La integracion de las tic en las estrategias de cooperacion al desarrollo el caso español

Master de Estudios Contemporáneos de América Latina
ASIGNATURA DE SOCIEDAD DE LA INFORMACION Y EL CONOCIMIENTO EN
AMERICA LATINA.
LA INTEGRACION DE LAS TIC EN LAS ESTRATEGIAS DE COOPERACION
AL DESARROLLO: EL CASO ESPAÑOL Y SUS IMPLICACIONES PARA
AMERICA LATINA.

Por Francisco José Tomás Moratalla.
INTRODUCCION.
La integración de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) en las
estrategias de cooperación para el desarrollo de los países donantes es todavía
una asignatura pendiente tanto a nivel mundial como en el contexto de América
Latina. España es probablemente uno de los países cooperantes que presenta
mayores rezagos al respecto, lo que tiene importantes implicaciones para los
países y regiones que reciben la Ayuda Oﬁcial al Desarrollo Española, que pierden
un gran potencial para enfocar los recursos y capacidades técnicas españolas en
la reducción de la brecha digital. Lo anterior es especialmente importante para
América Latina, donde la Cooperación Española ha pasado a ser la primera
donante bilateral, con una importante presencia histórica y cultural que debería ser
mejor aprovechada. El presente ensayo realiza un breve recorrido por la
implantación de las TIC en América Latina, reﬂexionando sobre la brecha digital y
la sociedad del conocimiento en dicha Región. Se presenta después un pequeño
análisis sobre las difíciles relaciones entre el mundo de las TIC y la Cooperación al
Desarrollo. Por último se estudia hasta que punto las TIC han permeado las
acciones y el pensamiento estratégico de la Cooperación Española.

BRECHA DIGITAL, ODM Y SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO EN AMÉRICA
LATINA.
La Brecha Digital se puede entender como un término que "...señala las
diferencias en cuanto al acceso y uso de las aplicaciones de las tecnologías de la
información y las comunicaciones (TIC) entre individuos de un mismo país, o entre
diferentes países o regiones" (Chacón y Monge 2002: 9).
Según Harto de Vera, al referirnos a la brecha digital es necesario distinguir dos
dimensiones: La primera hace referencia a la brecha internacional relacionada con
los problemas clásicos relativos a "la difusión relativamente lenta e irregular del
progreso tecnológico desde los países de origen hacia el resto del mundo, así
como sobre la capacidad de actualización y la importancia de no quedar
demasiado rezagado" . La segunda dimensión es la de carácter doméstico y en
ella "el debate se centra en la inclusión universal, el crecimiento con equidad y la
aparición de una nueva forma de exclusión" (Harto de Vera 2009b: 7).
Ambas dimensiones de la "Brecha Digital" son de gran importancia en relación a
sus consecuencias, pues en el primer caso, como señala Harto de Vera, en
relación al informe de Desarrollo Humano del PNUD del 1999, está demostrado
que “Los logros en productividad obtenidos gracias al empleo de las TICS pueden
ahondar las diferencias en crecimiento económico entre los países más ricos y
aquellos que carecen de los recursos e infraestructuras para invertir en la
sociedad de la información" (Harto de Vera 2009a:2). En relación a la dimensión
doméstica, “La sociedad en red está creando sistemas de comunicación paralelos:
uno para aquellos con ingresos, educación y conexiones, proporcionando
información a bajo coste y alta velocidad; otro para aquellos sin conexiones,
bloqueados por las barreras del

tiempo, el costo, la incertidumbre y la

dependencia de la información obsoleta” (PNUD 1999: 63 en Harto de Vera 2009a:
2). Esta creciente “Brecha” plantea, además, del mismo modo que sucedió en
otros momentos de la historia con los avances tecnológicos, problemas en

