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Constituciones
Concilio Vaticano II
Dei Verbum
   La constitución Dei Verbum es uno de los 16
    documentos y una de las dos constituciones
    dogmáticas resultantes del Concilio Vaticano II
    donde, según el mismo documento, se expone "la
    doctrina genuina sobre la divina revelación y sobre
    su     transmisión     para      que       todo      el
    mundo, oyendo, crea el anuncio de la salvación;
    creyendo, espere, y esperando, ame". De entre los
    documentos emanados del Concilio Vaticano II, la
    constitución llamada Dei Verbum es una de las
    que gozan de mayor rango normativo en la Iglesia
    católica. La expresión latina Dei Verbum significa
    Palabra de Dios, y fue tomada -como es
    costumbre en los documentos católicos de
    importancia- de las palabras iniciales del
    documento.
   Dei Verbum fue promulgada por el Papa Pablo VI
    en noviembre de 1965 y aprobada por la
    asamblea de obispos con 2344 votos a favor y 6
    votos en contra. La generación de este
    documento catalizó muchos de los cambios en la
    orientación del mismo Concilio, y dio lugar a una
    etapa nueva en la historia de la Iglesia en cuanto
    a la forma de estudiar, interpretar, reflexionar y vivir
    los contenidos de las Sagradas Escrituras.
Historia
   Empecemos por recordar algo de la
    historia de la notable Constitución. El día 18
    de noviembre de 1965, en la octava sesión
    del Concilio, fue promulgada por el Papa
    Pablo VI la Constitución Dogmática sobre
    la Divina Revelación. Aparecía así uno de
    los documentos más breves y al mismo
    tiempo de más rica doctrina que ha
    promulgado el Concilio Vaticano II.
   La Dei Verbum ha sido un documento de
    larga gestación. Desde el primer esquema
    hasta su redacción final hubo un recorrido
    en que el permanente afán por
    profundizar con fidelidad en temas tan
    densos se fue concretando hasta que se
    llegó finalmente a proponer «la doctrina
    auténtica sobre la Revelación y su
    transmisión: para que todo el mundo, con
    el anuncio de la salvación, oyendo crea, y
    creyendo espere, y esperando ame».
   Se me ha pedido tratar, en esta conferencia
    inaugural, sobre una de las cuatro
    constituciones que elaboró el Concilio, la
    Constitutio Dogmática de Divina
    Revelatione, más conocida como Dei
    Verbum. Como es evidente, cada una de
    las constituciones, así como cada uno de los
    demás documentos conciliares, tiene una
    innegable importancia. Me toca en esta
    ocasión destacar la gran trascendencia de
    la Dei Verbum, tanto en sí misma como para
    la marcha de la Iglesia de estos tiempos.
   Ante todo se trata de una Constitución
    dogmática, al igual que la Lumen gentium.
    Esto ya tiene su importancia particular. La
    profundización sobre la divina Revelación
    constituye un don y una enseñanza
    autorizada que ilumina la marcha del
    Pueblo de Dios.
   Especialmente cuando cierto relativismo y
    reduccionismo viene conduciendo a una
    crisis en la interpretación de la Palabra de
    Dios escrita, las luminosas enseñanzas de la
    Dei Verbum cobran una mayor importancia
Doctrina
   Respecto a la doctrina de la Dei Verbum, lo
    primero que habría que tener en cuenta es
    que el nombre con el que es conocida -Dei
    Verbum- no se refiere, como a veces
    erróneamente se piensa, sólo a la Palabra de
    Dios escrita, es decir a la Biblia, sino que
    alcanza a toda la divina Revelación.
    Precisamente, como hemos recordado hace
    unos momentos, ése es su título: Constitución
    Dogmática sobre la Divina Revelación.
   El tema fundamental de esta Constitución es el
    de la Revelación y su transmisión. Obviamente,
    dentro de esta perspectiva, la Sagrada
    Escritura tiene un lugar fundamental, pero no
    exclusivo. Esto se percibe con nitidez
    observando la disposición de los temas en la
    Constitución: luego de tratar en su primer
    capítulo de la Revelación en sí misma, en el
    segundo abordará el tema de su transmisión a
    través de la Sagrada Tradición y de la Sagrada
    Escritura. Será a partir del tercer capítulo, hasta
    el sexto, que tratará específicamente de la
    Sagrada Escritura, siempre enmarcada dentro
    del tema de la Revelación de Dios.
   Quizá uno de los más graves problemas que se han venido
    dando en relación a la Escritura, en especial desde el siglo XVI y
    entre nosotros avanzado el siglo XX, ha sido la actitud de
    aproximarse a ella de manera aislada y de ignorar o no tomar en
    debida cuenta su esencial relación con la Tradición y con el
    Magisterio. Precisamente por eso resulta tan significativo que el
    Concilio llegue a invitar a un estudio profundo de la Sagrada
    Escritura -incluso afirmando que quien no conoce la Escritura no
    conoce a Cristo -, pero siempre exhortando a conocerla y
    estudiarla como corresponde. Es decir en el marco de la
    Revelación, en unidad con la Tradición, en dócil apertura al
    Espíritu, inspirador de la Sagrada Escritura, y destacando la
    necesidad de atender al Magisterio de la Iglesia.
   La Dei Verbum es un gran intento de unidad y de síntesis en la
    aproximación a los fundamentos de nuestra fe. Como dice el
    Cardenal Henri de Lubac: «Uno de los principales méritos (de la
    Dei Verbum) es el de haber devuelto todo a la unidad. Unidad
    del Revelador y de lo Revelado: Jesucristo, "autor y consumador
    de nuestra fe"; unidad en Él de los dos Testamentos, que a Él
    rinden testimonio; unidad de la Escritura y de la Tradición, que no
    pueden jamás separarse; unidad, presentada en el último
    capítulo, del Verbo de Dios bajo las dos formas con las cuales Él
    se hace presente entre nosotros: la Escritura y la Eucaristía» .
Naturaleza de launa especie de
Ya desde el mismo proemio aparece
                                   Revelación
    síntesis del planteamiento y de los acentos fundamentales.
    Acudiendo a las palabras inspiradas de San Juan en su
    primera carta 11 , la Revelación es presentada como la
    misma vida de Dios que se nos ha manifestado en
    Jesucristo para invitarnos a vivir la comunión 12 .
   A partir del proemio y, en general, de lo dicho en el
    capítulo primero, se ve que la Revelación es presentada
    desde una perspectiva personal comunicativa. El acento
    no está puesto en la revelación de algo -de una serie de
    verdades-, sino de Alguien que se automanifiesta para
    entrar en comunión. Él mismo, a través de su
    revelación, establece una relación personal con los
    hombres: movido por amor, habla a los seres humanos
    como amigos para invitarlos y recibirlos en su compañía. En
    palabras de San Juan, es «la misma vida eterna, que
    estaba junto al Padre y se nos manifestó» 13 .
   El Padre envió «a su Hijo, la Palabra eterna, que alumbra a
    todo hombre, para que habitara entre los hombres y les
    contara la intimidad de Dios» 14 . Aquí queda de
    manifiesto otro aspecto importante en la enseñanza
    conciliar: la perspectiva trinitaria. Dios se ha manifestado a
    sí mismo, en su unidad y trinidad. De esta manera, «por
    Cristo, la Palabra hecha carne, y con el Espíritu
    Santo, pueden los hombres llegar hasta el Padre y
    participar de la naturaleza divina» 15 . Es Dios uno y
    trino, comunión divina de amor, quien sale al encuentro
    del hombre.
La transmisión de la Revelación
   En el capítulo segundo la Dei Verbum aborda el tema de la transmisión de la
    Revelación. Se suele afirmar que este capítulo fue de los más sometidos a escrutinio.
    De por medio estaba la cuestión tan discutida de la suficiencia material de la
    Escritura. Por otro lado la postura clásica de la Iglesia, sobre todo después del
    Concilio de Trento, era planteada desde la perspectiva de las dos fuentes de la
    Revelación. Pero había una corriente que buscaba darle a esta doctrina católica
    una expresión más comprehensiva, para lo que daban razones.
   Por eso este capítulo plantea en primer lugar la cuestión de la transmisión de la
    Revelación y después se va a detener a tratar específicamente de la Tradición.
    Luego planteará las relaciones entre la Sagrada Tradición y la Sagrada
    Escritura, para finalmente desarrollar la relación entre el depósito de la Revelación y
    el Magisterio de la Iglesia. Una visión en la que están incluidos en admirable síntesis
    los diversos términos del asunto.
   Detengámonos un poco en el problema de la suficiencia material de la Sagrada
    Escritura, es decir, la cuestión de "la teoría de las dos fuentes" y en aquella
    inaceptable posición de la "sola Scriptura". La Constitución se pone por encima de
    toda polémica y se entrega a la reflexión teológica buscando una nueva
    expresión, una maduración. Deja de lado el lenguaje que alude a "dos fuentes" y
    resalta más bien la unidad del depósito de la Revelación en sus dos modalidades 22
    . Es decir, profundizando en los conceptos de la Tradición y la Escritura expresa con
    sabiduría que éstas no son dos fuentes paralelas. Percibe más bien su
    unidad, ambas «están estrechamente unidas y compenetradas» 23 . La Sagrada
    Tradición y la Sagrada Escritura forman el único "depósito de la Revelación" 24 . Esto
    no significa, quede claro, un diluir la Tradición tornándola innecesaria. Más bien, la
    Constitución enseña que la Iglesia no saca únicamente de la Sagrada Escritura su
    certeza acerca de todo lo revelado 25 . La Tradición es necesaria para la
    transmisión y certeza acerca de lo revelado y, además, la Tradición da a conocer a
    la Iglesia el canon de los libros sagrados y hace que los comprenda cada vez mejor
    y los mantenga siempre.
   Además de estos acentos que hemos visto también aparece un claro acento
    cristológico. Jesucristo es el «mediador y plenitud de toda la Revelación» 16 . En Él
    "resplandece" la verdad profunda de Dios y la salvación del hombre. Él es mediador de
    una manera nueva: no es sólo portador de un mensaje, como lo puede ser un profeta,
    pues Él mismo es el mensaje. Más aún, quien lo ve a Él, ve al Padre. En Él se une la
    revelación y lo revelado. Él es, además, la plenitud de esta Revelación. «Ahora en esta
    etapa final (Dios) nos ha hablado por el Hijo» 17 . Ya no hay «que esperar otra
    Revelación pública antes de la gloriosa manifestación de Jesucristo», pues «Él, con su
    presencia y manifestación, con sus palabras y obras, signos y milagros, sobre todo con
    su muerte y gloriosa resurrección, con el envío del Espíritu de la verdad, lleva a plenitud
    toda la Revelación» 18 La historia no es considerada como una simple serie y sucesión
    de acontecimientos sino como una economía de la salvación. Dios, afirma la
    Constitución, queriendo «abrir el camino de la salvación que viene de lo alto, se reveló
    desde el principio personalmente a nuestros primeros padres. Después de su caída, los
    levantó a la esperanza de la salvación, con la promesa de la redención» 20 . Y así fue
    manifestándose a los hombres, a su pueblo, preparando la Revelación evangélica, en
    donde aparecerá en plenitud el hecho de que «Dios está con nosotros para librarnos
    de las tinieblas del pecado y la muerte y para hacernos resucitar a una vida eterna» 21.
