2. Sentirte presente supera las leyes de la física y se apodera tu espíritu trascendente para transformar lo cotidiano, lo temporal, lo inmediato,… Señor, en este día no cabe más que una realidad: Resucitaste. El luto y el silencio son desterrados por la fiesta: ¡Aleluya!
3. Eso que hiciste tú, dijiste que nosotros también lo hagamos. Tú eres el camino, la verdad y la vida. Para ello tenemos que ir detrás de ti, conocerte bien. Es optar por el ganador, descubrir la novedad y sanar el cáncer del conformismo.
4. Tu nueva presencia mata al gusano roedor de la desesperación. El derrotismo y la amargura, el cansancio, la soledad,… no son importantes a la luz de tu rostro. La tristeza es pecaminosa, tu alegría es virtuosa.
5. Así, la vida supone la abolición de la injusticia; hombres nuevos capaces de encontrar el seno fecundo de la esperanza, destellos de belleza y de bondad. Mejor dicho, poetas a lo divino, para encontrar luz y gracia donde otros ven malicia y perdición.
6. La nueva presencia es una nueva vida como la de los poetas santos, a entender la grandeza del amor de Dios, la belleza de la creación, el sentido redentor del sufrimiento, la riqueza de la humildad, la grandeza de la misericordia, el poder del perdón, la seguridad de una vida inacabable.