La ancianidad puede ser una etapa de crecimiento espiritual si se descubre una nueva forma de mirar la vida a través de Cristo. Aunque el cuerpo decae, el espíritu puede madurar encontrando nuevos propósitos y superando las pérdidas a través de la fe, la esperanza y el amor. La vejez es una oportunidad para unirse más a Cristo y vivir el sufrimiento en comunión con él hasta la muerte.
4. La ancianidad está marcada
por estereotipo negativos
- cultura juvenilista
- hedonista
- eficientista
- triunfalista
- esteticista
5.
6.
7. sigue siendo responsable de su propia
existencia:
LO QUE YO NO HAGO NO LO HACE NADIE
La persona de la 3ra edad sigue creciendo…
8.
9. Es el sentido de la vida que se coloca en las
ondas largas del SER y no en las cortas del
TENER
Por aquí circula la
vida consagrada
como proyecto de
vida asumido en
profundidad
10.
11. “Estos son los años cimeros, el tiempo en que toda una
nueva vida está otra vez en ciernes. Pero el don de estos
años no se reduce a estar meramente vivos: es el don de
llegar a estar vivos con mayor plenitud que nunca”
(J. Chittister)
Es posible envejecer
“saludablemente” cuando se
descubre, no obstante el
decaimiento físico, un modo nuevo
de mirar la vida, el entorno y a sí
mismo, es decir, cambiar la mirada.
12. Mirar la vida con los ojos de la novedad que Cristo nos
ha regalado, y desde esta visión, más que un epílogo,
la ancianidad es un prólogo, es tiempo de plenitud.
… Durante toda la vida, y
particularmente al
comenzar esta etapa, se
requiere que la persona
cultive una actitud
creativa, constructiva,
optimista y llena de
esperanza, a través de
una continua
autoeducación y
formación permanente.
13. Envejecer es una tarea y una aventura que sólo termina
con la muerte, cargada de dificultades, no exenta de
riesgos.
Una experiencia cuyo color depende fundamentalmente
de las actitudes con que se afronta
“Si no le damos el sí, si no
nos entregamos a lo que la
naturaleza requiere de
nosotros, jóvenes o viejos,
perdemos el valor y el
sentido de nuestros días y
defraudamos la vida” (H. Hesse).
14. CAUSAS QUE LLEVAN A VER LA PROPIA VIDA
COMO ALGO CARENTE:
cansancio interior agravado
por la situación de dependencia
a que se ve sometido
La baja autoestima provocada por la pérdida - en la
jubilación - del “mundo”
La sensación de tedio, aburrimiento y hastío que
provoca la inactividad
incapacidad para realizar
viejos sueños, diferidos para el
tiempo de la jubilación.
16. El crecimiento del ser
humano es búsqueda
permanente
Se da en un
proceso
que no
termina
nunca
“Quien tiene un por qué
y un para qué de la
existencia,
encontrará
seguramente un cómo"
(Victor Frankl).
La clave es encontrar nuevos
propósitos para la vida en cada
nueva etapa…
17.
18. LÓPEZ QUINTÁS PROPONE EL CAMINO
DE LA ASCENSIÓN
camino del crecimiento, un camino de desidealización,
- de descentramiento del propio yo,
- de relativización de lo humano,
- de encuentro de nuevos por qué
y para qué
19. ir superando un
yo ilusorio,
narcisista,
omnipotente
para ir creciendo en
un yo más profundo
donde mora el
Espíritu de Dios
20. La baja autoestima se supera creando
tramas de actividades cargadas de ilusión
Para ir superando la dolorosa situación de dependencia,
descubrir que, si importante es saber cuidar a los demás, no lo es
menos aprender a dejarse cuidar, como lo es, amar y ser amado.
El aburrimiento se supera fomentando
la creatividad, en cualquiera de sus formas.
Para superar la desilusión de no poder
realizar deseos largamente acariciados
aprender a poner ilusión en las tareas que
ahora la vida permite realizar.
21. Las pérdidas, las desilusiones,
el desasimiento, las limitaciones,
que sufre la persona en esta etapa de su vida
constituyen la crisis
que transforma, ilumina y enriquece.
22. Son una especie de “pre-parto” para ir mirando la vida
con la mirada de Dios, para ofrecerle la mejor
respuesta de amor al regalo que Él hace a la persona,
que es la propia vida.
