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Crecimiento y desigualdad
             urbana
 Implicancias ambientales y territoriales.
         Campana, 1950-2000


Cristina Teresa Carballo




                                Editorial Dunken


                              Buenos Aires, 2004


                             ISBN 987-02-0717-0




                     1
Cristina Teresa Carballo es profesora en Geografía (1987) y Magíster en Políticas
Ambientales y Territoriales (2003) por la UBA, Master en Economía y Administración
de Empresas (1992) por ESEADE. Becaria para el postgrado en Geografía de la
Ordenación del Territorio (1995) por el CEPEIGE y OEA, Ecuador. Investigadora y
docente en la Universidad Nacional de Luján, Universidad Virtual de Quilmes, y en
otras instituciones. Desde el 2001 participa en el Département de Geographie de
l’Université Du Maine, en la actualidad, bajo el programa PAST del Ministère
Éducation et Recherche, Francia. Dirige proyectos de investigación, extensión, tesis y
pasantías académicas. Publicó hasta la fecha en co-autoría cinco obras vinculadas a la
cuestión urbana, educación y comunicación ambiental; y es autora de varios artículos en
revistas especializadas.




                                          2
CRISTINA TERESA CARBALLO




CRECIMIENTO Y DESIGUALDAD URBANA
         IMPLICANCIAS AMBIENTALES
     Y TERRITORIALES. CAMPANA, 1950-2000




             EDITORIAL DUNKEN
                 Buenos Aires
                    2004




                     3
Carballo, Cristina Teresa
   Crecimiento y desigualdad urbana
   1° ed. Buenos Aires, Dunken, 2004
   168 p. 23x16 cm.
   ISBN 987-02-0717-0
   1. Población Urbana I. Título
   CDD 304.6




Ilustración de tapa: Ciudad de Campana, imagen Landsat
Colaboración técnica de Alain Trebonet, Gregum, Université Du Maine




Impreso por Editorial Dunken
Ayacucho 357 (C1025AAG) - Capital Federal
Tel/fax: 4954-7700 / 4954-7300
E-mail: info@dunken.com.ar
Pagina web: www.dunken.com.ar

Hecho el depósito que prevé la ley 11.723
Impreso en la Argentina
© 2004 Cristina Teresa Carballo
ISBN 987-02-0717-0




                                            4
PRESENTACIÓN Y AGRADECIMIENTOS




     La presente tesis, CRECIMIENTO Y DESIGUALDAD URBANA. IMPLICANCIAS AMBIENTALES
Y TERRITORIALES. CAMPANA, 1950-2000, se elaboró y defendió en el marco de la maestría de Estudios
Ambientales y Territoriales de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Cabe
aclarar al lector que la problemática urbana y ambiental de las ciudades ha sido un tema de interés y estudio
desde hace tiempo. Sin embargo, esta investigación permitió la revisión de viejas preguntas y la formulación
de nuevos interrogantes.
     Algunas de las principales razones que motivaron la investigación fueron detectar la necesidad de
construir una mirada compleja sobre el singular crecimiento urbano de Campana, no perder de vista el
porqué de las desigualdades ambientales y no caer en la tentación de descripciones superficiales.
     Al respecto, se destaca entre los principales enfoques críticos la idea de que las transformaciones en la
estructura intraurbana –aun dentro de una apariencia espontánea o anárquica– obedecen a una acumulación
urbana, a una singular división interna del trabajo, análoga a la industrial. En esta dirección, el análisis de los
procesos en la producción del suelo urbano tomó un papel protagónico, y para ello, se recurrió a una
reconstrucción espacial y temporal del fenómeno local.
     Para finalizar, los resultados que se comparten en este libro tienen como propósito contribuir a la
gestión ambiental urbana, así como también aportar elementos para la discusión colectiva sobre la intensidad
de la fragmentación social de nuestras ciudades.


                                                    ********


     Quisiera destacar que esta tesis se desarrolló gracias a los estímulos institucionales, para formación de
IV nivel, de la Secretaría de Investigación del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad
Nacional de Luján, la que otorgó un financiamiento parcial.
     Al término de este esfuerzo quiero agradecer expresamente a la arquitecta Nora Clichevsky no sólo la
calidad académica de su dirección sino también su infinita paciencia al compartir generosamente su tiempo y
experiencia, aportando agudas observaciones y comentarios al presente trabajo.
     También hago extensivo el agradecimiento a la doctora Elena Chiozza por sus palabras de aliento y
apoyo científico durante la etapa de la investigación.
     Un especial reconocimiento al doctor Rogelio Paredes por sus valiosos aportes en la etapa de
reconstrucción histórica. Asimismo, mi agradecimiento al licenciado Oscar Trujillo y al arquitecto Claudio
Rodríguez, como también a la Secretaría de Cultura y Educación, a la Dirección General de Medio Ambiente
e Inspección General y a las autoridades del Municipio de Campana por haber apoyado la investigación y
declararla de interés para la comunidad. También vaya un especial agradecimiento al señor Alidez Cruz por
compartir su archivo personal de fotografías y cartografía de Campana.
     Por último, quiero hacerles llegar mi agradecimiento a todas aquellas personas, técnicos municipales,
colegas, alumnos e informantes clave que colaboraron activamente en la obtención de la información que
está en la base de esta investigación.

                                                             CRISTINA TERESA CARBALLO, junio de 2004




                                                        5
INTRODUCCIÓN




      Nuestras ciudades han estado sujetas al proceso de expansión horizontal como forma urbana
predominante, con escasa o insuficiente planificación y sin contemplar las condiciones sociales ni físicas del
medio, como resultado del protagonismo de los especuladores de la tierra en la producción de suelo urbano.
Las ciudades han crecido demográficamente por las migraciones, campo-ciudad y/o ciudad-ciudad,
expulsadas por las crisis regionales y atraídas por el empleo y la concentración de la actividad productiva, en
especial por la industria. A la vez, estos procesos están acompañados por un crecimiento natural de la
población, aumentando las filas de los que demandarán puestos de trabajo, vivienda y servicios sociales.
      En los últimos años, la práctica neoliberal predominó en las decisiones del mercado en materia de
vivienda, servicios básicos y empleo, entre otros. El discurso del “libre juego” o del “equilibrio natural entre
oferta y demanda”, y la política de privatizaciones asumidas por el Estado nacional, provincial y municipal,
agravaron, sin lugar a dudas, las históricas desigualdades sociales y urbanas. Las expresiones materiales de
los recientes procesos sociales reflejan, en la actual configuración de la ciudad, renovadas formas de la
fragmentación urbana. En palabras de D. Harvey (1992:31), se puede mantener la siguiente tesis en lo que
respecta a estos procesos sociales: “La comprensión del proceso social en toda su complejidad depende de la
forma de enfocar la forma espacial”.
      Campana no es una excepción al cuadro espacial de las ciudades latinoamericanas. Crecimiento y
desigualdad urbana. Implicancias ambientales y territoriales. Campana (1950-2000) es una investigación que
aborda los procesos que tuvieron y tienen lugar en la actual configuración de la ciudad.
      El crecimiento urbano de Campana se expresó con mayor intensidad en los años del auge industrial a
través de improvisadas subdivisiones de tierra con escasa regulación o prevención de impactos negativos.
Del total fraccionado entre 1950-2000, la mayor proporción estuvo destinada a los loteos periféricos (62%)
y, en menor escala, a la residencia de fines de semana y uso recreativo (38%). De esta manera, avanzado el
siglo XX se materializó una transformación en su forma, desbordando sus límites tradicionales y tomando
nuevas direcciones, pasando del tejido ordenado de su traza histórica a consolidar una mancha urbana
periférica, dilatada, heterogénea, de baja densidad y con una visible segregación social.
      Campana, “La Manchester argentina”, llamada así en la década de los setenta, es en la actualidad una
ciudad compleja y escindida socialmente; esto queda en evidencia con la observación de las condiciones del
hábitat y los contrastes sociales de la periferia urbana, caracterizada por el insuficiente abastecimiento de
servicios básicos, la distancia al núcleo urbano, la falta de accesibilidad y los diversos conflictos
ambientales, entre otros. Las imágenes urbanas y su diversidad contrastan, en general, con la pobreza de la
información sobre el espacio urbano, y por otro lado, las representaciones directas del espacio e
interpretaciones teóricas están, por lo general, impregnadas de nociones o conceptos recibidos socialmente y
de modelos simples que dificultan un análisis profundo del porqué de la estructura urbana contemporánea, de
su segregación territorial y deterioro ambiental.
      Esta investigación define el presente espacio urbano de Campana como producto de una construcción
histórica, colectiva, que incluye las modalidades de producción, tanto de la economía internacional como
nacional, las decisiones de los actores privados y las políticas del Estado.
      En cuanto al uso de la noción de segregación, definida para establecer una distancia espacial y social
entre una parte y el resto –siguiendo la idea de Schteingart (2001:17)–, cada vez más la sociedad adopta una
posición activa como rechazo a algún tipo de exclusión, siendo la segregación activa un producto de la
elección, tanto para los grupos más pobres como la autosegregación de las clases más favorecidas. Sin
embargo, para nuestras ciudades queda abierta una pregunta: la autosegregación, ¿hasta dónde es elegida?
      El propósito del presente trabajo ha sido indagar sobre los procesos y relaciones que han dado lugar a
una dinámica y heterogénea trama urbana, donde la ausencia o anacronismo de las políticas de regulación e
instrumentos de gestión de la ciudad por parte del Estado se equilibran con el protagonismo del mercado de
tierras que orientaron y orientan la expansión del tejido urbano. ¿Qué lógicas sociales prevalecieron en la
producción del suelo urbano de Campana entre 1950-2000? ¿Cuáles son las implicancias territoriales y
ambientales producidas por ese crecimiento urbano?
      El contexto espacial e histórico adquiere un papel central en la metodología de la investigación, ya que
la lógica de la producción del suelo urbano no se reproduce en forma fragmentada o estática. Es así que la
selección y reconstrucción de estos procesos explicativos van más allá de la descripción de la evolución
industrial o del mundo rural per se.

                                                       6
La investigación se organizó de la siguiente forma: en el capítulo 1, se precisan conceptos centrales
presentes en la investigación y las cuestiones metodológicas aplicadas. En el capítulo 2, se reconstruyen los
antecedentes históricos, políticos, de regulación de la propiedad y económicos que estructuraron las bases de
la diferenciación territorial de Campana, para ser retomados en el capítulo 3, con la síntesis de la producción
de suelo inicial en la ciudad, diseño urbano que tendrá vigencia social hasta avanzada la década de los
cuarenta.
      El capítulo 4 nos ofrece un análisis sobre las mutaciones productivas y su singular práctica de las
políticas industriales en la escala local. En este capítulo, se profundizó y analizó el impacto de la industria en
la estructura y forma urbana, que perduran hasta nuestros días. En el capítulo 5, se presenta la síntesis de la
producción de suelo urbano entre 1950-2000 y una interpretación espacial de las implicancias ambientales-
territoriales del crecimiento. Y por último, en las conclusiones se presentan los resultados finales de la
investigación.




                                                        7
Capítulo 1

                                      LA DESIGUALDAD URBANA:
                                   APROXIMACIONES CONCEPTUALES


     El tema de esta investigación, relativa al crecimiento y desigualdad urbana de la ciudad de Campana
durante el período 1950-2000, se limita a examinar, desde la perspectiva espacial, las relaciones entre
sectores sociales y producción de suelo urbano –que surge de la aplicación de políticas en el marco de los
diferentes contextos históricos, sociales y económicos– y sus implicancias territoriales y ambientales 1 .
     Sobre las implicancias ambientales y el deterioro de nuestras ciudades se abordan a diario explicaciones
simplistas o reduccionistas y de allí que las decisiones públicas o privadas sean parciales, socialmente
asimétricas, escasas o nulas. Castells (1999), al respecto nos aporta: “El aspecto más sobresaliente de la
ideología del medio ambiente es esta naturalización de las contradicciones sociales, esta reducción de la
historia humana a una relación directa entre el hombre, en tanto que realidad eterna e indiferenciada, y la
naturaleza, en tanto que conjunto de recursos preexistentes a él (...). El mecanismo ideológico consiste
manifiestamente en la referencia a fenómenos reales, vividos como problemáticos por los sujetos, pero que
no son explicativos mediante una relación directa entre entidades ideales fuera de toda producción social y,
en particular, de toda contracción” 2 . Generalmente, la temática ambiental urbana es tratada de forma aislada;
el análisis se centra en algunos factores, sin un esquema de interpretación adecuado a la problemática urbana
regional, sin tener una imagen dinámica de la realidad social y, a la vez, sintética. No obstante, la reciente
historia de las ciudades latinoamericanas, estudiadas desde la década de los setenta, ha mostrado cómo la
exclusión social tiene su expresión más concreta en la segregación espacial o ambiental. “La exclusión social
comprende un universo en el que la segregación ambiental es apenas una de sus expresiones” 3 . La
segregación social y ambiental se agravó en nuestras ciudades debido a la aplicación de ambiguos marcos
legales y a la práctica social de políticas públicas cortoplacistas sobre la propiedad de la tierra, que se
establecieron o modificaron según la conveniencia de una sociedad clientelista o según los intereses del
mercado inmobiliario formal.
     Las políticas de regulación del mercado de suelo urbano aplicadas por los Estados desde los años
cuarenta hasta la actualidad han provocado desigualdades e inequidad en la posibilidad del acceso a la
vivienda y a la ciudad, fundamentalmente porque el mercado dio respuestas, únicamente, al consumidor
económicamente solvente. La escasa o nula intervención para equilibrar socialmente las lógicas del mercado
de tierra ha dado como resultado una particular configuración de la ciudad, dilatada, con ocupación en áreas
de riesgo, con la problemática de la ocupación informal, etcétera. Según los cálculos de CEPAL, de persistir
las bajas densidades que caracterizan el crecimiento de los asentamientos latinoamericanos, será preciso
incorporar en promedio unas 160.000 hectáreas anuales a las ciudades existentes, sólo para el fin de albergar
a los nuevos habitantes urbanos que tendrá la región en los próximos cinco años 4 .
     Entender la configuración espacial de la ciudad latinoamericana nos lleva a profundizar,
necesariamente, sobre el papel de la tierra urbana y sus lógicas de producción. De esta forma, para la
investigación, el suelo urbano se constituye en la categoría central, explicativa, de las transformaciones
urbanas, de la desigualdad social y de la segregación urbana-ambiental.

1
  Los términos ambiente y territorio son conceptos que generan innumerables reflexiones sobre sus alcances teóricos.
“En el lenguaje cotidiano los términos ambiente, medio ambiente y ecología se usan en forma intercambiable para
referirse de manera algo vaga a los elementos que, como hemos visto, pertenecen a una concepción estricta de “lo
natural” (...) El ambiente, podríamos decir, es la concreción de la naturaleza con respecto a un individuo o un espacio
específico. Por lo tanto, cuando utilizamos el término ambiente siempre deberíamos hacerlo respecto de algo o de
alguien (…) nos interesa no todo el ambiente sino una parte de él, la que corresponde al ambiente donde vive el
hombre” (Reboratti, 2001).
      En cuanto al término territorio, este puede ser abordado como soporte material o como medio de producción por
alguna característica física, o comercializado como mercancía. Será el territorio el que sufrirá las transformaciones
según cambien sus funciones. Estas funciones se expresarán en una particular organización del territorio.
2
  Castells, M., La cuestión urbana., Siglo XXI, México, decimoquinta edición, 1999, p. 223.
3
  Maricato, E., “Exclusión social y reforma urbana”, en Vivienda Popular, N° 36, julio de 1995, pp. 7-12.
4
  Dato referido a las principales aglomeraciones de América Latina y el Caribe, tomado de Joan Mac Donald et al.
Desarrollo sustentable de los asentamientos humanos: logros y desafíos de las políticas habitacionales y urbanas de
América Latina y el Caribe, Serie Ambiente y Desarrollo, N° 7, N. U., CEPAL/ECLAC, Santiago, Chile, 1998, p. 23.

                                                          8
El suelo urbano es valorado por el mercado de tierras como una mercancía más, particular, cuyos
precios dependen de la renta. La apropiación de la renta –plusvalía– generada en el mercado se efectúa según
la esfera de acumulación del capital de los agentes actuantes y varía según el momento histórico 5 .
      N. Clichevsky (2000) plantea, en función del mercado de tierras, que tanto el mercado formal como el
informal en Latinoamérica no son independientes sino complementarios, con límites escasamente definidos 6 .
Los mismos son cambiantes y dinámicos según los procesos urbanos de que se trate, los que varían según la
ciudad y el momento analizado. La dinámica del mercado de tierras y sus potenciales consumidores generan
asimismo submercados según niveles socioeconómicos, según usos y actividades, según la preferencia y
posibilidad del acceso a determinadas condiciones del medio, tipo y superficie de lotes, etcétera. Los sectores
de más bajos recursos que no pueden entrar al mercado formal son expulsados hacia el mercado informal o
ilegal. Los agentes que intervienen son diversos, y van desde el Estado, con sus diferentes escalas de
competencias –y políticas sectoriales–, al propietario de la tierra, la empresa inmobiliaria, el promotor, la
empresa constructora, hasta el sector financiero y bancario. En relación a éstos, el Estado tiene un papel
destacado. El Estado, en diferentes momentos, se ha comportado, también, como comercializador y promotor
urbano, ya sea para poner en venta tierras fiscales con el objeto de disminuir el déficit fiscal o cediendo
tierras a sectores de escasos recursos. Cabe destacar que su reciente intervención en los sectores populares
más significativos fueron los planes de regularización dominial –que surgieron en los noventa en la
Argentina–, que, paradójicamente, consolidaron, en muchos casos, la segregación urbana y ambiental.
      La presente tesis seleccionó tres ejes que guiarán conceptualmente la investigación:
      • producción de suelo urbano y el mercado de tierras,
      • segregación urbana y
      • transformaciones productivas y espacio.


1.1. La producción del suelo urbano y el mercado de tierras

     Diferentes interpretaciones sobre la ciudad y su reproducción han señalado el papel central del análisis
espacial. Al respecto, Castells nos dice: “El considerar a la ciudad como la proyección de la sociedad en el
espacio es, al mismo tiempo, un punto de partida indispensable y una afirmación demasiado elemental. Pues
si bien es cierto que hay que superar el empirismo de la mera descripción geográfica, se corre el grave
peligro de figurarse el espacio como una página en blanco sobre la que se inscribe la acción de los grupos y
de las instituciones, sin encontrar otro obstáculo que la huella de las generaciones pasadas” 7 . Por lo tanto, se
considera a las diferenciaciones espaciales de las sociedades como un contexto indispensable en el análisis
de la producción y el mercado de tierras. En esto, Lefebvre 8 señala que, en general, la aplicación de modelos
explicativos teóricos urbanos no plantean la diferenciación espacial de las sociedades y esto genera
confusión debido a que se hace abstracción –o se ignoran– de las relaciones sociales (relaciones de
producción) que se hallan ligadas en cada modelo urbano. Se comparan entre sí “sociedades urbanas” en las
que no cabe comparación.
     Sobre interpretaciones del fenómeno urbano que involucra la diferenciación espacial, una perspectiva
desde la escala latinoamericana, N. Clichevsky 9 comenta que la mayoría de los trabajos presentan modelos
teóricos entre usos urbanos y valores de la tierra construidos sobre supuestos simplificadores, donde en
general se presenta a los agentes individuales desvinculados de la estructura social a la cual pertenecen.
Además, estos modelos explicativos presentan situaciones de equilibrio a largo plazo y no hacen referencia a
las imperfecciones del mercado ni a las complejas relaciones establecidas entre los distintos agentes que
intervienen en el mercado. En la práctica social de estos supuestos, lo cierto es que la estructura de precios
asignada por la oferta determina que algunos sectores de ingresos menores queden fuera del mercado y que,
por lo tanto, los sectores sociales vulnerables accedan a las peores tierras, sin posibilidades de elección 10 .

5
   Clichevsky, N., El mercado de tierras en el área de expansión de Buenos Aires y su incidencia sobre los sectores
populares. Periodo 1943-1973, Centro de Estudios Urbanos y Regionales, Instituto Torcuato Di Tella, Mimeo, Buenos
Aires. 1975, p. 31.
6
   Clichevsky, N., Informalidad y segregación urbana en América Latina. Una aproximación., Serie Ambiente y
Desarrollo, N° 28, N. U., CEPAL/ECLAC, Santiago, Chile, 2000, p. 23.
7
  Castells, M., op. cit., 1999, p. 141.
8
  Lefebvre, H., La revolución urbana, Alianza Editorial, Madrid, 1999.
9
  Clichevsky, N., op.cit., 1975.
10
   En este marco, la ecología urbana es un claro exponente que analizó la distribución y función urbana; Castells (1974),
al respecto, realiza una profunda crítica.