términos de relaciones de poder y dominación. En este sentido, "las nuevas
tecnologías de comunicación, que levantaron la promesa de una nueva
democracia y una nueva igualdad social, han creado de hecho nuevas líneas de
inequidad y exclusión, en los países dominantes y especialmente fuera de
ellos" (Hart, Negri 2000: 260).
Las repercusiones de la doble dimensión de la "Brecha Digital" para América
Latina son especialmente relevantes. Desde la perspectiva internacional la Región
sigue presentando características de un modelo económico dependiente de los
principales centros de desarrollo mundial y en este sentido las TIC lejos de
contribuir a reducir la dependencia, pudieran ayudar a aumentarla. Desde la
perspectiva doméstica, América Latina sigue siendo la Región más desigual del
mundo. Por ejemplo "la desigualdad de ingreso en ALC medida por el coeficiente
de Gini es 65% más alta que en los países de ingresos altos, 36% superior a la
observada en los países de Asia oriental y 18% más alta que en el África
Subsahariana (López- Calva y Lustig, 2010, en PNUD 2010: 17). Si lo vemos
desde la perspectiva de los ingresos per cápita de los hogares, "10 de los 15
países más desiguales del mundo pertenecen a esta región" (UNU/WIDER, 2007,
en PNUD 2010: 17). Partiendo de éstos altos niveles de desigualdad es lógico
pensar que la brecha digital también pudiera contribuir a aumentar las brechas
socioeconómicas existentes, si tenemos en cuenta los otros dos rasgos que
caracterizan la desigualdad en América Latina y el Caribe: su persistencia y que se
reproduce en un contexto de baja movilidad (PNUD 2010: 16). Es por ello que
siguiendo lo planteado por Acevedo, se puede concluir que "La llamada ʻbrecha
digitalʼ se manifiesta como una nueva brecha de desarrollo" (Acevedo 2004: 1),
con repercusiones que abarcan una enorme y creciente multiplicidad de ámbitos.
Los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) incluyen, en su Objetivo Octavo
para "Fomentar una asociación mundial para el desarrollo", una meta específica
relacionada con las TIC. Este hecho pone de manifiesto la importancia que han
cobrado las TIC en materia de desarrollo humano. En concreto la meta 8F

establece que se buscará "En colaboración con el sector privado, velar por que se
puedan aprovechar los beneﬁcios de las nuevas tecnologías, en particular de las
tecnologías de la información y de las comunicaciones" (NNUU 2010). A este
respecto se proponen tres indicadores para medir el avance en dicha meta, a
saber: "Líneas de teléfono por cada 100 habitantes, Abonados a teléfonos
celulares por cada 100 habitantes, y Usuarios de Internet por cada 100
habitantes" (NNUU 2010). Si bien dichos indicadores se centran de manera
excesiva en los aspectos cuantitativos del avance de las TIC, sin considerar a su
vez posibles mediciones de carácter cualitativo, permiten medir, al menos
parcialmente, los avances en esta materia.
En relación a los ODM y las TIC, la CEPAL señala que "América Latina y el Caribe
no sólo se encuentra rezagada respecto a otras regiones del mundo, también
presenta notorias desigualdades entre países. Los tres indicadores considerados
para evaluar la meta 8F se sitúan por debajo del nivel alcanzado por los países
desarrollados, las brechas en materia de telefonía ﬁja y móvil se han cerrado, en
especial gracias al acelerado progreso de la telefonía celular, pero es notoria la
divergencia creciente en la cantidad de usuarios de internet que separan la región
con este grupo de países" (CEPAL 2010: 9).
Si el análisis lo realizamos desde una perspectiva cualitativa también se evidencia
el atraso de la Región pues, "las principales áreas de interés de quienes se
conectan en América Latina son los servicios de información general y
entretenimiento, el envío de mensajes instantáneos o el correo electrónico. Las
transacciones por red son muy limitadas" (Harto de Vera 2009b: 15). En este
sentido otro de los desafíos para América Latina, junto con el de acortar la brecha
digital, es del de conseguir transitar de la incipiente “Sociedad de la Información” a
la “Sociedad del Conocimiento”. En este sentido, frecuentemente damos por
supuesto que los avances tecnológicos en el acceso y disponibilidad de la
información nos brindan, al menos en potencia, la capacidad de generar mayores
y mejores conocimientos de utilidad para nuestras vidas. Sin embargo, la

