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Paz, patria y trabajo: juan Vicente Gómez y su legado.
1. UNIVERSIDAD FERMÍN TORO
VICE-RECTORADO ACADÉMICO
FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y SOCIALES
ESCUELA DE COMUNICACIÓN SOCIAL
Paz, patria y trabajo:
Juan Vicente Gómez y su legado.
Autora:
Sheila Canelón
28.414.118
Sección: SAIA A
Cátedra: Historia
contemporánea de
Venezuela.
Docente: Celia
Sanchéz.
Enero del 2021
2. “Paz, patria y trabajo”
Ese era el lema por el cual se regía el hombre que se conoce como el padre de
la Venezuela moderna.
El legado de Juan Vicente Gómez se encuentra en medio de una dicotomía: el
cruel dictador y el ingenioso gobernante que saldó las deudas de Venezuela y
modernizó lo que antes era un país agrario.
Databa el año 1857 cuando nace en la hacienda La mulera, estado Táchira. Hijo
de un hacendado español y una mujer con sangre india, no imaginaba más para
su futuro que dedicarse a la agricultura, hasta que conoce a Cipriano Castro.
Años más tarde, juntos planearían un golpe militar que derrocaría al entonces
presidente Ignacio Andrade.
Durante su carrera militar, Gómez acabó con todos los caudillos criollos de
Venezuela, lo que hizo que destacara enormemente. José García de la concha
lo describe como un hombre “estratega, astuto y sagaz” con una inteligencia que
ayudaba a su crueldad, como menciona Cecilia Pimentel. No obstante, a pesar
de su fama de monstruo e inhumano, sus allegados resaltan el amor que sentía
hacia la naturaleza y sus hijos, y es que hijos no tuvo pocos.
Juan Vicente Gómez no fue un hombre de matrimonio, solía decir que aquel que
amaneciera junto a una mujer estaría dispuesto a hacer lo que ella pidiera. Sin
embargo, mantuvo amores con Dionisia Bello en Los andes, con quien engendró
siete hijos. Más tarde pasaría tres décadas de su vida junto a Dolores Amelia
Núñez de Cáceres y es bien conocido que el benemérito engendró hasta los
setenta años, llegando a confundir hijos con nietos.
“El bagre”, como lo llamaban los opositores a su gobierno, era un hombre normal,
criado en un ambiente familiar unido, tal vez por eso nunca se sintió a gusto en
Caracas en medio de la burguesía despampanante de la metrópolis y estableció
su hogar presidencial en Maracay, donde el olor a tierra, ganado y a naturaleza
le recordaba a su lugar de nacimiento. Sin embargo, estar lejos de la capital no
significaba que no supiera lo que ocurría allí. Gómez estaba al tanto de todos los
pasos que se daban en la ciudad, nada escapaba de su vista.
Y fue gracias a su ojo vigilante que notó el potencial que había en el país,
potencial que estaba siendo desperdiciado por los gobernantes con los que
creció. Fue durante su gobierno que Venezuela pasó del país rural al citadino.
Caracas, la capital, se convirtió en metrópolis, los autos reinaron las vías y los
clubes sociales aparecieron en las zonas altas de la ciudad.
3. Uno de los proyectos más ambiciosos de Gómez era la creación de una carretera
que atravesara el país y más pronto que tarde la carretera trasandina vio la luz.
Pero la modernización del país y la trasandina no fueron el único legado de
Gómez: el descubrimiento del petróleo sucedió en su dictadura, logrando que
todos los ojos del exterior se posaran en Venezuela. Con el benemérito empezó
la era petrolera, pero también el marco de secretos y suciedad que rodea a la
historia del petróleo en el país.
Y, si bien los avances en la patria continuaban y la burguesía aumentaba, en la
Caracas de los techos rojos, en el mundo del pueblo, todo estaba cubierto por
un manto de pobreza, hambruna, escasez de educación y enfermedad, mucha
enfermedad.
La fiebre tifoidea, la gripe española, son tan solo un par de las enfermedades
que azotaba a los ciudadanos de menor estatus social, pero no por mucho pues
pronto la pandemia de influenza atacó hasta los más altos hogares de la
aristocracia venezolana, donde estaba incluida la familia Gómez. Ante la crisis,
“el bagre” prohibió hablar sobre la enfermedad en los medios, violando el
derecho a la libertad de expresión.
Pero no solo hubo epidemias de enfermedades durante su mandato, sino
también epidemias de crueldad, de tortura. Gómez dispuso una prisión al antiguo
estilo español llamada “La rotunda”, prisión en la que reinaban las torturas,
envenenamientos y condiciones inhumanas para los presos políticos que habían
sido apresados por el más mínimo signo de alzamiento contra Gómez.
Por otro lado, mientras su crueldad se mantenía, su enfermedad avanzaba. Si
bien lo llamaban “el inmortal” Gómez no era nada más que un humano de sangre
y hueso, propenso a enfermedades mortales a pesar de que era un hombre sano
que no fumaba ni bebía en exceso. Fue un padecimiento de próstata que más
tarde se convirtió en cáncer lo que cobró la vida, lentamente pero seguro, de
quien había sido tanto amado como repudiado por los venezolanos.
Y es tras su muerte, ochenta y cinco años después y en plena época de
desarrollo tecnológico, que debemos preguntarnos ¿qué tan diferente sería
Venezuela si no hubiera pasado por los veintisiete años de dictadura de Gómez?
¿tendríamos mejor manejo de nuestro petróleo? ¿si quiera se habría descubierto
en esa época? ¿Fue necesaria la crueldad y brutalidad astuta de Gómez para
que el país se desarrollara de la manera en que lo hizo? Estas son apenas unas
cuantas interrogantes que quedan después de viajar al pasado y recorrer los
hechos relevantes que nos trajeron a donde estamos hoy, cuyas respuestas
quizás aún no las tengamos o tal vez se encuentran latentes en medio de la
sociedad venezolana del siglo XXI.