1. BELLEZAS MEXICANAS
Equipo: Alejandro Porras González
David Antonio Hernández Betancourt
José Luis Osorno Martínez
Carlos Eduardo Guerrero Islas
5°to Semestre Tradicional “B”
Tecnología de la Información I
Maestra: L. C. C. Mayra Lara
2. COMIDA TÍPICA: TOSTADAS MEXICANAS
Ingredientes para la receta:
•Tostadas hechas en casa o se pueden comprar en cualquier supermercado
•300 gramos de fréjoles refritos
•2 chorizos
•1 pechuga de pollo
•varias hojas de lechuga picada finamente
•salsa mexicana picante
•250 ml. de crema de leche o nata
•Procedimiento: Freír el chorizo y desmenuzar; cocer la pechuga, enfriar y cortar bien fina;
calentar los fréjoles. Tomar una tostada y untar con los fréjoles, incorporar el pollo, el chorizo y
la lechuga en ese orden. Verter salsa mexicana a gusto y crema de leche.
4. CANCIÓN: JORGE NEGRETE - MÉXICO LINDO Y QUERIDO
Voz de la guitarra mía,
al despertar la mañana
quiere cantar su alegría
a mi tierra mexicana
Yo le canto a sus volcanes
a sus praderas y flores
que son como talismanes
del amor de mis amores
México Lindo y Querido
si muero lejos de ti
que digan que estoy dormido
y que me traigan aquí
Que digan que estoy dormido
y que me traigan aquí
México Lindo y Querido
si muero lejos de ti…
…Que me entierren en la sierra
al pie de los magueyales
y que me cubra esta tierra
que es cuna de hombres cabales
Voz de la guitarra mía,
al despertar la mañana
quiere cantar su alegría
a mi tierra mexicana
México Lindo y Querido
si muero lejos de ti
que digan que estoy dormido
y que me traigan aquí
Que digan que estoy dormido
y que me traigan aquí
México Lindo y Querido
si muero lejos de ti
6. BELLEZAS NATURALES EN MÉXICO
Mediante este link, puedes acceder a observar un
video que nos muestra imágines de las bellezas
naturales que poseemos aquí en México.
Link:
http://www.tu.tv/videos/bellezas-y-paisajes-naturales-de-
mexico
7. PAISAJE MEXICANO: “EL CERRO DE LA SILLA”
En esta imagen se aprecia un paisaje de “El cerro de la silla”, ubicado en el
estado de Nuevo León.
8. TRADICIONES MEXICANAS: EL DÍA DE MUERTOS – 2
DE NOVIEMBRE
Luto y alegría, tragedia y diversión, sentimientos del mexicano que tiene miedo a morir, pero que a
diferencia de otros pueblos, los refleja burlándose jugando y conviviendo con la muerte lo que ha dado
lugar a diversas manifestaciones de arte, sin freno a la imaginación.
Los geniales grabados del maestro José Guadalupe Posada, que “reanima” a la muerte interpretando
los sentimientos populares y convirtiendo en “calavera” lo mismo al presidente que al torero.
Año con año se acostumbra las también llamadas calaveras, versos en los que se ridiculiza a cualquier
personaje vivo, de la política, de la ciencia o de las artes. La muerte es también tema de inspiración de
canciones populares.
Esta fiesta en todas sus manifestaciones es más pagana que cristiana. El día 2 de noviembre es
dedicado a los fieles difuntos por la Iglesia Católica y siendo los mexicanos casi en su totalidad
creyentes, empiezan este día rezando por sus difuntos y acaban por brindar a su ¡salud!
Haciendo un poco de historia encontramos que se rinde culto a los muertos desde la época
prehispánica; así vemos las ofrendas dejadas junto al difunto con todo lo que pudiera serle útil en su
viaje para llegar al mundo de los muertos. Actualmente, as ofrendas son un rito respetuoso que se
prepara para recordar a los que se han ido y que, según la creencia, regresan este día para gozar lo
que en vida más disfrutaban, así, sobre una mesa se disponen platillos tradicionales: mole verde y rojo,
calabaza en tacha, tamales, aguas frescas, todo esto lo adornan “calaveritas” de azúcar que llevan en
su frente nuestros nombres.
9. Un papel muy importante en las ofrendas es el “pan de muertos”, que es un
bizcocho adornado con formas de huesos hechos de la misma masa y
espolvoreado con azúcar; resulta usual encontrarlos todo el mes de noviembre en
las panaderías, las que por cierto están adornadas en estos días con pinturas
efímeras en sus vidrieras y aparadores, otra expresión que no pasa inadvertida.
También el campo rinde culto a la muerte, pues en él se han sembrado multitud de
semillas de flor de cempasúchil que florean para adornar las ofrendas; estas flores
en jarros y floreros son imprescindibles y representativas de esta fecha.
No faltan los cirios encendidos en recuerdo de los ausentes y el copal
quemándose en los sahumadores; esto es tan importante por la creencia de que
son los aromas los que atraen el alma que vaga. La visita a los cementerios se
hace una obligación. Toda la familia llega a la tumba de su ser querido, la llenan
de flores y juntos comparten “su día de fiesta”.
10. LEYENDAS MEXICANAS: LA LLORONA
Consumada la conquista y poco más o menos a mediados del siglo XVI, los vecinos de la ciudad de
México que se recogían en sus casas a la hora de la queda, tocada por las campanas de la primera
Catedral; a media noche y principalmente cuando había luna, despertaban espantados al oír en la calle,
tristes y prolongadísimos gemidos, lanzados por una mujer a quien afligía, sin duda, honda pena moral
o tremendo dolor físico.
