1. Las sirenas (en griego antiguo, Σειρήν Seirến, ‘encadenado’, relacionado quizá con el sánscritoKimera,
‘quimera’) son seres fabulosos. En la mitología griega eran ninfas o deidades marinas, y se las describe
como mujeres hermosas con una cola de pez; hechizaban a los marineros con sus cantos.
Aunque en su forma en vasos las muestran como híbridos de mujer y ave, posteriormente la
representación más común las describe como hermosas mujeres con cola de pez en lugar de piernas,
como Tritón. Es por ello que muchas lenguas no latinas distinguen la sirena original clásica (inglés siren,
alemán Sirene) de la sirena con cola de pez (inglés mermaid, alemánMeerjungfrau).
Tipología[editar · editar código]
Su tipología es variada, por regla general, son sirenas de tratamiento naturalista, hermoso rostro y
largos cabellos, que en muchas ocasiones sostienen instrumentos musicales o se dedican a acariciar
sus cabellos en actitud coqueta. En el siglo XVI, la actitud más generalizada de las sirenas fue sostener
con las manos un espejo y un peine. La cola era un emblema de la prostitución y el espejo, considerado
como objeto mágico, era atributo de la mujer impura, y servía para contemplar el rostro de la muerte o el
culto al diablo (similitud a la actitud de afrodita en el mundo clásico).La sirena también implica un
símbolo de los tiempos de transición de Carnestolendas (carne) a la cuaresma (pez). Más adelante las
sirenas aparecen amamantando a sus crías. La leche de las sirenas era conocida por los alquimistas
con una proteína que permitía el crecimiento rápido de los héroes abandonados en el agua. Por otra
parte la tipología que gozó de mayor predicamento en las representaciones góticas, fue la sirena de cola
pisciforme única.
Sirenas de la mitología griega[editar · editar código]
Miniatura rusa del siglo X en la que aparece una sirena representada a la manera de la Antigua Grecia, con cuerpo
de ave y rostro de mujer.
En el marco de la mitología griega, las sirenas son criaturas ligeramente difusas debido al remoto y rico
trasfondo de su origen, probablemente ligado al mundo de los muertos. Según los mitos originales se
trataba de seres con cuerpo de pájaro y rostro o torso de mujer, que inequívocamente se distinguen
siempre por el hecho de tener una voz musical, prodigiosamente atractiva e hipnótica. La tradición las
hacía habitar en una isla del Mediterráneo frente a Sorrento, en la costa de la Italia meridional (en
ocasiones se alude concretamente a Capri).
2. El primer testimonio escrito que se tiene de ellas es su mención en la Odisea deHomero. Sin embargo,
ya figuraban con la citada forma en las representaciones artísticas más antiguas de Grecia, muchas de
las cuales son monumentos y ofrendas funerarios. Se deduce así su presumible vínculo con el otro
mundo, unido al frecuente uso iconográfico de los seres alados para representar a los espíritus de los
difuntos.
Si bien es un tema que sigue siendo objeto de debate entre los expertos, parece plausible que, en un
principio, los griegos hubieran visto a las sirenas como las encargadas de transportar
las almas al Hades (función que posteriormente acabaría asumiendo el dios Hermesen su papel
de psicopompo).
En época preclásica comenzaron ya a asimilar, aunque nunca plenamente, ciertos aspectos aislados de
otras ninfas como las náyades o lasnereidas: en concreto, la asociación más o menos directa con el
medio líquido y la fatalidad de su atractivo. Náyades y nereidas resultaban letales para los hombres
debido a su naturaleza acuática, si bien eran normalmente benéficas y les prestaban ayuda; en cambio,
las sirenas adquirieron un carácter maligno de matiz monstruoso, pues el influjo irresistible de su canto
llevaba intencionadamente a la perdición. Las naves que se acercaban a su isla acababan estrellándose
contra las rocas y ellas devoraban a los marineros, dejando la costa repleta de huesos.
Los antropólogos que suscriben el parentesco de las sirenas con el más allá plantean una teoría: en
paralelo con arquetipos de otras mitologías, quizá estos seres fueran inicialmente genios que guardaban
el paso hacia las Puertas de la Muerte. Puertas que muy bien podrían estar simbólicamente
emparentadas con el paso de Escila y Caribdis, al que las sirenas están próximas en los cantos
homéricos. Eurípides, en una estrofa del coro de Helena (verso 168) las llama
παρθηνικοικοραι parthenikoi korai, ‘jóvenes doncellas’; en este fragmento se apoyan Laurence KahnLyotard y Nicole Loraux para incluirlas dentro de las figuras del Más Allá, identificándolas con las
cantoras de las Islas de los Bienaventurados descritas por Platón.