                                                           9
Esta misma autora señala que la configuración espacial es el resultado de los agentes insertos en la estructura
social sobre un medio físico e histórico determinado, la que a su vez, tiene efectos sobre las clases sociales 11 .
En este sentido, la expresión material del paisaje 12 urbano asume significado para el análisis espacial.
     Se puede observar que en los noventa se intensifica, en Latinoamérica, una corriente que a diferencia de
los análisis críticos de la desigualdad social urbana, bajo un discurso centrado en la participación ciudadana y
en mecanismos de planificación local, define a la ciudad como mercancía. La ciudad es entendida como una
mercancía más: fortalezas y debilidades, ventajas y oportunidades son definidas para competir con otras
ciudades en el contexto económico de reconversión industrial y tecnológica 13 . Es decir, un ejemplo en que se
expresa el capitalismo global, diferenciando el territorio entre sociedades ganadoras o perdedoras.
     No obstante, se pueden destacar experiencias locales e intentos de los municipios por proporcionar
mecanismos de participación ciudadana y/o modernización en la gestión del poder local, pero en un contexto
desfavorable de apertura económica y resignificación del Estado que ha llevado, entre otros impactos, al
desempleo estructural y a la exclusión social. Esta realidad social nos exige revisar críticamente el
incremento de la desigualdad urbana y los conflictos ambientales en la ciudad.
     Harvey 14 nos aporta a este esquema conceptual: “El espacio social, por consiguiente, está compuesto
por un conjunto de sentimientos, imágenes y reacciones con respecto al simbolismo espacial que rodea al
individuo. Entonces, el problema que surge es el del modo en que los cambios en la forma espacial de una
ciudad y los cambios en la forma que operan dentro de la ciudad producen modificaciones en los ingresos de
un individuo. El desequilibrio entre empleos y oportunidades de alojamiento ha significado un aumento en
los costos de accesibilidad de ciertos grupos de la población en relación con otros grupos” (1992:51). Por lo
tanto, siguiendo con las ideas de este autor, el modo en que cambie la forma espacial de un sistema urbano
dependerá, en parte, del modo en que los grupos que se forman negocien entre sí y emprendan una acción
colectiva en lo que respecta al emplazamiento de los varios campos de efectos exteriores que afectan su
ingreso real.
     Nora Clichevsky (1975, 1997, 2000, 2002) desarrolla analíticamente en sus trabajos las vinculaciones
mercado/submercados, grupos sociales, renta, distribución del ingreso y dinámica social con la producción
del suelo urbano y su expansión sobre el espacio rural. Al respecto sostiene que la competencia de usos
generada por el propio sistema del mercado determina que en la periferia de las áreas metropolitanas de la
Argentina se encuentren desplazándose mutuamente, o coexistiendo, el uso residencial de los sectores de
bajos ingresos y el uso residencial temporario de las clases medias y altas, las áreas de recreación de esas
mismas clases, las actividades industriales y la actividad agropecuaria. Se establece una oferta diferenciada a
nivel ecológico que corresponde a una diferenciación por clases sociales y por usos: lote urbano, para uso
industrial, quinta para uso rural o recreativo, chacra o campos de mayor extensión15 . Se puede afirmar que en
áreas de expansión urbana funciona simultáneamente el mercado de tierras rural y el urbano; empresas

11
   Clichevsky, N., op.cit., 1975, pp. 8-9.
12
   En relación al uso del concepto de paisaje, se aclara que su utilización adquiere sentido no como sinónimo de espacio,
sino como la expresión material del espacio. De aquí en más cada vez que se mencione el concepto se tomarán los
siguientes alcances del término:
   * Milton Santos al respecto comenta: Paisaje y espacio no son sinónimos. El paisaje es el conjunto de formas que, en
un momento dado, expresa las herencias que representan las sucesivas relaciones localizadas entre hombre y
naturaleza. El espacio es la reunión de esas formas más la vida que las anima. La palabra paisaje se utiliza
frecuentemente en lugar de la expresión configuración territorial. Ésta es el conjunto de elementos naturales y
artificiales que físicamente caracterizan un área. En rigor, el paisaje es sólo la porción de la configuración territorial
que es posible abarcar con la visión. Así, cuando se habla de paisaje también se hace referencia a la configuración
territorial. En: Santos, M., La naturaleza del espacio, Primera edición en español, Editorial Ariel, Barcelona, 2000.
   ** En relación a la segregación urbana y el paisaje, Manuel Castells aporta: “la distribución de las residencias en el
espacio produce su diferenciación social y especifica en el paisaje urbano, ya que las características de las viviendas y
de su población fundamentan el tipo y el nivel de los equipamientos y de las consiguientes funciones”, op. cit., 1999, p.
203.
13
   Simultáneamente, los procesos de reestructuración, globalización y desregulación de la economía están produciendo
cambios en los patrones localizacionales de ciertas actividades productivas y de servicios, lo cual se ve facilitado por
innovaciones tecnológicas que reducen la fricción de la distancia en el movimiento de información, insumos y
productos. En una economía desregulada y ante la ausencia de políticas estatales que promueven el equilibrio
interregional, el escenario local cobra relevancia como arena en la que se dirimen intereses y valores de diferentes
actores. En este contexto, anteriores criterios de “equidad socioterritorial” se consideran superados, sustituyéndose por
los de “competitividad local” (Tecco, 1997: 121).
14
   Harvey, D., Urbanismo y desigualdad social, Siglo XXI de España Editores, S.A., Madrid, 1992.
15
   Clichevsky, N., op. cit., 1975, pp. 29-30.

                                                           10
comercializadoras en la mayoría de los casos se vinculan a ambos. En las décadas de los '50 y '60, las
empresas necesitaban disponer de mayor capital financiero que las que actúan en áreas urbanas centrales por
las ventas en mensualidades que se realizan en la periferia. Formas que influirán a posteriori en los modos de
concentración que adopta el mercado de las áreas de expansión. A partir de los setenta las restricciones en la
producción de suelo urbano repercutirán en el precio de la tierra urbana con servicios, excluyendo del
mercado al sector social desfavorecido. Además, estas políticas hicieron más atractivos los bajos precios en
las zonas rurales pero destinados a los sectores sociales opuestos; esto, sumado a la estabilidad financiera y
al apoyo a los sectores del capital inmobiliario nacional e internacional dio como resultado expresiones
diferentes de expansión urbana como son las urbanizaciones privadas, cerradas, dentro del AMBA, en el
borde e incluso en las zonas rurales aledañas a la mancha urbana.


1.2. Segregación urbana

      Sobre la cuestión de la segregación urbana, los trabajos y aportes teóricos son innumerables 16 . En este
punto nos centraremos en alguno de ellos; para comenzar es oportuno precisar el presente concepto, para lo
cual se valora la propuesta de Castells 17 : “Porque si bien es cierto que la lógica del capital conduce a una
estructura urbana en crisis, no lo es menos que dicha lógica no es un proceso mecánico unidimensional, sino
que se enfrenta a los intereses sociales y a los proyectos colectivos, y se mediatiza finalmente en ese gran
proceso de conflicto y negociación que es el sistema político. La crisis es el resultado conjunto de formas
estructurales socialmente agotadas y de la presión de nuevas formas culturales y políticas que pugnan por
expresarse” (1981: 3).
      El tema de la vivienda y la producción de suelo urbano se consideran centrales en la visualización de la
segregación urbana. Los mecanismos diferenciales de producción de suelo conducen a una segregación
urbana cada vez más acentuada por las pésimas condiciones del hábitat. En las ciudades latinoamericanas, en
efecto, se da el proceso, por un lado, de la ilegalidad o precariedad de los asentamientos de una gran mayoría
de la población, mientras que por otro lado, se consolidan las residencias de los sectores sociales
privilegiados. El deterioro ambiental y la ausencia o insuficiente disponibilidad de los servicios básicos en
los sectores populares no son más que un producto de la segregación urbana, y ella misma se determina por
la diferenciación social y espacial.
      La estratificación urbana se corresponde a “un sistema de estratificación social (sistema de distribución
de los productos entre los individuos y los grupos), y en el caso en que la distancia social tenga una fuerte
expresión espacial, hablaremos de segregación urbana. En un primer sentido se entenderá por segregación
urbana la tendencia a la organización del espacio en zonas de fuerte homogeneidad social interna y de fuerte
disparidad social entre ellas, entendiéndose esta disparidad no sólo en términos de diferencia, sino de
jerarquía” 18 .
      David Harvey 19 señala que “la ciudad es un símbolo de nuestra cultura, un símbolo del orden social
existente, un símbolo de nuestras aspiraciones, nuestras necesidades y nuestros temores. Así pues, si
queremos evaluar la forma espacial de las ciudades, debemos, de un modo o de otro, comprender tanto su

16
   La segregación territorial y la expoliación urbana fueron claramente definidas por Kowaric (1976). Para el caso de la
RMBA, se valora la producción y síntesis urbana de Prevot-Shapira (1996, 2000). Este material relevante se
complementará con otros aportes, en lo que concierne a los cambios en el uso del suelo periurbanos a intraurbanos, y
conflictos espaciales: cabe destacar la producción de Bozzano (1991, 1995, 2000). Las escalas de análisis van desde la
unidad municipal a la de región metropolitana que incorporan los diferentes grupos sociales y regulación en la
producción del espacio urbano; encontramos, por ejemplo, a Suárez (1994) y Torres (1993, 1998, 2001).
      Ha sido de suma utilidad haber consultado trabajos para el análisis de los patrones de crecimiento urbano y sus
problemáticas socioterritoriales. Esta temática reúne información variada que va desde aspectos productivos, sociales y
territoriales hasta los ambientales, como son las publicaciones de Hardoy, 1995, Vapñarsky et al; 1989, 2001 y Garay,
1995, entre otros.
      Para el concepto de la renta de la tierra, se consultó Topalov 1979 y Clichevsky 1975, 1989, 1996, entre otros.
Otros aspectos de estudio e indagación fueron los marcos normativos y la reforma del Estado, ambos facilitadores de las
transformaciones socioterritoriales. Vinculados con esta última perspectiva, los investigadores considerados fueron
Coraggio 1997, Ciccolella, 1998a., 1998b y Montabani 1997, 2001. Por último, se consultó por el tema de la crisis
urbana de reciente resignificaci6n en el plano político del poder local, entre otros a Pirez 1991, 1993, 1994, Coraggio
1997 y Herzer 1996, Borja y Castells, 1998.
17
   Castells, M., Crisis urbana y cambio social, Siglo XXI, Madrid, 1981.
18
   Castells, M., La sociedad red, Alianza editorial, Madrid, 2000, p. 204.
19
   Harvey, op. cit, 1992, pp. 25-26.

                                                          11
significado creativo como sus dimensiones meramente físicas. (...) El punto básico que estoy tratando de
establecer es que, si queremos llegar a un entendimiento de la forma espacial, debemos preguntarnos en
primer lugar por los caracteres simbólicos de dicha forma” (1992:25-26).
      Castells 20 , al respecto, comenta que un territorio no es sólo un espacio geográficamente determinado,
sino que es una delimitación específica de la sociedad. Expresa unas relaciones de producción, una forma de
aplicar la tecnología a la naturaleza, una tradición cultural, una red de relaciones de poder. “Pero el conjunto
de esas expresiones no es la reproducción ‘en pequeño’ de lo que es la sociedad global ‘en grande’. Es una
expresión específica, según el desarrollo histórico del conjunto de esos procesos en el ámbito territorial
determinado” (1981, 199).
      Estas ideas de Castells nos hacen reflexionar sobre el rol explicativo de la escala local. Ese concreto
espacial, materializado, en nuestro caso, en la localidad de Campana, puede ser entendido a partir de la
combinación de una serie de factores que configuran el conjunto de las sociedades locales. El autor señala
que un primer conjunto de factores lo constituyen las relaciones de producción, en ese territorio: quién paga
a quién, cuánto y cómo, de qué depende y con qué se produce; de dónde viene el capital y de dónde viene el
trabajo; adónde van los excedentes. “Cuáles son los instrumentos de gestión de esa producción, cuáles los
canales de distribución y cuáles servicios subsidiarios necesarios. Y todo ello en función de las fuerzas
productivas especificas del territorio: qué tipo de espacio físico es, qué recursos naturales hay, qué tecnología
se aplica y cómo se aplica” (1981, 298).
      Sobre el alcance teórico y empírico del concepto “segregación”, N. Clichevsky (2000) plantea dos tipos
básicos, relacionados entre sí: segregación socioeconómica y sociocultural. Cada una de ellas con diferentes
variables: nivel de ingreso, instrucción, tipo de empleo; para las segundas: nacionalidad, religión.
      De este análisis, propone como categoría la segregación socioeconómica localizada o socioespacial. De
allí que define dos determinantes en el proceso de segregación: la dinámica demográfica de los diferentes
grupos socioeconómicos y los patrones de movilidad residencial dentro de la ciudad. Y agrega otras
variables referidas a las condiciones de habitabilidad, vulnerabilidad ambiental, entre otras, aunque aclara
que en los estudios urbanos, su inclusión no es frecuente 21 .
      Es justamente en estas variables que hacen a las condiciones del hábitat, como el acceso a los servicios
básicos urbanos, la accesibilidad y los niveles socioeconómicos de la población, donde el presente trabajo
profundizará para la definición y análisis de la segregación urbana y ambiental en la localidad de Campana.


1.3. Transformaciones productivas y espacio

     La complejidad social y la pauperización de las ciudades no son fenómenos nuevos o recientes en
América Latina. No obstante, en los últimos treinta años se ha consolidado una segregación social
abrumadora. En cifras relativas significa que el 36,9% de la población pobre era urbana para 1970, mientras
que para 1997, alcanzaba el 61,7%, lo cual indica una clara urbanización de la pobreza; en números
absolutos se traduce en 125,8 millones de habitantes urbanos pobres para 1997 22 .
     Desde el aspecto físico-material la ciudad da cuenta de este proceso donde se observa la pérdida de
espacios públicos, el deterioro de los centros históricos, el papel central de las urbanizaciones privadas
dentro y fuera de la ciudad metropolitana; también, aparecen asociadas a estas últimas algunas funciones
selectivas en el espacio para alto consumo o recreación, que se expresan desde lo simbólico con los estilos
arquitectónicos diferenciadores de la trama urbana, entre las principales manifestaciones de la concentración
del ingreso. ¿A qué se deben estos cambios? Un aspecto a tener en cuenta es la transformación productiva en
la escala internacional-nacional y su impacto en la ciudad, aspecto que desarrollaremos en este eje
conceptual.
     Este eje, al igual que el anterior, tiene una vinculación directa con la modalidad en la producción de
suelo urbano, esta vez desde la espacialidad de los procesos productivos.
     De los muchos trabajos producidos desde la perspectiva del espacio económico, destacamos aquellos
que han contribuido a desarrollar cuatro conceptos básicos: la naturaleza del espacio social, el interjuego de
escalas en el análisis socioespacial, la ciudad y el territorio como ámbitos de producción y reproducción de la
fuerza de trabajo. Es decir, la relación entre capital-trabajo-sociedad y espacio.

20
   Castells, op. cit., (1981), p. 299.
21
   Véase Clichevsky, N., op. cit., 2000, pp. 9-10.
22
   Arriaga, C., Pobreza en América Latina. Nuevos escenarios y desafíos de políticas para el hábitat, Serie Ambiente y
Desarrollo N° 27, N. U., CEPAL/ECLAC, Santiago, Chile, octubre de 2000.

                                                         12
El nuevo orden económico del capital y su espacialidad 23 abre horizontes y precisa la existencia de
caminos de exploración de las relaciones entre industrialización y urbanización 24 . Las economías de
aglomeración y los efectos externos se sitúan en el corazón de esta reflexión desde los años '90, pues son las
metrópolis las responsables principales de la existencia de economías de escala crecientes. De esta forma, es
posible entender mejor las interacciones existentes entre industria y ciudad, no sólo en la escala nacional sino
en la internacional, dentro de la cual es necesario comprenderlas.
     No obstante, la ciudad, más allá de su dimensión o tamaño, ya no es simplemente una canasta de bienes
y servicios, sino también, y fundamentalmente, un paquete de economías externas (mercado, servicios,
conectividad, recursos, entre otros). La industria contribuirá a la concentración urbana en la medida en que
aporte a la producción o consolidación de estas economías externas de aglomeración; por su parte, la ciudad
atraerá o promoverá el desarrollo de las industrias en la medida en que ofrezca un adecuado paquete de
externalidades, valorizaciones que varían según el orden económico vigente.
     Se establece así una relación dinámica entre ciudad e industria. Sin embargo, la manera como se
articulan la ciudad, como producto colectivo, y la actividad económica individual en la producción de este
tejido socioeconómico no es completamente clara ni fácilmente discernible. Los mercados de la ciudad y su
superposición operarán como uno de los mecanismos de articulación de estos dos niveles, individual y
social; no obstante, las relaciones económicas que se dan por fuera de las sanciones del mercado deben
acudir a nuevos conceptos para ofrecer explicaciones a este proceso, como el de la producción del suelo
urbano y la renta para interpretar los efectos en la segregación urbana y la producción de la ciudad.
     En este marco, el rol de las ciudades varía, y encontramos numerosos casos en América Latina, en la
actual lógica del capital internacional, donde se manifiestan intensas transformaciones territoriales y
económicas, más allá del tamaño o jerarquía urbana. Entre los principales aportes de Alain Lipietz 25 se
destaca el Capital y su espacio; en esta obra plantea varias preguntas clave que nos ayudan a enmarcar
nuestra temática central de la producción y reproducción urbana y la dinámica industrial en la región
vinculadas con el carácter heterogéneo, desigualmente desarrollado, del espacio concreto y la dolarización
entre regiones y naciones, y sobre el papel del valor en el espacio como regulador de las actividades
capitalistas 26 .
     En esas preguntas se explicitan las características elementales de las transformaciones espaciales
contemporáneas: la heterogeneidad, la desigualdad, la polarización. De allí que analiza críticamente los
paradigmas de la economía neoclásica, donde no se encuentran “naturalmente” ni el equilibrio, ni la
homogeneidad, ni la convergencia. “La heterogeneidad pone de manifiesto la existencia de diferencias
socioeconómicas estructurales entre los espacios. La desigualdad destaca las distintas velocidades y ritmos
de movimiento en los componentes del espacio social y, finalmente, la polarización señala la tendencia a la
concentración espacial del poder económico. De esta manera se define una dimensión macroeconómica
espacial del poder económico que interactúa localmente. Esta dimensión del capital global es asumida como
el resultado de la combinación de lógicas de naturaleza diferentes, tanto por su contenido y su dinámica
como por la asimetría de sus relaciones” (Cuervo y González, 1997, 24).
     Desde el punto de vista del capitalismo global, la distribución y concentración de la riqueza ha sido el
principal exponente desde la década de los '70. El discurso de la globalización económica y sus beneficios
“naturales” fueron los argumentos que se esgrimieron para la “modernización” del Estado, la privatización
de las empresas nacionales y la apertura económica indiscriminada, entre otros rasgos principales. La
economía argentina presenta signos claramente contradictorios al finalizar la década de los noventa, y esto se
evidencia en la expresión local –y regional–, periodo donde adquirieron una importancia sin precedentes las
inversiones directas externas y las empresas multinacionales. La dinámica de las inversiones, el capital
internacional y el poder local tendrán un papel protagónico en la presente investigación.



23
   Véase sobre el tema de globalización del capital y espacialidad y su impacto en las ciudades a José Marcos Pinto da
Cunha, “Urbanización en América Latina en tiempos de globalización: elementos para el debate”, en: Urbanización,
redistribución espacial de la población y transformaciones socioeconómicas en América Latina. Serie Población y
Desarrollo N° 30, N. U., CEPAL/ECLAC, Santiago, Chile, setiembre de 2002, pp. 9-18.
24
   Una obra que sintetiza geográficamente el rol del capitalismo a escala planetaria de verdadera importancia, dados los
niveles de profundidad y el análisis de las repercusiones territoriales, es Geografía económica. Lógica espacial del
capitalismo global, de Ricardo Méndez, Ariel Geografía, Barcelona, 1997.
25
   Lipietz, Alain, Le capital et son espace, Ediciones La Découverte/Maspéro, París, 1983.
26
   Véase en especial Joan-Eugeni Sánchez, “Apropiación del espacio y excedente”, en Espacio, economía y sociedad,
Siglo XXI de España Editores, S.A., Madrid, 1999 pp. 104-115.

                                                          13
1.4. Hipótesis sobre la fragmentación urbana

     De lo expuesto en los ejes conceptuales se proponen para el estudio de Campana las siguientes
hipótesis:
        El histórico auge industrial de Campana de mediados del s. XX fue el principal factor del
        crecimiento demográfico y urbano, impacto en la expansión física descontrolada de la ciudad y en la
        producción local del suelo urbano. Fue un proceso insuficientemente regulado, lo que generó las
        bases espaciales de la actual fragmentación urbana.
        En Campana tuvieron lugar diferentes formas de producción de suelo urbano, según el momento
        histórico. En el s. XX se destacan dos situaciones bien definidas: el loteo para el sector popular, con
        el auge del crecimiento industrial en la ciudad, y el loteo para sectores económicamente favorecidos,
        sobre todo en los noventa, con el auge de modelos urbanos de autosegregación residencial. Ambas
        situaciones son partes del mismo proceso de acumulación social del capital.
        Los cambios recientes a nivel nacional e internacional en la estructura productiva y en la
        organización espacial del trabajo han impactado en la escala local y se reflejan en la actual
        segregación urbana de la ciudad.
        La segregación urbana y ambiental de la ciudad no es el resultado de un proceso “natural” o
        “espontáneo”, sino por el contrario, es la expresión de las decisiones de los diferentes agentes, en
        especial del mercado de tierras, la industria, el marco de regulación en la producción del suelo
        urbano, y de las políticas urbanas, según corresponda el momento histórico de análisis.


