1. Una leyenda
Cuenta la leyenda, que un rico comerciante alentado por una fiel sirvienta, de los amores de Elisa
su única hija, hacia Roberto el hijo del panadero del pueblo, envió a la muchacha a la casa de unos
parientes. Alertando a los mismos de que cualquier nota o carta que intentase enviar que no fuese
dirigida a él, fuese destruida sin que ella lo supiese.
La Muchacha partió una tormentosa noche, después de haberse jurado horas antes amor eterno
con Roberto, y prometiendo escribirse diariamente, puesto que desconocía el tiempo que habría de
pasar en casa de sus parientes.
2. Una semana más tarde de la partida de Elisa, el padre empezó a divulgar rumores sobre una
relación de su hija con el hijo de unos viejos amigos de la familia. Destrozado el pobre Roberto y
con la imposibilidad de poder descubrir la verdad, partió del país en busca de fortuna y con la
esperanza de olvidar a la única mujer que había amado.
Mientras tanto la enamorada Elisa seguía escribiendo diariamente a su dulce amor, desconociendo
que sus cartas eran destruidas a las pocas horas. Extrañada de no recibir correo de Roberto, envio
una carta a su padre, pidiéndole que la dejase regresar a casa.
Unos meses más tarde, Elisa feliz y enamorada volvía a su hogar. Espero durante unos días a que
Roberto hiciese aparición por los jardines de la villa, pero su amor no venia. Extrañada por la
ausencia de Roberto, Elisa pregunto inocentemente a su padre por las buenas nuevas del pueblo.
El padre comenzó detallando las buenas ventas de sus productos, los viajes que había realizado
en su ausencia, y los muchos de regalos que la esperaban en la bodega. Luego le relato los
acontecimientos principales que habían acontecido en el pueblo, la boda del hijo del alcalde, la
muerte del zapatero, la llegada la mundo del hijo del tabernero, y por último que el joven Roberto
había marchado del pueblo en busca de fortuna, y que por lo que comentaban los lugareños, habia
conocido a una muchacha, y se había casado.
Cuando Elisa escucho que su amado Roberto se había casado creyó morir, la pena se instalo en
su mirada y ocultando las lágrimas a los ojos de su padre, marcho a la alcoba, donde dio rienda
suelta a su dolor.
Pasaron los días, y Elisa empeoraba, se negaba a comer, e incluso a pasear por el jardín,
encerrada en la alcoba día tras día, sin más contacto con el mundo que las visitas de su padre
para preocuparse cada día un poco mas por el estado de su hija. Viendo que el dolor la estaba
matando, decidió ir en busca del joven y consentir los amoríos de ambos, pero la vida a veces da
giros insospechados, y cuando hallo al joven Roberto, en verdad se hallaba casado y muy bien
situado económicamente. Roto de dolor por haberle causado tal aflicción a su dulce hija volvió al
hogar, con muchos regalos para la joven, pensando que estos alegrarían el corazón de la misma.
Pero ni los regalos, ni las joyas o vestidos, hicieron que Elisa volviera a sonreír.
Unos días mas tarde la joven cayó enferma, el padre mando llamar a los mejores médicos de la
provincia, pero ninguno hallaba la causa del mal que consumía a la joven. Desesperado el padre
mando llamar a los más ilustres, pero tampoco estos daban con la causa de su mal.
Atormentado con la idea de que Elisa moría por su culpa, el padre partió hacia lugares lejanos, con
la esperanza de encontrar un remedio para el mal de Elisa. Y en una recóndita isla, un anciano del
lugar después de escuchar la historia del comerciante sobre la enfermedad de su hija, le
respondió: "Su hija parece que sufre de pena de amor, y si no consigue que olvide a ese joven,
esta pena la destruirá"
-Eso quisiera- contesto el atormentado padre - pero por más que hago no consigo ni una mínima
sonrisa, sus ojos estas muertos, es como si no viesen el presente. Elisa vive en un mundo al cual
yo no puedo acceder.
- Vaya al monasterio de la colina, cuente su historia al abad y este le dará un remedio- contesto el
anciano
3. Sin pensarlo dos veces el padre emprendió el camino hacia el monasterio, y una vez allí, pidió
audiencia con el abad del mismo. Este después de escuchar el relato, le pidió que le acompañara
hasta el jardín. Pasearon por los hermosos jardines en silencio, hasta que se detuvieron frente a un
hermoso rosal, de rosas azules. el abad con mucha ternura corto una de las hermosas rosas y se
la entrego al comerciante. - Regálele esta rosa a su hija - dijo- cuando respire el perfume de la rosa
el dolor que habita en su corazón desaparecerá.
- ¿El perfume de la rosa? -pregunto extrañado el padre.
- Si - Esta hermosa y extraña rosa es conocida por la Flor del Olvido, y solo actúa sobre aquellos
que en verdad han amado más que a su vida misma. No pierda más tiempo aquí, y corra hacia
Elisa cada segundo que pasa es vital para ella.
El padre partió de inmediato hacia su hogar. Al llegar al mismo, se encontró a toda la servidumbre
cabizbaja y llorosa, pensando que ya era demasiado tarde, y con el corazón destrozado, subió
hacia la alcoba de Elisa, encontrándola postrada en la cama, con la cara pálida como de cera, y
hermosa como un lirio. Arrodillado a su lado lloro desconsolado, inclinándose ante ella para
depositar un beso en su frente, noto la calidez de una entrecortada y lenta respiración. Alegrado
por la idea de que Elisa aun vivía, cogió la rosa, y la acerco a su nariz, y a medida en que la joven
iba respirando la fragancia de la rosa, el color volvía a sus mejillas, mientras el de la hermosa rosa
desaparecía, hasta volverse negra.
Elisa abrió los hermosos ojos verdes, y sonriendo a su padre le beso. No recordaba nada de su
pasado amoroso, volvía a ser la traviesa chiquilla llena de vida que hacia las delicias de su padre.