SlideShare una empresa de Scribd logo
1 de 58
Descargar para leer sin conexión
Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú 
( V E R S I Ó N P R E L I M I N A R ) 
CIUDADES, TERRITORIO Y ECOSISTEMAS EN EL PERÚ 
José Canziani Amico 
INTRODUCCIÓN 
Este documento se propone establecer un marco conceptual de discusión acerca de la problemática que involucra las complejas interrelaciones que se desarrollan entre las ciudades peruanas, los territorios en los cuales están asentadas y los ecosistemas que caracterizan sus respectivas regiones. 
Para esto, tomamos como punto de partida los postulados de la Facultad y el Departamento de Arquitectura y Urbanismo PUCP que se propusieron, entre otros rasgos distintivos, poner especial énfasis en lograr una aproximación a la notable diversidad territorial y cultural de nuestro país, asumiendo el compromiso por la sostenibilidad, así como el de revalorar nuestro extraordinario acervo arquitectónico y urbanístico. 
Bajo estas premisas, se creó el Centro de Investigación de la Arquitectura y la Ciudad (CIAC) con el propósito principal de promover y desarrollar el conocimiento frente a los desafíos que nos plantea el desarrollo territorial, el urbanismo y la arquitectura en el Perú, con miras a establecer propuestas que se distingan por contribuir en lograr formas de desarrollo urbano y arquitectura de calidad, así como un desarrollo territorial integral y sostenible. 
Entre los objetivos específicos del CIAC, que se desprenden de este marco general, se definió la necesidad de establecer un conjunto de programas de investigación que se propusieran el conocimiento de las formas de desarrollo territorial, de las ciudades y la producción arquitectónica en los diferentes espacios peruanos. Estas investigaciones permitirán, entre otros resultados, generar foros de discusión y contar con una base documental acerca de los diferentes tipos de ciudades en los diversos territorios de nuestro país, que sirviera de soporte para la investigación e intervenciones proyectuales que se propongan los estudiantes y docentes de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la PUCP. 
En este sentido, el presente documento acerca de las ciudades, el territorio y los ecosistemas en el Perú, se propone establecer un marco conceptual de discusión y referencia, así como definir ciertos parámetros comunes sobre los tópicos y temáticas que deberán ser tratados en los estudios e investigaciones que se desarrollen acerca de las diferentes ciudades del Perú, en los espacios territoriales representativos de la diversidad ecológica de nuestro país. 
1
Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú 
PARTE 1 
Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú 
El Perú es un país extraordinariamente diverso ya que posee 84 zonas de vida de las 108 definidas para el planeta Tierra (Holdridge 1947, 1967), lo cual lo hace un país extremadamente rico en recursos, en paisajes, en distintas expresiones culturales y en cuanto a sus promisorias posibilidades, Sin embargo, ayer y especialmente hoy, la diversidad también constituye un gran reto, desde la necesidad de asumir la heterogeneidad y la particularidad; el emprender el urgente desarrollo de las capacidades regionales y locales; a la impostergable exigencia de la integración y la inclusión. 
La diversidad que caracteriza al Perú, parte de la extraordinaria diversidad geográfica y climática de sus múltiples espacios territoriales, de la notable variedad de ecosistemas que presentan sus diferentes regiones. Estos territorios con excepcionales paisajes naturales han sido el escenario de ancestrales procesos civilizatorios, donde las sucesivas sociedades que los ocuparon han plasmado trascendentes modificaciones territoriales para hacerlos productivos y habitables, generando extraordinarios paisajes culturales. Esta fértil raigambre cultural, se expresa en la generación de un rico y variado patrimonio urbanístico y arquitectónico prehispánico, enriquecido por los procesos de mestizaje acontecidos en época colonial y republicana, dando lugar a tipologías urbanas y arquitectónicas de inusitada riqueza en la expresión de acentuadas identidades regionales y locales. 
Sin embargo, desde mediados del siglo pasado si no antes, profundos y dramáticos cambios se han venido produciendo en la organización territorial de nuestro país, en la expansión y radical transformación de las ciudades, y en la brusca sustitución de los modelos arquitectónicos y en las técnicas constructivas tradicionales. Estos procesos, que se explican como consecuencia de los cambios económicos, sociales y culturales que se han acelerado en las últimas décadas, han derivado en la desestructuración del mundo rural, en procesos de migración masiva del campo a la ciudad, en la explosión urbana y en lo que se ha denominado el “desborde popular”.1 Así mismo, se observa una creciente alienación y prescindencia de estos desarrollos urbanos con relación a sus específicas condiciones territoriales y las interrelaciones con los correspondientes ecosistemas. 
Estos fenómenos cuya causalidad no puede ser asignada a procesos de “modernización” o de “industrialización” en las esferas productivas, han comportado severos procesos de desestructuración social, política e institucional en distintos niveles, desde el ámbito local al nacional, pasando por los espacios regionales, y que se expresan en la crisis y creciente pérdida de identidad cultural de sus poblaciones, lo que conduce también a una cada vez más preocupante alienación con relación a nuestro acervo cultural e histórico, la valoración del patrimonio arquitectónico y urbanístico, e inclusive del propio paisaje territorial. 
Por otra parte, se ha impuesto desde las elites al poder un discurso uniformador y simplista, que ha pretendido imponer desde una perniciosa centralidad, soluciones o modelos que no responden y niegan la singularidad y diversidad de nuestro territorio, 
1 José Matos Mar. “Desborde popular y crisis del estado: el nuevo rostro del Perú en la década de 1980”, IEP, Lima 1984. 
2
Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú 
al no reconocer sus distintas identidades sociales y culturales, como también al ignorar las condiciones específicas de existencia, estrechamente relacionadas con los respectivos ecosistemas regionales o locales. 
Frente a esta situación crítica, los estudios y análisis tradicionales acerca de la ciudad y la problemática del desarrollo urbano, como también aquellos dedicados a los ecosistemas y al desarrollo territorial, han estado mayormente caracterizados por desarrollar enfoques excluyentes destinados a dilucidar la singularidad de estos aspectos y fenómenos, sin mayor incidencia en establecer las evidentes interrelaciones que existen entre estas esferas y sus respectivas temáticas. 
Esta situación encuentra en parte su explicación en la complejidad de los desarrollos urbanos, como también en las disciplinas que abordan el estudio de los ecosistemas o del desarrollo territorial, las cuales exigen una notable especialización en sus respectivos campos. Sin embargo, desde el punto de vista del urbanismo y la arquitectura de la ciudad, esta especialización puede conducir al equivocado supuesto de que la solución a los álgidos problemas que enfrenta la ciudad, y el desarrollo urbano en general, se puede encontrar en el seno de ella misma, es decir en respuestas que se limitan, en el mejor de los casos, a establecer planes directores, programas de ordenamiento o recuperación urbana, obras públicas y viales, así como en la mejora en la prestación de determinados servicios. 
La realidad señala que aun cuando este tipo de acciones y soluciones técnicas son llevadas a feliz término, estas se revelan pronto como insuficientes y son rápidamente superadas por la vorágine urbana, por fuerzas que parecen incontrolables y que, en última instancia, nos remiten a problemáticas bastante más amplias, las que a su vez nos reconducen a las relaciones y articulaciones que estas entidades urbanas desarrollan con los ecosistemas y territorios donde se encuentran emplazadas. 
Cuando estos escasos intentos de planificación territorial y ordenamiento urbano son desbordados, entran en crisis o colapsan, advertimos la exigencia de un marco mayor de análisis y la necesidad de una visión integral, que incorpore necesariamente las interrelaciones con los ecosistemas donde estas entidades urbanas están establecidas, y con relación a los espacios territoriales de su entorno, entendidos no tanto como espacios físicos sino mas bien como espacios con una definida identidad social, económica y cultural. Sin embargo, en contadas ocasiones estas inquietudes se incorporan a propuestas de análisis y de indagación teórica de cierto aliento y profundidad. Mientras tanto, los problemas no sólo persisten sino que se agravan, las situaciones críticas del desarrollo urbano y territorial se agudizan, incidiendo en el progresivo deterioro de las condiciones de vida y desarrollo humano que afectan a un número creciente de sus habitantes. 
Por estas razones, en este documento proponemos la necesidad de alcanzar una visión más amplia e integral de la realidad urbana, que la conecte necesariamente con la dinámica de los procesos territoriales y con los ecosistemas que constituyen el ambiente en que esta está inmersa; al igual que con los procesos culturales que en ellos se desarrollan. Partimos del axioma histórico que la sostenibilidad de los desarrollos urbanos se fundamentan en la medida en que estos se constituyan en el centro neurálgico y lugar propulsor del desarrollo territorial; al igual que es insostenible suponer o proponerse alguna forma de desarrollo urbano que se encuentre desligada de su hinterland territorial. Por lo tanto, nos proponemos poner en discusión esta compleja problemática con una visión integral y, por lo mismo, necesariamente interdisciplinaria, de modo que nos permita examinar esta temática desde una 3
Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú 
perspectiva holística, es decir, como un todo distinto de la suma de las partes que la componen. 
La problemática contemporánea de las ciudades, la arquitectura y el territorio. 
Las dimensiones de esta problemática se pueden constatar en toda su contundencia, en los múltiples casos de las ciudades peruanas como latinoamericanas, cuyo descomunal crecimiento y masiva urbanización, no han sido fruto de un desarrollo económico consistente e integral, sino más bien la expresión dramática del progresivo deterioro y empobrecimiento de los territorios rurales, que ha derivado en migración forzada y masiva hacia las ciudades. 
Un tema central de este documento es el que nos convoca a la búsqueda de la sostenibilidad de las ciudades y de los desarrollos urbanos, así como la necesidad de reducir la incidencia de la pobreza y mejorar la calidad de vida, un tema crítico que afecta a las grandes mayorías de la población urbana y, en mayor medida, a la población del ámbito rural.2 Ciertamente se trata de temas complejos y que exceden ampliamente los que se centran en la problemática urbana, pero no por esto se justifica el dejarlos de lado. Por el contrario, el tratamiento de estos temas exige establecer formas adecuadas en el manejo de los recursos naturales, el medio ambiente, la valoración y conservación de los ecosistemas; y por el otro, examinar como los espacios urbanos promueven y resuelven el desarrollo económico, la participación, la ciudadanía, la inclusión y el desarrollo humano. 
Hoy en día las ciudades absorben y consumen ingentes cantidades de recursos que provienen del territorio, desde recursos básicos y elementales como el agua, recursos biológicos y minerales, recursos energéticos, que resuelven el sustento de la vida y las distintas actividades de sus habitantes, así como el soporte de las diversas actividades productivas y servicios que en ella tienen lugar. El inadecuado manejo de estas demandas y requerimientos está conduciendo a una excesiva presión sobre los recursos y el medio ambiente natural, impidiendo su reproducción, alterando significativamente los ecosistemas y rompiendo sus complejos equilibrios, pudiendo derivar en procesos de desertificación, deforestación, agotamiento del acuífero y de las fuentes de agua, así como en severos impactos al paisaje territorial (areneras, canteras, minas a tajo abierto, relaves, urbanización descontrolada, etc.), que no sólo degradan los ecosistemas sino también conducen al desencadenamiento de catástrofes ambientales. 
Al tratamiento de estos temas hay que incorporarles necesariamente una dimensión mundial, actualmente marcada por la seria advertencia del creciente fenómeno del calentamiento global, generado por un proceso acumulativo de excesivas emisiones - principalmente de dióxido de carbono y otros gases responsables del efecto invernadero- y la reducción de la capa de ozono. Este fenómeno está generando en 
2 Según la última Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO 2006), el 44.5% de la población total del Perú es pobre; mientras que en el ámbito rural la población pobre representa el 69.3 %. Para establecer un dato comparativo sobre la incidencia de la pobreza en el ámbito urbano, podemos referir que la citada encuesta reporta que en la ciudad de Lima el 24.2% de su población es pobre. Este último dato es bastante elocuente acerca de la atracción migratoria de Lima, además del rol que desempeña en ésta la mayor concentración de servicios. Otro dato dramático es que si bien el notable crecimiento económico de los años recientes habría permitido reducir en un 6% la pobreza urbana, esta permanecería sustancialmente inalterable en el ámbito rural (Informe Técnico Medición de la pobreza 2004, 2005 y 2006, INEI 2007). 
4
Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú 
nuestro país una alarmante retracción de la línea de glaciares de alta montaña, agudizando la crítica demanda de agua, al reducirse las reservas que los nevados y glaciares contienen.3 Aparentemente, el fenómeno de calentamiento global haría también más frecuentes e intensas las situaciones de alteración climática, especialmente del fenómeno de El Niño, con sus conocidas secuelas críticas especialmente en las regiones del norte del Perú. De igual manera, podrían hacerse más críticos y severos los períodos de sequía, lo cual afectaría la agricultura altoandina -mayormente bajo el régimen de secano- así también en ciertas zonas podría incrementarse la intensidad de las precipitaciones, con los efectos negativos que estos fenómenos pueden comportar. 
Las ciudades constituyen un elemento crítico en cuanto se refiere a la contaminación y degradación ambiental. La gran concentración poblacional, como de las diversas actividades y procesos productivos que en ellas tienen lugar, generan aguas servidas, deshechos sólidos y líquidos, así como humos tóxicos. La inadecuada disposición y escaso tratamiento de la basura o su simple dispersión en el medio ambiente, el verter directamente desagues o aguas contaminadas a ríos, lagos o al mar, la emisión de humos industriales o los producidos por el tráfico automotriz, afectan y degradan de manera creciente no sólo el medio ambiente de las propias ciudades, sino también de un entorno cada vez más amplio alrededor de estas. 
Como muestra de esta crítica realidad, basta presentar un cuadro con datos oficiales, ya que provienen de la propia Municipalidad de Lima Metropolitana, donde se revela la contundencia del desastroso manejo de los residuos sólidos, ya que bajo el rótulo “no controlados...” nos está dando a entender la simple dispersión contaminante de estos en el propio medio ambiente urbano y en su entorno. Situación agravada además por la comprobación de que mientras estos crecen constantemente en volumen, la capacidad de manejarlos es rebasada de forma creciente, manteniéndose una brecha que indica que menos de la mitad de los residuos sólidos producidos en la capital tiene un mínimo manejo en los denominados, eufemísticamente, “rellenos sanitarios” el resto, cuando es recolectado, termina en botaderos informales.4 
Cuadro 1. Residuos Sólidos Lima Metropolitana 1996 – 2001 
Residuos Sólidos (Toneladas./Año) 
1996 
% 
1997 
% 
1998 
% 
1999 
% 
2000 
% 
2001 
% 
Total 
1’223,425 
1’257,679 
1’398,904 
1’404,685 
1’411,612 
1’495,521 
Relleno Sanitario 
459,035 
37.5 
618,552 
49 
706.777 
50.5 
724,494 
51.5 
581,410 
41 
593,054 
39.5 
No controlados 
764,390 
62.5 
639,127 
51 
692,127 
49.5 
680,191 
48.5 
830,202 
59 
902,467 
60.5 
Fuente: Municipalidad Metropolitana de Lima 
Otro caso clamoroso es el del manejo del recurso agua en la ciudad de Lima. Donde el servicio de agua potable se surte mayormente de las aguas superficiales altamente contaminadas del cauce del río Rímac.5 Esto deriva tanto en un alto costo en su tratamiento, como en una mayor concentración de cloro en el agua potable. Aunque parezca increíble, el 45% de la producción de agua tratada no es facturada, de lo que se deduce que un enorme volumen de agua potable se pierde por fugas en el sistema 
3 Este fenómeno es aún más preocupante considerando que en el caso peruano el grueso de la población se concentra en zonas áridas de la costa y del piedemonte occidental de los Andes, cuyas limitadas fuentes de agua tienen sus nacientes en los glaciares de altura. 
4 Según CONAM, en Lima Metropolitana solamente el 43% de los residuos sólidos se dispone en rellenos sanitarios. (Fuente: CONAM; OPS. Informe Analítico de Perú. Evaluación Regional de los Servicios de Manejo de Residuos Sólidos Municipales. 2002). 
5 La cuenca alta del Rímac está afectada por relaves mineros, mientras la media y baja por el vertido de desagues domésticos e industriales, el arrojo de basura y drenajes agrícolas (CONAM, Geo Perú 2000). 
5
Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú 
de distribución. Por otra parte, el 86% de las aguas servidas producidas por la ciudad son vertidas sin tratamiento alguno a acequias, al propio río y mayormente directamente al mar (CONAM, Geo Perú 2000). Estos casos, que dan idea de la magnitud devastadora de la contaminación ambiental producida por Lima Metropolitana, no son ajenos a las demás ciudades peruanas que los reproducen en mayor o menor escala en relación a su contexto local y regional. 
Esta situación, que se hace cada día más apremiante, compromete severamente a las entidades urbanas con la sostenibilidad de los ecosistemas y del medio ambiente de sus entornos. Pero también, aunque muchos no lo perciban, deriva de forma creciente en la propia “insostenibilidad” de los aglomerados urbanos. En esta problemática incide también la descontrolada expansión urbana a expensas de suelos agrícolas, mas aun cuando estos en nuestro país son extremadamente escasos y fruto de seculares modificaciones sociales del territorio, especialmente en el caso de los valles agrícolas de la desértica costa peruana. 
Los procesos compulsivos de expansión urbana han conducido a la ocupación de suelos inapropiados, ya sea por tratarse de zonas bajas sujetas a inundación en caso de lluvias (como aconteció en Piura durante los eventos de El Niño); de quebradas que pueden volverse activas y convertirse en cauce de huaycos; de márgenes de ríos expuestas a desbordes de avenidas (como aconteció en Nazca e Ica);6 de acantilados, laderas escarpadas y suelos inestables, propensos a derrumbes o a destrucción en caso de sismos; de zonas del litoral expuestas a maretazos y a la erosión marina. Es decir, una serie de situaciones cada vez más frecuentes en nuestro medio y que van generando condiciones propicias para que tarde o temprano se produzca lo que eufemísticamente denominamos “desastres naturales”. 
Las situaciones arriba reseñadas, ilustran bastante bien la existencia de formas de desarrollo urbano que ignoran la lógica, características y dinámica de los ecosistemas donde estos se encuentran, alterando su comportamiento natural o desafiándolos irresponsablemente sin medir las consecuencias en pérdidas humanas y materiales. 
Nuestra realidad nacional ha estado marcada desde tiempos coloniales por un marcado centralismo, acompañado del contrapunto de las pugnas y eventuales conflictos con el caudillismo local y regional. Estas condiciones históricas han permeado visiones homogeneizantes derivadas de una visión excluyente de la diversidad, del temor o desprecio “al otro” por parte de las clases dominantes y la construcción de un ideario oficial divorciado del país real. Esta herencia y sus taras se advierten y persisten cuando ciertos modelos de urbanismo, e inclusive de arquitectura, concebidos en Lima se pretenden imponer fuera de la capital; o, por otra 
6 Las ciudades de Nazca e Ica sufrieron inundaciones y destrucción por el desborde de sus ríos, Nazca en 1962 e Ica en 1998. En ambos casos las catástrofes fueron “prefabricadas” dado que para ganar áreas de expansión urbana los ríos fueron canalizados invadiendo su lecho, reduciendo así drásticamente sus cauces precisamente en el tramo en que el río atraviesa estas ciudades. En el caso de Ica, la sección canalizada del cauce admite un caudal de tan solo 200 m3/s mientras que el caudal del evento de 1998 fue estimado en 600 m3/s, es decir 3 veces mayor que el cauce canalizado. El puente que atraviesa el río hace que en este lugar de la canalización la sección del cauce se restrinja a 21 m. de ancho y a solo 3 m. de alto, transformándolo en un auténtico dique, mas cuando el río en crecida arrastra palizadas y los elementos depositados en él. A este problema hay que añadir la utilización de los cauces de los ríos - secos la mayor parte del año- como botaderos informales de basura, y el hecho de que buena parte de la ciudad de Ica se haya desarrollado en zonas más bajas que el cauce del río. 6
Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú 
parte, son asimilados o imitados grotescamente en cuanto elementos distintivos de supuesto prestigio o sinónimos de una mal entendida modernidad. 
Estas concepciones falsamente unitarias y uniformadoras se contraponen a la urgente necesidad de asumir de forma integral y con todos sus compromisos la diversidad y la heterogeneidad de nuestro país y sus respectivas regiones. Esta necesidad se basa en la exigencia fundamental de abordar debidamente la singularidad, la particularidad y la especificidad de los procesos y fenómenos urbanos y territoriales en sus respectivos contextos. 
La extraordinaria diversidad ecológica, la biodiversidad, la vasta gama de ecosistemas que caracterizan al territorio peruano, y que a su vez son expresión de la diversidad geográfica y climática, constituyen el punto de partida de la construcción de definidas identidades territoriales regionales, con sus propios usos y costumbres, formas de articulación y relación sociales, procesos productivos y actividades económicas, idiosincrasia e identidad cultural. Estas herencias y acervo cultural regional, se han expresado de forma notable en distintas formas y patrones de asentamiento, en las tipologías arquitectónicas y en las propias tradiciones constructivas que caracterizan a sus edificaciones. 
A este propósito, es preocupante constatar como en las últimas décadas se ha producido, a través de la instalación de los edificios del estado o de entidades públicas,7 o mediante programas de apoyo a la edificación de viviendas –como el Banco de Materiales- la imposición de formas arquitectónicas y materiales ajenos a las tipologías locales. Estos modelos subliminales, que idealizan y simbolizan el paradigma de “lo moderno”, inducen a que las remodelaciones y construcciones recientes en los más dispares puntos y lugares de nuestro vasto territorio, adopten o busquen amoldarse a los cánones y modelos supuestamente representativos del prestigio social y de la modernidad que provienen básicamente de la capital. Este es un tema complejo y controversial, por sus componentes subjetivos y los juicios de valor que entraña, como también porqué trae a colación el tema mayor de nuestra identidad, la alienación cultural y la aculturación. A menos de que esta forma de hacer ciudad y la arquitectura que le corresponde, a nuestro juicio, caótica, abigarrada y desaforada (o simplemente chicha), sea la tan ansiada identidad que nos corresponde como nación. 
En todo caso, es un hecho patente la creciente tendencia al abandono (por obsoletos?) de los parámetros y cánones regionales, locales o “provinciales”, especialmente de los que son propios de la arquitectura vernacular, para asumir o tomar en préstamo las del “otro” que suponemos de mayor prestigio, representación y rango social, reproduciendo así, en la dimensión y escala locales, los mecanismos de transmutación, aculturación y mimesis que se imponen en la capital con relación a lo que proviene del extranjero, en la febril competencia por alcanzar modelos y formas arquitectónicas que expresen éxito y poder. 
7 Este el caso de las obras de infraestructura y de una serie de edificaciones financiadas por FONCODES; así también es clamoroso el caso de los colegios construidos por el INFES durante el gobierno de Fujimori, cuyos reiterados y monocordes volúmenes hexagonales, pintados de un emblemático color naranja, eran implantados en las más alejadas localidades sin ningún miramiento acerca del paisaje en el que se insertaban, sino más bien todo lo contrario, ya que lo que primaba era el ánimo propagandístico de destacar la inversión educativa del régimen. 
7
Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú 
Esta problemática se liga directamente con el reemplazo de materiales y técnicas constructivas. De esta manera los materiales tradicionales, como la piedra y el barro (el adobe y la tapia), la madera, la caña y los sistemas de quincha, son crecientemente reemplazados por otros, definidos sintomáticamente como “nobles”, entendiendo por estos al ladrillo, al cemento y al concreto armado. Esta sustitución, que se asume parte de la confluencia de diferentes factores, que van desde su supuesta durabilidad y resistencia, hasta los que tienen que ver con el prestigio social, la aculturación y la representación de la “modernidad”, no toma en cuenta su comportamiento con relación a las condiciones geográficas y climáticas del lugar, y mucho menos su correspondencia con las tipologías y patrones arquitectónicos locales, así como su adecuada integración contextual con relación a los correspondientes tejidos y paisajes urbanos. Es decir vienen en una suerte de paquete, tanto la técnica constructiva como los modelos y conceptos estándar de lo que se asume constituyen los prototipos ideales, especialmente en cuanto se refiere a las viviendas que parecen reproducir reiteradamente un modelo de “chalet” moderno, totalmente ajeno a la idiosincrasia local, a la refrescante integración tradicional de espacios abiertos y techados, que son reemplazados mayormente por espacios cerrados, agobiantes, mal ventilados e iluminados. 
Sin embargo, el empleo de los materiales tradicionales y sus técnicas constructivas persisten, especialmente en las zonas rurales, donde sintomáticamente es mayor la incidencia de la pobreza en nuestro país. Aparentemente, esta población no tiene otra alternativa más que echar mano a lo tradicional, en cuanto se refiere al fácil acceso a materiales que se encuentran abundantemente en el medio y con los cuales se puede construir de manera simple y empleando la propia mano de obra familiar o comunal. De allí también se origina una deducción perniciosa, que asocia injustamente a los materiales y técnicas constructivas tradicionales en cuanto sinónimo de pobreza. Esto trae como consecuencia el que los materiales “pobres” tiendan a ser camuflados para que pasen por “modernos”, asumiendo para esto patrones y formas arquitectónicas que no les corresponden, dando lugar a fallas estructurales y al colapso de estas edificaciones en caso de movimientos sísmicos. En una suerte de círculo perverso, se asume entonces que estas edificaciones mal construidas con materiales y técnicas tradicionales son inseguras por el sólo uso de estos materiales y, por lo tanto, responsables de las eventuales pérdidas producidas en caso de sismos. 
Las ciudades, los tejidos urbanos y las perspectivas de integración social, desarrollo económico, social y cultural. 
Los espacios urbanos promueven y facilitan la generación de múltiples y variadas redes de contactos y relaciones, permiten el accionar de diferentes gentes, instituciones y agentes, generando una variedad de situaciones e iniciativas que redundan en beneficio de la productividad, competitividad, en el desarrollo de potencialidades y capacidades, en el acceso directo a los beneficios del mercado, etc. 
El tejido y las redes urbanas permiten recuperar, construir, renovar o reinventar identidades culturales. En esto juega un importante papel las facilidades que brinden los espacios urbanos para establecer y fomentar estas conexiones e interrelaciones, donde la concentración de los servicios de comunicación de diverso género, el amplio acceso a la información, entre otros, se constituyen en un soporte fundamental de este tipo de procesos. Para que estas múltiples relaciones tengan lugar y sean fluidas, y para que las ciudades funcionen como tales se debe disponer de adecuados sistemas de comunicación y transporte. 
8
Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú 
Los espacios públicos desempeñan un rol trascendente en este aspecto y, en cuanto tales, deben ser desarrollados o recuperados. Los espacios públicos urbanos deben ser promovidos y gestionados en su calidad de lugares de encuentro y centro de actividades sociales y culturales de diferente naturaleza, para disfrute y participación de los ciudadanos. Por lo tanto, no se trata sólo de espacios físicos sino de espacios vitales, impensables sin la identidad y la participación social de sus habitantes, como de las autoridades e instituciones que gestionan la ciudad y que tiene como responsabilidad conducir el desarrollo de políticas culturales de largo aliento y proyección. Algunos ejemplos exitosos, como el conducido por la alcaldía de la ciudad de Bogotá, revelan prometedores avances e iniciativas creativas, que ilustran bien las posibilidades de construir y consolidar un amplio concepto de ciudadanía. 
Las ciudades constituyen centros de irradiación territorial de iniciativas y desarrollos de distinta naturaleza y envergadura. Entre estos se pude pensar en las asociaciones de emigrantes que se reencuentran, se organizan y emprenden obras o proyectos que involucran a sus comunidades o lugares de origen; los diversos proyectos de desarrollo territorial que resuelven desde las entidades urbanas la investigación, financiación, gestión y capacidad técnica para la implementación de actividades destinadas a la mejora del medio rural, concatenando y articulando el territorio con el soporte de servicios o actividades de transformación que se brindan en las ciudades; así como las cadenas productivas territoriales promovidas por algunas entidades estatales, como FONCODES, y determinados proyectos de ONGs, que aprovechan y refuerzan la presencia de redes urbanas, como es el caso del proyecto Corredor entre las ciudades de Cusco y Puno. 
9
Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú 
PARTE 2 
Ciudades y Territorio en la Historia del Perú 
No pretendemos en esta sección desarrollar una reseña histórica de las ciudades en los territorios regionales del Perú, sino más bien proponer la importancia de tener una lectura regional de la evolución de las formas de asentamiento, las interrelaciones con los ecosistemas que los caracterizan, y las formas de manejo del territorio que se han sucedido históricamente en esos espacios, con especial énfasis en las modificaciones territoriales que han derivado en la generación de zonas de producción. 
Estas intervenciones territoriales, que principalmente se remontan a la época prehispánica, desarrollaron paisajes culturales notables, cuya valoración deberíamos recuperar en cuanto patrimonio tecnológico, económico y cultural, ya que de ellas se desprenden enseñanzas de gran relevancia en cuanto se refiere al conocimiento y apropiación de las condiciones específicas y singulares de cada espacio territorial, así como de las formas como se operó su modificación, con miras a ampliar su capacidad productiva en el marco de un manejo armónico del medio ambiente. Estas transformaciones territoriales generaron y constituyeron en la mayoría de los casos el hábitat social, estableciéndose a lo largo de distintas épocas una indisoluble identidad de las formaciones sociales con los paisajes culturales de los cuales fueron artífices.8 