1.5. Metodología de la investigación

     La investigación propone reconstruir el mapa social de la producción de suelo urbano para la ciudad de
Campana, tratando de analizar los cambios de usos de suelo y de identificar los principales conflictos
ambientales que estos cambios generaron/generan en el territorio. Sin duda, los interrogantes expresados
sobre la temática demandaron de la investigación explicar las valorizaciones sociales del territorio con los
actuales contextos sociales, pero también, con los de su pasado reciente. En esta búsqueda de respuestas se
necesito establecer articulaciones entre sociedad-mercado y formas urbanas –regulación–, renta del suelo y
ambiente.
     En los últimos diez años han acontecido reestructuraciones productivas, políticas y urbanas muy
significativas. Todas ellas se concretan dentro del discurso vigente neoliberal y la globalización aparece
instalada como la principal responsable de los ajustes y cambios. Este fenómeno se expresa en el territorio
local con diferentes intensidades, ya que se comporta a la vez como receptor y protagonista de los cambios
sociales. Se puede observar en otras escalas y casos una acabada tendencia que lleva a la fragmentación y
segregación espacial de las sociedades.
     En relación con estos cambios territoriales, el mercado de tierras se impone como uno de los principales
reguladores del uso del suelo, propiciando las brechas sociales y económicas de la población, tanto en el
pasado como en el presente. El análisis del uso del suelo facilitó interpretar la situación socioeconómica e
histórica en la que los cambios fueron gestados, el régimen político vigente (local y provincial) y los sectores
sociales involucrados, la organización administrativa del Estado y el marco regulador de la tierra urbana.
     En este marco, se profundizaron los siguientes aspectos:

        Proceso histórico, en donde se confrontan las ideologías con las estructuras locales, y surgimiento
        del espacio urbano.
        Interacciones económicas y sociales. El auge industrial y los efectos territoriales.
        Ciudad y tecnología, el papel de las empresas transnacionales y el empleo.
        Procesos de urbanización, articulación económica y exclusión social.
        La producción del suelo urbano, mercado y Estado.
        Valoraciones sociales del medio y deterioro ambiental.

     El paso inicial de la investigación estuvo centrado en la revisión bibliográfica vinculada a la
construcción del marco teórico y la interpretación conceptual del crecimiento y segregación urbana de
Campana. En esta etapa, también fue importante la indagación sobre trabajos realizados sobre la ciudad.
     En cuanto a la reconstrucción de los procesos económicos e históricos para el marco explicativo general
se tomaron fuentes indirectas, pero para el análisis empírico se utilizaron básicamente fuentes primarias,

                                                      14
estadísticas y entrevistas a informantes clave. Para las principales industrias se consultaron documentos
institucionales y balances, entre otros instrumentos de análisis.
      En la etapa de la construcción del proceso de la producción de suelo urbano, se realizó un intenso
relevamiento del proceso de subdivisión de la tierra en la Dirección de Catastro de la Municipalidad de
Campana, tarea compleja, ya que no se contaba con ninguna sistematización anterior. Como resultado de este
relevamiento, se elaboró un banco de datos donde se desarrolla, barrio por barrio, el proceso de
fraccionamiento, agentes que intervienen, dimensiones, cantidad de parcelas y superficie de tierra que se
incorpora al mercado urbano por décadas. De allí se estimó el tamaño de la superficie total fraccionada por
año –a partir de los registros catastrales reconstruidos– para todos los barrios del partido. Para este
relevamiento, se tomó en cuenta la estructura física de la ciudad definida por el municipio a diciembre de
2002.
      En todos los capítulos se realizó un esfuerzo técnico para presentar mediante diferentes instrumentos los
datos e información geográfica construida. En esta etapa se aclara que fue necesario realizar un relevamiento
de los institutos que ofrecían algún tipo de información. Entre estos se valora la recopilación de fotografías
aéreas y archivos fotográficos, los que apoyaron la investigación.
      En cuanto a la cartografía existente sobre el área de estudio, se destaca la falta de actualización de las
principales fuentes y la diversidad de escalas; estos rasgos tuvieron que ser resueltos a partir de la
homogeneización y construcción de un mapa base. El lenguaje cartográfico pudo expresar la diversidad de
situaciones históricas del crecimiento físico de la ciudad. El capítulo 5 y las conclusiones presentan una
cartografía temática como un instrumento importante a la hora de expresar algunos aspectos de la
producción, crecimiento y segregación urbana.
      Por otro lado, se puso atención a los discursos dominantes en la comunidad, sobre todo los vinculados
con el mercado de tierras, la industria y la regulación pública (siempre centrando esta información en
relación a los ejes conceptuales del trabajo); para ello se analizó, como principal publicación gráfica, el
diario local entre 1950-2000. Y a partir de allí, se procedió a la selección de noticias jerarquizadas y a su
interpretación.


1.6. Caracterización inicial del partido de Campana

     El partido de Campana es un buen exponente de las transformaciones sufridas en el agro bonaerense,
con un predominio de las actividades productivas orientadas a la exportación, las cuales “giran” alrededor de
las decisiones tomadas en el plan del comercio internacional. La instalación del puerto de Campana le
permitió al partido una autonomía y una organización muy particular, que lo diferencia del resto de los
partidos bonaerenses. La aparición del ferrocarril en 1876 convierte al puerto de Campana en el eslabón de
unión entre la Capital y la parte céntrica del país. A partir de entonces se iniciará una historia de cambios, de
adaptaciones y construcciones nuevas para insertarse en el dinámico contexto productivo regional y nacional.
     El puerto, el ferrocarril y la organización íntegra del territorio de Campana en sus inicios (a fines del
siglo XIX) se desarrollaron en torno de su producción agropecuaria, e inclusive las primeras industrias
giraron alrededor de esta actividad, como fue por ejemplo la instalación del primer frigorífico 27 . Para 1895 el
sector contaba con fuertes inversiones, en primer lugar en Zárate, en segundo término en Campana. El
proceso industrial seguirá su propio curso con la industria frigorífica hasta 1926, y en 1905 se instalará la
Compañía Nacional de Aceites (Instituto Agrario Argentino, 1944). Estas industrias, asociadas al mundo
rural y a su modelo productivo, sufrirán un quiebre en 1930, como sucederá en la escala nacional e
internacional. La industria tomará otros rumbos hasta llegar a su máxima expresión con el desarrollo
industrial 28 petroquímico, y la industria siderúrgica bajo el modelo desarrollista con Siderca, en los años
cincuenta.
     En términos generales, el partido de Campana se caracteriza por el crecimiento sostenido y continuo de
su población. Los datos censales reflejan que la población urbana 29 del partido es la que más ha crecido,
superando la media nacional. Una limitación a tener en cuenta para el análisis de la población son las

27
   Es en la ciudad de Campana donde la firma Drable Hnos. instala el primer frigorífico del país. (Suma de Geografía,
1958).
28
   Puede vincularse con la efectivización de una serie de localizaciones industriales de consideración, básicamente
Dálmine y Siderca hacia 1950 (Kullock, 1987).
29
   Adoptando el umbral oficial hoy vigente de “localidad urbana”, según los datos de los ocho censos nacionales de
población efectuados hasta ahora el porcentaje de población urbana en la Argentina era 28% en 1869, 37% en 1895,
53% en 1914, 72% en 1960, 79% en 1970, 83% en 1980 y 86% en 1991 (Vapñarsky y Gorojovsky, 1990).

                                                         15
características de los censos. Estos no permiten discriminar los datos en población rural del delta o del sector
de tierra firme.
      La urbanizacion 30 se relaciona directamente con el desarrollo industrial del partido, que forma parte del
litoral industrial. Los últimos datos del censo (1991) confirman la tendencia, mostrando la desigualdad en la
distribución de la población urbana: el 64% se concentra en la localidad cabecera, el 22% en barrios
adyacentes y el 14% está asociado a las rutas nacionales 9 y 12 (Kullock, 1995).
      La crisis del campo y el auge industrial llevarán a una reducción continua de la llamada población rural
y, con ella, nuevas transformaciones territoriales. Estos comportamientos y movilidad de la población se
asocian directa o indirectamente con los procesos macros nacionales, que en especial dieron origen al Gran
Buenos Aires y que orientaron la expansión urbana e industrial, rasgos aún presentes en la organización
espacial de la región pampeana (Ferrer, 1995; Rofman y Romero, 1990; Gaignard, 1989).
      Dado el objetivo del trabajo, el universo se limitará a la población urbana del territorio, en “tierra firme”
del partido de Campana. No se contemplará a la población isleña, por su particular dinámica.
      El partido de Campana se puede clasificar en dos grandes ambientes naturales y sociales: la denominada
tierra firme, que se desarrolla en una llanura interfluvial, y el ambiente de delta. El primer ambiente presenta
un paisaje sumamente intervenido donde se asienta la ciudad de Campana, su área periurbana y en el que se
realizan actividades agrícola-ganaderas sobre pasturas implantadas.
      Cada vez que se cite al partido de Campana y su territorio se hará exclusiva referencia a este sector
territorial de llanura, que se encuentra atravesada por cursos de agua: arroyo de la Cruz, arroyo del Pescado,
entre los más destacados, y rodeada por el río Luján y el Paraná de las Palmas.
      Campana limita al norte con el río Paraná Guazú, que sirve de límite interprovincial con Entre Ríos, al
sur con el partido de Exaltación de la Cruz, al este con los partidos de Pilar, Escobar y San Fernando y al
oeste con el partido de Zárate. El partido se ubica en los 34° de latitud sur y los 58° de longitud oeste, con
una superficie de 954,54 km2. Más de la mitad de la extensión comprende actualmente al sector de islas del
Delta del Paraná (60,5%); el resto del territorio, tierra firme, se extiende enteramente en la pampa ondulada,
ocupando el 39,5%, que constituyó para el análisis histórico del período colonial el corredor fluvial de la
provincia, tempranamente ocupado dada su posición, lazo vital para la comunicación e integración de los
territorios con el Alto Perú. Recién hacia 1885, estas tierras son declaradas “partido”. Se escinden del partido
de Exaltación de la Cruz y alcanzan su autonomía política-administrativa. Desde entonces, como veremos en
los capítulos siguientes, Campana ciudad-puerto ha “interpretado” a lo largo del tiempo cambios que
redefinieron su posición en el contexto local, regional, nacional e internacional.
      En la actualidad, Campana presenta varios aspectos que merecen considerarse en relación con su
posición. El primero es la integración a la AMBA 31 , gracias a las mejoras en la infraestructura, y el
transporte.
      El segundo, es que Campana está dentro del cinturón fluvial industrial, que se extiende desde las
ciudades de La Plata hasta Rosario. En el presente se conforma un eje de mayor interacción material y de
flujos en el territorio de la AMBA a través del llamado Corredor Norte de la provincia de Buenos Aires que
tiene como eje la RN 9, que lo conecta con el centro de Buenos Aires y la ciudad de Rosario. El área ha
concentrado en los últimos años importantes inversiones, que remarcan su favorable posición relativa entre
Buenos Aires y Rosario. Entre los aspectos positivos se puede subrayar su excelente accesibilidad vial y
fluvial, que además se supera de manera permanente.
      Por otro lado, Zárate y Campana componen un microconglomerado industrial y portuario que se
consolida cada vez más. Este binomio de ciudades adquiere una dimensión estratégica en el corredor hacia el
Mercosur, por el complejo Zárate-Brazo Largo, fortalecido por fuertes inversiones en infraestructura
portuaria a orillas del Paraná de las Palmas en ambas ciudades, con el predominio de capitales privados e
internacionales. En los últimos años, los flujos de bienes y servicios portuarios han sido más que relevantes
para el dinamismo de diversos sectores económicos locales.
      La excelente accesibilidad vial interurbana y regional la ubica en una posición relativa privilegiada. Se
reconoce como eje principal a la ruta nacional 9 que, como hemos señalado, conecta a Campana con las
ciudades de Rosario, Córdoba y con el norte del país. La ruta provincial 6 permite conexiones con otros ejes
como las RN 5, 7 y 8. Por último, la RN 12 la vincula con la ciudad de Zárate y, por medio del Complejo
Zárate Brazo Largo, con Entre Ríos, el Litoral, Uruguay y Brasil.

30
   La urbanización es el aumento relativo de la población concentrada con respecto a la población total de un área
(Vapñarsky y Gorojovsky, 1990).
31
   Esta afirmación se sustenta por ejemplo en el trabajo de Gorelick (2001), H. Bozzano (2000), como en otros
antecedentes, y en la planificación Estratégica de Campana (1999).

                                                        16
Por otro lado, un factor histórico del poder portuario de Campana ha sido la presencia de un nodo
ferroviario para la exportación regional de la producción agropecuaria. En la actualidad la red ferroviaria
cuenta con el ex ramal Mitre, en el que hoy opera Nuevo Central Argentino (NCA), que la vincula con el
resto del país por medio de otras vías y operadores ferroviarios para el transporte de carga. Para el transporte
de pasajeros está operando TBA, que conecta a esta ciudad diariamente –pero con una frecuencia limitada–
con Buenos Aires.
     En definitiva, Campana se ha ido constituyendo como ciudad privilegiada por sus condiciones fluviales,
que le permiten posicionarse ventajosamente, con una actividad portuaria que suplementa y compite con la
saturación de los puertos de Buenos Aires y/o con los costos y/o la ineficiencia de otros puertos. Tomando el
actual contexto de la lógica del transporte multimodal, esta ciudad se encuentra favorecida. Esta ventaja de
su posición relativa se resignifica en función de las recientes inversiones de empresas de cargas y transportes,
como de otras multinacionales, en las mejoras de la infraestructura portuaria. Paralelamente, otras
inversiones privadas se producirán en el sector vial; son claros ejemplos las que actualmente se realizan en la
RNT 9, RN 12 y la RP 6 32 .
     Hacia el interior del territorio estos ejes y corredores responderán localmente, desde el lugar, a las
intencionalidades económicas. De esta forma, la ciudad y sus conectores territoriales integrarán o
fragmentarán, pero tendrán una indiscutida impronta en la configuración del espacio del partido y, en
especial, con la producción del suelo urbano e industrial.




32
  Los puertos están asociados directamente con la producción industrial o con un grupo de empresas, o como servicio.
Entre 1998-2000 Tagsa ha invertido en el puerto alrededor de $ 35.000.000, según la Secretaría de Producción,
Municipio de Campana.

                                                        17
Capítulo 2

                                    TERRITORIO Y EXPRESIÓN URBANA


     La ciudad de Campana que hoy conocemos tuvo su origen en el s. XIX con la creación del puerto y el
pueblo. Algunos empresarios reconocieron tempranamente al Rincón de Campana como posible nodo de
transferencia de bienes entre Rosario-Buenos Aires, y como boca de salida del excedente agropecuario de la
región. Esta valorización social del lugar 1 reunió dos dimensiones: una, relacionada con su condición de
puerto fluvial en función del circuito comercial en el corredor Buenos Aires-interior del país, y la otra,
relacionada con la función de centro de servicios para el mundo rural de la región. Ambas valorizaciones
tuvieron una influencia central en su singular configuración espacial y en el proceso de producción de suelo
urbano que se materializó con la traza del pueblo y el puerto, estructuras materiales que aún están presentes.
     En este capítulo, se propone analizar los procesos que influyeron en la producción del suelo urbano en
su contexto histórico y productivo 2 . Es por ello que se abordan cuatro etapas en la presente reconstrucción
social del espacio urbano:
     1) Hacienda, estancia y territorio; 2) De las primeras explotaciones a la moderna estancia; 3)
Ferrocarril, puerto y pueblo. Estas tres primeras etapas abarcan un extenso período que va desde los
primeros antecedentes de ocupación hasta entrada la crisis del '30, identificando los principales elementos
explicativos que actuaron a nivel regional-nacional y local, y que influyeron en el modelo de reproducción
urbana. Por último, en el punto 4) La impronta espacial del frigorífico, caracteriza el rol de la industria como
modelo de producción urbana que asume la ciudad, fenómeno fabril que encontramos, inclusive, antes de la
sustitución de importaciones.


2.1. Hacienda, estancia y territorio

     En todo el período de la América colonial el rasgo distintivo de la organización económica fue el
régimen del monopolio impuesto por las metrópolis europeas. En pleno capitalismo mercantil, el usufructo
de posiciones económicas y comerciales implicaba la exclusión de toda competencia de terceros países. La
puja por el poder económico y político fue constante entre las potencias de España, Portugal, Holanda e
Inglaterra, esta última, con pleno poder para el s. XVIII. Durante el siguiente siglo, los movimientos de
independencia en América Latina se desarrollaron bajo la estrecha vigilancia y acuerdos con los capitales
británicos.
     La estructura territorial y del sector productivo de América colonial dieron lugar a un singular proceso
de urbanización con la fundación de las ciudades, las que organizaban extensos territorios bajo la
subordinación administrativa de virreinatos o capitanías. En la Argentina, territorios subordinados al Alto
Perú, las economías regionales –por ejemplo en Tucumán– tuvieron cierto desarrollo, dado que se
vinculaban con los centros productivos, como el caso de Potosí, modelo que se extiende hasta la primera
mitad del s. XVIII.
     Durante la etapa colonial, la región del Litoral (Buenos Aires, Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe) fue la
más atrasada y menos poblada del actual territorio argentino. La hacienda cimarrona, a lo largo de este
período, constituyó una actividad para la subsistencia y la satisfacción de las necesidades de los pequeños

1
  En este sentido, es interesante rescatar el significado de lugar de M. Santos, quien realiza una analogía en relación a la
propuesta de Whitehead sobre la “diversificación de la naturaleza”. La tesis de este último autor supone que existe una
reunión indisoluble entre los objetos y los acontecimientos en el mundo natural; para el autor, “los objetos solamente
están en el espacio y en el tiempo debido a sus relaciones con los acontecimientos”. Sobre esta tesis, M. Santos
propone: “El papel que, en el mundo natural, representa la diversificación de la naturaleza, proponemos compararlo con
el papel que, en el mundo histórico, representa la división del trabajo. Ésta, impulsada por la producción, atribuye, en
cada movimiento, un nuevo contenido y una nueva función a los lugares (...) La diversificación de la naturaleza es
proceso y resultado. La división internacional del trabajo es proceso cuyo resultado es la división territorial del trabajo.
Sin duda, las dos situaciones están emparentadas, aunque cambie la energía que las mueve. Por otro lado, la naturaleza
es un proceso repetitivo, en tanto que la división del trabajo es un proceso progresivo” (Santos, 2000, pp. 110-111). A
partir de este momento se delimita el alcance del término “lugar”.
2
  Milton Santos, en varias de sus obras, señala el papel central de la técnica y del trabajo en la producción y
reproducción del espacio, en el marco del movimiento continuo de las dinámicas sociales y desde los diferentes ritmos
de integración a los circuitos productivos de la economía regional o mundial, según se trate.

                                                            18
núcleos urbanos. Economía regional que obtenía básicamente carne, cuero, grasa y pezuñas 3 . Esta economía
se irá expandiendo y planteará la necesidad de aumentar la extensión de las tierras disponibles y la formación
de unidades de producción para criar ganado: las estancias. Esto llevó a la necesidad de ejercer el derecho de
propiedad sobre los rebaños, y una profunda transformación, la apropiación del territorio.
      A fines del s. XVIII, la apertura del Río de la Plata al comercio colonial dio al puerto de Buenos Aires el
papel de intermediario comercial; este hecho habría de influir decididamente en la etapa de transición a la
economía primaria exportadora. La Revolución de la Independencia, a comienzos del s. XIX, consolidó el
libre cambio y las ideas liberales, constituyendo el proyecto político y económico de la sociedad porteña.


2.1.1. Antecedentes del régimen de la tierra y representaciones del territorio

      Como primer antecedente sobre el régimen de la tierra 4 a escala nacional y provincial, haremos
referencia a las leyes españolas, las que disponían de numerosas disposiciones que regían para el medio
americano. Estas leyes estimulaban y afianzaban la conquista de extensos territorios. Abundantes en detalle,
en manifestaciones doctrinarias y preocupadas en retener para el Fisco las mayores ventajas y atribuciones,
llegaban al Río de la Plata sin energía y eficacia para imprimir ciertas características, y permitían que en la
Colonia el régimen de la tierra siguiera el movimiento regular, la trayectoria necesaria que surgía desde el
lugar.
      Fundada la ciudad y nombradas las autoridades, se abrían los asientos y comenzaba la entrega del suelo,
en presencia del procurador y con parecer del Cabildo o, simplemente, el dueño de la capitulación.
Encabezaba la lista el poblador principal, que siendo capitulante recibía una tercera parte del total de la tierra
fuera de pueblos y ejidos. Se distribuían los solares, peonías, caballerías, chacras teniendo en cuenta los
méritos y calidades de cada persona, sin perjuicio de indios y tierras ya ocupadas 5 .
      La tierra se hallaba en manos de los grandes propietarios: del rey y de los favoritos. La complicación en
los trámites y monto de los impuestos para la compra del suelo aseguraba su inmovilidad. Generalmente los
militares, funcionarios públicos y comerciantes enriquecidos fueron los únicos propietarios.
      Como segunda etapa podemos referirnos a la Revolución de Mayo, con un orden político y jurídico que
mantenían las viejas tradiciones, sobre todo en relación al régimen de la propiedad y la concentración de la
tierra. Ésta continuaba distribuyéndose como en la época colonial, por el remate, la compensación y las
mercedes, aunque cabe destacar que el suelo ya no fue patrimonio exclusivo de españoles. Caídas las
autoridades españolas, apaciguadas las primeras luchas, comenzó un nuevo régimen: la distribución de la
tierra. Una vez declarada la Independencia, la propiedad fue de la república. Sin embargo, el régimen
implantado por España dejó una estructura que permitía a un grupo de ricos comerciantes, funcionarios y
militares tener el monopolio de la tierra.
      En síntesis, la legislación española subsistió íntegra desde la fundación, trazado y distribución del suelo,
y se mantuvo viva con su sistema de población, la mensura incierta y en las formas de transmisión de la
propiedad. El estancamiento de la población y el latifundio fueron hechos salientes. El negocio de la tierra
llegó a ser el “negocio clásico”, como decía Rosas en sus mensajes. Todos tenían el “sentido de la tierra” y
confiaban en ella la seguridad de su fortuna (Cárcano, 1972, p. 73). La historia de la colonización y
distribución de la tierra en la provincia de Buenos Aires ha sido accidentada y sin demasiado éxito, a pesar
de diversos esfuerzos. Si bien la inmigración y la modernización agropecuaria irrumpirán con violencia a
fines del siglo XIX, muy peculiares fueron las vías y los efectos de ese desarrollo. La ocupación de la llanura
pampeana no ligó a sus habitantes entre sí; el aislamiento, la precariedad y el difícil acceso a la propiedad
continuaron siendo las características de la vida rural. James R. Scobie 6 (1968) afirma que “la región

3
  Ferrer, A., La Economía Argentina, F.C.E., Buenos Aires, primera reimpresión, 1974.
4
  Sobre el régimen de la tierra para mayor profundidad se recomienda consultar, de Miguel Ángel Cárcano, Evolución
histórica del régimen de la tierra pública. 1810-1916, Eudeba, Buenos Aires, 1972. Tercera edición con la legislación
de Tierras Públicas Nacionales y el régimen vigente en las nuevas provincias, 1950-1970, por la Dra. María Susana
Taborda Caro.
5
  Las Leyes de Indias, las ordenanzas de intendentes y numerosas capitulaciones, cédulas y decretos formaban el cuerpo
legal que regía la distribución de los campos fiscales, que fueron adquiriendo características propias derivadas de la
costumbre. Comenzaba la ocupación del suelo por el indio, donde no llegaba la posesión del español, con esta
incongruencia: que debían respetarlo y al mismo tiempo conquistarlo para extender sus propiedades. Carlos V declaró
que el rey de España había sucedido en el dominio de todas las tierras poseídas por los naturales. Cárcano, 1972, pp.4-5.
6
  Scobie, J., Revolución en Las Pampas. Historia social del trigo argentino 1860-1910, Ediciones Solar, segunda
reimpresión, Buenos Aires, 1982.

