2. CCGG 24, 1.3
1. Los franciscanos seglares consideren a su familia como el
ámbito prioritario en el que viven su compromiso cristiano y la
vocación franciscana; en ella concédanle tiempo a la oración, a
la Palabra de Dios y a la catequesis cristiana, y defiendan el
respeto a la vida desde su concepción y en toda circunstancia,
hasta la muerte.
3. Los hermanos colaboren en los esfuerzos que se hacen en
la Iglesia y en la sociedad para afirmar el valor de la fidelidad y
el respeto a la vida y para dar respuesta a los problemas
sociales de la familia.
4. LUCES
• Conciencia de la libertad personal
• La promoción de la mujer
• Educación de los hijos
• Ayuda entre las familias
• Responsables de una sociedad mejor
5. SOMBRAS
• La independencia/libertad mal entendida
• La transmisión de los valores
• Los divorcios
• El aborto y la mentalidad anticonceptiva
• Bienestar egoísta
• Incapacidad para donarse
• Reconocer al prójimo
7. ANTROPOLOGÍAADECUADA
• Comprenderse mejor a uno mismo
• Persona creada a imagen y semejanza de Dios
• Jesucristo
• Análisis de textos bíblicos
• El corazón humano/inquietudes
8. IDEAS DESTACADAS
• Jesucristo revela qué es el amor
• Alcanzamos la plenitud como personas cuando amamos
• La felicidad está en el servicio, en la entrega a los demás
9. LA FAMILIA I
• Comunidad de vida y amor
• Desarrollo de la sociedad
• La misión de la Iglesia
10. LA FAMILIA II
• El matrimonio y la familia cristiana edifican la Iglesia, nos
insertan en la comunidad humana y en la familia de Dios,
que es la Iglesia.
11. EL EVANGELIO DE LA VIDA
• Misión de la familia
• Respeto, la entrega, la justicia, la acogida, el diálogo, el
servicio y la solidaridad
• Atención a los ancianos
• Comunicación entre distintas generaciones
12. CARTAA LAS FAMILIAS
• Amor conyugal, paterno, materno, fraterno
• El amor como
don de Dios
13. LAUDATO SII
• La vida humana:
• Eutanasia
• Aborto
• Experimentación con embriones humanos
• La cultura del descarte
14. LAALEGRÍA DEL EVANGELIO
• El individualismo
• El matrimonio como gratificación afectiva
• Crisis profunda grave
15. ELAMOR EN LA FAMILIA I
• valorar los dones del matrimonio y de la familia
• Generosidad, compromiso, fidelidad, paciencia
• Dificultades
16. ELAMOR EN LA FAMILIA II
Proponer el matrimonio
• Estabilidad, crecimiento
• Superar el individualismo
• La indisolubilidad como crecimiento, maduración
17. VIVE CRISTO I
• Aprecio del amor y el cuidado de los padres
• Importancia a los vínculos familiares
• Esperan a su vez formar una familia.
18. FRENTE A LA CULTURA DE LO
PROVISORIO
• Ir contracorriente
• Matrimonio con una preparación adecuada
19. CONCLUSIONES
• La sociedad actual cada uno se hace dueño de su propia
moral
• no hay verdades ni fundamentos sólidos sobre los que
cimentarse.
20. TESTIMONIO
• Primer medio de evangelización:
• UNA VIDA AUTÉNTICAMENTE CRISTIANA
• La familia reflejo de la Iglesia
• Transmisión del Evangelio
• Evangelizadores y evangelizados
21. JUAN PABLO II
• Importancia de los valores morales
• El sentido de la vida
• Educación de la conciencia moral
• Alejamiento del mal
• Adhesión al bien
22. ¿VALE LA PENA
FORMAR UNA FAMILIA?
• Apostar por la familia
• Estímulos para madurar
• Alegrías para compartir
23. MISIÓN DE LOS
FRANCISCANOS SEGLARES
• Testimonio de comunión
• Relaciones fraternas
• Reconocer al otro como mi prójimo
• Sanar las heridas
• Estrechar lazos
• Ayuda mutua
24. ¡QUE EL SEÑOR OS DÉ SU PAZ!
