1. Suplemento Cultural del Centro
Río Cuarto / Río Tercero / San Francisco / Villa María Miércoles 14 de agosto de 2019 - Año 19 N° 866
El Corredor Mediterráneo
humorsolini
POR HERALDO MUSSOLINI
PÁG. 8
Con Juan Goytisolo,
un baslama al escri-
tor de la itinerancia
POR ARTURO
BOLAÑOZ MARTÍNEZ
PÁG. 4-5
Godoy Cruz
hace 200 años:
Los vecinos como hacedores
del progreso
POR FABIANA MASTRÁNGELO
PÁG. 6
Michelangelo Merisi da Caravaggio ha pasado a la historia como un artista escandaloso y pro-
vocador, como un ser antisocial que acabó sus días a causa de una infección en las heridas que
sufrió en una paliza. Su obra, fiel a su propia verdad, marcó una de las etapas fundamentales del
arte moderno hegemonizada por el Barroco.
PÁG. 2-3
NUBES
Poesía
hispanoamericana
VV.AA. EDDA ARMAS (ED.)
poR J. RoDRÍGUEZ HIDALGo
PÁG. 7
LA OTRA CABEZA
QUE PERDIÓ GOLIAT
LA COLUMNA
El temblor y
la belleza
POR CLAUDIO ASAAD
PÁG 8
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2. Michelangelo Merisi da Caravaggio
ha pasado a la historia como un
artista escandaloso y provocador,
como un ser antisocial que acabó
sus días a causa de una infección en
las heridas que sufrió en una paliza.
Su obra, fiel a su propia verdad,
marcó una de las etapas fundamen-
tales del arte moderno hegemoni-
zada por el Barroco.
La peripecia vital y artística de
Caravaggio se desarrolló en el
marco de una sociedad atravesada
por la violencia y la represión ideo-
lógicas surgidas de las luchas por el
poder y la hegemonía religiosa
entre los estados europeos y la
Iglesia. La Reforma luterana y la
presión musulmana por un lado y
los intereses políticos y de dominio
territorial que amenazaban con
romper el equilibrio geoestratégico
que había instaurado la paz de Lodi
desde 1454 están en el origen de la
radical respuesta de la Iglesia católi-
ca que se fraguó en el Concilio de
Trento (1545-1563) y que se dio en
llamar Contrarreforma.
La doctrina trentina revigorizó el
papel y la influencia de la Iglesia
católica en la sociedad y le confirió
las armas ideológicas para ejercer el
control del pensamiento y la moral
de los individuos. A través del Santo
Oficio creó una vasta red policial y
tribunalicia para vigilar y castigar a
todo aquel que mostrara signos de
desviación doctrinal. Nada escapa-
ba al sistema de persecución y
terror implantado y en las hogueras
de los autos de fe ardían los cuer-
pos de las víctimas que habían
osado pensar, imaginar o gozar
libremente acusados de herejía,
brujería o de cometer el «pecado
nefando».
Pero, como diría Galileo Galilei, tam-
bién víctima de la represión religio-
sa, el mundo sin embargo se movía
y muchos se rebelaban contra ese
estado opresivo desde sus propias
individualidades. Caravaggio lo hizo
desde el mismo corazón del sistema
localizado en Roma utilizando como
únicas armas su verdad y su hones-
tidad artísticas. Con furia casi salva-
je defendió la libertad de la creación
artística rebelándose contra las nor-
mas ideológicas, porque tenía la
firme convicción de que, como pen-
saba Giordano Bruno, el arte no
nacía de las reglas sino que éstas
surgían del arte. De aquí que sólo
confiara en su mirada para descu-
brir y mostrar la verdad de la natura-
leza más allá de que ésta parezca
fea o bella a los demás. «Este natu-
ralismo atrevido, sin afeites, crudo –
escribe Arnold Hauser-, no podía,
empero, a la larga, corresponder al
gusto de sus altos clientes eclesiás-
ticos; echaban en él de menos la
«grandeza» y la «nobleza» que, en
opinión de ellos, correspondían a la
esencia de una representación reli-
giosa».
No obstante parece que no siempre
fue así y en alguna ocasión, como
acaban de revelar los últimos análi-
sis radiográficos realizados por
expertos del Museo del Prado sobre
“David vencedor de Goliat”, pareció
ceder o ser menos “provocador”
por alguna razón. Precisamente
sobre este cuadro algunos especia-
listas tenían serias dudas acerca de
su autenticidad, la cual ha quedado
ahora totalmente corroborada.