                                                          19
pampeana fue conquistada pero socialmente quedó al margen de la Nación; fue un área explotada pero no
poseída; sus agricultores engrandecieron al país pero pocos participaron de ese progreso”.
      En la representación cartográfica 7 del territorio de la campaña de Buenos Aires de fines del siglo XVIII
se puede observar un área definida al interior del río Salado. Para ese momento, aparecen representados seis
pagos, dispuestos de norte a sur, y son los siguientes: Arroyos, Arrecifes, Areco, Luján, Matanza y
Magdalena 8 . Los pagos fueron extensiones de territorio cuyos únicos elementos conocidos y fijos fueron el
núcleo de población y la aguada que le daba nombre. Los pagos comienzan a mencionarse desde la
fundación de Buenos Aires, pero con límites inciertos y difusos. En la Historia de la Provincia de Buenos
Aires, Ricardo Levene (1941) los define como “las primeras secciones en que se dividió la campaña, que
originariamente no constituyeron un distrito de administración, sino simplemente grandes extensiones de
límites imprecisos, correspondientes cada una a una zona de población rural más o menos compacta. Estas
zonas se habrían formado junto a las aguadas, que eran los ejes económicos de la campaña en aquellos
tiempos primitivos de la ganadería” 9 .
      A partir de 1784 se definen los primeros partidos o jurisdicciones parroquiales que van a quedar a cargo
de una autoridad civil, que se conoció como alcalde de Hermandad. Hasta 1810 fueron diecinueve los
partidos: San Nicolás, San Pedro, Baradero, Areco, Arrecifes, Pergamino, Las Conchas, San Isidro, Morón,
Matanza, Lobos, San Vicente, Magdalena, Quilmes, Chascomús, Areco Arriba, Pilar, Cañada de la Cruz y
Navarro. A éstos debe agregarse Luján, con jurisdicción precisa desde 1755. En esta primera división
administrativa del territorio bonaerense, Campana no ofrece aún elementos que lo diferencien del resto de la
campaña, como sucedió en los primigenios pueblos, ya sea la planificación en la época de la conquista y
poblamiento español (como San Nicolás y Pergamino), o por aparición de núcleos espontáneos de población
rural en el corredor que articulaba Buenos Aires con el Alto Perú 10 , ya sea por la instalación de fuertes o
fortines (Mercedes, por ejemplo) o por la necesidad de postas, parroquias o reducciones indígenas, como
fueron los casos de Quilmes y Baradero; o si no como asentamientos que resultaron de verdaderas empresas
fundadoras llevadas a cabo por particulares que valorizaron sus tierras por medio de la instalación de un
centro de actividades terciarias relacionadas con la explotación pecuaria, el comercio y la exportación, como
fueron los casos de San Andrés de Giles (1826) y Zárate (1827).
      Según las fuentes consultadas, la ocupación de territorio en Campana data bastante después de la
Segunda Fundación de Buenos Aires (1580) con el legado de estas tierras a don Luis Águila (1680).
      En 1854 se dictó la primera Ley de Municipalidades y en 1857, por ley del 15 de setiembre, el gobierno
de Valentín Alsina dispuso dividir el territorio de la provincia en departamentos, partidos, cuarteles y
secciones 11 .
      Los límites de partido de la campaña al interior del Salado fueron establecidos formalmente por primera
vez para esta región por la ley del 24 de octubre de 1864, reglamentada por decreto del 24 de febrero de
1865. Con posterioridad, en 1886, se dictó la Ley Orgánica de Municipalidades.
      En lo relacionado con los pueblos bonaerenses y el régimen de tierra, tendremos que esperar hasta 1867
para que Avellaneda establezca un criterio más liberal para la venta de los terrenos y a precios moderados en
los ejidos, superando los laberintos de las legislaciones españolas y criollas que hacían imposible la
distribución de la tierra. Su articulado aclara y define cuestiones tradicionales, reconoce la propiedad a los

7
  Randle, P. H. y Gurevitz N., Geografía Histórica de la Pampa Anterior. EUDEBA, Buenos Aires, 1971, tomos 1 y 2.
8
  Randle aclara al respecto: “A los seis pagos principales podrían haberse agregado el de Cañada de la Cruz (Campana),
Monte Grande (San Isidro), Las Conchas y otros, pero no se los ha graficado por su dispar escala territorial y porque del
término pago usaban la acepción de paraje más que la de jurisdicción. Con la creación de sucesivos curatos o parroquias
hacia fin de siglo, se produce un desglose gradual de los pagos tradicionales. Así la parroquia de Arrecifes dio lugar a la
de Baradero, Pergamino, y la de Areco a la de Capilla del Señor, y a la de Areco Arriba (Carmen de Areco).
9
  Levene, R; Historia de la Provincia de Buenos Aires y de la formación de sus pueblos, La Plata, 1941.
Este historiador clasifica a los partidos y municipios de la provincia de Buenos Aires según el contexto de la fundación
del pueblo y propone la siguiente categorización cronológica: 1854-1862, período tradicional; 1862-1872, período
modernizador; 1872-1880, período democratizador; 1880-1887, período progresista (es el caso de Campana), y por
último, 1888-1910, período oligárquico.
10
   En el siglo XVII, los caminos principales del norte estaban (a diferencia de los caminos del sur de Buenos Aries) bien
definidos y eran: el camino del Alto Perú que iba en pos de Córdoba, bifurcándose al sur de aquella provincia en el de
Mendoza. Entre los caminos de segunda importancia puede mencionarse la derivación del camino del Alto Perú, que
partiendo de San Antonio de Areco iba en busca del de la Costa, al que encontraba en San Pedro pasando por los sitios
conocidos entonces como Cañada Honda y Arroyo Arrecife. Este recorrido se justificaba por su mayor posibilidad de
tránsito permanente, ya que se desarrollaba sobre tierras más altas y mejor drenadas. A la vez el camino de la Costa,
fácilmente anegable, tenía grandes ventajas en tiempos de sequía.
11
   Randle, P., op. cit.

                                                           20
poseedores de cuarenta años y autoriza la expropiación de tierras alrededor de los pueblos. Establecía que el
terreno de los ejidos se consideraría de pan llevar, y la Municipalidad era la encargada de señalar las reservas
para edificios públicos y calles. Ordenaba su mensura y división para venderlos o donarlos, tratándose de los
solares, y para vender simplemente, previa tasación, las quintas y chacras. “El parcelamiento del suelo era
resistido por los estancieros, que se sentían atacados en su situación privilegiada y veían hacerse propietarios
a sus arrendatarios laboriosos que pagaban altos precios para conseguir la tierra. Efectivamente, las grandes
extensiones en una mano predominaban en la provincia, y, fuera de las parcelas de los ejidos, el agricultor y
el inmigrante no tenían dónde ubicarse” (Cárcano, 1982, p.250).
      El otro instrumento jurídico importante en este período que vincula al régimen de la tierra, a los
inmigrantes, a los agricultores y a los ejidos será la ley de los centros agrícolas de 1887. Esta ley se gesta,
entre otros objetivos, para aplacar la crisis de la tierra pública y el acceso a la propiedad de pequeños y
medianos propietarios. Este instrumento tendrá un impacto en la traza final del pueblo de Campana, como
veremos en el próximo capítulo.
      En este período, Campana, tanto desde la organización administrativa del interior de la provincia de
Buenos Aires como desde la valoración económica y social, no presentaba aún elementos territoriales que la
diferenciaran y distinguieran de una vasta región hasta fines del siglo XIX. R. Paredes plantea 12 una visión
crítica sobre las lógicas internas y externas que influyeron en la sociedad pampeana y en la reconstrucción
del partido de Campana. Para el siglo XVIII, este autor distingue como unidad funcional el Corredor Litoral,
del que Campana fue parte integrante. El Corredor se conformaba por los actuales partidos de San Nicolás,
Ramallo, San Pedro, Baradero, Zárate, Campana, Exaltación de la Cruz, Pilar, San Antonio de Areco, San
Andrés de Giles, Arrecifes, Carmen de Areco y Pergamino. Entre los aspectos de integración del Corredor
fue central su característica espacial, y darle cierta unidad territorial por ser el principal corredor hacia el
Alto Perú; no obstante, luego observaremos que la secesión territorial de Campana fue sincrónica con la
ruptura de la estructura espacial tradicional, con la apertura económica y la modernización productiva de
Buenos Aires.
      En los primeros tiempos, y con la llegada del español, estas tierras que hoy conocemos como el partido
de Campana tuvieron valor económico gracias a la presencia del ganado cimarrón, y no por el valor
productivo de las tierras en sí. Como veremos, entre la hacienda colonial y la estancia moderna transcurrirá
un extenso período. Este contexto productivo le proporcionará a la zona una valorización marginal
subordinada al hinterland de Buenos Aires. El período que va desde la época de los primeros pobladores
españoles hasta la organización política del territorio llevaría varios siglos. La formalización del partido
surgió tardíamente en comparación con el resto de la campaña bonaerense y, en particular, con el Corredor
Litoral 13 .
      La primigenia ocupación y organización del territorio de Campana no cambiará con la simple llegada
del español. Fumière plantea que la ocupación fue esporádica y temporaria –cuando la hay– o casi
inexistente, hasta que finalmente se produzca el corrimiento del indígena 14 , y luego la desaparición de la
amenaza de los realistas 15 .




12
   Paredes, Rogelio., Modernidad y crisis. Estudio local del cambio social y político en la Argentina de los siglos XIX y
XX. Tesis doctoral en Historia, Facultad de Filosofía y Letras, UBA, Mimeo, 1999. El autor emplea en su investigación
categorías que involucran al proceso económico y social para explicar la construcción histórica de Campana.
13
   Según fuentes consultadas, el Rincón de Campana aparece nombrado en diversas fuentes históricas como parte de un
territorio mayor. Lo encontramos citado como perteneciente al “partido de la Villa de Luján”, “partido de la Cañada de
la Cruz sobre el Río Paraná”, y finalmente, “en el partido de Capilla del Señor” (hoy Exaltación de la Cruz), del cual se
desprenderá con el auge del ferrocarril y el crecimiento del pueblo.
14
   Sobre estos primeros pobladores se tiene muy poca información, al respecto Fumière sólo describe el hallazgo
arqueológico guaraní en las cercanías de la actual ciudad. Con lo cual sólo se infiere que en las épocas que precedieron
al Descubrimiento de América, este territorio estaba ocupado por este pueblo. Las poblaciones de estos primitivos
habitantes de la comarca se hallaban a unas veinte cuadras aproximadamente del límite de lo que hoy conocemos como
la localidad de Campana, al Este, en terrenos que pertenecieron últimamente al ingeniero Rómulo Otamendi, y al pie de
las barrancas comprendidas entre las puntas conocidas por de Chevez y Urien. Zona de bañados y próximas al río
Paraná de las Palmas e islas del Delta.
15
   Para ese período aparecen crónicas relatando las frecuentes devastaciones producidas no sólo por los indígenas, sino
por la presencia de los realistas con base en la ciudad de Montevideo. Don Gervasio Posadas, director supremo, expidió
un decreto (1814) por el que crea el cargo de guardacosta de Campana.

                                                          21
2.1.2. Un siglo de compra y venta

      El proceso de ocupación del territorio de la actual provincia de Buenos Aires –a pesar de la falta de
obstáculos naturales que brinda su extensa llanura, salvo la frontera de los ríos, y en particular del Salado– se
ha desenvuelto con suma lentitud durante cerca de cuatro siglos. Causa primera de tal fenómeno fue la
presencia del indígena. Fueron los cuidadores de ganado los que, audaces, penetran en el desierto a
principios del siglo XVIII y llegan a las márgenes del río Salado, límite del dominio de los blancos por más
de un siglo. En este contexto espacial, se encuadran las sucesivas ventas y compras de los propietarios
casuales hasta mediados del s. XIX.
      El 20 de octubre de 1731, la viuda de Luis del Águila, Teodora Martínez de Saravia, vende al capitán
Esteban Lomez la parte de la estancia. El nuevo comprador sigue el tipo de explotación pecuaria hasta el 19
de marzo de 1759, cuando junto a su hijo, el presbítero Miguel Jerónimo Lomez, extienden un documento
ante testigos por el cual dan en venta a don Francisco Álvarez Campana. A partir de ese momento, las tierras
tomaron el nombre del Rincón de Campana. Personalidad influyente, y por momentos cuestionado, adquiere
estas tierras para sostener a un colegio de hermanas de Buenos Aires 16 .
      En 1805, la estancia fue adquirida en pública subasta por el presbítero doctor Cayetano Escola, quien
construyó su vivienda cercana al pueblo Capilla del Señor. Adquiere para la explotación de su predio a
cuarenta esclavos negros y todos los implementos para las tareas agropecuarias. Sin embargo, esta zona no
estuvo exenta del peligro de las tropas realistas; tras sus numerosos reclamos, logró que en 1814 se creara el
cargo de guardacostas de Campana.
      Para 1824, se vende Campana una vez más, y pasa a poder de don José Julián Arriola y don Mariano
Escalada. Nueva venta de las tierras en pública subasta, en 1829, a favor de Pedro Villanueva. Luego, pasa a
la propiedad de Ladislao Martínez Castro, quien fue uno de los miembros más prestigiosos de la sociedad
porteña de ese momento.
      Fallecido don Ladislao Martínez Castro el 23 de mayo de 1855, su hijo Ladislao Federico, en presencia
de su hermana Clementina y como curador de sus dos hermanas menores, Elena y Agustina, firma un
contrato en virtud del cual arrendaba por el término de seis años la estancia de Campana a los hermanos
Eduardo, Luis y Alberto Costa, quienes a los pocos años adquirirán en propiedad todas las haciendas y el
derecho a la marca. Cabe señalar que todos los ex propietarios de la estancia fueron personajes influyentes de
la política porteña, tanto en la época colonial como durante la independencia y en las luchas por la
organización del Estado.
      Los vaivenes de compra y venta de la estancia se detendrán recién con la ocupación permanente de los
hermanos Costa, en una coyuntura favorable del capitalismo internacional por la valorización económica de
las tierras de la pampa húmeda, en el marco de una economía primaria exportadora y en el contexto político
de la organización del Estado.


2.2. De las primeras explotaciones a la moderna estancia

     Campana, parte integrante del Corredor Litoral, acompañó los ritmos productivos que se fueron
sucediendo desde mediados del s. XIX. El Corredor Litoral –extendiéndose al oeste hasta lo que hoy
conocemos como Pergamino– concentró los principales establecimientos pecuarios que conformaban una
estructura espacial acorde al modelo de acumulación del momento. El área, luego, asumió un rol
significativo en la economía primaria exportadora, pero sus ciudades corrieron diferente suerte, ya que la
influencia externa de nuevos flujos comerciales impactó en las industrias locales, antes necesarias para la
reproducción básica de las sociedades del mundo rural. Esto llevó a la decadencia o estancamiento de los
pueblos, y al surgimiento de otros, como Campana. Hilda Sábato 17 analiza el período y plantea que las


16
   Fumière J. (1975a.).
17
   Apoyándose en esta tradición cuestionadora del modelo de crecimiento inaugurado en la segunda mitad del s. XIX,
desarrollan una explicación que permite dar cuenta de la extraordinaria expansión de la etapa de auge, a la vez que
estancamiento posterior, y encuentran que los mismos factores que habían asegurado el crecimiento en aquella época
fueron también la causa de su limitación. Así, Laclau halla una clave para entender las características del “capitalismo
dependiente” argentino en la existencia de la renta diferencial a escala internacional a favor de la producción
agropecuaria argentina, consecuencia de la gran fertilidad de la llanura pampeana. Esta situación implicaba la
transferencia de excedentes desde los países consumidores a la región productora, en este caso la Argentina, pero a su
vez significaba una dependencia estrecha de las condiciones de mercado comprador, ya que el volumen de esos

                                                          22
lógicas internacionales estuvieron presentes en la transición hacia la economía primaria exportadora,
reestructuraron el trabajo, el territorio y la producción rural.
     Se producirá en Campana, desde la etapa de transición: introducción y auge del ciclo del ovino 18 (1850-
1890), la agricultura periurbana, la instalación de los primeros frigoríficos, la expansión de la agricultura
(1890-1914) y el auge de la ganadería bovina.
     Las estadísticas económicas de 1881, 1888 y 1895 muestran en Campana un mayor desarrollo del maíz,
cultivo que estaba asociado a la industria de alcoholes, que tuvo un peso muy significativo en la ciudad y el
área rural campanense. Este es otro ejemplo de la integración productiva que diferenció al pueblo de
Campana del resto de la región, la agroindustria articulada hasta su comercialización a través del puerto 19 .
     En cuanto a la propiedad de la tierra, estaba en manos de una clase social que se conocerá como
hacendados, algunos de éstos descendientes de los primeros vecinos españoles, de una elite aristócrata o de
militares premiados, u otros que arriban a mediados del siglo XIX, como en el caso de don Braulio Costa, de
una clase de comerciantes con fortuna, descendientes de extranjeros y convertidos en porteños notables en el
término de dos generaciones. Primero formarán una fortuna proveniente de negocios comerciales e
influencia política, que luego, invertirán en tierras, estancias 20 y prestigio social. Pero también en nuevos
proyectos productivos: la modernización de la explotación tradicional ganadera, la introducción de
innovación tecnológica en la agricultura y la inmigración.
     Desde el análisis del territorio y su representación cartográfica conviene señalar que avanzado el siglo
XVIII, y a pesar de las transformaciones que tuvieron lugar en la pampa con la introducción y auge del
ganado ovino, Campana siguió sin diferenciar su territorio. Esto lo confirma la cartografía histórica, por
ejemplo, el mapa de parcelamiento de 1864 de la Pampa Anterior 21 . En esta representación, lo que se
evidencia es una progresiva división de la tierra según la distancia a Buenos Aires. Hasta un radio de 60
kilómetros se identifica una mancha homogénea con subdivisiones inferiores a 1.000 hectáreas, hasta los 100
kilómetros se distingue un área de transición, para saltar luego a un parcelamiento de mayor extensión, que
va de las 1.000 a 5.000 hectáreas. Los núcleos urbanos de la campaña aparecen como puntos distantes y
difusos entre sí. Campana aparecerá en el mapa de parcelamiento de 1890 con un núcleo urbano y con tierras
destinadas a las chacras y quintas del ejido, gracias a la aplicación de la Ley de Centros Agrícolas de 1887.
     El 4 de diciembre de 1858, se firma entre las partes un nuevo documento de acuerdo con el cual los
hermanos Costa se convierten en propietarios de estas tierras. Radicados ya con carácter definitivo, los
señores Costa resuelven dedicarse en forma intensiva a la explotación del ganado ovino 22 adquiriendo, para
tal efecto, apreciable cantidad de ejemplares puros de las razas negrete y rambouillet, cuyas lanas eran las
que tenían entonces mayor aceptación en los mercados europeos 23 . Explotación que se transformó
lentamente tras la dura crisis de la hacienda lanar en 1866. En 1880, la Argentina aún no exportaba carne de
cordero, pero 7 años más tarde fueron enviadas 1 millón de cabezas a Francia e Inglaterra por cuatro firmas
diferentes que operaban en Buenos Aires, una de ellas radicada en Campana, The River Plate Fresh Meat
Co. Ltda. de Alfredo Drabble, exportando 120.000 reses ovinas para 1884.


excedentes estaba directamente vinculado con los precios del mercado y, por otro lado, con la demanda” Sábato, H.,
Capitalismo y ganadería en Buenos Aires: la fiebre del lanar, 1850-1890. Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1989.
18
   Respecto de los cambios que producirá el boom del ovino, Hilda Sábato comenta: “Hacia 1840 muy pocos argentinos
podían imaginar los cambios de que serían testigos y protagonistas a lo largo de su vida, en ese país al que
probablemente muchos de ellos ni siquiera reconocieran como propio. Economías regionales de orientación centrífuga,
sociedades con aspiración a la autonomía, identidades de fuerte arraigo local: tal era la situación a mediados del s. XIX”
(...), op.cit.
19
   Excepto San Nicolás y Zárate.
20
   Jorge Sábato realiza una revisión a las propuestas tradicionales de la constitución de la clase dominante. Al respecto,
postula que los sectores para captar los excedentes habrían sido aquellos que tenían el control sobre las actividades
comerciales y financieras. La característica inicial de la clase dominante fue el resultado de su posición en el mundo del
comercio y las finanzas, más que la concentración de la propiedad de la tierra. Ver Sábato, J., La clase dominante en la
Argentina moderna. Formación y características, CISEA, Grupo Editor Latinoamericano, Bs. As, 1988.
21
   Randle op.cit.
22
    “La etapa 1850-1890 fue decisiva, y en lo interno se tradujo en la aceleración del proceso de consolidación del
capitalismo en la región. El período muestra un imbricamiento muy estrecho entre los intereses urbanos y rurales de las
clases propietarias locales, y resulta claro, al observar a quienes ocupaban sus peldaños más altos, que el éxito estaba
asociado a la habilidad para combinar una inserción fuerte en el mundo del comercio y las finanzas, con un compromiso
creciente con la producción rural “(...) Paredes R., op.cit.
23
    Los Costa intensifican la producción con la creación de treinta puestos distribuidos en toda la estancia, que se
entregan a la “mediaría” a igual número de familias cuyos apellidos sean de origen inglés e irlandés.

