1. No entendía la furia y ensañamiento hacia Uribe hasta que leí este escrito del
expresidente de Colombia. Hasta ahora no había leído una descripción tan
exacta sobre la situación venezolana; y adicionalmente, en obsequio a la
expresión “lo bueno si breve mejor”, contiene, en dos páginas, la historia de
Venezuela en los primeros catorce años del siglo XXI.
ALVARO URIBE SOBRE VENEZUELA
El ex-presidente colombiano Uribe conoció bien a Chávez y a Maduro. Los
enfrentó duramente por 8 años. No es de sorprender entonces la certeza de las
palabras que verás más adelante. Incluso conoce mejor a su sucesor el
presidente Santos, a quien dedica al final un párrafo demoledor.
ALVARO URIBE
Fecha: 20 de Febrero de 2014
Declarar empate en Venezuela es como mandar condolencias al asesino
por las molestias que en su agonía le causó la víctima.
Lo que pasa en Venezuela tenía que llegar y llegó, así sea que todavía falte lo
peor. Por desgracia.
El castrochavismo será recordado como autor de un milagro económico a la
inversa, de los que se registran tan pocos en el devenir de los pueblos.
Convertir en país miserable el más rico de América no es hazaña de todos los
días. Habiendo tanta pobreza en tantas partes, en pocas tiene que pelear la
gente, a dentelladas, por una bolsa de leche, por una libra de harina o por un
pedazo de carne.
Convertir en despojos una de las más organizadas, pujantes y serias empresas
petroleras del mundo no es cualquier tontería. Llevar a la insolvencia una
nación ante las líneas aéreas, los proveedores comerciales y los que
suministran material quirúrgico y hospitalario no es cosa que se vea cualquier
día. Y arruinar al tiempo el campo y la industria, el comercio y los servicios,
la generación eléctrica, la ingeniería, la banca y las comunicaciones es tarea
2. muy dura, cuando se recuerda que la sufre el país que tiene las mayores
reservas petroleras del mundo.
En esa frenética carrera hacia el desastre, el gobierno castrochavista tuvo que
proceder a la eliminación paulatina de todas las libertades, al sacrificio del
pensamiento y la conciencia, a la ruina de las instituciones, del periodismo, de
los partidos, de la universidad, de los gremios, de los sindicatos.
Pues todo se ha cumplido tras el designio implacable de los ancianos
inspiradores del sistema, Fidel y Raúl Castro, que una vez más han
demostrado su audacia, su carencia total de consideración y respeto por los
valores más caros de la especie humana, pero también su falta absoluta de
talento. Llevar a Venezuela a la ruina total es matar su propia fuente de
subsistencia. Y es lo que han hecho, moviendo los resortes del fanatismo más
imbécil, de los odios más cerriles, de los desquites más torpes.
Nicolás Maduro tiene la inteligencia y el tacto político que exhibe en
cualquiera de sus discursos. Pero al fin de cuentas es un pobre rehén de los
intereses inconfesables de la clase corrupta que ha llevado a Venezuela a su
perdición. Si ese títere fuera libre, hasta de sus menguadas condiciones de
estadista pudiera esperarse algún acto de rectificación, algún gesto de
apaciguamiento, alguna voluntad de comprender el desastre y de corregirlo.
Pero Maduro es el primer esclavo de las pasiones atroces que dominan en
Venezuela. Los saqueadores de esa gran nación no están dispuestos a que
nadie ensaye el menor examen de su conducta. En los antros del delito se
pierde todo, empezando por el pudor.
El régimen de Venezuela se va a caer, porque se tiene que caer. No podría
subsistir sino amordazando totalmente al pueblo, imponiendo cartillas de
racionamiento, levantando un paredón, como el del Che Guevara en La
Cabaña. Y no están dadas las condiciones para que el mundo soporte estas
afrentas. Con una Cuba le basta a América.
El pueblo está en las calles, dispuesto a hacerse matar. Y lo están matando. La
juventud estudiantil, que sabe cerrados los caminos del porvenir, le apuesta a
cualquier cosa, menos al continuismo cobarde. Los empresarios lo perdieron
todo hace rato. No tienen cuentas para hacer. Y los paniaguados del sistema
3. ven con horror que el sistema ya no tiene mercados para comprar sus
conciencias.
Y ante esta catástrofe, el presidente Santos no ofrece más que su silencio
perplejo. Porque, si sigue ofendiendo a ese pueblo, tendrá un enemigo
formidable. Y si ofende a Maduro, se le cae el proceso de paz. Esa es la
consecuencia del primero de sus actos torpes, el de tomar por nuevo mejor
amigo a un tirano despreciable. Y el de montar un proceso que llama de paz
sobre los hombros caducos de unos patriarcas en su ocaso.