El documento describe al sujeto desclasado y cómo su actitud individualista fragmenta la clase trabajadora y socava la lucha colectiva. El desclasado se caracteriza por olvidar su origen de clase trabajadora y creer que sus logros son solo resultado de sus propios esfuerzos individuales. Rechazan comprometerse con causas colectivas y critican a aquellos que luchan por derechos e intereses compartidos. De este modo, los desclasados socavan inadvertidamente la unidad y organización de la clase trabajadora.
1. EL SUJETO DESCLASADO: La vida los engaño con un sueño falso, aparentan ser lo
que no nunca podrán ser. De ahí, el grisáceo de su personal currículum. Crear
desclasados ha sido y es uno de los objetivos del capitalismo, porque es el camino más
corto para conseguir la fragmentación de una clase social a la que hay que mantener a
raya. Facilitar la deserción de clase allana el objeto final del sistema que es el de
desintegrar todo lo que suponga un obstáculo organizado y comprometido con la
defensa de clase. Empleados del sector privado contra los del sector público,
contratados temporales contra fijos, nativos contra inmigrantes o jóvenes contra
mayores. Los iguales, cada vez más, se convierten en enemigos y el desclasado es la
cuña perfecta para la fragmentación.-
El desclasado se caracteriza, no por aspirar a la legítima mejora de su status, sino por
olvidar su procedencia y construir un relato que lo aparta del compromiso que un día
tuvieron sus padres con él/ella, con sus vecinos o con sus compañeros de trabajo. En
definitiva, con todo lo colectivo, con todo lo que a través de las emociones del orgullo
de clase se ha construido para su distribución.-
El desclasado está convencido que se le han dado regalado los derechos, ergo, resulta de
una alta exigencia. Cualquier molestia que se le propicie es inconstitucional y el estado
de bienestar le ha sido gratuitamente llovido desde el cielo; las jubilaciones, las
pensiones, la igualdad de género, la salud laboral, las políticas inclusivas, etcétera… No
se afilia a partido político o sindicato alguno, porque para eso están otros, nunca se
compromete con opciones complejas porque él/ella es “librepensador/a” y el mundo,
demostrado queda, ha avanzado gracias a su concepción individualista. Es “apolítico” y
considera que las ideologías están superadas; que es tanto como decir que se encuentran
en una permanente fuga de su clase social porque en su baja autoestima no se soporta en
ella.-
El/la desclasado/a, defensor de lo suyo y de lo corporativo por un azaroso devenir
social, cree que puede llegar a convertirse en clase dominante, por ejemplo, cuando
practica relaciones como empleador de trabajadores “sin papeles” que limpian, planchan
y cocinan por pocas monedas, no se cuestiona los derechos que asisten al otro. Como
buen desclasado/a solo reconocen los derechos propios.-
Los desclasados, desde posiciones críticas pasivas, siempre tienen a mano a aquellos
sujetos que se movilizan por algo colectivo, para criticarlos y presentarlos como chivos
expiatorios de sus culpas, se muestran ágiles a la hora de participar de forma on-line o
en barras de café en cómo arreglar el mundo o incluso echan espuma por la boca en los
comentarios de los periódicos digitales con seudónimos que no le impliquen; aunque
eso sí, están prestos a enarbolar banderas sobre un patético sustrato folklórico, cantando
la efímera banda sonora de su equipo futbolero.-
Producto del esfuerzo de lo público -becas, sanidad universal, prestaciones sociales,…-
y de todos aquellos que trabajan por lo público, los desclasados han ido alcanzando
espacios de autonomía, independencia y bienestar, pero dicen estar hartos de ser ellos
los que sufragan la enseñanza para los inmigrantes y pobres, a los funcionarios, a los
choriplaneros subvencionados, y por eso se apuntan al nuevo modernismo de pedir que
se terminen los subsidios he indirectamente reclaman la “flexibilización” en la
organización del trabajo, porque tienen la ventaja personal de facilitar su supervivencia
2. individual y arribista, acabando, dicen, con “viejas rémoras del pasado”, aunque estas
sean las que hagan sostenible los derechos de todos y todas.-
La fotografía que representa a los desclasados podría ser la de una figura egipcia que
siempre mira para otro lado; “ésta guerra no va conmigo”, “ni éste cura es mi padre”,
“ni esta situación me toca”. Para ellos, hay un camino diferente y más corto que resistir
y crecer en común; ese camino es la aplicación de un relato no duradero, camaleónico,
móvil y sobre todo una narración psicológica que les evita el dilema personal y el
conflicto. Lo contrario obliga a lealtades, a trabajar valores y a la toma de decisiones
compartidas y para eso, ya están los sindicatos de clase que negocian de todo y para
todos.-
La consigna interesada del desclasado, es la que nos “la dieron los mercados hace
tiempo”: nada es para siempre. Por lo tanto, para qué empeñarse en mantener lazos de
clase, cuando el mismo sistema nos ha enseñado que engancha mucho más el carácter
vertiginoso de una sucesión incontrolables de gestos simpáticos del propio lobo que nos
cocinará a fuego lento.-
Me resisto a pertenecer al reino de los desclasados y, combato con ahínco y sin pausa a
los que consiente he inconscientemente, conforman y reproducen el relato de los
desclasados. Hacia ellos/as va dirigido este mensaje, convencido del triunfo final de los
que creemos en la clase social del trabajo, como una virtud, pero también como una
evidencia y una estrategia de lucha milenaria.-
Mario A. Blanco.-