La unión de Isabel y Fernando no creó un reino único sino una unión dinástica, manteniendo Castilla y Aragón como reinos separados con sus propias leyes e instituciones. Conquistaron el reino nazarí de Granada tras 10 años de guerra y desarrollaron alianzas matrimoniales con Portugal. Establecieron la Inquisición, impusieron el bautizo obligatorio de judíos y musulmanes, y fortalecieron la monarquía a través de reformas judiciales y policiales.