   Con respecto a lo antropológico, muy relacionado con el aspecto personal, podemos
    decir que en la Constitución aparece permanentemente una preocupación por
    resaltar el destino humano de la Revelación. Esto se ve, por ejemplo, en el objeto de la
    Revelación. ¿Qué revela Dios? La verdad profunda de Dios y de la salvación del
    hombre. Dios se manifiesta al hombre plenamente en Jesucristo. En Él resplandece la
    verdad profunda sobre Dios y sobre el hombre; en Él se manifiesta el camino de la
    salvación.
   Las palabras del estudioso Cardenal Jean Daniélou son
    muy claras con respecto al alcance de esta doctrina
    conciliar. «El texto ha querido oponerse a la
    concepción de la Escritura como única fuente de
    nuestra certeza acerca de la Revelación: la Escritura
    no puede prescindir de la Tradición». Y más adelante
    afirma sobre este punto que «la adquisición más
    importante del Concilio Vaticano II, no fue el decidir
    sobre el problema de esas fuentes, que no es una
    cuestión tan importante, sino haber dado nuevamente
    a la noción de Tradición una riqueza que tal vez había
    perdido la Iglesia Católica al reducirla a la autoridad
    magisterial y a darnos verdades que no se
    encontrarían sino en ella. La Tradición es algo
    extremadamente rico: es toda la vitalidad de la Iglesia
    bajo la influencia del Espíritu Santo, que conserva el
    depósito, lo actualiza en el tiempo, según cada
    época» 26 .
   Cabe destacar también finalmente sobre este capítulo
    segundo el papel del Magisterio con respecto al
    depósito de la Revelación 27 . Afirma la Constitución
    que el Magisterio «no está por encima de la palabra
    de Dios, sino a su servicio, para enseñar puramente lo
    transmitido». Sólo él tiene «el oficio de interpretar
    autorizadamente la palabra de Dios, oral o escrita».
    Finalmente afirmará que «la Tradición, la Escritura y el
    Magisterio de la Iglesia... están unidos y ligados, de
    modo que ninguno puede subsistir sin los otros» 28 . De
    esta manera se evidencia lo errado del principio de la
    "sola Scriptura" al mismo tiempo que se resalta el justo
    lugar de la Tradición y del Magisterio.
La inspiración divina y la verdad de la Sagrada
                             Escritura
   La Dei Verbum afirma tajantemente: «La
    Revelación que la Sagrada Escritura contiene y
    ofrece ha sido puesta por escrito bajo la
    inspiración del Espíritu Santo» 29 . Señalando lo
    básico de la inspiración, deja de lado toda
    terminología de escuela, enseñando que Dios y
    el hombre son "autores" de la Escritura, pero no
    lo son de la misma manera. Dios obrando en los
    autores humanos y a través de ellos garantiza
    que pongan por escrito «todo y sólo lo que Dios
    quería» 30 .
   En la segunda parte del n. 11, aborda otro tema
    de gran importancia. Es el tema de la verdad
    en la Sagrada Escritura. La Iglesia siempre ha
    creído y cree en la verdad de la Escritura.
    Ahora bien, ¿en qué sentido? La respuesta a
    esta pregunta desde finales del siglo pasado ha
    venido causando algunas tensiones. Por un
    lado, por parte de quienes afirmaban que la
    Escritura se equivoca, por ejemplo, en
    afirmaciones científicas, y, por otro, por aquellos
    que buscaban dar una respuesta pero desde
    presupuestos inadecuados para hacer frente a
    la dificultad.

    Sacrosanctum Concilium
    La Constitución Sacrosanctum Concilium fue el primer
    documento aprobado por los Padres conciliares.
    «Primicia del Vaticano II» 1 la ha llamado el Papa Juan
    Pablo II. Se trata ciertamente de uno de los documentos
    principales del Concilio. Dentro del gran horizonte de
    renovación para el Pueblo de Dios que abrió la
    asamblea conciliar no podía dejar de tener un lugar
    especial la vida litúrgica. Así, la iniciativa de esta
    importante Constitución tiene su origen en el deseo de
    renovar la vida litúrgica, a la vez que fomentarla 2 , en
    continuidad con la Tradición viva de la Iglesia, a fin de
    que todos sus hijos puedan participar de ella con mayor
    provecho espiritual.
   Con la Sacrosanctum Concilium se destacó de manera
    singular el valor central que la liturgia tiene en la vida de
    la Iglesia y en la vida del cristiano. Como afirma el Santo
    Padre: «La Constitución ilustra bien el motivo de esta
    centralidad, situándolo en el horizonte de la historia de la
    salvación. Frente a las múltiples formas de oración, la
    liturgia tiene una estructura propia, no sólo porque es la
    oración pública de la Iglesia, sino sobre todo porque es
    verdadera actualización y, en cierto
    sentido, continuación, mediante los signos, de las
    maravillas realizadas por Dios para la salvación del
    hombre. Esto es verdad particularmente en los
    sacramentos, y de modo muy especial en la
    Eucaristía, en la que Cristo mismo se hace presente como
    sumo sacerdote y víctima de la nueva alianza» 3 .
Contenido del documento
   La Constitución cuenta con siete capítulos precedidos de un importante
    proemio. Tiene también un apéndice sobre la revisión del calendario litúrgico.
    La parte más significativa de la Constitución está desarrollada sin lugar a dudas
    en el capítulo I.
   El proemio es una hermosa declaración con un profundo contenido teológico.
    Resulta interesante destacar que, siendo el primero de los documentos
    conciliares en ser aprobado, sus primeras palabras estén dirigidas a enunciar
    los objetivos del Concilio Vaticano II: «acrecentar cada vez más la vida
    cristiana entre los fieles, adaptar mejor a las necesidades de nuestro tiempo las
    instituciones que están sujetas a cambio, promover cuanto pueda contribuir a
    la unión de todos los que creen en Cristo y fortalecer todo lo que sirve para
    invitar a todos al seno de la Iglesia» 5 .
   Se menciona también en dicho número la intención del Concilio en materia
    litúrgica: «procurar la reforma y el fomento de la liturgia» 6 . De esta manera se
    ponía claramente de manifiesto la importancia de la liturgia en la vida eclesial.
    Esto es expresado de manera singularmente rica en la magnífica síntesis que se
    ofrece en el siguiente número de la Constitución: «la liturgia, por medio de la
    cual "se ejerce la obra de nuestra redención", sobre todo en el divino sacrificio
    de la Eucaristía, contribuye mucho a que los fieles, en su vida, expresen y
    manifiesten a los demás el misterio de Cristo y la naturaleza genuina de la
    verdadera Iglesia, cuya característica es ser a la vez humana y divina, visible y
    dotada de elementos invisibles, entregada a la acción y dada a la
    contemplación, presente en el mundo y, sin embargo, peregrina; de modo
    que en ella lo humano esté ordenado y subordinado a lo divino, lo visible a lo
    invisible, la acción a la contemplación y lo presente a la ciudad futura que
    buscamos» 7 .
   El capítulo I lleva por título: «Principios
    generales para la reforma y el
    fomento de la sagrada liturgia». Éste
    es, como se ha dicho, el capítulo
    más importante --también el más
    extenso--, en donde encontramos el
    marco teológico de fondo para toda
    la renovación y el fomento de la
    liturgia.
   Este capítulo está dividido en cinco
    partes:
   1. Naturaleza de la sagrada liturgia y
    su importancia en la vida de la
    Iglesia.
   2. Necesidad de promover la
    educación litúrgica y la participación
    activa.
   3. Reforma de la sagrada liturgia.
   4. Fomento de la vida litúrgica en las
    diócesis y en la parroquia.
   5. Promoción de la acción litúrgica
    pastoral.
   El capítulo II, «El sagrado misterio de la
    Eucaristía», es una presentación sintética de
    gran riqueza de la Sagrada
    Eucaristía, memorial del
    Señor, reactualización del sacrificio del
    Calvario, banquete pascual en donde se
    alimenta el cristiano del mismo Señor. Por la
    grandeza del misterio que contiene este
    sacramento se vuelve a insistir en la
    participación consciente, piadosa y activa
    de los fieles en la celebración, instruidos en
    la Palabra de Dios, fortalecidos por la
    gracia, aprendiendo a ofrecerse
    juntamente con el Cordero que se ofrece
    por manos del ministro.
   Aquí se habla de la unidad de las dos
    mesas: la de la Palabra y la de la Eucaristía.
    Ambas están íntimamente relacionadas y
    son constitutivas del único acto de culto
    que es la Misa 15 . Así, la centralidad de la
    Palabra de Dios y la Santísima Eucaristía
    quedan propiamente destacadas y unidas.
    Uno de los frutos de esta Constitución
    será, por ejemplo, el Misal de Pablo VI 16 .
   El capítulo III, titulado «Otros sacramentos y los
    sacramentales», está referido precisamente a los
    sacramentos, a su naturaleza y a la reforma de los
    rituales para que expresen la visión litúrgica
    renovada por el Concilio. Se invita allí a una vuelta
    al sentido más originario y expresivo de los símbolos y
    ritos de los sacramentos, para que expresen la fe, la
    robustezcan y la hagan crecer. En sus numerales se
    pasa revista a cada uno de los
    sacramentos, invitándose a celebrarlos de
    preferencia dentro de la Misa, salvo uno: el de la
    reconciliación 17 . Es de notar que el Concilio, para
    expresar mejor su naturaleza, invita a llamar "unción
    de los enfermos" al sacramento que era
    denominado "extremaunción".
   También son tratados los sacramentales. Después de
    reconocer su valor para la vida cristiana, se invita a
    la renovación de sus rituales 18 . Mención aparte se
    hace de la consagración de vírgenes, la profesión
    religiosa y el ritual de las exequias 19 .
   El capítulo IV se titula: «El Oficio divino». Se trata allí de la liturgia
    de las horas como oración de toda la Iglesia, oración
    sacerdotal por la cual se alaba al Padre y se intercede por la
    salvación de todo el mundo 20 . Se recuerda a quienes están
    obligados a la celebración de la liturgia de la horas que esta
    obligación es un honor21 . Se señala el valor pastoral de esta
    oración de Cristo y su Esposa la Iglesia y se recomienda la
    participación de todos los fieles en la misma 22 ; así pueden
    entrar en contacto con los tesoros de la Sagrada Escritura y de
    la Tradición de la Iglesia.