23. Se trata de convertir
la experiencia en
sabiduría y de
crecer en el
decrecer como
tareas sucesivas en
los últimos años.
24.
25. Toda la vida humana es un camino incesante
hacia la madurez
estar en camino,
no ser plenitud y caminar
hacia la plenitud
26. Es el drama de la vida humana que así expresa
San Agustín:
“DESCANSAREMOS EN TI
EL SÁBADO DE LA VIDA ETERNA”
El proceso espiritual lleva en su entraña
la ley del crecimiento espiritual continuo
27. toda persona debe y
puede hacer fructificar los
dones recibidos de modo
progresivo bajo la acción
del Espíritu Santo
La vida espiritual va unida a aquel continuo
trabajo sobre sí mismo a lo largo de la
infancia, de la adolescencia, de la adultez y de
la ancianidad el hombre madura en el
tiempo mientras cambia de una edad a otra
28.
29. La vida humana es
un “capital” que se
consume día a día.
Como se consume
una vela, se va
agotando mientras
se quema.
30. La vida cristiana por el contrario, puede crecer
continuamente y esta está destinada a vivir eternamente.
La vida cristiana es un proceso sin interrupción salvo
cuando se interpone nuestra infidelidad, nuestro
pecado
La ancianidad es la etapa
culminante, aquella en la
que el Espíritu Santo está
terminando su trabajo, como
el artista que da los últimos
retoques al retrato, el rostro
de Cristo, único modelo de
todo discípulo.
31. La ancianidad es tiempo de
unirse más estrechamente a
Cristo crucificado y resucitado
Esta vida que crece se manifiesta sobre todo
a través de dos canales:
DIOS Y EL HOMBRE
En la ancianidad puede llegar a su madurez una
vida contemplativa
La ancianidad es tiempo del abandono: acepta lo
que el Padre le da con inmensa gratitud.
32. ¿Cómo superar el tiempo
de la enfermedad con todo
lo que acompaña la
longevidad?
La respuesta a este
interrogante llama en
causa no solo la
esperanza y el amor,
sino sobre todo las
raíces de la fe
33. Ante el problema del mal y del dolor Dios no
nos ha dado una explicación racional sino que
ofreció una solución vital, compartiendo
nuestra vida: cansancios, tristezas, esperanzas
y alegrías, angustias, dolor
y la muerte por los hombres…
“Mi alma está triste hasta la
muerte”.
34. Y la tristeza se transformó en gozo! Con su muerte en
la cruz, Jesús convierte la tristeza en gozo, el fracaso en
triunfo, la muerte en vid a, el dolor en amor.
Y este misterio debe
prolongarse en la
existencia
del creyente fiel:
tomar cada día la cruz
y morir con Él
para después
resucitar con Él
35. La vida del anciano enfermo se transforma
entonces en el sacerdocio del sufrimiento y
del dolor para contribuir a la santificación de la
Iglesia y del mundo
36. La ancianidad es el tiempo
de vivir la propia muerte
en Cristo.
En la tercera y
cuarta edad la
muerte se convierte
en la expectativa
del propio morir
más o menos
inminente.
37. El envejecimiento
es un ejercicio para
la muerte y a la vez
un dejarse penetrar
por la luz divina
que procura
resplandecer en el
interior del que
cree.
Para el cristiano no es simplemente
el fin de la vida.
Es un nuevo comienzo: aguarda la vida eterna.
38. Es la noche oscura
contra la cual
también Jesús tuvo
que reaccionar en
la agonía del
Getsemaní.
La muerte destruye siempre una experiencia
única e irrepetible; una persona que pensaba,
sentía, creaba y amaba se marcha hacia un
destino jamás experimentado.
39. El anciano, aproximándose la muerte, ha de
afrontar esta oscuridad
Gracias a la fe en la resurrección de Jesucristo,
el cristiano es capaz de dar el salto en el vacío.
Y de forma incomprensible entra en una nueva
relación de amor y comunión consigo mismo,
con los otros, con Dios.
40. La ancianidad
comporta el
crecimiento de la
fe y de la
esperanza, que
fortifican y
preparan el amor
eterno.
Vivida desde esta perspectiva, la
tercera edad y los años que le
siguen, adquieren una valencia
altamente significativa