En este contexto, los asentamientos urbanos y rurales de la época fueron parte integrante de estas formas de desarrollo territorial. De esta realidad y circunstancias resultaría esa tan ponderada y admirada integración entre los asentamientos y sus edificaciones con relación al paisaje de su entorno, mas si partimos del punto de vista contemporáneo y de la constatación de los dramáticos desencuentros que resultan de la imposición de intervenciones que prescinden en lo absoluto de preocupaciones de esta naturaleza. 
Nos interesa también examinar someramente en esta sección la manera en que la forma de asentamiento, y en especial los asentamientos urbanos, establecieron sus relaciones con el territorio y de que forma incidieron en su desarrollo, en cuando agentes condicionantes y propulsores de determinadas formas y niveles de desarrollo. Este aspecto amerita ser estudiado en su evolución histórica, especialmente en los drásticos cambios que se producen con la imposición del régimen colonial y que se proyectan al posterior período republicano, para finalmente acentuarse en los acelerados cambios producidos en las últimas décadas del siglo pasado. 
Al respecto, es de gran interés examinar el manejo de los recursos naturales en los ámbitos regionales en determinados contextos históricos, especialmente cuales y que tipo de estos son explotados; así como los aspectos técnicos comprometidos en su producción y en los procesos de transformación. Estos procesos productivos y la 
8 Con la finalidad de no idealizar estas realizaciones prehispánicas, es preciso evaluar cuanto de las que han trascendido hasta nosotros representan logros de procesos de experimentación, que bien pudieron remontar en el tiempo los efectos de aquellas que resultaran fallidas o tuvieran consecuencias negativas. Así mismo, es preciso considerar que si bien existió una innegable presión sobre los recursos naturales, su incidencia pudo ser bastante menor en un contexto donde las escalas poblacionales eran obviamente otras. Sin embargo, algunos investigadores han advertido sobre las posibles secuelas que pudieron tener ciertas intervenciones. Uno de estos casos es el posible inicio de procesos de salinización en la parte baja de ciertos valles, como consecuencia del progresivo desarrollo de los sistemas de irrigación. El otro caso en discusión, se refiere a la posible deforestación de vastas zonas de puna, dada la práctica ancestral de la quema de los pastizales de altura para renovar su fertilidad. 
10
Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú 
infraestructura necesaria para su desarrollo generalmente se expresan físicamente en modificaciones territoriales (canales, diques, forma de las parcelas de cultivo, etc.) y en los propios tejidos urbanos, constituyéndose en preexistencias que condicionarán los desarrollos posteriores. A este propósito, es de especial interés establecer la incidencia de la explotación de los recursos naturales con relación a los ecosistemas donde estas actividades se desarrollan; así como la articulación de estas actividades del espacio territorial con aquellas que están concatenadas a estas, desde los procesos productivos de transformación a los servicios, y que tienen lugar en los conglomerados urbanos. 
A este propósito, debemos apreciar reconstructivamente la forma en que las preexistencias constituidas por el territorio modificado, los patrones de asentamiento y el espacio edificado han incidido en la conformación del territorio y los patrones de asentamiento tal como se configuran en la actualidad. La aproximación histórica que nos ilustre acerca de las continuidades y cambios producidos en un territorio específico en determinadas circunstancias y contextos, es de gran importancia para poder entender las formas de desarrollo presentes y examinar las posibilidades y consecuencias previsibles de intervención futuras. 
La época prehispánica 
Los procesos de neolitización que se desplegaron en diferentes regiones del Perú, a partir de la sedentarización y creciente domesticación de sus recursos y de las propias condiciones territoriales presentes, dieron lugar desde épocas muy tempranas al surgimiento de diferentes expresiones que tienen su manifestación más relevante con la aparición de una notable arquitectura pública, inclusive de carácter monumental, desde el Precerámico tardío (ca. 2500 a.C.). Estas expresiones arquitectónicas que demuestran el desarrollo de diferentes tradiciones formales, dan cuenta de un estadio de incipiente urbanismo. Este es un fenómeno inédito en otros procesos civilizatorios y, en cuanto tal, ha puesto en discusión los paradigmas que tradicionalmente asociaban la aparición de la arquitectura pública y el urbanismo con los alcances de la civilización plena. 
La riqueza y variedad de la arquitectura pública documentada en diferentes regiones del país, permite establecer como estas manifestaciones constituyeron, desde sus inicios más tempranos, la expresión formal de las distintas respuestas regionales que las respectivas formaciones sociales establecieron, en la interrelación con los territorios donde estaban asentadas y sus ecosistemas específicos. La diversidad formal de estos incipientes centros urbanos y su arquitectura, permiten deducir la conformación de distintos modos de vida con una identidad bastante definida de región a región. 
Es de destacar que desde sus inicios este proceso no fue homogéneo ni regular, sino mas bien sujeto a desarrollos desiguales, donde determinados contextos históricos y circunstancias regionales adecuadas favorecieron la eclosión y florecimiento de este tipo de desarrollos; mientras en otros contextos regionales estos procesos tuvieron un ritmo más pausado, o simplemente los cambios no se dieron, al persistir modos de vida menos propensos a la innovación o donde esta no encontró las bases adecuadas para su afirmación, tal como aparentemente aconteció en la costa y sierra del sur del Perú, con territorios caracterizadas por su mayor aridez y restricciones para el desarrollo agrícola. 
11
Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú 
En algunas de estas regiones, especialmente en la sierra sur y sur central, la superación de ciertas limitantes se alcanzará en determinadas coyunturas, mediante el acceso a nuevos niveles de desarrollo de las fuerzas productivas, la disponibilidad de nuevas tecnologías, o la innovación en cuanto a las formas de organización sociopolítica, el desarrollo de estrategias de integración interregional o macroregional. Aspectos que en su conjunto permitirán el desarrollo de ciertas regiones antes relativamente “marginales” a este tipo de procesos, e inclusive su conversión en centros propulsores de nuevas formas de desarrollo que interesaron ampliamente el área de los Andes Centrales, como fue el caso de Wari desde la región de Ayacucho, o de los territorios que hoy conforman cinco países de la región andina, como fue el caso de la expansión Inka desde la región del Cusco. 
Desde sus tempranos inicios, con las primera manifestaciones de la arquitectura pública del Precerámico (ca. 2500 a.C.) hasta el apogeo final de las formaciones teocráticas (ca. 500 d.C.), la riqueza de las expresiones formales de la arquitectura prehispánica revelan procesos de búsqueda orientados a la configuración de espacios adecuados para la congregación poblacional, así como para el desarrollo de actividades especializadas de diversa índole, desde aquellas de naturaleza ceremonial a aquellas de carácter productivo o de servicios. Se generaron así lenguajes formales que sustentaron diferencias jerárquicas y el empoderamiento de ciertos estamentos de las nacientes clases urbanas, que transmitieron mediante la arquitectura su ubicua presencia territorial y el indiscutible poder de sus líderes. Para este propósito, se desarrolló una amplia gama de recursos formales, que van desde la configuración de amplios espacios, a modo de gigantescas plazas, dispuestas a lo largo de extensos ordenamientos axiales, coronados por colosales volúmenes tronco piramidales, hasta el tratamiento de los paramentos de la arquitectura monumental, con la imposición de contrastes cromáticos mediante la aplicación del color y la pintura mural, o el despliegue de la ornamentación con motivos en relieve y la integración espectacular de formas escultóricas que construían un complejo lenguaje iconográfico. 
Estos incipientes centros urbanos, en su calidad de centros ceremoniales, constituyeron el centro de congregación de los especialistas y, al mismo tiempo, el núcleo propulsor del desarrollo territorial, mediante el impulso de las obras públicas que condujeron a trascendentes transformaciones territoriales, generando así el desarrollo de medios de producción de escala territorial, como lo fueron los sistemas de irrigación artificial y la conformación de los extensos valles agrícolas. Este nuevo tipo de asentamientos, constituyeron además los centros de articulación de distintos recursos e insumos, los lugares donde se institucionalizaron los sistemas de calendario, el pronóstico climático vital para la producción agrícola, la administración de los abastecimientos y, no último, en cuando sedes de nuevas formas de poder, donde se constituyeron las entidades políticas que garantizaban la cohesión social y la identidad cultural de la población en determinadas extensiones territoriales. 
A partir del inicio del Horizonte Medio (ca. 600 d.C.) y la crisis de los antiguos centros urbano teocráticos, se imponen -con el estado expansivo de Wari y en adelante- nuevos modelos de desarrollo urbano y ciudades, donde el énfasis en las monumentales edificaciones ceremoniales decrece o desaparece, para dar paso a una arquitectura de mayor peso civil, que se manifiesta arquitectónicamente en la preeminencia de complejos palaciegos y político administrativos. 
Desde esta época es notable el desarrollo de ciudades planificadas, que expresarían tanto las complejas formas de organización socio política de estos estados expansivos, como también la necesidad de crear asentamientos funcionales a sus 
12
Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú 
designios en regiones bastante alejadas y sin antecedentes urbanos vigentes, mediante la implantación de modelos que respondieran adecuadamente a los cánones y requerimientos instituidos por el estado. 
En el caso de las regiones alto andinas, es interesante reconocer la recurrente discontinuidad de los desarrollos urbanos, los cuales parecen encontrar su sustento exclusivo en la presencia de entidades estatales. Efectivamente, cuando estas entidades entran en crisis o colapsan (caso de Wari e Inka) las ciudades languidecen o son abandonadas convirtiéndose en ruinas, recuperando su primacía las formas de organización étnico tribal y los modos de vida rurales propios de economías agropecuarias autosuficientes, que se expresan en patrones de asentamiento caracterizados por la exclusiva presencia de aldeas y poblados rurales sin vestigio alguno de traza urbana. 
Esta constatación es de importancia ya que señala que durante largas épocas, las restricciones a la producción agrícola o la baja productividad de ésta en la mayoría de los espacios territoriales altoandinos, no habría posibilitado sustentar en estos el desarrollo de entidades urbanas y menos de ciudades, como tampoco de su correlato social, es decir de las clases urbanas asociadas a la especialización productiva y de servicios. Esta lógica se interrumpe en determinadas circunstancias excepcionales, cuando irrumpen en estas regiones estados expansivos que implantan en ellas ciudades o entidades urbanas funcionales al control poblacional y territorial, las que se insertan a modo de enclaves provinciales en estos territorios caracterizados por patrones de asentamiento dominantemente rurales. 
La implantación de estas ciudades y otros establecimientos administrativos como cabeceras de región, revelan definidas estrategias en la elección de su emplazamiento. Se aprecia así el dominio de las condiciones territoriales y el manejo adecuado de los ecosistemas que caracterizan los diferentes ámbitos regionales y sus distintos pisos ecológicos. Muchas ciudades son así emplazadas en fértiles valles interandinos de la zona quechua con reconocida productividad agrícola, otras como Huánuco Pampa o Pumpu son instaladas en zonas de puna, en posiciones centrales que permiten un fácil acceso a las cabeceras de diferentes valles; además de aprovechar un entorno propicio para la ganadería de camélidos, así como las condiciones climáticas para el desarrollo de procesos de transformación y conservación de productos alimenticios (deshidratación y almacenamiento de tubérculos, granos y carnes). 
Mientras tanto, las ciudades prehispánicas costeñas presentan mayormente desarrollos caracterizados por una notable continuidad. Esta permanencia se corresponde con la presencia de entidades políticas de mayor aliento temporal, sustentadas por economías excedentarias que tuvieron como base la agricultura de irrigación en los amplios valles costeños, especialmente en la costa norte y central del Perú. Estas ciudades costeñas, donde sobresalen Túcume, Pacatnamú, Chanchán, Maranga, Pachacamac, entre otras, muestran entre sí una diversidad de planteamientos y desarrollos formales que expresan la diferente naturaleza de los respectivos contextos regionales y la raigambre de sus propias tradiciones culturales. Sin embargo, todas comparten en mayor o menor grado el constituir la sede de poderosas organizaciones políticas y el lugar donde se concentran los especialistas urbanos que desarrollan distintas artes y actividades productivas así como un amplio espectro de servicios administrativos. 
13
Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú 
Estas ciudades prehispánicas tardías desempeñaron un importante rol en la organización del intercambio y la redistribución económica, cuyo manejo estaba concentrado en las clases urbanas, lo que proporcionó a estas un importante soporte en el ejercicio del poder político, en el marco de las relaciones de reciprocidad asimétrica, que caracterizaban las estructuras rígidamente jerarquizadas de estas formaciones sociales. Muestra de ello es la extraordinaria capacidad de acumulación, que se puede inferir de la notable cantidad de depósitos y almacenes, que caracterizan los complejos político administrativos y palaciegos de ciudades como Chanchán. 
En diversos casos, el desarrollo urbano de estas ciudades está estrechamente ligado al desarrollo paralelo de grandes obras públicas que configuraron trascendentes modificaciones territoriales. Entre estas sobresalen las emprendidas con la construcción de grandes sistemas de canalización hidráulica, como el canal de La Cumbre que derivó las aguas del Chicama al valle de Moche, de los canales Taymi y Racarrumi asociados al sistema hidráulico intervalles de Lambayeque, o del canal de Surco en el valle del Rímac. Este tipo de obras públicas, al igual que los sistemas de caminos, nos revelan una relación fluida y dinámica que enlaza los desarrollos urbanos y el desarrollo territorial de los valles y su entorno. 
Los estudios arqueológicos desarrollados en las últimas décadas, centrados en estas ciudades y su entorno territorial, han comenzado a develar las características sistémicas de diversas actividades urbanas, especialmente de aquellas de tipo productivo o relacionadas con el intercambio, que revelan su concatenación y articulación con otras actividades que se despliegan en el espacio territorial. De esta manera, por ejemplo, se ha podido analizar evidencias de actividades mineras conectadas con sitios asociados al desarrollo de procesos metalúrgicos para la refinación y fundición de metales como el cobre y lograr aleaciones de bronce arsenical. Estos procesos comprometían el abastecimiento desde los bosques aledaños de carbón como combustible para la fundición, así como la movilización de estos insumos mediante caravanas de llamas. Estas caravanas transportaban, a su vez, los lingotes de metal obtenidos a los talleres de los orfebres que residían en los centros urbanos, donde se les empleaba como materia prima para una serie de procesos productivos, destinados a la elaboración de distintos artefactos y adornos suntuarios. Similares cadenas productivas con definidas articulaciones territoriales, se pueden establecer para las manufacturas de cerámica, textiles, de brebajes como la chicha, o la confección de abalorios elaborados con conchas provenientes de mares tropicales, etc. 
Las ciudades estaban conectadas, mediante sistemas de caminos, con otros centros poblados de menor jerarquía establecidos en las distintas zonas ecológicas del territorio de sus respectivos valles, lo que permitía maximizar el manejo de la diversidad de recursos presentes en estos ecosistemas. Otros caminos, especialmente en la costa norte, sirvieron a su vez para interconectar los valles agrícolas, separados entre sí por decenas de kilómetros de extensiones absolutamente desérticas, comunicando de esta manera ciudades y regiones relativamente lejanas.9 En el 
9 Estas distancias entre valles pueden variar de 20 a 30 km. cuando estos son próximos, y de 80 a 100 km. cuando estos están separados por mayores extensiones desérticas. Si consideramos que un buen viandante desarrolla una velocidad de unos 5 km/h. y que esta se puede reducir a unos 3 km/h. si transporta un bulto o conduce una caravana de llamas, estas travesías por los llanos del desierto comprometían de uno a dos días en los tramos cortos y de 3 a 5 días en los tramos mayores. Evidentemente la duración de estos viajes hacia la serranía, o entre las punas y los valles interandinos, demandaban tiempos bastante mayores considerando los ascensos y lo accidentado del desarrollo de las 
14
Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú 
desarrollo de los sistemas de transportes y comunicación, también desempeñó un rol importante el medio marítimo y la navegación. Esta se realizaba en alta mar mediante balsas dotadas de velámenes de cierta envergadura, lo que permitió el tráfico a notables distancias y la articulación de regiones alejadas.10 Diversas fuentes etnohistóricas destacan el importante tráfico de los mercaderes que se desplazaban por el territorio mediante el manejo de caravanas de llamas, o mediante la navegación con balsas. Este tráfico marítimo, además de las evidentes ventajas en el abastecimiento de productos de la pesca, puede haber tenido un peso relativo en el emplazamiento de determinadas ciudades en la inmediata proximidad del litoral, como es el caso de Pacatnamú, Chanchán, o de la Centinela de Tambo de Mora en Chincha. 
Desde estas ciudades se impulsó también el desarrollo de la tradicional interrelación transversal, que en distintas regiones conectaba y permitía el intercambio de recursos provenientes del mar y de la agricultura de la parte baja de los valles costeños, con aquellos propios de las zonas de yunga de las partes medias y altas de los mismos; así como con aquellos de las zona de quechua y puna altoandinas; y, a su vez, con aquellos provenientes de la ceja de selva y la amazonía. Evidencias de estos intercambios a larga distancia son proporcionados por la arqueología con el hallazgo de recursos exóticos en centros urbanos prehispánicos de la costa, así como de su incorporación como insumos en determinadas manufacturas, tal es el caso del empleo de caolín de la serranía de Cajamarca en la cerámica Moche, o de plumas de aves amazónicas integrados a textiles y otros ornamentos de las culturas de la costa norte a la costa sur. Existen también testimonios históricos del acceso a plantaciones de coca en zonas de chaupi yunga establecidas en la cabecera de ciertos valles costeños; así como del consumo de pescado seco y salado o de las algas de cochayuyo provenientes de la costa sur, en las poblaciones altoandinas del sur del país, prácticas tradicionales que se mantienen vigentes hasta nuestros días. 
Finalmente, es de especial importancia el estudio de la singular y armónica integración de los asentamientos y edificaciones prehispánicas con relación a sus diversos contextos territoriales. Estas logradas formas de integración con el paisaje, resultan de la intervención conjunta de distintas variables. Entre estas podemos mencionar aquellas que derivan de la selección del lugar de emplazamiento donde intervienen múltiples factores, que van desde la ubicación estratégica con relación a la economía del manejo de los recursos, a factores ambientales, a otros que tienen que ver con las percepción cultural del paisaje por parte de sus poblaciones; así como por la selección de los materiales constructivos, el despliegue formal de las edificaciones y su adecuada integración a la morfología del paisaje. Pero también es de especial relevancia comprender que esta ponderada integración es, antes que nada, el resultado y la expresión tangible de la arraigada identidad social y el ancestral sentido de pertenencia por parte de estas sociedades respecto a sus respectivos paisajes territoriales, sean estos naturales o culturales. 
En el destacado caso de las ciudades y asentamientos Inka, especialmente de aquellos que constituían establecimientos de la nobleza inka en los alrededores del 
rutas por estas zonas. 
10 La propia madera de palo balsa (Ochroma pyramidale) empleada en la construcción de estas embarcaciones constituye un excelente indicador de estos intercambios a distancia, ya que los árboles de esta especie no se desarrollan en la costa peruana –salvo excepcionalmente en el extremo norte- mientras que son abundantes en la Amazonía y en las zonas de bosque húmedo tropical del litoral del golfo de Guayaquil. 
15
Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú 
Cusco, se aprecia una extraordinaria integración paisajística. El sofisticado manejo de la topografía y su modelado mediante sistemas de andenería, la incorporación de los accidentes geográficos y en especial de los ríos como elementos organizadores de la traza urbana, la integración de afloramientos rocosos a las propias edificaciones o su presencia destacada en espacios prominentes, entre otros aspectos, revelan un manejo magistral que propone una perspicaz simbiosis que transita sin solución de continuidad del medio natural a la arquitectura, por medio del sutil contrapunto entre el paisaje modelado y el espacio edificado. Paradigmas de este tipo de realizaciones por parte de los arquitectos inka son Pisac, Chinchero, Machupicchu, Ollantaytambo, entre otros. En todo caso, es de notar que se ha explorado poco el análisis de estos célebres asentamientos desde el punto de vista del lenguaje arquitectónico. Por ejemplo, la distinta concepción que plantea la configuración de las enormes plazas de las ciudades inka, donde se impone una horizontalidad espacial cuya delimitación trasciende los edificios de su perímetro, para incorporar a las visuales del paisaje urbano los cerros tutelares y los nevados que conforman su entorno territorial más significativo. Este aspecto, como otros, representa una muestra de los tantos promisorios temas de estudio que pueden ser abordados aplicando las herramientas propias del análisis arquitectónico. 
La época colonial 
La captura de Atahualpa en la plaza de la ciudad Inka de Cajamarca un día de noviembre de 1532 y el desplome de un muro lítico de su perímetro, ante la presión de la masa indígena despavorida frente a la masacre, marca históricamente no sólo el fin del desarrollo autónomo de las sociedades del nuevo mundo, ante el implacable avance de la conquista europea, sino que también señala simbólicamente la interrupción de un largo proceso que produjo diversas formas de desarrollo urbano; así también marca el inicio de la implantación de un modelo de asentamiento colonial, en el que se manifiesta la desintegración de las formaciones sociales indígenas y la desestructuración de las exitosas formas de manejo y desarrollo territorial establecidos en los diversos espacios regionales del Perú. 
Las ciudades implantadas por los Inka a lo largo de los Andes, al igual que las ciudades correspondientes a las formaciones costeñas, son despobladas rápidamente tanto por el desmantelamiento de las organizaciones políticas indígenas que constituían sus clases urbanas, como por los violentos saqueos y exacciones a los cuales fueron sometidas las poblaciones que habitaban en ellas. Muchas ciudades son así abandonadas al poco tiempo y pasan paulatinamente a convertirse en ruinas, como es el caso de Pachacamac, Túcume, Pumpu, por citar algunas de las más importantes. Otras como Cajamarca, Vilcashuamán y la propia capital inka del Cusco, son ocupadas oportunistamente por los conquistadores, aprovechando así su planta edificada; la concentración de población y recursos presentes en ellas y en su entorno; como también sacando partido de su valor simbólico, en cuanto aspecto funcional a la instauración del nuevo poder colonial. 
En el caso emblemático del Cusco se da inicio a un especial proceso de mestizaje, que comporta cambios radicales y traumáticos en las características originales de la ciudad. La grandiosa plaza inka será fragmentada con su recorte y la instalación en ella de solares para los nuevos vecinos españoles. Las kallankas del perímetro de la plaza serán desmontadas, al igual que los edificios ceremoniales y los palacios de la nobleza inka, para ser reconvertidos en iglesias o solares de españoles. Inclusive el monumental complejo de Saqsaywaman fue parcialmente desmontado para utilizar 
16
Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú 
sus bloques en la construcción de las edificaciones coloniales. Sin embargo, la excepcional calidad y el ponderado valor de la planta edificada de la ciudad inka favoreció la conservación de buena parte de su traza urbana y de los paramentos líticos que definen hasta hoy sus destacadas cualidades. 
Otro fue el destino de importantes ciudades inka, como Cajamarca, Vilcahuamán o Tomebamba (hoy Cuenca, Ecuador) que, como reportan los cronistas tempranos de la conquista, sufrieron al poco tiempo de la conquista la demolición de la mayoría de sus principales edificios y la degradación de sus espacios públicos, alterando radicalmente su antiguo ordenamiento, lo que impide identificar claramente la posible forma de su traza original. Estos profundos cambios en la estructura física de las antiguas ciudades inka, no son más que la expresión de los radicales cambios que se producen en la naturaleza económica, social y cultural de las mismas, derivados de la formación colonial que se impone y de las nuevas formas de poder que se instalan en ellas. 
Las grandes dificultades que testimonian los cronistas acerca de la implantación de las ciudades coloniales, reflejan no sólo el enfrentamiento de los conquistadores a un mundo distinto, con sociedades indígenas diferentes en sus dimensiones sociales, económicas y culturales, sino también constituyen la expresión de la falta de comprensión de los complejos ecosistemas que caracterizan estos territorios y de las formas de manejo social de los mismos. Este hecho histórico está registrado en los diversos testimonios de la fallida fundación de ciudades o de su mudanza itinerante en determinados territorios, hasta encontrar finalmente un emplazamiento mínimamente adecuado para la sostenibilidad de sus habitantes. Existen al respecto dos casos emblemáticos: el de la fallida ocupación colonial de la ciudad inka de Huánuco Pampa y el de la fundación de la ciudad itinerante de San Miguel de Piura. 
En cuanto al primer caso, los españoles fundaron La Muy Noble y Real Ciudad de los Caballeros de León de Huánuco en 1539, ocupando para ello la extensa plaza de la ciudad Inka. Esta fundación no tuvo éxito y al poco tiempo (1541) la mudaron con todos sus títulos a las tierras más templadas del valle del Huallaga, donde hoy día se ubica, unos 60 km. al este de su “fundación” original. El emplazamiento de Huánuco Pampa, en un ambiente de puna y sobre los 3,800 msnm. respondía a una serie de condicionantes estratégicas, entre las que aparentemente pesó las características climáticas que presenta la zona de puna, donde priman el aire seco y las bajas temperaturas, lo que la hace una zona ideal para la conservación y el almacenamiento de productos alimenticios. Este aspecto se sustentaría en la presencia en los alrededores de la ciudad de cientos de qollqas o depósitos, dispuestos en ordenadas hileras y con una capacidad de almacenamiento cercana a 40,000 m3. Por otra parte, estas condiciones de puna, con sus frecuentes heladas nocturnas, alternadas con días secos y soleados, favorecían los procesos de trasformación que se desarrollaban en la ciudad, destinados a la conservación de productos alimenticios como los tubérculos, mediante su deshidratación, transformándolos en papa seca o chuño, o de las carnes en charqui. Para los nuevos arribados la instalación en este piso ecológico significaba evidentemente padecer el malestar y a las secuelas del mal de altura, pero también enfrentarse a un medio para ellos hostil y desamparado, donde además no fructificaban ni se reproducían las plantas y animales introducidos desde el viejo mundo y que constituían la base de su dieta acostumbrada. 
En cuanto a la fundación de la ciudad colonial de San Miguel de Piura, las múltiples mudanzas de su localización, constituyen un caso paradigmático de la fragilidad de la implantación de un modelo de asentamiento colonial que logra dificultosamente establecer su sostenibilidad territorial. 
17
Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú 
La primera fundación de la ciudad de San Miguel de Piura se produce en 1532, al inicio de la conquista, en la margen derecha del “valle de Poechos” en el sitio de Tangarará, antiguo pueblo Tallán a orillas del río Chira. Dos años más tarde (1534) la población se traslada al lugar hoy conocido como Monte de los Padres en la margen derecha del Alto Piura. En 1578 los pobladores abandonan “Piura la Vieja” y la mayoría se trasladó al puerto de Paita, ya fundado como San Francisco de Buena Esperanza. Sin embargo, al poco tiempo sus habitantes solicitan un nuevo traslado de la ciudad, al faltarle a Paita agua, leña y zonas de sembrío, además de estar expuesta a los frecuentes ataques de los piratas. Años después las autoridades del virreinato autorizan finalmente el traslado. La localización (fundación) definitiva se realiza en 1588 (56 años después) en la localidad de El Chilcal, en proximidades de la represa indígena de Tacalá, en el valle de Catacaos (Piura), tomando el nombre de San Miguel del Villar. El acta de fundación precisa que la ciudad se establece a 2 leguas de distancia del pueblo de indios (reducción de Catacaos) a fin de “que no reciban molestias ni vejaciones”. Además de las razones geográficas, climáticas o de la ausencia de determinados recursos, normalmente esgrimidas para explicar estos traslados, sería de tomar en cuenta en esta última y definitiva mudanza, además de la disponibilidad de tierras agrícolas en su entorno, la presencia de una importante concentración de mano de obra indígena en la muy próxima reducción de Catacaos. 
A propósito de la localización de la ciudad de Piura en Monte de los Padres y de las penurias de su pobladores, el cronista Cieza de León es muy expresivo al referir que: “Al principio estuuo poblada en el assiento que llaman Tangarara: de donde se passó por ser sitio enfermo: adonde los Españoles biuían con algunas enfermedades: Adonde agora está fundada es entre dos valles llanos muy frescos y llenos de arboledas junto a la población más cerca de un valle que del otro: en un assiento áspero y seco, y que no pueden aunque lo han procurado lleuar el agua a él con Acequias: como se haze en otras partes muchas de los llanos. Es algo enferma, y lo que dizen los que en ella han biuido: especialmente de los ojos: lo cual creo causan los vientos y grandes poluos del verano y las muchas humidades del inuierno.” Es decir, la referencia alude a los efectos malsanos del clima en estos emplazamientos, como también a la dificultad de dotarlos de recursos elementales como el agua, por un deficiente manejo de las técnicas de canalización, así como por el desconocimiento de la naturaleza del territorio. 
La fundación de estas ciudades coloniales viene acompañada de una grave desestructuración del ordenamiento territorial, especialmente en lo que se refiere a los valles costeños. Son múltiples las referencias de cronistas como Cieza de León que recorren estos valles y hacen énfasis en el abandono de los sistemas de irrigación y de la drástica reducción de las tierras cultivadas en ellos, en la ruina de los caminos y de otras obras de infraestructura, además de denunciar su grave despoblamiento. Se percibe de estos testimonios la clara sensación de que este proceso de degradación territorial fue tanto más intenso cuanto más próximos se encontraban estos territorios con relación a las nuevas entidades urbanas. 