El Corredor Mediterráneo / Página 2
La otra cabeza
que perdió
Goliat
Por Redacción ECM-AT
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3. Como en otras pinturas de relatos
bíblicos, en ésta Caravaggio intro-
dujo su propia visión del hecho y del
escenario. En “David vencedor de
Goliat”, el joven pastor no lleva la
cabeza recién decapitada del gigan-
te tras derribarlo de un hondazo
alzándola por los pelos, sino que se
vale de la misma cinta con que el
filisteo se los recogía. El rostro del
vencido, que al parecer es su auto-
rretrato, lo mismo que los rostros
de “La medusa” o “Baco enfermo”,
entre otros, muestra una cierta
serenidad resignada ante la derrota,
aunque la misma se haya producido
inopinadamente. No es esta la
expresión que, sin embargo,
Caravaggio había pintado original-
mente. Andrés Úbeda, director
adjunto de Conservación del Prado,
afirma que ya en 1991 había detecta-
do la otra cabeza, que mostraba el
rostro descompuesto. “Aparecía
con la boca y los ojos muy abiertos,
horrorizado, en su último momento
de vida, comprobando cómo el
pequeño judío pastor de ganado
había vencido al gran guerrero que
él era”, afirma Úbeda. “Es una cabe-
za terrible”.
¿Cuáles fueron las razones para que
el genio del tenebrismo, el gran pro-
vocador cambiara de parecer y pin-
tara un rostro en cierto modo ama-
ble y despojado de la fiereza que se
le atribuía?
Quizás la respuesta es que necesita-
ba una tregua. La obra de
Caravaggio, profundamente hones-
ta, se había hecho sospechosa,
como también su conducta privada.
Una y otra violentaron continua-
mente el decoro artístico y social y
fue finalmente su conflicto con el
mundo que lo rodeaba lo que acabó
arrastrándolo al abismo. Caravaggio
desapareció el 18 de julio de 1610 en
una playa próxima a Roma y con él
también su obra durante casi tres
siglos. Sin embargo, en ese tiempo
y desde la oscuridad, ejerció un
poderoso influjo en la producción
artística posterior. Zurbarán y
Velázquez lo testimonian.
El Corredor Mediterráneo / Página 3
Michelangelo Merisi da Caravaggio ha pasado a la historia como un
artista escandaloso y provocador, como un ser antisocial que acabó
susdíasacausadeunainfecciónenlasheridasquesufrióenunapali-
za. Su obra, fiel a su propia verdad, marcó una de las etapas funda-
mentales del arte moderno hegemonizada por el Barroco.
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4. El Corredor Mediterráneo / Página 4
Fue en un local de la plaza de
Marrakech, en un costado de la
inmensa Jamaa el Fna, donde nos
dimos cita al final de la tarde para
tomar un té con Juan Goytisolo Gay
(Barcelona, 1931-Marrakech,
Marruecos, 4 de junio de 2017). Días
antes, estando en Bogotá, me fue
entregado de manos de la poeta y
entrañable amiga Luz Mery Giraldo
un libro sobre el escritor de la ciudad
de Tunja (Colombia) Rafael
Humberto Moreno-Durán (1945-
2005), que, por encargo de la esposa
de este, tendría que entregarlo a
Juan y a la esposa de su hermano
José Agustín (1928-1999), otro her-
mano, también escritor les sobrevi-
ve, Luis.
R. H. Moreno-Durán, novelista, cuen-
tista, ensayista y dramaturgo es con-
siderado como uno de los escritores
colombianos más importantes del
siglo XX, tras su muerte se publicó
por la Universidad Nacional de
Colombia una selección de ensayos
sobre su obra: R.H. Moreno-Durán,
Valoración Múltiple: Fantasía y
Verdad, del cual yo serviría de men-
sajero para llevarlo a personas quie-
nes se habían preocupado por escri-
bir sobre su obra. Primero me encon-
tré con la viuda de José Agustín, me
invito a su casa y me puso en contac-
to con Juan. Pasado el tiempo se pre-
sentó una invitación al Instituto
Cervantes en Marrakech, y esa fue la
oportunidad de conocer al inefable
escritor catalán.