posibilidad de acceder, con mayor facilidad, a mayores cantidades de información,
no implica necesariamente una mayor capacidad de creación de conocimiento,
sino que pudiera suceder todo lo contrario. Como bien señala Montuschi “El mero
acceso a cantidades cada vez mayores de datos y aun de información no asegura
por sí mismo el crecimiento del conocimiento. Por un lado, buena parte de esos
datos pueden ser (sin duda son) de aquellos que se escurren entre los intersticios
y, además, resulta posible que la cantidad de tiempo que insume el navegar en
medio de tan impresionante caudal para poder desechar lo que no sirve reduzca
en forma considerable el tiempo disponible para pensar y elaborar lo que sí
sirve para agregar al conocimiento existente” (Montuschi 2008: 28).
Como señala Harto de Vera, la clave de esta necesaria transición de la
información al conocimiento, se encuentra, en la formación y educación del
“Capital Humano”: “…la importancia de las telecomunicaciones y las tecnologías
de la información no puede deslumbrarnos tanto como para que ignoremos el
papel que desarrolla en todo este proceso el capital humano. En efecto, el
desarrollo de las TIC es sólo posible en la medida en que existan recursos
humanos capaces de generar conocimiento, de concebir aplicaciones del mismo,
de utilizar las innovaciones que se van produciendo y de impulsar nuevas formas
de organización y relación” (Harto de Vera 2010: 8) y en este sentido es necesario
reconocer que América Latina se encuentra todavía muy rezagada.
En relación al “Capital Humano” y la educación, es claro que los modelos
educativos modernos deben centrarse, hoy más que nunca, en el desarrollo de las
herramientas que permitan dotar a los “educandos” de una “conciencia y
pensamiento crítico”, tal y como defendía el gran pedagogo brasileno Paulo Freire
(1969) , frente a la avalancha de información que nos brindan las TIC. Sólo estas
habilidades para discernir, que son la esencia (etimológica y práctica) de la crítica,
permitirán la creación del conocimiento genuino al que aspiramos. Lo anterior
parece especialmente importante en el contexto Latinoamericano pues a la
amenaza que supone la creciente brecha digital, le tenemos que añadir las

deficiencies que presentan los modelos educativos en terminos “liberadores” como
señalaba en su día Mons. Oscar Arnulfo Romero: “Tenemos que criticar que la
educación, por lo general en América Latina, no corresponde a la necesidad de
unos pueblos que buscan su desarrollo. Es una educación que tiene un contenido
abstracto, formalista, una didáctica más preocupada de transmitir conocimientos
que de crear un espíritu critico” (Romero 1978).
En todo caso, pese a los problemas, parece claro que tanto los avances
cuantitativos como cualitativos en relación al aprovechamiento de las TIC para el
desarrollo humano son notables, si se tiene en cuenta la propia capacidad de
expansión de las TICs, así como el poco tiempo transcurrido desde que la
comunidad internacional se comprometiera a alcanzar las Metas del Milenio. Sin
embargo, siguiendo lo planteado por Acevedo, todavía queda mucho camino por
recorrer pues "para muchas personas conocedoras del uso de estas nuevas
tecnologías en el ámbito del desarrollo y la cooperación, el avance ha sido lento,
insuficiente, esporádico y, desde luego, carente de estrategia o planificación".
(Acevedo 2004: 1).
En el caso de América Latina, hay que destacar que la falta de estrategia y
planificación también se presenta por el lado de las propias sociedades y
gobiernos de la Región. Como señala Valenti, "en la mayoría de los países no se
percibe una estrategia clara al respecto, más bien se perciben una serie de
impulsos motivados en gran medida por la moda de la Sociedad de la Información
o de la Nueva Economía" (Valenti 2002). La falta de estrategia lleva aparejada,
como el mismo autor propone, tres consecuencias lógicas: No hay un suficiente
impulso al desarrollo del entorno económico, social y tecnológico que favorezca la
expansión de las TIC, la participación de los usuarios en el proceso de
planificación y desarrollo existente al respecto es deficiente y por último existen
muy bajos niveles de generación de contenidos adaptados a las exigencias y
características de los países de la Región (Valenti 2002).

