1. Los pasos perdidos: itinerantes engañados
“…La puerta, mal cerrada, se abrió bajo la fuerza de la borrasca, permitiendo el paso de una oleada de
aire frígido. Se oyeron voces airadas de protesta, juramentos y el ruido de la puerta que alguien cerró
bruscamente…” ( Guillot, Maurice. “La ciudad asesinada”, página 206 Ed. Martínez Roca-Barcelona, 1964)
La banalidad del decir cotidiano, haría pensar que todo lo que pasa, pasa por algo y que lo
hecho, hecho està. Y estoy hablando de lo que, en pasado cercano pasara con el pueblo
venezolano. No màs, a comienzos de 2019, explicité una opción de interpretación en lo
relacionado con el promesero Iván Duque Márquez. Haciéndole la segunda a Donald Trump. Y,
en el escenario de gobernantes enjutos que prestaron su nombre, falseando a sus pueblos, en
el proceso de creación del Grupo de Lima. Organización enjuta y de bolsillo para replicar lo que
dijera Mike Pence. Y, hoy en día, la situación de los venezolanos y venezolanas que creyeron en
el discurso ampuloso y mentiroso que los y las convocaba a llegar a Colombia. Panacea para
quienes “están sufriendo la persecución del gobierno ilegítimo de Nicolás Maduro Moros” Y, por
esa misma vìa, engarzaron al renegado Juan Guaidò. Y le prometieron que “la dictadura pronto
caerá; que él (Guaidò) era el libertador de y forjador de “La nueva Venezuela”.
Pero, resulta y pasa que, màs de un millón doscientos mil venezolanos y venezolanas,
acudieron al llamado irresponsable de Iván Duque. Y llegaron con la esperanza de encontrar
una nueva vida. Ya que, en Venezuela, la mega inflación, la escasez de productos básicos
(entre otras cosas, dada una combinación de una política económica desacertada y el boicot de
la burguesía venezolana y de reductos de las organizaciones políticas Democracia Cristiana y
Acción Democrática). Y se encontraron con la realidad: Colombia es un país que no ha podido
resolver sus problemas en relación con las necesidades básicas de la mayoría de sus habitantes.
Y que, aquí, el desempleo està por encima del 12%, aun antes de la crisis desatada por el
COVID-19. Y que, además, las personas presentadas por el Dane como ocupadas, màs de la
mitad están adscritas a la economía informal. Y, para ellos y para ellas(venezolanos y
venezolanas) sobrevivir se convertiría en una ilusión engañosa. Habida cuenta que, Iván Duque
Márquez, a duras penas podría ejercer como Aladino y su lámpara mágica. Un brillador de
metales aspaventoso, lúgubre. Con razón la alcaldesa Claudia Nayibe López Hernández diría, en
su momento: “…la atención en salud y necesidades primarias a venezolanos y venezolanas, no
es un problema que debiera atender el Distrito Capital. Es un problema del gobierno nacional,
en cabeza del presidente Duque”.
Y llegaría la pandemia. Explosiva. Arrasadora. Y, entonces, los venezolanos y venezolanas,
empezarían a sufrir de una manera màs profunda que los colombianos y colombianas. Familias
enteras (venezolanas); encontrarían que la dura realidad, es aquella que los sitúa como
personas que tendrían que reinventar su vida, por la vìa mas pauperizada. Cuando dejaron de
ser sujeto de propaganda contra el gobierno de Nicolás Maduro; el imbécil presidente Iván
Duque Márquez los y las dejaría abandonados a su suerte.
Vendría el segundo acto como itinerantes. Tratando de llegar a su país de origen. Que, entre
otras cosas ejercerìa como sujeto benévolo con quienes habían emigrado. Una actitud de pura
holgura solidaria. Inclusive, el tránsito por Colombia desde Ecuador y Perú lo harían
(venezolanos y venezolanas) sin ninguna protección. Este gobierno miserable de Duque
Márquez, no fuera capaz de auxiliarlos (as). Aun en lo elemental como evitar que quedaran
expuestos al contagio del COVID-19. Por el contrario, en una actitud de sujeto vidrioso, nunca
ha aceptado el ofrecimiento de Nicolás Maduro para tratar de paliar la crisis derivada de la
expansión de la pandemia. Algo que, en términos del derecho internacional humanitario es de
elemental aplicación, incluidos los protocolos de la OMS y OPS.