Los zapatistas escondían el dinero que robaban de San Bartolo enterrándolo en ollas de barro en el suelo de San Simón de la Laguna. Con el tiempo, las ollas reaparecían llenas de monedas de oro brillantes. Las personas ambiciosas que recogían las monedas tenían sueños donde se les ofrecía riqueza a cambio del alma de un familiar; aquellos que aceptaban la oferta morían, mientras que los que no aceptaban dejaban regresar las ollas al lugar donde las encontraron.