Siguiendo lo planteado por Harto de Vera, "La experiencia disponible sugiere que
a pesar de la capacidad de expansión de las TICS, sin una adecuada estrategia
de promoción la brecha digital existente entre el Norte y el Sur con toda seguridad
aumentará" (Harto de Vera 2009a: 13). En este sentido cobra especial relevancia
el papel que pueda jugar la Cooperación Internacional al Desarrollo para eliminar
la creciente brecha digital, especialmente en aquellos países y regiones del mundo
que presentan mayores desigualdades, como es el caso, ya señalado, de América
Latina. Se hace necesario, por tanto, que "se pongan en marcha políticas e
iniciativas destinadas a reducir y eliminar la brecha digital como parte de los
programas de Cooperación y Ayuda al Desarrollo. Lejos de ser un lujo, el acceso a
la información se ha transformado en un elemento esencial para sectores como la
educación o la sanidad." (Harto de Vera 2009a: 13).
TIC Y COOPERACION AL DESARROLLO.
Pese a la importancia que han alcanzado las TIC durante los últimos años y su
progresiva consideración en los procesos y debates sobre el desarrollo y la
cooperación, "el discurso sobre los beneﬁcios de las TIC en el marco del
desarrollo supera con creces a la práctica". (Acevedo 2004: 1).
Sin duda es preocupante la poca implantación de las TICs en los programas de
desarrollo de los donantes y la nula presencia de este tema en los esquemas de
pensamiento avanzado sobre Cooperación al Desarrollo. Como señala Rischard,
en un análisis realizado por el Banco Mundial (BM) para medir los distintos niveles
de esfuerzos en la integración de las TIC entre las principales agencias de
desarrollo, los avances realizados hasta la fecha son escasos y no siempre de
buena calidad. De los tres niveles de integración de las TIC, propuestos por
Rischard: a) Soluciones de desarrollo temáticas (o tópicas) por sector en el que se
coopera, b) Programas de desarrollo orientados especíﬁcamente al tema de las
TIC, y c) Pensamiento avanzado sobre el desarrollo; sólo se obtienen resultados

medianamente satisfactorios en el primer nivel (Rischard, 2003, en Acevedo 2004:
8).
Las razones para la poca implantación de las TIC en las agencias de desarrollo y
sus programas son variadas y van desde la falta de recursos o equipos dedicados
a las TIC, hasta la deficiente comprensión del nuevo paradigma que supone la
economía basada en el conocimiento (Rischard, 2003, en Acevedo 2004: 8). En
este sentido, como señala Rischard, es claro que una mayor integración de las
TIC en este particular sector, implicaría una reforma sustancial en la manera de
hacer y entender la cooperación al desarrollo. Este cambio sin duda choca, en el
caso de plantearse, con resistencias por parte de los propios técnicos que
coordinan la cooperación (Rischard, 2003, en Acevedo 2004: 8), para los que, en
muchos casos, el dilema entre "TIC y salud", o "TIC y Necesidades Básicas" debe
resolverse a favor de las segundas. Cuando se plantea dicha disyuntiva, en
realidad nos hacemos eco de un debate ya clásico sobre la importancia o prioridad
relativa de las TIC para el desarrollo. Siguiendo la tesis y argumentaciones de
Acevedo, este debate se nos antoja falso por diversos motivos: En primer lugar se
mezclan necesidades con herramientas, pues las TIC son herramienta que puede
ayudar a safisfacer las necesidades básicas, pero no pueden plantearse como una
alternativa frente a éstas; En segundo lugar, existe una simplificación insostenible
en la disyuntiva “TIC versus necesidades básicas” ya que ignora que en los
procesos de desarrollo, las acciones sobre un área tendrán efectos sobre otras.
En este sentido se trata de abordar ambos aspectos al mismo tiempo pero
estableciendo prioridades adaptadas a los distintos contextos y realidades. En
este sentido los países en desarrollo, si bien tienen que atender las urgentes
necesidades básicas de su población (educación, alimentación, salud, energía,
etc) que son plataforma indispensable para poder aprovechar las ventajas de las
TIC, no deben descuidar las oportunidades y amenazas que presenta el
importante tema de la expansión y evolución de las TIC a nivel mundial. Es claro
que el proceso de implantación y desarrollo de las TIC, auque incipiente, si lo
vemos a escala planetaria, no se va a detener, sino que aumentará de manera