                                                           23
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  • 1. Crecimiento y desigualdad urbana Implicancias ambientales y territoriales. Campana, 1950-2000 Cristina Teresa Carballo Editorial Dunken Buenos Aires, 2004 ISBN 987-02-0717-0 1
  • 2. Cristina Teresa Carballo es profesora en Geografía (1987) y Magíster en Políticas Ambientales y Territoriales (2003) por la UBA, Master en Economía y Administración de Empresas (1992) por ESEADE. Becaria para el postgrado en Geografía de la Ordenación del Territorio (1995) por el CEPEIGE y OEA, Ecuador. Investigadora y docente en la Universidad Nacional de Luján, Universidad Virtual de Quilmes, y en otras instituciones. Desde el 2001 participa en el Département de Geographie de l’Université Du Maine, en la actualidad, bajo el programa PAST del Ministère Éducation et Recherche, Francia. Dirige proyectos de investigación, extensión, tesis y pasantías académicas. Publicó hasta la fecha en co-autoría cinco obras vinculadas a la cuestión urbana, educación y comunicación ambiental; y es autora de varios artículos en revistas especializadas. 2
  • 3. CRISTINA TERESA CARBALLO CRECIMIENTO Y DESIGUALDAD URBANA IMPLICANCIAS AMBIENTALES Y TERRITORIALES. CAMPANA, 1950-2000 EDITORIAL DUNKEN Buenos Aires 2004 3
  • 4. Carballo, Cristina Teresa Crecimiento y desigualdad urbana 1° ed. Buenos Aires, Dunken, 2004 168 p. 23x16 cm. ISBN 987-02-0717-0 1. Población Urbana I. Título CDD 304.6 Ilustración de tapa: Ciudad de Campana, imagen Landsat Colaboración técnica de Alain Trebonet, Gregum, Université Du Maine Impreso por Editorial Dunken Ayacucho 357 (C1025AAG) - Capital Federal Tel/fax: 4954-7700 / 4954-7300 E-mail: info@dunken.com.ar Pagina web: www.dunken.com.ar Hecho el depósito que prevé la ley 11.723 Impreso en la Argentina © 2004 Cristina Teresa Carballo ISBN 987-02-0717-0 4
  • 5. PRESENTACIÓN Y AGRADECIMIENTOS La presente tesis, CRECIMIENTO Y DESIGUALDAD URBANA. IMPLICANCIAS AMBIENTALES Y TERRITORIALES. CAMPANA, 1950-2000, se elaboró y defendió en el marco de la maestría de Estudios Ambientales y Territoriales de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Cabe aclarar al lector que la problemática urbana y ambiental de las ciudades ha sido un tema de interés y estudio desde hace tiempo. Sin embargo, esta investigación permitió la revisión de viejas preguntas y la formulación de nuevos interrogantes. Algunas de las principales razones que motivaron la investigación fueron detectar la necesidad de construir una mirada compleja sobre el singular crecimiento urbano de Campana, no perder de vista el porqué de las desigualdades ambientales y no caer en la tentación de descripciones superficiales. Al respecto, se destaca entre los principales enfoques críticos la idea de que las transformaciones en la estructura intraurbana –aun dentro de una apariencia espontánea o anárquica– obedecen a una acumulación urbana, a una singular división interna del trabajo, análoga a la industrial. En esta dirección, el análisis de los procesos en la producción del suelo urbano tomó un papel protagónico, y para ello, se recurrió a una reconstrucción espacial y temporal del fenómeno local. Para finalizar, los resultados que se comparten en este libro tienen como propósito contribuir a la gestión ambiental urbana, así como también aportar elementos para la discusión colectiva sobre la intensidad de la fragmentación social de nuestras ciudades. ******** Quisiera destacar que esta tesis se desarrolló gracias a los estímulos institucionales, para formación de IV nivel, de la Secretaría de Investigación del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Luján, la que otorgó un financiamiento parcial. Al término de este esfuerzo quiero agradecer expresamente a la arquitecta Nora Clichevsky no sólo la calidad académica de su dirección sino también su infinita paciencia al compartir generosamente su tiempo y experiencia, aportando agudas observaciones y comentarios al presente trabajo. También hago extensivo el agradecimiento a la doctora Elena Chiozza por sus palabras de aliento y apoyo científico durante la etapa de la investigación. Un especial reconocimiento al doctor Rogelio Paredes por sus valiosos aportes en la etapa de reconstrucción histórica. Asimismo, mi agradecimiento al licenciado Oscar Trujillo y al arquitecto Claudio Rodríguez, como también a la Secretaría de Cultura y Educación, a la Dirección General de Medio Ambiente e Inspección General y a las autoridades del Municipio de Campana por haber apoyado la investigación y declararla de interés para la comunidad. También vaya un especial agradecimiento al señor Alidez Cruz por compartir su archivo personal de fotografías y cartografía de Campana. Por último, quiero hacerles llegar mi agradecimiento a todas aquellas personas, técnicos municipales, colegas, alumnos e informantes clave que colaboraron activamente en la obtención de la información que está en la base de esta investigación. CRISTINA TERESA CARBALLO, junio de 2004 5
  • 6. INTRODUCCIÓN Nuestras ciudades han estado sujetas al proceso de expansión horizontal como forma urbana predominante, con escasa o insuficiente planificación y sin contemplar las condiciones sociales ni físicas del medio, como resultado del protagonismo de los especuladores de la tierra en la producción de suelo urbano. Las ciudades han crecido demográficamente por las migraciones, campo-ciudad y/o ciudad-ciudad, expulsadas por las crisis regionales y atraídas por el empleo y la concentración de la actividad productiva, en especial por la industria. A la vez, estos procesos están acompañados por un crecimiento natural de la población, aumentando las filas de los que demandarán puestos de trabajo, vivienda y servicios sociales. En los últimos años, la práctica neoliberal predominó en las decisiones del mercado en materia de vivienda, servicios básicos y empleo, entre otros. El discurso del “libre juego” o del “equilibrio natural entre oferta y demanda”, y la política de privatizaciones asumidas por el Estado nacional, provincial y municipal, agravaron, sin lugar a dudas, las históricas desigualdades sociales y urbanas. Las expresiones materiales de los recientes procesos sociales reflejan, en la actual configuración de la ciudad, renovadas formas de la fragmentación urbana. En palabras de D. Harvey (1992:31), se puede mantener la siguiente tesis en lo que respecta a estos procesos sociales: “La comprensión del proceso social en toda su complejidad depende de la forma de enfocar la forma espacial”. Campana no es una excepción al cuadro espacial de las ciudades latinoamericanas. Crecimiento y desigualdad urbana. Implicancias ambientales y territoriales. Campana (1950-2000) es una investigación que aborda los procesos que tuvieron y tienen lugar en la actual configuración de la ciudad. El crecimiento urbano de Campana se expresó con mayor intensidad en los años del auge industrial a través de improvisadas subdivisiones de tierra con escasa regulación o prevención de impactos negativos. Del total fraccionado entre 1950-2000, la mayor proporción estuvo destinada a los loteos periféricos (62%) y, en menor escala, a la residencia de fines de semana y uso recreativo (38%). De esta manera, avanzado el siglo XX se materializó una transformación en su forma, desbordando sus límites tradicionales y tomando nuevas direcciones, pasando del tejido ordenado de su traza histórica a consolidar una mancha urbana periférica, dilatada, heterogénea, de baja densidad y con una visible segregación social. Campana, “La Manchester argentina”, llamada así en la década de los setenta, es en la actualidad una ciudad compleja y escindida socialmente; esto queda en evidencia con la observación de las condiciones del hábitat y los contrastes sociales de la periferia urbana, caracterizada por el insuficiente abastecimiento de servicios básicos, la distancia al núcleo urbano, la falta de accesibilidad y los diversos conflictos ambientales, entre otros. Las imágenes urbanas y su diversidad contrastan, en general, con la pobreza de la información sobre el espacio urbano, y por otro lado, las representaciones directas del espacio e interpretaciones teóricas están, por lo general, impregnadas de nociones o conceptos recibidos socialmente y de modelos simples que dificultan un análisis profundo del porqué de la estructura urbana contemporánea, de su segregación territorial y deterioro ambiental. Esta investigación define el presente espacio urbano de Campana como producto de una construcción histórica, colectiva, que incluye las modalidades de producción, tanto de la economía internacional como nacional, las decisiones de los actores privados y las políticas del Estado. En cuanto al uso de la noción de segregación, definida para establecer una distancia espacial y social entre una parte y el resto –siguiendo la idea de Schteingart (2001:17)–, cada vez más la sociedad adopta una posición activa como rechazo a algún tipo de exclusión, siendo la segregación activa un producto de la elección, tanto para los grupos más pobres como la autosegregación de las clases más favorecidas. Sin embargo, para nuestras ciudades queda abierta una pregunta: la autosegregación, ¿hasta dónde es elegida? El propósito del presente trabajo ha sido indagar sobre los procesos y relaciones que han dado lugar a una dinámica y heterogénea trama urbana, donde la ausencia o anacronismo de las políticas de regulación e instrumentos de gestión de la ciudad por parte del Estado se equilibran con el protagonismo del mercado de tierras que orientaron y orientan la expansión del tejido urbano. ¿Qué lógicas sociales prevalecieron en la producción del suelo urbano de Campana entre 1950-2000? ¿Cuáles son las implicancias territoriales y ambientales producidas por ese crecimiento urbano? El contexto espacial e histórico adquiere un papel central en la metodología de la investigación, ya que la lógica de la producción del suelo urbano no se reproduce en forma fragmentada o estática. Es así que la selección y reconstrucción de estos procesos explicativos van más allá de la descripción de la evolución industrial o del mundo rural per se. 6
  • 7. La investigación se organizó de la siguiente forma: en el capítulo 1, se precisan conceptos centrales presentes en la investigación y las cuestiones metodológicas aplicadas. En el capítulo 2, se reconstruyen los antecedentes históricos, políticos, de regulación de la propiedad y económicos que estructuraron las bases de la diferenciación territorial de Campana, para ser retomados en el capítulo 3, con la síntesis de la producción de suelo inicial en la ciudad, diseño urbano que tendrá vigencia social hasta avanzada la década de los cuarenta. El capítulo 4 nos ofrece un análisis sobre las mutaciones productivas y su singular práctica de las políticas industriales en la escala local. En este capítulo, se profundizó y analizó el impacto de la industria en la estructura y forma urbana, que perduran hasta nuestros días. En el capítulo 5, se presenta la síntesis de la producción de suelo urbano entre 1950-2000 y una interpretación espacial de las implicancias ambientales- territoriales del crecimiento. Y por último, en las conclusiones se presentan los resultados finales de la investigación. 7
  • 8. Capítulo 1 LA DESIGUALDAD URBANA: APROXIMACIONES CONCEPTUALES El tema de esta investigación, relativa al crecimiento y desigualdad urbana de la ciudad de Campana durante el período 1950-2000, se limita a examinar, desde la perspectiva espacial, las relaciones entre sectores sociales y producción de suelo urbano –que surge de la aplicación de políticas en el marco de los diferentes contextos históricos, sociales y económicos– y sus implicancias territoriales y ambientales 1 . Sobre las implicancias ambientales y el deterioro de nuestras ciudades se abordan a diario explicaciones simplistas o reduccionistas y de allí que las decisiones públicas o privadas sean parciales, socialmente asimétricas, escasas o nulas. Castells (1999), al respecto nos aporta: “El aspecto más sobresaliente de la ideología del medio ambiente es esta naturalización de las contradicciones sociales, esta reducción de la historia humana a una relación directa entre el hombre, en tanto que realidad eterna e indiferenciada, y la naturaleza, en tanto que conjunto de recursos preexistentes a él (...). El mecanismo ideológico consiste manifiestamente en la referencia a fenómenos reales, vividos como problemáticos por los sujetos, pero que no son explicativos mediante una relación directa entre entidades ideales fuera de toda producción social y, en particular, de toda contracción” 2 . Generalmente, la temática ambiental urbana es tratada de forma aislada; el análisis se centra en algunos factores, sin un esquema de interpretación adecuado a la problemática urbana regional, sin tener una imagen dinámica de la realidad social y, a la vez, sintética. No obstante, la reciente historia de las ciudades latinoamericanas, estudiadas desde la década de los setenta, ha mostrado cómo la exclusión social tiene su expresión más concreta en la segregación espacial o ambiental. “La exclusión social comprende un universo en el que la segregación ambiental es apenas una de sus expresiones” 3 . La segregación social y ambiental se agravó en nuestras ciudades debido a la aplicación de ambiguos marcos legales y a la práctica social de políticas públicas cortoplacistas sobre la propiedad de la tierra, que se establecieron o modificaron según la conveniencia de una sociedad clientelista o según los intereses del mercado inmobiliario formal. Las políticas de regulación del mercado de suelo urbano aplicadas por los Estados desde los años cuarenta hasta la actualidad han provocado desigualdades e inequidad en la posibilidad del acceso a la vivienda y a la ciudad, fundamentalmente porque el mercado dio respuestas, únicamente, al consumidor económicamente solvente. La escasa o nula intervención para equilibrar socialmente las lógicas del mercado de tierra ha dado como resultado una particular configuración de la ciudad, dilatada, con ocupación en áreas de riesgo, con la problemática de la ocupación informal, etcétera. Según los cálculos de CEPAL, de persistir las bajas densidades que caracterizan el crecimiento de los asentamientos latinoamericanos, será preciso incorporar en promedio unas 160.000 hectáreas anuales a las ciudades existentes, sólo para el fin de albergar a los nuevos habitantes urbanos que tendrá la región en los próximos cinco años 4 . Entender la configuración espacial de la ciudad latinoamericana nos lleva a profundizar, necesariamente, sobre el papel de la tierra urbana y sus lógicas de producción. De esta forma, para la investigación, el suelo urbano se constituye en la categoría central, explicativa, de las transformaciones urbanas, de la desigualdad social y de la segregación urbana-ambiental. 1 Los términos ambiente y territorio son conceptos que generan innumerables reflexiones sobre sus alcances teóricos. “En el lenguaje cotidiano los términos ambiente, medio ambiente y ecología se usan en forma intercambiable para referirse de manera algo vaga a los elementos que, como hemos visto, pertenecen a una concepción estricta de “lo natural” (...) El ambiente, podríamos decir, es la concreción de la naturaleza con respecto a un individuo o un espacio específico. Por lo tanto, cuando utilizamos el término ambiente siempre deberíamos hacerlo respecto de algo o de alguien (…) nos interesa no todo el ambiente sino una parte de él, la que corresponde al ambiente donde vive el hombre” (Reboratti, 2001). En cuanto al término territorio, este puede ser abordado como soporte material o como medio de producción por alguna característica física, o comercializado como mercancía. Será el territorio el que sufrirá las transformaciones según cambien sus funciones. Estas funciones se expresarán en una particular organización del territorio. 2 Castells, M., La cuestión urbana., Siglo XXI, México, decimoquinta edición, 1999, p. 223. 3 Maricato, E., “Exclusión social y reforma urbana”, en Vivienda Popular, N° 36, julio de 1995, pp. 7-12. 4 Dato referido a las principales aglomeraciones de América Latina y el Caribe, tomado de Joan Mac Donald et al. Desarrollo sustentable de los asentamientos humanos: logros y desafíos de las políticas habitacionales y urbanas de América Latina y el Caribe, Serie Ambiente y Desarrollo, N° 7, N. U., CEPAL/ECLAC, Santiago, Chile, 1998, p. 23. 8
  • 9. El suelo urbano es valorado por el mercado de tierras como una mercancía más, particular, cuyos precios dependen de la renta. La apropiación de la renta –plusvalía– generada en el mercado se efectúa según la esfera de acumulación del capital de los agentes actuantes y varía según el momento histórico 5 . N. Clichevsky (2000) plantea, en función del mercado de tierras, que tanto el mercado formal como el informal en Latinoamérica no son independientes sino complementarios, con límites escasamente definidos 6 . Los mismos son cambiantes y dinámicos según los procesos urbanos de que se trate, los que varían según la ciudad y el momento analizado. La dinámica del mercado de tierras y sus potenciales consumidores generan asimismo submercados según niveles socioeconómicos, según usos y actividades, según la preferencia y posibilidad del acceso a determinadas condiciones del medio, tipo y superficie de lotes, etcétera. Los sectores de más bajos recursos que no pueden entrar al mercado formal son expulsados hacia el mercado informal o ilegal. Los agentes que intervienen son diversos, y van desde el Estado, con sus diferentes escalas de competencias –y políticas sectoriales–, al propietario de la tierra, la empresa inmobiliaria, el promotor, la empresa constructora, hasta el sector financiero y bancario. En relación a éstos, el Estado tiene un papel destacado. El Estado, en diferentes momentos, se ha comportado, también, como comercializador y promotor urbano, ya sea para poner en venta tierras fiscales con el objeto de disminuir el déficit fiscal o cediendo tierras a sectores de escasos recursos. Cabe destacar que su reciente intervención en los sectores populares más significativos fueron los planes de regularización dominial –que surgieron en los noventa en la Argentina–, que, paradójicamente, consolidaron, en muchos casos, la segregación urbana y ambiental. La presente tesis seleccionó tres ejes que guiarán conceptualmente la investigación: • producción de suelo urbano y el mercado de tierras, • segregación urbana y • transformaciones productivas y espacio. 1.1. La producción del suelo urbano y el mercado de tierras Diferentes interpretaciones sobre la ciudad y su reproducción han señalado el papel central del análisis espacial. Al respecto, Castells nos dice: “El considerar a la ciudad como la proyección de la sociedad en el espacio es, al mismo tiempo, un punto de partida indispensable y una afirmación demasiado elemental. Pues si bien es cierto que hay que superar el empirismo de la mera descripción geográfica, se corre el grave peligro de figurarse el espacio como una página en blanco sobre la que se inscribe la acción de los grupos y de las instituciones, sin encontrar otro obstáculo que la huella de las generaciones pasadas” 7 . Por lo tanto, se considera a las diferenciaciones espaciales de las sociedades como un contexto indispensable en el análisis de la producción y el mercado de tierras. En esto, Lefebvre 8 señala que, en general, la aplicación de modelos explicativos teóricos urbanos no plantean la diferenciación espacial de las sociedades y esto genera confusión debido a que se hace abstracción –o se ignoran– de las relaciones sociales (relaciones de producción) que se hallan ligadas en cada modelo urbano. Se comparan entre sí “sociedades urbanas” en las que no cabe comparación. Sobre interpretaciones del fenómeno urbano que involucra la diferenciación espacial, una perspectiva desde la escala latinoamericana, N. Clichevsky 9 comenta que la mayoría de los trabajos presentan modelos teóricos entre usos urbanos y valores de la tierra construidos sobre supuestos simplificadores, donde en general se presenta a los agentes individuales desvinculados de la estructura social a la cual pertenecen. Además, estos modelos explicativos presentan situaciones de equilibrio a largo plazo y no hacen referencia a las imperfecciones del mercado ni a las complejas relaciones establecidas entre los distintos agentes que intervienen en el mercado. En la práctica social de estos supuestos, lo cierto es que la estructura de precios asignada por la oferta determina que algunos sectores de ingresos menores queden fuera del mercado y que, por lo tanto, los sectores sociales vulnerables accedan a las peores tierras, sin posibilidades de elección 10 . 5 Clichevsky, N., El mercado de tierras en el área de expansión de Buenos Aires y su incidencia sobre los sectores populares. Periodo 1943-1973, Centro de Estudios Urbanos y Regionales, Instituto Torcuato Di Tella, Mimeo, Buenos Aires. 1975, p. 31. 6 Clichevsky, N., Informalidad y segregación urbana en América Latina. Una aproximación., Serie Ambiente y Desarrollo, N° 28, N. U., CEPAL/ECLAC, Santiago, Chile, 2000, p. 23. 7 Castells, M., op. cit., 1999, p. 141. 8 Lefebvre, H., La revolución urbana, Alianza Editorial, Madrid, 1999. 9 Clichevsky, N., op.cit., 1975. 10 En este marco, la ecología urbana es un claro exponente que analizó la distribución y función urbana; Castells (1974), al respecto, realiza una profunda crítica. 9
