1. PLAN DE MEJORAMIENTO PERSONAL
Por Alexander Dorado Albán
Jeremías 7:1-7
Dios Comisiona al profeta a hablar al pueblo. El profeta es la voz de
Dios al pueblo.
“Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: Ponte a la puerta de
la casa de Jehová, y proclama allí esta palabra, y di: Oíd palabra de
Jehová, todo Judá, los que entráis por estas puertas para adorar a
Jehová.”
“Ponte a la puerta”, este es un mensaje para aquellos que vienen
a la casa de Dios.
“Proclama”, es un mensaje que debe comunicarse en forma
Enérgica, a voz en cuello, haciendo oír, no es susurrando.
“Oíd…los que entráis por estas puertas para adorar”, este no es un
mensaje para las gentes del mundo, sino para los hijos de Dios.
¿A qué viene a la casa de Dios?
Hay diferentes respuestas a esta pregunta: A encontrarse con el Señor,
estar en su presencia, en comunión con él, a orar, a conocerle, a
sentirse bien, a descansar en él, etc.
Cuando una persona entra por esa puerta, tiene todo el derecho de
venir sin fuerzas, sin aliento, bajo en su espíritu; porque viene a soltar
sus cargas y tomar nuevas fuerzas.
Para que al salir de nuevo por esa puerta, vaya con nuevas fuerzas, a
ser luz del mundo y sal de la tierra. Está en su derecho de llegar sin
fuerzas, pero en su deber de salir con nuevas fuerzas.
Es posible que abatido, apaleado, confuso por las diferentes situaciones
de la vida, pero una vez, sale de este lugar, que es casa de Dios, donde
disfruta de su presencia y del impacto de su amor, debe salir
bendecido,. Renovado, transformado.
2. A eso vamos al taller del maestro, a seguir siendo tratados por el.
Venimos no solo a orar, alabar, adorar; también venimos a recibir el
tratamiento que necesitamos. A mejorar nuestra vida. La voluntad de
Dios es que seamos mejores personas.
“
Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Mejorad vuestros
caminos y vuestras obras, y os haré morar en este lugar.”
Desde el momento en que Cristo vino a nuestra vida, el ha comenzado
una obra en nosotros. “el que comenzó la buena obra la perfeccionará.”
No somos perfectos, somos perfectibles, estamos en proceso de
perfeccionamiento.
Tenemos la confianza que: “el no desampara la obra de sus manos”,
“que el cumplirá su propósito en mí”. Muchos pierden de vista, que al
venir al Taller del Maestro, vienen a ser tratados, moldeados, como
vasijas de barro en manos del alfarero. Es el tratamiento integral.
La mayoría de las personas se han fijado muchas metas, en su mayoría
materiales, tener casa, carro, negocios, dineros, viajes, pero pocos se
han propuesto la meta de ser mejores personas. ¿De qué sirve
conseguir tantos bienes materiales, sino se ha evolucionado como ser
humano?
“¿Andarán dos juntos sino estuvieren de acuerdo?”, Amos 3:3 Se aplica
no solo las relaciones entre las personas, sino a mi caminar con Cristo.
El desea bendecirme y prosperarme, pero yo debo obedecer, y aprender
a vivir por principios. La biblia es el manual de vida, pero yo debo
reconocer que separado de él, nada puedo hacer.
Lo mas contradictorio, es una personas que se considera cristiano, pero
su vida sigue igual. A pesar, de la promesa, “si alguno está en Cristo,
nueva criatura es”, esta persona sigue siendo el mismo, como si todo lo
recibido, de nada le hubiera servido.
Y de esto se pegan sus familiares y amigos, aquellos detractores de la
fe, que critican a aquel, que a pesar de su creencia, no ha cambiado su
conducta o su forma de vida. Pero ni Dios nos ha fallado, ni la Biblia nos
ha mentido. El asunto, es que la persona debe procurar mejorar.
Debemos mejorar los caminos y también las obras.
3. Muchas personas tienen un plan de vida, pero esto no es suficiente, sino
se cuenta con un plan de mejoramiento personal, sino hay un decidido
compromiso con mejorar como ser humano, a nivel integral, en todas
las áreas de la vida (personal, familiar, laboral, económico, académico,
ministerial, material)
Aquellos que no creen se ven impactados con nuestro cambio extremo.
De allí la importancia de contar con un plan de mejora continua, que se
lleva a cabo a través de un proceso de mejoramiento personal, no es
algo que se logra de un día a otro, puede tomar años.
Obstáculos para un plan de mejoramiento personal.
“No fiéis en palabras de mentira, diciendo: Templo de Jehová, templo de
Jehová, templo de Jehová es este. Pero si mejorareis cumplidamente
vuestros caminos y vuestras obras…”
Hay siete obstáculos que hemos identificado para lograr cumplir con
plan de mejoramiento personal:
1. El autoengaño. Nada resulta más dañino como aquel que no
acepta su realidad, o la disimula; aquel se justifica o racionaliza
sus actitudes, conductas y comportamientos.
2. El misticismo. Puede ser tan dañino como el escepticismo. El
místico se aferra a una forma de vida espiritualista; que no se
fundamenta en principios sino en las creencias que el se ha
fabricado.
3. La terquedad. Es muy difícil ayudar a una persona que se encierra
en sus creencias y esquemas mentales. Un terco no se convence
con palabras, por lo general, su cambio obedece a sufrir la
consecuencia de sus posiciones indeclinables.
4. La volubilidad. Personas que son fácilmente influenciables por
otros, y cambian de parecer. Son débiles de carácter y por lo
tanto, no tiene criterios definidos. Muchos volubles, se vuelven
adictos o dependientes.
4. 5. La inconstancia. Su debilidad de carácter los lleva a comenzar los
procesos pero a no terminarlos, sino que los dejan o abortan
fácilmente, sin medir las consecuencias. Son personas de doble
ánimo.
6. La desobediencia. Así cuenten con un excelente mentoreo, son
anárquicos y rebeldes; ya hablamos de su testarudez y
comportamiento necio. Son llevados de su parecer, y no siguen la
instrucción, ni el consejo.
7. La falta de compromiso. Difícilmente una persona que no se
comprometa con su proceso cambio y de mejora personal, puede
obtener resultados positivos. El decidido y determinante
compromiso, es un requisito fundamental para el cambio personal.
“Os haré morar en este lugar, en la tierra que di a vuestros padres
para siempre.”
Si seguimos cumplidamente con un plan de mejoramiento personal,
no hay duda que vamos a recibir la herencia de todas las promesas
de Dios. Estamos llamados a ser la imagen visible de un Dios
invisible, el mejor testimonio de la obra excelsa de sus manos.