3. Atenea, hija de Zeus, que lleva la égida, dejó caer al
suelo el hermoso peplo bordado que ella misma tejiera y
labrara con sus manos,
vistió la coraza de Zeus, que amontona las nubes, y se
armó para la luctuosa guerra.
Suspendió de sus hombros la espantosa égida floqueada
que el terror corona:
allí están la Discordia, la Fuerza y la Persecución
horrenda;
allí la cabeza de la Medusa, monstruo cruel y
horripilante, portento de Zeus que lleva la égida.
Cubrió su cabeza con áureo casco de doble cimera y
cuatro abolladuras,
apto para resistir a la infantería de cien ciudades.
Y subiendo al flamante carro, asió la lanza poderosa,
larga, fornida,
con que la hija del prepotente padre destruye filas
enteras de héroes
cuando contra ellos monta en cólera.
Homero,
Ilíada V 1-8
10. La Diana de
Versalles, copia
romana de una
escultura
helenística de
mármol.
Artemisa era la diosa virgen de
la caza, los animales salvajes,
las tierras salvajes y los partos.
Era adorada como una diosa de
la fertilidad y los partos en
algunos lugares puesto que,
según algunos mitos, ayudó a su
madre en el parto de su gemelo,
Apolo.
11. Canto a la tumultuosa Ártemis, la de áureas
saetas, la virgen venerable, cazadora de
venados, diseminadora de dardos, la
hermana carnal de Apolo el del arma de oro,
la que por los montes umbríos y los
picachos batidos por los vientos,
deleitándose con la caza, tensa su arco todo
él de oro, lanzando dardos que arrancan
gemidos.
Retiemblan las cumbres de los elevados
montes y retumba terriblemente el bosque
umbrío por el rugido de las fieras. Se
estremece también la tierra y el mar pródigo
en peces. Pero ella, que tiene un ardido
corazón, se dirige de un lado a otro,
arruinando la raza de las fieras.
Y cuando se ha complacido la diosa que
ojea las fieras, la diseminadora de dardos, y
ha deleitado su espíritu, tras aflojar su
flexible arco, se dirige a la espaciosa
morada de su hermano, Febo Apolo, el
espléndido pueblo de Delfos, disponiendo
allí el hermoso coro de las Musas y las
Gracias.