Las primeras noches, los vecinos contentábanse con persignarse o santiguarse, que aquellos lúgubres
gemidos eran, según ellas, de ánima del otro mundo; pero fueron tantos y repetidos y se prolongaron
por tanto tiempo, que algunos osados y despreocupados, quisieron cerciorarse con sus propios ojos
qué era aquello; y primero desde las puertas entornadas, de las ventanas o balcones, y enseguida
atreviéndose a salir por las calles, lograron ver a la que, en el silencio de las obscuras noches o en
aquellas en que la luz pálida y transparente de la luna caía como un manto vaporoso sobre las altas
torres, los techos y tejados y las calles, lanzaba agudos y tristísimos gemidos.
Vestía la mujer traje blanquísimo, y blanco y espeso velo cubría su rostro. Con lentos y callados pasos
recorría muchas calles de la ciudad dormida, cada noche distintas, aunque sin faltar una sola, a la
Plaza Mayor, donde vuelto el velado rostro hacia el oriente, hincada de rodillas, daba el último
angustioso y languidísimo lamento; puesta en pie, continuaba con el paso lento y pausado hacia el
mismo rumbo, al llegar a orillas del salobre lago, que en ese tiempo penetraba dentro de algunos
barrios, como una sombra se desvanecía.
"La hora avanzada de la noche, - dice el Dr. José María Marroquí- el silencio y la soledad de las calles y
plazas, el traje, el aire, el pausado andar de aquella mujer misteriosa y, sobre todo, lo penetrante,
agudo y prolongado de su gemido, que daba siempre cayendo en tierra de rodillas, formaba un
conjunto que aterrorizaba a cuantos la veían y oían, y no pocos de los conquistadores valerosos y
esforzados, que habían sido espanto de la misma muerte, quedaban en presencia de aquella mujer,
mudos, pálidos y fríos, como de mármol. Los más animosos apenas se atrevían a seguirla a larga
distancia, aprovechando la claridad de la luna, sin lograr otra cosa que verla desaparecer en llegando al
lago, como si se sumergiera entre las aguas, y no pudiéndose averiguar más de ella, e ignorándose
quién era, de dónde venía y a dónde iba, se le dio el nombre de La Llorona."
Tal es en pocas palabras la genuina tradición popular que durante más de tres centurias quedó grabada
en la memoria de los habitantes de la ciudad de México y que ha ido borrándose a medida que la
sencillez de nuestras costumbres y el candor de la mujer mexicana han ido perdiéndose.
11.
Pero olvidada o casi desaparecida, la conseja de La Llorona es antiquísima y se generalizó en muchos
lugares de nuestro país, transformada o asociándola a crímenes pasionales, y aquella vagadora y
blanca sombra de mujer, parecía gozar del don de ubicuidad, pues recorría caminos, penetraba por las
aldeas, pueblos y ciudades, se hundía en las aguas de los lagos, vadeaba ríos, subía a las cimas en
donde se encontraban cruces, para llorar al pie de ellas o se desvanecía al entrar en las grutas o al
acercarse a las tapias de un cementerio.
La tradición de La Llorona tiene sus raíces en la mitología de los antiguos mexicanos. Sahagún en su
Historia (libro 1º, Cap. IV), habla de la diosa Cihuacoatl, la cual "aparecía muchas veces como una
señora compuesta con unosatavíos como se usan en Palacio; decían también que de noche voceaba y
bramaba en el aire... Los atavíos con que esta mujer aparecía eran blancos, y los cabellos los tocaba
de manera, que tenía como unos cornezuelos cruzados sobre la frente". El mismo Sahagún (Lib. XI),
refiere que entre muchos augurios o señales con que se anunció la Conquista de los españoles, el
sexto pronóstico fue "que de noche se oyeran voces muchas veces como de una mujer que angustiada
y con lloró decía: "¡Oh, hijos míos!, ¿dónde os llevaré para que no os acabéis de perder?".
La tradición es, por consiguiente, remotísima; persistía a la llegada de los castellanos conquistadores y
tomada ya la ciudad azteca por ellos y muerta años después doña Marina, o sea la Malinche, contaban
que ésta era La Llorona, la cual venía a penar del otro mundo por haber traicionado a los indios de su
raza, ayudando a los extranjeros para que los sojuzgasen.
"La Llorona - cuenta D. José María Roa Bárcena -, era a veces una joven enamorada, que había
muerto en vísperas de casarse y traía al novio la corona de rosas blancas que no llegó a ceñirse; era
otras veces la viuda que veía a llorar a sus tiernos huérfanos; ya la esposa muerta en ausencia del
marido a quien venía a traer el ósculo de despedida que no pudo darle en su agonía; ya la desgraciada
mujer, vilmente asesinada por el celoso cónyuge, que se aparecía para lamentar su fin desgraciado y
protestar su inocencia."
Poco a poco, al través de los tiempos la vieja tradición de La Llorona ha ido, como decíamos,
borrándose del recuerdo popular. Sólo queda memoria de ella en los fastos mitológicos de los aztecas,
en las páginas de antiguas crónicas, en los pueblecillos lejanos, o en los labios de las viejas abuelitas,
que intentan asustar a sus inocentes nietezuelos, diciéndoles: ¡Ahí viene La Llorona!