1. A menudo en las revistas, programas de radio o televisión, blogs u
otros espacios comunicativos que frecuentamos en la vida cotidiana
nos encontramos con decálogos, textos estructurados y sencillos
con una clara función apelativa, en los que se nos ofrece una serie
de consignas orientadas a lograr un fin.
Ya vimos que para construir un buen decálogo conviene:
Elegir bien el tema, si es que se nos da la opción. Pensar en
algo que nos interese de verdad y sobre lo que hayamos ido
acumulando conocimiento y experiencia a lo largo de
nuestra vida. Si el tema nos viene impuesto, recoger buena
información sobre el mismo antes de lanzarnos a escribir.
Ordenar las ideas siguiendo un criterio que consideremos
adecuado y no agolpando las máximas según nos vienen a la
mente. (Como siempre podemos hacer primero una lluvia de
ideas y luego darle forma, decidir en qué orden vamos a
disponerlas).
Enunciar todos los puntos del decálogo siguiendo una misma
fórmula (infinitivo/imperativo, de tú/ de usted…) para que
resulte coherente.
Tratar de no repetir consignas formulándolas de otra manera
distinta. Si te faltan puntos hasta llegar a los diez consejos,
date un tiempo o entrevista a tus amigos y familiares para
conseguir nuevas ideas.
Repasar el texto bien antes de presentarlo. Esto es algo que
debemos hacer siempre, con cualquier tipo de texto o tarea. El
acabado es fundamental, rara vez un texto queda redondo
antes de hacerle unos retoques.