• Para mayor Gloria de Jesucristo
Notas del editor
Vivimos en una sociedad en la que el relativismo y la indiferencia se han instalado. Los valores sobre los que se cimentaba la persona y con los que conseguía unos criterios firmes que le dieran orientación a su vida han ido desapareciendo y parecen estar ausentes en la cultura actual; las nuevas tecnologías han contribuido a esta situación puesto que nos han abierto a gran cantidad de referentes, informaciones y relaciones. Es muy difícil hablar de valores en una época caracterizada por la búsqueda del placer y el afán por acumular bienes, el cuidado de las apariencias y la satisfacción de nuestros deseos.
Hombres y mujeres de hoy en día buscan una respuesta a sus problemas de la vida familiar. Se les pfrecen muchas propuestas desde distintos sectores pero que compreometen la verdad y la dignidad de la persona. Muchas veces se pone en peligro la libertad de la persona y la capacidad para juzgar con objetividad
Concepción de la independencia
La libertad como autoafirmación
Autoridad con los hijos
La transmisión de los valores
Los divorcios
El aborto y la mentalidad anticonceptiva
Bienestar egoísta
Todo ello degenera en la incapacidad para donarse y no reconocer al otro como mi prójimo. Estamos ante la cultura de lo provisorio, de lo transitorio y temporal.
La Iglesia tiene un compromiso con estas realidades para que la cultura , para que se reconozcan los valores, se defienda a la persona. A través de los documentos del Magisterio de la Iglesia, se nos describe un proyecto para la familia y para la sociedad para todos aquellos que buscan la verdad y encuentran dificultades para vivir un proyecto familiar.
La Iglesia es consciente de que el matrimonio y la familia constituyen uno de los bienes más preciosos de la humanidad, por eso anuncia la verdad. La Iglesia ofrece su servicio y ayuda a todos a descubrir la vocación al amor y al servicio de la vida.
Es una antropología que tiene la finalidad de que la persona se pueda entender mejor a si misma. El hombre está creado a imagen y semejanza de Dios, está unido a Dios y no puede comprenderse a si mismo si se separa de Dios. Quien posibilita ese acercamiento y encuentro es Jesucristo, que le revela al hombre quién es, le permite que se pueda conocer a si mismo y le descubre su vocación. Hace un analisis de los textos bilbicos y a través de ese analisis muestra la verdad de Dios y la del corazón humano, porqué la persona se encuentra con una sed y unas inquietudes en su interior
Jesucristo revela qué es el amor
Alcanzamos la plenitud como personas cuando amamos como Cristo ama
Es amor hasta la muerte, una expresión suprema de entrega.
En la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio, la misión de la familia es ser comunidad de vida y amor, participar en el desarrollo de la sociedad y en la misión de la Iglesia.
De la Encíclica Evangelium Vitae subrayamos la misión de la familia de anunciar el “evangelio de la vida”. Los padres cultivan el respeto, la entrega, la justicia, la acogida, el diálogo, el servicio y la solidaridad. También se resalta la atención a los ancianos dentro de las familias y el clima de comunicación entre distintas generaciones; los ancianos aportan al evangelio de la vida sus experiencias y son transmisores de sabiduría y testigos de esperanza y caridad.
En la Carta a las Familias, Juan Pablo II describió a la familia como el gran misterio de Dios. el amor que se vive en ella: amor conyugal, paterno, materno, fraterno,
El amor para que sea realmente hermoso debe ser don de Dios, derramado por el Espíritu Santo en los corazones humanos; por eso la Iglesia pide en el sacramento del matrimonio al Espíritu Santo que visite los corazones.
Ya en la encíclica Laudato Síi Francisco reflejaba con preocupación como en la actualidad se defiende la integridad del ambiente y se reclaman límites para las investigaciones científicas pero no se aplican estos mismos principios a la vida humana y así se habla de eutanasia (o de muerte digna), de aborto (o interrupción voluntaria del embarazo) y se experimenta con embriones humanos. Es la cultura del descarte que se aplica no solo a lo material sino también a los seres humanos: migrantes, pobres, ancianos, los no nacidos y a todas las personas que sufren.