exponencial en los próximos años abarcando cada vez más ámbitos y realidades.
En este sentido sería absurdo pensar en una especie de “aislamiento voluntario”
que aunque posible como decisión personal, grupal, regional o nacional, es poco
factible cuando todo parece avanzar en la dirección contraria. Del mismo modo
que ocurrió en el pasado con otras revoluciones en el ámbito tecnológico, los
avances se van a consolidar e imponer con el tiempo y los países o individuos que
queden fuera de ellos se encontrarán en una posición de desventaja y
subordinación, en términos de poder, frente a quienes si dominen estas nuevas
tecnologías. Por último “el desarrollo humano precisa de información y de su
conversión a conocimiento. Las TIC ayudan a conseguir, procesar, analizar,
almacenar y (hoy más que nunca) a comunicar la información. No se concibe el
desarrollo humano (tanto en su conjunto como desagregado en sus componentes,
como salud) sin información. Por tanto, siempre que las herramientas
ʻinformacionalesʼ (sea un ordenador o una imprenta) no disminuyan opciones o
reemplacen otros recursos de mayor eficacia para obtener opciones, deben ser al
menos ser consideradas”.(Acevedo 2004: 2). Parece claro entonces que, pese a
las dificultades en su implantación en el ámbito de la cooperación al desarrollo,
las TIC son instrumento imprescindible para avanzar en la consecución de
mejores niveles de desarrollo.
Un buen ejemplo de las dificultades que presenta la inclusion de las TIC en los
esquemas de la cooperación internacional para el desarrollo lo constituye el nuevo
Plan Director de la Cooperación Española que analizamos a continuación.
LAS TIC Y EL PLAN DIRECTOR DE LA COOPERACIÓN ESPAÑOLA
2009-2012.
La importancia de España como donante bilateral en América Latina no ha dejado
de crecer. Para el año 2008 España alcanzó la primera posición en Ayuda Neta,
con 1976 millones de US$ que supusieron el 21% del total, seguido de Estados
Unidos, con el 20, la Unión Europea con el 12% y Alemania con el 9% (CADOCDE 2010). Aunque España superó a Estados Unidos durante el 2008, si se

considera el promedio de los años 2006-2008 todavía ocupa una segunda
posición con el 23% de la Ayuda frente al 31% de los Estados Unidos (CAD-OCDE
2010). En todo caso durante ese mismo período España fue el país que dedicó un
mayor porcentaje de su ayuda total a América Latina, el 45%, frente al 16% de
Canada, que ocupó el segundo lugar (CAD-OCDE 2010). Sin duda las razones
históricas y culturales son la base que explica el alto porcentaje de la Ayuda Total
española dedicada a la Región. Estos buenos datos de la Cooperación Española
con la Región contrastan con la escasa importancia de la ayuda de España
destinada al sector CAD de “transporte y comunicación” que es donde se entiende
se incluye, de manera principal, el ámbito relativo a las TIC. Para el año 2008
España había dedicado el 0,1% del total de su ayuda en América Latina a este
sector, frente al 2,4% promedio del resto de donantes y al 8,7% de los donantes
multilaterales.
Junto al aspecto financiero, el primer esfuerzo ordenado y sistemático por parte de
España para impulsar el uso de las TIC en su cooperación exterior lo constituye la
“Guía Para la Integración de las TIC en la Cooperación Española”. La Guía fue
elaborada por la Dirección General de Planificación y Evaluación de Políticas para
el Desarrollo de la Secretaría de Estado de Cooperación Internacional (SECI), del
Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación (MAEC) en el año 2006. Si bien la
Guía, como su propio nombre indica, no constituye un documento de carácter
normativo o estratégico, de obligado cumplimiento para los diversos actores de la
Cooperación Española, tanto públicos como privados, sí supone una “base
ordenada para la acción y el debate” (MAEC 2006: 8).
La iniciativa para la elaboración de la Guía se plantea en el Plan Director (PD) de
la Cooperación Española 2005-2008 que contiene varias referencias al papel de
las TIC en la cooperación. Los Planes Directores son el principal documento de
planificación estratégica de la Cooperación Española. El PD 2005-2008 dedica un
apartado del Capítulo 8, referido a la “Calidad de la Ayuda”, a las TIC. En el mismo
se indica que “Se valorará la utilidad de las TIC como herramienta al servicio de