Aparentemente los campos de cultivo y los canales de riego que se conservaron en los valles fueron mantenidos por las comunidades y la población indígena que persistió en ellos. De esto se desprende la percepción de que las ciudades coloniales se implantaron a manera de enclaves coloniales, en cuanto “ciudad de españoles” en territorios que permanecieron sustancialmente indígenas en cuanto a sus formas de manejo. Al respecto, es significativo constatar lo contadas que resultan las obras de infraestructura emprendidas durante la colonia que tuvieran alguna implicancia territorial. 18
Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú 
Este fenómeno poco estudiado de las permanencias indígenas en el manejo del territorio, puede haber estado correlacionado con la presencia de una naciente y emprendedora “burguesía” indígena, de agricultores medianos, arrieros y mercaderes, que se revelan hábiles empresarios y prestos en asumir los recursos foráneos y las nuevas técnicas y modalidades productivas, son notables ejemplos de estas asimilaciones la siembra de parras y la producción y comercialización de vino, o la adquisición de naves a la usanza europea para el comercio a distancia, entre otros casos documentados por los etnohistoriadores (Murra 2002; Rostworowski 1981, 2004). 
Este proceso se quebraría con el establecimiento de la política de reducciones, que se implementa en la segunda mitad del siglo XVI durante el gobierno del virrey Toledo. Esta política alteró drásticamente los tradicionales patrones indígenas de dispersión territorial de la población, al proponerse su concentración con fines de control tributario y de la mano de obra indígena. Esta política de reducciones trajo como consecuencia la desestructuración de las complejas formas de articulación espacial, ante el forzado abandono de los antiguos patrones de asentamiento que respondían a los sistemas de manejo de las diferentes zonas de producción generadas en el territorio, así como de las distintas zonas ecológicas presentes en estos espacios regionales. Muchas aldeas y poblados indígenas luego de su abandono forzado se convirtieron en ruinas, de la misma forma que amplias extensiones de nuestro territorio perdieron su condición de zonas de producción y se transformaron en despoblados. 
Además de los tributos en onerosas prestaciones de fuerza de trabajo, a través de la degeneración del antiguo sistema de la mita, estas reducciones estaban obligadas a la provisión de recursos y productos propios de sus respectivos ecosistemas. Es de destacar que frecuentemente parcialidades indígenas distintas fueron concentradas en una única reducción, donde conformaron nuevas entidades comunitarias. Muchas de estas reducciones, en cuya traza se imponía generalmente la disposición colonial en damero, derivaron en los denominados “pueblos de indios”. Algunos de estos poblados por determinadas circunstancias derivaron en centros poblados de cierta importancia, que luego con el advenimiento de la república evolucionaron a la condición de ciudades prósperas como Chiclayo, Huancayo, Juliaca. 
Durante el siglo XVI, una vez agotado el saqueo de los tesoros presentes en las ciudades y templos prehispánicos, el conocido afán colonial por el oro y la plata dio paso a la explotación de distintos yacimientos mineros, especialmente en la sierra sur y central. El célebre caso del Cerro Rico de Potosí en el Alto Perú (Bolivia), no solo dio lugar a una compulsiva concentración urbana, entre las más grandes de su época en el mundo, sino que también generó una extensa articulación territorial en el área andina. La ciudad de Potosí constituía el centro hacia donde confluía la mano de obra reclutada por la mita minera; los diversos abastecimientos de alimentos, insumos y mercaderías, que eran transportados mediante el arrieraje por largas rutas desde distintos puntos del área andina; y desde donde se trasladaba a su vez la plata producida hacia las costas de la vertiente del Pacífico o hacia el río de La Plata y el Atlántico, desde cuyos puertos se procedía a su embarque para emprender la ruta de los galeones hacia España. 
Estos circuitos y la explotación de los propios recursos mineros locales, dieron lugar al desarrollo y relativa prosperidad de las ciudades del sur peruano como Puno, Arequipa y Ayacucho, al estar estas ubicadas estratégicamente en los puntos intermedios de estas rutas. Más al norte, en la sierra de Huancavelica, con el descubrimiento en la mina Santa Bárbara de yacimientos de azogue o mercurio, un mineral empleado en aquella época para la amalgamación y refinación de los minerales ricos en plata, se dio el desarrollo de dos importantes centros urbanos con Castrovirreyna y Huancavelica: Esta explotación 19
Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú 
minera generó, a su vez, una dinámica regional bastante importante, con relación a la sierra central y sur, así como con las ciudades y poblados de la costa sur y central del Perú. Al respecto debe recordarse, que el azogue era transportado mediante caravanas de llamas desde Huancavelica a Chincha, para ser embarcado y trasladarse en barcos hasta Arica y de allí nuevamente con llamas hasta Potosí. Por otra parte, desde los valles de Ica se trasladaban alimentos, así como vinos y aguardientes para el consumo en las ciudades y centros mineros. 
Algo más tarde, entre los siglos XVII y XVIII, nació como ciudad Cerro de Pasco con el desarrollo de la minería de la plata en las propias inmediaciones de la ciudad. Gracias también a la minería de plata de Hualgayoc, prosperó en la sierra norte la ciudad de Cajamarca. Estos centros poblados fueron obviamente muy estimados por la corona española, la que prontamente les eleva a la categoría de ciudades y les otorga títulos ostentosos (como el de Villa Rica de Oropesa concedido a Huancavelica). 
Muchos de los procesos productivos que se desarrollaban en las ciudades coloniales y en los centros mineros consumían ingentes cantidades de combustible, incidiendo en la presión sobre los recursos de los bosques de su entorno e iniciando en ellos un progresivo proceso de deforestación. Este es el caso por ejemplo de la minería y en especial la del azogue, cuya refinación se realizaba en hornos alimentados por la combustión de leña e inclusive de paja de los pastos de altura. Algo similar acontecía en Piura, donde la crianza del ganado se hacía a costas de los bosques de los despoblados, cuya leña además alimentaba los calderos para la producción de jabones, obtenidos a partir del sebo, en las denominadas “tinas” donde se beneficiaba el ganado. 
En los alrededores de estas ciudades o en los pueblos de indios se desarrolló una cierta industria manufacturera, especialmente dedicada a la producción de hilos y textiles, que eran destinados tanto a proporcionar vestimenta y abrigo a las masas indígenas que trabajaban en las minas, como también a proveer a las minas de alforjas, costales, cuerdas, y aperos asociadas al manejo y transporte del mineral. Estas instalaciones productivas denominadas obrajes se caracterizaban por utilizar mano de obra indígena, muchas veces en condición de trabajo forzado, así como por su escaso nivel técnico, ya que los telares empleados eran los tradicionales de mano. 
Este escaso nivel de desarrollo de las manufacturas se debía en gran parte a las condiciones monopólicas que regulaban el mercado y que favorecían la masiva importación de artículos provenientes de la metrópoli o de otros mercados controlados por la corona española. Sin embargo, posteriormente con el progresivo crecimiento de la población que residía en ellas, se dio en las ciudades coloniales el desarrollo de una serie de manufacturas que dieron vida a un conjunto de corporaciones organizadas por oficios (plateros, zapateros, sombrereros, ebanistas, panaderos, etc.), que dieron paso a ciertas formas de integración social entre los maestros españoles o criollos y trabajadores indígenas o negros. En todo caso, es de recordar que no obstante esta convivencia ciudadana, la sociedad colonial estuvo fuertemente segmentada y segregada en sus diferentes estamentos, desde los españoles peninsulares a los criollos, los indígenas, los negros esclavos y libertos, así como una definida gama de las variantes generadas por las mixturas raciales propias del proceso de mestizaje. Expresiones urbanas de estas formas de segregación fueron en la ciudad de Lima, los arrabales de San Lázaro en la otra margen del Rímac y el posterior barrio indígena de Santiago del Cercado, cuya planificación y desarrollo al Este de la ciudad en la segunda mitad del siglo XVI, lo convierte en una suerte de reducción indígena anexa a la ciudad.11 
11 Alexandre Coello. “Espacios de Exclusión. Espacios de Poder: El Cercado de Lima Colonial 20
Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú 
La creciente concentración de poder y riqueza en las ciudades y el importante rol de la iglesia en la conformación del poder colonial, fueron un terreno propicio para el desarrollo de la arquitectura residencial de las clases altas y especialmente de la construcción de soberbias edificaciones religiosas constituidas por claustros e iglesias. En este tipo de obras participaban arquitectos y artistas europeos, al igual que alarifes mestizos, indígenas y negros libertos. Además de este tipo de edificaciones, se desarrollaron en las ciudades más importantes espacios públicos, como alamedas y plazuelas, así como también algunas obras para la provisión de agua y de alcantarillado, o amurallamientos de defensa, notables en el caso de Lima y de Trujillo. 
A este propósito, es de destacar que en las principales ciudades del virreinato, como Lima, Trujillo, Cusco, Arequipa, Cajamarca, Huamanga y Puno, la arquitectura residencial y la pública, especialmente la religiosa, explora y desarrolla lenguajes propios, logrando configurar tradiciones y estilos regionales bien definidos. En este proceso intervinieron factores culturales, como también los materiales constructivos disponibles en cada localidad, la naturaleza de la geografía y del clima, así como también la incidencia de los sismos, cuyos desastrosos y repetidos embates condujeron a la experimentación y al establecimiento de singulares tipologías y sistemas constructivos adecuados a su resistencia. 
Las técnicas constructivas se ajustaron a la preferencia por los materiales locales, como es el destacado uso del sillar en Arequipa o de la piedra en el Cusco, pero también a resolver la especial integración de técnicas europeas con las indígenas, como es el caso de las construcciones de adobe y quincha, a las que se adornaba profusamente con cornisamientos y ornamentación de yeso. Especialmente el empleo de la quincha, con su característica flexibilidad no solo dio una respuesta adecuada al riesgo sísmico, sino que también permitió una notable economía constructiva, al favorecer el empleo de elementos abundantes en el entorno de las ciudades costeñas, como es el caso de la caña y el carrizo abundantes en los valles, tanto en las márgenes de los ríos como de las acequias. La casi total ausencia de lluvias en gran parte de la costa peruana, favoreció también el desarrollo de techos planos cubiertos con simples tortas de barro, que además de su capacidad absorbente ante eventuales lloviznas, proporcionaban un excelente aislamiento térmico ante la intensa insolación propia de las latitudes tropicales. 
A nivel territorial las ciudades eran relativamente escasas y separadas entre sí por largas distancias a través de geografías y climas extremos, mas si consideramos que el transporte más rápido era a caballo o en lentas embarcaciones de vela.12 En este contexto las principales ciudades, donde se concentraba el poder político y eclesiástico, vivían en un relativo aislamiento con una esfera de acción mayormente limitada a la cuenca o a los valles de la comarca donde se encontraban emplazadas. Para resolver en parte esta escasa articulación entre las ciudades y permitir el ejercicio del dominio colonial en los espacios regionales distantes de las ciudades principales, se desarrollaron con distinta suerte una serie de ciudades “intermedias” o “villas”. Este es el caso en la costa sur de Chincha, Pisco, Ica y Moquegua, ciudades o villas de fundación colonial, 
(1568-1606). PUCP e IEP, Lima 2006. 
12 Para tener idea de las condiciones del transporte y de la relativa inutilidad de la rueda en estos territorios en el contexto histórico de la época, basta citar el viaje que Humboldt realizó a inicios del siglo XIX, en 1802, a través de los valles y arenales desérticos de Trujillo a Lima. Este lo condujo en una litera uncida (y mecida) sobre dos mulas demorando en el trayecto 16 días, con un promedio de 35 km. de recorrido diario. (Nuñez y Petersen 2002: 23-26, 77-81). 
21
Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú 
mientras otras villas, como Nazca, surgen de pequeños poblados o tambos establecidos a lo largo de las extensiones más áridas de la desértica costa sur. 
Algo similar sucede en la costa norte, entre Lima y Trujillo, con centros poblados y villas como Huaura, y Santa, asentadas en los principales valles de la costa norcentral. Al igual que las ciudades de Saña y Lambayeque, asentadas en los ricos valles de esta región y en un punto intermedio entre Trujillo y Piura. La inundación y destrucción de Saña, arrasada por la crecida del río durante un evento de El Ñiño en 1720, favoreció el desarrollo posterior de Lambayeque y especialmente de Chiclayo, hasta entonces un modesto pueblo de indios. La destrucción de la ciudad de Saña, ya antes afectada por la incursión de piratas en 1686, favoreció también el crecimiento de Trujillo que habría alcanzado en 1760 una población de unos 9,200 habitantes.13 
Algunas ciudades son fundadas en zonas consideradas de “frontera”, término que inclusive algunas incorporan en su denominación y títulos. Estas se emplazan en zonas de ceja de selva o próximas a ellas en la vertiente oriental de los Andes, que ofrecían entradas hacia los inexplorados y hostiles territorios de la Amazonía. Este fue el caso de Tarma, Chachapoyas, Moyobamba, Jaén de Bracamoros. Estas ciudades no estuvieron libres de serios problemas para establecer niveles mínimos de sostenibilidad. Tal es el caso de Jaén de Bracamoros -que no obstante su mítico nombre, que parece remitirnos al legendario El Dorado- cambió su ubicación en 3 oportunidades distintas, desde el emplazamiento de su fundación original a mediados del siglo XVI, en proximidad de la confluencia del río Chinchipe con el Marañón, a su traslado en 1606 a Tomependa a orillas del Chinchipe, para de allí trasladarse 71 km. hacia el oeste al lugar donde se instaló definitivamente en 1805. Si el traslado de la ciudad hasta el río Amojú no estuvo libre de complicaciones, fueron mayores los problemas generados por el hecho de que la aprobación de la nueva ubicación dependía en lo civil de la Audiencia Real de Quito, mientras que en lo eclesiástico lo era de la Diócesis de Trujillo, la que se opuso tenazmente al traslado de la iglesia a esta nueva localidad. 
En el ámbito rural, progresivamente se fueron desarrollando plantaciones y haciendas dedicadas a cultivos de especial interés durante la época colonial, como el trigo, la caña de azúcar, la vid, productos de panllevar o a la ganadería. En muchas zonas alejadas de las ciudades y villas, las haciendas con sus casonas y sus instalaciones, que incluían generalmente una iglesia o capilla, además de rancherías o galpones donde se alojaban los indios yanacones o los esclavos negros, constituían el principal referente en cuanto al patrón de asentamiento presente en estos territorios, donde su preeminencia coexistía con caseríos dispersos y pequeñas poblaciones rurales. La ubicua presencia de las haciendas y su relativa importancia social y económica en el mundo rural, ha quedado bien retratada en las crónicas de los exploradores y viajeros que recorrieron los más recónditos lugares del Perú a lo largo del siglo XIX. 
La época republicana 
El hecho de que en el Perú se sellara la independencia americana, no solo significó el tardío ocaso de la época colonial en el continente, sino que también revela cuan enraizados lazos y privilegios mantuvo hasta el final la aristocracia peruana, especialmente la limeña, con el debilitado poder colonial. La flaqueza y lenidad de esta 
13 Estas exiguas cifras dan buena cuenta de las reducidas dimensiones poblacionales de las ciudades coloniales de esta época, más aún cuando se reporta que en 1604 la ciudad de Trujillo alcanzaba poco más del tercio de esta población. (Wikipedia). 22
Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú 
aristocracia criolla en su contribución al movimiento independentista, marcará lo que se ha venido a denominar como el síndrome colonial y que ha condicionado la existencia irresuelta de los grandes problemas nacionales, como la propia constitución como nación, la persistente debilidad del estado, la desestructuración y escasa integración social, la pobreza y la marginación de la mayoría de la población.14 En esta sección reseñamos brevemente algunos de los aspectos más destacados que incidieron en la evolución de las ciudades y en el ordenamiento territorial durante esta época. 
La primera mitad del siglo XIX estuvo marcada por la profunda crisis económica y política que siguió a la independencia. Además de las destrucciones generadas en el país durante las luchas de la independencia, la minería se encontraba colapsada, el comercio afectado por la huida de los comerciantes peninsulares y por la pérdida de su flota mercante, mientras que las haciendas agrícolas no se recuperaban de los saqueos y de la escasez de su población laboral. Por otra parte, el territorio del Perú sufrió un proceso de fragmentación y desarticulación donde muchas de sus provincias vivían en el más absoluto aislamiento, y la comunicación entre estas y con la capital de la república era penosa y demandaba una enorme cantidad de tiempo. Señalándose que era mucho más rápido viajar de Lima a Guayaquil o a Valparaíso, que hacerlo a Huamanga o al Cusco.15 
Esta situación catastrófica agravada por la fragmentación política y la ausencia de una clase dirigente con una visión de país, condujo paradójicamente a un mayor enfeudamiento económico, especialmente en las zonas rurales, y a un remedo de las viejas taras coloniales; mientras que a nivel político proliferó el caudillismo y las recurrentes asonadas y guerras civiles entre las distintas facciones que pretendían una simple cuota de poder o la solución de sus intereses particulares. 
Esta crítica situación nacional trajo graves consecuencias en la economía urbana de las ciudades del Perú y afectó su desarrollo. La disminución de la población de Lima durante estas décadas puede ser una clara manifestación de esta situación y de cómo resintió a sus habitantes. Al respecto, la población de la capital había registrado un progresivo crecimiento durante la época colonial, desde 1614 cuando ya contaba con 26,400 habitantes, para pasar a tener más del doble a fines del siglo XVIII al registrar 56,600 h. en 1791. En 1812 presenta un ligero crecimiento a 63,900 h. que se mantiene prácticamente estancado con los 64,000 h. con que cuenta en 1820, en pleno proceso independentista. Sin embargo, es notable el decaimiento poblacional que le sigue, cuando en 1827 registra 60,000 h. y en 1839, cuando su población se reduce a 55,100 h. es decir una población menor que la que tenía medio siglo atrás, y que representa una disminución de cerca del 15% de su población en poco menos de veinte años. 
Esta situación comienza a modificarse con el descubrimiento de las cualidades fertilizantes del guano de las islas y el inicio de la explotación acelerada de sus yacimientos a partir de 1840 y especialmente durante la segunda mitad del siglo XIX. Esta bonanza económica concentró sus beneficios en las clases dominantes y en las casas comerciales que controlaban su exportación, como también la importación de los diversos artículos, mayormente suntuarios, provenientes de Europa. Esta nueva situación se refleja, tanto en el relativo crecimiento de la población de Lima, que en 1850 alcanza 80,000 h. y en 1861 los 100,000 h. que mantendrá con ligeras 
14 Julio Cotler (2006) “Clases, Estado y Nación en el Perú”, IEP, Lima. 
15 Dávalos y Lisson (1919: IV, 253-254) citado por Cotler (2006: 114). 
23
Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú 
variaciones hasta 1900 y el inicio del siglo XX cuando contaba con 103,900 h. En algunas de las ciudades más importantes se desarrollaron inversiones en obras públicas, especialmente en Lima donde en ciertos sectores de la ciudad se instala el alumbrado público, cañerías de agua, se construye la cárcel o “panóptico”, etc. 
Esta relativa bonanza económica ligada al incremento de las exportaciones, asistió también a la revitalización e industrialización de las haciendas costeñas ante el alza del precio del azúcar, como también frente a la creciente demanda de algodón por parte de la industria textil inglesa, frente a la debacle generada en su producción en los Estados Unidos al desencadenarse la guerra civil. Mientras tanto, las arcas fiscales del estado peruano crecieron conforme aumentaban las exportaciones, fundamentalmente del guano de las islas, y su consistente participación en el presupuesto de la república (ver datos). 
Esta disponibilidad de fondos públicos se canalizó fundamentalmente a la construcción de líneas férreas, para lo cual se contó también con la participación de capitales privados. El desarrollo de los ferrocarriles fue enarbolado por los sectores dominantes de los gobiernos de entonces como parte fundamental de un supuesto proyecto de modernización e integración nacional. Así en pocas décadas se inició y culminó la construcción de una serie de líneas de ferrocarriles en la mayor parte del país. Este notable desarrollo declinó como consecuencia de la guerra con Chile y de su grave impacto destructivo en las dos últimas décadas del siglo XIX. El desarrollo ferrocarrilero se recuperó a inicios del siglo XX y se mantuvo hasta los años 30, cuando empezó su progresivo abandono ante la imposición de las carreteras y el transporte automotor. 
Se construyeron durante esta época las dos principales líneas de penetración del país, constituidas por el Ferrocarril Central que conectó el puerto del Callao y Lima con La Oroya y de allí, mediante dos ramales, con Huancayo y Cerro de Pasco; mientras que el Ferrocarril del Sur conectó el puerto de Mollendo con Arequipa y desde allí con Juliaca y Puno, para llegar finalmente hasta el Cusco. Otras dos vías de penetración proyectadas se realizaron parcialmente y quedaron truncas. Una de estas la debió constituir el ferrocarril que conectaría el puerto de Chimbote con el Callejón de Huaylas, sin embargo llegó solamente hasta Huallanca, próxima al Cañón del Pato y a 170 km. de la costa, contando con un ramal hacia La Galgada donde existía una mina de carbón. La segunda vía estaba proyectada desde el puerto de Pacasmayo para llegar a Cajamarca, pero solo lo hizo hasta Chilete a 105 km. en el interior del valle de Jequetepeque. 
Finalmente, la mayoría de estas líneas de ferrocarriles terminaron siendo funcionales al proceso de concentración de las grandes compañías mineras, entre las que destaca el clamoroso caso de la Cerro de Pasco Corporation en la sierra central. Mientras que en la costa norte lo fue al de la concentración de la propiedad de la tierra en las manos de los denominados “barones del azúcar” entre los que destaca el caso de Casa Grande de la empresa Gildemeister, que se hizo de la mayor parte de las tierras del extenso valle de Chicama. Casi todas las grandes plantaciones contaban con ingenios para la refinación del azúcar y redes ferroviarias propias que las comunicaban con los puertos vecinos. La inversión privada en los ferrocarriles hizo que estos tuvieran distintos tipos de trocha y, por lo tanto, que muchas veces las conexiones entre estas fueran incompatibles. 
De esta manera, se frustraron las promisorias posibilidades de integración y de desarrollo territorial que los proyectos ferrocarrileros pudieron haber favorecido, de 24
Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú 
haber existido una estrategia nacional al respecto. Estos proyectos ferrocarrileros, terminaron articulando escasamente los puertos con las minas y las plantaciones agrícolas de los valles costeños, favoreciendo finalmente la progresiva implantación neocolonial de enclaves y el desarrollo de los denominados company town. La producción local de alimentos y de manufacturas artesanales o industriales, para el mercado nacional y la exportación, se vieron mas bien afectados por la masiva importación de productos extranjeros. Agravando aún más esta situación, los enclaves azucareros y mineros actuaron como competidores de la actividad comercial concentrada en la ciudades intermedias y en las capitales regionales, al constituir sus propias casas comerciales y establecer sus propios centros de abastos en sus instalaciones, los que en gran parte monopolizaban las demandas de consumo de sus trabajadores. Aparentemente algunas ciudades como Trujillo habrían resentido de esta situación que habría afectado su desarrollo urbano como segunda ciudad del país. Si bien esto sucedía con una importante ciudad con resabios aristocráticos, no disponemos de información acerca de la evolución de una ciudad emergente como Chiclayo durante este período. 
La proletarización del campesinado en las haciendas azucareras, la concentración de las tierras y la cuasi desaparición de la pequeña propiedad, así como la mecanización y la imposición del monocultivo trajeron cambios radicales en la estructura social, económica y cultural de las comunidades rurales norteñas y en el modo de vida de las ciudades y poblados. El paisaje de los valles mutó con las vastas extensiones uniformemente sembradas de caña de azúcar o algodón, desapareció definitivamente el habla de la lengua muchic, declinaron muchas de las fiestas patronales, las múltiples expresiones artesanales, etc.16 
Por otra parte, el olvido en la asignación de inversiones y la relegación del desarrollo en las regiones altoandinas fue funcional a este modelo económico, en la medida en que aseguraba a las empresas mineras y a las haciendas mano de obra e insumos baratos para sus operaciones. En estas condiciones las haciendas costeñas podían también disponer fácilmente de braceros “golondrinos”, que migraban transitoriamente durante las temporadas de la zafra de la caña o la apaña del algodón. 
A nivel territorial, las grandes plantaciones agrarias condicionaron el manejo del agua que prácticamente monopolizaban, ya que las leyes de aguas de entones asignaban la disponibilidad del recurso de acuerdo a la extensión de las tierras. A su vez, la demanda de agua de regadío debió incrementarse, dados los requerimientos propios del cultivo de la caña de azúcar. Posiblemente durante esta época debieron de empezarse a agudizar los problemas de salinización de la parte baja de determinados valles. La extensión del monocultivo afectó la diversidad de cultivos propia de las pequeñas propiedades y especialmente de los productos de pan llevar, lo que condujo a la creciente dependencia alimenticia de la población y al incremento de las importaciones al respecto. Tanto la presión por la ampliación de las zonas de cultivo, como la propia demanda de combustible para las máquinas a vapor que utilizaban carbón, desde los barcos a vapor, las locomotoras y los calderos de las instalaciones industriales, debieron incidir en una drástica reducción de las áreas de bosque presentes en las zonas marginales de los valles. 
El desarrollo de los centros mineros, incrementado por la creciente importancia de los metales y en especial de la explotación del cobre, trajo consigo no solo la industrialización de sus procesos de extracción y refinamiento, sino también un rápido 
16 Ver al respecto Mariátegui, Bruning, Burga. 
25
Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú 
proceso de concentración de la propiedad, siendo el caso mas notorio el de la Cerro de Pasco Corporation en la sierra central. Además de la concentración de la propiedad, mediante la compra de las minas en manos de nacionales, lograda a través de la presión económica, política y el uso de prácticas monopólicas, la empresa instala en La Oroya un gran centro metalúrgico en la segunda década del siglo XX, iniciándose uno de los más nefastos capítulos de nuestra historia en cuanto a contaminación ambiental se refiere, llevando a que los pasivos generados sean considerados a nivel internacional como unos de los 10 casos de lugares más contaminados del mundo (Bebbington et al 2007: 6). 
En efecto, como consecuencia de los relaves el río Mantaro se volvió estéril por los altos índices de contaminación de sus aguas; paralelamente los humos altamente tóxicos de la fundición arruinaron los cultivos y las zonas de pastoreo de las comunidades colindantes. Los efectos de la contaminación han afectado así, por más de ocho décadas, un amplio ámbito regional, representando hasta nuestros días un complejo problema en gran parte irresuelto. que afecta gravemente no solamente la salud de los pobladores de La Oroya, sino también las posibilidades de desarrollo regional.17 Al, respecto, resulta paradójico que ante las exigencias gobernativas y de ONG ambientalistas, para que la minera Doerun cumpla con el PAMA (Programa de Acondicionamiento Medio Ambiental) esta lo retrase constantemente, contando para esto con la movilización y respaldo de buena parte de la población de la Oroya, que teme la pérdida de los puestos de trabajo y el movimiento económico que las operaciones de la minera generan en la ciudad.18 
En el caso paradigmático de Cerro de Pasco, a mediados de los años 50 se inicia la explotación a tajo abierto de los yacimientos mineros próximos a la ciudad. Como resultado de estas progresivas excavaciones, no sólo se ha generado un gigantesco cráter, que de manera increíble ha engullido, destruyéndolo, el propio centro de la antigua ciudad, sino que esta enorme depresión se ha convertido en el propio centro de la “no-ciudad”. Esta situación aberrante, llevó en los años 60 a la propuesta de la construcción de una nueva ciudad en San Juan Pampa que quedó inconcluso. El gobierno militar a inicios de los años 70 asume como responsabilidad del estado el traslado de la ciudad por ser de “necesidad e interés social la remodelación de la ciudad de Cerro de Pasco”. Aparentemente, esta grave situación persiste hasta nuestros días. Por otra parte, el hecho de que la ciudad se encuentre emplazada sobre los 4,338 msnm. más allá de los anecdóticos records Guinness, constituye un serio tema de salubridad pública, debido al reconocimiento de las enfermedades producidas por el mal de altura en sus habitantes.19 
Otros casos de enclaves mineros que comprometen los ecosistemas territoriales y se asocian a determinados desarrollos urbanos en sus respectivas regiones, se dan en la costa y sierra sur, con el desarrollo entre los años 50 y 60 de las operaciones mineras de la Southern Perú Cooper Corporation en Toquepala, sierra de Tacna, y de 
17 Por ejemplo, no es posible ampliar el exitoso cultivo de alcachofa en el valle del Mantaro y la agroexportación de este y otros productos vegetales mediante el riego, utilizando para esto las aguas del río Mantaro dado sus altos índices de contaminación. 
18 Todo lo contrario ha sucedido en la ciudad de Ilo, donde la población organizada y sus autoridades municipales, lograron después de décadas de conflicto imponer un programa de recuperación ambiental, como también montos de reparación a los daños ambientales generados por los relaves y los humos tóxicos de la refinería de la Southern, y que afectan especialmente a los agricultores del valle del Osmore y a los pescadores del litoral. 
19 Recientemente el Congreso de la República (mayo 2008) ha aprobado el controvertido desplazamiento de la ciudad de Cerro de Pasco a una nueva localidad. 
26
Cte documento preliminar
Cte documento preliminar
Cte documento preliminar
Cte documento preliminar
Cte documento preliminar
Cte documento preliminar
Cte documento preliminar
Cte documento preliminar
Cte documento preliminar
Cte documento preliminar
Cte documento preliminar
Cte documento preliminar
Cte documento preliminar
Cte documento preliminar
Cte documento preliminar
Cte documento preliminar
Cte documento preliminar
Cte documento preliminar
Cte documento preliminar
Cte documento preliminar
Cte documento preliminar
Cte documento preliminar
Cte documento preliminar
Cte documento preliminar
Cte documento preliminar
Cte documento preliminar
Cte documento preliminar
Cte documento preliminar
Cte documento preliminar
Cte documento preliminar
Cte documento preliminar
Cte documento preliminar

Más contenido relacionado

La actualidad más candente

Conceptos Básicos de Urbanismo
Conceptos Básicos de UrbanismoConceptos Básicos de Urbanismo
Conceptos Básicos de UrbanismoEfra7_10
 
Centros urbanos y su evolución
Centros urbanos y su evoluciónCentros urbanos y su evolución
Centros urbanos y su evoluciónRoalisMatos
 
Leidyleon.evolucion de los centros urbanos
Leidyleon.evolucion de los centros urbanosLeidyleon.evolucion de los centros urbanos
Leidyleon.evolucion de los centros urbanosleidy leon balaustre
 
Ensayo. introduccion al urbanismo
Ensayo. introduccion al urbanismoEnsayo. introduccion al urbanismo
Ensayo. introduccion al urbanismoJose Mora
 
9 arquitectura tangible e intangible
9 arquitectura  tangible e intangible9 arquitectura  tangible e intangible
9 arquitectura tangible e intangibleMONICARECUPITO
 
Herramientas estrategias urbanas inclusivas
Herramientas estrategias urbanas inclusivasHerramientas estrategias urbanas inclusivas
Herramientas estrategias urbanas inclusivasc3gc3g
 
Crecimientoydesigualdad
CrecimientoydesigualdadCrecimientoydesigualdad
CrecimientoydesigualdadISFD N° 117
 
Centros urbanos y su evolucion
Centros urbanos y su evolucionCentros urbanos y su evolucion
Centros urbanos y su evolucionIvanna Perez
 
Centros Urbanos y su Evolución
Centros Urbanos y su EvoluciónCentros Urbanos y su Evolución
Centros Urbanos y su EvoluciónDanilo Martinez
 
Francisco Real - Innovacion Urbana
Francisco Real - Innovacion UrbanaFrancisco Real - Innovacion Urbana
Francisco Real - Innovacion UrbanaAnibal Carrera
 
Centros urbanos trabajo Gabriela Martinez
Centros urbanos trabajo Gabriela MartinezCentros urbanos trabajo Gabriela Martinez
Centros urbanos trabajo Gabriela MartinezGabriela Martinez
 

La actualidad más candente (19)

Conceptos Básicos de Urbanismo
Conceptos Básicos de UrbanismoConceptos Básicos de Urbanismo
Conceptos Básicos de Urbanismo
 
Contexto y vivienda social
Contexto y vivienda social Contexto y vivienda social
Contexto y vivienda social
 
Ramirez
RamirezRamirez
Ramirez
 
Centros urbanos y su evolución
Centros urbanos y su evoluciónCentros urbanos y su evolución
Centros urbanos y su evolución
 
La naturaleza en_la_ciudad
La naturaleza en_la_ciudadLa naturaleza en_la_ciudad
La naturaleza en_la_ciudad
 
Leidyleon.evolucion de los centros urbanos
Leidyleon.evolucion de los centros urbanosLeidyleon.evolucion de los centros urbanos
Leidyleon.evolucion de los centros urbanos
 
Ensayo. introduccion al urbanismo
Ensayo. introduccion al urbanismoEnsayo. introduccion al urbanismo
Ensayo. introduccion al urbanismo
 
9 arquitectura tangible e intangible
9 arquitectura  tangible e intangible9 arquitectura  tangible e intangible
9 arquitectura tangible e intangible
 
Herramientas estrategias urbanas inclusivas
Herramientas estrategias urbanas inclusivasHerramientas estrategias urbanas inclusivas
Herramientas estrategias urbanas inclusivas
 
Crecimientoydesigualdad
CrecimientoydesigualdadCrecimientoydesigualdad
Crecimientoydesigualdad
 
508 745-1-pb
508 745-1-pb508 745-1-pb
508 745-1-pb
 
Enfoque radical o crítico
Enfoque radical o críticoEnfoque radical o crítico
Enfoque radical o crítico
 
Centros urbanos y su evolucion
Centros urbanos y su evolucionCentros urbanos y su evolucion
Centros urbanos y su evolucion
 
Centros Urbanos y su Evolución
Centros Urbanos y su EvoluciónCentros Urbanos y su Evolución
Centros Urbanos y su Evolución
 
Est historicos-5
Est historicos-5Est historicos-5
Est historicos-5
 
Fundamentació1
Fundamentació1Fundamentació1
Fundamentació1
 
Francisco Real - Innovacion Urbana
Francisco Real - Innovacion UrbanaFrancisco Real - Innovacion Urbana
Francisco Real - Innovacion Urbana
 
02 ciudad 21-04-16
02 ciudad 21-04-1602 ciudad 21-04-16
02 ciudad 21-04-16
 
Centros urbanos trabajo Gabriela Martinez
Centros urbanos trabajo Gabriela MartinezCentros urbanos trabajo Gabriela Martinez
Centros urbanos trabajo Gabriela Martinez
 

Destacado (17)

DIRECT Came
DIRECT CameDIRECT Came
DIRECT Came
 
pi946.pdf
pi946.pdfpi946.pdf
pi946.pdf
 
EM 2012 - überarbeitete Langfassung.doc
EM 2012 - überarbeitete Langfassung.docEM 2012 - überarbeitete Langfassung.doc
EM 2012 - überarbeitete Langfassung.doc
 
pi974.pdf
pi974.pdfpi974.pdf
pi974.pdf
 
200610 112 diana fonseca quintero
200610 112 diana fonseca quintero200610 112 diana fonseca quintero
200610 112 diana fonseca quintero
 
Monatsbericht-201111.pdf
Monatsbericht-201111.pdfMonatsbericht-201111.pdf
Monatsbericht-201111.pdf
 
pi930.pdf
pi930.pdfpi930.pdf
pi930.pdf
 
Equipos de la u (universitaria)
Equipos de la u (universitaria)Equipos de la u (universitaria)
Equipos de la u (universitaria)
 
Dona 2a - 2n cicle
Dona   2a - 2n cicleDona   2a - 2n cicle
Dona 2a - 2n cicle
 
pi947.pdf
pi947.pdfpi947.pdf
pi947.pdf
 
Allergiebrosch%FCre+neu.pdf
Allergiebrosch%FCre+neu.pdfAllergiebrosch%FCre+neu.pdf
Allergiebrosch%FCre+neu.pdf
 
Encarnación
EncarnaciónEncarnación
Encarnación
 
La descolonización
La descolonizaciónLa descolonización
La descolonización
 
Act2 smja
Act2 smjaAct2 smja
Act2 smja
 
lo que necesitas saber de las telecomunicaciones
lo que necesitas saber de las telecomunicacioneslo que necesitas saber de las telecomunicaciones
lo que necesitas saber de las telecomunicaciones
 
Die Ailsa Craig Highland Dancers beim Berlin Tattoo in der O2 World.pdf
Die Ailsa Craig Highland Dancers beim Berlin Tattoo in der O2 World.pdfDie Ailsa Craig Highland Dancers beim Berlin Tattoo in der O2 World.pdf
Die Ailsa Craig Highland Dancers beim Berlin Tattoo in der O2 World.pdf
 
Universidad escuela colombiana de carreras industriales
Universidad escuela colombiana de carreras industrialesUniversidad escuela colombiana de carreras industriales
Universidad escuela colombiana de carreras industriales
 

Similar a Cte documento preliminar

Gonzalez carvajal, aproximaciones_a_la_cuestión_de_la_ide ntidad...
Gonzalez carvajal, aproximaciones_a_la_cuestión_de_la_ide ntidad...Gonzalez carvajal, aproximaciones_a_la_cuestión_de_la_ide ntidad...
Gonzalez carvajal, aproximaciones_a_la_cuestión_de_la_ide ntidad...Giselle Bartz
 
Ciudad Y Vida Cotidiana
Ciudad Y Vida CotidianaCiudad Y Vida Cotidiana
Ciudad Y Vida CotidianaJose Lopez
 
Losestudiosregionalescontemporaneos
LosestudiosregionalescontemporaneosLosestudiosregionalescontemporaneos
LosestudiosregionalescontemporaneosRenee Xibalbá
 
Procesos ordenamientoamericalatinacolombia
Procesos ordenamientoamericalatinacolombiaProcesos ordenamientoamericalatinacolombia
Procesos ordenamientoamericalatinacolombiaJosé González
 
1ra circular JORNADAS PERSPECTIVAS SOBRE LA CIUDAD
1ra circular JORNADAS PERSPECTIVAS SOBRE LA CIUDAD1ra circular JORNADAS PERSPECTIVAS SOBRE LA CIUDAD
1ra circular JORNADAS PERSPECTIVAS SOBRE LA CIUDADpolo28
 
HITORIA MEXICO
HITORIA MEXICOHITORIA MEXICO
HITORIA MEXICOMary Beng
 
propuesta cultural floridablanca 2012 2015
propuesta cultural floridablanca 2012 2015propuesta cultural floridablanca 2012 2015
propuesta cultural floridablanca 2012 2015ccflor
 
DIAGONISTICO OBONUCO FINAAL.pdf
DIAGONISTICO OBONUCO FINAAL.pdfDIAGONISTICO OBONUCO FINAAL.pdf
DIAGONISTICO OBONUCO FINAAL.pdftglopez222
 
Ciudad luis alberto quevedo
Ciudad luis alberto quevedoCiudad luis alberto quevedo
Ciudad luis alberto quevedoBayardo Rueda
 
Las lecciones del territorio el quinto poder - rubio
Las lecciones del territorio   el quinto poder - rubioLas lecciones del territorio   el quinto poder - rubio
Las lecciones del territorio el quinto poder - rubioHernán Pozas
 

Similar a Cte documento preliminar (20)

Gonzalez carvajal, aproximaciones_a_la_cuestión_de_la_ide ntidad...
Gonzalez carvajal, aproximaciones_a_la_cuestión_de_la_ide ntidad...Gonzalez carvajal, aproximaciones_a_la_cuestión_de_la_ide ntidad...
Gonzalez carvajal, aproximaciones_a_la_cuestión_de_la_ide ntidad...
 
