(AW) El monocultivo de la soja se extiende por todo el territorio argentino desalojando a su paso a pueblos originarios, campesinos y pequeños productores. Existen leyes y tratados internacionales que impiden los desalojos, sin embargo, continúan siendo expulsados de sus territorios. La expansión verde crece a pasos agigantados y la resistencia al modelo grita sin ser escuchada.
Por Fabián Chiaramello
EL CENTRO DEL MAL EN EL MUNDO: EL ESTADO EN LA SOMBRA BRITÁNICO
Campesinos e indígenas expulsados de sus tierras
1. CAMPESINOS E
INDÍGENAS
EXPULSADOS DE SUS
TIERRAS
Miércoles, 21 de Noviembre de 2012 20:04
La soja desaloja
(AW) El monocultivo de la soja se extiende por
todo el territorio argentino desalojando a su paso a
pueblos originarios, campesinos y pequeños
productores. Existen leyes y tratados
internacionales que impiden los desalojos, sin
embargo, continúan siendo expulsados de sus
territorios. La expansión verde crece a pasos
agigantados y la resistencia al modelo grita sin ser
escuchada.
Por Fabián Chiaramello
2. Por Fabián Chiaramello
En noviembre de 2006, el Congreso de la Nación sancionó la Ley Nº 26.160 que declara la
emergencia en materia de "posesión y propiedad de las tierras que tradicionalmente ocupan
las comunidades indígenas, suspende la ejecución de sentencias, actos procesales o
administrativos, cuyo objeto sea el desalojo o desocupación de las tierras". Además,
durante los primeros tres años de vigencia de la ley, el Instituto Nacional de Asuntos
Indígenas (INAI) debía realizar el relevamiento técnico-jurídico-catastral de la situación
dominial de las tierras. El relevamiento nunca se concretó y, a partir de eso, en noviembre
de 2009 se prorrogaron los términos por otros cuatro años mediante la Ley Nº 26.554, que
tiene vigencia hasta el 23 de noviembre de 2013.
A casi seis años de emitida la norma, el nivel de ejecución de los relevamientos es muy
bajo y arrastra denuncias por parte de comunidades y organizaciones afines a los pueblos
originarios. Según un informe elaborado por el Equipo Nacional de Pastoral Aborigen en
mayo de 2011, los relevamientos son escasos, con ejecuciones centralizadas y con desalojos
impunes. También, advierten el "crecimiento de la violencia estatal como aparato represivo
en la ejecución de los desalojos". Sobre el final del informe denuncian que durante los
últimos años hubo una "explosión de las autorizaciones de desmontes, aprovechamientos
forestales o mineros que ponen en riesgo la vida, la identidad, el desarrollo cultural y el
equilibrio comunitario de los pueblos originarios".
Los desalojos y el hostigamiento continuaron pisoteando todas las leyes vigentes. Por eso,
3. en 2010, varias organizaciones campesinas presentaron un proyecto para frenar los
desalojos por cinco años, realizar relevamientos los tres primeros y declarar la función
social de la tierra. En 2011, luego de un año de trabajo, se presentó el proyecto
consensuado por el Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI), el Foro de la
Agricultura Familiar (Fonaf), el Frente Nacional Campesino (FNC), el Movimiento
Campesino Liberación (MCL) y la Mesa Provincial de Organizaciones de Productores
Familiares. Se incluye a la tierra como un bien social y no como una mercancía y se
cuestiona el modelo extractivo: los agronegocios, el avance minero y petrolero.
Desde su presentación, el proyecto que contó con el aval de varios legisladores oficialistas,
entre otros, hasta noviembre de 2011 no había entrado al Congreso. El 16 del mismo mes
asesinaron a un integrante del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase-Vía
Campesina). Por la sangre del campesino, a la semana siguiente, lograron que el proyecto
ingresara al Congreso de la Nación bajo el título de "Ley Cristian Ferreyra". Casi un año
después, sin que haya sido tratado el proyecto, asesinaron a otro integrante del Mocase.
Miguel Galván fue degollado el 10 de octubre por un sicario contratado por un empresario
sojero, modalidad que se repite en esas tierras. Nuevamente regresaron las movilizaciones
en repudio a lo ocurrido y exigiendo el tratamiento urgente de la propuesta. El 16 de
octubre se reunieron los legisladores oficialistas con miembros del MNCI para exigir que la
Cámara de Diputados tratara y aprobara la propuesta. Otra vez, después de la sangre
derramada en el suelo santiagueño.
Modelo del agronegocio
Según el informe "Producción de soja en las Américas: actualización sobre el uso de tierras
y pesticidas", elaborado durante meses de trabajo en Uruguay, Brasil, Paraguay, Bolivia y
Argentina, el cultivo de soja abarca el 59 % de la tierra cultivada en el país. Esta cifra se
alcanzó con el avance sobre territorios y el monocultivo de la oleaginosa. En 1996 se
aprobó la entrada de la soja transgénica en el país de la mano del menemismo y el
secretario de Agricultura, Felipe Solá, y desde ese momento no paró de pintar de verde gran
parte del territorio.