  • 10. Esta misma autora señala que la configuración espacial es el resultado de los agentes insertos en la estructura social sobre un medio físico e histórico determinado, la que a su vez, tiene efectos sobre las clases sociales 11 . En este sentido, la expresión material del paisaje 12 urbano asume significado para el análisis espacial. Se puede observar que en los noventa se intensifica, en Latinoamérica, una corriente que a diferencia de los análisis críticos de la desigualdad social urbana, bajo un discurso centrado en la participación ciudadana y en mecanismos de planificación local, define a la ciudad como mercancía. La ciudad es entendida como una mercancía más: fortalezas y debilidades, ventajas y oportunidades son definidas para competir con otras ciudades en el contexto económico de reconversión industrial y tecnológica 13 . Es decir, un ejemplo en que se expresa el capitalismo global, diferenciando el territorio entre sociedades ganadoras o perdedoras. No obstante, se pueden destacar experiencias locales e intentos de los municipios por proporcionar mecanismos de participación ciudadana y/o modernización en la gestión del poder local, pero en un contexto desfavorable de apertura económica y resignificación del Estado que ha llevado, entre otros impactos, al desempleo estructural y a la exclusión social. Esta realidad social nos exige revisar críticamente el incremento de la desigualdad urbana y los conflictos ambientales en la ciudad. Harvey 14 nos aporta a este esquema conceptual: “El espacio social, por consiguiente, está compuesto por un conjunto de sentimientos, imágenes y reacciones con respecto al simbolismo espacial que rodea al individuo. Entonces, el problema que surge es el del modo en que los cambios en la forma espacial de una ciudad y los cambios en la forma que operan dentro de la ciudad producen modificaciones en los ingresos de un individuo. El desequilibrio entre empleos y oportunidades de alojamiento ha significado un aumento en los costos de accesibilidad de ciertos grupos de la población en relación con otros grupos” (1992:51). Por lo tanto, siguiendo con las ideas de este autor, el modo en que cambie la forma espacial de un sistema urbano dependerá, en parte, del modo en que los grupos que se forman negocien entre sí y emprendan una acción colectiva en lo que respecta al emplazamiento de los varios campos de efectos exteriores que afectan su ingreso real. Nora Clichevsky (1975, 1997, 2000, 2002) desarrolla analíticamente en sus trabajos las vinculaciones mercado/submercados, grupos sociales, renta, distribución del ingreso y dinámica social con la producción del suelo urbano y su expansión sobre el espacio rural. Al respecto sostiene que la competencia de usos generada por el propio sistema del mercado determina que en la periferia de las áreas metropolitanas de la Argentina se encuentren desplazándose mutuamente, o coexistiendo, el uso residencial de los sectores de bajos ingresos y el uso residencial temporario de las clases medias y altas, las áreas de recreación de esas mismas clases, las actividades industriales y la actividad agropecuaria. Se establece una oferta diferenciada a nivel ecológico que corresponde a una diferenciación por clases sociales y por usos: lote urbano, para uso industrial, quinta para uso rural o recreativo, chacra o campos de mayor extensión15 . Se puede afirmar que en áreas de expansión urbana funciona simultáneamente el mercado de tierras rural y el urbano; empresas 11 Clichevsky, N., op.cit., 1975, pp. 8-9. 12 En relación al uso del concepto de paisaje, se aclara que su utilización adquiere sentido no como sinónimo de espacio, sino como la expresión material del espacio. De aquí en más cada vez que se mencione el concepto se tomarán los siguientes alcances del término: * Milton Santos al respecto comenta: Paisaje y espacio no son sinónimos. El paisaje es el conjunto de formas que, en un momento dado, expresa las herencias que representan las sucesivas relaciones localizadas entre hombre y naturaleza. El espacio es la reunión de esas formas más la vida que las anima. La palabra paisaje se utiliza frecuentemente en lugar de la expresión configuración territorial. Ésta es el conjunto de elementos naturales y artificiales que físicamente caracterizan un área. En rigor, el paisaje es sólo la porción de la configuración territorial que es posible abarcar con la visión. Así, cuando se habla de paisaje también se hace referencia a la configuración territorial. En: Santos, M., La naturaleza del espacio, Primera edición en español, Editorial Ariel, Barcelona, 2000. ** En relación a la segregación urbana y el paisaje, Manuel Castells aporta: “la distribución de las residencias en el espacio produce su diferenciación social y especifica en el paisaje urbano, ya que las características de las viviendas y de su población fundamentan el tipo y el nivel de los equipamientos y de las consiguientes funciones”, op. cit., 1999, p. 203. 13 Simultáneamente, los procesos de reestructuración, globalización y desregulación de la economía están produciendo cambios en los patrones localizacionales de ciertas actividades productivas y de servicios, lo cual se ve facilitado por innovaciones tecnológicas que reducen la fricción de la distancia en el movimiento de información, insumos y productos. En una economía desregulada y ante la ausencia de políticas estatales que promueven el equilibrio interregional, el escenario local cobra relevancia como arena en la que se dirimen intereses y valores de diferentes actores. En este contexto, anteriores criterios de “equidad socioterritorial” se consideran superados, sustituyéndose por los de “competitividad local” (Tecco, 1997: 121). 14 Harvey, D., Urbanismo y desigualdad social, Siglo XXI de España Editores, S.A., Madrid, 1992. 15 Clichevsky, N., op. cit., 1975, pp. 29-30. 10
  • 11. comercializadoras en la mayoría de los casos se vinculan a ambos. En las décadas de los '50 y '60, las empresas necesitaban disponer de mayor capital financiero que las que actúan en áreas urbanas centrales por las ventas en mensualidades que se realizan en la periferia. Formas que influirán a posteriori en los modos de concentración que adopta el mercado de las áreas de expansión. A partir de los setenta las restricciones en la producción de suelo urbano repercutirán en el precio de la tierra urbana con servicios, excluyendo del mercado al sector social desfavorecido. Además, estas políticas hicieron más atractivos los bajos precios en las zonas rurales pero destinados a los sectores sociales opuestos; esto, sumado a la estabilidad financiera y al apoyo a los sectores del capital inmobiliario nacional e internacional dio como resultado expresiones diferentes de expansión urbana como son las urbanizaciones privadas, cerradas, dentro del AMBA, en el borde e incluso en las zonas rurales aledañas a la mancha urbana. 1.2. Segregación urbana Sobre la cuestión de la segregación urbana, los trabajos y aportes teóricos son innumerables 16 . En este punto nos centraremos en alguno de ellos; para comenzar es oportuno precisar el presente concepto, para lo cual se valora la propuesta de Castells 17 : “Porque si bien es cierto que la lógica del capital conduce a una estructura urbana en crisis, no lo es menos que dicha lógica no es un proceso mecánico unidimensional, sino que se enfrenta a los intereses sociales y a los proyectos colectivos, y se mediatiza finalmente en ese gran proceso de conflicto y negociación que es el sistema político. La crisis es el resultado conjunto de formas estructurales socialmente agotadas y de la presión de nuevas formas culturales y políticas que pugnan por expresarse” (1981: 3). El tema de la vivienda y la producción de suelo urbano se consideran centrales en la visualización de la segregación urbana. Los mecanismos diferenciales de producción de suelo conducen a una segregación urbana cada vez más acentuada por las pésimas condiciones del hábitat. En las ciudades latinoamericanas, en efecto, se da el proceso, por un lado, de la ilegalidad o precariedad de los asentamientos de una gran mayoría de la población, mientras que por otro lado, se consolidan las residencias de los sectores sociales privilegiados. El deterioro ambiental y la ausencia o insuficiente disponibilidad de los servicios básicos en los sectores populares no son más que un producto de la segregación urbana, y ella misma se determina por la diferenciación social y espacial. La estratificación urbana se corresponde a “un sistema de estratificación social (sistema de distribución de los productos entre los individuos y los grupos), y en el caso en que la distancia social tenga una fuerte expresión espacial, hablaremos de segregación urbana. En un primer sentido se entenderá por segregación urbana la tendencia a la organización del espacio en zonas de fuerte homogeneidad social interna y de fuerte disparidad social entre ellas, entendiéndose esta disparidad no sólo en términos de diferencia, sino de jerarquía” 18 . David Harvey 19 señala que “la ciudad es un símbolo de nuestra cultura, un símbolo del orden social existente, un símbolo de nuestras aspiraciones, nuestras necesidades y nuestros temores. Así pues, si queremos evaluar la forma espacial de las ciudades, debemos, de un modo o de otro, comprender tanto su 16 La segregación territorial y la expoliación urbana fueron claramente definidas por Kowaric (1976). Para el caso de la RMBA, se valora la producción y síntesis urbana de Prevot-Shapira (1996, 2000). Este material relevante se complementará con otros aportes, en lo que concierne a los cambios en el uso del suelo periurbanos a intraurbanos, y conflictos espaciales: cabe destacar la producción de Bozzano (1991, 1995, 2000). Las escalas de análisis van desde la unidad municipal a la de región metropolitana que incorporan los diferentes grupos sociales y regulación en la producción del espacio urbano; encontramos, por ejemplo, a Suárez (1994) y Torres (1993, 1998, 2001). Ha sido de suma utilidad haber consultado trabajos para el análisis de los patrones de crecimiento urbano y sus problemáticas socioterritoriales. Esta temática reúne información variada que va desde aspectos productivos, sociales y territoriales hasta los ambientales, como son las publicaciones de Hardoy, 1995, Vapñarsky et al; 1989, 2001 y Garay, 1995, entre otros. Para el concepto de la renta de la tierra, se consultó Topalov 1979 y Clichevsky 1975, 1989, 1996, entre otros. Otros aspectos de estudio e indagación fueron los marcos normativos y la reforma del Estado, ambos facilitadores de las transformaciones socioterritoriales. Vinculados con esta última perspectiva, los investigadores considerados fueron Coraggio 1997, Ciccolella, 1998a., 1998b y Montabani 1997, 2001. Por último, se consultó por el tema de la crisis urbana de reciente resignificaci6n en el plano político del poder local, entre otros a Pirez 1991, 1993, 1994, Coraggio 1997 y Herzer 1996, Borja y Castells, 1998. 17 Castells, M., Crisis urbana y cambio social, Siglo XXI, Madrid, 1981. 18 Castells, M., La sociedad red, Alianza editorial, Madrid, 2000, p. 204. 19 Harvey, op. cit, 1992, pp. 25-26. 11
  • 12. significado creativo como sus dimensiones meramente físicas. (...) El punto básico que estoy tratando de establecer es que, si queremos llegar a un entendimiento de la forma espacial, debemos preguntarnos en primer lugar por los caracteres simbólicos de dicha forma” (1992:25-26). Castells 20 , al respecto, comenta que un territorio no es sólo un espacio geográficamente determinado, sino que es una delimitación específica de la sociedad. Expresa unas relaciones de producción, una forma de aplicar la tecnología a la naturaleza, una tradición cultural, una red de relaciones de poder. “Pero el conjunto de esas expresiones no es la reproducción ‘en pequeño’ de lo que es la sociedad global ‘en grande’. Es una expresión específica, según el desarrollo histórico del conjunto de esos procesos en el ámbito territorial determinado” (1981, 199). Estas ideas de Castells nos hacen reflexionar sobre el rol explicativo de la escala local. Ese concreto espacial, materializado, en nuestro caso, en la localidad de Campana, puede ser entendido a partir de la combinación de una serie de factores que configuran el conjunto de las sociedades locales. El autor señala que un primer conjunto de factores lo constituyen las relaciones de producción, en ese territorio: quién paga a quién, cuánto y cómo, de qué depende y con qué se produce; de dónde viene el capital y de dónde viene el trabajo; adónde van los excedentes. “Cuáles son los instrumentos de gestión de esa producción, cuáles los canales de distribución y cuáles servicios subsidiarios necesarios. Y todo ello en función de las fuerzas productivas especificas del territorio: qué tipo de espacio físico es, qué recursos naturales hay, qué tecnología se aplica y cómo se aplica” (1981, 298). Sobre el alcance teórico y empírico del concepto “segregación”, N. Clichevsky (2000) plantea dos tipos básicos, relacionados entre sí: segregación socioeconómica y sociocultural. Cada una de ellas con diferentes variables: nivel de ingreso, instrucción, tipo de empleo; para las segundas: nacionalidad, religión. De este análisis, propone como categoría la segregación socioeconómica localizada o socioespacial. De allí que define dos determinantes en el proceso de segregación: la dinámica demográfica de los diferentes grupos socioeconómicos y los patrones de movilidad residencial dentro de la ciudad. Y agrega otras variables referidas a las condiciones de habitabilidad, vulnerabilidad ambiental, entre otras, aunque aclara que en los estudios urbanos, su inclusión no es frecuente 21 . Es justamente en estas variables que hacen a las condiciones del hábitat, como el acceso a los servicios básicos urbanos, la accesibilidad y los niveles socioeconómicos de la población, donde el presente trabajo profundizará para la definición y análisis de la segregación urbana y ambiental en la localidad de Campana. 1.3. Transformaciones productivas y espacio La complejidad social y la pauperización de las ciudades no son fenómenos nuevos o recientes en América Latina. No obstante, en los últimos treinta años se ha consolidado una segregación social abrumadora. En cifras relativas significa que el 36,9% de la población pobre era urbana para 1970, mientras que para 1997, alcanzaba el 61,7%, lo cual indica una clara urbanización de la pobreza; en números absolutos se traduce en 125,8 millones de habitantes urbanos pobres para 1997 22 . Desde el aspecto físico-material la ciudad da cuenta de este proceso donde se observa la pérdida de espacios públicos, el deterioro de los centros históricos, el papel central de las urbanizaciones privadas dentro y fuera de la ciudad metropolitana; también, aparecen asociadas a estas últimas algunas funciones selectivas en el espacio para alto consumo o recreación, que se expresan desde lo simbólico con los estilos arquitectónicos diferenciadores de la trama urbana, entre las principales manifestaciones de la concentración del ingreso. ¿A qué se deben estos cambios? Un aspecto a tener en cuenta es la transformación productiva en la escala internacional-nacional y su impacto en la ciudad, aspecto que desarrollaremos en este eje conceptual. Este eje, al igual que el anterior, tiene una vinculación directa con la modalidad en la producción de suelo urbano, esta vez desde la espacialidad de los procesos productivos. De los muchos trabajos producidos desde la perspectiva del espacio económico, destacamos aquellos que han contribuido a desarrollar cuatro conceptos básicos: la naturaleza del espacio social, el interjuego de escalas en el análisis socioespacial, la ciudad y el territorio como ámbitos de producción y reproducción de la fuerza de trabajo. Es decir, la relación entre capital-trabajo-sociedad y espacio. 20 Castells, op. cit., (1981), p. 299. 21 Véase Clichevsky, N., op. cit., 2000, pp. 9-10. 22 Arriaga, C., Pobreza en América Latina. Nuevos escenarios y desafíos de políticas para el hábitat, Serie Ambiente y Desarrollo N° 27, N. U., CEPAL/ECLAC, Santiago, Chile, octubre de 2000. 12
  • 13. El nuevo orden económico del capital y su espacialidad 23 abre horizontes y precisa la existencia de caminos de exploración de las relaciones entre industrialización y urbanización 24 . Las economías de aglomeración y los efectos externos se sitúan en el corazón de esta reflexión desde los años '90, pues son las metrópolis las responsables principales de la existencia de economías de escala crecientes. De esta forma, es posible entender mejor las interacciones existentes entre industria y ciudad, no sólo en la escala nacional sino en la internacional, dentro de la cual es necesario comprenderlas. No obstante, la ciudad, más allá de su dimensión o tamaño, ya no es simplemente una canasta de bienes y servicios, sino también, y fundamentalmente, un paquete de economías externas (mercado, servicios, conectividad, recursos, entre otros). La industria contribuirá a la concentración urbana en la medida en que aporte a la producción o consolidación de estas economías externas de aglomeración; por su parte, la ciudad atraerá o promoverá el desarrollo de las industrias en la medida en que ofrezca un adecuado paquete de externalidades, valorizaciones que varían según el orden económico vigente. Se establece así una relación dinámica entre ciudad e industria. Sin embargo, la manera como se articulan la ciudad, como producto colectivo, y la actividad económica individual en la producción de este tejido socioeconómico no es completamente clara ni fácilmente discernible. Los mercados de la ciudad y su superposición operarán como uno de los mecanismos de articulación de estos dos niveles, individual y social; no obstante, las relaciones económicas que se dan por fuera de las sanciones del mercado deben acudir a nuevos conceptos para ofrecer explicaciones a este proceso, como el de la producción del suelo urbano y la renta para interpretar los efectos en la segregación urbana y la producción de la ciudad. En este marco, el rol de las ciudades varía, y encontramos numerosos casos en América Latina, en la actual lógica del capital internacional, donde se manifiestan intensas transformaciones territoriales y económicas, más allá del tamaño o jerarquía urbana. Entre los principales aportes de Alain Lipietz 25 se destaca el Capital y su espacio; en esta obra plantea varias preguntas clave que nos ayudan a enmarcar nuestra temática central de la producción y reproducción urbana y la dinámica industrial en la región vinculadas con el carácter heterogéneo, desigualmente desarrollado, del espacio concreto y la dolarización entre regiones y naciones, y sobre el papel del valor en el espacio como regulador de las actividades capitalistas 26 . En esas preguntas se explicitan las características elementales de las transformaciones espaciales contemporáneas: la heterogeneidad, la desigualdad, la polarización. De allí que analiza críticamente los paradigmas de la economía neoclásica, donde no se encuentran “naturalmente” ni el equilibrio, ni la homogeneidad, ni la convergencia. “La heterogeneidad pone de manifiesto la existencia de diferencias socioeconómicas estructurales entre los espacios. La desigualdad destaca las distintas velocidades y ritmos de movimiento en los componentes del espacio social y, finalmente, la polarización señala la tendencia a la concentración espacial del poder económico. De esta manera se define una dimensión macroeconómica espacial del poder económico que interactúa localmente. Esta dimensión del capital global es asumida como el resultado de la combinación de lógicas de naturaleza diferentes, tanto por su contenido y su dinámica como por la asimetría de sus relaciones” (Cuervo y González, 1997, 24). Desde el punto de vista del capitalismo global, la distribución y concentración de la riqueza ha sido el principal exponente desde la década de los '70. El discurso de la globalización económica y sus beneficios “naturales” fueron los argumentos que se esgrimieron para la “modernización” del Estado, la privatización de las empresas nacionales y la apertura económica indiscriminada, entre otros rasgos principales. La economía argentina presenta signos claramente contradictorios al finalizar la década de los noventa, y esto se evidencia en la expresión local –y regional–, periodo donde adquirieron una importancia sin precedentes las inversiones directas externas y las empresas multinacionales. La dinámica de las inversiones, el capital internacional y el poder local tendrán un papel protagónico en la presente investigación. 23 Véase sobre el tema de globalización del capital y espacialidad y su impacto en las ciudades a José Marcos Pinto da Cunha, “Urbanización en América Latina en tiempos de globalización: elementos para el debate”, en: Urbanización, redistribución espacial de la población y transformaciones socioeconómicas en América Latina. Serie Población y Desarrollo N° 30, N. U., CEPAL/ECLAC, Santiago, Chile, setiembre de 2002, pp. 9-18. 24 Una obra que sintetiza geográficamente el rol del capitalismo a escala planetaria de verdadera importancia, dados los niveles de profundidad y el análisis de las repercusiones territoriales, es Geografía económica. Lógica espacial del capitalismo global, de Ricardo Méndez, Ariel Geografía, Barcelona, 1997. 25 Lipietz, Alain, Le capital et son espace, Ediciones La Découverte/Maspéro, París, 1983. 26 Véase en especial Joan-Eugeni Sánchez, “Apropiación del espacio y excedente”, en Espacio, economía y sociedad, Siglo XXI de España Editores, S.A., Madrid, 1999 pp. 104-115. 13
  • 14. 1.4. Hipótesis sobre la fragmentación urbana De lo expuesto en los ejes conceptuales se proponen para el estudio de Campana las siguientes hipótesis: El histórico auge industrial de Campana de mediados del s. XX fue el principal factor del crecimiento demográfico y urbano, impacto en la expansión física descontrolada de la ciudad y en la producción local del suelo urbano. Fue un proceso insuficientemente regulado, lo que generó las bases espaciales de la actual fragmentación urbana. En Campana tuvieron lugar diferentes formas de producción de suelo urbano, según el momento histórico. En el s. XX se destacan dos situaciones bien definidas: el loteo para el sector popular, con el auge del crecimiento industrial en la ciudad, y el loteo para sectores económicamente favorecidos, sobre todo en los noventa, con el auge de modelos urbanos de autosegregación residencial. Ambas situaciones son partes del mismo proceso de acumulación social del capital. Los cambios recientes a nivel nacional e internacional en la estructura productiva y en la organización espacial del trabajo han impactado en la escala local y se reflejan en la actual segregación urbana de la ciudad. La segregación urbana y ambiental de la ciudad no es el resultado de un proceso “natural” o “espontáneo”, sino por el contrario, es la expresión de las decisiones de los diferentes agentes, en especial del mercado de tierras, la industria, el marco de regulación en la producción del suelo urbano, y de las políticas urbanas, según corresponda el momento histórico de análisis. 1.5. Metodología de la investigación La investigación propone reconstruir el mapa social de la producción de suelo urbano para la ciudad de Campana, tratando de analizar los cambios de usos de suelo y de identificar los principales conflictos ambientales que estos cambios generaron/generan en el territorio. Sin duda, los interrogantes expresados sobre la temática demandaron de la investigación explicar las valorizaciones sociales del territorio con los actuales contextos sociales, pero también, con los de su pasado reciente. En esta búsqueda de respuestas se necesito establecer articulaciones entre sociedad-mercado y formas urbanas –regulación–, renta del suelo y ambiente. En los últimos diez años han acontecido reestructuraciones productivas, políticas y urbanas muy significativas. Todas ellas se concretan dentro del discurso vigente neoliberal y la globalización aparece instalada como la principal responsable de los ajustes y cambios. Este fenómeno se expresa en el territorio local con diferentes intensidades, ya que se comporta a la vez como receptor y protagonista de los cambios sociales. Se puede observar en otras escalas y casos una acabada tendencia que lleva a la fragmentación y segregación espacial de las sociedades. En relación con estos cambios territoriales, el mercado de tierras se impone como uno de los principales reguladores del uso del suelo, propiciando las brechas sociales y económicas de la población, tanto en el pasado como en el presente. El análisis del uso del suelo facilitó interpretar la situación socioeconómica e histórica en la que los cambios fueron gestados, el régimen político vigente (local y provincial) y los sectores sociales involucrados, la organización administrativa del Estado y el marco regulador de la tierra urbana. En este marco, se profundizaron los siguientes aspectos: Proceso histórico, en donde se confrontan las ideologías con las estructuras locales, y surgimiento del espacio urbano. Interacciones económicas y sociales. El auge industrial y los efectos territoriales. Ciudad y tecnología, el papel de las empresas transnacionales y el empleo. Procesos de urbanización, articulación económica y exclusión social. La producción del suelo urbano, mercado y Estado. Valoraciones sociales del medio y deterioro ambiental. El paso inicial de la investigación estuvo centrado en la revisión bibliográfica vinculada a la construcción del marco teórico y la interpretación conceptual del crecimiento y segregación urbana de Campana. En esta etapa, también fue importante la indagación sobre trabajos realizados sobre la ciudad. En cuanto a la reconstrucción de los procesos económicos e históricos para el marco explicativo general se tomaron fuentes indirectas, pero para el análisis empírico se utilizaron básicamente fuentes primarias, 14
