40. … y regresaron a sus hogares para seguir con sus vidas y quehaceres.
41. LO QUE PASÓ: En pocas jornadas de trabajo, algunas mujeres de las lomas de Soacha olvidaron el quehacer cotidiano, se acercaron a los libros, compartieron momentos de creación con sus hijos y, sobre todo, descubrieron que ellas también pueden ser protagonistas de sus propias historias. Ahora ellas saben que leer y escribir no es sólo para los demás y que sus posibilidades de participación social se han fortalecido.
42. LO QUE SIGUE: Esto nadie lo sabe. La vida en la comuna es dura. La violencia y la pobreza se dejan sentir a cada instante. Con unas intervenciones efímeras y superficiales, que apenas rasguñan la inercia de lo cotidiano, no se puede hablar de cambios de las condiciones socio-económicas. Sin embargo queda la esperanza de que estas mujeres que vivieron la experiencia tendrán mejores herramientas a la hora de enfrentarse con las dificultades ciudadanas.
43. Posiblemente ya no se sentirán tan vulnerables y pequeñas cuando lleguen a las oficinas públicas llenas de funcionarios que no levantan las miradas de sus papeles, ni cuando intenten hacer valer sus derechos en los hospitales, ni cuando se vean enfrentadas a mil casillas incomprensibles a la hora de inscribirse en la seguridad social. Algunas vecinas quizás crezcan como líderes comunitarias y alguna, por qué no, se convierta en empresaria, abriendo su propio negocio de manualidades hechas en casa. Las necesidades son demasiado grandes. Sólo se puede desear que algo quede sembrado, que en alguna de estas familias el gusanillo de la palabra escrita eche raíces y perdure.