El documento habla sobre cómo el Espíritu Santo moldea a las personas como un alfarero moldea el barro. Explica que este proceso de pulido y tallado a veces duele, pero es necesario para transformarnos en vasijas útiles para Dios y capacitarnos para el trabajo misionero. Insta a dejar que Dios nos moldee y cambie a través de este proceso.
1. DIA QUINTO
El ALFARERO NOS PULE
Mi experiencia con el Espíritu Santo fue en la comunidad juvenil, a los 16 años. Allí sentí por primera vez el
abrazo del Espíritu Santo y tuve muchas ganas de llorar y poco a apoco ví como su presencia me iba limando
y dejándome ver las cosas de una forma diferente. Pasé por muchos proceso;, me resistía a dejar los apegos
y la vieja vida. Pero cuando el Señor te llama, tú le respondes o le respondes, porque su fuego y su amor no se
apartan de ti. Tuve un proceso de sanar heridas con mis padres y familiares, a quienes había ofendido y de
quienes guardaba resentimientos. El Señor me fue puliendo y quitando toda aspereza de mi vida, me fue
cambiando y transformando.
Después de fabricada la vasija, el alfarero, la pone al sol. Cuando haya secado por más o menos un día, hay
que pulirla: con una herramienta de madera parecida a un cuchillo, el alfarero tiene que quitarle todo el
exceso de barro, alisarla. Y ahora es el momento, cuando el barro esté medio seco, para hacer las marcas y
figuras deseadas, usando otra herramienta filuda.
Todas estas tallas son necesarias en nuestra vida, si queremos ser transformados en vasos útiles. En muchas
ocasiones hemos sentido las marcas de las herramientas del alfarero celestial, que nos decora, que nos talla,
que nos pule, que nos saca brillo, con Su gracia, Su bondad y Su amor.
Todo este proceso duele, y en ocasiones quisiéramos renunciar, volver atrás, pues, pareciera que no vamos a
resistir. Pero todo es necesario para que nosotros, como vasijas de barro seamos elaborados así como Él
desea. Porque no podemos pedirle cuentas a Dios de lo que El hace en nuestra vida. “ Acaso dirá la arcilla al
que la modeló: ¿Por qué me hiciste así?" (Rom. 9, 20)
Todos estos procesos por los que pasamos en la vida son los que nos capacitan para el trabajo misionero.
Todo este proceso, en algunas ocasiones, doloroso, son los que nos hacen fuertes y nos transforman, nos
embellecen, nos hacen nacer de nuevo y nos hacen útiles para Dios. Somos barro en manos del Señor,
dejemos, pues, que Él nos moldee, nos hornee, nos pula y si le parece bien, nos desbarate y haga de nuevo.
Y recordemos que después de la tormenta, viene la calma. Además, Él es el único que puede cambiar nuestras
lágrimas y nuestros lamentos por cantos y risas de alegría. (Romanos 8,18)
ORACION: Espíritu Santo, cuan dolorosa es la pulida y la tallada de mí ser. Ayúdame a entenderla y a
aceptarla.
"Pero, amigo, ¿quién eres tú para pedir cuentas a Dios?
Acaso dirá la arcilla al que la modeló: ¿Por qué me hiciste
así? (Rom. 9, 20)