los objetivos planteados en los distintos sectores estratégicos prioritarios. Con ello,
se responderá, además, al requerimiento ﬁjado en la meta 18 del ODM 8, “Hacer
accesibles, en colaboración con el sector privado, los beneﬁcios de las nuevas
tecnologías, en especial de la información y las comunicaciones.ʼ Además, se
elaborará una guía para la introducción de las TIC en las actuaciones de la
Cooperación Española.” (MAEC 2005:115).
La Guía propone una seríe de “Acciones y Productos Para Impulsar la Integración
de las TIC” en dos ámbitos: En el de la Agencia Española de Cooperación
Internacional para el Desarrollo (AECID) y/o la SECI; así como en el del propio
Sistema de la Cooperación Española. En el primer caso se plantea propone
impulsar tanto la dimensión interna como externa. En relación a la dimensión
interna la Guía señala una serie de acciones a emprender: 1. Formación general
sobre las TIC para el personal de la AECI, 2. Diseño de una arquitectura
informacional corporativa (AECI-SECI), 3. Formulación e implantación de una
estrategia de gestión del conocimiento, 4. Implantación de e-servicios de la AECI,
5. Las TIC para el marketing, visibilidad y manejo transparente de la Cooperación
Española, 6. Establecimiento de estándares tecnológicos, 7. Diseño de
plataformas y formatos de información. En cuanto a la dimensión externa la Guía
propone: “8. Formación sobre manejo de la información y aplicación de las TIC en
el desarrollo/cooperación, 9. Formación online (e-learning) de la AECI-SECI, para
personal, proyectos, etc, 10. Documento de estrategia de la Cooperación
Española sobre TIC y Desarrollo, 11. Establecimiento de redes de personal y
proyectos, 12. Asistencia especializada sobre TIC para el Desarrollo en la AECISECI, 13. Apoyo a proyectos de cooperación que integren TIC”. En relación al
segundo caso, se propone trabajar en: “14. Portal web de la Cooperación
Española, 15. Comité informal sobre TICxD de la Cooperación Española, 16.
Investigación sobre TIC y Desarrollo, 17. Promover la celebración de conferencias
o encuentros públicos” (MAEC 2006: 18).

Si bien la Guía y en menor medida el PD 2005-2008, señala el desafiante camino
a recorrer para lograr una adecuada integración de las TIC en el trabajo de la
Cooperación Española, una primera lectura del PD 2009-2012 evidencia que éste
no ha estado a la altura del desafío planteado.
El PD está organizado en cinco apartados, que analizaremos a continuación,
desde la perspectiva de la inclusión de las TIC, que son los siguientes: 1-Bases, 2Objetivos, ámbitos estratégicos, gestión para resultados de desarrollo, 3Contenidos temáticos y prioridades de la Política para el Desarrollo, 4Instrumentos y recursos, 5- Seguimiento y evaluación del Plan Director.
En relación a las “Bases” de lo que se espera sea la Cooperación Española
durante el período de vigencia del actual PD, sorprende que no haya una apuesta
decidida, clara y específica en relación a la importancia de las TIC para mejorar la
calidad de la ayuda que brinda la Cooperación Española. A diferencia del PD
2005-2008 que era, como hemos señalado, muy claro en relacionar TIC y calidad
de la ayuda, el PD 2009-2010, indica de manera tangencial, al final de su apartado
1.1.2 dedicado a la “Mejora de la Calidad de la Ayuda”, la necesidad “de invertir en
sistemas que faciliten la sistematización de la información del seguimiento y la
evaluación, definir procesos que permitan una efectiva gestión del conocimiento y
su correspondiente transformación en mejoras en la planificación y la gestión y
dotar a todos los actores de las capacidades correspondientes para su
aplicación” (MAEC 2009: 20). Al mismo tiempo en el análisis del contexto
internacional, en el que se señalan los peligros de una “globalización imperfecta”,
apartado 2.1.1, hay que destacar que no se menciona, entre dichos peligros, o
problemas compartidos, la creciente “brecha digital”.
En relación a la segunda parte del PD, en el apartado 4.2 relativo a la Estrategia
de la Política para el Desarrollo Común, es importante señalar los ámbitos
estratégicos 5 y 6 destinados, respectivamente, a “poner el conocimiento al
servicio del desarrollo” y “dotarse de las capacidades institucionales y humanas

