de la Historia) observa a fines de los ochenta que la cosa no salió tan bien como creía (él y varios más). El traspaso de producción a servicios dejó a gran parte de la clase media sin trabajo. Y eso no paso solo en EEUU; paso en todos los países que mudaron su producción a lugares con ventajas de costos (traicionaron a sus socios consumidores por otros trabajadores no socios), o en países que abrieron sus mercados al mundo en una desigual competencia donde el perder su industrias (Pymes) era la única opción (Argentina) y en definitiva lo que sucedió. Las corporaciones no vieron o no les importó (estimamos que es esto último) si el consumidor ya no podía con el trato, ahora había consumidores de todo el mundo a quien tentar y con quienes no repartir nada. La clase obrera se pauperizaba mientras el capital se aglutinaba y fortalecía. Fukuyama observó en su siguiente enfoque (enfoque correctivo), El Futuro de la Historia1 , en vuelo de pájaro sobre la historia reciente, destacaba como la participación popular había 1 El Futuro de la Historia es un mea culpa donde este filósofo del neoliberalismo se retracta de las consideraciones que oportunamente postuló y que debido a ser funcional a la nueva ola político-económica global fuese tomado como un oráculo de la posmodernidad malentendida.
  • 5. Capitalismo y neocapitalismo - La clase media y la cultura neoliberal Lic. Daniel E. Andrada - UNLZ Página 5 crecido de la mano del voto irrestricto (antes sujeto a propiedad), destacó a su vez aquello que mencionamos acerca de la organización obrera y de cómo esta fue génesis de nuevas clases medias y cómo el proceso de migración de la producción a los servicios los dañó haciéndoles perder fuerza y volumen. Un neoliberalismo automatizante que debido a esto propició aún más desempleo. Cadenas de producción automática, sembrados con tractores con GPS, automatización en la cosecha, todo en desmedro del trabajo humano. La parte que ponía el socio trabajador-consumidor ya no valía nada y entonces el círculo se cerraba con fuera de tenaza. Alguien quería ganar más y lo consiguió. Fukuyama advierte que las clases medias, hijas de un proceso productivo de mediados del siglo XX, hoy poseen medios y tecnología que les permiten un rol participativo que puede llegar hasta inquietar a gobiernos; estas clases medias no son democráticas ni pluralistas, son egoístas y reaccionarias al pedido de redistribución hacia quienes menos tienen. Aquí vemos un punto donde darle coincidencias con nuestra sociedad argentina. El neoliberalismo intentó establecerse como una usina de clase media y fracasó. ¿Cómo un modelo que achica el ámbito donde se crea clase media puede ser así designado? El neoliberalismo solicita a las naciones apertura a los mercados externos, y de un modo por cierto contradictorio citan a Alemania como ejemplo por haber establecido un proteccionismo hacia su fuerza laboral. Esto representa el ejemplo paradigmático del proteccionismo velado de las potencias. El neoliberalismo no tuvo ningún contendiente a su altura. El comunismo soviético se había derrumbado, entre otros varios factores, bajo el costoso peso de una carrera armamentista que pagó de su bolsillo mientras su rival lo financiaba ad eternum. La izquierda no podía y aún no puede competir con el menú de tentaciones que propone el capitalismo, básicamente no cuenta entre sus impulsores con el motor del deseo freudiano; Audi, BMW, Porsche, Ducati, Ferrari, Aston Martin, son todos nombres que significan elite. Hay pocos elitistas más radicales que aquellos que desean serlo o los que se acercan bastante pero no les alcanza. Posiblemente esto pueda explicar ese deseo que manifiestan muchos individuos de ser lo que no son o el terror al cambio y explique en algo el aumento de las corrientes reaccionarias de derecha en Europa donde ser extranjero está convirtiéndose en un problema cada vez más importante. Neonazis, fascistas, como sectores extremos, reaccionarios y conservadores en general son la viva expresión del miedo a perder los privilegios que pertenecer a la clase media (o más elevadas) asignaba y que se hacen más complicados en el día a día sostener. Esto último se aplica letra a letra a nuestro país. La posmodernidad: algo bueno que no resultó tan bueno El capitalismo nuevo, tardío o neocapitalismo es una etapa donde reina culturalmente el posmodernismo; este ya no como una continuación de la modernidad sino como algo completamente nuevo y aislado donde el sujeto adquiere una preponderancia patológica, donde todo lo que pasa por el individuo está magnificado, exacerbado; donde lo importante no es encontrar sentido a las cosas sino pasar de una a la otra en un movimiento continuo que no requiere de sentidos orientadores o explicativos como conductores (Jean François Lyotard, la Condición Posmoderna). Terry Eagleton, crítico a esta visión posmodernista (Las ilusiones del Posmodernismo), se horroriza y exclama “El poder del capital es ahora tan terriblemente familiar, tan sublimemente omnipotente y omnipresente”; el mundo accidental (y no tan solo el occidental: China) se revuelca en el lodo del interés mientras sectores de la más rancia esfera conservadora aceptan esta típica naturalización posmoderna como algo casi evolutivo y no degenerativo.
