La historia cuenta la vida de Blancanieves, una niña que huye del bosque para escapar de su malvada madrastra, la reina. Blancanieves encuentra refugio en la casa de siete enanitos que la acogen. La reina, celosa de la belleza de Blancanieves, la envenena con una manzana. Los enanitos lloran su muerte hasta que un príncipe la revive con un beso. Blancanieves y el príncipe se casan mientras los enanitos participan en su felicidad.
2. Tiempo atrás, en un reino muy lejano, una dulce reina tuvo un príncipe
llamado Blanconieves. Su padre, el Rey, volvía a casarse con una mujer
que creyó buena, cuando el Rey y el niño quedaba en poder de aquella
mujer.
Pero además, como era bruja, conocía todas las tretas para que el niño
fuera infeliz. Muy vanidosa, cada mañana preguntaba a su Espejo
Mágico:”Y él siempre respondía:”Siempre tú, Reina y Señora mía”. Pero,
pasaba el tiempo y una mañana, Espejo contestó:
Ella ,montó en cólera y llamando a su montero le ordenó algo que al
hombre le aterró.
“Llevarás al Príncipe a lo más lejano del bosque y muerte le darás”.
Palideció el montero... ¡Ay! Tendría que cumplir el encargo. Y de pronto,
se rebeló, haciendo saber a Blanconieves la verdad y aconsejándole que se
ocultara lejos de allí.
El trataría de engañar a la Reina comunicándole la muerte de su hijastro.
Agradecido y también triste él besaba la mejilla del montero y se lanzó a
la carrera, sin detenerse, internándose por abruptos lugares. Al caer la
noche, rendida, se durmió.
Los seres del bosque le contemplaban con estupor, ya que nunca vieron
nada igual. Muy de mañana, despertó a la fugitiva el piar de los pájaros.
Se vio en un paraje idílico al final del cual se divisaba una pintoresca
casita.
Esperanzada, fue hacia él y llamó a su puerta. No abrían y le empujó.
Un amable cervatillo iba a su lado, como guiándola. Blanconieves volvió a
preguntar: “¿Hay alguien aquí?” No hubo respuesta. Avanzó unos pasos y
se adentró en una estancia donde, sobre la mesa aparecían siete platitos de
sopa, agua y pan. Con todo se alimentó y los platitos vacíos los dejó.
¡Qué cansado se sentía! ¡Si pudiera descansar...!
Su sueño sobre el duro suelo, hacía que le dolieran los huesos.
Siempre guiado por el cervatillo y ya calmado su hambre, subió unas
escaleras. Iban a dar en un dormitorio con siete camitas. Y como estaba
cansado, en una de ellas se acostó.
3. Aquel sueño reparador, iba a durar muchas horas, tantas que cayó el
anochecer. Y mientras tanto, por un sendero del bosque siete personajillos
cantarines se acercaban tras cumplir su trabajo en una mina de diamantes.
¡Qué pequeñajos eran!
Al llegar ante la abierta puerta de la casita, alguien lanzó el grito de guerra:
“¡ Un intruso se ha adueñado de nuestro hogar! ¡A él …! ¡Adelante!”
¡Qué coraje sintieron al ver desaparecida la cena de todos!. ¡Había que dar
con el ladrón!
En fila india, atacaron sigilosamente las escaleras.
Cervatillo y Conejito se revolvieron asustados.
-¿Qué es eso?- preguntó uno, al descubrir al hermoso niño dormido.
Y entonces Blanconieves despertó, asustado al ver a los siete Enanitos en
torno a su cama. Pero se tranquilizo al instante porque le miraban ellos con
tanto cariño, viéndole tan hermoso, que sintió seguro. El mayor de los
siete, preguntó al niño quien era. Él contó su historia.
Era tan triste, que todos querían sonreír y en su lugar lloraban, incluso
Gruñón, que siempre estaba disconforme con todo, sentía su corazón
como una locomotora.
Sin pensarlo apenas, generosamente, le ofrecieron su casa.
Viéndoles embobados y tan felices, el príncipe accedió. Y pronto empezó a
mandar en todos y, aunque Gruñón seguía en lo suyo, la dicha se le
escapaba y asomaba a su rostro. Cantaban y bailaban que era un primor,
por más que a veces desafinaran. Pero, lejos de allí...
...La cruel Reina, a pesar de las seguridades que su montero le había dado,
no estaba tranquila y consultó a su Espejo Mágico, sabiendo que aún vivía.
Ardiendo en cólera, decidió terminar ella misma con Blanconieves. Para
algo dominaba la brujería.
Disfrazada de pobre y débil viejecita, la Reina puso su olla al fuego,
derramó en ella pócimas misteriosas y conjuros estremecedores y estuvo
listo el veneno que fue a inyectar en una roja y hermosa manzana.
4. Muy satisfecha, la bruja se en encaminó al bosque donde vivía
Blanconieves y, escondiéndose pudo apreciar el afecto que todos le tenían.
Pero pronto daría fin a tanta dicha. No le quedaba sino esperar a que los
Enanitos se alejaran. Les vio marchar y vibró de gozo. ¡Había llegado su
hora!
Falsa y melosa, se acercó Blanconieves invitándole a comprar sus
manzanas. Éste se negó algo temeroso, pero la bruja insistía. Así que le
regaló una, la más hermosa. El niño la mordió y cayó al suelo.
Reía la malvada su fechoría, cuando todos los animales del bosque se
lanzaron contra ella. La fuerza de todos, sus topetazos y empujones la
hicieron car por un barranco, donde perdió la vida.
Sin pérdida de tiempo, los más veloces se lanzaron a la carrera hacia la
mina de diamantes para avisar de la tragedia a los Enanitos. Al saber lo
sucedido, arrojaron las herramientas para acudir en socorro de su amigo.
Pero, ¿no sería ya tarde?
Los Enanos salieron disparados en dirección a su casa. Pero nada más
llegar comprobaron el desastre. El niño no reaccionaba. ¡Estaba muerto!
Y se rindieron a todo lo que no fuera su dolor.
Bastante más tarde pensaron en que debían darle una digna sepultura.
Y todos se entregaron al trabajo de fabricar un ataúd. Se harían a la idea de
que estaba dormido y acabaría por despertar.
Por último, llevaron el ataúd bajo el Árbol de la Vida.
Pasado algún tiempo, una bella Princesa montada en blanco corcel, divisó
la urna y su extraño cortejo. Los Enanitos contaron la historia del Príncipe,
y la joven, admirada de lo apuesto del joven, se enamoró de él y quiso
rendirle homenaje, pues sintió que le amaba.
Con gran respeto, levantó la tapa de la urna y le besó. El milagro ansiado
por los Enanitos se produjo entonces, ya que él se incorporó, sonriendo a
su enamorada, cuya emoción compartía. Pronto le preguntó él si accedía
5. a ser su esposa y obtuvo la respuesta deseada. