2. Los niños huérfanos de la delincuencia.
El hacinamiento en las cárceles es un flagelo ya conocido y desde hace muchos
años. También lo es el explosivo aumento de mujeres condenadas, principalmente
por el incremento del narcotráfico. Pero nadie habla ni se ocupa de los hijos del
40% de los reos -hombres y mujeres- que tienen niños menores de edad. En su
gran mayoría estos chicos quedan en una situación de extrema vulnerabilidad.
Más de 30 mil niños en Chile están en esa condición, invisibles para el Estado y
sus instituciones, lo que vulnera la Constitución y convenios internacionales.
Conozca algunas de sus historias. Estos son los niños que nadie quiere ver.
Historia de Yarella
Son las cinco de la madrugada. Varios carros de la PDI salen desde el cuartel de
la Brigada de Investigación Criminal en la Población José María Caro (Lo Espejo).
Los detectives llevan órdenes de detención pendientes de diferentes tribunales.
Uno de los carros se dirige a la calle Buena Ventura de la Población La Vi ctoria
(Pedro Aguirre Cerda). Allí vive Yarella Balladares Gutiérrez (23 años) junto a sus
dos hijas, de 1 y 6 años, quien tiene dos órdenes de detención pendientes: una del
4º juzgado del Crimen de San Miguel y otra del Juzgado de Garantía de Puente
Alto.
Yarella se despierta con la irrupción de los policías, quienes la instan a vestirse,
indicándole que debe acompañarlos a la unidad. Sus dos hijas duermen: no se
han enterado de que su madre está a punto de abandonarlas.
-Tengo a mis dos hijas en el cuarto de al lado y no tengo con quien dejarlas,
¿puedo llevarlas conmigo? -le pregunta Yarella a la joven policía que espera a que
se vista.
-No, no pueden ir con usted. La orden de detención es contra usted, no contra sus
hijas. Vea si las deja con algún familiar -responde secamente la detective.
3. Desde que su pareja cayó preso en diciembre del 2010, acusado de un robo con
intimidación, Yarella vive sola con sus dos pequeñas hijas. Su familia más cercana
vive al otro lado de Santiago.
-Puedo llamar a mi madre, pero como vive en el paradero 26 de Vicuña Mackenna
se tardará como una hora en llegar -le dice Yarella en tono suplicante a la
detective.
De nada valdrá su tono ni sus ojos húmedos y el temblor que se percibe en sus
manos. La respuesta es que los policías no pueden esperar tanto tiempo, por lo
que debe buscar la forma de dejar a sus hijas con alguna vecina hasta que llegue
su madre. Eso es exactamente lo que hace Yarella bajo la atenta mirada de la
detective.
La prisa que exhibe la policía al salir de la casa de la detenida se acaba en el
mismo momento en que llegan al cuartel policial. Yarella debe ser puesta a
disposición de los tribunales, pero transcurren las horas y la espera continúa.
Recién a las 11:20 la llevan a los juzgados de Puente Alto. Pero antes deberán
hacer un desvío hacia la comisaría de esa comuna, ya que en el camino los
policías se percatan de que se les había olvidado el procedimiento de tomarle las
huellas a la detenida.
Casi siete horas han pasado desde que Yarella fuera detenida, cuando su madre,
que persigue en un taxi a los detectives de la PDI que llevan a su hija, se baja del
auto en la comisaría de Puente Alto y comienza a buscarla con visible agitación. Y
se entiende: la mujer lleva a su pequeña nieta en brazos ya que ésta sólo se
alimenta de pecho y desde que su madre salió del hogar en calidad de detenida,
no ha sido amamantada.
Tras un breve diálogo, los policías permiten que Yarella le de pecho a su hija y
luego las vuelven a separar. Ahora emprenden rumbo a los tribunales.
4. Media hora después de llegar a juzgados, el juez deja nula una de las órdenes de
detención, pero dictamina que la segunda debe ser ejecutoriada por quebramiento
de condena. La decisión del juez significa que Yarella deberá ser encarcelada 41
días.
Durante la audiencia, la pequeña hija de Yarella ha permanecido en absoluta
calma en brazos de su abuela. Ajena a todo lo que está ocurriendo a su alrededor.
Pero justo en el momento en que su madre comienza a salir de la sala de
audiencias rumbo a la prisión, la pequeña comienza a llorar. Y a gritos.
Según cifras de 2008 entregadas por Gendarmería, un 68,6% de los hombres y un
89,7% de las mujeres privadas de libertad declaraban tener hijos. De todos ellos,
un 40% declaraba tener hijos menores de 18 años, con un promedio de dos hijos
por hombre encarcelado y tres hijos para las privadas de libertad de sexo
femenino.
De acuerdo con las cifras que expone el libro Estrategia de apoyo integral a niños
y niñas de familias con adultos privados de libertad, editado por el Programa
Abriendo Camino, a diciembre de 2010 existían 4.577 mujeres y 46.864 hombres
privados de libertad en medio cerrado, por lo que se podría estimar que
actualmente existen en Chile unos 30.646 menores de edad que son hijos de
personas encarceladas.
¿En qué situación quedan estos niños? ¿Existen políticas del Estado que
garanticen su protección, como lo estipula la Constitución? CIPER investigó en el
área judicial para saber si existe algún grado de coordinación entre las diferentes
instituciones que intervienen en el arresto de un padre o madre de familia –
policías, fiscales, defensoría, jueces y también presos-, para intentar a lo menos
disminuir los riesgos en la vulneración de derechos de los niños.
Después de haber sido testigos de la detención de Yarella, madre de dos hijas
pequeñas, hablamos con un subprefecto de la PDI para saber si existía algún
protocolo de cómo actuar en los casos de detención de adultos que son
responsables de niños menores que quedan solos ante el arresto de la persona a
su cargo. El subprefecto pidió reserva de su identidad y contó a CIPER que, si
bien no existe ningún reglamento interno de cómo actuar en caso de que la
5. persona detenida tenga hijos pequeños, los policías por sentido común facilitan
incluso el teléfono personal para que se llame a algún familiar o vecino que se
haga cargo de los menores.
Esa actitud, que no está escrita en ningún protocolo interno, dependerá por cierto
de las condiciones en que se realiza el arresto. Porque si la diligencia se produce
en un clima de tensión, confrontación o incluso con algún asomo de oposición
violenta, todo diálogo se anula. Incluso la preocupación por los menores que
quedarán abandonados.
-Esa es una de las cosas más que hay que enfrentar en este trabajo. Sobre todo
cuando toca detener a una mujer que es madre y que debe dejar solos a sus hijos.
Hay que separarlos y dejar a los niños con un familiar o vecino o incluso en la
comisaría de menores de Carabineros… Son los pequeños los que más sufren.
Sin tener ninguna culpa en el delito que han cometido sus padres deben pasar por
estas situaciones -afirma el subcomisario.
Este avezado policía recuerda uno de los episodios más duros que le tocó vivir
relacionado con la indefensión en que quedan los niños:
-Fue durante unas detenciones que hicimos para un 11 de septiembre. Metimos a
varias personas a un carro policial y se dio la orden de salir rápidamente del lugar
porque estábamos siendo agredidos. Cuando el carro iba en marcha, mire para
atrás y vi a un cabro chico de no más de 5 o 6 años corriendo por el medio de la
calle, en medio de una lluvia de piedras que era arrojada contra el carro policial,
llorando y gritando “¡papá!, ¡papá!”. Y nosotros sin posibilidad de detenernos
porque éramos muy pocos en el carro y no teníamos apoyo…
Con sus años de experiencia, este subcomisario de la PDI afirma que la
preocupación por los niños que quedan solos producto de la delincuencia es una
política inexistente y que urge poner en marcha. Afirma que para que sea
realmente eficaz, sus directrices deben venir de las jefaturas, a objeto de crear
condiciones que permitan mitigar al menos en parte el trauma que provoca en los
niños el momento en que se detiene a sus padres y se les separa de ellos.
En el recorrido que hizo CIPER por distintas unidades policiales, pudimos
constatar los dichos del subcomisario de la PDI: la humanidad de los policías
prima por encima de un protocolo escrito inexistente. Pero también fuimos testigos
de otros episodios en donde las ansias de policías novatos por obtener resultados
los hizo olvidar la mínima preocupación por los menores involucrados, vulnerando
sus derechos más básicos
6. Opinión personal del tema
Es una injusticia lo que les pasa a estos menores de edad, ya que no tienen
responsabilidad alguna de los delitos que cometen sus padres.
La manera en que preceden los carabineros es muy cruel, ya que a estos niños
les causan traumas, sentimientos de inseguridad de abandono quedan con
secuelas psicológicas irreparables solo por ser hijos de un delincuentes sin tener
responsabilidad alguna.
Deben sufrir de la discriminación por parte de la sociedad ya que se dice que los
hijos de delincuentes son potenciales delincuentes
El impacto del encarcelamiento en La familia del reo y sus consecuencias en la
estructura familiar, la economía, la Salud física y mental de los hijos de reos, los
efectos de la estigmatización y Discriminación.
Son muy injustos, y nuestro país está en deuda con estos niños ya que no existen
políticas de estado que los proteja.
Solo queda esperar que el carabinero o detective que haga el procedimiento de
detención tenga un criterio y ética de protección a los menores.