El documento analiza cómo las sociedades modernas se han caracterizado por seguir una lógica de intereses individuales sobre intereses colectivos. Esto ha llevado al desarrollo de sistemas políticos, sociales y económicos basados en el poder individual y la búsqueda de beneficios propios en lugar de la razón humana y los valores colectivos. El capitalismo actual aplica esta misma lógica al priorizar los intereses particulares sobre el respeto a los demás y la promoción del pensamiento racional e innovador. Como resultado, los individuos
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Competencias Lectoescritoras en la Udenar
1. UNIVERSIDAD DE NARIÑO, PROGRAMA DE MEDICINA ENSAYO DEL TEXTO “EL ELOGIO DE LA DIFICULTAD” DE LA REALIDAD INDIVIDUAL AL SUEÑO UTÓPICO COLECTIVO La sociedad a la que hacemos parte actualmente y en la que tratamos de integrarnos, desarrollarnos y comunicarnos es el resultado de un proceso histórico, en el cual el hombre siempre ha estado sumergido en un mundo de egoísmo y de intereses particulares, incapaz de respetar las decisiones y los actos ajenos, rechazando todo lo que atente en contra de los particular, considerándolo contrario o enemigo; una sociedad encaminada al facilismo excusado, en gran parte por la presencia de algo idóneo, que facilita nuestro actuar e inhibe nuestra razón, obligándonos a llevar unas cadenas que nos enceguecen y no nos dejan ver el más allá de los paradigmas, impidiéndonos hacer parte de un colectivo. Se debería dar un salto cualitativo en busca de la razón humana, la cual se ha perdido desde tiempos históricos; y en donde solo queda preguntarnos el motivo de esta ocurrencia siendo su principal respuesta el rechazo a la incertidumbre, la angustia y los procesos complejos, por lo que siempre pensamos en un deseo simplista, individualista y facilista, en el que la búsqueda del poder individual es la verdadera meta y el fin existencial, alejándose de todos los principios colectivos cualitativamente racionalistas y humanos. Las sociedades se han articulado siguiendo el mismo modelo esquemático, siguiendo los principios de una vida sin riesgo, sin lucha, sin búsqueda de superación y sin muerte, ante la cual la incertidumbre ha sido resuelta con amos y doctrinas superiores al ser humano, con el fin de justificar nuestra desesperanza. Esta lógica simplista se reduce a interpretaciones totalitarias, en las cuales los argumentos no son argumentos, la causa se convierte en absoluta y los efectos en fenómenos circunstanciales y en simples particularidades, evitándonos así analizar el porqué ocurren y como se deberían analizar tanto los procesos individuales como los colectivos. En este sentido, al reducir estos procesos, pensamos solamente en nuestro egocentrismo, en intereses particulares poco explicativos de la condición humana marxista, en la cual el ideal utópico de valores colectivos se aleja cada vez más de esta lógica individualista. Este modelo simplista sigue una lógica de poderío individual en la cual se mira al otro como enemigo, creando una ambivalencia de un amor por lo propio y de un odio por lo extraño, siguiendo así ese facilismo del cual se ha hablado, en el que el heroísmo, los sacrificios, que caracterizan a una sociedad colectiva, son más complejos y, por tanto, no son tenidos en cuenta en los orígenes y desarrollo de las sociedades. Si observamos prospectiva y retrospectivamente, la estructura de las sociedades se ha caracterizado por la lógica de intereses particulares, los cuales han desarrollado sistemas políticos, sociales y económicos que han seguido este mismo esquema, y aunque se han denominado con diferentes nombres históricamente, han conservado la misma esencia. Actualmente, podemos observar que la mayoría de nuestras sociedades están desarrollando este mismo sistema social y económico, siendo el capitalismo el que aplica los anteriores conceptos de poderío individual, de búsqueda de intereses particulares simplistas, en la cual no se respeta la diferencia, no se impulsa la creación y el pensamiento racional a nivel individual y colectivo. Hoy en día somos esclavos de un sistema, de una arquitectura social ya organizada sin una esperanza de cambio, cada día portamos “la camisa a rallas” que nos hace parte de esta sociedad egoísta e interesada en donde, como individuos, pasamos desapercibidos, convirtiendo al sueño colectivo en una ilusión cada vez más utópica. ANDREA BASTIDAS