La siembra de soja pasó de seis millones de hectáreas en 1997 a 19 millones en 2010, la
resistencia al modelo de los agronegocios fue creciendo a la par y los bosques
disminuyeron. En base a datos de la Dirección de Bosques Nativos de la Secretaría de
Medio Ambiente de la Nación, se establece que en Argentina, entre 2003 y 2004, 550 mil
hectáreas de bosque fueron reemplazadas por soja en las provincias de Chaco, Formosa,
Salta, Santiago del Estero y Tucumán.
La concentración de tierras va de la mano con la sojización. Según el informe, en 2010,
más del 50% de la producción de soja estuvo controlada por el 3% del total de productores
del país. Esto se debe, también, a que el modelo implica un mayor uso de tecnología,
maquinarias, transgénicos, agroquímicos, dejando fuera de competencia a los pequeños
4. productores.
Según el relevamiento de las organizaciones que presentaron el proyecto en 2011, y que
ahora vuelven a pedir su tratamiento urgente, 300 mil familias fueron expulsadas de sus
territorios ancestrales y destinadas a vivir en los barrios más pobres de las grandes
ciudades.
Plan Estratégico Agroalimentario
En septiembre de 2011, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner presentó en
Tecnópolis el Plan Estratégico Agroalimentario, un programa detallado de metas gestado
por el gobierno nacional, las provincias, empresas y académicos que se fija como objetivo,
entre otros puntos, aumentar un 60% la producción granaria: pasar de las 100 millones de
toneladas, la mitad es soja, a 160 millones para 2020. Lo que no dijo la presidenta cuando
presentó con orgullo las metas que "impulsarán al país como potencia alimentaria" es
quiénes son los que pierden.
Para lograr ese crecimiento productivo se debe correr aún más la frontera agropecuaria,
avanzar sobre nuevos territorios. Los que pierden son los pequeños campesinos, los pueblos
originarios, que son expulsados directa e indirectamente de sus tierras y los pequeños y
medianos productores. Además, para esto se deben usar cada vez más tecnologías:
organismos modificados genéticamente (OMG), herbicidas, insecticidas, agrotóxicos.
"La inversión de Monsanto es importantísima también y va a ayudar a la concreción de
nuestro plan, tanto agroalimentario 20-20, como nuestro plan también industrial. Y me
decía, hoy, su titular que les había impresionado mucho el apoyo que nuestro Gobierno
estaba dando a la ciencia y a la tecnología. Tengan ustedes la certeza que vamos a seguir en
la misma línea", dijo la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en una reunión con
empresarios estadounidenses, el pasado 15 de junio de 2012 en Nueva York.
Estaba haciendo referencia a las nuevas inversiones de Monsanto en el país, de las que se
mostró orgullosa. Luego, dejó bien en claro cómo concretar el ambicioso plan
agroalimentario: "Yo le comentaba -y la gente de Monsanto no lo sabía- que tenemos una
Patagonia en la cual algún productor argentino tiene producción, por ejemplo, forrajera y
que uno puede observar en medio de la estepa patagónica los círculos que solamente con
riego producen forraje de primerísima calidad. Y tenemos también agua en la Patagonia (...)
Esto nos da la idea de que el elemento vital agua nos va a permitir extender la frontera
agropecuaria".
Más directa aún, siguió: "Está claro que los métodos tradicionales de agricultura así
cubriéramos toda la superficie de la Tierra no llegarían a cubrir las demandas, con lo cual la
necesidad de la intervención de la ciencia y la tecnología se convierte en central para los
rendimientos".
5. Un mes después, el Movimiento Nacional Campesino Indígena emitió un comunicado
expresando su rechazo a las políticas expuestas por la presidenta y denunciando el carácter
contradictorio con otros principios enunciados desde el gobierno nacional. "Ya es evidente
que lo que aporta este modelo agrario es una gran capacidad de valorizar el capital, una
gran rentabilidad (...) Es decir, más ganancias para agroempresarios, bancos y
transnacionales a cambio de menos trabajo rural, destrucción de la naturaleza, dependencia
de agrotóxicos y combustibles, destrucción de suelos, destrucción de mercados locales,
éxodo rural, pueblos fumigados, bosques destruidos, campesinos e indígenas desalojados y
excluidos, alimentos contaminados, y la lista sigue", dejaron en claro. Asimismo, alertaron
sobre la nueva ley de semillas "que legitima el robo y la apropiación genética".
La mirada de la ONU
El Relator Especial sobre los derechos de los pueblos indígenas, James Anaya, recorrió
Argentina a finales de 2011 y elaboró un informe sobre la situación de los derechos
humanos de los pueblos originarios. Admitió que el Estado ha realizado pasos importantes
para reconocer los derechos de los pueblos indígenas en el país, pero que "persiste una
brecha significativa entre el marco normativo establecido en materia indígena y su
implementación real".
