El documento describe el viaje que hizo Le Corbusier a Oriente en 1911 y cómo influyó en su obra arquitectónica posterior. Menciona varias inspiraciones que tomó de este viaje, como monasterios cartujos, el Partenón griego, y colmenas de abejas. También analiza cómo estas influencias se reflejaron en sus conceptos de "unidad de habitación" y en ver la arquitectura como un sistema funcional similar a una colmena o ciudad flotante.
2. A propósito de la última conferencia en la que
se dijo que viajar es “trasladarse en uno
mismo” recordé uno de los viajes que hizo Le
Corbusier a Oriente y que tanto influyó en su
obra.
Durante el año 1911 Le Corbusier acometió un
gran viaje de 6 meses, viaje de carácter
formador, lleno de esa curiosidad innata que
el poseía y que lo llevó por los Balcanes,
Grecia y Turquía para regresar a través de
Italia a su Suiza natal.
En dicho viaje fue tomando notas y relatando
experiencias, plasmadas en unos escritos que no
verían la luz hasta 1965 en el que se publica un
libro llamado “Viaje a oriente”
En este libro, Le Corbusier relata cientos de
experiencias, comentarios, dibujos… que fueron
en cierto modo inspiradores de obras
posteriores y que a simple vista no se encuentra
relación… las ideas no salen de la nada.
Por ejemplo, una de las fotos tomadas
durante este viaje, jamás comentada por el
3. Se observa su similitud tanto formal como
funcional: doble planta, terraza sobre el
habitáculo inferior, cocina (hogar)
centran, formas rectangulares simples.
Otra referencia es la del Partenón, obra que Le
Corbusier exaltó y cuyas correcciones utilizó
también en la ejecución de las unidades de
habitación, en lo referente a sus “pilotis” de
apoyo del conjunto.
Importante es también su cita del libro “Viaje a
oriente” del monasterio cartujo de
Ema, citando textualmente: “Cada casa tiene de
este modo su propio patio, y la intimidad es tan
4. La cartuja es el organismo arquitectónico que
Cartuja de Cazalla
mejor respuesta da al problema de la vida
comunitaria, austera, del fraile. Por ello Le
Corbusier pretende extrapolar es perfecta
organización y su pulcra funcionalidad a la
unidad de habitación. Reflejo de una admiración
(siempre presente en su obra ) por la
racionalidad y el orden que imperan en este
tipo de comunidades autárquicas.
5. La admiración de Le Corbusier por los insectos
y sobre todo por los himenópteros (insectos
sociales como hormigas y abejas) era
manifiesta. Si observamos una colmena apícola
no nos podríamos sustraer a la tentación de
establecer un paralelismo entre esta y la
unidad de habitación, tanto desde un punto de
vista formal como funcional. Es lo que
denominaremos la metáfora de la colmena.
Ya en su libro “Viaje a oriente” aparece en una
foto una colmena de las que también se
estilaban en centroeuropa. La colmena consistía
en unas plataformas fijas a base de pilares
verticales y bandejas horizontales sobre las
que se colocaban las colmenas formando
6. la Escuela de Chicago, Le Corbusier propone una
diferencia entre la estructura o plataforma
sustentante y la vivienda que eventualmente se
va a construir, “insertar” en ella. ¿Es la unidad
de habitación una extrapolación inmensa de una
colmena?.
Otro aspecto que merece la pena destacar es el
modo en el que la colmena se sustenta: unos
pilares de madera la elevan sobre el matorral
aislándola de lo que en el suelo sucede... ¿Acaso
los “piloti” de Le Corbusier ?.
Durante el ejercicio de su profesión, Le
Corbusier concibió unos bloques de viviendas
abiertas a una especie de patios-balcones
individuales. El efecto de estos bloques era muy
similar al de las celdillas de un panal pero
rectangulares en vez de hexagonales.
