1. LA PALABRA ES VIDA
La vida que nace del Evangelio para cada semana …
CÁRITAS DIOCESANA DE ALCALÁ DE HENARES
Bautismo del Señor. Evangelio (Mateo 3, 13-17). 12 de Enero 2014.
Fue Jesús desde Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara.
Pero Juan intentaba disuadirlo diciéndole: “Soy yo el que necesita que tú me
bautices, ¿y tú acudes a mí?”. Jesús le contestó: “Déjalo ahora. Está bien que
cumplamos así todo lo que Dios quiere”. Entonces Juan se lo permitió. Apenas
se bautizó Jesús, salió del agua; se abrió el cielo y vio que el Espíritu de Dios
bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una voz del cielo que
decía: “Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto.
El último de la fila
¡La que has armado, Señor, entrando en nuestra fila! Juan llevaba ya tiempo anunciándote:
“El Reino de Dios está cerca”. Y tú, por fin, llegas. Juan está predicando la conversión y
administrando un “bautismo de penitencia”. La gente que quiere bautizarse, va entrando en la
fila: personas sencillas, publicanos, prostitutas, algún que otro soldado… Y llegas tú, el
“Esperado”.
Pero se produce un hecho inesperado: tú, en lugar de llegarte a Juan, presentarte y decirle:
“Déjame el lugar, que yo proseguiré la tarea”, te quedas un tiempo observando, escuchando;
y después vas y te colocas, en silencio, detrás del último de la fila; y así avanzas, despacio,
entre la gente.
Cuando llega tu turno, Juan te reconoce; y se para en seco.
Es el cambio. Tu cambio. El que vienes produciendo en nuestros esquemas mentales desde
que llegaste. Te esperábamos por una puerta, y te cuelas por otra; te teníamos reservado un
sitio en la presidencia de nuestras fiestas, y tú te presentas disfrazado de siervo; pensábamos
que empezarías en seguida a poner las cosas en su sitio, y te pasas treinta años como
escondido, dejando que todo siga igual –igual de mal- que estaba. Y ahora, cuando llega el
momento de darte a conocer, llegas y te pones en la cola de los que van a arrepentirse de sus
pecados; y te dispones a recibir un bautismo que no te sirve de nada…
Se ve clara tu intención: quieres indicarnos, desde el principio, el estilo que piensas imprimir a
tus tareas de Redentor, los cauces por los que discurrirá tu presencia entre nosotros. No te
presentas mandando, sino sirviendo; no llegas imponiéndote, sino ofreciendo tu salvación a
quien la quiera.
Y, para que quede claro que no obras por tu cuenta y riesgo, el Padre y el Espíritu se hacen
presentes cuando, una vez bautizado, sales del agua. Sales del agua y allí está la voz del
Padre. Y allí está la paloma del Espíritu, posándose sobre ti. Todo tú, en Trinidad prefecta son
el Padre y el Espíritu, manifestándose ante los ojos asombrados del último de los profetas.
Todo tú, abajo también, saliendo del agua, hecho un hombre más entre los hombres,
empezando un camino –que no va a ser fácil- de servicio, de compasión hasta la muerte, para
intentar salvar hasta el último de tus nuevos hermanos.
Bajando tú, nos has hecho a nosotros capaces de subir: de salir del agua revividos,
reconstruidos; y de oír la voz del Padre: “Este es –también- mi hijo”; y sentir en nosotros la
fuerza del Espíritu. Libres, por fin, Hijos, en el Hijo. En Paz.
PARA TU REFLEXIÓN Y COLOQUIO:
¿Tienes algún momento para pensar qué fue tu bautismo?
¿Cómo lo ves ahora al espejo del propio Jesús?
¿Cómo ves el compromiso del Bautismo desde este “último de la fila”?
Publicado por LMV en http://erealcala.blogspot.com por el Departamento de Jóvenes de Cáritas Diocesana de Alcalá de Henares.