1. Pompas fúnebres
Enterró a su abuela como pudo, con
amor, con modestia, con pobres
recursos.
En ese tiempo ganaba poco dinero;
no había querido terminar sus
estudios.
Enterró a su padre con toda la
pompa, estrenando vestido, con
misa cantada.
Lo habían ascendido en su empleo; le
hicieron un préstamo.
Enterró a su madre con un funeral tan
solemne
que el cortejo colmó varias cuadras
y las flores no cupieron en el
cementerio.
Los tiempos habían cambiado; ahora
manejaba el negocio.
Enterró a su amigo del alma en su
suelo nativo; fletó dos aviones
a la tumba que ocupa su abuela.
2. Amén
QUE TE ACOJA LA MUERTE
con todos tus sueños intactos.
Al retorno de una furiosa
adolescencia,
al comienzo de las vacaciones que
nunca te dieron,
te distinguirá la muerte con su
primer aviso.
Te abrirá los ojos a sus grandes
aguas,
te iniciará en su constante brisa de
otro mundo.
La muerte se confundirá con tus
sueños
y en ellos reconocerá los signos
que antaño fuera dejando,
como un cazador que a su regreso
reconoce sus marcas en la brecha.
3. Entrevista
El veinte por ciento de los fresnos
declararon que el rayo
los penetraba hasta el corazón.
El cinco por ciento de los álamos
consultados
afirmaron que el relámpago bajaba
hasta
las raíces iluminándolos.
El quince por ciento de los ficus
sostuvieron
que sólo en la corteza
la fulguración dejaba su dolorosa huella.
El sesenta por ciento de los árboles
restantes
flagelados por el rayo dijeron estar
perplejos.
Algunos dicen que quieren escribir
inspirados
por el fuego mientras arden.
4. Retrato en el desierto
La imagen me presenta
la corteza calcinada de la tierra.
Las vetas sombreadas que reposan en las
rocas
dibujándose en los pliegues de la luz,
anuncian un crepúsculo cercano.
Adherido a una montaña
bajo el sol del verano permanente,
un arbusto solitario
se transforma en yerba quebradiza.
Imagino en tal desierto
el rumor enronquecido de un viento
pasajero
soplando tenuemente.
Apenas se vislumbra algo más
que la sed y la aridez y la apatía de una
nube
rozando con su cuerpo las arenas.
5. A EVA EN EL DESTIERRO
Qué hermosa es Eva
Qué hermosa la serpiente que le rodea El árbol que
crece en su talle El fruto carnoso que
despliegan sus labios Al posar sobre la ocarina
Su música en las orillas del bosque. Qué
hermoso su cabello-Grajillas oscuras que caen
sobre sus hombros perfumados-su nariz que
respira otros mundos y crea para tantos
laberintos el azahar y las guirnaldas que los
sustituya. Qué hermosa es Eva Qué hermosos sus
tobillos Las huellas que dibuja sobre la arena
Para marcar el camino hacia la luz y hacia las
sombras. Qué hermosos los hijos que le ha
arrojado al mundo El río que desciende por las
colinas de su vientre El volcán de sus ojos de
fuego. Qué hermosa esta costilla pensante Este
polvo sagrado Esta caña aromática Que
guarda en sus pechos fragantes Otra manzana
para las épocas de lluvia.
6. A la doble que soy
Hay fotografías en las que no me
reconozco.
Mi yo cobarde al mirarlas
me obliga a pensar que existo en una
sola
y no en la suma de quien soy
con esa otra que me suplanta en la
imagen.
Cuesta creer que la desconocida
también soy yo
esa mujer suspendida y fea
con un rostro que sin ser mío no es
ajeno.
Entender el mundo bien puede ser
eso:
aceptar que soy esa a quien
desconozco.
7. Cantor
El cántaro que resbala de las manos
del muchacho
se hace trizas
y surge una extraña música de
ensueño
Dicen que al romperse
escapó el espíritu del cantor
Desde entonces
las manos del muchacho y sus labios y
su pecho
les sirven de refugio
Su voz y sus canciones
habitan cómodos su nuevo cántaro
de carne y hueso.
8. 10
Un dios
con las manos sucias
te entrega la primera botella.
Un demonio con las alas
perfumadas
te sirve el último trago.
Y después se van
y te dejan solo. Solo. Solo.
Y debes empezar a pagar sus
servicios.
Y sólo cuentas con monedas
herrumbrosas
y además falsas
sin que tú sepas que lo son.
Y al desprenderte de ellas
se te gangrenan las entrañas.