El novelista y ensayista Juan
Goytisolo estudio Derecho, poste-
riormente se instaló en París. Es para
muchos el narrador más importante
de la Generación del Medio Siglo
(XX), su obra abarca novelas, libros
de cuentos, de viajes, ensayos, repor-
tajes y poesía. Fue profesor de litera-
tura en universidades como la de
California, Boston y Nueva York, ade-
más de colaborador de periódicos
como El País de España. El 24 de
noviembre de 2014 le fue otorgado el
Premio Cervantes, máximo galardón
de las letras en lengua castellana.
Cuando dejó Barcelona se fue a vivir
a París, explicó que lo hiso “no solo
por huir del régimen franquista y su
vida intelectual miserable, sino tam-
bién buscando el contacto con una
sociedad mucho más viva y abierta”.
Saltar de Barcelona a París, en esa
época, era cambiar de una pantalla
en blanco y negro al multicolor lumí-
nico, además con sonido.
Refiriéndose a París decía: “acepte
su condición de metrópolis abigarra-
da, espuria, heterogénea y apátrida,
me sentí mejor en ella que en otra
exclusivamente nacional: uniforme,
castiza compacta, desangelada”.
Autor entre otras obras de: Campos
de Níjar, La Isla, La Chanca, Fin de
fiesta, Señas de identidad, El furgón
de cola, Reivindicación del conde don
Julián, Obra inglesa de Blanco Write,
Juan sin Tierra, Disidencias,
Makbara, de editoriales como Ariel y
Seix Barral. En ediciones Destino
encontramos Juego de manos, El
circo, Duelo en El Paraíso, Fiestas y La
Resaca. Muy interesantes son sus tra-
bajos como corresponsal de prensa
en Bosnia y Chechenia.
Como diría el poeta catalán Pere
Gimferrer “él (Juan) busco y halló –
en tránsito siempre- su rostro, su
imagen… se vio a si mismo…al verse
a sí mismo vio al Otro, a lo Otro”, el
Por Arturo Bolaños Martínez
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Con Juan Goytisolo,
un baslama al escritor
delaitinerancia
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El poeta colombiano, Arturo Bolaños Martínez, recuerda para ECM un
encuentro en Marrakech con Juan Goytisolo, al cumplirse dos años de la
muerte de uno de los escritores españoles más importantes de la segunda
mitaddelsigloXX.
poseedor poseído. A propósito de la
publicación de su poemario:
Ardores, cenizas, desmemoria
(Editorial Salto de Página,
Barcelona, 2012), comentó: “Son
nueve, ni uno más ni uno menos.
Cuando dejé la narrativa pasaron
por mi cabeza como bandas de
cigüeñas que me dejaron esos poe-
mas”.
Luego me contó porque vivir en
Marrakech, donde finalmente
murió a los 86 años, “por sus olores,
sus colores, sus espacios y su memo-
ria”, recordaba a Walter Benjamin
cuando decía que la memoria es una
escenificación del pasado: convierte
el flujo de acontecimientos en cua-
dros escénicos, los condensa en
lugares concretos, en formas mesu-
rables, pero no como una lectura
del tiempo para recuperar, es un
espacio para vagabundear libre-
mente en él, en los espacios perdi-
dos.
Cálido y sereno, le entregue el libro
de marras, tomamos el té, después
le puse en sus manos uno mío:
Sabor a Ceniza (Ed Insolit.
Barcelona, 2002). Días adelante en
el trajín diseñado y el turisme de
Barcelona, recibí un generoso
comentario sobre mi libro y un
ejemplar de alguno suyo, republica-
no y solitario, transeúnte e itineran-
te en su sombra y su geografía rota,
un baslama a Juan con la mano
abierta.
1. Baslama, adiós en árabe marroquí.
2. Arturo Bolaños Martínez es escritor
colombiano.
3. Entre las obras de Moreno Durán se
encuentran la trilogía Femina Suite, com-
puesta por: Juego de Damas, El toque de
Diana y Finale Capriccioso con Madonna).
La obra de teatro Cuestión de Hábitos.
Colaboró con diferentes publicaciones,
entre ellas los diarios El País de Madrid y La
Vanguardia de Barcelona, fue director de la
edición hispanoamericana de la revista
Quimera. Escribió algunos ensayos como El
festín de los conjurados, publicado por
Alfaguara. En 1991 aparece en la televisión
colombiana con el recordado programa
Palabra Mayor. Sirva también de homenaje.