  • 15. estadísticas y entrevistas a informantes clave. Para las principales industrias se consultaron documentos institucionales y balances, entre otros instrumentos de análisis. En la etapa de la construcción del proceso de la producción de suelo urbano, se realizó un intenso relevamiento del proceso de subdivisión de la tierra en la Dirección de Catastro de la Municipalidad de Campana, tarea compleja, ya que no se contaba con ninguna sistematización anterior. Como resultado de este relevamiento, se elaboró un banco de datos donde se desarrolla, barrio por barrio, el proceso de fraccionamiento, agentes que intervienen, dimensiones, cantidad de parcelas y superficie de tierra que se incorpora al mercado urbano por décadas. De allí se estimó el tamaño de la superficie total fraccionada por año –a partir de los registros catastrales reconstruidos– para todos los barrios del partido. Para este relevamiento, se tomó en cuenta la estructura física de la ciudad definida por el municipio a diciembre de 2002. En todos los capítulos se realizó un esfuerzo técnico para presentar mediante diferentes instrumentos los datos e información geográfica construida. En esta etapa se aclara que fue necesario realizar un relevamiento de los institutos que ofrecían algún tipo de información. Entre estos se valora la recopilación de fotografías aéreas y archivos fotográficos, los que apoyaron la investigación. En cuanto a la cartografía existente sobre el área de estudio, se destaca la falta de actualización de las principales fuentes y la diversidad de escalas; estos rasgos tuvieron que ser resueltos a partir de la homogeneización y construcción de un mapa base. El lenguaje cartográfico pudo expresar la diversidad de situaciones históricas del crecimiento físico de la ciudad. El capítulo 5 y las conclusiones presentan una cartografía temática como un instrumento importante a la hora de expresar algunos aspectos de la producción, crecimiento y segregación urbana. Por otro lado, se puso atención a los discursos dominantes en la comunidad, sobre todo los vinculados con el mercado de tierras, la industria y la regulación pública (siempre centrando esta información en relación a los ejes conceptuales del trabajo); para ello se analizó, como principal publicación gráfica, el diario local entre 1950-2000. Y a partir de allí, se procedió a la selección de noticias jerarquizadas y a su interpretación. 1.6. Caracterización inicial del partido de Campana El partido de Campana es un buen exponente de las transformaciones sufridas en el agro bonaerense, con un predominio de las actividades productivas orientadas a la exportación, las cuales “giran” alrededor de las decisiones tomadas en el plan del comercio internacional. La instalación del puerto de Campana le permitió al partido una autonomía y una organización muy particular, que lo diferencia del resto de los partidos bonaerenses. La aparición del ferrocarril en 1876 convierte al puerto de Campana en el eslabón de unión entre la Capital y la parte céntrica del país. A partir de entonces se iniciará una historia de cambios, de adaptaciones y construcciones nuevas para insertarse en el dinámico contexto productivo regional y nacional. El puerto, el ferrocarril y la organización íntegra del territorio de Campana en sus inicios (a fines del siglo XIX) se desarrollaron en torno de su producción agropecuaria, e inclusive las primeras industrias giraron alrededor de esta actividad, como fue por ejemplo la instalación del primer frigorífico 27 . Para 1895 el sector contaba con fuertes inversiones, en primer lugar en Zárate, en segundo término en Campana. El proceso industrial seguirá su propio curso con la industria frigorífica hasta 1926, y en 1905 se instalará la Compañía Nacional de Aceites (Instituto Agrario Argentino, 1944). Estas industrias, asociadas al mundo rural y a su modelo productivo, sufrirán un quiebre en 1930, como sucederá en la escala nacional e internacional. La industria tomará otros rumbos hasta llegar a su máxima expresión con el desarrollo industrial 28 petroquímico, y la industria siderúrgica bajo el modelo desarrollista con Siderca, en los años cincuenta. En términos generales, el partido de Campana se caracteriza por el crecimiento sostenido y continuo de su población. Los datos censales reflejan que la población urbana 29 del partido es la que más ha crecido, superando la media nacional. Una limitación a tener en cuenta para el análisis de la población son las 27 Es en la ciudad de Campana donde la firma Drable Hnos. instala el primer frigorífico del país. (Suma de Geografía, 1958). 28 Puede vincularse con la efectivización de una serie de localizaciones industriales de consideración, básicamente Dálmine y Siderca hacia 1950 (Kullock, 1987). 29 Adoptando el umbral oficial hoy vigente de “localidad urbana”, según los datos de los ocho censos nacionales de población efectuados hasta ahora el porcentaje de población urbana en la Argentina era 28% en 1869, 37% en 1895, 53% en 1914, 72% en 1960, 79% en 1970, 83% en 1980 y 86% en 1991 (Vapñarsky y Gorojovsky, 1990). 15
  • 16. características de los censos. Estos no permiten discriminar los datos en población rural del delta o del sector de tierra firme. La urbanizacion 30 se relaciona directamente con el desarrollo industrial del partido, que forma parte del litoral industrial. Los últimos datos del censo (1991) confirman la tendencia, mostrando la desigualdad en la distribución de la población urbana: el 64% se concentra en la localidad cabecera, el 22% en barrios adyacentes y el 14% está asociado a las rutas nacionales 9 y 12 (Kullock, 1995). La crisis del campo y el auge industrial llevarán a una reducción continua de la llamada población rural y, con ella, nuevas transformaciones territoriales. Estos comportamientos y movilidad de la población se asocian directa o indirectamente con los procesos macros nacionales, que en especial dieron origen al Gran Buenos Aires y que orientaron la expansión urbana e industrial, rasgos aún presentes en la organización espacial de la región pampeana (Ferrer, 1995; Rofman y Romero, 1990; Gaignard, 1989). Dado el objetivo del trabajo, el universo se limitará a la población urbana del territorio, en “tierra firme” del partido de Campana. No se contemplará a la población isleña, por su particular dinámica. El partido de Campana se puede clasificar en dos grandes ambientes naturales y sociales: la denominada tierra firme, que se desarrolla en una llanura interfluvial, y el ambiente de delta. El primer ambiente presenta un paisaje sumamente intervenido donde se asienta la ciudad de Campana, su área periurbana y en el que se realizan actividades agrícola-ganaderas sobre pasturas implantadas. Cada vez que se cite al partido de Campana y su territorio se hará exclusiva referencia a este sector territorial de llanura, que se encuentra atravesada por cursos de agua: arroyo de la Cruz, arroyo del Pescado, entre los más destacados, y rodeada por el río Luján y el Paraná de las Palmas. Campana limita al norte con el río Paraná Guazú, que sirve de límite interprovincial con Entre Ríos, al sur con el partido de Exaltación de la Cruz, al este con los partidos de Pilar, Escobar y San Fernando y al oeste con el partido de Zárate. El partido se ubica en los 34° de latitud sur y los 58° de longitud oeste, con una superficie de 954,54 km2. Más de la mitad de la extensión comprende actualmente al sector de islas del Delta del Paraná (60,5%); el resto del territorio, tierra firme, se extiende enteramente en la pampa ondulada, ocupando el 39,5%, que constituyó para el análisis histórico del período colonial el corredor fluvial de la provincia, tempranamente ocupado dada su posición, lazo vital para la comunicación e integración de los territorios con el Alto Perú. Recién hacia 1885, estas tierras son declaradas “partido”. Se escinden del partido de Exaltación de la Cruz y alcanzan su autonomía política-administrativa. Desde entonces, como veremos en los capítulos siguientes, Campana ciudad-puerto ha “interpretado” a lo largo del tiempo cambios que redefinieron su posición en el contexto local, regional, nacional e internacional. En la actualidad, Campana presenta varios aspectos que merecen considerarse en relación con su posición. El primero es la integración a la AMBA 31 , gracias a las mejoras en la infraestructura, y el transporte. El segundo, es que Campana está dentro del cinturón fluvial industrial, que se extiende desde las ciudades de La Plata hasta Rosario. En el presente se conforma un eje de mayor interacción material y de flujos en el territorio de la AMBA a través del llamado Corredor Norte de la provincia de Buenos Aires que tiene como eje la RN 9, que lo conecta con el centro de Buenos Aires y la ciudad de Rosario. El área ha concentrado en los últimos años importantes inversiones, que remarcan su favorable posición relativa entre Buenos Aires y Rosario. Entre los aspectos positivos se puede subrayar su excelente accesibilidad vial y fluvial, que además se supera de manera permanente. Por otro lado, Zárate y Campana componen un microconglomerado industrial y portuario que se consolida cada vez más. Este binomio de ciudades adquiere una dimensión estratégica en el corredor hacia el Mercosur, por el complejo Zárate-Brazo Largo, fortalecido por fuertes inversiones en infraestructura portuaria a orillas del Paraná de las Palmas en ambas ciudades, con el predominio de capitales privados e internacionales. En los últimos años, los flujos de bienes y servicios portuarios han sido más que relevantes para el dinamismo de diversos sectores económicos locales. La excelente accesibilidad vial interurbana y regional la ubica en una posición relativa privilegiada. Se reconoce como eje principal a la ruta nacional 9 que, como hemos señalado, conecta a Campana con las ciudades de Rosario, Córdoba y con el norte del país. La ruta provincial 6 permite conexiones con otros ejes como las RN 5, 7 y 8. Por último, la RN 12 la vincula con la ciudad de Zárate y, por medio del Complejo Zárate Brazo Largo, con Entre Ríos, el Litoral, Uruguay y Brasil. 30 La urbanización es el aumento relativo de la población concentrada con respecto a la población total de un área (Vapñarsky y Gorojovsky, 1990). 31 Esta afirmación se sustenta por ejemplo en el trabajo de Gorelick (2001), H. Bozzano (2000), como en otros antecedentes, y en la planificación Estratégica de Campana (1999). 16
  • 17. Por otro lado, un factor histórico del poder portuario de Campana ha sido la presencia de un nodo ferroviario para la exportación regional de la producción agropecuaria. En la actualidad la red ferroviaria cuenta con el ex ramal Mitre, en el que hoy opera Nuevo Central Argentino (NCA), que la vincula con el resto del país por medio de otras vías y operadores ferroviarios para el transporte de carga. Para el transporte de pasajeros está operando TBA, que conecta a esta ciudad diariamente –pero con una frecuencia limitada– con Buenos Aires. En definitiva, Campana se ha ido constituyendo como ciudad privilegiada por sus condiciones fluviales, que le permiten posicionarse ventajosamente, con una actividad portuaria que suplementa y compite con la saturación de los puertos de Buenos Aires y/o con los costos y/o la ineficiencia de otros puertos. Tomando el actual contexto de la lógica del transporte multimodal, esta ciudad se encuentra favorecida. Esta ventaja de su posición relativa se resignifica en función de las recientes inversiones de empresas de cargas y transportes, como de otras multinacionales, en las mejoras de la infraestructura portuaria. Paralelamente, otras inversiones privadas se producirán en el sector vial; son claros ejemplos las que actualmente se realizan en la RNT 9, RN 12 y la RP 6 32 . Hacia el interior del territorio estos ejes y corredores responderán localmente, desde el lugar, a las intencionalidades económicas. De esta forma, la ciudad y sus conectores territoriales integrarán o fragmentarán, pero tendrán una indiscutida impronta en la configuración del espacio del partido y, en especial, con la producción del suelo urbano e industrial. 32 Los puertos están asociados directamente con la producción industrial o con un grupo de empresas, o como servicio. Entre 1998-2000 Tagsa ha invertido en el puerto alrededor de $ 35.000.000, según la Secretaría de Producción, Municipio de Campana. 17
  • 18. Capítulo 2 TERRITORIO Y EXPRESIÓN URBANA La ciudad de Campana que hoy conocemos tuvo su origen en el s. XIX con la creación del puerto y el pueblo. Algunos empresarios reconocieron tempranamente al Rincón de Campana como posible nodo de transferencia de bienes entre Rosario-Buenos Aires, y como boca de salida del excedente agropecuario de la región. Esta valorización social del lugar 1 reunió dos dimensiones: una, relacionada con su condición de puerto fluvial en función del circuito comercial en el corredor Buenos Aires-interior del país, y la otra, relacionada con la función de centro de servicios para el mundo rural de la región. Ambas valorizaciones tuvieron una influencia central en su singular configuración espacial y en el proceso de producción de suelo urbano que se materializó con la traza del pueblo y el puerto, estructuras materiales que aún están presentes. En este capítulo, se propone analizar los procesos que influyeron en la producción del suelo urbano en su contexto histórico y productivo 2 . Es por ello que se abordan cuatro etapas en la presente reconstrucción social del espacio urbano: 1) Hacienda, estancia y territorio; 2) De las primeras explotaciones a la moderna estancia; 3) Ferrocarril, puerto y pueblo. Estas tres primeras etapas abarcan un extenso período que va desde los primeros antecedentes de ocupación hasta entrada la crisis del '30, identificando los principales elementos explicativos que actuaron a nivel regional-nacional y local, y que influyeron en el modelo de reproducción urbana. Por último, en el punto 4) La impronta espacial del frigorífico, caracteriza el rol de la industria como modelo de producción urbana que asume la ciudad, fenómeno fabril que encontramos, inclusive, antes de la sustitución de importaciones. 2.1. Hacienda, estancia y territorio En todo el período de la América colonial el rasgo distintivo de la organización económica fue el régimen del monopolio impuesto por las metrópolis europeas. En pleno capitalismo mercantil, el usufructo de posiciones económicas y comerciales implicaba la exclusión de toda competencia de terceros países. La puja por el poder económico y político fue constante entre las potencias de España, Portugal, Holanda e Inglaterra, esta última, con pleno poder para el s. XVIII. Durante el siguiente siglo, los movimientos de independencia en América Latina se desarrollaron bajo la estrecha vigilancia y acuerdos con los capitales británicos. La estructura territorial y del sector productivo de América colonial dieron lugar a un singular proceso de urbanización con la fundación de las ciudades, las que organizaban extensos territorios bajo la subordinación administrativa de virreinatos o capitanías. En la Argentina, territorios subordinados al Alto Perú, las economías regionales –por ejemplo en Tucumán– tuvieron cierto desarrollo, dado que se vinculaban con los centros productivos, como el caso de Potosí, modelo que se extiende hasta la primera mitad del s. XVIII. Durante la etapa colonial, la región del Litoral (Buenos Aires, Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe) fue la más atrasada y menos poblada del actual territorio argentino. La hacienda cimarrona, a lo largo de este período, constituyó una actividad para la subsistencia y la satisfacción de las necesidades de los pequeños 1 En este sentido, es interesante rescatar el significado de lugar de M. Santos, quien realiza una analogía en relación a la propuesta de Whitehead sobre la “diversificación de la naturaleza”. La tesis de este último autor supone que existe una reunión indisoluble entre los objetos y los acontecimientos en el mundo natural; para el autor, “los objetos solamente están en el espacio y en el tiempo debido a sus relaciones con los acontecimientos”. Sobre esta tesis, M. Santos propone: “El papel que, en el mundo natural, representa la diversificación de la naturaleza, proponemos compararlo con el papel que, en el mundo histórico, representa la división del trabajo. Ésta, impulsada por la producción, atribuye, en cada movimiento, un nuevo contenido y una nueva función a los lugares (...) La diversificación de la naturaleza es proceso y resultado. La división internacional del trabajo es proceso cuyo resultado es la división territorial del trabajo. Sin duda, las dos situaciones están emparentadas, aunque cambie la energía que las mueve. Por otro lado, la naturaleza es un proceso repetitivo, en tanto que la división del trabajo es un proceso progresivo” (Santos, 2000, pp. 110-111). A partir de este momento se delimita el alcance del término “lugar”. 2 Milton Santos, en varias de sus obras, señala el papel central de la técnica y del trabajo en la producción y reproducción del espacio, en el marco del movimiento continuo de las dinámicas sociales y desde los diferentes ritmos de integración a los circuitos productivos de la economía regional o mundial, según se trate. 18
  • 19. núcleos urbanos. Economía regional que obtenía básicamente carne, cuero, grasa y pezuñas 3 . Esta economía se irá expandiendo y planteará la necesidad de aumentar la extensión de las tierras disponibles y la formación de unidades de producción para criar ganado: las estancias. Esto llevó a la necesidad de ejercer el derecho de propiedad sobre los rebaños, y una profunda transformación, la apropiación del territorio. A fines del s. XVIII, la apertura del Río de la Plata al comercio colonial dio al puerto de Buenos Aires el papel de intermediario comercial; este hecho habría de influir decididamente en la etapa de transición a la economía primaria exportadora. La Revolución de la Independencia, a comienzos del s. XIX, consolidó el libre cambio y las ideas liberales, constituyendo el proyecto político y económico de la sociedad porteña. 2.1.1. Antecedentes del régimen de la tierra y representaciones del territorio Como primer antecedente sobre el régimen de la tierra 4 a escala nacional y provincial, haremos referencia a las leyes españolas, las que disponían de numerosas disposiciones que regían para el medio americano. Estas leyes estimulaban y afianzaban la conquista de extensos territorios. Abundantes en detalle, en manifestaciones doctrinarias y preocupadas en retener para el Fisco las mayores ventajas y atribuciones, llegaban al Río de la Plata sin energía y eficacia para imprimir ciertas características, y permitían que en la Colonia el régimen de la tierra siguiera el movimiento regular, la trayectoria necesaria que surgía desde el lugar. Fundada la ciudad y nombradas las autoridades, se abrían los asientos y comenzaba la entrega del suelo, en presencia del procurador y con parecer del Cabildo o, simplemente, el dueño de la capitulación. Encabezaba la lista el poblador principal, que siendo capitulante recibía una tercera parte del total de la tierra fuera de pueblos y ejidos. Se distribuían los solares, peonías, caballerías, chacras teniendo en cuenta los méritos y calidades de cada persona, sin perjuicio de indios y tierras ya ocupadas 5 . La tierra se hallaba en manos de los grandes propietarios: del rey y de los favoritos. La complicación en los trámites y monto de los impuestos para la compra del suelo aseguraba su inmovilidad. Generalmente los militares, funcionarios públicos y comerciantes enriquecidos fueron los únicos propietarios. Como segunda etapa podemos referirnos a la Revolución de Mayo, con un orden político y jurídico que mantenían las viejas tradiciones, sobre todo en relación al régimen de la propiedad y la concentración de la tierra. Ésta continuaba distribuyéndose como en la época colonial, por el remate, la compensación y las mercedes, aunque cabe destacar que el suelo ya no fue patrimonio exclusivo de españoles. Caídas las autoridades españolas, apaciguadas las primeras luchas, comenzó un nuevo régimen: la distribución de la tierra. Una vez declarada la Independencia, la propiedad fue de la república. Sin embargo, el régimen implantado por España dejó una estructura que permitía a un grupo de ricos comerciantes, funcionarios y militares tener el monopolio de la tierra. En síntesis, la legislación española subsistió íntegra desde la fundación, trazado y distribución del suelo, y se mantuvo viva con su sistema de población, la mensura incierta y en las formas de transmisión de la propiedad. El estancamiento de la población y el latifundio fueron hechos salientes. El negocio de la tierra llegó a ser el “negocio clásico”, como decía Rosas en sus mensajes. Todos tenían el “sentido de la tierra” y confiaban en ella la seguridad de su fortuna (Cárcano, 1972, p. 73). La historia de la colonización y distribución de la tierra en la provincia de Buenos Aires ha sido accidentada y sin demasiado éxito, a pesar de diversos esfuerzos. Si bien la inmigración y la modernización agropecuaria irrumpirán con violencia a fines del siglo XIX, muy peculiares fueron las vías y los efectos de ese desarrollo. La ocupación de la llanura pampeana no ligó a sus habitantes entre sí; el aislamiento, la precariedad y el difícil acceso a la propiedad continuaron siendo las características de la vida rural. James R. Scobie 6 (1968) afirma que “la región 3 Ferrer, A., La Economía Argentina, F.C.E., Buenos Aires, primera reimpresión, 1974. 4 Sobre el régimen de la tierra para mayor profundidad se recomienda consultar, de Miguel Ángel Cárcano, Evolución histórica del régimen de la tierra pública. 1810-1916, Eudeba, Buenos Aires, 1972. Tercera edición con la legislación de Tierras Públicas Nacionales y el régimen vigente en las nuevas provincias, 1950-1970, por la Dra. María Susana Taborda Caro. 5 Las Leyes de Indias, las ordenanzas de intendentes y numerosas capitulaciones, cédulas y decretos formaban el cuerpo legal que regía la distribución de los campos fiscales, que fueron adquiriendo características propias derivadas de la costumbre. Comenzaba la ocupación del suelo por el indio, donde no llegaba la posesión del español, con esta incongruencia: que debían respetarlo y al mismo tiempo conquistarlo para extender sus propiedades. Carlos V declaró que el rey de España había sucedido en el dominio de todas las tierras poseídas por los naturales. Cárcano, 1972, pp.4-5. 6 Scobie, J., Revolución en Las Pampas. Historia social del trigo argentino 1860-1910, Ediciones Solar, segunda reimpresión, Buenos Aires, 1982. 19