11 BORJA.pdf
11 BORJA.pdf11 BORJA.pdf
11 BORJA.pdf
 
Ciudad Y Vida Cotidiana
Ciudad Y Vida CotidianaCiudad Y Vida Cotidiana
Ciudad Y Vida Cotidiana
 
Losestudiosregionalescontemporaneos
LosestudiosregionalescontemporaneosLosestudiosregionalescontemporaneos
Losestudiosregionalescontemporaneos
 
Procesos ordenamientoamericalatinacolombia
Procesos ordenamientoamericalatinacolombiaProcesos ordenamientoamericalatinacolombia
Procesos ordenamientoamericalatinacolombia
 
1ra circular JORNADAS PERSPECTIVAS SOBRE LA CIUDAD
1ra circular JORNADAS PERSPECTIVAS SOBRE LA CIUDAD1ra circular JORNADAS PERSPECTIVAS SOBRE LA CIUDAD
1ra circular JORNADAS PERSPECTIVAS SOBRE LA CIUDAD
 
HITORIA MEXICO
HITORIA MEXICOHITORIA MEXICO
HITORIA MEXICO
 
Mesas tlps reconfiguraciones urbanas contemporáneas
Mesas tlps reconfiguraciones urbanas contemporáneasMesas tlps reconfiguraciones urbanas contemporáneas
Mesas tlps reconfiguraciones urbanas contemporáneas
 
Taller 7 5.01
 Taller 7 5.01 Taller 7 5.01
Taller 7 5.01
 
Educacion geográfica
Educacion geográfica Educacion geográfica
Educacion geográfica
 
propuesta cultural floridablanca 2012 2015
propuesta cultural floridablanca 2012 2015propuesta cultural floridablanca 2012 2015
propuesta cultural floridablanca 2012 2015
 
Programa gu 2016
Programa gu 2016Programa gu 2016
Programa gu 2016
 
DIAGONISTICO OBONUCO FINAAL.pdf
DIAGONISTICO OBONUCO FINAAL.pdfDIAGONISTICO OBONUCO FINAAL.pdf
DIAGONISTICO OBONUCO FINAAL.pdf
 
Taai1de7
Taai1de7Taai1de7
Taai1de7
 
Ciudad luis alberto quevedo
Ciudad luis alberto quevedoCiudad luis alberto quevedo
Ciudad luis alberto quevedo
 
Las lecciones del territorio el quinto poder - rubio
Las lecciones del territorio   el quinto poder - rubioLas lecciones del territorio   el quinto poder - rubio
Las lecciones del territorio el quinto poder - rubio
 
Albet cap1y2
Albet cap1y2Albet cap1y2
Albet cap1y2
 
A lo largo de nuestra reciente historia.docx
A lo largo de nuestra reciente historia.docxA lo largo de nuestra reciente historia.docx
A lo largo de nuestra reciente historia.docx
 
Informe Final Cepa - Microrregión
Informe Final Cepa - MicrorregiónInforme Final Cepa - Microrregión
Informe Final Cepa - Microrregión
 
Gaztelaniaz
GaztelaniazGaztelaniaz
Gaztelaniaz
 

Más de reynaldo huanca suarez

Más de reynaldo huanca suarez (8)

Download3145 eb077197033295d5b26f455a3a1c
Download3145 eb077197033295d5b26f455a3a1cDownload3145 eb077197033295d5b26f455a3a1c
Download3145 eb077197033295d5b26f455a3a1c
 
16 manualdi
16 manualdi16 manualdi
16 manualdi
 
Libro de prob._fisica[1]
Libro de prob._fisica[1]Libro de prob._fisica[1]
Libro de prob._fisica[1]
 
Viernes web eg-hr51jpbjfd
Viernes web eg-hr51jpbjfdViernes web eg-hr51jpbjfd
Viernes web eg-hr51jpbjfd
 
Escalayproporcin 120316155404-phpapp01[1]
Escalayproporcin 120316155404-phpapp01[1]Escalayproporcin 120316155404-phpapp01[1]
Escalayproporcin 120316155404-phpapp01[1]
 
Ejercicios resueltos-numeros-reales[1]
Ejercicios resueltos-numeros-reales[1]Ejercicios resueltos-numeros-reales[1]
Ejercicios resueltos-numeros-reales[1]
 
Marco teorico congreso
Marco teorico congresoMarco teorico congreso
Marco teorico congreso
 
Marco teorico congreso
Marco teorico congresoMarco teorico congreso
Marco teorico congreso
 

Cte documento preliminar

  • 1. Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú ( V E R S I Ó N P R E L I M I N A R ) CIUDADES, TERRITORIO Y ECOSISTEMAS EN EL PERÚ José Canziani Amico INTRODUCCIÓN Este documento se propone establecer un marco conceptual de discusión acerca de la problemática que involucra las complejas interrelaciones que se desarrollan entre las ciudades peruanas, los territorios en los cuales están asentadas y los ecosistemas que caracterizan sus respectivas regiones. Para esto, tomamos como punto de partida los postulados de la Facultad y el Departamento de Arquitectura y Urbanismo PUCP que se propusieron, entre otros rasgos distintivos, poner especial énfasis en lograr una aproximación a la notable diversidad territorial y cultural de nuestro país, asumiendo el compromiso por la sostenibilidad, así como el de revalorar nuestro extraordinario acervo arquitectónico y urbanístico. Bajo estas premisas, se creó el Centro de Investigación de la Arquitectura y la Ciudad (CIAC) con el propósito principal de promover y desarrollar el conocimiento frente a los desafíos que nos plantea el desarrollo territorial, el urbanismo y la arquitectura en el Perú, con miras a establecer propuestas que se distingan por contribuir en lograr formas de desarrollo urbano y arquitectura de calidad, así como un desarrollo territorial integral y sostenible. Entre los objetivos específicos del CIAC, que se desprenden de este marco general, se definió la necesidad de establecer un conjunto de programas de investigación que se propusieran el conocimiento de las formas de desarrollo territorial, de las ciudades y la producción arquitectónica en los diferentes espacios peruanos. Estas investigaciones permitirán, entre otros resultados, generar foros de discusión y contar con una base documental acerca de los diferentes tipos de ciudades en los diversos territorios de nuestro país, que sirviera de soporte para la investigación e intervenciones proyectuales que se propongan los estudiantes y docentes de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la PUCP. En este sentido, el presente documento acerca de las ciudades, el territorio y los ecosistemas en el Perú, se propone establecer un marco conceptual de discusión y referencia, así como definir ciertos parámetros comunes sobre los tópicos y temáticas que deberán ser tratados en los estudios e investigaciones que se desarrollen acerca de las diferentes ciudades del Perú, en los espacios territoriales representativos de la diversidad ecológica de nuestro país. 1
  • 2. Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú PARTE 1 Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú El Perú es un país extraordinariamente diverso ya que posee 84 zonas de vida de las 108 definidas para el planeta Tierra (Holdridge 1947, 1967), lo cual lo hace un país extremadamente rico en recursos, en paisajes, en distintas expresiones culturales y en cuanto a sus promisorias posibilidades, Sin embargo, ayer y especialmente hoy, la diversidad también constituye un gran reto, desde la necesidad de asumir la heterogeneidad y la particularidad; el emprender el urgente desarrollo de las capacidades regionales y locales; a la impostergable exigencia de la integración y la inclusión. La diversidad que caracteriza al Perú, parte de la extraordinaria diversidad geográfica y climática de sus múltiples espacios territoriales, de la notable variedad de ecosistemas que presentan sus diferentes regiones. Estos territorios con excepcionales paisajes naturales han sido el escenario de ancestrales procesos civilizatorios, donde las sucesivas sociedades que los ocuparon han plasmado trascendentes modificaciones territoriales para hacerlos productivos y habitables, generando extraordinarios paisajes culturales. Esta fértil raigambre cultural, se expresa en la generación de un rico y variado patrimonio urbanístico y arquitectónico prehispánico, enriquecido por los procesos de mestizaje acontecidos en época colonial y republicana, dando lugar a tipologías urbanas y arquitectónicas de inusitada riqueza en la expresión de acentuadas identidades regionales y locales. Sin embargo, desde mediados del siglo pasado si no antes, profundos y dramáticos cambios se han venido produciendo en la organización territorial de nuestro país, en la expansión y radical transformación de las ciudades, y en la brusca sustitución de los modelos arquitectónicos y en las técnicas constructivas tradicionales. Estos procesos, que se explican como consecuencia de los cambios económicos, sociales y culturales que se han acelerado en las últimas décadas, han derivado en la desestructuración del mundo rural, en procesos de migración masiva del campo a la ciudad, en la explosión urbana y en lo que se ha denominado el “desborde popular”.1 Así mismo, se observa una creciente alienación y prescindencia de estos desarrollos urbanos con relación a sus específicas condiciones territoriales y las interrelaciones con los correspondientes ecosistemas. Estos fenómenos cuya causalidad no puede ser asignada a procesos de “modernización” o de “industrialización” en las esferas productivas, han comportado severos procesos de desestructuración social, política e institucional en distintos niveles, desde el ámbito local al nacional, pasando por los espacios regionales, y que se expresan en la crisis y creciente pérdida de identidad cultural de sus poblaciones, lo que conduce también a una cada vez más preocupante alienación con relación a nuestro acervo cultural e histórico, la valoración del patrimonio arquitectónico y urbanístico, e inclusive del propio paisaje territorial. Por otra parte, se ha impuesto desde las elites al poder un discurso uniformador y simplista, que ha pretendido imponer desde una perniciosa centralidad, soluciones o modelos que no responden y niegan la singularidad y diversidad de nuestro territorio, 1 José Matos Mar. “Desborde popular y crisis del estado: el nuevo rostro del Perú en la década de 1980”, IEP, Lima 1984. 2
  • 3. Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú al no reconocer sus distintas identidades sociales y culturales, como también al ignorar las condiciones específicas de existencia, estrechamente relacionadas con los respectivos ecosistemas regionales o locales. Frente a esta situación crítica, los estudios y análisis tradicionales acerca de la ciudad y la problemática del desarrollo urbano, como también aquellos dedicados a los ecosistemas y al desarrollo territorial, han estado mayormente caracterizados por desarrollar enfoques excluyentes destinados a dilucidar la singularidad de estos aspectos y fenómenos, sin mayor incidencia en establecer las evidentes interrelaciones que existen entre estas esferas y sus respectivas temáticas. Esta situación encuentra en parte su explicación en la complejidad de los desarrollos urbanos, como también en las disciplinas que abordan el estudio de los ecosistemas o del desarrollo territorial, las cuales exigen una notable especialización en sus respectivos campos. Sin embargo, desde el punto de vista del urbanismo y la arquitectura de la ciudad, esta especialización puede conducir al equivocado supuesto de que la solución a los álgidos problemas que enfrenta la ciudad, y el desarrollo urbano en general, se puede encontrar en el seno de ella misma, es decir en respuestas que se limitan, en el mejor de los casos, a establecer planes directores, programas de ordenamiento o recuperación urbana, obras públicas y viales, así como en la mejora en la prestación de determinados servicios. La realidad señala que aun cuando este tipo de acciones y soluciones técnicas son llevadas a feliz término, estas se revelan pronto como insuficientes y son rápidamente superadas por la vorágine urbana, por fuerzas que parecen incontrolables y que, en última instancia, nos remiten a problemáticas bastante más amplias, las que a su vez nos reconducen a las relaciones y articulaciones que estas entidades urbanas desarrollan con los ecosistemas y territorios donde se encuentran emplazadas. Cuando estos escasos intentos de planificación territorial y ordenamiento urbano son desbordados, entran en crisis o colapsan, advertimos la exigencia de un marco mayor de análisis y la necesidad de una visión integral, que incorpore necesariamente las interrelaciones con los ecosistemas donde estas entidades urbanas están establecidas, y con relación a los espacios territoriales de su entorno, entendidos no tanto como espacios físicos sino mas bien como espacios con una definida identidad social, económica y cultural. Sin embargo, en contadas ocasiones estas inquietudes se incorporan a propuestas de análisis y de indagación teórica de cierto aliento y profundidad. Mientras tanto, los problemas no sólo persisten sino que se agravan, las situaciones críticas del desarrollo urbano y territorial se agudizan, incidiendo en el progresivo deterioro de las condiciones de vida y desarrollo humano que afectan a un número creciente de sus habitantes. Por estas razones, en este documento proponemos la necesidad de alcanzar una visión más amplia e integral de la realidad urbana, que la conecte necesariamente con la dinámica de los procesos territoriales y con los ecosistemas que constituyen el ambiente en que esta está inmersa; al igual que con los procesos culturales que en ellos se desarrollan. Partimos del axioma histórico que la sostenibilidad de los desarrollos urbanos se fundamentan en la medida en que estos se constituyan en el centro neurálgico y lugar propulsor del desarrollo territorial; al igual que es insostenible suponer o proponerse alguna forma de desarrollo urbano que se encuentre desligada de su hinterland territorial. Por lo tanto, nos proponemos poner en discusión esta compleja problemática con una visión integral y, por lo mismo, necesariamente interdisciplinaria, de modo que nos permita examinar esta temática desde una 3
  • 4. Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú perspectiva holística, es decir, como un todo distinto de la suma de las partes que la componen. La problemática contemporánea de las ciudades, la arquitectura y el territorio. Las dimensiones de esta problemática se pueden constatar en toda su contundencia, en los múltiples casos de las ciudades peruanas como latinoamericanas, cuyo descomunal crecimiento y masiva urbanización, no han sido fruto de un desarrollo económico consistente e integral, sino más bien la expresión dramática del progresivo deterioro y empobrecimiento de los territorios rurales, que ha derivado en migración forzada y masiva hacia las ciudades. Un tema central de este documento es el que nos convoca a la búsqueda de la sostenibilidad de las ciudades y de los desarrollos urbanos, así como la necesidad de reducir la incidencia de la pobreza y mejorar la calidad de vida, un tema crítico que afecta a las grandes mayorías de la población urbana y, en mayor medida, a la población del ámbito rural.2 Ciertamente se trata de temas complejos y que exceden ampliamente los que se centran en la problemática urbana, pero no por esto se justifica el dejarlos de lado. Por el contrario, el tratamiento de estos temas exige establecer formas adecuadas en el manejo de los recursos naturales, el medio ambiente, la valoración y conservación de los ecosistemas; y por el otro, examinar como los espacios urbanos promueven y resuelven el desarrollo económico, la participación, la ciudadanía, la inclusión y el desarrollo humano. Hoy en día las ciudades absorben y consumen ingentes cantidades de recursos que provienen del territorio, desde recursos básicos y elementales como el agua, recursos biológicos y minerales, recursos energéticos, que resuelven el sustento de la vida y las distintas actividades de sus habitantes, así como el soporte de las diversas actividades productivas y servicios que en ella tienen lugar. El inadecuado manejo de estas demandas y requerimientos está conduciendo a una excesiva presión sobre los recursos y el medio ambiente natural, impidiendo su reproducción, alterando significativamente los ecosistemas y rompiendo sus complejos equilibrios, pudiendo derivar en procesos de desertificación, deforestación, agotamiento del acuífero y de las fuentes de agua, así como en severos impactos al paisaje territorial (areneras, canteras, minas a tajo abierto, relaves, urbanización descontrolada, etc.), que no sólo degradan los ecosistemas sino también conducen al desencadenamiento de catástrofes ambientales. Al tratamiento de estos temas hay que incorporarles necesariamente una dimensión mundial, actualmente marcada por la seria advertencia del creciente fenómeno del calentamiento global, generado por un proceso acumulativo de excesivas emisiones - principalmente de dióxido de carbono y otros gases responsables del efecto invernadero- y la reducción de la capa de ozono. Este fenómeno está generando en 2 Según la última Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO 2006), el 44.5% de la población total del Perú es pobre; mientras que en el ámbito rural la población pobre representa el 69.3 %. Para establecer un dato comparativo sobre la incidencia de la pobreza en el ámbito urbano, podemos referir que la citada encuesta reporta que en la ciudad de Lima el 24.2% de su población es pobre. Este último dato es bastante elocuente acerca de la atracción migratoria de Lima, además del rol que desempeña en ésta la mayor concentración de servicios. Otro dato dramático es que si bien el notable crecimiento económico de los años recientes habría permitido reducir en un 6% la pobreza urbana, esta permanecería sustancialmente inalterable en el ámbito rural (Informe Técnico Medición de la pobreza 2004, 2005 y 2006, INEI 2007). 4
  • 5. Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú nuestro país una alarmante retracción de la línea de glaciares de alta montaña, agudizando la crítica demanda de agua, al reducirse las reservas que los nevados y glaciares contienen.3 Aparentemente, el fenómeno de calentamiento global haría también más frecuentes e intensas las situaciones de alteración climática, especialmente del fenómeno de El Niño, con sus conocidas secuelas críticas especialmente en las regiones del norte del Perú. De igual manera, podrían hacerse más críticos y severos los períodos de sequía, lo cual afectaría la agricultura altoandina -mayormente bajo el régimen de secano- así también en ciertas zonas podría incrementarse la intensidad de las precipitaciones, con los efectos negativos que estos fenómenos pueden comportar. Las ciudades constituyen un elemento crítico en cuanto se refiere a la contaminación y degradación ambiental. La gran concentración poblacional, como de las diversas actividades y procesos productivos que en ellas tienen lugar, generan aguas servidas, deshechos sólidos y líquidos, así como humos tóxicos. La inadecuada disposición y escaso tratamiento de la basura o su simple dispersión en el medio ambiente, el verter directamente desagues o aguas contaminadas a ríos, lagos o al mar, la emisión de humos industriales o los producidos por el tráfico automotriz, afectan y degradan de manera creciente no sólo el medio ambiente de las propias ciudades, sino también de un entorno cada vez más amplio alrededor de estas. Como muestra de esta crítica realidad, basta presentar un cuadro con datos oficiales, ya que provienen de la propia Municipalidad de Lima Metropolitana, donde se revela la contundencia del desastroso manejo de los residuos sólidos, ya que bajo el rótulo “no controlados...” nos está dando a entender la simple dispersión contaminante de estos en el propio medio ambiente urbano y en su entorno. Situación agravada además por la comprobación de que mientras estos crecen constantemente en volumen, la capacidad de manejarlos es rebasada de forma creciente, manteniéndose una brecha que indica que menos de la mitad de los residuos sólidos producidos en la capital tiene un mínimo manejo en los denominados, eufemísticamente, “rellenos sanitarios” el resto, cuando es recolectado, termina en botaderos informales.4 Cuadro 1. Residuos Sólidos Lima Metropolitana 1996 – 2001 Residuos Sólidos (Toneladas./Año) 1996 % 1997 % 1998 % 1999 % 2000 % 2001 % Total 1’223,425 1’257,679 1’398,904 1’404,685 1’411,612 1’495,521 Relleno Sanitario 459,035 37.5 618,552 49 706.777 50.5 724,494 51.5 581,410 41 593,054 39.5 No controlados 764,390 62.5 639,127 51 692,127 49.5 680,191 48.5 830,202 59 902,467 60.5 Fuente: Municipalidad Metropolitana de Lima Otro caso clamoroso es el del manejo del recurso agua en la ciudad de Lima. Donde el servicio de agua potable se surte mayormente de las aguas superficiales altamente contaminadas del cauce del río Rímac.5 Esto deriva tanto en un alto costo en su tratamiento, como en una mayor concentración de cloro en el agua potable. Aunque parezca increíble, el 45% de la producción de agua tratada no es facturada, de lo que se deduce que un enorme volumen de agua potable se pierde por fugas en el sistema 3 Este fenómeno es aún más preocupante considerando que en el caso peruano el grueso de la población se concentra en zonas áridas de la costa y del piedemonte occidental de los Andes, cuyas limitadas fuentes de agua tienen sus nacientes en los glaciares de altura. 4 Según CONAM, en Lima Metropolitana solamente el 43% de los residuos sólidos se dispone en rellenos sanitarios. (Fuente: CONAM; OPS. Informe Analítico de Perú. Evaluación Regional de los Servicios de Manejo de Residuos Sólidos Municipales. 2002). 5 La cuenca alta del Rímac está afectada por relaves mineros, mientras la media y baja por el vertido de desagues domésticos e industriales, el arrojo de basura y drenajes agrícolas (CONAM, Geo Perú 2000). 5
  • 6. Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú de distribución. Por otra parte, el 86% de las aguas servidas producidas por la ciudad son vertidas sin tratamiento alguno a acequias, al propio río y mayormente directamente al mar (CONAM, Geo Perú 2000). Estos casos, que dan idea de la magnitud devastadora de la contaminación ambiental producida por Lima Metropolitana, no son ajenos a las demás ciudades peruanas que los reproducen en mayor o menor escala en relación a su contexto local y regional. Esta situación, que se hace cada día más apremiante, compromete severamente a las entidades urbanas con la sostenibilidad de los ecosistemas y del medio ambiente de sus entornos. Pero también, aunque muchos no lo perciban, deriva de forma creciente en la propia “insostenibilidad” de los aglomerados urbanos. En esta problemática incide también la descontrolada expansión urbana a expensas de suelos agrícolas, mas aun cuando estos en nuestro país son extremadamente escasos y fruto de seculares modificaciones sociales del territorio, especialmente en el caso de los valles agrícolas de la desértica costa peruana. Los procesos compulsivos de expansión urbana han conducido a la ocupación de suelos inapropiados, ya sea por tratarse de zonas bajas sujetas a inundación en caso de lluvias (como aconteció en Piura durante los eventos de El Niño); de quebradas que pueden volverse activas y convertirse en cauce de huaycos; de márgenes de ríos expuestas a desbordes de avenidas (como aconteció en Nazca e Ica);6 de acantilados, laderas escarpadas y suelos inestables, propensos a derrumbes o a destrucción en caso de sismos; de zonas del litoral expuestas a maretazos y a la erosión marina. Es decir, una serie de situaciones cada vez más frecuentes en nuestro medio y que van generando condiciones propicias para que tarde o temprano se produzca lo que eufemísticamente denominamos “desastres naturales”. Las situaciones arriba reseñadas, ilustran bastante bien la existencia de formas de desarrollo urbano que ignoran la lógica, características y dinámica de los ecosistemas donde estos se encuentran, alterando su comportamiento natural o desafiándolos irresponsablemente sin medir las consecuencias en pérdidas humanas y materiales. Nuestra realidad nacional ha estado marcada desde tiempos coloniales por un marcado centralismo, acompañado del contrapunto de las pugnas y eventuales conflictos con el caudillismo local y regional. Estas condiciones históricas han permeado visiones homogeneizantes derivadas de una visión excluyente de la diversidad, del temor o desprecio “al otro” por parte de las clases dominantes y la construcción de un ideario oficial divorciado del país real. Esta herencia y sus taras se advierten y persisten cuando ciertos modelos de urbanismo, e inclusive de arquitectura, concebidos en Lima se pretenden imponer fuera de la capital; o, por otra 6 Las ciudades de Nazca e Ica sufrieron inundaciones y destrucción por el desborde de sus ríos, Nazca en 1962 e Ica en 1998. En ambos casos las catástrofes fueron “prefabricadas” dado que para ganar áreas de expansión urbana los ríos fueron canalizados invadiendo su lecho, reduciendo así drásticamente sus cauces precisamente en el tramo en que el río atraviesa estas ciudades. En el caso de Ica, la sección canalizada del cauce admite un caudal de tan solo 200 m3/s mientras que el caudal del evento de 1998 fue estimado en 600 m3/s, es decir 3 veces mayor que el cauce canalizado. El puente que atraviesa el río hace que en este lugar de la canalización la sección del cauce se restrinja a 21 m. de ancho y a solo 3 m. de alto, transformándolo en un auténtico dique, mas cuando el río en crecida arrastra palizadas y los elementos depositados en él. A este problema hay que añadir la utilización de los cauces de los ríos - secos la mayor parte del año- como botaderos informales de basura, y el hecho de que buena parte de la ciudad de Ica se haya desarrollado en zonas más bajas que el cauce del río. 6
  • 7. Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú parte, son asimilados o imitados grotescamente en cuanto elementos distintivos de supuesto prestigio o sinónimos de una mal entendida modernidad. Estas concepciones falsamente unitarias y uniformadoras se contraponen a la urgente necesidad de asumir de forma integral y con todos sus compromisos la diversidad y la heterogeneidad de nuestro país y sus respectivas regiones. Esta necesidad se basa en la exigencia fundamental de abordar debidamente la singularidad, la particularidad y la especificidad de los procesos y fenómenos urbanos y territoriales en sus respectivos contextos. La extraordinaria diversidad ecológica, la biodiversidad, la vasta gama de ecosistemas que caracterizan al territorio peruano, y que a su vez son expresión de la diversidad geográfica y climática, constituyen el punto de partida de la construcción de definidas identidades territoriales regionales, con sus propios usos y costumbres, formas de articulación y relación sociales, procesos productivos y actividades económicas, idiosincrasia e identidad cultural. Estas herencias y acervo cultural regional, se han expresado de forma notable en distintas formas y patrones de asentamiento, en las tipologías arquitectónicas y en las propias tradiciones constructivas que caracterizan a sus edificaciones. A este propósito, es preocupante constatar como en las últimas décadas se ha producido, a través de la instalación de los edificios del estado o de entidades públicas,7 o mediante programas de apoyo a la edificación de viviendas –como el Banco de Materiales- la imposición de formas arquitectónicas y materiales ajenos a las tipologías locales. Estos modelos subliminales, que idealizan y simbolizan el paradigma de “lo moderno”, inducen a que las remodelaciones y construcciones recientes en los más dispares puntos y lugares de nuestro vasto territorio, adopten o busquen amoldarse a los cánones y modelos supuestamente representativos del prestigio social y de la modernidad que provienen básicamente de la capital. Este es un tema complejo y controversial, por sus componentes subjetivos y los juicios de valor que entraña, como también porqué trae a colación el tema mayor de nuestra identidad, la alienación cultural y la aculturación. A menos de que esta forma de hacer ciudad y la arquitectura que le corresponde, a nuestro juicio, caótica, abigarrada y desaforada (o simplemente chicha), sea la tan ansiada identidad que nos corresponde como nación. En todo caso, es un hecho patente la creciente tendencia al abandono (por obsoletos?) de los parámetros y cánones regionales, locales o “provinciales”, especialmente de los que son propios de la arquitectura vernacular, para asumir o tomar en préstamo las del “otro” que suponemos de mayor prestigio, representación y rango social, reproduciendo así, en la dimensión y escala locales, los mecanismos de transmutación, aculturación y mimesis que se imponen en la capital con relación a lo que proviene del extranjero, en la febril competencia por alcanzar modelos y formas arquitectónicas que expresen éxito y poder. 7 Este el caso de las obras de infraestructura y de una serie de edificaciones financiadas por FONCODES; así también es clamoroso el caso de los colegios construidos por el INFES durante el gobierno de Fujimori, cuyos reiterados y monocordes volúmenes hexagonales, pintados de un emblemático color naranja, eran implantados en las más alejadas localidades sin ningún miramiento acerca del paisaje en el que se insertaban, sino más bien todo lo contrario, ya que lo que primaba era el ánimo propagandístico de destacar la inversión educativa del régimen. 7
  • 8. Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú Esta problemática se liga directamente con el reemplazo de materiales y técnicas constructivas. De esta manera los materiales tradicionales, como la piedra y el barro (el adobe y la tapia), la madera, la caña y los sistemas de quincha, son crecientemente reemplazados por otros, definidos sintomáticamente como “nobles”, entendiendo por estos al ladrillo, al cemento y al concreto armado. Esta sustitución, que se asume parte de la confluencia de diferentes factores, que van desde su supuesta durabilidad y resistencia, hasta los que tienen que ver con el prestigio social, la aculturación y la representación de la “modernidad”, no toma en cuenta su comportamiento con relación a las condiciones geográficas y climáticas del lugar, y mucho menos su correspondencia con las tipologías y patrones arquitectónicos locales, así como su adecuada integración contextual con relación a los correspondientes tejidos y paisajes urbanos. Es decir vienen en una suerte de paquete, tanto la técnica constructiva como los modelos y conceptos estándar de lo que se asume constituyen los prototipos ideales, especialmente en cuanto se refiere a las viviendas que parecen reproducir reiteradamente un modelo de “chalet” moderno, totalmente ajeno a la idiosincrasia local, a la refrescante integración tradicional de espacios abiertos y techados, que son reemplazados mayormente por espacios cerrados, agobiantes, mal ventilados e iluminados. Sin embargo, el empleo de los materiales tradicionales y sus técnicas constructivas persisten, especialmente en las zonas rurales, donde sintomáticamente es mayor la incidencia de la pobreza en nuestro país. Aparentemente, esta población no tiene otra alternativa más que echar mano a lo tradicional, en cuanto se refiere al fácil acceso a materiales que se encuentran abundantemente en el medio y con los cuales se puede construir de manera simple y empleando la propia mano de obra familiar o comunal. De allí también se origina una deducción perniciosa, que asocia injustamente a los materiales y técnicas constructivas tradicionales en cuanto sinónimo de pobreza. Esto trae como consecuencia el que los materiales “pobres” tiendan a ser camuflados para que pasen por “modernos”, asumiendo para esto patrones y formas arquitectónicas que no les corresponden, dando lugar a fallas estructurales y al colapso de estas edificaciones en caso de movimientos sísmicos. En una suerte de círculo perverso, se asume entonces que estas edificaciones mal construidas con materiales y técnicas tradicionales son inseguras por el sólo uso de estos materiales y, por lo tanto, responsables de las eventuales pérdidas producidas en caso de sismos. Las ciudades, los tejidos urbanos y las perspectivas de integración social, desarrollo económico, social y cultural. Los espacios urbanos promueven y facilitan la generación de múltiples y variadas redes de contactos y relaciones, permiten el accionar de diferentes gentes, instituciones y agentes, generando una variedad de situaciones e iniciativas que redundan en beneficio de la productividad, competitividad, en el desarrollo de potencialidades y capacidades, en el acceso directo a los beneficios del mercado, etc. El tejido y las redes urbanas permiten recuperar, construir, renovar o reinventar identidades culturales. En esto juega un importante papel las facilidades que brinden los espacios urbanos para establecer y fomentar estas conexiones e interrelaciones, donde la concentración de los servicios de comunicación de diverso género, el amplio acceso a la información, entre otros, se constituyen en un soporte fundamental de este tipo de procesos. Para que estas múltiples relaciones tengan lugar y sean fluidas, y para que las ciudades funcionen como tales se debe disponer de adecuados sistemas de comunicación y transporte. 8
  • 9. Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú Los espacios públicos desempeñan un rol trascendente en este aspecto y, en cuanto tales, deben ser desarrollados o recuperados. Los espacios públicos urbanos deben ser promovidos y gestionados en su calidad de lugares de encuentro y centro de actividades sociales y culturales de diferente naturaleza, para disfrute y participación de los ciudadanos. Por lo tanto, no se trata sólo de espacios físicos sino de espacios vitales, impensables sin la identidad y la participación social de sus habitantes, como de las autoridades e instituciones que gestionan la ciudad y que tiene como responsabilidad conducir el desarrollo de políticas culturales de largo aliento y proyección. Algunos ejemplos exitosos, como el conducido por la alcaldía de la ciudad de Bogotá, revelan prometedores avances e iniciativas creativas, que ilustran bien las posibilidades de construir y consolidar un amplio concepto de ciudadanía. Las ciudades constituyen centros de irradiación territorial de iniciativas y desarrollos de distinta naturaleza y envergadura. Entre estos se pude pensar en las asociaciones de emigrantes que se reencuentran, se organizan y emprenden obras o proyectos que involucran a sus comunidades o lugares de origen; los diversos proyectos de desarrollo territorial que resuelven desde las entidades urbanas la investigación, financiación, gestión y capacidad técnica para la implementación de actividades destinadas a la mejora del medio rural, concatenando y articulando el territorio con el soporte de servicios o actividades de transformación que se brindan en las ciudades; así como las cadenas productivas territoriales promovidas por algunas entidades estatales, como FONCODES, y determinados proyectos de ONGs, que aprovechan y refuerzan la presencia de redes urbanas, como es el caso del proyecto Corredor entre las ciudades de Cusco y Puno. 9
  • 10. Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú PARTE 2 Ciudades y Territorio en la Historia del Perú No pretendemos en esta sección desarrollar una reseña histórica de las ciudades en los territorios regionales del Perú, sino más bien proponer la importancia de tener una lectura regional de la evolución de las formas de asentamiento, las interrelaciones con los ecosistemas que los caracterizan, y las formas de manejo del territorio que se han sucedido históricamente en esos espacios, con especial énfasis en las modificaciones territoriales que han derivado en la generación de zonas de producción. Estas intervenciones territoriales, que principalmente se remontan a la época prehispánica, desarrollaron paisajes culturales notables, cuya valoración deberíamos recuperar en cuanto patrimonio tecnológico, económico y cultural, ya que de ellas se desprenden enseñanzas de gran relevancia en cuanto se refiere al conocimiento y apropiación de las condiciones específicas y singulares de cada espacio territorial, así como de las formas como se operó su modificación, con miras a ampliar su capacidad productiva en el marco de un manejo armónico del medio ambiente. Estas transformaciones territoriales generaron y constituyeron en la mayoría de los casos el hábitat social, estableciéndose a lo largo de distintas épocas una indisoluble identidad de las formaciones sociales con los paisajes culturales de los cuales fueron artífices.8 En este contexto, los asentamientos urbanos y rurales de la época fueron parte integrante de estas formas de desarrollo territorial. De esta realidad y circunstancias resultaría esa tan ponderada y admirada integración entre los asentamientos y sus edificaciones con relación al paisaje de su entorno, mas si partimos del punto de vista contemporáneo y de la constatación de los dramáticos desencuentros que resultan de la imposición de intervenciones que prescinden en lo absoluto de preocupaciones de esta naturaleza. Nos interesa también examinar someramente en esta sección la manera en que la forma de asentamiento, y en especial los asentamientos urbanos, establecieron sus relaciones con el territorio y de que forma incidieron en su desarrollo, en cuando agentes condicionantes y propulsores de determinadas formas y niveles de desarrollo. Este aspecto amerita ser estudiado en su evolución histórica, especialmente en los drásticos cambios que se producen con la imposición del régimen colonial y que se proyectan al posterior período republicano, para finalmente acentuarse en los acelerados cambios producidos en las últimas décadas del siglo pasado. Al respecto, es de gran interés examinar el manejo de los recursos naturales en los ámbitos regionales en determinados contextos históricos, especialmente cuales y que tipo de estos son explotados; así como los aspectos técnicos comprometidos en su producción y en los procesos de transformación. Estos procesos productivos y la 8 Con la finalidad de no idealizar estas realizaciones prehispánicas, es preciso evaluar cuanto de las que han trascendido hasta nosotros representan logros de procesos de experimentación, que bien pudieron remontar en el tiempo los efectos de aquellas que resultaran fallidas o tuvieran consecuencias negativas. Así mismo, es preciso considerar que si bien existió una innegable presión sobre los recursos naturales, su incidencia pudo ser bastante menor en un contexto donde las escalas poblacionales eran obviamente otras. Sin embargo, algunos investigadores han advertido sobre las posibles secuelas que pudieron tener ciertas intervenciones. Uno de estos casos es el posible inicio de procesos de salinización en la parte baja de ciertos valles, como consecuencia del progresivo desarrollo de los sistemas de irrigación. El otro caso en discusión, se refiere a la posible deforestación de vastas zonas de puna, dada la práctica ancestral de la quema de los pastizales de altura para renovar su fertilidad. 10
  • 11. Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú infraestructura necesaria para su desarrollo generalmente se expresan físicamente en modificaciones territoriales (canales, diques, forma de las parcelas de cultivo, etc.) y en los propios tejidos urbanos, constituyéndose en preexistencias que condicionarán los desarrollos posteriores. A este propósito, es de especial interés establecer la incidencia de la explotación de los recursos naturales con relación a los ecosistemas donde estas actividades se desarrollan; así como la articulación de estas actividades del espacio territorial con aquellas que están concatenadas a estas, desde los procesos productivos de transformación a los servicios, y que tienen lugar en los conglomerados urbanos. A este propósito, debemos apreciar reconstructivamente la forma en que las preexistencias constituidas por el territorio modificado, los patrones de asentamiento y el espacio edificado han incidido en la conformación del territorio y los patrones de asentamiento tal como se configuran en la actualidad. La aproximación histórica que nos ilustre acerca de las continuidades y cambios producidos en un territorio específico en determinadas circunstancias y contextos, es de gran importancia para poder entender las formas de desarrollo presentes y examinar las posibilidades y consecuencias previsibles de intervención futuras. La época prehispánica Los procesos de neolitización que se desplegaron en diferentes regiones del Perú, a partir de la sedentarización y creciente domesticación de sus recursos y de las propias condiciones territoriales presentes, dieron lugar desde épocas muy tempranas al surgimiento de diferentes expresiones que tienen su manifestación más relevante con la aparición de una notable arquitectura pública, inclusive de carácter monumental, desde el Precerámico tardío (ca. 2500 a.C.). Estas expresiones arquitectónicas que demuestran el desarrollo de diferentes tradiciones formales, dan cuenta de un estadio de incipiente urbanismo. Este es un fenómeno inédito en otros procesos civilizatorios y, en cuanto tal, ha puesto en discusión los paradigmas que tradicionalmente asociaban la aparición de la arquitectura pública y el urbanismo con los alcances de la civilización plena. La riqueza y variedad de la arquitectura pública documentada en diferentes regiones del país, permite establecer como estas manifestaciones constituyeron, desde sus inicios más tempranos, la expresión formal de las distintas respuestas regionales que las respectivas formaciones sociales establecieron, en la interrelación con los territorios donde estaban asentadas y sus ecosistemas específicos. La diversidad formal de estos incipientes centros urbanos y su arquitectura, permiten deducir la conformación de distintos modos de vida con una identidad bastante definida de región a región. Es de destacar que desde sus inicios este proceso no fue homogéneo ni regular, sino mas bien sujeto a desarrollos desiguales, donde determinados contextos históricos y circunstancias regionales adecuadas favorecieron la eclosión y florecimiento de este tipo de desarrollos; mientras en otros contextos regionales estos procesos tuvieron un ritmo más pausado, o simplemente los cambios no se dieron, al persistir modos de vida menos propensos a la innovación o donde esta no encontró las bases adecuadas para su afirmación, tal como aparentemente aconteció en la costa y sierra del sur del Perú, con territorios caracterizadas por su mayor aridez y restricciones para el desarrollo agrícola. 11
  • 12. Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú En algunas de estas regiones, especialmente en la sierra sur y sur central, la superación de ciertas limitantes se alcanzará en determinadas coyunturas, mediante el acceso a nuevos niveles de desarrollo de las fuerzas productivas, la disponibilidad de nuevas tecnologías, o la innovación en cuanto a las formas de organización sociopolítica, el desarrollo de estrategias de integración interregional o macroregional. Aspectos que en su conjunto permitirán el desarrollo de ciertas regiones antes relativamente “marginales” a este tipo de procesos, e inclusive su conversión en centros propulsores de nuevas formas de desarrollo que interesaron ampliamente el área de los Andes Centrales, como fue el caso de Wari desde la región de Ayacucho, o de los territorios que hoy conforman cinco países de la región andina, como fue el caso de la expansión Inka desde la región del Cusco. Desde sus tempranos inicios, con las primera manifestaciones de la arquitectura pública del Precerámico (ca. 2500 a.C.) hasta el apogeo final de las formaciones teocráticas (ca. 500 d.C.), la riqueza de las expresiones formales de la arquitectura prehispánica revelan procesos de búsqueda orientados a la configuración de espacios adecuados para la congregación poblacional, así como para el desarrollo de actividades especializadas de diversa índole, desde aquellas de naturaleza ceremonial a aquellas de carácter productivo o de servicios. Se generaron así lenguajes formales que sustentaron diferencias jerárquicas y el empoderamiento de ciertos estamentos de las nacientes clases urbanas, que transmitieron mediante la arquitectura su ubicua presencia territorial y el indiscutible poder de sus líderes. Para este propósito, se desarrolló una amplia gama de recursos formales, que van desde la configuración de amplios espacios, a modo de gigantescas plazas, dispuestas a lo largo de extensos ordenamientos axiales, coronados por colosales volúmenes tronco piramidales, hasta el tratamiento de los paramentos de la arquitectura monumental, con la imposición de contrastes cromáticos mediante la aplicación del color y la pintura mural, o el despliegue de la ornamentación con motivos en relieve y la integración espectacular de formas escultóricas que construían un complejo lenguaje iconográfico. Estos incipientes centros urbanos, en su calidad de centros ceremoniales, constituyeron el centro de congregación de los especialistas y, al mismo tiempo, el núcleo propulsor del desarrollo territorial, mediante el impulso de las obras públicas que condujeron a trascendentes transformaciones territoriales, generando así el desarrollo de medios de producción de escala territorial, como lo fueron los sistemas de irrigación artificial y la conformación de los extensos valles agrícolas. Este nuevo tipo de asentamientos, constituyeron además los centros de articulación de distintos recursos e insumos, los lugares donde se institucionalizaron los sistemas de calendario, el pronóstico climático vital para la producción agrícola, la administración de los abastecimientos y, no último, en cuando sedes de nuevas formas de poder, donde se constituyeron las entidades políticas que garantizaban la cohesión social y la identidad cultural de la población en determinadas extensiones territoriales. A partir del inicio del Horizonte Medio (ca. 600 d.C.) y la crisis de los antiguos centros urbano teocráticos, se imponen -con el estado expansivo de Wari y en adelante- nuevos modelos de desarrollo urbano y ciudades, donde el énfasis en las monumentales edificaciones ceremoniales decrece o desaparece, para dar paso a una arquitectura de mayor peso civil, que se manifiesta arquitectónicamente en la preeminencia de complejos palaciegos y político administrativos. Desde esta época es notable el desarrollo de ciudades planificadas, que expresarían tanto las complejas formas de organización socio política de estos estados expansivos, como también la necesidad de crear asentamientos funcionales a sus 12
  • 13. Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú designios en regiones bastante alejadas y sin antecedentes urbanos vigentes, mediante la implantación de modelos que respondieran adecuadamente a los cánones y requerimientos instituidos por el estado. En el caso de las regiones alto andinas, es interesante reconocer la recurrente discontinuidad de los desarrollos urbanos, los cuales parecen encontrar su sustento exclusivo en la presencia de entidades estatales. Efectivamente, cuando estas entidades entran en crisis o colapsan (caso de Wari e Inka) las ciudades languidecen o son abandonadas convirtiéndose en ruinas, recuperando su primacía las formas de organización étnico tribal y los modos de vida rurales propios de economías agropecuarias autosuficientes, que se expresan en patrones de asentamiento caracterizados por la exclusiva presencia de aldeas y poblados rurales sin vestigio alguno de traza urbana. Esta constatación es de importancia ya que señala que durante largas épocas, las restricciones a la producción agrícola o la baja productividad de ésta en la mayoría de los espacios territoriales altoandinos, no habría posibilitado sustentar en estos el desarrollo de entidades urbanas y menos de ciudades, como tampoco de su correlato social, es decir de las clases urbanas asociadas a la especialización productiva y de servicios. Esta lógica se interrumpe en determinadas circunstancias excepcionales, cuando irrumpen en estas regiones estados expansivos que implantan en ellas ciudades o entidades urbanas funcionales al control poblacional y territorial, las que se insertan a modo de enclaves provinciales en estos territorios caracterizados por patrones de asentamiento dominantemente rurales. La implantación de estas ciudades y otros establecimientos administrativos como cabeceras de región, revelan definidas estrategias en la elección de su emplazamiento. Se aprecia así el dominio de las condiciones territoriales y el manejo adecuado de los ecosistemas que caracterizan los diferentes ámbitos regionales y sus distintos pisos ecológicos. Muchas ciudades son así emplazadas en fértiles valles interandinos de la zona quechua con reconocida productividad agrícola, otras como Huánuco Pampa o Pumpu son instaladas en zonas de puna, en posiciones centrales que permiten un fácil acceso a las cabeceras de diferentes valles; además de aprovechar un entorno propicio para la ganadería de camélidos, así como las condiciones climáticas para el desarrollo de procesos de transformación y conservación de productos alimenticios (deshidratación y almacenamiento de tubérculos, granos y carnes). Mientras tanto, las ciudades prehispánicas costeñas presentan mayormente desarrollos caracterizados por una notable continuidad. Esta permanencia se corresponde con la presencia de entidades políticas de mayor aliento temporal, sustentadas por economías excedentarias que tuvieron como base la agricultura de irrigación en los amplios valles costeños, especialmente en la costa norte y central del Perú. Estas ciudades costeñas, donde sobresalen Túcume, Pacatnamú, Chanchán, Maranga, Pachacamac, entre otras, muestran entre sí una diversidad de planteamientos y desarrollos formales que expresan la diferente naturaleza de los respectivos contextos regionales y la raigambre de sus propias tradiciones culturales. Sin embargo, todas comparten en mayor o menor grado el constituir la sede de poderosas organizaciones políticas y el lugar donde se concentran los especialistas urbanos que desarrollan distintas artes y actividades productivas así como un amplio espectro de servicios administrativos. 13
  • 14. Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú Estas ciudades prehispánicas tardías desempeñaron un importante rol en la organización del intercambio y la redistribución económica, cuyo manejo estaba concentrado en las clases urbanas, lo que proporcionó a estas un importante soporte en el ejercicio del poder político, en el marco de las relaciones de reciprocidad asimétrica, que caracterizaban las estructuras rígidamente jerarquizadas de estas formaciones sociales. Muestra de ello es la extraordinaria capacidad de acumulación, que se puede inferir de la notable cantidad de depósitos y almacenes, que caracterizan los complejos político administrativos y palaciegos de ciudades como Chanchán. En diversos casos, el desarrollo urbano de estas ciudades está estrechamente ligado al desarrollo paralelo de grandes obras públicas que configuraron trascendentes modificaciones territoriales. Entre estas sobresalen las emprendidas con la construcción de grandes sistemas de canalización hidráulica, como el canal de La Cumbre que derivó las aguas del Chicama al valle de Moche, de los canales Taymi y Racarrumi asociados al sistema hidráulico intervalles de Lambayeque, o del canal de Surco en el valle del Rímac. Este tipo de obras públicas, al igual que los sistemas de caminos, nos revelan una relación fluida y dinámica que enlaza los desarrollos urbanos y el desarrollo territorial de los valles y su entorno. Los estudios arqueológicos desarrollados en las últimas décadas, centrados en estas ciudades y su entorno territorial, han comenzado a develar las características sistémicas de diversas actividades urbanas, especialmente de aquellas de tipo productivo o relacionadas con el intercambio, que revelan su concatenación y articulación con otras actividades que se despliegan en el espacio territorial. De esta manera, por ejemplo, se ha podido analizar evidencias de actividades mineras conectadas con sitios asociados al desarrollo de procesos metalúrgicos para la refinación y fundición de metales como el cobre y lograr aleaciones de bronce arsenical. Estos procesos comprometían el abastecimiento desde los bosques aledaños de carbón como combustible para la fundición, así como la movilización de estos insumos mediante caravanas de llamas. Estas caravanas transportaban, a su vez, los lingotes de metal obtenidos a los talleres de los orfebres que residían en los centros urbanos, donde se les empleaba como materia prima para una serie de procesos productivos, destinados a la elaboración de distintos artefactos y adornos suntuarios. Similares cadenas productivas con definidas articulaciones territoriales, se pueden establecer para las manufacturas de cerámica, textiles, de brebajes como la chicha, o la confección de abalorios elaborados con conchas provenientes de mares tropicales, etc. Las ciudades estaban conectadas, mediante sistemas de caminos, con otros centros poblados de menor jerarquía establecidos en las distintas zonas ecológicas del territorio de sus respectivos valles, lo que permitía maximizar el manejo de la diversidad de recursos presentes en estos ecosistemas. Otros caminos, especialmente en la costa norte, sirvieron a su vez para interconectar los valles agrícolas, separados entre sí por decenas de kilómetros de extensiones absolutamente desérticas, comunicando de esta manera ciudades y regiones relativamente lejanas.9 En el 9 Estas distancias entre valles pueden variar de 20 a 30 km. cuando estos son próximos, y de 80 a 100 km. cuando estos están separados por mayores extensiones desérticas. Si consideramos que un buen viandante desarrolla una velocidad de unos 5 km/h. y que esta se puede reducir a unos 3 km/h. si transporta un bulto o conduce una caravana de llamas, estas travesías por los llanos del desierto comprometían de uno a dos días en los tramos cortos y de 3 a 5 días en los tramos mayores. Evidentemente la duración de estos viajes hacia la serranía, o entre las punas y los valles interandinos, demandaban tiempos bastante mayores considerando los ascensos y lo accidentado del desarrollo de las 14
  • 15. Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú desarrollo de los sistemas de transportes y comunicación, también desempeñó un rol importante el medio marítimo y la navegación. Esta se realizaba en alta mar mediante balsas dotadas de velámenes de cierta envergadura, lo que permitió el tráfico a notables distancias y la articulación de regiones alejadas.10 Diversas fuentes etnohistóricas destacan el importante tráfico de los mercaderes que se desplazaban por el territorio mediante el manejo de caravanas de llamas, o mediante la navegación con balsas. Este tráfico marítimo, además de las evidentes ventajas en el abastecimiento de productos de la pesca, puede haber tenido un peso relativo en el emplazamiento de determinadas ciudades en la inmediata proximidad del litoral, como es el caso de Pacatnamú, Chanchán, o de la Centinela de Tambo de Mora en Chincha. Desde estas ciudades se impulsó también el desarrollo de la tradicional interrelación transversal, que en distintas regiones conectaba y permitía el intercambio de recursos provenientes del mar y de la agricultura de la parte baja de los valles costeños, con aquellos propios de las zonas de yunga de las partes medias y altas de los mismos; así como con aquellos de las zona de quechua y puna altoandinas; y, a su vez, con aquellos provenientes de la ceja de selva y la amazonía. Evidencias de estos intercambios a larga distancia son proporcionados por la arqueología con el hallazgo de recursos exóticos en centros urbanos prehispánicos de la costa, así como de su incorporación como insumos en determinadas manufacturas, tal es el caso del empleo de caolín de la serranía de Cajamarca en la cerámica Moche, o de plumas de aves amazónicas integrados a textiles y otros ornamentos de las culturas de la costa norte a la costa sur. Existen también testimonios históricos del acceso a plantaciones de coca en zonas de chaupi yunga establecidas en la cabecera de ciertos valles costeños; así como del consumo de pescado seco y salado o de las algas de cochayuyo provenientes de la costa sur, en las poblaciones altoandinas del sur del país, prácticas tradicionales que se mantienen vigentes hasta nuestros días. Finalmente, es de especial importancia el estudio de la singular y armónica integración de los asentamientos y edificaciones prehispánicas con relación a sus diversos contextos territoriales. Estas logradas formas de integración con el paisaje, resultan de la intervención conjunta de distintas variables. Entre estas podemos mencionar aquellas que derivan de la selección del lugar de emplazamiento donde intervienen múltiples factores, que van desde la ubicación estratégica con relación a la economía del manejo de los recursos, a factores ambientales, a otros que tienen que ver con las percepción cultural del paisaje por parte de sus poblaciones; así como por la selección de los materiales constructivos, el despliegue formal de las edificaciones y su adecuada integración a la morfología del paisaje. Pero también es de especial relevancia comprender que esta ponderada integración es, antes que nada, el resultado y la expresión tangible de la arraigada identidad social y el ancestral sentido de pertenencia por parte de estas sociedades respecto a sus respectivos paisajes territoriales, sean estos naturales o culturales. En el destacado caso de las ciudades y asentamientos Inka, especialmente de aquellos que constituían establecimientos de la nobleza inka en los alrededores del rutas por estas zonas. 10 La propia madera de palo balsa (Ochroma pyramidale) empleada en la construcción de estas embarcaciones constituye un excelente indicador de estos intercambios a distancia, ya que los árboles de esta especie no se desarrollan en la costa peruana –salvo excepcionalmente en el extremo norte- mientras que son abundantes en la Amazonía y en las zonas de bosque húmedo tropical del litoral del golfo de Guayaquil. 15
  • 16. Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú Cusco, se aprecia una extraordinaria integración paisajística. El sofisticado manejo de la topografía y su modelado mediante sistemas de andenería, la incorporación de los accidentes geográficos y en especial de los ríos como elementos organizadores de la traza urbana, la integración de afloramientos rocosos a las propias edificaciones o su presencia destacada en espacios prominentes, entre otros aspectos, revelan un manejo magistral que propone una perspicaz simbiosis que transita sin solución de continuidad del medio natural a la arquitectura, por medio del sutil contrapunto entre el paisaje modelado y el espacio edificado. Paradigmas de este tipo de realizaciones por parte de los arquitectos inka son Pisac, Chinchero, Machupicchu, Ollantaytambo, entre otros. En todo caso, es de notar que se ha explorado poco el análisis de estos célebres asentamientos desde el punto de vista del lenguaje arquitectónico. Por ejemplo, la distinta concepción que plantea la configuración de las enormes plazas de las ciudades inka, donde se impone una horizontalidad espacial cuya delimitación trasciende los edificios de su perímetro, para incorporar a las visuales del paisaje urbano los cerros tutelares y los nevados que conforman su entorno territorial más significativo. Este aspecto, como otros, representa una muestra de los tantos promisorios temas de estudio que pueden ser abordados aplicando las herramientas propias del análisis arquitectónico. La época colonial La captura de Atahualpa en la plaza de la ciudad Inka de Cajamarca un día de noviembre de 1532 y el desplome de un muro lítico de su perímetro, ante la presión de la masa indígena despavorida frente a la masacre, marca históricamente no sólo el fin del desarrollo autónomo de las sociedades del nuevo mundo, ante el implacable avance de la conquista europea, sino que también señala simbólicamente la interrupción de un largo proceso que produjo diversas formas de desarrollo urbano; así también marca el inicio de la implantación de un modelo de asentamiento colonial, en el que se manifiesta la desintegración de las formaciones sociales indígenas y la desestructuración de las exitosas formas de manejo y desarrollo territorial establecidos en los diversos espacios regionales del Perú. Las ciudades implantadas por los Inka a lo largo de los Andes, al igual que las ciudades correspondientes a las formaciones costeñas, son despobladas rápidamente tanto por el desmantelamiento de las organizaciones políticas indígenas que constituían sus clases urbanas, como por los violentos saqueos y exacciones a los cuales fueron sometidas las poblaciones que habitaban en ellas. Muchas ciudades son así abandonadas al poco tiempo y pasan paulatinamente a convertirse en ruinas, como es el caso de Pachacamac, Túcume, Pumpu, por citar algunas de las más importantes. Otras como Cajamarca, Vilcashuamán y la propia capital inka del Cusco, son ocupadas oportunistamente por los conquistadores, aprovechando así su planta edificada; la concentración de población y recursos presentes en ellas y en su entorno; como también sacando partido de su valor simbólico, en cuanto aspecto funcional a la instauración del nuevo poder colonial. En el caso emblemático del Cusco se da inicio a un especial proceso de mestizaje, que comporta cambios radicales y traumáticos en las características originales de la ciudad. La grandiosa plaza inka será fragmentada con su recorte y la instalación en ella de solares para los nuevos vecinos españoles. Las kallankas del perímetro de la plaza serán desmontadas, al igual que los edificios ceremoniales y los palacios de la nobleza inka, para ser reconvertidos en iglesias o solares de españoles. Inclusive el monumental complejo de Saqsaywaman fue parcialmente desmontado para utilizar 16
  • 17. Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú sus bloques en la construcción de las edificaciones coloniales. Sin embargo, la excepcional calidad y el ponderado valor de la planta edificada de la ciudad inka favoreció la conservación de buena parte de su traza urbana y de los paramentos líticos que definen hasta hoy sus destacadas cualidades. Otro fue el destino de importantes ciudades inka, como Cajamarca, Vilcahuamán o Tomebamba (hoy Cuenca, Ecuador) que, como reportan los cronistas tempranos de la conquista, sufrieron al poco tiempo de la conquista la demolición de la mayoría de sus principales edificios y la degradación de sus espacios públicos, alterando radicalmente su antiguo ordenamiento, lo que impide identificar claramente la posible forma de su traza original. Estos profundos cambios en la estructura física de las antiguas ciudades inka, no son más que la expresión de los radicales cambios que se producen en la naturaleza económica, social y cultural de las mismas, derivados de la formación colonial que se impone y de las nuevas formas de poder que se instalan en ellas. Las grandes dificultades que testimonian los cronistas acerca de la implantación de las ciudades coloniales, reflejan no sólo el enfrentamiento de los conquistadores a un mundo distinto, con sociedades indígenas diferentes en sus dimensiones sociales, económicas y culturales, sino también constituyen la expresión de la falta de comprensión de los complejos ecosistemas que caracterizan estos territorios y de las formas de manejo social de los mismos. Este hecho histórico está registrado en los diversos testimonios de la fallida fundación de ciudades o de su mudanza itinerante en determinados territorios, hasta encontrar finalmente un emplazamiento mínimamente adecuado para la sostenibilidad de sus habitantes. Existen al respecto dos casos emblemáticos: el de la fallida ocupación colonial de la ciudad inka de Huánuco Pampa y el de la fundación de la ciudad itinerante de San Miguel de Piura. En cuanto al primer caso, los españoles fundaron La Muy Noble y Real Ciudad de los Caballeros de León de Huánuco en 1539, ocupando para ello la extensa plaza de la ciudad Inka. Esta fundación no tuvo éxito y al poco tiempo (1541) la mudaron con todos sus títulos a las tierras más templadas del valle del Huallaga, donde hoy día se ubica, unos 60 km. al este de su “fundación” original. El emplazamiento de Huánuco Pampa, en un ambiente de puna y sobre los 3,800 msnm. respondía a una serie de condicionantes estratégicas, entre las que aparentemente pesó las características climáticas que presenta la zona de puna, donde priman el aire seco y las bajas temperaturas, lo que la hace una zona ideal para la conservación y el almacenamiento de productos alimenticios. Este aspecto se sustentaría en la presencia en los alrededores de la ciudad de cientos de qollqas o depósitos, dispuestos en ordenadas hileras y con una capacidad de almacenamiento cercana a 40,000 m3. Por otra parte, estas condiciones de puna, con sus frecuentes heladas nocturnas, alternadas con días secos y soleados, favorecían los procesos de trasformación que se desarrollaban en la ciudad, destinados a la conservación de productos alimenticios como los tubérculos, mediante su deshidratación, transformándolos en papa seca o chuño, o de las carnes en charqui. Para los nuevos arribados la instalación en este piso ecológico significaba evidentemente padecer el malestar y a las secuelas del mal de altura, pero también enfrentarse a un medio para ellos hostil y desamparado, donde además no fructificaban ni se reproducían las plantas y animales introducidos desde el viejo mundo y que constituían la base de su dieta acostumbrada. En cuanto a la fundación de la ciudad colonial de San Miguel de Piura, las múltiples mudanzas de su localización, constituyen un caso paradigmático de la fragilidad de la implantación de un modelo de asentamiento colonial que logra dificultosamente establecer su sostenibilidad territorial. 17
  • 18. Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú La primera fundación de la ciudad de San Miguel de Piura se produce en 1532, al inicio de la conquista, en la margen derecha del “valle de Poechos” en el sitio de Tangarará, antiguo pueblo Tallán a orillas del río Chira. Dos años más tarde (1534) la población se traslada al lugar hoy conocido como Monte de los Padres en la margen derecha del Alto Piura. En 1578 los pobladores abandonan “Piura la Vieja” y la mayoría se trasladó al puerto de Paita, ya fundado como San Francisco de Buena Esperanza. Sin embargo, al poco tiempo sus habitantes solicitan un nuevo traslado de la ciudad, al faltarle a Paita agua, leña y zonas de sembrío, además de estar expuesta a los frecuentes ataques de los piratas. Años después las autoridades del virreinato autorizan finalmente el traslado. La localización (fundación) definitiva se realiza en 1588 (56 años después) en la localidad de El Chilcal, en proximidades de la represa indígena de Tacalá, en el valle de Catacaos (Piura), tomando el nombre de San Miguel del Villar. El acta de fundación precisa que la ciudad se establece a 2 leguas de distancia del pueblo de indios (reducción de Catacaos) a fin de “que no reciban molestias ni vejaciones”. Además de las razones geográficas, climáticas o de la ausencia de determinados recursos, normalmente esgrimidas para explicar estos traslados, sería de tomar en cuenta en esta última y definitiva mudanza, además de la disponibilidad de tierras agrícolas en su entorno, la presencia de una importante concentración de mano de obra indígena en la muy próxima reducción de Catacaos. A propósito de la localización de la ciudad de Piura en Monte de los Padres y de las penurias de su pobladores, el cronista Cieza de León es muy expresivo al referir que: “Al principio estuuo poblada en el assiento que llaman Tangarara: de donde se passó por ser sitio enfermo: adonde los Españoles biuían con algunas enfermedades: Adonde agora está fundada es entre dos valles llanos muy frescos y llenos de arboledas junto a la población más cerca de un valle que del otro: en un assiento áspero y seco, y que no pueden aunque lo han procurado lleuar el agua a él con Acequias: como se haze en otras partes muchas de los llanos. Es algo enferma, y lo que dizen los que en ella han biuido: especialmente de los ojos: lo cual creo causan los vientos y grandes poluos del verano y las muchas humidades del inuierno.” Es decir, la referencia alude a los efectos malsanos del clima en estos emplazamientos, como también a la dificultad de dotarlos de recursos elementales como el agua, por un deficiente manejo de las técnicas de canalización, así como por el desconocimiento de la naturaleza del territorio. La fundación de estas ciudades coloniales viene acompañada de una grave desestructuración del ordenamiento territorial, especialmente en lo que se refiere a los valles costeños. Son múltiples las referencias de cronistas como Cieza de León que recorren estos valles y hacen énfasis en el abandono de los sistemas de irrigación y de la drástica reducción de las tierras cultivadas en ellos, en la ruina de los caminos y de otras obras de infraestructura, además de denunciar su grave despoblamiento. Se percibe de estos testimonios la clara sensación de que este proceso de degradación territorial fue tanto más intenso cuanto más próximos se encontraban estos territorios con relación a las nuevas entidades urbanas. Aparentemente los campos de cultivo y los canales de riego que se conservaron en los valles fueron mantenidos por las comunidades y la población indígena que persistió en ellos. De esto se desprende la percepción de que las ciudades coloniales se implantaron a manera de enclaves coloniales, en cuanto “ciudad de españoles” en territorios que permanecieron sustancialmente indígenas en cuanto a sus formas de manejo. Al respecto, es significativo constatar lo contadas que resultan las obras de infraestructura emprendidas durante la colonia que tuvieran alguna implicancia territorial. 18