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“En los alrededores del oratorio
dedicado a San Vicente, creado por
Tomás de Coria en 1753, comenzó a
formarse un pequeño poblado. Hoy
es la ciudad de Godoy Cruz cuyo pri-
mer nombre fue San Vicente en la
provincia de Mendoza”.
El oratorio se transformó en capilla y
el poblado en barrio. Con el tiempo
se asentaron nuevos vecinos que
continuaron con la advocación a San
Vicente. El número de habitantes
fue en aumento y requirió dotar al
territorio de una autoridad política.
El Cabildo de la ciudad de Mendoza
designó el 19 de abril de 1773 a Carlos
Estrella como primer alcalde del
barrio de San Vicente, la primera
autoridad pública del lugar.
El siglo XIX inició la transformación
de la zona. La primera década del
siglo se caracterizó por el fervor
popular (25 de mayo de 1810), la ini-
ciativa independentista (9 de julio
de 1816) y el compromiso patriota
con las campañas militares que afir-
maron la soberanía de América del
Sur. En Mendoza este proceso adqui-
rió una fuerza vital dada la presencia
de San Martín como gobernador
intendente de Cuyo (1814-1816) y,
luego, como organizador y general
del ejército libertador (1816-1817). La
iniciativa popular fue la impronta de
los nuevos tiempos y San Vicente se
contagió de este espíritu. En 1815 los
vecinos solicitaron al Cabildo de
Mendoza un aporte mensual para
que un maestro enseñara a los niños
pobres del barrio. Es necesario acla-
rar que hasta tanto las escuelas
alcanzaron su organización moder-
na y laica, tal como las concebimos
en la actualidad, las instituciones de
orientación católica (conventos,
colegios y universidades) fueron la
principal fuente de instrucción.
También algunos vecinos hacían de
sus viviendas una suerte de escuelas
particulares. El mayor interés era
enseñar a leer, escribir y transmitir
ciertas normas de moral y buenas
costumbres a los niños de la zona. En
esta década de revolución e inde-
pendencia, otra de las primeras peti-
ciones de los vecinos fue abrir una
plaza pública según consta en nota
del 23 de junio de 1814. En esa solici-
tud elevada a las autoridades pro-
vinciales afirmaban que “hemos
recolectado la cantidad de cuatro-
cientos pesos para dar principio a la
compra y establecimiento de una
plaza pública”. Los pobladores fue-
ron protagonistas y hacedores del
progreso de su ciudad con el propio
esfuerzo y recursos. La respuesta de
las autoridades tardó en llegar. En
diciembre de 1819, los vecinos de San
Vicente volvieron a solicitar, en este
caso al gobernador intendente
Luzuriaga, que “se sirva mandar
abrir una plaza pública en este vecin-
dario, en el sitio inmediato a la capi-
lla, que tiempo atrás se haya desti-
nado para este efecto”. Casi cinco
kilómetros separan a ese poblado de
la ciudad de Mendoza, se tardaba
entre 30 minutos y una hora en lle-
gar en carreta o a caballo. Pero los
habitantes afincados hacia el sur de
la ciudad, consideraron que si abrían
una plaza esa zona iba a progresar.
Es oportuno recordar la importancia
que tuvo la creación de una plaza en
la fundación de ciudades y en el
poblamiento de la América hispana.
Alrededor de aquella se aglutinaba
la actividad comunal y se edificaban
las principales sedes políticas (el
cabildo como sede municipal), reli-
giosas (iglesia) y policiales (comisa-
ría). Esta configuración espacial per-
siste hasta el presente y es intere-
sante la observación que realiza el
arquitecto Ricardo Ponte:
“Curiosamente, a pesar de ser conti-
guo a la Ciudad de Mendoza, ésta a
partir del posterremoto [1861], tiene
un esquema urbanístico completa-
mente diferente, una ciudad organi-
zada a lo argo de una larga avenida.
Diríamos que el centro del
Departamento de Godoy Cruz es
más antiguo, en concepción urbanís-
tica, que la propia capital de la pro-
vincia, una ciudad organizada más a
la `moderna´ y no a la manera espa-
ñola, como son en general, los distri-
tos cabeceros departamentales del
interior de la provincia” (Ponte,
Ricardo (2005). El Carmen, Hospital
de la filantropía 1895-2005. El tránsi-
to de la caridad a la seguridad social.