adecuadas” de las que se derivan los compromisos de poner en marcha sendos
planes de acción, “Plan de acción para la Investigación y Estudios para el
Desarrollo” y “Plan de acción para el Fortalecimiento Institucional y el Capital
Humano”. En el ámbito estratégico 5 se establece el “objetivo de facilitar las
mejores capacidades de análisis, investigación, transferencia de resultados a las
políticas públicas de desarrollo y a la innovación”. En relación al ámbito estratégico
6 el objetivo es “profundizar decididamente los procesos de reforma institucionales
iniciados durante el II PD, así como la dotación de capital humano profesional,
altamente cualificado...” (MAEC 2009: 49). Pese a la importancia comprobada de
las TIC para el logro de ambos objetivos, no existe mención expresa al uso de las
TIC para alcanzarlos, por lo que habrá que esperar a la formulación específica de
los respectivos planes de acción para corregir esta importante carencia. Tan sólo
en el apartado 5.6.2 relativo a mejora de las “Capacidades Institucionales”, se
señala que en el primer Contrato de Gestión de la Agencia Española de
Cooperación Internacional (AECID) se recogerá, entre sus objetivos estratégicos,
la necesaria “Adaptación de los sistemas informáticos a los nuevos compromisos
de la Agencia con especial atención a la administración electrónica” (MAEC 2009:
88).
En el cuadro 4.2.1 relativo al “Marco General de Resultados por Sectores”,
tampoco hay una mención expresa a las TIC como herramienta fundamental para
el logro de los distintos resultados. La ausencia es especialmente relevante si
tenemos en cuenta que tanto la “Visión a 2020”, como los “Efectos Esperados a
2012”, se orientan a lograr los ODM, entre los que, como hemos señalado
anteriormente en este ensayo, el ODM 8 en su meta 18, propone aprovechar los
beneficios de las nuevas tecnologías, en particular los de las TIC, como
herramienta para alcanzar los ODM. Esta ausencia que podría ser comprensible
en la mayoría de los “Efectos Esperados en los Sectores de la Cooperación
Española en el 2012”, dada la redacción de carácter general con que se formulan
dichos efectos; es sin embargo notable cuando se trata del sector “Ciencia,
Tecnología, e Innovación para el Desarrollo Humano” en el que el efecto a alcazar

consiste en: “Favorecer los procesos de generación, apropiación y utilización del
conocimiento científico para mejorar las condiciones de vida, el crecimiento
económico y la equidad social” (MAEC 2009: 53). Sin duda hubiera sido deseable
resaltar, junto a la “utilización del conocimiento científico”, la importancia del uso
de las TIC en la consecución de las mejoras propuestas en el texto.
En el punto “4.3.2 Instrumentos específicos para la implementación de las
prioridades sectoriales y otras políticas de desarrollo durante este ciclo”, se
menciona expresamente que: “Estos documentos (Papeles de Política, Policy
Papers, y de Resúmenes de Política, Policy Briefs) breves podrán ser actualizados
cuando sean necesarios y se difundirán vía Tecnología de la Información y de la
Comunicación (TIC) para facilitar su difusión y uso” (MAEC 2009: 55).
Hay que destacar también que cuando el PD hace referencia, en su apartado
6.1.1, a la implantación de un “Sistema de gestión para resultados de desarrollo de
la Cooperación Española”, se señala, de manera muy escueta, que “el papel de
las TIC en este sistema será muy importante” (MAEC 2009: 101). Al mismo tiempo
el PD, en el punto 6.2 plantea la necesidad de establecer un “Sistema Integrado
de Gestión del Conocimiento” en el que nuevamente brilla por su ausencia una
mención expresa al uso de las TIC, salvo una breve indicación en la que se señala
que dicho sistema será posible ...“a través de una tecnología adecuada y eficaz”.
Afortunadamente a renglón seguido se menciona también que “El diseño y
aplicación concreta de este sistema de gestión del conocimiento será objeto de un
futuro estudio y un plan de aplicación que estará integrado por un sistema acorde
a las necesidades de los actores que participen en el mismo y de una implantación
progresiva en el tiempo” (MAEC 2009: 109); con lo que habrá posibilidad de incluir
correctamente el uso de las TIC en el futuro Sistema de Gestión.
En relación a la tercera parte del PD que aborda los contenidos específicos que
abordará la Cooperación Española, no es intención de este ensayo realizar un
análisis pormenorizado de la presencia o ausencia de las TIC en cada uno de los