Distintos relatos las hacen descender de los dioses fluviales Aqueloo —una versión, en concreto, las
hacía proceder de su sangre, cuando esta fue derramada por Heracles— o Forcis, sea sin intervención
femenina o con la de las musas Estérope, Melpómene o Terpsícore, relacionadas con el canto y el baile.
Su número es también impreciso, contándose entre dos y cinco. Los nombres registrados
incluyenAgláope (la de bello rostro), Telxiepia (de palabras aclamantes) o Telxínoe (deleite del
corazón), Pisínoe (la persuasiva), Parténope (aroma a doncella), Ligeia (empleado luego por Edgar
Allan Poe para el célebre cuento homónimo sobre una mujer de mortal belleza), Leucosia(como un ser
puro), Molpe (la musa), Radne (mejoramiento) y Teles (la perfecta).
Figuran en algunos episodios míticos, muchas veces con reminiscencias de su antiguo papel como
deidades ctónicas de la otra vida. Algunas versiones narran que acompañaban a Perséfone cuando fue
raptada por Hades, y que su apariencia bestial fue el castigo impuesto por Deméter por no proteger a su
hija del dios del inframundo. En otras, el cuerpo alado es un don de Zeus para permitirles perseguir al
raptor, y aún en otras es una pena impuesta por Afrodita por resistirse a la voluptuosidad o por envidia
de su gran belleza.
También se cuenta que las sirenas perdieron sus plumas como castigo por retar a las Musas a una
competición de canto que perdieron, y que cuando Orfeo y Ulises se resistieron al efecto de sus voces
se arrojaron al mar, convirtiéndose en escollos o pereciendo. En esta última versión, el cadáver de una
3. de ellas, Parténope, fue arrastrado por las olas hasta la orilla y en torno a su sepulcro se fundó la
actual Nápoles.
En las Islas Británicas: Las sirenas se observaron en el folclore británico como presagios de mala
suerte. Las sirenas también podrían nadar en agua dulce y llegar hasta los ríos y lagos y ahogar a sus
víctimas, haciéndoles creer que eran personas que se estaban ahogando. En ocasiones, las sirenas
podrían curar enfermedades. Algunas sirenas eran descritas como monstruos grandes de hasta 600 m.
Es muy conocida en Gales la historia de Dahud, la princesa de Caer Ys, una ciudad que, debido a
los pecados de la hija del Rey (la joven y bella Dahud), fue condenada por los dioses a ser tragada
por las olas. Cuando el padre de Dahud escapaba, su hija cayó al mar, y ahí sigue desde entonces,
transformada en una sirena, nadando entre las ruinas de Caer Ys. Otra leyenda muy popular en
Gales es la de Murgen: En el siglo VI, una sirena fue capturada y bautizada en el norte de Gales, y
se le enseñó la lengua nativa. Se dijo que no era pez porque cosía y hablaba, pero no era mujer
porque podía vivir bajo el agua. La sirena figuró como una santa en ciertos almanaques antiguos,
bajo el nombre de Murgen que quiere decir mujer que viene del mar.
En Irlanda a los sirénidos los llaman merrows. Creen que el número de hembras es superior al de
los machos, aunque estos son más feos que sus compañeras: un merrow masculino poseen
dientes puntiagudos y rostro semejante a un cerdo. Todos los merrows se caracterizan por las
membranas de sus manos, su hostilidad hacia los humanos y sus prendas mágicas, que les
permiten atravesar cualquier corriente oceánica. Todo hombre o mujer que le roba la prenda a
un merrow tiene poder sobre él, y en muchos relatos, varios hombres esconden estas prendas
obligando a las hembras a casarse con ellos. Los hombres ganan así esposas bellas y ricas (debido
a los botines que las sirenas obtienen con los naufragios), pero si la esposa merrow recupera su
prenda, la llamada del mar será tan fuerte que acabará abandonando a sus hijos y a su marido.
En la mitología escocesa, hay una sirena llamada Ceasg o "doncella de las olas". La parte inferior
de esta sirena es la de un salmón. Se dice que a aquellos que la capturan les concede tres deseos
si la devuelven al agua, pero cuando un hombre se enamora de ella, la mujer-salmón lo seduce y lo
arrastra a las profundidades. Famosos son también en Escocia los selkies, hadas marinas que en el
mar adoptan la forma de una foca, pero al llegar a la tierra se deshacen de sus pieles para tomar
forma de mujer. Al igual que con los merrows, todo hombre que quiera una esposa selkie solo tiene
que robarle la piel de foca, pero si ella encuentra la piel, volverá al mar para siempre. Los hijos
4. nacidos de la unión de hombres y selkies tenían membranas que unían los dedos de sus pies o sus
manos.