   El título del capítulo V es: «El año litúrgico». Éste es presentado
    como celebración del misterio de Jesucristo que pone a los
    fieles en contacto con los misterios de la redención. Así pueden
    beneficiarse con el poder santificador y los méritos del Señor y
    quedan llenos de la gracia de la salvación 23 . Se
    precisa, además, el sentido de las celebraciones marianas y las
    fiestas de los santos dentro del ciclo litúrgico. Ellas deberán ser
    más expresivas del único misterio que celebramos: Jesucristo
    muerto y resucitado para nuestra salvación 24 . El
    domingo, fiesta primordial de los cristianos consagrada por la
    resurrección de Cristo, es presentado en su genuino sentido de
    día del Señor en el que se escucha la Palabra de Dios y se
    celebra la Eucaristía, día de la comunidad, día de fiesta y
    descanso; comprensión que ha de ser inculcada a los fieles 25 .
   El capítulo VI, «La música
    sagrada», destaca la
    importancia que la música
    sacra tiene para la
    celebración. La Constitución
    ofrece criterios globales para
    comprender el significado de
    la música sacra en la acción
    litúrgica y su aporte en el
    ámbito de la celebración. El
    valor de la música nace del
    hecho de que ella se expresa
    esencialmente bajo la forma
    del canto 26 . Se alienta la
    participación de los fieles a
    través del canto 27 . Se
    recuerda la importancia del
    canto gregoriano en la
    tradición de la Iglesia
    romana 28 , aunque sin excluir
    otras formas de canto, a la
    vez que se fomenta el canto
    religioso popular 29 .
   Finalmente, el capítulo VII
    tiene por título: «El arte y
    los objetos sagrados». Se
    resalta la función del arte
    al servicio de la liturgia y,
    concretamente, de las
    celebraciones. A través
    de la belleza, el arte se
    inserta en el dinamismo
    celebrativo elevando el
    ánimo del hombre para la
    glorificación de Dios. La
    Constitución ofrece una
    amplia y confiada
    apertura a la libertad y
    originalidad expresivas en
    el arte, pero siempre en el
    respeto y salvaguarda de
    la sacralidad.
Algunos aspectos centrales de la Constitución
   Para aproximarnos sintéticamente a los aspectos
    principales de la Sacrosanctum Concilium tomaremos
    como guía unas recientes palabras del Santo Padre Juan
    Pablo II recordando la importancia de la Constitución
    sobre la liturgia: «Verdaderamente fueron sabias las
    indicaciones que dio el Concilio para hacer que la liturgia
    fuera cada vez más significativa y eficaz, adecuando los
    ritos a su sentido doctrinal, infundiendo nuevo vigor a la
    proclamación de la Palabra de Dios, impulsando a los
    fieles a una participación más activa y promoviendo las
    diversas formas de ministerio que, mientras expresan la
    riqueza de los carismas y de los servicios
    eclesiales, muestran de modo elocuente que la liturgia
    es, a la vez, acto de Cristo y de la Iglesia. También fue
    decisivo el impulso para adaptar los ritos a las diferentes
    lenguas y culturas, a fin de que también en la liturgia la
    Iglesia pueda expresar con plenitud su carácter
    universal» 30 .
Liturgia y misterio pascual
   «Cristo el Señor realizó esta obra de redención
    humana y de glorificación perfecta de
    Dios, preparada por las maravillas que Dios hizo en el
    pueblo de la Antigua Alianza, principalmente por el
    misterio pascual de su bienaventurada pasión, de su
    resurrección de entre los muertos y de su gloriosa
    ascensión» 34 . El misterio pascual, que es el centro
    de todo el designio salvífico y de su realización, es
    también el centro de la liturgia. Hemos dicho que la
    liturgia actualiza la historia de la salvación, ella es
    memorial: recuerdo y actualización de la obra de la
    redención. En la liturgia se hace presente la obra
    salvadora al actualizarse el misterio pascual de
    Jesucristo que es la plenitud de la historia
    salvífica, plenitud y cumplimiento de una vez para
    siempre (kairos). Esta centralidad del misterio pascual
    en la liturgia, afirmada por el Concilio, la expresa
    también el Catecismo de la Iglesia Católica, fiel
    expresión de la teología conciliar, cuando afirma: «La
    Liturgia cristiana no sólo recuerda los
    acontecimientos que nos salvaron, sino que los
    actualiza, los hace presentes. El Misterio pascual de
    Cristo se celebra, no se repite; son las celebraciones
    las que se repiten; en cada una de ellas tiene lugar la
    efusión del Espíritu Santo que actualiza el único
    Misterio» 35 .
El lugar central de la liturgia en la vida de la Iglesia
   De las consideraciones anteriores se deduce
    claramente el lugar central que ocupa la liturgia
    en la vida de la Iglesia. Esto hace que la
    Constitución conciliar señale en diversas ocasiones
    esta verdad. Pero, sin duda, el texto conciliar que
    mejor expresa esta convicción eclesial es aquel en
    que se nos dice que «la liturgia es la cumbre a la
    que tiende la acción de la Iglesia y, al mismo
    tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza»
    40 . El texto señala el verdadero y constitutivo
    papel que tiene la acción litúrgica en la vida de la
    Iglesia, en su ser y misión, lo que pone de
    manifiesto su centralidad.
   En la liturgia la Iglesia realiza de modo especial su
    razón de ser: comunicadora de la salvación; la
    celebración de la fe es el centro de toda la
    actividad eclesial. En la Iglesia todo se orienta
    hacia la liturgia y todo recibe de ella su fuerza.
    Como lo señalaba el Cardenal Ratzinger en el
    libro-entrevista Informe sobre la fe: "El tema de la
    liturgia no es en modo alguno marginal: ha sido
    precisamente el Concilio el que nos ha recordado
    que tocamos aquí el corazón de la fe cristiana» 41
    .
La participación activa de todos los fieles en la liturgia
   Siendo lo que es, la liturgia cumple su cometido sólo cuando
    los fieles participan en ella activa, plena, conscientemente.
    Ya desde el proemio, en la Constitución se alienta a una
    participación más activa de los fieles en la liturgia como una
    manera de incrementar su vida cristiana. Es éste un aspecto
    central de la renovación litúrgica del Concilio. El texto,
    después de mencionar la importancia de la liturgia en la
    vida de la Iglesia, afirma que para lograr mayor eficacia «es
    necesario que los fieles accedan a la sagrada liturgia con
    recta disposición de ánimo, pongan su alma de acuerdo
    con su voz y cooperen con la gracia divina para no recibirla
    en vano» 42 .
   La Constitución incentiva la colaboración de todos para
    promover una educación litúrgica y a la vez llama a mejorar
    la participación en la liturgia. Se pide una participación
    plena, consciente y activa de todo el pueblo para que en
    ella beban el espíritu genuinamente cristiano 43 .
   Conviene notar que esa participación tiene como fin una
    vida más cristiana, por lo que no se reduce al momento
    celebrativo sino que se verificará en una vivencia
    auténticamente cristiana de quienes participan en la
    celebración litúrgica.
En vistas al Tercer Milenio
   La llegada del Tercer Milenio de nuestra fe nos
    lleva a revisarnos como Iglesia. El Papa Juan
    Pablo II nos ha llamado a prepararnos
    adecuadamente para celebrar el Gran Jubileo
    del año 2000, en el que recordaremos el misterio
    central de nuestra fe: la encarnación del Verbo
    Eterno, quien se hizo Hijo de Mujer para la
    redención de la humanidad 48 . En esta
    preparación tienen un lugar muy importante las
    enseñanzas del Concilio. El Santo Padre nos
    recuerda que la mejor preparación para el
    Tercer Milenio es el renovado compromiso de
    aplicar, lo más fielmente posible, las enseñanzas
    del Vaticano II a la vida de cada uno y de toda
    la Iglesia, ya que con el Vaticano II se ha
    iniciado, en el sentido más amplio de la
    palabra, la inmediata preparación del Gran
    Jubileo del 2000 49 .
   En la aplicación de las enseñanzas del Concilio
    debemos poner en un lugar central a la
    liturgia, fuente y cumbre de la vida de la Iglesia.
    Estamos ante un asunto muy
    importante, pues, como nos dice
    la Sacrosanctum Concilium, aunque la liturgia no
    agota toda la acción de la Iglesia, es acción
    sagrada por excelencia.
Lumen Gentium
   es una de las cuatro
    constituciones promulgadas
    por el Concilio Vaticano II. El
    título de la constitución (en
    latín, luz de las gentes o luz
    de las naciones), como se
    acostumbra con los títulos
    de la inmensa mayoría de
    los documentos de
    importancia de la Iglesia
    católica, refiere a las
    primeras palabras del
    mismo documento: «Cristo
    es la luz de los pueblos»
    (Lumen gentium 1). Junto
    con Dei Verbum (la
    constitución sobre la
    Revelación Divina), Lumen
    gentium es una de las dos
    constituciones dogmáticas
    del Concilio Vaticano II.
Dos hitos fundamentales
   Para situarnos debidamente ante la Lumen gentium
    aún hace falta hacer referencia a dos importantes
    documentos. Uno de ellos es el radiomensaje de
    Juan XXIII, en vísperas del Concilio, conocido como
    Ecclesia Christi lumen gentium, del 11 de setiembre
    de 1962.
   En verdad impresiona sobremanera leer
    retrospectivamente el contenido de este texto y
    correlacionarlo con los documentos del Concilio. En
    lo que respecta a la Constitución que estamos
    considerando, vale la pena recoger un párrafo de
    aquel radiomensaje: «¿Qué otra cosa es, en
    efecto, un Concilio Ecuménico sino la renovación
    de este encuentro de la faz de Cristo resucitado, rey
    glorioso e inmortal, radiante sobre la Iglesia
    toda, para salud, para alegría y para resplandor de
    las humanas gentes?» 4 . Los parámetros que pone
    en esta ocasión son la búsqueda de la
    Iglesia, como ella es, «en su estructura interior --
    vitalidad ad intra--, cuando presenta ante todo a
    sus hijos los tesoros de la fe iluminante y de la gracia
    santificadora» 5 ; y de la Iglesia considerada «en las
    relaciones de su vitalidad ad extra» 6 ante cuyas
    necesidades debe responder con su enseñanza 7 .
   Y, junto a este texto, la programática primera
    encíclica del Papa Pablo VI, la Ecclesiam suam, del
    6 de agosto de 1964. En ella el Papa Pablo plantea
    como eje prioritario de toda tarea eclesial la
    profundización de la Iglesia «en la conciencia que
    ella ha de tener de sí misma, del tesoro de verdad
    del que es heredera y depositaria, y de la misión
    que debe cumplir en el mundo» 8 . A partir de esa
    conciencia el Pueblo de Dios debe lanzarse hacia
    la renovación de sí; con el horizonte de la
    perfección «en su concepción ideal, el
    pensamiento divino, la Iglesia ha de tender a la
    perfección en su expresión real, en su existencia
    terrenal» 9 . Y desde la conciencia de sí y desde el
    esfuerzo por la perfección, debe ir al encuentro del
    mundo, no para confundirse con él sino para
    cumplir con su misión a través de un diálogo
    consciente del «anuncio que debe difundir. Es el
    deber de la evangelización» 10 . En este diálogo la
    «Iglesia se hace palabra; la Iglesia se hace
    mensaje; la Iglesia se hace coloquio» 11 . Las
    reflexiones que comparte el Papa se tornan
    horizonte y vida dentro del dinamismo conciliar. A
    treinta años de finalizado el Concilio, y cuando se
    habla de hermenéutica conciliar, los mensajes de
    los dos Papas del Concilio constituyen valiosísimos
    instrumentos para ahondar y mejor comprender el
    Concilio y su dinámica para hoy y para mañana.
La estructura de la Lumen gentium
   La estructura de la Constitución es sumamente clara. Está dividida en
    ocho capítulos que forman a su vez cuatro parejas temáticas, cada
    una de las cuales ha sido presentada bajo la figura de las dos tablas
    de un díptico. Brevemente pasaremos revista a los mismos para
    hacernos una idea global de la Constitución.
   Es importante señalar cómo ya desde la misma estructura de la
    Lumen gentium se percibe una opción por la comunión, la síntesis, la
    dinámica de la armonía y complementariedad, todo lo cual irá
    permitiendo la integración de la pluralidad de elementos en la
    unidad del Pueblo peregrino como concreción de la esencia de la
    Iglesia.
   3.1. El primer díptico está integrado por el capítulo I que se llama El
    misterio de la Iglesia, centrado más en su origen y naturaleza; y por el
    capítulo II, llamado El Pueblo de Dios, que muestra a la Iglesia en su
    despliegue y peregrinar histórico en la realización de su misión.
   3.2. El segundo díptico incluye el capítulo III que, titulado La
    constitución jerárquica de la Iglesia y en particular del
    episcopado, presenta la visión de la estructura orgánica de la Iglesia
    fundamentalmente desarrollando las notas de su constitución
    jerárquica. Ella es a su vez complementada mediante el capítulo IV
    que se llama Los laicos, completando con ello la visión de la
    estructura originaria querida por el mismo Señor Jesús en la visión
    conjunta del Cuerpo místico o Pueblo de Dios.
   3.3. El tercer díptico presenta la vocación a la santidad en la
    Iglesia. El Concilio va a desarrollar este llamado a la perfección
    de la vida cristiana tanto en su dimensión universal, en la que
    están incluidos todos los fieles del Pueblo de Dios, en el capítulo
    V, titulado La vocación universal a la santidad en la
    Iglesia, como tratando en el capítulo VI sobre aquellos que
    dentro de la vocación general tienen un llamado a una
    especial consagración por el ejercicio de los consejos
    evangélicos de castidad perfecta, pobreza y obediencia, Los
    religiosos.
   3.4. Y el cuarto díptico nos sitúa ante la perspectiva teleológica
    de la vida cristiana, ante la dinámica de su peregrinar y la meta
    a la que se dirige. Para ello en el capítulo VII, titulado Carácter
    escatológico de la Iglesia peregrina y su unión con la Iglesia del
    cielo, muestra cómo la Iglesia peregrina en la tierra pero no se
    agota en la historia; se proyecta desde su origen mismo hacia
    la plenitud que sólo alcanzará en el triunfo final de Cristo. Y
    finalmente el capítulo VIII en que con el título de La
    Bienaventurada Virgen María, Madre de Dios, en el Misterio de
    Cristo y de la Iglesia, se muestra como una gema preciosa la
    iluminadora reflexión de las maternales relaciones de Santa
    María y la Iglesia. En ella la Madre aparece como la concreción
    ya realizada de toda esta dinámica eclesial recorrida en la
    Constitución. Precisamente sus misterios muestran
    paradigmáticamente el recto sentido del caminar y su meta.
. Iglesia, ¿qué dices de ti misma?
   La preocupación central de los Papas del Concilio y de los
    Padres conciliares fue ciertamente la conciencia de la Iglesia
    sobre sí misma. No para quedarse ensimismada sino para vivir
    más plenamente su misterio, en sí misma como Pueblo de Dios en
    marcha y de cara al mundo.
   Había una pregunta que resonó con gran fuerza al final de la
    primera sesión conciliar y que no dejará de acompañar las
    intensas jornadas de trabajo de las cuatro etapas conciliares:
    Iglesia, ¿qué dices de ti misma? Las labores conciliares
    encontrarán en esta pregunta una especie de marco de trabajo,
    el gran telón de fondo para sus reflexiones. El Cardenal Montini 20
    formulará una respuesta en dos direcciones: ¿Qué es la Iglesia? y
    ¿Qué hace la Iglesia? --recogiendo los planteamientos de Juan
    XXIII y un discurso del Cardenal Suenens 21 --. Se explicitaban así
    las dos dimensiones de la identidad de la Iglesia en el ser y el
    quehacer, que serán a la postre las claves articuladoras de la
    enseñanza conciliar.
   En primer lugar se debe destacar la exigente coherencia que
    lleva a la pregunta sobre la fidelidad a la propia identidad y
    misión. El punto de partida de esto se descubre en algo que es
    fundamental para el Pueblo de Dios: Ecclesia semper
    reformanda. La Iglesia ponía en primer lugar la consideración de
    la necesidad de renovarse permanentemente en su fidelidad al
    Señor Jesús y al designio divino 22 . Así pues, la invitación a la
    renovación de la Iglesia, no perfecta en su expresión humana,
    aunque siempre tendiendo a la perfección 23 , ofreció la
    oportunidad para mirarla más en profundidad, en el espejo de la
    Revelación, y comprender con mayor hondura su misión.
   Puesto en palabras del Papa Juan XXIII: se trataba de impulsar con vigor una
    renovación para conseguir para la Iglesia un aggiornamento 24 --concepto que
    podría ser traducido al castellano como puesta al día--. Se pueden distinguir dos
    momentos del dinamismo que puso en marcha el Papa Roncalli. Renovación
    profunda que es volver a las mismas fuentes, a los fundamentos y a los valores
    permanentes del Evangelio, en fidelidad a la tradición viva que hemos
    heredado. Renovación que también libere de los elementos accidentales para
    salir al encuentro del ser humano de estos difíciles y contradictorios tiempos de
    transformaciones culturales 25 y ofrecerle la Buena Nueva, al Señor Jesús, el
    mismo ayer, hoy y siempre 26 .
   Todo esto llevó a que el proyecto del Concilio se enrumbara hacia una mejor y
    más plena comprensión del misterio de la Iglesia teniendo en cuenta además su
    relación con los tiempos actuales, en función de hacer que resplandezca con
    fidelidad la luz del Señor Jesús para los seres humanos en camino al Tercer
    Milenio. El Concilio sería planteado, en consecuencia, con una orientación más
    pastoral que puramente doctrinal 27 , lo que no quiere decir que no porte
    fundamentales elementos doctrinales. Es decir que se ensayaba una
    aproximación a la Iglesia ya no sólo como "objeto", sino como "sujeto". Son muy
    ilustrativas las reflexiones que hacía el entonces Cardenal Wojtyla sobre el
    particular: «La Iglesia es verdad de fe y objeto de uno de los artículos del Credo:
    "Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica". Si la óptica del
    Concilio fuera "puramente doctrinal", a lo mejor la doctrina acerca de la verdad
    de la fe que se refiere a la Iglesia se habría desarrollado de otra manera. Pero
    precisamente en este punto tenía el Concilio que ser eminentemente pastoral.
    No era posible tratar a la Iglesia solamente como "objeto". Era necesario
    expresarla también como "sujeto". Semejante intención acompañaba
    ciertamente la primera pregunta que se hizo el Concilio: Ecclesia, quid dicis de
    te ipsa?: Iglesia, ¿qué dices de ti misma? Esta pregunta dirigida a la Iglesia-
    sujeto, se enderezaba también a cuantos constituyen este sujeto» 28 . La Lumen
    gentium es la respuesta que, con el divino auxilio, el Pueblo de Dios se da a sí
    mismo de cara a las tareas de vivir la fe y la evangelización que presenta el
    mundo hodierno y el milenio adveniente.
La Gaudium et spes
   es el nombre de la única
    constitución pastoral del
    Concilio Vaticano II. Trata
    sobre «la Iglesia en el mundo
    contemporáneo». Fue
    aprobada por los padres
    conciliares el 7 de diciembre
    de 1965 y solemnemente
    promulgada por el papa
    Pablo VI ese mismo día.
   Se logró aprobar tras varios
    años de trabajos sea de la
    asamblea conciliar
    propiamente dicha sea de las
    comisiones que se fueron
    subsiguiendo en la formulación
    de la redacción ya que las
    temáticas que afrontaba eran
    de especial actualidad en
    esos años del siglo XX.
La antropología teológica de la Gaudium et spes
   Conviene, pues, detenerse un poco en los lineamientos
    antropoteológicos de la Constitución conciliar. Ella
    arranca de las tradicionales preguntas antropológicas
    presentes de mil formas diversas en todas las culturas:
    «¿Qué es el hombre? ¿Cuál el sentido del dolor, del
    mal, de la muerte, que, a pesar de tan grandes
    progresos, subsisten todavía? ¿Para qué aquellas
    victorias, obtenidas a tan caro precio? ¿Qué puede el
    hombre dar a la sociedad? ¿Qué puede esperar de
    ella? ¿Qué vendrá detrás de esta vida terrestre?» 10 .
    Pero no lo hace con un espíritu especulativo, por
    curiosidad o por competencia en relación a la
    reflexión científica y filosófica, tampoco como una
    forma de esclarecer su propia posición para
    diferenciarse del mundo y de los que no comparten la
    fe en Cristo, es decir, para tomar partido en el
    debate, sino por solidaridad con todos los hombres, por
    la conciencia de su misión universal de salvación, por
    amor al destino de cada uno y de la humanidad en su
    conjunto. Por ello se esfuerza en descubrir lo que ocurre
    al interior del corazón humano, sus anhelos y
    debilidades. Así, tras enunciar algunos de los bienes
    sociales que busca el hombre actual, señala que «tras
    todas estas exigencias se oculta una aspiración más
    profunda y universal: el individuo y el grupo tienen
    hambre de una vida plena y libre, digna del
    hombre, dispuestos a someter a su propio servicio todo
    lo que el mundo de hoy les puede ofrecer en tan gran
    abundancia» 11 .