  • 6. Capitalismo y neocapitalismo - La clase media y la cultura neoliberal Lic. Daniel E. Andrada - UNLZ Página 6 Dice Eagleton “por su ostentosa apertura hacia el Otro, el posmodernismo puede casi ser tan exclusivista y censor como las ortodoxias a las que se opone. Se puede hablar largo y tendido de la cultura humana pero no de la naturaleza humana, de género pero no de clase, de cuerpo pero no de biología,… es una heterodoxia evidentemente ortodoxa”, lo que es un oxímoron. Pareciera que el posmodernismo se declara rebelde pero no anticapitalista, nunca busca el fondo, siempre queda en una posición de no violentar desde la base al sistema; como dice Eagleton: no se puede sacar la alfombra debajo de los pies de los demás si nosotros también estamos sobre ella. Las sociedades típicamente posmodernas, superficiales, individualistas como lo son las sociedades conservadoras (por ej.: EEUU e Inglaterra) se destacan por poseer raíces fuertemente metafísicas contenidas en conceptos tales como Dios, libertad, nación y familia. El posmodernismo podría citarse ya no como la evolución de la modernidad sino como la evolución del capitalismo, donde el mundo todo está en pocas e inescrupulosas manos que juegan el juego del poder del modo más virulento posible; solo así se concibe que una realidad donde una persona que no puede afrontar su hipoteca pierda su casa y se quede así mismo con la deuda, toda una afronta al individuo que se creía superada en la modernidad y que resulta ocurra en una “anormalidad” total amparada por la letra chica de contratos leoninos al resguardo de “estados o corporaciones judiciales” independientes de toda nación real. Los estados tras la ola neoliberal Pierre Bourdieu nos habla de la “mano izquierda y la mano derecha del estado”2 . En Europa, y en un contexto diferente al norteamericano, estas últimas décadas han mostrado el distanciamiento, entre la mano izquierda y la mano derecha del estado; obviamente el sociólogo se refiere a situaciones de su Francia donde más allá del poco margen que las coyunturas económicas dejan se ve como la mano derecha del estado no ve o decide dejar de saber lo que hace su mano izquierda. Esa mano izquierda operativa que es la que se encarga del trabajo social, de que la educación pública y la salud pública funcionen, que es la guardia de las conquistas del estado de bienestar, y una mano derecha que en el discurso público ensalza a la empresa privada como nueva panacea. Bourdieu nos dice que todo esto resulta más sorprendente al tratarse de un estado socialista que debería garantizar los servicios públicos. Es así que esa mano izquierda del estado se siente engañada y desautorizada permanentemente. Todo ese cuerpo de individuos se rebela por algo que va más allá de un reclamo salarial o por no contar con los elementos básicos para cumplir la función que se les ha encomendado. El estado de bienestar producto de sociedades con estados grandes y participativos fue puesto en tela de juicio por el neocapitalismo. El replanteo de la sociedad trabajador/consumidor-empresa/capitalista incluyó también el reclamo sobre esos gastos “superfluos” que significaban la educación y la salud pública entre otras acciones. Una clase media acomodada abrazó ese reclamo ya que equivocadamente se sintió y se siente parte del lado del capital no notando que el próximo ajuste puede incluirlos y enviarlos a la C2, C3 o D. Eso ya pasó, solo que se ha olvidado. En los ochenta no fue nada raro observar a ingenieros conduciendo taxis por las calles del centro de Buenos Aires; los hijos de esos profesionales frustrados nunca tuvieron un aliciente para concurrir a las aulas, los pocos que lo hicieron emigraron, en gran número, en los noventa. Hoy gran parte de esa dotación 2 Pierre Bourdieu. Cortafuegos. La Mano Izquierda y la Mano Derecha del Estado. Entrevista con R.P. Droit y T. Ferenczi, publicada en Le Monde el 14 de enero de 1992