Mendoza: INCIHUSA – CONICET,
págs. 103 y 104). Es interesante des-
tacar que si bien la concepción urba-
nística del centro de Godoy Cruz fue
concebido a la manera española con
una Plaza Mayor, fue organizada por
iniciativa de los propios vecinos y los
gobiernos independientes después
de 1810. Los pobladores argumenta-
ron la iniciativa de abrir una plaza en
el barrio de San Vicente: “Es induda-
ble que verificada esta obra pública
sucederá el mejor orden, así en lo
material como en lo formal de este
pueblo: pues siendo este el lugar
más preferente, todos aspiran a
levantar en él los mejores edificios
con que se condecora un poblado…
se abrirán calles para facilitar el trán-
sito a los transeúntes y traficantes,
ordenando y arreglándose las que ya
están abiertas… constituido el
Pueblo en este buen orden y aumen-
tada la población así por los artistas
y otras personas que vienen de afue-
ra, como para la reunión de sus habi-
tantes que antes vivían en disper-
sión; es en consiguiente necesario
que se abrirán tiendas públicas de
toda especie de mercaderías y sien-
do el comercio la vida tutelar de los
pueblos, sus habitantes mejorarán
de fortuna, se harán más industrio-
sos en toda suerte de negocios y en
esta variedad de destinos hallará
cada uno ocupaciones muy análogas
al establecimiento; de suerte – seña-
la finalmente – que en los abundan-
tes ramos que suministra el comer-
cio, las artes mecánicas y la agricul-
tura, cada uno calculará los aumen-
tos de su prosperidad futura” . Esta
solicitud fue aceptada por el
Procurador Síndico don Manuel Calle
y por el Gobernador Intendente
Toribio Luzuriaga en diciembre de
1819. La iniciativa de los vecinos ha
sido el origen de sitios emblemáticos
y convocantes de Godoy Cruz y de
hitos legendarios como lo son la
Iglesia San Vicente Ferrer, la gesta
sanmartiniana y la Plaza Mayor. Fue
el vecino y propietario Tomás de
Coria quien instaló en su casa un ora-
torio al que acudieron los vecinos de
la zona. Fue el vecino Pedro Sosa el
que tomó el desafío de colaborar
con su tropa en la campaña liberta-
dora. También fueron los vecinos los
que desde 1814 solicitaron la apertu-
ra de una plaza y argumentaron su
importancia para el progreso del
lugar.
*Historia Entre Todos es un progra-
ma de la Red de Ciudades Educativas
GODOY CRUZ
HACE 200 AÑOS:
LOS VECINOS COMO
“HACEDORES DEL
PROGRESO”
Por Fabiana Mastrángelo
Plaza de Godoy Cruz, Mendoza hacia 1910.
HISTORIA ENTRE TODOS*
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7. El Corredor Mediterráneo / Página 7
reseña NUBES
Poesía
hispanoamericana
VV. AA.
EDDA ARMAS (ED.)
Madrid, Venezuela, Valencia, Pre-Textos /
Dcir ediciones, 2019
La poesía se celebra con la poesía. Nada
escapa a su ser, que infunde significado en
cuanto vemos y aun en todo aquello que no
percibimos con los sentidos pero que verte-
bra nuestra vida interior. La poesía es tan
inasible como sólida estructura de la sensi-
bilidad que alienta en cada uno de nosotros,
incluso a nuestro pesar o ignorancia. Como
ante una sombra o la misma noche, cuanto
más abrimos los ojos para verlas, mayor es
la ceguera. La evidencia de las cosas debe
contrastarse allí donde el pensamiento las
insemina en sazón. El conocimiento, ya epi-
fanía, y por tanto inesperado hallazgo, será
la consecuencia de la voluntad primigenia
de saber, y, con él, de sentir, de vivir. Lo que
se ve una vez no puede verse más, como las
nubes. Son precisamente éstas el pretexto
que ha llevado a la poeta venezolana Edda
Armas a reunir en un volumen de poesías los
pensamientos que han inspirado a casi tres-
cientos poetas en su inmensa mayoría de
habla hispana.