   La realidad del pecado, que recuerda Gaudium et spes a
    continuación, no se puede disociar, en consecuencia, de la
    condición libre de la vida humana y la supone. Señala la
    Constitución: «Pero el hombre, constituido por Dios en un estado
    de justicia desde el mismo comienzo de su historia, abusó, sin
    embargo, de su libertad por persuasión del Maligno, alzándose
    contra Dios y pretendiendo conseguir su fin fuera de Dios... Al
    negarse a reconocer a Dios como su principio, transtornó,
    además, su debida ordenación a un fin último y, al mismo
    tiempo, dañó todo el programa trazado para sus relaciones
    consigo mismo, con todos los hombres y con toda la creación»
    14 . Como se ve, el pecado es una forma de incomprensión de
    la naturaleza de la libertad humana. Como ha desarrollado
    extensamente el magisterio pontificio posterior, particularmente
    la encíclica Veritatis splendor, la libertad del hombre sólo puede
    corresponder a un «estado de justicia» si se deja orientar por la
    verdad como su fin propio. La libertad no puede verse, en
    consecuencia, como un atributo de la condición humana cuyo
    sentido y orientación han quedado indeterminados y el hombre
    puede determinarlos a voluntad, sino desde el plan del Creador,
    como el modo específico de participar en la vocación al amor.
    Como ha señalado Familiaris consortio, «Dios ha creado al
    hombre a su imagen y semejanza: llamándolo a la existencia por
    amor, lo ha llamado al mismo tiempo al amor» 15 .
Fin

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Constituciones

  • 2. Dei Verbum  La constitución Dei Verbum es uno de los 16 documentos y una de las dos constituciones dogmáticas resultantes del Concilio Vaticano II donde, según el mismo documento, se expone "la doctrina genuina sobre la divina revelación y sobre su transmisión para que todo el mundo, oyendo, crea el anuncio de la salvación; creyendo, espere, y esperando, ame". De entre los documentos emanados del Concilio Vaticano II, la constitución llamada Dei Verbum es una de las que gozan de mayor rango normativo en la Iglesia católica. La expresión latina Dei Verbum significa Palabra de Dios, y fue tomada -como es costumbre en los documentos católicos de importancia- de las palabras iniciales del documento.  Dei Verbum fue promulgada por el Papa Pablo VI en noviembre de 1965 y aprobada por la asamblea de obispos con 2344 votos a favor y 6 votos en contra. La generación de este documento catalizó muchos de los cambios en la orientación del mismo Concilio, y dio lugar a una etapa nueva en la historia de la Iglesia en cuanto a la forma de estudiar, interpretar, reflexionar y vivir los contenidos de las Sagradas Escrituras.
  • 3. Historia  Empecemos por recordar algo de la historia de la notable Constitución. El día 18 de noviembre de 1965, en la octava sesión del Concilio, fue promulgada por el Papa Pablo VI la Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación. Aparecía así uno de los documentos más breves y al mismo tiempo de más rica doctrina que ha promulgado el Concilio Vaticano II.  La Dei Verbum ha sido un documento de larga gestación. Desde el primer esquema hasta su redacción final hubo un recorrido en que el permanente afán por profundizar con fidelidad en temas tan densos se fue concretando hasta que se llegó finalmente a proponer «la doctrina auténtica sobre la Revelación y su transmisión: para que todo el mundo, con el anuncio de la salvación, oyendo crea, y creyendo espere, y esperando ame».
  • 4. Se me ha pedido tratar, en esta conferencia inaugural, sobre una de las cuatro constituciones que elaboró el Concilio, la Constitutio Dogmática de Divina Revelatione, más conocida como Dei Verbum. Como es evidente, cada una de las constituciones, así como cada uno de los demás documentos conciliares, tiene una innegable importancia. Me toca en esta ocasión destacar la gran trascendencia de la Dei Verbum, tanto en sí misma como para la marcha de la Iglesia de estos tiempos.  Ante todo se trata de una Constitución dogmática, al igual que la Lumen gentium. Esto ya tiene su importancia particular. La profundización sobre la divina Revelación constituye un don y una enseñanza autorizada que ilumina la marcha del Pueblo de Dios.  Especialmente cuando cierto relativismo y reduccionismo viene conduciendo a una crisis en la interpretación de la Palabra de Dios escrita, las luminosas enseñanzas de la Dei Verbum cobran una mayor importancia
  • 5. Doctrina  Respecto a la doctrina de la Dei Verbum, lo primero que habría que tener en cuenta es que el nombre con el que es conocida -Dei Verbum- no se refiere, como a veces erróneamente se piensa, sólo a la Palabra de Dios escrita, es decir a la Biblia, sino que alcanza a toda la divina Revelación. Precisamente, como hemos recordado hace unos momentos, ése es su título: Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación.  El tema fundamental de esta Constitución es el de la Revelación y su transmisión. Obviamente, dentro de esta perspectiva, la Sagrada Escritura tiene un lugar fundamental, pero no exclusivo. Esto se percibe con nitidez observando la disposición de los temas en la Constitución: luego de tratar en su primer capítulo de la Revelación en sí misma, en el segundo abordará el tema de su transmisión a través de la Sagrada Tradición y de la Sagrada Escritura. Será a partir del tercer capítulo, hasta el sexto, que tratará específicamente de la Sagrada Escritura, siempre enmarcada dentro del tema de la Revelación de Dios.
  • 6. Quizá uno de los más graves problemas que se han venido dando en relación a la Escritura, en especial desde el siglo XVI y entre nosotros avanzado el siglo XX, ha sido la actitud de aproximarse a ella de manera aislada y de ignorar o no tomar en debida cuenta su esencial relación con la Tradición y con el Magisterio. Precisamente por eso resulta tan significativo que el Concilio llegue a invitar a un estudio profundo de la Sagrada Escritura -incluso afirmando que quien no conoce la Escritura no conoce a Cristo -, pero siempre exhortando a conocerla y estudiarla como corresponde. Es decir en el marco de la Revelación, en unidad con la Tradición, en dócil apertura al Espíritu, inspirador de la Sagrada Escritura, y destacando la necesidad de atender al Magisterio de la Iglesia.  La Dei Verbum es un gran intento de unidad y de síntesis en la aproximación a los fundamentos de nuestra fe. Como dice el Cardenal Henri de Lubac: «Uno de los principales méritos (de la Dei Verbum) es el de haber devuelto todo a la unidad. Unidad del Revelador y de lo Revelado: Jesucristo, "autor y consumador de nuestra fe"; unidad en Él de los dos Testamentos, que a Él rinden testimonio; unidad de la Escritura y de la Tradición, que no pueden jamás separarse; unidad, presentada en el último capítulo, del Verbo de Dios bajo las dos formas con las cuales Él se hace presente entre nosotros: la Escritura y la Eucaristía» .
  • 7. Naturaleza de launa especie de Ya desde el mismo proemio aparece Revelación síntesis del planteamiento y de los acentos fundamentales. Acudiendo a las palabras inspiradas de San Juan en su primera carta 11 , la Revelación es presentada como la misma vida de Dios que se nos ha manifestado en Jesucristo para invitarnos a vivir la comunión 12 .  A partir del proemio y, en general, de lo dicho en el capítulo primero, se ve que la Revelación es presentada desde una perspectiva personal comunicativa. El acento no está puesto en la revelación de algo -de una serie de verdades-, sino de Alguien que se automanifiesta para entrar en comunión. Él mismo, a través de su revelación, establece una relación personal con los hombres: movido por amor, habla a los seres humanos como amigos para invitarlos y recibirlos en su compañía. En palabras de San Juan, es «la misma vida eterna, que estaba junto al Padre y se nos manifestó» 13 .  El Padre envió «a su Hijo, la Palabra eterna, que alumbra a todo hombre, para que habitara entre los hombres y les contara la intimidad de Dios» 14 . Aquí queda de manifiesto otro aspecto importante en la enseñanza conciliar: la perspectiva trinitaria. Dios se ha manifestado a sí mismo, en su unidad y trinidad. De esta manera, «por Cristo, la Palabra hecha carne, y con el Espíritu Santo, pueden los hombres llegar hasta el Padre y participar de la naturaleza divina» 15 . Es Dios uno y trino, comunión divina de amor, quien sale al encuentro del hombre.
  • 8. La transmisión de la Revelación  En el capítulo segundo la Dei Verbum aborda el tema de la transmisión de la Revelación. Se suele afirmar que este capítulo fue de los más sometidos a escrutinio. De por medio estaba la cuestión tan discutida de la suficiencia material de la Escritura. Por otro lado la postura clásica de la Iglesia, sobre todo después del Concilio de Trento, era planteada desde la perspectiva de las dos fuentes de la Revelación. Pero había una corriente que buscaba darle a esta doctrina católica una expresión más comprehensiva, para lo que daban razones.  Por eso este capítulo plantea en primer lugar la cuestión de la transmisión de la Revelación y después se va a detener a tratar específicamente de la Tradición. Luego planteará las relaciones entre la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura, para finalmente desarrollar la relación entre el depósito de la Revelación y el Magisterio de la Iglesia. Una visión en la que están incluidos en admirable síntesis los diversos términos del asunto.  Detengámonos un poco en el problema de la suficiencia material de la Sagrada Escritura, es decir, la cuestión de "la teoría de las dos fuentes" y en aquella inaceptable posición de la "sola Scriptura". La Constitución se pone por encima de toda polémica y se entrega a la reflexión teológica buscando una nueva expresión, una maduración. Deja de lado el lenguaje que alude a "dos fuentes" y resalta más bien la unidad del depósito de la Revelación en sus dos modalidades 22 . Es decir, profundizando en los conceptos de la Tradición y la Escritura expresa con sabiduría que éstas no son dos fuentes paralelas. Percibe más bien su unidad, ambas «están estrechamente unidas y compenetradas» 23 . La Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura forman el único "depósito de la Revelación" 24 . Esto no significa, quede claro, un diluir la Tradición tornándola innecesaria. Más bien, la Constitución enseña que la Iglesia no saca únicamente de la Sagrada Escritura su certeza acerca de todo lo revelado 25 . La Tradición es necesaria para la transmisión y certeza acerca de lo revelado y, además, la Tradición da a conocer a la Iglesia el canon de los libros sagrados y hace que los comprenda cada vez mejor y los mantenga siempre.