  • 19. Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú Este fenómeno poco estudiado de las permanencias indígenas en el manejo del territorio, puede haber estado correlacionado con la presencia de una naciente y emprendedora “burguesía” indígena, de agricultores medianos, arrieros y mercaderes, que se revelan hábiles empresarios y prestos en asumir los recursos foráneos y las nuevas técnicas y modalidades productivas, son notables ejemplos de estas asimilaciones la siembra de parras y la producción y comercialización de vino, o la adquisición de naves a la usanza europea para el comercio a distancia, entre otros casos documentados por los etnohistoriadores (Murra 2002; Rostworowski 1981, 2004). Este proceso se quebraría con el establecimiento de la política de reducciones, que se implementa en la segunda mitad del siglo XVI durante el gobierno del virrey Toledo. Esta política alteró drásticamente los tradicionales patrones indígenas de dispersión territorial de la población, al proponerse su concentración con fines de control tributario y de la mano de obra indígena. Esta política de reducciones trajo como consecuencia la desestructuración de las complejas formas de articulación espacial, ante el forzado abandono de los antiguos patrones de asentamiento que respondían a los sistemas de manejo de las diferentes zonas de producción generadas en el territorio, así como de las distintas zonas ecológicas presentes en estos espacios regionales. Muchas aldeas y poblados indígenas luego de su abandono forzado se convirtieron en ruinas, de la misma forma que amplias extensiones de nuestro territorio perdieron su condición de zonas de producción y se transformaron en despoblados. Además de los tributos en onerosas prestaciones de fuerza de trabajo, a través de la degeneración del antiguo sistema de la mita, estas reducciones estaban obligadas a la provisión de recursos y productos propios de sus respectivos ecosistemas. Es de destacar que frecuentemente parcialidades indígenas distintas fueron concentradas en una única reducción, donde conformaron nuevas entidades comunitarias. Muchas de estas reducciones, en cuya traza se imponía generalmente la disposición colonial en damero, derivaron en los denominados “pueblos de indios”. Algunos de estos poblados por determinadas circunstancias derivaron en centros poblados de cierta importancia, que luego con el advenimiento de la república evolucionaron a la condición de ciudades prósperas como Chiclayo, Huancayo, Juliaca. Durante el siglo XVI, una vez agotado el saqueo de los tesoros presentes en las ciudades y templos prehispánicos, el conocido afán colonial por el oro y la plata dio paso a la explotación de distintos yacimientos mineros, especialmente en la sierra sur y central. El célebre caso del Cerro Rico de Potosí en el Alto Perú (Bolivia), no solo dio lugar a una compulsiva concentración urbana, entre las más grandes de su época en el mundo, sino que también generó una extensa articulación territorial en el área andina. La ciudad de Potosí constituía el centro hacia donde confluía la mano de obra reclutada por la mita minera; los diversos abastecimientos de alimentos, insumos y mercaderías, que eran transportados mediante el arrieraje por largas rutas desde distintos puntos del área andina; y desde donde se trasladaba a su vez la plata producida hacia las costas de la vertiente del Pacífico o hacia el río de La Plata y el Atlántico, desde cuyos puertos se procedía a su embarque para emprender la ruta de los galeones hacia España. Estos circuitos y la explotación de los propios recursos mineros locales, dieron lugar al desarrollo y relativa prosperidad de las ciudades del sur peruano como Puno, Arequipa y Ayacucho, al estar estas ubicadas estratégicamente en los puntos intermedios de estas rutas. Más al norte, en la sierra de Huancavelica, con el descubrimiento en la mina Santa Bárbara de yacimientos de azogue o mercurio, un mineral empleado en aquella época para la amalgamación y refinación de los minerales ricos en plata, se dio el desarrollo de dos importantes centros urbanos con Castrovirreyna y Huancavelica: Esta explotación 19
  • 20. Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú minera generó, a su vez, una dinámica regional bastante importante, con relación a la sierra central y sur, así como con las ciudades y poblados de la costa sur y central del Perú. Al respecto debe recordarse, que el azogue era transportado mediante caravanas de llamas desde Huancavelica a Chincha, para ser embarcado y trasladarse en barcos hasta Arica y de allí nuevamente con llamas hasta Potosí. Por otra parte, desde los valles de Ica se trasladaban alimentos, así como vinos y aguardientes para el consumo en las ciudades y centros mineros. Algo más tarde, entre los siglos XVII y XVIII, nació como ciudad Cerro de Pasco con el desarrollo de la minería de la plata en las propias inmediaciones de la ciudad. Gracias también a la minería de plata de Hualgayoc, prosperó en la sierra norte la ciudad de Cajamarca. Estos centros poblados fueron obviamente muy estimados por la corona española, la que prontamente les eleva a la categoría de ciudades y les otorga títulos ostentosos (como el de Villa Rica de Oropesa concedido a Huancavelica). Muchos de los procesos productivos que se desarrollaban en las ciudades coloniales y en los centros mineros consumían ingentes cantidades de combustible, incidiendo en la presión sobre los recursos de los bosques de su entorno e iniciando en ellos un progresivo proceso de deforestación. Este es el caso por ejemplo de la minería y en especial la del azogue, cuya refinación se realizaba en hornos alimentados por la combustión de leña e inclusive de paja de los pastos de altura. Algo similar acontecía en Piura, donde la crianza del ganado se hacía a costas de los bosques de los despoblados, cuya leña además alimentaba los calderos para la producción de jabones, obtenidos a partir del sebo, en las denominadas “tinas” donde se beneficiaba el ganado. En los alrededores de estas ciudades o en los pueblos de indios se desarrolló una cierta industria manufacturera, especialmente dedicada a la producción de hilos y textiles, que eran destinados tanto a proporcionar vestimenta y abrigo a las masas indígenas que trabajaban en las minas, como también a proveer a las minas de alforjas, costales, cuerdas, y aperos asociadas al manejo y transporte del mineral. Estas instalaciones productivas denominadas obrajes se caracterizaban por utilizar mano de obra indígena, muchas veces en condición de trabajo forzado, así como por su escaso nivel técnico, ya que los telares empleados eran los tradicionales de mano. Este escaso nivel de desarrollo de las manufacturas se debía en gran parte a las condiciones monopólicas que regulaban el mercado y que favorecían la masiva importación de artículos provenientes de la metrópoli o de otros mercados controlados por la corona española. Sin embargo, posteriormente con el progresivo crecimiento de la población que residía en ellas, se dio en las ciudades coloniales el desarrollo de una serie de manufacturas que dieron vida a un conjunto de corporaciones organizadas por oficios (plateros, zapateros, sombrereros, ebanistas, panaderos, etc.), que dieron paso a ciertas formas de integración social entre los maestros españoles o criollos y trabajadores indígenas o negros. En todo caso, es de recordar que no obstante esta convivencia ciudadana, la sociedad colonial estuvo fuertemente segmentada y segregada en sus diferentes estamentos, desde los españoles peninsulares a los criollos, los indígenas, los negros esclavos y libertos, así como una definida gama de las variantes generadas por las mixturas raciales propias del proceso de mestizaje. Expresiones urbanas de estas formas de segregación fueron en la ciudad de Lima, los arrabales de San Lázaro en la otra margen del Rímac y el posterior barrio indígena de Santiago del Cercado, cuya planificación y desarrollo al Este de la ciudad en la segunda mitad del siglo XVI, lo convierte en una suerte de reducción indígena anexa a la ciudad.11 11 Alexandre Coello. “Espacios de Exclusión. Espacios de Poder: El Cercado de Lima Colonial 20
  • 21. Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú La creciente concentración de poder y riqueza en las ciudades y el importante rol de la iglesia en la conformación del poder colonial, fueron un terreno propicio para el desarrollo de la arquitectura residencial de las clases altas y especialmente de la construcción de soberbias edificaciones religiosas constituidas por claustros e iglesias. En este tipo de obras participaban arquitectos y artistas europeos, al igual que alarifes mestizos, indígenas y negros libertos. Además de este tipo de edificaciones, se desarrollaron en las ciudades más importantes espacios públicos, como alamedas y plazuelas, así como también algunas obras para la provisión de agua y de alcantarillado, o amurallamientos de defensa, notables en el caso de Lima y de Trujillo. A este propósito, es de destacar que en las principales ciudades del virreinato, como Lima, Trujillo, Cusco, Arequipa, Cajamarca, Huamanga y Puno, la arquitectura residencial y la pública, especialmente la religiosa, explora y desarrolla lenguajes propios, logrando configurar tradiciones y estilos regionales bien definidos. En este proceso intervinieron factores culturales, como también los materiales constructivos disponibles en cada localidad, la naturaleza de la geografía y del clima, así como también la incidencia de los sismos, cuyos desastrosos y repetidos embates condujeron a la experimentación y al establecimiento de singulares tipologías y sistemas constructivos adecuados a su resistencia. Las técnicas constructivas se ajustaron a la preferencia por los materiales locales, como es el destacado uso del sillar en Arequipa o de la piedra en el Cusco, pero también a resolver la especial integración de técnicas europeas con las indígenas, como es el caso de las construcciones de adobe y quincha, a las que se adornaba profusamente con cornisamientos y ornamentación de yeso. Especialmente el empleo de la quincha, con su característica flexibilidad no solo dio una respuesta adecuada al riesgo sísmico, sino que también permitió una notable economía constructiva, al favorecer el empleo de elementos abundantes en el entorno de las ciudades costeñas, como es el caso de la caña y el carrizo abundantes en los valles, tanto en las márgenes de los ríos como de las acequias. La casi total ausencia de lluvias en gran parte de la costa peruana, favoreció también el desarrollo de techos planos cubiertos con simples tortas de barro, que además de su capacidad absorbente ante eventuales lloviznas, proporcionaban un excelente aislamiento térmico ante la intensa insolación propia de las latitudes tropicales. A nivel territorial las ciudades eran relativamente escasas y separadas entre sí por largas distancias a través de geografías y climas extremos, mas si consideramos que el transporte más rápido era a caballo o en lentas embarcaciones de vela.12 En este contexto las principales ciudades, donde se concentraba el poder político y eclesiástico, vivían en un relativo aislamiento con una esfera de acción mayormente limitada a la cuenca o a los valles de la comarca donde se encontraban emplazadas. Para resolver en parte esta escasa articulación entre las ciudades y permitir el ejercicio del dominio colonial en los espacios regionales distantes de las ciudades principales, se desarrollaron con distinta suerte una serie de ciudades “intermedias” o “villas”. Este es el caso en la costa sur de Chincha, Pisco, Ica y Moquegua, ciudades o villas de fundación colonial, (1568-1606). PUCP e IEP, Lima 2006. 12 Para tener idea de las condiciones del transporte y de la relativa inutilidad de la rueda en estos territorios en el contexto histórico de la época, basta citar el viaje que Humboldt realizó a inicios del siglo XIX, en 1802, a través de los valles y arenales desérticos de Trujillo a Lima. Este lo condujo en una litera uncida (y mecida) sobre dos mulas demorando en el trayecto 16 días, con un promedio de 35 km. de recorrido diario. (Nuñez y Petersen 2002: 23-26, 77-81). 21
  • 22. Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú mientras otras villas, como Nazca, surgen de pequeños poblados o tambos establecidos a lo largo de las extensiones más áridas de la desértica costa sur. Algo similar sucede en la costa norte, entre Lima y Trujillo, con centros poblados y villas como Huaura, y Santa, asentadas en los principales valles de la costa norcentral. Al igual que las ciudades de Saña y Lambayeque, asentadas en los ricos valles de esta región y en un punto intermedio entre Trujillo y Piura. La inundación y destrucción de Saña, arrasada por la crecida del río durante un evento de El Ñiño en 1720, favoreció el desarrollo posterior de Lambayeque y especialmente de Chiclayo, hasta entonces un modesto pueblo de indios. La destrucción de la ciudad de Saña, ya antes afectada por la incursión de piratas en 1686, favoreció también el crecimiento de Trujillo que habría alcanzado en 1760 una población de unos 9,200 habitantes.13 Algunas ciudades son fundadas en zonas consideradas de “frontera”, término que inclusive algunas incorporan en su denominación y títulos. Estas se emplazan en zonas de ceja de selva o próximas a ellas en la vertiente oriental de los Andes, que ofrecían entradas hacia los inexplorados y hostiles territorios de la Amazonía. Este fue el caso de Tarma, Chachapoyas, Moyobamba, Jaén de Bracamoros. Estas ciudades no estuvieron libres de serios problemas para establecer niveles mínimos de sostenibilidad. Tal es el caso de Jaén de Bracamoros -que no obstante su mítico nombre, que parece remitirnos al legendario El Dorado- cambió su ubicación en 3 oportunidades distintas, desde el emplazamiento de su fundación original a mediados del siglo XVI, en proximidad de la confluencia del río Chinchipe con el Marañón, a su traslado en 1606 a Tomependa a orillas del Chinchipe, para de allí trasladarse 71 km. hacia el oeste al lugar donde se instaló definitivamente en 1805. Si el traslado de la ciudad hasta el río Amojú no estuvo libre de complicaciones, fueron mayores los problemas generados por el hecho de que la aprobación de la nueva ubicación dependía en lo civil de la Audiencia Real de Quito, mientras que en lo eclesiástico lo era de la Diócesis de Trujillo, la que se opuso tenazmente al traslado de la iglesia a esta nueva localidad. En el ámbito rural, progresivamente se fueron desarrollando plantaciones y haciendas dedicadas a cultivos de especial interés durante la época colonial, como el trigo, la caña de azúcar, la vid, productos de panllevar o a la ganadería. En muchas zonas alejadas de las ciudades y villas, las haciendas con sus casonas y sus instalaciones, que incluían generalmente una iglesia o capilla, además de rancherías o galpones donde se alojaban los indios yanacones o los esclavos negros, constituían el principal referente en cuanto al patrón de asentamiento presente en estos territorios, donde su preeminencia coexistía con caseríos dispersos y pequeñas poblaciones rurales. La ubicua presencia de las haciendas y su relativa importancia social y económica en el mundo rural, ha quedado bien retratada en las crónicas de los exploradores y viajeros que recorrieron los más recónditos lugares del Perú a lo largo del siglo XIX. La época republicana El hecho de que en el Perú se sellara la independencia americana, no solo significó el tardío ocaso de la época colonial en el continente, sino que también revela cuan enraizados lazos y privilegios mantuvo hasta el final la aristocracia peruana, especialmente la limeña, con el debilitado poder colonial. La flaqueza y lenidad de esta 13 Estas exiguas cifras dan buena cuenta de las reducidas dimensiones poblacionales de las ciudades coloniales de esta época, más aún cuando se reporta que en 1604 la ciudad de Trujillo alcanzaba poco más del tercio de esta población. (Wikipedia). 22
  • 23. Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú aristocracia criolla en su contribución al movimiento independentista, marcará lo que se ha venido a denominar como el síndrome colonial y que ha condicionado la existencia irresuelta de los grandes problemas nacionales, como la propia constitución como nación, la persistente debilidad del estado, la desestructuración y escasa integración social, la pobreza y la marginación de la mayoría de la población.14 En esta sección reseñamos brevemente algunos de los aspectos más destacados que incidieron en la evolución de las ciudades y en el ordenamiento territorial durante esta época. La primera mitad del siglo XIX estuvo marcada por la profunda crisis económica y política que siguió a la independencia. Además de las destrucciones generadas en el país durante las luchas de la independencia, la minería se encontraba colapsada, el comercio afectado por la huida de los comerciantes peninsulares y por la pérdida de su flota mercante, mientras que las haciendas agrícolas no se recuperaban de los saqueos y de la escasez de su población laboral. Por otra parte, el territorio del Perú sufrió un proceso de fragmentación y desarticulación donde muchas de sus provincias vivían en el más absoluto aislamiento, y la comunicación entre estas y con la capital de la república era penosa y demandaba una enorme cantidad de tiempo. Señalándose que era mucho más rápido viajar de Lima a Guayaquil o a Valparaíso, que hacerlo a Huamanga o al Cusco.15 Esta situación catastrófica agravada por la fragmentación política y la ausencia de una clase dirigente con una visión de país, condujo paradójicamente a un mayor enfeudamiento económico, especialmente en las zonas rurales, y a un remedo de las viejas taras coloniales; mientras que a nivel político proliferó el caudillismo y las recurrentes asonadas y guerras civiles entre las distintas facciones que pretendían una simple cuota de poder o la solución de sus intereses particulares. Esta crítica situación nacional trajo graves consecuencias en la economía urbana de las ciudades del Perú y afectó su desarrollo. La disminución de la población de Lima durante estas décadas puede ser una clara manifestación de esta situación y de cómo resintió a sus habitantes. Al respecto, la población de la capital había registrado un progresivo crecimiento durante la época colonial, desde 1614 cuando ya contaba con 26,400 habitantes, para pasar a tener más del doble a fines del siglo XVIII al registrar 56,600 h. en 1791. En 1812 presenta un ligero crecimiento a 63,900 h. que se mantiene prácticamente estancado con los 64,000 h. con que cuenta en 1820, en pleno proceso independentista. Sin embargo, es notable el decaimiento poblacional que le sigue, cuando en 1827 registra 60,000 h. y en 1839, cuando su población se reduce a 55,100 h. es decir una población menor que la que tenía medio siglo atrás, y que representa una disminución de cerca del 15% de su población en poco menos de veinte años. Esta situación comienza a modificarse con el descubrimiento de las cualidades fertilizantes del guano de las islas y el inicio de la explotación acelerada de sus yacimientos a partir de 1840 y especialmente durante la segunda mitad del siglo XIX. Esta bonanza económica concentró sus beneficios en las clases dominantes y en las casas comerciales que controlaban su exportación, como también la importación de los diversos artículos, mayormente suntuarios, provenientes de Europa. Esta nueva situación se refleja, tanto en el relativo crecimiento de la población de Lima, que en 1850 alcanza 80,000 h. y en 1861 los 100,000 h. que mantendrá con ligeras 14 Julio Cotler (2006) “Clases, Estado y Nación en el Perú”, IEP, Lima. 15 Dávalos y Lisson (1919: IV, 253-254) citado por Cotler (2006: 114). 23
  • 24. Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú variaciones hasta 1900 y el inicio del siglo XX cuando contaba con 103,900 h. En algunas de las ciudades más importantes se desarrollaron inversiones en obras públicas, especialmente en Lima donde en ciertos sectores de la ciudad se instala el alumbrado público, cañerías de agua, se construye la cárcel o “panóptico”, etc. Esta relativa bonanza económica ligada al incremento de las exportaciones, asistió también a la revitalización e industrialización de las haciendas costeñas ante el alza del precio del azúcar, como también frente a la creciente demanda de algodón por parte de la industria textil inglesa, frente a la debacle generada en su producción en los Estados Unidos al desencadenarse la guerra civil. Mientras tanto, las arcas fiscales del estado peruano crecieron conforme aumentaban las exportaciones, fundamentalmente del guano de las islas, y su consistente participación en el presupuesto de la república (ver datos). Esta disponibilidad de fondos públicos se canalizó fundamentalmente a la construcción de líneas férreas, para lo cual se contó también con la participación de capitales privados. El desarrollo de los ferrocarriles fue enarbolado por los sectores dominantes de los gobiernos de entonces como parte fundamental de un supuesto proyecto de modernización e integración nacional. Así en pocas décadas se inició y culminó la construcción de una serie de líneas de ferrocarriles en la mayor parte del país. Este notable desarrollo declinó como consecuencia de la guerra con Chile y de su grave impacto destructivo en las dos últimas décadas del siglo XIX. El desarrollo ferrocarrilero se recuperó a inicios del siglo XX y se mantuvo hasta los años 30, cuando empezó su progresivo abandono ante la imposición de las carreteras y el transporte automotor. Se construyeron durante esta época las dos principales líneas de penetración del país, constituidas por el Ferrocarril Central que conectó el puerto del Callao y Lima con La Oroya y de allí, mediante dos ramales, con Huancayo y Cerro de Pasco; mientras que el Ferrocarril del Sur conectó el puerto de Mollendo con Arequipa y desde allí con Juliaca y Puno, para llegar finalmente hasta el Cusco. Otras dos vías de penetración proyectadas se realizaron parcialmente y quedaron truncas. Una de estas la debió constituir el ferrocarril que conectaría el puerto de Chimbote con el Callejón de Huaylas, sin embargo llegó solamente hasta Huallanca, próxima al Cañón del Pato y a 170 km. de la costa, contando con un ramal hacia La Galgada donde existía una mina de carbón. La segunda vía estaba proyectada desde el puerto de Pacasmayo para llegar a Cajamarca, pero solo lo hizo hasta Chilete a 105 km. en el interior del valle de Jequetepeque. Finalmente, la mayoría de estas líneas de ferrocarriles terminaron siendo funcionales al proceso de concentración de las grandes compañías mineras, entre las que destaca el clamoroso caso de la Cerro de Pasco Corporation en la sierra central. Mientras que en la costa norte lo fue al de la concentración de la propiedad de la tierra en las manos de los denominados “barones del azúcar” entre los que destaca el caso de Casa Grande de la empresa Gildemeister, que se hizo de la mayor parte de las tierras del extenso valle de Chicama. Casi todas las grandes plantaciones contaban con ingenios para la refinación del azúcar y redes ferroviarias propias que las comunicaban con los puertos vecinos. La inversión privada en los ferrocarriles hizo que estos tuvieran distintos tipos de trocha y, por lo tanto, que muchas veces las conexiones entre estas fueran incompatibles. De esta manera, se frustraron las promisorias posibilidades de integración y de desarrollo territorial que los proyectos ferrocarrileros pudieron haber favorecido, de 24
  • 25. Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú haber existido una estrategia nacional al respecto. Estos proyectos ferrocarrileros, terminaron articulando escasamente los puertos con las minas y las plantaciones agrícolas de los valles costeños, favoreciendo finalmente la progresiva implantación neocolonial de enclaves y el desarrollo de los denominados company town. La producción local de alimentos y de manufacturas artesanales o industriales, para el mercado nacional y la exportación, se vieron mas bien afectados por la masiva importación de productos extranjeros. Agravando aún más esta situación, los enclaves azucareros y mineros actuaron como competidores de la actividad comercial concentrada en la ciudades intermedias y en las capitales regionales, al constituir sus propias casas comerciales y establecer sus propios centros de abastos en sus instalaciones, los que en gran parte monopolizaban las demandas de consumo de sus trabajadores. Aparentemente algunas ciudades como Trujillo habrían resentido de esta situación que habría afectado su desarrollo urbano como segunda ciudad del país. Si bien esto sucedía con una importante ciudad con resabios aristocráticos, no disponemos de información acerca de la evolución de una ciudad emergente como Chiclayo durante este período. La proletarización del campesinado en las haciendas azucareras, la concentración de las tierras y la cuasi desaparición de la pequeña propiedad, así como la mecanización y la imposición del monocultivo trajeron cambios radicales en la estructura social, económica y cultural de las comunidades rurales norteñas y en el modo de vida de las ciudades y poblados. El paisaje de los valles mutó con las vastas extensiones uniformemente sembradas de caña de azúcar o algodón, desapareció definitivamente el habla de la lengua muchic, declinaron muchas de las fiestas patronales, las múltiples expresiones artesanales, etc.16 Por otra parte, el olvido en la asignación de inversiones y la relegación del desarrollo en las regiones altoandinas fue funcional a este modelo económico, en la medida en que aseguraba a las empresas mineras y a las haciendas mano de obra e insumos baratos para sus operaciones. En estas condiciones las haciendas costeñas podían también disponer fácilmente de braceros “golondrinos”, que migraban transitoriamente durante las temporadas de la zafra de la caña o la apaña del algodón. A nivel territorial, las grandes plantaciones agrarias condicionaron el manejo del agua que prácticamente monopolizaban, ya que las leyes de aguas de entones asignaban la disponibilidad del recurso de acuerdo a la extensión de las tierras. A su vez, la demanda de agua de regadío debió incrementarse, dados los requerimientos propios del cultivo de la caña de azúcar. Posiblemente durante esta época debieron de empezarse a agudizar los problemas de salinización de la parte baja de determinados valles. La extensión del monocultivo afectó la diversidad de cultivos propia de las pequeñas propiedades y especialmente de los productos de pan llevar, lo que condujo a la creciente dependencia alimenticia de la población y al incremento de las importaciones al respecto. Tanto la presión por la ampliación de las zonas de cultivo, como la propia demanda de combustible para las máquinas a vapor que utilizaban carbón, desde los barcos a vapor, las locomotoras y los calderos de las instalaciones industriales, debieron incidir en una drástica reducción de las áreas de bosque presentes en las zonas marginales de los valles. El desarrollo de los centros mineros, incrementado por la creciente importancia de los metales y en especial de la explotación del cobre, trajo consigo no solo la industrialización de sus procesos de extracción y refinamiento, sino también un rápido 16 Ver al respecto Mariátegui, Bruning, Burga. 25
  • 26. Ciudades, Territorio y Ecosistemas en el Perú proceso de concentración de la propiedad, siendo el caso mas notorio el de la Cerro de Pasco Corporation en la sierra central. Además de la concentración de la propiedad, mediante la compra de las minas en manos de nacionales, lograda a través de la presión económica, política y el uso de prácticas monopólicas, la empresa instala en La Oroya un gran centro metalúrgico en la segunda década del siglo XX, iniciándose uno de los más nefastos capítulos de nuestra historia en cuanto a contaminación ambiental se refiere, llevando a que los pasivos generados sean considerados a nivel internacional como unos de los 10 casos de lugares más contaminados del mundo (Bebbington et al 2007: 6). En efecto, como consecuencia de los relaves el río Mantaro se volvió estéril por los altos índices de contaminación de sus aguas; paralelamente los humos altamente tóxicos de la fundición arruinaron los cultivos y las zonas de pastoreo de las comunidades colindantes. Los efectos de la contaminación han afectado así, por más de ocho décadas, un amplio ámbito regional, representando hasta nuestros días un complejo problema en gran parte irresuelto. que afecta gravemente no solamente la salud de los pobladores de La Oroya, sino también las posibilidades de desarrollo regional.17 Al, respecto, resulta paradójico que ante las exigencias gobernativas y de ONG ambientalistas, para que la minera Doerun cumpla con el PAMA (Programa de Acondicionamiento Medio Ambiental) esta lo retrase constantemente, contando para esto con la movilización y respaldo de buena parte de la población de la Oroya, que teme la pérdida de los puestos de trabajo y el movimiento económico que las operaciones de la minera generan en la ciudad.18 En el caso paradigmático de Cerro de Pasco, a mediados de los años 50 se inicia la explotación a tajo abierto de los yacimientos mineros próximos a la ciudad. Como resultado de estas progresivas excavaciones, no sólo se ha generado un gigantesco cráter, que de manera increíble ha engullido, destruyéndolo, el propio centro de la antigua ciudad, sino que esta enorme depresión se ha convertido en el propio centro de la “no-ciudad”. Esta situación aberrante, llevó en los años 60 a la propuesta de la construcción de una nueva ciudad en San Juan Pampa que quedó inconcluso. El gobierno militar a inicios de los años 70 asume como responsabilidad del estado el traslado de la ciudad por ser de “necesidad e interés social la remodelación de la ciudad de Cerro de Pasco”. Aparentemente, esta grave situación persiste hasta nuestros días. Por otra parte, el hecho de que la ciudad se encuentre emplazada sobre los 4,338 msnm. más allá de los anecdóticos records Guinness, constituye un serio tema de salubridad pública, debido al reconocimiento de las enfermedades producidas por el mal de altura en sus habitantes.19 Otros casos de enclaves mineros que comprometen los ecosistemas territoriales y se asocian a determinados desarrollos urbanos en sus respectivas regiones, se dan en la costa y sierra sur, con el desarrollo entre los años 50 y 60 de las operaciones mineras de la Southern Perú Cooper Corporation en Toquepala, sierra de Tacna, y de 17 Por ejemplo, no es posible ampliar el exitoso cultivo de alcachofa en el valle del Mantaro y la agroexportación de este y otros productos vegetales mediante el riego, utilizando para esto las aguas del río Mantaro dado sus altos índices de contaminación. 18 Todo lo contrario ha sucedido en la ciudad de Ilo, donde la población organizada y sus autoridades municipales, lograron después de décadas de conflicto imponer un programa de recuperación ambiental, como también montos de reparación a los daños ambientales generados por los relaves y los humos tóxicos de la refinería de la Southern, y que afectan especialmente a los agricultores del valle del Osmore y a los pescadores del litoral. 19 Recientemente el Congreso de la República (mayo 2008) ha aprobado el controvertido desplazamiento de la ciudad de Cerro de Pasco a una nueva localidad. 26