  • 20. pampeana fue conquistada pero socialmente quedó al margen de la Nación; fue un área explotada pero no poseída; sus agricultores engrandecieron al país pero pocos participaron de ese progreso”. En la representación cartográfica 7 del territorio de la campaña de Buenos Aires de fines del siglo XVIII se puede observar un área definida al interior del río Salado. Para ese momento, aparecen representados seis pagos, dispuestos de norte a sur, y son los siguientes: Arroyos, Arrecifes, Areco, Luján, Matanza y Magdalena 8 . Los pagos fueron extensiones de territorio cuyos únicos elementos conocidos y fijos fueron el núcleo de población y la aguada que le daba nombre. Los pagos comienzan a mencionarse desde la fundación de Buenos Aires, pero con límites inciertos y difusos. En la Historia de la Provincia de Buenos Aires, Ricardo Levene (1941) los define como “las primeras secciones en que se dividió la campaña, que originariamente no constituyeron un distrito de administración, sino simplemente grandes extensiones de límites imprecisos, correspondientes cada una a una zona de población rural más o menos compacta. Estas zonas se habrían formado junto a las aguadas, que eran los ejes económicos de la campaña en aquellos tiempos primitivos de la ganadería” 9 . A partir de 1784 se definen los primeros partidos o jurisdicciones parroquiales que van a quedar a cargo de una autoridad civil, que se conoció como alcalde de Hermandad. Hasta 1810 fueron diecinueve los partidos: San Nicolás, San Pedro, Baradero, Areco, Arrecifes, Pergamino, Las Conchas, San Isidro, Morón, Matanza, Lobos, San Vicente, Magdalena, Quilmes, Chascomús, Areco Arriba, Pilar, Cañada de la Cruz y Navarro. A éstos debe agregarse Luján, con jurisdicción precisa desde 1755. En esta primera división administrativa del territorio bonaerense, Campana no ofrece aún elementos que lo diferencien del resto de la campaña, como sucedió en los primigenios pueblos, ya sea la planificación en la época de la conquista y poblamiento español (como San Nicolás y Pergamino), o por aparición de núcleos espontáneos de población rural en el corredor que articulaba Buenos Aires con el Alto Perú 10 , ya sea por la instalación de fuertes o fortines (Mercedes, por ejemplo) o por la necesidad de postas, parroquias o reducciones indígenas, como fueron los casos de Quilmes y Baradero; o si no como asentamientos que resultaron de verdaderas empresas fundadoras llevadas a cabo por particulares que valorizaron sus tierras por medio de la instalación de un centro de actividades terciarias relacionadas con la explotación pecuaria, el comercio y la exportación, como fueron los casos de San Andrés de Giles (1826) y Zárate (1827). Según las fuentes consultadas, la ocupación de territorio en Campana data bastante después de la Segunda Fundación de Buenos Aires (1580) con el legado de estas tierras a don Luis Águila (1680). En 1854 se dictó la primera Ley de Municipalidades y en 1857, por ley del 15 de setiembre, el gobierno de Valentín Alsina dispuso dividir el territorio de la provincia en departamentos, partidos, cuarteles y secciones 11 . Los límites de partido de la campaña al interior del Salado fueron establecidos formalmente por primera vez para esta región por la ley del 24 de octubre de 1864, reglamentada por decreto del 24 de febrero de 1865. Con posterioridad, en 1886, se dictó la Ley Orgánica de Municipalidades. En lo relacionado con los pueblos bonaerenses y el régimen de tierra, tendremos que esperar hasta 1867 para que Avellaneda establezca un criterio más liberal para la venta de los terrenos y a precios moderados en los ejidos, superando los laberintos de las legislaciones españolas y criollas que hacían imposible la distribución de la tierra. Su articulado aclara y define cuestiones tradicionales, reconoce la propiedad a los 7 Randle, P. H. y Gurevitz N., Geografía Histórica de la Pampa Anterior. EUDEBA, Buenos Aires, 1971, tomos 1 y 2. 8 Randle aclara al respecto: “A los seis pagos principales podrían haberse agregado el de Cañada de la Cruz (Campana), Monte Grande (San Isidro), Las Conchas y otros, pero no se los ha graficado por su dispar escala territorial y porque del término pago usaban la acepción de paraje más que la de jurisdicción. Con la creación de sucesivos curatos o parroquias hacia fin de siglo, se produce un desglose gradual de los pagos tradicionales. Así la parroquia de Arrecifes dio lugar a la de Baradero, Pergamino, y la de Areco a la de Capilla del Señor, y a la de Areco Arriba (Carmen de Areco). 9 Levene, R; Historia de la Provincia de Buenos Aires y de la formación de sus pueblos, La Plata, 1941. Este historiador clasifica a los partidos y municipios de la provincia de Buenos Aires según el contexto de la fundación del pueblo y propone la siguiente categorización cronológica: 1854-1862, período tradicional; 1862-1872, período modernizador; 1872-1880, período democratizador; 1880-1887, período progresista (es el caso de Campana), y por último, 1888-1910, período oligárquico. 10 En el siglo XVII, los caminos principales del norte estaban (a diferencia de los caminos del sur de Buenos Aries) bien definidos y eran: el camino del Alto Perú que iba en pos de Córdoba, bifurcándose al sur de aquella provincia en el de Mendoza. Entre los caminos de segunda importancia puede mencionarse la derivación del camino del Alto Perú, que partiendo de San Antonio de Areco iba en busca del de la Costa, al que encontraba en San Pedro pasando por los sitios conocidos entonces como Cañada Honda y Arroyo Arrecife. Este recorrido se justificaba por su mayor posibilidad de tránsito permanente, ya que se desarrollaba sobre tierras más altas y mejor drenadas. A la vez el camino de la Costa, fácilmente anegable, tenía grandes ventajas en tiempos de sequía. 11 Randle, P., op. cit. 20
  • 21. poseedores de cuarenta años y autoriza la expropiación de tierras alrededor de los pueblos. Establecía que el terreno de los ejidos se consideraría de pan llevar, y la Municipalidad era la encargada de señalar las reservas para edificios públicos y calles. Ordenaba su mensura y división para venderlos o donarlos, tratándose de los solares, y para vender simplemente, previa tasación, las quintas y chacras. “El parcelamiento del suelo era resistido por los estancieros, que se sentían atacados en su situación privilegiada y veían hacerse propietarios a sus arrendatarios laboriosos que pagaban altos precios para conseguir la tierra. Efectivamente, las grandes extensiones en una mano predominaban en la provincia, y, fuera de las parcelas de los ejidos, el agricultor y el inmigrante no tenían dónde ubicarse” (Cárcano, 1982, p.250). El otro instrumento jurídico importante en este período que vincula al régimen de la tierra, a los inmigrantes, a los agricultores y a los ejidos será la ley de los centros agrícolas de 1887. Esta ley se gesta, entre otros objetivos, para aplacar la crisis de la tierra pública y el acceso a la propiedad de pequeños y medianos propietarios. Este instrumento tendrá un impacto en la traza final del pueblo de Campana, como veremos en el próximo capítulo. En este período, Campana, tanto desde la organización administrativa del interior de la provincia de Buenos Aires como desde la valoración económica y social, no presentaba aún elementos territoriales que la diferenciaran y distinguieran de una vasta región hasta fines del siglo XIX. R. Paredes plantea 12 una visión crítica sobre las lógicas internas y externas que influyeron en la sociedad pampeana y en la reconstrucción del partido de Campana. Para el siglo XVIII, este autor distingue como unidad funcional el Corredor Litoral, del que Campana fue parte integrante. El Corredor se conformaba por los actuales partidos de San Nicolás, Ramallo, San Pedro, Baradero, Zárate, Campana, Exaltación de la Cruz, Pilar, San Antonio de Areco, San Andrés de Giles, Arrecifes, Carmen de Areco y Pergamino. Entre los aspectos de integración del Corredor fue central su característica espacial, y darle cierta unidad territorial por ser el principal corredor hacia el Alto Perú; no obstante, luego observaremos que la secesión territorial de Campana fue sincrónica con la ruptura de la estructura espacial tradicional, con la apertura económica y la modernización productiva de Buenos Aires. En los primeros tiempos, y con la llegada del español, estas tierras que hoy conocemos como el partido de Campana tuvieron valor económico gracias a la presencia del ganado cimarrón, y no por el valor productivo de las tierras en sí. Como veremos, entre la hacienda colonial y la estancia moderna transcurrirá un extenso período. Este contexto productivo le proporcionará a la zona una valorización marginal subordinada al hinterland de Buenos Aires. El período que va desde la época de los primeros pobladores españoles hasta la organización política del territorio llevaría varios siglos. La formalización del partido surgió tardíamente en comparación con el resto de la campaña bonaerense y, en particular, con el Corredor Litoral 13 . La primigenia ocupación y organización del territorio de Campana no cambiará con la simple llegada del español. Fumière plantea que la ocupación fue esporádica y temporaria –cuando la hay– o casi inexistente, hasta que finalmente se produzca el corrimiento del indígena 14 , y luego la desaparición de la amenaza de los realistas 15 . 12 Paredes, Rogelio., Modernidad y crisis. Estudio local del cambio social y político en la Argentina de los siglos XIX y XX. Tesis doctoral en Historia, Facultad de Filosofía y Letras, UBA, Mimeo, 1999. El autor emplea en su investigación categorías que involucran al proceso económico y social para explicar la construcción histórica de Campana. 13 Según fuentes consultadas, el Rincón de Campana aparece nombrado en diversas fuentes históricas como parte de un territorio mayor. Lo encontramos citado como perteneciente al “partido de la Villa de Luján”, “partido de la Cañada de la Cruz sobre el Río Paraná”, y finalmente, “en el partido de Capilla del Señor” (hoy Exaltación de la Cruz), del cual se desprenderá con el auge del ferrocarril y el crecimiento del pueblo. 14 Sobre estos primeros pobladores se tiene muy poca información, al respecto Fumière sólo describe el hallazgo arqueológico guaraní en las cercanías de la actual ciudad. Con lo cual sólo se infiere que en las épocas que precedieron al Descubrimiento de América, este territorio estaba ocupado por este pueblo. Las poblaciones de estos primitivos habitantes de la comarca se hallaban a unas veinte cuadras aproximadamente del límite de lo que hoy conocemos como la localidad de Campana, al Este, en terrenos que pertenecieron últimamente al ingeniero Rómulo Otamendi, y al pie de las barrancas comprendidas entre las puntas conocidas por de Chevez y Urien. Zona de bañados y próximas al río Paraná de las Palmas e islas del Delta. 15 Para ese período aparecen crónicas relatando las frecuentes devastaciones producidas no sólo por los indígenas, sino por la presencia de los realistas con base en la ciudad de Montevideo. Don Gervasio Posadas, director supremo, expidió un decreto (1814) por el que crea el cargo de guardacosta de Campana. 21
  • 22. 2.1.2. Un siglo de compra y venta El proceso de ocupación del territorio de la actual provincia de Buenos Aires –a pesar de la falta de obstáculos naturales que brinda su extensa llanura, salvo la frontera de los ríos, y en particular del Salado– se ha desenvuelto con suma lentitud durante cerca de cuatro siglos. Causa primera de tal fenómeno fue la presencia del indígena. Fueron los cuidadores de ganado los que, audaces, penetran en el desierto a principios del siglo XVIII y llegan a las márgenes del río Salado, límite del dominio de los blancos por más de un siglo. En este contexto espacial, se encuadran las sucesivas ventas y compras de los propietarios casuales hasta mediados del s. XIX. El 20 de octubre de 1731, la viuda de Luis del Águila, Teodora Martínez de Saravia, vende al capitán Esteban Lomez la parte de la estancia. El nuevo comprador sigue el tipo de explotación pecuaria hasta el 19 de marzo de 1759, cuando junto a su hijo, el presbítero Miguel Jerónimo Lomez, extienden un documento ante testigos por el cual dan en venta a don Francisco Álvarez Campana. A partir de ese momento, las tierras tomaron el nombre del Rincón de Campana. Personalidad influyente, y por momentos cuestionado, adquiere estas tierras para sostener a un colegio de hermanas de Buenos Aires 16 . En 1805, la estancia fue adquirida en pública subasta por el presbítero doctor Cayetano Escola, quien construyó su vivienda cercana al pueblo Capilla del Señor. Adquiere para la explotación de su predio a cuarenta esclavos negros y todos los implementos para las tareas agropecuarias. Sin embargo, esta zona no estuvo exenta del peligro de las tropas realistas; tras sus numerosos reclamos, logró que en 1814 se creara el cargo de guardacostas de Campana. Para 1824, se vende Campana una vez más, y pasa a poder de don José Julián Arriola y don Mariano Escalada. Nueva venta de las tierras en pública subasta, en 1829, a favor de Pedro Villanueva. Luego, pasa a la propiedad de Ladislao Martínez Castro, quien fue uno de los miembros más prestigiosos de la sociedad porteña de ese momento. Fallecido don Ladislao Martínez Castro el 23 de mayo de 1855, su hijo Ladislao Federico, en presencia de su hermana Clementina y como curador de sus dos hermanas menores, Elena y Agustina, firma un contrato en virtud del cual arrendaba por el término de seis años la estancia de Campana a los hermanos Eduardo, Luis y Alberto Costa, quienes a los pocos años adquirirán en propiedad todas las haciendas y el derecho a la marca. Cabe señalar que todos los ex propietarios de la estancia fueron personajes influyentes de la política porteña, tanto en la época colonial como durante la independencia y en las luchas por la organización del Estado. Los vaivenes de compra y venta de la estancia se detendrán recién con la ocupación permanente de los hermanos Costa, en una coyuntura favorable del capitalismo internacional por la valorización económica de las tierras de la pampa húmeda, en el marco de una economía primaria exportadora y en el contexto político de la organización del Estado. 2.2. De las primeras explotaciones a la moderna estancia Campana, parte integrante del Corredor Litoral, acompañó los ritmos productivos que se fueron sucediendo desde mediados del s. XIX. El Corredor Litoral –extendiéndose al oeste hasta lo que hoy conocemos como Pergamino– concentró los principales establecimientos pecuarios que conformaban una estructura espacial acorde al modelo de acumulación del momento. El área, luego, asumió un rol significativo en la economía primaria exportadora, pero sus ciudades corrieron diferente suerte, ya que la influencia externa de nuevos flujos comerciales impactó en las industrias locales, antes necesarias para la reproducción básica de las sociedades del mundo rural. Esto llevó a la decadencia o estancamiento de los pueblos, y al surgimiento de otros, como Campana. Hilda Sábato 17 analiza el período y plantea que las 16 Fumière J. (1975a.). 17 Apoyándose en esta tradición cuestionadora del modelo de crecimiento inaugurado en la segunda mitad del s. XIX, desarrollan una explicación que permite dar cuenta de la extraordinaria expansión de la etapa de auge, a la vez que estancamiento posterior, y encuentran que los mismos factores que habían asegurado el crecimiento en aquella época fueron también la causa de su limitación. Así, Laclau halla una clave para entender las características del “capitalismo dependiente” argentino en la existencia de la renta diferencial a escala internacional a favor de la producción agropecuaria argentina, consecuencia de la gran fertilidad de la llanura pampeana. Esta situación implicaba la transferencia de excedentes desde los países consumidores a la región productora, en este caso la Argentina, pero a su vez significaba una dependencia estrecha de las condiciones de mercado comprador, ya que el volumen de esos 22
  • 23. lógicas internacionales estuvieron presentes en la transición hacia la economía primaria exportadora, reestructuraron el trabajo, el territorio y la producción rural. Se producirá en Campana, desde la etapa de transición: introducción y auge del ciclo del ovino 18 (1850- 1890), la agricultura periurbana, la instalación de los primeros frigoríficos, la expansión de la agricultura (1890-1914) y el auge de la ganadería bovina. Las estadísticas económicas de 1881, 1888 y 1895 muestran en Campana un mayor desarrollo del maíz, cultivo que estaba asociado a la industria de alcoholes, que tuvo un peso muy significativo en la ciudad y el área rural campanense. Este es otro ejemplo de la integración productiva que diferenció al pueblo de Campana del resto de la región, la agroindustria articulada hasta su comercialización a través del puerto 19 . En cuanto a la propiedad de la tierra, estaba en manos de una clase social que se conocerá como hacendados, algunos de éstos descendientes de los primeros vecinos españoles, de una elite aristócrata o de militares premiados, u otros que arriban a mediados del siglo XIX, como en el caso de don Braulio Costa, de una clase de comerciantes con fortuna, descendientes de extranjeros y convertidos en porteños notables en el término de dos generaciones. Primero formarán una fortuna proveniente de negocios comerciales e influencia política, que luego, invertirán en tierras, estancias 20 y prestigio social. Pero también en nuevos proyectos productivos: la modernización de la explotación tradicional ganadera, la introducción de innovación tecnológica en la agricultura y la inmigración. Desde el análisis del territorio y su representación cartográfica conviene señalar que avanzado el siglo XVIII, y a pesar de las transformaciones que tuvieron lugar en la pampa con la introducción y auge del ganado ovino, Campana siguió sin diferenciar su territorio. Esto lo confirma la cartografía histórica, por ejemplo, el mapa de parcelamiento de 1864 de la Pampa Anterior 21 . En esta representación, lo que se evidencia es una progresiva división de la tierra según la distancia a Buenos Aires. Hasta un radio de 60 kilómetros se identifica una mancha homogénea con subdivisiones inferiores a 1.000 hectáreas, hasta los 100 kilómetros se distingue un área de transición, para saltar luego a un parcelamiento de mayor extensión, que va de las 1.000 a 5.000 hectáreas. Los núcleos urbanos de la campaña aparecen como puntos distantes y difusos entre sí. Campana aparecerá en el mapa de parcelamiento de 1890 con un núcleo urbano y con tierras destinadas a las chacras y quintas del ejido, gracias a la aplicación de la Ley de Centros Agrícolas de 1887. El 4 de diciembre de 1858, se firma entre las partes un nuevo documento de acuerdo con el cual los hermanos Costa se convierten en propietarios de estas tierras. Radicados ya con carácter definitivo, los señores Costa resuelven dedicarse en forma intensiva a la explotación del ganado ovino 22 adquiriendo, para tal efecto, apreciable cantidad de ejemplares puros de las razas negrete y rambouillet, cuyas lanas eran las que tenían entonces mayor aceptación en los mercados europeos 23 . Explotación que se transformó lentamente tras la dura crisis de la hacienda lanar en 1866. En 1880, la Argentina aún no exportaba carne de cordero, pero 7 años más tarde fueron enviadas 1 millón de cabezas a Francia e Inglaterra por cuatro firmas diferentes que operaban en Buenos Aires, una de ellas radicada en Campana, The River Plate Fresh Meat Co. Ltda. de Alfredo Drabble, exportando 120.000 reses ovinas para 1884. excedentes estaba directamente vinculado con los precios del mercado y, por otro lado, con la demanda” Sábato, H., Capitalismo y ganadería en Buenos Aires: la fiebre del lanar, 1850-1890. Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1989. 18 Respecto de los cambios que producirá el boom del ovino, Hilda Sábato comenta: “Hacia 1840 muy pocos argentinos podían imaginar los cambios de que serían testigos y protagonistas a lo largo de su vida, en ese país al que probablemente muchos de ellos ni siquiera reconocieran como propio. Economías regionales de orientación centrífuga, sociedades con aspiración a la autonomía, identidades de fuerte arraigo local: tal era la situación a mediados del s. XIX” (...), op.cit. 19 Excepto San Nicolás y Zárate. 20 Jorge Sábato realiza una revisión a las propuestas tradicionales de la constitución de la clase dominante. Al respecto, postula que los sectores para captar los excedentes habrían sido aquellos que tenían el control sobre las actividades comerciales y financieras. La característica inicial de la clase dominante fue el resultado de su posición en el mundo del comercio y las finanzas, más que la concentración de la propiedad de la tierra. Ver Sábato, J., La clase dominante en la Argentina moderna. Formación y características, CISEA, Grupo Editor Latinoamericano, Bs. As, 1988. 21 Randle op.cit. 22 “La etapa 1850-1890 fue decisiva, y en lo interno se tradujo en la aceleración del proceso de consolidación del capitalismo en la región. El período muestra un imbricamiento muy estrecho entre los intereses urbanos y rurales de las clases propietarias locales, y resulta claro, al observar a quienes ocupaban sus peldaños más altos, que el éxito estaba asociado a la habilidad para combinar una inserción fuerte en el mundo del comercio y las finanzas, con un compromiso creciente con la producción rural “(...) Paredes R., op.cit. 23 Los Costa intensifican la producción con la creación de treinta puestos distribuidos en toda la estancia, que se entregan a la “mediaría” a igual número de familias cuyos apellidos sean de origen inglés e irlandés. 23