El documento describe una historia en la que una niña pequeña está a punto de someterse a una cirugía delicada. Antes de que la anestesien, la niña pide permiso para rezar sus tres Ave Marías nocturnas, a lo que los doctores acceden. Después de rezar devotamente, la niña cierra los ojos para la cirugía. Uno de los cirujanos queda conmovido por la fe de la niña y decide volver a la iglesia y cambiar su vida. El documento también promueve una devoción a rezar tres Ave
2. Un buen ejemplo que
convierte:
Una clínica, un quirófano, y, tendida
sobre la mesa de operaciones, una niña
de muy pocos años. La operación a
practicar es francamente delicada,
difícil; tres doctores en cirugía están
presentes y dos médicos anestesistas.
-A ver, niña, dice uno de éstos, cierra
los ojitos, que vas a dormir.
- ¡Pero si es de día! –replica la niña; yo nunca duermo de día.
- No importa. Ahora vas a dormir. Cierra los ojitos...
El médico no quería que la niña viera la aguja con que la tenían que
inyectar para anestesiarla. Y ella repetía lo mismo:
-Yo no duermo de día...
3. Sin embargo, hoy tienes que hacerlo así; has de dormir para curarte...
Anda, sé buena y cierra los ojitos...
- Bueno, dijo la pequeñita conformándose, pues comprendió muy bien
que, tarde o temprano, aquellos señores se saldrían con la suya. Pero
añadió:
- Yo, antes de dormir, rezo siempre las Tres Aves Marías ¿Puedo?
- Sí, puedes rezar tus Tres Aves Marías...
Y con toda sencillez, la niña se incorporó, se
arrodilló, juntó sus manitas y empezó su
oración de todas las noches: “Dios te salve
María... Ruega por nosotros pecadores...”
Luego, acabadas las tres Aves Marías, se
tendió en la mesa y, sin esperar otra
recomendación, cerró sus inocentes ojos.
4. Ante aquel cuadro encantador, uno de los cirujanos se sintió
conmovido, y, en cuanto pudo, abandonó el quirófano para
retirarse a su despacho. Allí se arrodilló y empezó a llorar.
Llevaba muchos años alejado de la Iglesia, sin recibir los
sacramentos y sin hacer oración... Y salió de allí decidido a
confesarse y a comenzar una vida nueva.
5. Devoción de las tres Ave Marías
Practica esta devoción que es fácil y breve. Se reza todos los días tres Avemarías (cada Ave
María, una bella flor para la Virgen) agradeciendo a la Santísima Trinidad los dones
de: Poder, Sabiduría y Amor que otorgó a la Virgen Inmaculada, pidiendo a María
que use de ellos en auxilio nuestro.
Devoción de efectos seguros: ¿Te parece, quizá, que rezar cada día tres Avemarías es poca
cosa para tanto bien como se te ofrece?
San Andrés Cretense decía que: María es tan generosa y magnifica que acostumbra
recompensar con grandes favores los más pequeños servicios.
San Leonardo de Puerto Mauricio exclamaba: ¡Oh, qué santa práctica de piedad! Este es un
medio muy eficaz de asegurar nuestra salvación.
El venerable siervo de Dios, Luis María Baudoin (fundador de las Ursulinas de Chavagnes)
llegó a escribir: Rezad cada día las tres Avemarías; porque si sois fieles en pagar a María este
tributo de homenaje, yo os prometo el Paraíso
A continuación, modo de practicar esta devoción:
6. ¡María, Madre mía; líbrame de caer en pecado mortal!
¡Por el Poder que te concedió el Padre Eterno!
Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor está contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en
la hora de nuestra muerte. Amén.
¡Por la Sabiduría que te concedió el Hijo!
Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor está contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en
la hora de nuestra muerte. Amén.
¡Por el Amor que te concedió el Espíritu Santo!
Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor está contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en
la hora de nuestra muerte. Amén.
¡Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo!, como era en el principio, ahora y siempre, por
los siglos de los siglos. Amén.
Todos los días, rezar lo siguiente:
7. Dios te salve, María,
llena eres de gracia,
el Señor es contigo...