  • 7. Capitalismo y neocapitalismo - La clase media y la cultura neoliberal Lic. Daniel E. Andrada - UNLZ Página 7 de cerebros educados y sabios retorna del exterior conformando una de las máximas recuperaciones a las que puede aspirar un modelo de estado. En conclusión. El mundo occidental ha vivido más de un siglo y medio de capitalismo moderno. Ha visto su desarrollo y expansión, sus beneficios y de cómo se manifestó como el motor de progreso más importante que ha existido. Y ha vivido también sus crisis. Crisis que obligaron a replantear los controles sobre la actividad económica por parte de los estados. Tras la segunda guerra mundial el capitalismo logra establecer su apogeo en lo que se conoce como su etapa de oro o estado de bienestar. En este contexto o paradigma el sujeto social vivía en un ambiente estable y predecible, donde podía cumplir con toda su vida productiva ejerciendo una misma función o trabajo hasta su retiro. Esa estabilidad se hacía presente en todos los órdenes de esa vida. En un viraje estratégico hacia finales de la década del setenta EEUU e Inglaterra replantean las reglas del juego capitalista. El nuevo capitalismo requiere libertad total para instalar el nuevo paradigma. Ganancia a cualquier costa, aún a la pauperización paulatina de la población. Migra la producción hacia los países periféricos de muy bajo costo salarial. Esto desequilibra el comercio mundial ya que la competencia con productos con costos operativos tan reducidos no se hacía posible manteniendo las matrices productivas tal cuál funcionaban. La clase trabajadora de la industria automotriz norteamericana vio como su estándar de vida de disolvía junto al achique que la industria efectuaba en sus plantas nacionales. Inglaterra mostraba sus suburbios en áreas metalúrgicas tradicionales devastados por la falta de trabajo. China asomaba poco a poco remodelando su comunismo hasta convertirlo en el híbrido actual comunismo/capitalista. Europa, tras años de incertidumbre, decide la eurozona o Mercado Común Europeo como única medida para defenderse del ataque neoliberal o para ejercer su propio modelo neoliberal financiero alemán; creaban de este modo un mercado interno no de un país sino de varios. Esto acarreó la dificultad que junto a gigantes como Alemania, Francia y Gran Bretaña se subían países como España, Grecia, Irlanda (en realidad todos los demás) con capacidades productivas y monedas relativas débiles que con el paso al euro quedaron en serias desventajas a la hora del comercio internacional por ende en la balanza comercial, excepto Gran Bretaña que se unió, "pero no tanto" siempre a tiro del Brexit. Ganancias colosales y quiebras así de groseras caracterizan a este período. Las clases beneficiadas, una pequeña minoría, se aferran a este modelo mientras las protesta de la masa trabajadora o los no beneficiados, la mayoría, es limitada por las fuerzas represivas establecidas a tal fin. Los estados sufren las consecuencias de una corriente que para lograr su objetivo requiere mínimos controles, por lo tanto son desguazados con la excusa de ser grandes, ineficientes y onerosos. Algo puramente local: en Argentina en una primera instancia de ese proceso, de 1976 hasta 1983, lo inicial fue la apertura de los mercados a la producción extranjera con consecuencias fatales para las grandes industrias y las pymes nacionales; los mercados financieros establecieron todo su poder y la dependencia con centros de regulación financiera y económica externos (FMI, Banco de París, etc.) que dictaminaban el curso que la nación entera debía seguir. El retorno de la democracia argentina restableció las instituciones y el estado de derecho pero no contó con la fuerza necesaria para detener esa tendencia. En los noventa es cuando el neoliberalismo arremete con todo su poder dándole inicialmente a la clase media la posibilidad de expansión que reclamaba. Ese impulso comenzó a menguar a mediados de la década haciéndose insostenible hacia el final de la misma. Las recetas neoliberales habían dado en la tecla: todos aquellos que se pudieron
  • 8. Capitalismo y neocapitalismo - La clase media y la cultura neoliberal Lic. Daniel E. Andrada - UNLZ Página 8 enriquecer lo hicieron. A expensas del resto de la población. Argentina quedó sin industrias, sin ferrocarriles, sin línea aérea, sin su empresa de energía (YPF), sin sus fondos de seguro social, léase fondos de pensión y jubilación, y sin el aire ya que se privatizaron hasta los espectros radioeléctricos. Todo en aras de la ganancia sin controles. Es esta una etapa donde la clase media favorecida emerge hoy reaccionaria a la redistribución de un modelo de corte popular. Reaccionaria y peligrosamente antidemocrática que demuestra, siempre que puede, que está dispuesta a cualquier alianza con tal de defender privilegios adquiridos de poco pedigrí. Un llamado de atención: la ciudadanía de países como los EEUU, creadores y defensores de este sistema monetarista, comenzaron a repensar su sistema de vida, al menos algunos, a partir de la crisis del 2008, cuando su estado, en contra