"La grave inseguridad jurídica de tierras indígenas se ha reflejado en el alto número de
desalojos de comunidades", advirtió el enviado de la ONU. Y agregó: "Preocupa que la
mayoría de estos desalojos hayan ocurrido después de la entrada en vigencia de la Ley Nº
26.160 de 2006". A raíz de su recorrido y el reconocimiento de las problemáticas, llamó al
Estado a "agilizar el proceso de relevamiento territorial y a asegurar al INAI los recursos
técnicos y financieros necesarios para finalizar adecuadamente el proceso", a la vez que
recomendó al poder legislativo contemplar la ampliación de plazos de las leyes más allá de
2013, debido al retraso.
"El avance de la frontera agrícola ha generado la pérdida de grandes extensiones de tierras
tradicionales de los pueblos indígenas. Familias indígenas han sido desalojadas de las áreas
donde vivían, y a veces han tenido que migrar a las ciudades cercanas para buscar
oportunidades laborales, viviendo a menudo en condiciones de extrema marginación y
miseria", informó el Relator. Y sumó que la extracción de recursos naturales a lo largo del
país también ha generado numerosos casos de disminución de territorios de los que
dependen los pueblos originarios.
Situación santafesina
La provincia de Santa Fe no es ajena al conflicto. Al norte, el número de desalojos es cada
vez mayor. La zona más postergada, olvidada, abandonada y azotada por la pobreza sufre
6. los atropellos que se vuelven cada vez más violentos.
El gobierno provincial se propuso como ejecutor de los relevamientos a través de órganos
oficiales en 2007. En 2010, sin que se hubiera cumplido con los relevamientos, el Instituto
Provincial de Aborígenes Santafesinos (IPAS), dependiente del Ministerio de Desarrollo
Social, fue designado para la tarea en un plazo de dos años. Nuevamente, poco se hizo. Y
en el mientras tanto, los desalojos.
En octubre pasado se registraron hechos de violencia en la localidad de San Bernardo, en el
departamento 9 de Julio. Fueron desalojadas tres familias de las viviendas que habitaban
desde hacía más de 50 años. Les quemaron la casa y sufrieron el maltrato y atropello de la
policía que actuó a partir de una orden judicial. La situación se vive a diario en el golpeado
norte de la provincia.
A raíz de este complicado escenario que envuelve al campesinado santafecino, la diputada
de la Coalición Cívica-ARI, Susana García, presentó en junio pasado un proyecto para
frenar los desalojos. En el mismo declara por el término de cinco años la emergencia en
materia de propiedad y posesión de las tierras ocupadas por los pequeños productores,
familias de trabajadores rurales o campesinos que acrediten una ocupación efectiva,
ininterrumpida y continuada, pública y pacífica, del predio rural por un término superior a
diez años. Además, suspende la "ejecución de sentencias, actos procesales o resoluciones
administrativas, o de cualquier índole, cuyo objeto sea el desalojo o desocupación", y la
creación del Programa de Regularización Dominial.
La ley ingresó en Diputados y, para ser tratada, deben darse dictámenes positivos en tres
comisiones. Recién lo logró en una: Agricultura y Ganadería.
Leyes y desalojos
Con la reforma de la Constitución Nacional en 1994 se introdujeron derechos de los
pueblos originarios en el artículo 75, inciso 15: "(...) reconocer la personería jurídica de sus
comunidades, y la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente
ocupan; y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano; ninguna
de ellas será enajenable, transmisible ni susceptible de gravámenes o embargos". En el
2000 se rectificó el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que
entró en vigencia desde el 2001. En 2006 se aprobó la Ley Nº 26.160 y en 2009 se prorrogó
con la Ley Nº 26.554.
Durante todos esos años los desalojos fueron aumentando. Ninguna de las leyes emitidas
solucionaron el problema de fondo: el modelo es incompatible con la vida de los pequeños
campesinos y los pueblos originarios. Es incompatible con el uso y la función social que
éstos le dan a la tierra.
En esos años, el modelo regó sangre en tierras campesinas por los desalojos. Cristian
7. Ferreyra, ahora Miguel Galván. También Javier Chocobar, Roberto López, Mario López,
Sandra Ely Juárez, Mártires López. Se convirtieron en mártires de la lucha campesina.
Desde el bloque de Diputados del Frente Para la Victoria se comprometieron a hacer lo
necesario para que la ley se apruebe antes de fin de año. En caso de que esto suceda,
contiene el estigma de las anteriores. Leyes humanas, necesarias, urgentes, pero que no se
cumplen, que son pisoteadas e ignoradas. Y los campesinos e indígenas, expulsados a la
pobreza, siguen 200 ó 500 años después luchando por sobrevivir y por defender lo que es
suyo: la tierra.
Fuente: Sursuelo Periódico Agrario
Enlace: http://sursuelo.blogspot.com.ar/2012/11/la-soja-desaloja.html