La impulsora y colectora de la obra justifica
la elección de las nubes como asunto princi-
pal por la atracción irresistible que siente
por ellas desde la niñez (“Las nubes me
obsesionan desde que abrí los ojos al
mundo”) y por seguir la inspiración del vate
compatriota José Antonio Ramos Sucre,
pero especialmente de los franceses Charles
Baudelaire y Jacques Prévert, cuyos poemas
L'étranger y Les nuages, respectivamente,
son versionados en español para esta anto-
logía por el escritor venezolano Héctor Silva
Michelena. Armas pretende “indagar las for-
mas de representación de la nube en la poe-
sía universal”, si bien este adjetivo debe
acotarse, dado que la lengua de elección,
como se verá, es principalmente el castella-
no, uno de cuyos mapas dice haber intenta-
do configurar con los autores relacionados.
Tanta es la atracción y afinidad de la antólo-
ga por las nubes que las personifica: se trata
de “criaturas” que nos llevan “al origen de
la humanidad […] son el germen del mundo
[…] portan el agua y con ello la vida y el flo-
recimiento; pero también las oscuras intem-
peries asociadas a los ciclos de sequía, deso-
lación y muerte. […] Son símbolo de lo
pasajero, como los plenos momentos de la
vida”.
El proyecto de Nubes ha visto la luz editorial
después de diez años de “rastrear qué escri-
ben los poetas sobre ellas”. Según la edito-
ra, los poemas que se ocupan de las nubes
revelan una particularidad especial del
poeta, quien, por medio de la palabra, “ins-
taura un territorio promisorio, su patria
interior”. La antología, realizada “en un
tiempo oscuramente nublado para mi país”,
tiene en la creación y en el arte sendas
armas de “activa y pacífica resistencia”.
Componen la obra 291 poemas de sendos
poetas de 16 países hispanos. El marco tem-
poral va desde mediados del siglo XVIII, en
concreto desde 1749, con el venezolano
Fray Juan Antonio Navarrete, hasta la actua-
lidad. Los poemas están agrupados en 7
capítulos que se ordenan por temas y subte-
mas y se ocupan de los mundos exterior e
interior de los poetas y de la propia pulsión
de la escritura poética. El volumen se des-
grana a partir de la relación que el mencio-
nado erudito fraile franciscano ofrece de las
propiedades de las nubes, la primera de las
cuales asegura que “se elevan a lo alto para
convertirse en favor de los hombres”.
El idioma común a todos los poemas publi-
cados es el castellano. Sin embargo, algu-
nos de los poemas han sido traducidos al
español desde el francés, el italiano o el
inglés, además de alguna lengua indígena de
América, como es el caso del wayauunaiki,
una lengua amerindia perteneciente a la
familia lingüística arawak que se habla en la
península de La Guajira, cuya área geográfi-
ca se extiende por Colombia y Venezuela.
Las deudas, directas o indirectas, con auto-
res de otras lenguas tienen como punto de
referencia la Universidad Central de
Venezuela (UCV), de donde sale Edda
Armas. Desde el escultor Alexander Calder,
cuya escultura “Nubes flotantes” puede
verse en el Aula Magna de la UCV, hasta
Aristófanes (Las nubes), por medio del
venezolano Arturo Uslar Pietri, pasando por
Goethe, Italo Calvino y Antonio Tabucchi, el
interés de la antología describe un amplio
arco que no deja sin cubrir las nuevas tecno-
logías. Es en Internet donde nos encontra-
mos con la “nube” actual por excelencia. El
libro ofrece unos enlaces cibernéticos
donde ahondar en el tema principal.
La poesía seleccionada es de índole diversa y
no pretende ser representativa de las obras
de los poetas. Más de uno habrá que no se
reconozca en el texto elegido, lo cual no
obsta para que se valore la calidad del con-
junto, aunque, como es lógico, no todo el
monte es orégano y hay poemas que quizá
podían haber quedado fuera del florilegio.
Entre los poetas antologados leemos nom-
bres universalmente conocidos (estos sí),
como Rosalía de Castro, Juan Ramón
Jiménez, Federico García Lorca, Luis
Cernuda, Vicente Huidobro, Juan Gelman,
Oliverio Girondo, Eugenio Montejo, José
Lezama Lima, Rafael Cadenas, José Emilio
Pacheco, Olga Orozco, Gonzalo Rojas o Ida
Vitale. Algunas de las composiciones, 55 de
las cuales son inéditas, constituyen ejem-
plos de prosa poética que cohabitan armó-
nicamente con sus vecinos poemas en
verso. Por cierto, estos no se sujetan a un
patrón métrico ni rítmico, sino que deben
leerse y tomarse como islas muy distintas de
un archipiélago bien perfilado.