de todos sus preceptos ideológicos y prácticos, salieron al rescate de las entidades financieras que los habían llevado al borde del abismo. La excusa fue “too big to fail”, había que salvarlos ya que eran demasiado grandes o trascendentes para caer lo cual significaría un derrumbe general. Ya en el campo neoliberal y posmoderno, la cultura, ese entretejido de significantes (Geertz), se reconfiguró para un escenario de extrema individualidad, donde llegar primero se hizo premisa, que hizo y hace suponer que quienes no llegan no sirven, una cultura que abandonó grandes y pesados relatos que conspiraban contra ese desarrollo y renovación tan necesarios, pero que requería una moderación que el neoliberalismo no está dispuesto a aceptar, y sucedió que arrojando lastre tiraron hasta el timón. La vida cotidiana es un muestrario de actitudes muy poco racionales que solo se sustentan por "la ambición de ser" o "llegar primeros", o por la de "la posesión material". Competencia, xenofobia, derecha reaccionaria, ostentación y un poco de preceptos religiosos como bálsamo anestésico para poder seguir con la parodia; todas características de las clases sociales del modelo neoliberal. Si se analizan los elementos propios de capitalismo y del neocapitalismo o neoliberalismo seguramente encontraremos comparabilidad teórica (Kuhn), donde el segundo se cimenta en el primero incorporando nuevas recetas que lo potencian, lo hacen más virulento, donde la falta de controles se exhibe como un elemento teórico no propio que desde el exterior del sistema buscó regularlo y que en esta nueva versión se han eliminado. Indudablemente existe una continuidad estructural con una expresión cultural enmarcada en la posmodernidad que se muestra desfachatadamente como la manera más adecuada de vivir en esta época. Alguna vez Adam Smith consideró que los sentimientos morales, buenos por naturaleza, regirían las conducta de los sujetos, y que el mercado, libre, sin ataduras y autorregulado proveería los mecanismos necesarios para asignar equitativamente los recursos y beneficios de la actividad económica. Aún se cita esto como aplicable a la realidad. Hobbes por su parte proclamaba “Homo homini lupus”, el egoísmo psicológico donde las conductas altruistas son reducidas a un anhelo. Plantea “El Leviatán” como ese monstruo al que todos deben someterse como única manera de convivir; un planteo tanto hacia un estado absoluto como hacia el contrato social. El neoliberalismo parece darle la razón a Hobbes; el hombre sin control es lobo del hombre. El neoliberalismo es la evolución del capitalismo en el sentido más cínico que podamos lograr: si el objetivo era ganar todo lo posible, eso fue logrado. La concentración de recursos económicos es la mayor jamás vista o alcanzada. La transferencia de los sectores medios y bajos a los altos fue de dimensiones sin precedentes y con anuencia de los estados (Megacanje 1999-2001). La clases beneficiadas en este proceso se muestran como usina de posiciones reaccionarias y antidemocráticas; aún aquellos sobrevivientes que como
  • 9. Capitalismo y neocapitalismo - La clase media y la cultura neoliberal Lic. Daniel E. Andrada - UNLZ Página 9 rémoras se pegan a un proceso que siempre promete beneficios. El beneficio es el nuevo ídolo procaz. En definitiva, miradas sobre el mismo sistema o elemento que tienen poco o ninguna coincidencia; algo habitual en las ciencias sociales. Posdata al fin del mes de junio de 2016. Argentina. Proceso de restauración conservadora ejecutado en los primeros seis meses del gobierno de Cambiemos. Cultivation Analysis es una obra de George Gerbner que explica, esto es muy sucinto, cómo a partir del aumento del tiempo de ocio en las clases trabajadoras, producto del desarrollo social impulsado por los estados de bienestar de la posguerra, se opera sobre la conciencia del sujeto social a través de la producción masiva de "productos culturales" de baja estofa, fáciles de consumir, que poco le reclaman a la conciencia social, que nada tienen de revolucionarios excepto su "mágica masividad" y la sorprendente propensión del sujeto social a consumirlos. Una nueva era de comunicación social, una nueva concepción económica (neocapitalismo), requerían de un nuevo sujeto social como base (un obrero barato), y de otro nuevo sujeto social que le de carácter y lo defienda (el clase media favorecida). Hasta el 2003, tras los noventa, Argentina se mostraba como el campo de prueba de una guerra económica. Todo había