En la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium Francisco asegura que el individualismo que nos rodea favorece un estilo de vida que debilita el desarrollo y la estabilidad de los vínculos entre las personas. El matrimonio en la actualidad tiende a ser visto como una gratificación afectiva que puede constituirse de cualquier manera y modificarse de acuerdo con la sensibilidad de cada uno. En consecuencia, la familia atraviesa una crisis profunda y en este caso es especialmente grave porque se trata de la célula básica de la sociedad, del lugar donde se aprende a convivir y a pertenecer a otros y donde los padres transmiten la fe a sus hijos.
Por esa razón, el objetivo de la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia es estimular a valorar los dones del matrimonio y de la familia y a sostener un amor fuerte y lleno de valores como la generosidad, el compromiso, la fidelidad o la paciencia.
La familia se ve afectada por muchas dificultades: los caprichos de la sensibilidad, las aspiraciones individuales, la cultura de lo provisorio, pasando de una relación a otra, temor ante el compromiso, mentalidad antinatalista o el debilitamiento de la fe.
A pesar de esta situación, Los creyentes no podemos dejar de proponer el matrimonio, siendo realistas y humildes, presentando, junto con la finalidad procreativa, la ayuda mutua y el crecimiento en el amor. Esta unión supone una estabilidad, un crecimiento, superando el individualismo; La indisolubilidad de su matrimonio debe ser vista como un crecimiento constante y no como una obligación, una maduración en el amor, valorando al otro y escuchándole.
en la Exhortación Apostólica Postsinodal Christus Vivit, se resalta que la familia sigue siendo el principal punto de referencia para los jóvenes. Los hijos aprecian el amor y el cuidado de los padres, dan importancia a los vínculos familiares y esperan a su vez formar una familia. Pero el aumento de separaciones, divorcios, segundas uniones y familias monoparentales puede causar en los jóvenes grandes sufrimientos y crisis de identidad y a veces estas responsabilidades les obligan a ser adultos antes de tiempo.
La cultura de lo provisorio nos hace creer que nada puede ser definitivo y escuchamos que el matrimonio está “pasado de moda” y que lo importante es “disfrutar” el momento, que no vale la pena comprometerse para toda la vida, hacer opciones definitivas. El Papa Francisco pide ser revolucionarios, ir contracorriente, rebelarse contra esta cultura de lo provisional que nos engaña haciéndonos creer que no somos capaces de asumir responsabilidades, que no somos capaces de amar.
Esta exhortación concluye alentando a los jóvenes a optar por el matrimonio con una preparación adecuada, desarrollando virtudes como el amor, la paciencia, la capacidad de diálogo y de servicio y educando la propia sexualidad, para que sea cada vez menos un instrumento para usar a los demás y cada vez más una capacidad de entregarse plenamente a una persona, de manera exclusiva y generosa.
En la Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi, se subraya la importancia del testimonio estableciendo que el primer medio de evangelización consiste en una vida auténticamente cristiana. Dentro del apostolado seglar destaca la familia, que ha recibido el nombre de Iglesia doméstica porque en cada familia deberían reflejarse los diversos aspectos de la Iglesia entera; debe ser un espacio donde el evangelio es transmitido y desde donde se irradia. En una familia consciente de esta misión todos los miembros evangelizan y son evangelizados y se hacen evangelizadores de otras muchas familias y del propio ambiente en que viven.
Se hace necesario recuperar la conciencia de la primaciá de los valores morales. Comprender el sentido ultimo de la vida y de sus valores, educación de la conciencia moral para juzgar y discenir los modos adecuados para realizarse de manera plena. El alejamiento del mal y la adhesión al bien.
Por eso muchos jóvenes se preguntan si vale la pena formar una nueva familia, ser fieles y generosos.
Francisco les dice que sí, que vale la pena apostar por la familia y que en ella encontrarán los mejores estímulos para madurar y las más bellas alegrías para compartir y que no se dejen engañar por los que proponen una vida de desenfreno individualista que finalmente lleva al aislamiento y a la soledad.
La misión de los franciscanos seglares en medio del individualismo que sufrimos. Somos familia, entonces tenemos mucho que ofrecer a la sociedad, pasa por ofrecer un testimonio de comunión que sane, promueva y afiance las relaciones fraternas. La llamada que hemos recibido es la de reconocer al otro como mi prójimo, de sanar las heridas, de estrechar lazos y de ayudarnos. Lo que sana el corazón de la persona, sana también a la familia y ayuda a todos a vivir la vocación que hemos recibido de Dios, que es la comunión.