Tampoco falta la justificación natural, higiénica
(ecológica?), para esta tipología. Los
alvéolos, dijo Le Corbusier, son “una toma de
aire: el inmueble respira”
En la siguientes figuras podemos apreciar, quizá
con más claridad, la similitud entre el sistema
7. Está clara la semejanza formal que llevo a
inspirar al arquitecto, pero... ¿y la similitud
funcional?.
Para Le Corbusier la colmena constituye un
ente perfecto, aislado y en equilibrio, basado
en reglas perfectas, que nadie transgrede. Como
en la división tayloriana del trabajo:
obreras, reinas, zánganos...
No obstante la fascinación que las abejas le
producían, Le Corbusier no promulga una
división de castas, sino esa perfección armónica
del conjunto, lo que se plasmaría en las
dotaciones, servicios y posibilidades que la
unidad de habitación propone como elemento
autárquico, como edificio-máquina; como el
mismo dijo: “constituir una comunidad cuya
gestión aportará aquí también la libertad por
8. las dimensiones o materiales del mismo, estaba
íntimamente ligado a la convicción del
advenimiento del “hombre nuevo“.
Es esta fe milenarista en la transformación
inminente del género humano lo que explica su
interés por la dom-kommuna soviética , que
había descubierto en los años veinte a través de
la obra de Ginzburg y Milinis .Esta
revelación, junto con la de la tipología puesta
a punto por el grupo de investigación del
Stroikom de Ginzburg, dio una dirección
totalmente nueva a sus ideas en torno a la
vivienda de masas, porque de repente tomó
conciencia de la insuficiencia, en adelante
comprobada, del apilamiento de unidades
habitación funcionales para clases medias en
edificios neo-haussmannianos, a pesar de su
poessis purista y de la precisión de su
ensamblaje. El verdadero desafío lo veía ahora
en el desarrollo de lo que los soviéticos
llamaban el “nuevo condensador
social”, concebido como la actualización
9. El paquebote (Del inglés «pack-boat», barco
correo —de paquetes—Embarcación que hace
servicio de pasajeros o de correspondencia
entre dos puertos) con su cuidado diseño
interior, fascino a Le Corbusier.
El paquebotes y su evolución el trasatlántico
constituía la máxima expresión de la industria
naviera. Concebidos como pequeñas ciudades
autónomas que como tal tenían que funcionar en
medio del océano, estaban formados por una
superestructura de varios pisos, en los que se
localizan, abajo de la cubierta principal, las
máquinas y las bodegas y en los superiores, que
están sobre esa cubierta, los camarotes, los
salones de recreo y baile, las
piscinas, etcétera, dejando una cubierta al aire
11. En plena época mecanicista, con la fe puesta en
la capacidad del progreso técnico para
facilitar las comodidades inherentes a la vida
moderna, el transatlántico es el prototipo
ideal de organismo colectivo, como plasmaría
Le Corbusier en un plano que realizó en su
estudio, y que se muestra en la siguiente figura.
Sus dimensiones, unos 240m de eslora y 25m de
manga, su cuerpo central formado por
camarotes y salones, relacionados a través de
corredores y escaleras, y conviviendo en un
solo volumen; el adecuado diseño racional del
mobiliario integrado en el camarote; la
liberación dl plano superior de la cubierta
destinada al esparcimiento y el deporte y el
12. No olvidemos tampoco su Asile Flottant de
lÀrmée du Salut, proyecto de 1929 consistente
en una barcaza que en invierno servía de refugio
a vagabundos y prostitutas y en verano d
esparcimiento para los niños de París.
El pabellón Suizo fue el primer proyecto
importante donde Le Corbusier pudo
experimentar estas cuestiones. A pesar de su
carácter tan solo parcialmente residencial, es
un edificio clave en el proceso de gestación de
la unidad de habitación y constituyó un
auténtico banco de pruebas de algunas
cuestiones y soluciones claves, y
posteriormente confirmadas en el proyecto de
la “unité”: acceso mediante corredores
longitudinales a piezas dispuestas de modo