Este documento es una meditación sobre la oración "Alma de Cristo" de San Ignacio de Loyola. Consiste en una serie de peticiones dirigidas a Jesús en las que se le pide que escuche al autor. A lo largo de las oraciones, el autor expresa su necesidad de perdón, fortaleza y consuelo, y confía en la bondad y misericordia de Jesús para escucharlo y responder a sus súplicas.
3. Oh buen Jesús, sólo Tú bueno,
sólo Tú todo bueno,
sólo Tú siempre bueno;
pues, oh buen Jesús, escúchame.
4. Oh buen Jesús, que hasta mi
misma maldad vista por Ti
mejoras, escúchame.
5. Oh Jesús, bueno con todos:
con los pecadores,
con los enfermos,
con los discípulos,
con los pobres y humildes,
escúchame.
6. Oh Jesús, bueno en tus juicios,
bueno en tus palabras,
bueno en tus obras, escúchame.
7. Oh buen Jesús, por mí nacido, por mi viviendo
oculto,
por mí fatigado, por mí humillado,
por mí crucificado y por mí muerto,
escúchame,
tengo mucho que agradecerte.
8. Oh Buen Jesús, por mí nacido,
por mí viviendo oculto,
por mí fatigado, por mi
humillado,
por mí crucificado
y por mí muerto, escúchame,
tengo mucho que agradecerte.
9. Oh buen Jesús, todo amable
y deseable, esperanza del alma
que por Ti suspira y anhela;
dulzura de mi corazón,
escúchame, tengo mucho que
alabarte.
10. Oh buen Jesús,
escondido por mí en el Sagrario
para oírme siempre,
escúchame, tengo mucho que
decirte.
11. En medio de las voces que resuenan en mi
corazón:
Voces del pasado que me remuerde e
inquieta,
voces del presente que me entristece y
turba,
Voces del futuro que me intimida y asusta,
Pues, oh buen Jesús,
en medio de esas voces escúchame.
12. Cuando mi corazón clame a Ti en la
angustia;
Cuando mis labios te invoquen en la
tentación;
Cuando lágrimas te dirijan la súplica
más sincera de mi alma, entonces,
oh buen Jesús, escúchame.
13. Cuando en vano llame a los que no
quieren escuchar ruegos y gemidos.
Tú, oh buen Jesús, escúchame.
14. Cuando engañado llame a quien no puede
llenar el vacío de mi corazón, ni responder
a mi amor,
Tú, oh buen Jesús, a quién sin saberlo
llamo en mis desvaríos, escúchame.
15. Cuando mis pecados
y mis tibiezas,
cuando mi miseria y
pequeñez, cuando mi ligereza
e ingratitud pudieran
moverte a no oír mis súplicas,
y no socorrer mi miseria, y
no levantar mi debilidad,
que entonces,
oh buen Jesús, tu bondad,
sola la bondad de tu divino
Corazón, único apoyo en mis
súplicas, te mueva a
escucharme.
17. Tú, que escuchaste a la
mujer cananea entre el
desaire de tus
apóstoles.
18. Tú, que escuchaste al
ciego de Jericó entre
el alboroto de la
muchedumbre,
para abrir los ojos.
19. Escúchame: yo necesito
más luz que el ciego de
Jericó,
más perdón que el buen
ladrón,
más socorro que la mujer
cananea,
más compasión que los más
afligidos y miserables.
24. Tú quieres escucharme pues ve que:
Tengo razón en mis quejas, porque
sufro;
Tengo razón en mis súplicas, porque soy
pobre;
Tengo razón en mis desahogos,
porque soy hombre.
25. Pues, oh buen Jesús,
escúchame.
Y que mi voz de desterrado
responda tu palabra
de promesas eternas.
26. Y a mi voz de
arrepentido
responda tu
palabra de perdón.
27. Y a mi voz de
cansancio
y decaimiento
responda tu palabra
de fortaleza
y aliento.
28. Y a mi voz de frustración
y desengaño responda la
palabra de tu Verdad,
de tu Corazón, de tu
Cielo.
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Y que permanezcamos unidos en el amor a
Jesús.