sectores propuestos para la cooperación. Sin embargo sí analizaremos con detalle
el único sector que se vincula directamente con las TIC y que no es otro que el
referido en el apartado 7.3.8 titulado “Ciencia, Tecnología e Innovación para el
Desarrollo Humano”. Como ya habíamos mencionado más arriba, sorprende el
hecho de que las TIC no sean introducidas de manera explícita en la redacción del
Objetivo General de dicho sector. Tampoco se incluyen explicitamente en los
objetivos específicos, ni en las líneas estratégicas identificadas, aunque en este
segundo caso si pueda inferirse su uso.
En cuanto a la cuarta parte del PD dedicada a los instrumentos y recursos para la
Cooperación, hay que destacar también la ausencia de las TIC. Si bien es cierto
que en puridad las TIC no son consideradas como un instrumento de la
Cooperación al Desarrollo, al menos si debería de haberse realizado alguna
reflexión sobre el papel que las TIC pueden jugar en la mejora de la eficacia y
eficiencia en el uso de las distintas herramientas señaladas en el PD. Además
podría haberse pensado en una línea específica de Instrumentos y Modalidades
de Cooperación en el ámbito de las TIC o al menos haber incluido este tema de
manera expresa en en el apartado 10.4 relativo a los “Instrumentos y modalidades
de cooperación para la Investigación para el Desarrollo (I+D)” .
Por último en la quinta parte del PD, relativa al seguimiento y evaluación, tampoco
aparece una mención concreta al papel que puede jugar las TIC en este trabajo,
aunque de manera lógica se nos remita, en la página 259, al Capítulo 6 en que se
hace mención al sistema de información y gestión del conocimiento orientado a la
Gestión para resultados de desarrollo, que ya hemos analizado con anterioridad.
En resumen, parece claro que el actual PD refleja de manera muy débil e
incompleta las recomendaciones propuestas por “Guía Para la Integración de las
TIC en la Cooperación Española”. Pese a que existe todo un sector de
intervención dedicado a la “Ciencia, Tecnología e Innovación”, no podemos decir
que se trate de un verdadero programa orientado específicamente al tema de las

TIC. Aunque se incluyen soluciones temáticas o tópicas, basadas en las TIC, por
sector en el que se coopera, no se ha realizado un esfuerzo sistemático y a
profundidad para transversalizar el uso de las TIC en los distintos sectores. Si bien
es cierto que a nivel de ordenamiento y operación interna, se considera la
necesidad de implantar un sistema de información y gestión del conocimiento,
tampoco se desarolla como se emplearán las TIC en dicho sistema, por lo que
habrá que esperar al futuro estudio y plan de aplicación del sistema. Por último el
PD no parece apuntar un panorama esperanzador en relación a la generación de
pensamiento avanzado sobre TIC y desarrollo.
Como hemos visto en este ensayo, América Latina presenta importantes rezagos y
disparidades en términos de implantación y uso de las TIC. La brecha digital lejos
de disminuir va en aumento, tanto si se analiza al interno de los distintos países de
la Región, como desde la perspectiva comparada de América Latina en relación a
otras partes del mundo. La Cooperación Internacional podría jugar un papel de
primer orden en la superación de dichos rezagos y el acortamiento de la brecha
digital si, como hemos analizado, se incluyera de manera sistemática, el uso de
las TIC en la gestión de la Cooperación Internacional para mejorar su eﬁcacia y
calidad, generando programas especíﬁcos y líneas transversales de fomento de
las TIC en las iniciativas de cooperación, así como pensamiento avanzado en la
integración de las TIC como herramienta para producir mayor desarrollo.
Desgraciadamente para la Región, la Cooperación Internacional no ha jugado,
hasta la fecha, un papel importante al respecto y dadas las resistencias que
presentan las propias estructuras de cooperación de los países donantes a la
inclusión de las TIC en sus esquemas de actuación y pensamiento, no parece que
esta tendencia pueda cambiar.
Pese a que, como ya hemos mencionado, la importancia de España como
donante bilateral para América Latina no ha dejado de crecer, la escasa presencia
de las TIC en el nuevo PD augura un futuro incierto en relación a las posibilidades

de que España pudiera ejercer un papel de liderazgo en la Cooperación al
Desarrollo y las TIC en América Latina.
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