explotado. No quedaba matriz productiva alguna, las pymes estaban muertas. Ciudades industriales repletas de pymes y talleres como San Martin, Caseros, Avellaneda, por citar algo, mostraban un escenario devastado. Locales cerrados, fabricas abandonadas, comercios abandonados, el 50% de la población en mal estado. Un proceso se inicia en el 2003 que resuelve girar 180º su curso ideológico, porque de eso se trata: de ideologías. Se renuncia al contacto con los centros de poder, se apuesta al consumo interno, a reactivar el aparato productivo sin pedir nada (tampoco se podía). Estar en default y sin trato con los organismos internacionales de control monetario convierten a la Argentina en el jorobado de la historia, la aíslan y la castigan por no pagar. Unos años más tarde se saldan las cuentas con dichos organismos y con la casi totalidad de los acreedores, salvo un grupo cuyo negocio no es cobrar sino litigar (los fondos buitres). Argentina es un mal ejemplo para el mundo neoliberal y continúa aislada debido a un juez norteamericano que respalda a un pequeño sector, los fondos buitres, en detrimento de un arreglo con el 97% de los acreedores. Con la mecánica de los noventa solo se logró endeudarse. Con la ejecutada desde el 2003 en adelante se consiguió pagar sin pedir. Las fabricas abrieron, los talleres abrieron, los locales abrieron. La población mejoro sus indicadores en todo sentido siendo el índice Gini una muestra cabal para entrar en un desarrollo de datos y citas. El cambio de rumbo en el electorado argentino del 2015 arroja un nuevo rumbo político. La población eligió un gobierno de derecha que sistemáticamente , a lo largo de los últimos ocho años, operó junto a los medios corporativos afines, estableciendo una imagen de no ser de derecha, o de serlo solo un poco. En sus primeros seis meses de gobierno ha transferido un caudal de capital sin precedentes desde el Megacanje y lo ha hecho con sujetos procesados por la ley por dicho suceso. Sujetos que ocupan cargos determinantes en la dirección del sentido de la nación toda que resuelven políticas de ajuste que hacen
  • 10. Capitalismo y neocapitalismo - La clase media y la cultura neoliberal Lic. Daniel E. Andrada - UNLZ Página 10 presumir el retorno de escenarios muy temidos pero no considerados. Los medios establecen una realidad donde lo que pasa "pasa pero no tanto como parece", una realidad que cuesta cada día más de resolver. La función de los medios en la actualidad excede en todo sentido la tarea de informar. La agenda de un medio es la agenda de una corporación. Nunca puede ser compatible con la de la clase popular. Son piezas de juegos diferentes, defienden intereses diferentes. Ejemplos de esta coyuntura tratados con el mayor disimulo por la prensa dominante : el actual presidente del Banco Nación de la República Argentina, Carlos Melconian, tiene la mayor parte de sus bienes personales en cuentas en el extranjero, fue parte de los litigantes contra el estado argentino (parte de los fondos buitres) y es parte del gobierno que en contra de lo obrado durante los últimos 12 años, se dispuso a pagar una deuda considerada por el concierto internacional de ilegitima. Y algo sumamente curioso es que el propio presidente Mauricio Macri posee cuentas offshore ligadas a los "Panamá papers"; cuentas negadas en primera instancia, declaradas sin fondos cuando ya no se podían negar u ocultar, con fondos descubiertos que desembocaron en una apurada rectificación de declaración jurada de bienes por una suma millonaria. Durante la campaña electoral, el actual gobierno, proclamaba que Argentina vivía una crisis terminal, con una población en estado de pobreza y desamparo. Al asumir su primer medida fue una devaluación del 50% y aumentar las tarifas entre un 400 y un 1200%. La pregunta que emerge es: si la población está tan mal, al borde del colapso, ¿cómo es que se le puede pedir semejante esfuerzo? Vivir cuesta, para cada familia argentina, una suma de miles de pesos más que en diciembre; todo ese caudal de dinero que la población baja y media hoy ya no poseen está en manos de corporaciones; ni siquiera del Estado Nacional. Los medios muestran esto como "sinceramiento de la economía"; un modo particular de mostrarlo. Todo esto con los medios dominantes explicando que no es ilegal tener dinero de evasión. Y una gran parte de la población adhiere a la posición que los medios edifican y exhiben en una realidad construida con los datos y sucesos afines a su editorial y a su balance.