  • 9. Además de estos acentos que hemos visto también aparece un claro acento cristológico. Jesucristo es el «mediador y plenitud de toda la Revelación» 16 . En Él "resplandece" la verdad profunda de Dios y la salvación del hombre. Él es mediador de una manera nueva: no es sólo portador de un mensaje, como lo puede ser un profeta, pues Él mismo es el mensaje. Más aún, quien lo ve a Él, ve al Padre. En Él se une la revelación y lo revelado. Él es, además, la plenitud de esta Revelación. «Ahora en esta etapa final (Dios) nos ha hablado por el Hijo» 17 . Ya no hay «que esperar otra Revelación pública antes de la gloriosa manifestación de Jesucristo», pues «Él, con su presencia y manifestación, con sus palabras y obras, signos y milagros, sobre todo con su muerte y gloriosa resurrección, con el envío del Espíritu de la verdad, lleva a plenitud toda la Revelación» 18 La historia no es considerada como una simple serie y sucesión de acontecimientos sino como una economía de la salvación. Dios, afirma la Constitución, queriendo «abrir el camino de la salvación que viene de lo alto, se reveló desde el principio personalmente a nuestros primeros padres. Después de su caída, los levantó a la esperanza de la salvación, con la promesa de la redención» 20 . Y así fue manifestándose a los hombres, a su pueblo, preparando la Revelación evangélica, en donde aparecerá en plenitud el hecho de que «Dios está con nosotros para librarnos de las tinieblas del pecado y la muerte y para hacernos resucitar a una vida eterna» 21.  Con respecto a lo antropológico, muy relacionado con el aspecto personal, podemos decir que en la Constitución aparece permanentemente una preocupación por resaltar el destino humano de la Revelación. Esto se ve, por ejemplo, en el objeto de la Revelación. ¿Qué revela Dios? La verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre. Dios se manifiesta al hombre plenamente en Jesucristo. En Él resplandece la verdad profunda sobre Dios y sobre el hombre; en Él se manifiesta el camino de la salvación.
  • 10. Las palabras del estudioso Cardenal Jean Daniélou son muy claras con respecto al alcance de esta doctrina conciliar. «El texto ha querido oponerse a la concepción de la Escritura como única fuente de nuestra certeza acerca de la Revelación: la Escritura no puede prescindir de la Tradición». Y más adelante afirma sobre este punto que «la adquisición más importante del Concilio Vaticano II, no fue el decidir sobre el problema de esas fuentes, que no es una cuestión tan importante, sino haber dado nuevamente a la noción de Tradición una riqueza que tal vez había perdido la Iglesia Católica al reducirla a la autoridad magisterial y a darnos verdades que no se encontrarían sino en ella. La Tradición es algo extremadamente rico: es toda la vitalidad de la Iglesia bajo la influencia del Espíritu Santo, que conserva el depósito, lo actualiza en el tiempo, según cada época» 26 .  Cabe destacar también finalmente sobre este capítulo segundo el papel del Magisterio con respecto al depósito de la Revelación 27 . Afirma la Constitución que el Magisterio «no está por encima de la palabra de Dios, sino a su servicio, para enseñar puramente lo transmitido». Sólo él tiene «el oficio de interpretar autorizadamente la palabra de Dios, oral o escrita». Finalmente afirmará que «la Tradición, la Escritura y el Magisterio de la Iglesia... están unidos y ligados, de modo que ninguno puede subsistir sin los otros» 28 . De esta manera se evidencia lo errado del principio de la "sola Scriptura" al mismo tiempo que se resalta el justo lugar de la Tradición y del Magisterio.
  • 11. La inspiración divina y la verdad de la Sagrada Escritura  La Dei Verbum afirma tajantemente: «La Revelación que la Sagrada Escritura contiene y ofrece ha sido puesta por escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo» 29 . Señalando lo básico de la inspiración, deja de lado toda terminología de escuela, enseñando que Dios y el hombre son "autores" de la Escritura, pero no lo son de la misma manera. Dios obrando en los autores humanos y a través de ellos garantiza que pongan por escrito «todo y sólo lo que Dios quería» 30 .  En la segunda parte del n. 11, aborda otro tema de gran importancia. Es el tema de la verdad en la Sagrada Escritura. La Iglesia siempre ha creído y cree en la verdad de la Escritura. Ahora bien, ¿en qué sentido? La respuesta a esta pregunta desde finales del siglo pasado ha venido causando algunas tensiones. Por un lado, por parte de quienes afirmaban que la Escritura se equivoca, por ejemplo, en afirmaciones científicas, y, por otro, por aquellos que buscaban dar una respuesta pero desde presupuestos inadecuados para hacer frente a la dificultad.
  • 12. Sacrosanctum Concilium La Constitución Sacrosanctum Concilium fue el primer documento aprobado por los Padres conciliares. «Primicia del Vaticano II» 1 la ha llamado el Papa Juan Pablo II. Se trata ciertamente de uno de los documentos principales del Concilio. Dentro del gran horizonte de renovación para el Pueblo de Dios que abrió la asamblea conciliar no podía dejar de tener un lugar especial la vida litúrgica. Así, la iniciativa de esta importante Constitución tiene su origen en el deseo de renovar la vida litúrgica, a la vez que fomentarla 2 , en continuidad con la Tradición viva de la Iglesia, a fin de que todos sus hijos puedan participar de ella con mayor provecho espiritual.  Con la Sacrosanctum Concilium se destacó de manera singular el valor central que la liturgia tiene en la vida de la Iglesia y en la vida del cristiano. Como afirma el Santo Padre: «La Constitución ilustra bien el motivo de esta centralidad, situándolo en el horizonte de la historia de la salvación. Frente a las múltiples formas de oración, la liturgia tiene una estructura propia, no sólo porque es la oración pública de la Iglesia, sino sobre todo porque es verdadera actualización y, en cierto sentido, continuación, mediante los signos, de las maravillas realizadas por Dios para la salvación del hombre. Esto es verdad particularmente en los sacramentos, y de modo muy especial en la Eucaristía, en la que Cristo mismo se hace presente como sumo sacerdote y víctima de la nueva alianza» 3 .
  • 13. Contenido del documento  La Constitución cuenta con siete capítulos precedidos de un importante proemio. Tiene también un apéndice sobre la revisión del calendario litúrgico. La parte más significativa de la Constitución está desarrollada sin lugar a dudas en el capítulo I.  El proemio es una hermosa declaración con un profundo contenido teológico. Resulta interesante destacar que, siendo el primero de los documentos conciliares en ser aprobado, sus primeras palabras estén dirigidas a enunciar los objetivos del Concilio Vaticano II: «acrecentar cada vez más la vida cristiana entre los fieles, adaptar mejor a las necesidades de nuestro tiempo las instituciones que están sujetas a cambio, promover cuanto pueda contribuir a la unión de todos los que creen en Cristo y fortalecer todo lo que sirve para invitar a todos al seno de la Iglesia» 5 .  Se menciona también en dicho número la intención del Concilio en materia litúrgica: «procurar la reforma y el fomento de la liturgia» 6 . De esta manera se ponía claramente de manifiesto la importancia de la liturgia en la vida eclesial. Esto es expresado de manera singularmente rica en la magnífica síntesis que se ofrece en el siguiente número de la Constitución: «la liturgia, por medio de la cual "se ejerce la obra de nuestra redención", sobre todo en el divino sacrificio de la Eucaristía, contribuye mucho a que los fieles, en su vida, expresen y manifiesten a los demás el misterio de Cristo y la naturaleza genuina de la verdadera Iglesia, cuya característica es ser a la vez humana y divina, visible y dotada de elementos invisibles, entregada a la acción y dada a la contemplación, presente en el mundo y, sin embargo, peregrina; de modo que en ella lo humano esté ordenado y subordinado a lo divino, lo visible a lo invisible, la acción a la contemplación y lo presente a la ciudad futura que buscamos» 7 .
  • 14. El capítulo I lleva por título: «Principios generales para la reforma y el fomento de la sagrada liturgia». Éste es, como se ha dicho, el capítulo más importante --también el más extenso--, en donde encontramos el marco teológico de fondo para toda la renovación y el fomento de la liturgia.  Este capítulo está dividido en cinco partes:  1. Naturaleza de la sagrada liturgia y su importancia en la vida de la Iglesia.  2. Necesidad de promover la educación litúrgica y la participación activa.  3. Reforma de la sagrada liturgia.  4. Fomento de la vida litúrgica en las diócesis y en la parroquia.  5. Promoción de la acción litúrgica pastoral.
  • 15. El capítulo II, «El sagrado misterio de la Eucaristía», es una presentación sintética de gran riqueza de la Sagrada Eucaristía, memorial del Señor, reactualización del sacrificio del Calvario, banquete pascual en donde se alimenta el cristiano del mismo Señor. Por la grandeza del misterio que contiene este sacramento se vuelve a insistir en la participación consciente, piadosa y activa de los fieles en la celebración, instruidos en la Palabra de Dios, fortalecidos por la gracia, aprendiendo a ofrecerse juntamente con el Cordero que se ofrece por manos del ministro.  Aquí se habla de la unidad de las dos mesas: la de la Palabra y la de la Eucaristía. Ambas están íntimamente relacionadas y son constitutivas del único acto de culto que es la Misa 15 . Así, la centralidad de la Palabra de Dios y la Santísima Eucaristía quedan propiamente destacadas y unidas. Uno de los frutos de esta Constitución será, por ejemplo, el Misal de Pablo VI 16 .
  • 16. El capítulo III, titulado «Otros sacramentos y los sacramentales», está referido precisamente a los sacramentos, a su naturaleza y a la reforma de los rituales para que expresen la visión litúrgica renovada por el Concilio. Se invita allí a una vuelta al sentido más originario y expresivo de los símbolos y ritos de los sacramentos, para que expresen la fe, la robustezcan y la hagan crecer. En sus numerales se pasa revista a cada uno de los sacramentos, invitándose a celebrarlos de preferencia dentro de la Misa, salvo uno: el de la reconciliación 17 . Es de notar que el Concilio, para expresar mejor su naturaleza, invita a llamar "unción de los enfermos" al sacramento que era denominado "extremaunción".  También son tratados los sacramentales. Después de reconocer su valor para la vida cristiana, se invita a la renovación de sus rituales 18 . Mención aparte se hace de la consagración de vírgenes, la profesión religiosa y el ritual de las exequias 19 .
  • 17. El capítulo IV se titula: «El Oficio divino». Se trata allí de la liturgia de las horas como oración de toda la Iglesia, oración sacerdotal por la cual se alaba al Padre y se intercede por la salvación de todo el mundo 20 . Se recuerda a quienes están obligados a la celebración de la liturgia de la horas que esta obligación es un honor21 . Se señala el valor pastoral de esta oración de Cristo y su Esposa la Iglesia y se recomienda la participación de todos los fieles en la misma 22 ; así pueden entrar en contacto con los tesoros de la Sagrada Escritura y de la Tradición de la Iglesia.  El título del capítulo V es: «El año litúrgico». Éste es presentado como celebración del misterio de Jesucristo que pone a los fieles en contacto con los misterios de la redención. Así pueden beneficiarse con el poder santificador y los méritos del Señor y quedan llenos de la gracia de la salvación 23 . Se precisa, además, el sentido de las celebraciones marianas y las fiestas de los santos dentro del ciclo litúrgico. Ellas deberán ser más expresivas del único misterio que celebramos: Jesucristo muerto y resucitado para nuestra salvación 24 . El domingo, fiesta primordial de los cristianos consagrada por la resurrección de Cristo, es presentado en su genuino sentido de día del Señor en el que se escucha la Palabra de Dios y se celebra la Eucaristía, día de la comunidad, día de fiesta y descanso; comprensión que ha de ser inculcada a los fieles 25 .
  • 18. El capítulo VI, «La música sagrada», destaca la importancia que la música sacra tiene para la celebración. La Constitución ofrece criterios globales para comprender el significado de la música sacra en la acción litúrgica y su aporte en el ámbito de la celebración. El valor de la música nace del hecho de que ella se expresa esencialmente bajo la forma del canto 26 . Se alienta la participación de los fieles a través del canto 27 . Se recuerda la importancia del canto gregoriano en la tradición de la Iglesia romana 28 , aunque sin excluir otras formas de canto, a la vez que se fomenta el canto religioso popular 29 .
  • 19. Finalmente, el capítulo VII tiene por título: «El arte y los objetos sagrados». Se resalta la función del arte al servicio de la liturgia y, concretamente, de las celebraciones. A través de la belleza, el arte se inserta en el dinamismo celebrativo elevando el ánimo del hombre para la glorificación de Dios. La Constitución ofrece una amplia y confiada apertura a la libertad y originalidad expresivas en el arte, pero siempre en el respeto y salvaguarda de la sacralidad.
  • 20. Algunos aspectos centrales de la Constitución  Para aproximarnos sintéticamente a los aspectos principales de la Sacrosanctum Concilium tomaremos como guía unas recientes palabras del Santo Padre Juan Pablo II recordando la importancia de la Constitución sobre la liturgia: «Verdaderamente fueron sabias las indicaciones que dio el Concilio para hacer que la liturgia fuera cada vez más significativa y eficaz, adecuando los ritos a su sentido doctrinal, infundiendo nuevo vigor a la proclamación de la Palabra de Dios, impulsando a los fieles a una participación más activa y promoviendo las diversas formas de ministerio que, mientras expresan la riqueza de los carismas y de los servicios eclesiales, muestran de modo elocuente que la liturgia es, a la vez, acto de Cristo y de la Iglesia. También fue decisivo el impulso para adaptar los ritos a las diferentes lenguas y culturas, a fin de que también en la liturgia la Iglesia pueda expresar con plenitud su carácter universal» 30 .
  • 21. Liturgia y misterio pascual  «Cristo el Señor realizó esta obra de redención humana y de glorificación perfecta de Dios, preparada por las maravillas que Dios hizo en el pueblo de la Antigua Alianza, principalmente por el misterio pascual de su bienaventurada pasión, de su resurrección de entre los muertos y de su gloriosa ascensión» 34 . El misterio pascual, que es el centro de todo el designio salvífico y de su realización, es también el centro de la liturgia. Hemos dicho que la liturgia actualiza la historia de la salvación, ella es memorial: recuerdo y actualización de la obra de la redención. En la liturgia se hace presente la obra salvadora al actualizarse el misterio pascual de Jesucristo que es la plenitud de la historia salvífica, plenitud y cumplimiento de una vez para siempre (kairos). Esta centralidad del misterio pascual en la liturgia, afirmada por el Concilio, la expresa también el Catecismo de la Iglesia Católica, fiel expresión de la teología conciliar, cuando afirma: «La Liturgia cristiana no sólo recuerda los acontecimientos que nos salvaron, sino que los actualiza, los hace presentes. El Misterio pascual de Cristo se celebra, no se repite; son las celebraciones las que se repiten; en cada una de ellas tiene lugar la efusión del Espíritu Santo que actualiza el único Misterio» 35 .
  • 22. El lugar central de la liturgia en la vida de la Iglesia  De las consideraciones anteriores se deduce claramente el lugar central que ocupa la liturgia en la vida de la Iglesia. Esto hace que la Constitución conciliar señale en diversas ocasiones esta verdad. Pero, sin duda, el texto conciliar que mejor expresa esta convicción eclesial es aquel en que se nos dice que «la liturgia es la cumbre a la que tiende la acción de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza» 40 . El texto señala el verdadero y constitutivo papel que tiene la acción litúrgica en la vida de la Iglesia, en su ser y misión, lo que pone de manifiesto su centralidad.  En la liturgia la Iglesia realiza de modo especial su razón de ser: comunicadora de la salvación; la celebración de la fe es el centro de toda la actividad eclesial. En la Iglesia todo se orienta hacia la liturgia y todo recibe de ella su fuerza. Como lo señalaba el Cardenal Ratzinger en el libro-entrevista Informe sobre la fe: "El tema de la liturgia no es en modo alguno marginal: ha sido precisamente el Concilio el que nos ha recordado que tocamos aquí el corazón de la fe cristiana» 41 .
  • 23. La participación activa de todos los fieles en la liturgia  Siendo lo que es, la liturgia cumple su cometido sólo cuando los fieles participan en ella activa, plena, conscientemente. Ya desde el proemio, en la Constitución se alienta a una participación más activa de los fieles en la liturgia como una manera de incrementar su vida cristiana. Es éste un aspecto central de la renovación litúrgica del Concilio. El texto, después de mencionar la importancia de la liturgia en la vida de la Iglesia, afirma que para lograr mayor eficacia «es necesario que los fieles accedan a la sagrada liturgia con recta disposición de ánimo, pongan su alma de acuerdo con su voz y cooperen con la gracia divina para no recibirla en vano» 42 .  La Constitución incentiva la colaboración de todos para promover una educación litúrgica y a la vez llama a mejorar la participación en la liturgia. Se pide una participación plena, consciente y activa de todo el pueblo para que en ella beban el espíritu genuinamente cristiano 43 .  Conviene notar que esa participación tiene como fin una vida más cristiana, por lo que no se reduce al momento celebrativo sino que se verificará en una vivencia auténticamente cristiana de quienes participan en la celebración litúrgica.
  • 24. En vistas al Tercer Milenio  La llegada del Tercer Milenio de nuestra fe nos lleva a revisarnos como Iglesia. El Papa Juan Pablo II nos ha llamado a prepararnos adecuadamente para celebrar el Gran Jubileo del año 2000, en el que recordaremos el misterio central de nuestra fe: la encarnación del Verbo Eterno, quien se hizo Hijo de Mujer para la redención de la humanidad 48 . En esta preparación tienen un lugar muy importante las enseñanzas del Concilio. El Santo Padre nos recuerda que la mejor preparación para el Tercer Milenio es el renovado compromiso de aplicar, lo más fielmente posible, las enseñanzas del Vaticano II a la vida de cada uno y de toda la Iglesia, ya que con el Vaticano II se ha iniciado, en el sentido más amplio de la palabra, la inmediata preparación del Gran Jubileo del 2000 49 .  En la aplicación de las enseñanzas del Concilio debemos poner en un lugar central a la liturgia, fuente y cumbre de la vida de la Iglesia. Estamos ante un asunto muy importante, pues, como nos dice la Sacrosanctum Concilium, aunque la liturgia no agota toda la acción de la Iglesia, es acción sagrada por excelencia.
  • 25. Lumen Gentium  es una de las cuatro constituciones promulgadas por el Concilio Vaticano II. El título de la constitución (en latín, luz de las gentes o luz de las naciones), como se acostumbra con los títulos de la inmensa mayoría de los documentos de importancia de la Iglesia católica, refiere a las primeras palabras del mismo documento: «Cristo es la luz de los pueblos» (Lumen gentium 1). Junto con Dei Verbum (la constitución sobre la Revelación Divina), Lumen gentium es una de las dos constituciones dogmáticas del Concilio Vaticano II.
  • 26. Dos hitos fundamentales  Para situarnos debidamente ante la Lumen gentium aún hace falta hacer referencia a dos importantes documentos. Uno de ellos es el radiomensaje de Juan XXIII, en vísperas del Concilio, conocido como Ecclesia Christi lumen gentium, del 11 de setiembre de 1962.  En verdad impresiona sobremanera leer retrospectivamente el contenido de este texto y correlacionarlo con los documentos del Concilio. En lo que respecta a la Constitución que estamos considerando, vale la pena recoger un párrafo de aquel radiomensaje: «¿Qué otra cosa es, en efecto, un Concilio Ecuménico sino la renovación de este encuentro de la faz de Cristo resucitado, rey glorioso e inmortal, radiante sobre la Iglesia toda, para salud, para alegría y para resplandor de las humanas gentes?» 4 . Los parámetros que pone en esta ocasión son la búsqueda de la Iglesia, como ella es, «en su estructura interior -- vitalidad ad intra--, cuando presenta ante todo a sus hijos los tesoros de la fe iluminante y de la gracia santificadora» 5 ; y de la Iglesia considerada «en las relaciones de su vitalidad ad extra» 6 ante cuyas necesidades debe responder con su enseñanza 7 .
  • 27. Y, junto a este texto, la programática primera encíclica del Papa Pablo VI, la Ecclesiam suam, del 6 de agosto de 1964. En ella el Papa Pablo plantea como eje prioritario de toda tarea eclesial la profundización de la Iglesia «en la conciencia que ella ha de tener de sí misma, del tesoro de verdad del que es heredera y depositaria, y de la misión que debe cumplir en el mundo» 8 . A partir de esa conciencia el Pueblo de Dios debe lanzarse hacia la renovación de sí; con el horizonte de la perfección «en su concepción ideal, el pensamiento divino, la Iglesia ha de tender a la perfección en su expresión real, en su existencia terrenal» 9 . Y desde la conciencia de sí y desde el esfuerzo por la perfección, debe ir al encuentro del mundo, no para confundirse con él sino para cumplir con su misión a través de un diálogo consciente del «anuncio que debe difundir. Es el deber de la evangelización» 10 . En este diálogo la «Iglesia se hace palabra; la Iglesia se hace mensaje; la Iglesia se hace coloquio» 11 . Las reflexiones que comparte el Papa se tornan horizonte y vida dentro del dinamismo conciliar. A treinta años de finalizado el Concilio, y cuando se habla de hermenéutica conciliar, los mensajes de los dos Papas del Concilio constituyen valiosísimos instrumentos para ahondar y mejor comprender el Concilio y su dinámica para hoy y para mañana.
  • 28. La estructura de la Lumen gentium  La estructura de la Constitución es sumamente clara. Está dividida en ocho capítulos que forman a su vez cuatro parejas temáticas, cada una de las cuales ha sido presentada bajo la figura de las dos tablas de un díptico. Brevemente pasaremos revista a los mismos para hacernos una idea global de la Constitución.  Es importante señalar cómo ya desde la misma estructura de la Lumen gentium se percibe una opción por la comunión, la síntesis, la dinámica de la armonía y complementariedad, todo lo cual irá permitiendo la integración de la pluralidad de elementos en la unidad del Pueblo peregrino como concreción de la esencia de la Iglesia.  3.1. El primer díptico está integrado por el capítulo I que se llama El misterio de la Iglesia, centrado más en su origen y naturaleza; y por el capítulo II, llamado El Pueblo de Dios, que muestra a la Iglesia en su despliegue y peregrinar histórico en la realización de su misión.  3.2. El segundo díptico incluye el capítulo III que, titulado La constitución jerárquica de la Iglesia y en particular del episcopado, presenta la visión de la estructura orgánica de la Iglesia fundamentalmente desarrollando las notas de su constitución jerárquica. Ella es a su vez complementada mediante el capítulo IV que se llama Los laicos, completando con ello la visión de la estructura originaria querida por el mismo Señor Jesús en la visión conjunta del Cuerpo místico o Pueblo de Dios.
  • 29. 3.3. El tercer díptico presenta la vocación a la santidad en la Iglesia. El Concilio va a desarrollar este llamado a la perfección de la vida cristiana tanto en su dimensión universal, en la que están incluidos todos los fieles del Pueblo de Dios, en el capítulo V, titulado La vocación universal a la santidad en la Iglesia, como tratando en el capítulo VI sobre aquellos que dentro de la vocación general tienen un llamado a una especial consagración por el ejercicio de los consejos evangélicos de castidad perfecta, pobreza y obediencia, Los religiosos.  3.4. Y el cuarto díptico nos sitúa ante la perspectiva teleológica de la vida cristiana, ante la dinámica de su peregrinar y la meta a la que se dirige. Para ello en el capítulo VII, titulado Carácter escatológico de la Iglesia peregrina y su unión con la Iglesia del cielo, muestra cómo la Iglesia peregrina en la tierra pero no se agota en la historia; se proyecta desde su origen mismo hacia la plenitud que sólo alcanzará en el triunfo final de Cristo. Y finalmente el capítulo VIII en que con el título de La Bienaventurada Virgen María, Madre de Dios, en el Misterio de Cristo y de la Iglesia, se muestra como una gema preciosa la iluminadora reflexión de las maternales relaciones de Santa María y la Iglesia. En ella la Madre aparece como la concreción ya realizada de toda esta dinámica eclesial recorrida en la Constitución. Precisamente sus misterios muestran paradigmáticamente el recto sentido del caminar y su meta.
  • 30. . Iglesia, ¿qué dices de ti misma?  La preocupación central de los Papas del Concilio y de los Padres conciliares fue ciertamente la conciencia de la Iglesia sobre sí misma. No para quedarse ensimismada sino para vivir más plenamente su misterio, en sí misma como Pueblo de Dios en marcha y de cara al mundo.  Había una pregunta que resonó con gran fuerza al final de la primera sesión conciliar y que no dejará de acompañar las intensas jornadas de trabajo de las cuatro etapas conciliares: Iglesia, ¿qué dices de ti misma? Las labores conciliares encontrarán en esta pregunta una especie de marco de trabajo, el gran telón de fondo para sus reflexiones. El Cardenal Montini 20 formulará una respuesta en dos direcciones: ¿Qué es la Iglesia? y ¿Qué hace la Iglesia? --recogiendo los planteamientos de Juan XXIII y un discurso del Cardenal Suenens 21 --. Se explicitaban así las dos dimensiones de la identidad de la Iglesia en el ser y el quehacer, que serán a la postre las claves articuladoras de la enseñanza conciliar.  En primer lugar se debe destacar la exigente coherencia que lleva a la pregunta sobre la fidelidad a la propia identidad y misión. El punto de partida de esto se descubre en algo que es fundamental para el Pueblo de Dios: Ecclesia semper reformanda. La Iglesia ponía en primer lugar la consideración de la necesidad de renovarse permanentemente en su fidelidad al Señor Jesús y al designio divino 22 . Así pues, la invitación a la renovación de la Iglesia, no perfecta en su expresión humana, aunque siempre tendiendo a la perfección 23 , ofreció la oportunidad para mirarla más en profundidad, en el espejo de la Revelación, y comprender con mayor hondura su misión.
  • 31. Puesto en palabras del Papa Juan XXIII: se trataba de impulsar con vigor una renovación para conseguir para la Iglesia un aggiornamento 24 --concepto que podría ser traducido al castellano como puesta al día--. Se pueden distinguir dos momentos del dinamismo que puso en marcha el Papa Roncalli. Renovación profunda que es volver a las mismas fuentes, a los fundamentos y a los valores permanentes del Evangelio, en fidelidad a la tradición viva que hemos heredado. Renovación que también libere de los elementos accidentales para salir al encuentro del ser humano de estos difíciles y contradictorios tiempos de transformaciones culturales 25 y ofrecerle la Buena Nueva, al Señor Jesús, el mismo ayer, hoy y siempre 26 .  Todo esto llevó a que el proyecto del Concilio se enrumbara hacia una mejor y más plena comprensión del misterio de la Iglesia teniendo en cuenta además su relación con los tiempos actuales, en función de hacer que resplandezca con fidelidad la luz del Señor Jesús para los seres humanos en camino al Tercer Milenio. El Concilio sería planteado, en consecuencia, con una orientación más pastoral que puramente doctrinal 27 , lo que no quiere decir que no porte fundamentales elementos doctrinales. Es decir que se ensayaba una aproximación a la Iglesia ya no sólo como "objeto", sino como "sujeto". Son muy ilustrativas las reflexiones que hacía el entonces Cardenal Wojtyla sobre el particular: «La Iglesia es verdad de fe y objeto de uno de los artículos del Credo: "Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica". Si la óptica del Concilio fuera "puramente doctrinal", a lo mejor la doctrina acerca de la verdad de la fe que se refiere a la Iglesia se habría desarrollado de otra manera. Pero precisamente en este punto tenía el Concilio que ser eminentemente pastoral. No era posible tratar a la Iglesia solamente como "objeto". Era necesario expresarla también como "sujeto". Semejante intención acompañaba ciertamente la primera pregunta que se hizo el Concilio: Ecclesia, quid dicis de te ipsa?: Iglesia, ¿qué dices de ti misma? Esta pregunta dirigida a la Iglesia- sujeto, se enderezaba también a cuantos constituyen este sujeto» 28 . La Lumen gentium es la respuesta que, con el divino auxilio, el Pueblo de Dios se da a sí mismo de cara a las tareas de vivir la fe y la evangelización que presenta el mundo hodierno y el milenio adveniente.
  • 32. La Gaudium et spes  es el nombre de la única constitución pastoral del Concilio Vaticano II. Trata sobre «la Iglesia en el mundo contemporáneo». Fue aprobada por los padres conciliares el 7 de diciembre de 1965 y solemnemente promulgada por el papa Pablo VI ese mismo día.  Se logró aprobar tras varios años de trabajos sea de la asamblea conciliar propiamente dicha sea de las comisiones que se fueron subsiguiendo en la formulación de la redacción ya que las temáticas que afrontaba eran de especial actualidad en esos años del siglo XX.
  • 33. La antropología teológica de la Gaudium et spes  Conviene, pues, detenerse un poco en los lineamientos antropoteológicos de la Constitución conciliar. Ella arranca de las tradicionales preguntas antropológicas presentes de mil formas diversas en todas las culturas: «¿Qué es el hombre? ¿Cuál el sentido del dolor, del mal, de la muerte, que, a pesar de tan grandes progresos, subsisten todavía? ¿Para qué aquellas victorias, obtenidas a tan caro precio? ¿Qué puede el hombre dar a la sociedad? ¿Qué puede esperar de ella? ¿Qué vendrá detrás de esta vida terrestre?» 10 . Pero no lo hace con un espíritu especulativo, por curiosidad o por competencia en relación a la reflexión científica y filosófica, tampoco como una forma de esclarecer su propia posición para diferenciarse del mundo y de los que no comparten la fe en Cristo, es decir, para tomar partido en el debate, sino por solidaridad con todos los hombres, por la conciencia de su misión universal de salvación, por amor al destino de cada uno y de la humanidad en su conjunto. Por ello se esfuerza en descubrir lo que ocurre al interior del corazón humano, sus anhelos y debilidades. Así, tras enunciar algunos de los bienes sociales que busca el hombre actual, señala que «tras todas estas exigencias se oculta una aspiración más profunda y universal: el individuo y el grupo tienen hambre de una vida plena y libre, digna del hombre, dispuestos a someter a su propio servicio todo lo que el mundo de hoy les puede ofrecer en tan gran abundancia» 11 .
  • 34. La realidad del pecado, que recuerda Gaudium et spes a continuación, no se puede disociar, en consecuencia, de la condición libre de la vida humana y la supone. Señala la Constitución: «Pero el hombre, constituido por Dios en un estado de justicia desde el mismo comienzo de su historia, abusó, sin embargo, de su libertad por persuasión del Maligno, alzándose contra Dios y pretendiendo conseguir su fin fuera de Dios... Al negarse a reconocer a Dios como su principio, transtornó, además, su debida ordenación a un fin último y, al mismo tiempo, dañó todo el programa trazado para sus relaciones consigo mismo, con todos los hombres y con toda la creación» 14 . Como se ve, el pecado es una forma de incomprensión de la naturaleza de la libertad humana. Como ha desarrollado extensamente el magisterio pontificio posterior, particularmente la encíclica Veritatis splendor, la libertad del hombre sólo puede corresponder a un «estado de justicia» si se deja orientar por la verdad como su fin propio. La libertad no puede verse, en consecuencia, como un atributo de la condición humana cuyo sentido y orientación han quedado indeterminados y el hombre puede determinarlos a voluntad, sino desde el plan del Creador, como el modo específico de participar en la vocación al amor. Como ha señalado Familiaris consortio, «Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza: llamándolo a la existencia por amor, lo ha llamado al mismo tiempo al amor» 15 .
  • 35. Fin