La presencia de Venezuela en Nubes es muy
patente. No lo esconde la compiladora,
quien, además de seleccionar entre los epí-
grafes de la obra citas de su padre, Alfredo
Armas Alfonzo, y del poeta Eugenio
Montejo, incluye un poema de su hija,
Camila Ríos Armas. A este propósito, no es
menos significativo el dato de que casi un
centenar de los autores son, bien venezola-
nos, bien de otras nacionalidades pero con
una estrecha relación con Venezuela, ya sea
por vecindad, conyugalidad u otras razones.
Tras la representación del país caribeño,
siguen en orden decreciente la de los espa-
ñoles, mexicanos, colombianos, argentinos
y cubanos, hasta completar la lista de 16 paí-
ses presentes en la antología.
A efectos de EL CORREDOR MEDITERRÁNEO
(ECM), destaca la presencia de su director, el
poeta Antonio Tello, así como de la de uno
de sus colaboradores, el poeta venezolano
Alberto Hernández.
Las casi 500 hojas de que consta Nubes.
Poesía hispanoamericana componen un
variopinto mosaico de poesía que destaca
por la curiosidad del tema en torno al cual
se organiza y por la amenidad con que es
abordado por un abanico tan amplio de
poetas de lugares y épocas tan dispares.
Una obra, pues, de esta envergadura ha de
sufrir casi necesariamente, algunos errores.
En aras a su rectificacación y pensando en el
respeto debido al lector y a la propia edito-
ra, cuyo ímprobo trabajo debe celebrarse,
es obligatorio dar cuenta de una breve fe de
erratas. Así, en el prólogo de Edda Armas,
los números de las notas no siempre remi-
ten al texto correpondiente. Del mismo
modo, en los índices también se observa
algún yerro en la paginación. Es de desear
que la buena trayectoria de la obra dé en
una segunda edición que permita subsanar
las equivocaciones de imprenta que, si bien
no restan mérito a la obra, sí deslucen y
demeritan la imagen de una editorial de
prestigio como Pre-Textos. Porque, siguien-
do a nuestros poetas de ECM, “Esas nubes
de hilo/ son nuestras sábanas tendidas en el
terrado”, nos dice Antonio Tello. Y, aunque
afirmábamos al principio la fugacidad e irre-
petibilidad de esas “criaturas”, Alberto
Hernández asevera que “La nube pasa y
queda. Un ojo abierto/ cierra la tarde. Sobre
la playa el humo, la nube que queda”.
Jorge Rodríguez Hidalgo
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Alberto Hernández
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Hugo Morales Solá
Heraldo Mussolini
Gonzalo Otero Pizarro
Daila Prado
Isabel Rezmo
jorge Rodríguez Hidalgo
Bachi Salas
Mario Trecek
Ingrid Waisman
Miguel Zupán
Fotografía:
Soraya Clop
jorge Tello
Ilustración:
josé Aranguez
Paco Rodríguez Ortega
jorge Sarraute
Rocío Toledo
DIRECCIóN MUNICIPAL
DE CULTURA
DE LA CIUDAD
DE SAN FRANCISCO
Bv. 9 de julio 1190
(2400) San Francisco
Tel. 03564-439157
La Columna
humorsolini
Por Heraldo Mussolini
Carta de la palabra Río
El temblor
y la belleza
Por Claudio Asaad
¿Sabía a los siete años de edad lo que era la belleza? No, pero podía intuir-
la cada vez que mamá ponía flores frescas sobre la mesa del comedor. No
veía el ramo, pero sentía el perfume urgente de los jazmines y las rosas
amarillas entrometerse en los escasos ambientes de esa casita pequeña
como nosotros. También eran hermosas las letras de forma redondeada
que dibujaba la señorita Teresa sobre el pizarrón. Un perfecto dibujo para
leer la palabra mamá: las montañitas formando la “m”, la armonía era un
óvalo que decía “a” y un tilde preciso y seguro en la última vocal. Mis
letras eran el dibujo del miedo. El temblor de las manos. La transpiración
sobre la yema de los dedos. El lápiz abandonado a un destino impreciso.
Largo y sinuoso camino al desastre. Borrón y otra vez los fideítos que la
goma de borrar había fabricado al llevarse el grafito de la hoja de papel.
La señorita Teresa se enferma algunos días. Sobre todo, los lunes. Esos
días tiene los ojos tristecitos y mira más veces a ningún lugar. Mi amigo
Eme me pregunta ¿Qué está mirando la señorita? Y todos nos damos vuel-
ta para mirar donde ella, capaz algo ve. A la nada.
Otras veces la señorita también tiembla, como yo, como mi amigo Eme.
Mi amiga Leticia me dijo en el recreo: “yo también tirito” “se dice tiem-
blo”, le dice Eme. Y la Leti lo mira desconcertada.
Nuestra señorita hoy empezó a temblar y no paró más, tan fuerte fue lo
que atacó su cuerpo que se cayó desplomada y ahí en el piso siguió tem-
blando como si alguien invisible la sacudiera de forma violenta e irrespe-
tuosa, como si ese ser del horror no supiera que se estaba metiendo con
la señorita Teresa.
La Irma se asustó tanto que empezó a llorar, otros gritaban y el loco Pérez
saliendo corriendo al pasillo. Gritaba: ¡se muere la señorita Tere! No se
podía acortar el nombre de las Maestras. Ni siquiera el de la portera.
Aunque Doña Mirta nos dejara tomar agua del bebedero, cuando ya
había tocado ya el timbre para entrar. Hasta ese día nadie sabía que a la
señorita Teresa entre nosotros la nombrábamos Tere.
Así empezó el caos. La portera aceleró el paso. La directora dijo “llamen
urgente”. En medio o alrededor del embrollo sentí que el aire empezaba
a escasear, como si todos alterados por la situación, estuviéramos respi-
rando de más. La parte de oxígeno de los otros. Ahí nomás un nudo eléc-
trico se me instaló en el cuerpo para esparcirse con rapidez y sin permiso
hasta el centro de mi pecho. Golpe y al suelo. Unos metros más allá de la
señorita Teresa. “Elías también se murió” alcance a escuchar que dijo
Eme.
La señorita Tere y yo compartíamos la misma desgracia: la de los temblo-
res y esa sensación de muerte que nos llevaba un ratito fuera de este
mundo. “No es lo mismo” dijo mí mamá, “ella tiene epilepsia, vos falso
cruz”.
La señorita Teresa volvió un martes. Tenía los ojos más cansados que tris-
tes. Ojeras del color de las flores de pensamiento: entre violáceos y azu-
les. El pelo recogido con una hebilla de carey marrón. Un guardapolvo
nuevo y una sonrisa que sólo se le fue cuando tiempo después tembló
muchísimo hasta morirse otro ratito de nuevo.
Pero siempre resucitaba de sus temblores, yo con los míos.
Un día se me acercó y me dijo que no tuviera miedo. Su enfermedad esta-
ba con ella desde muy niña y formaba parte de su vida. “Yo también
tengo la de la cruz” le dije convencido. La señorita Tere que sabe menos
que mi mamá sobre muchas cosas, me dijo: se dice “crup”, no cruz. Creo
que de tanto temblar, pobre señorita, les cambia alguna letra a las pala-
bras.
Por suerte cuando escribe en el pizarrón, no. Nos podíamos quedar largo
rato viendo como dibujaba sin temblor, ni temor la “l” estilizada, con
elegancia la sonrisa de la “f”, de la misma altura las dos “ele” juntas.
El lunes 14 de septiembre de 1970 nos enseñó a escribir la palabra
Belleza. Le dije que mi mamá ponía los sábados flores del jardín en un
florero blanco. Entonces, me miro fijo un rato largo como cuando se
quedaba como una estatua viendo la nada: Pero de repente algo la
despertó; sonrío como si alguien en vez de zamarrearla, le contara,
esta vez un secretito gracioso o algo así. Porque giró sobre sí y empezó
a dibujar flores sobre el pizarrón con las poquitas tizas de colores que
había.
Todos nos reímos y aplaudimos. El sol de casi el mediodía se había ins-
talado en esa aulita y refulgía sobre el guardapolvo blanco de la
Señorita Tere que se reía a carcajadas como una loca, aquella mañana
de septiembre que nos enseñó como escribir la palabra Belleza.
Elías
SUPLEMENTO CULTURAL DEL CENTRO
DECLARADO DE INTERéS CULTURAL POR EL
CONCEjO DELIBERANTE DE RíO CUARTO
CORREDOR_866_CORREDOR 8- 12/8/2019 13:54 Página 8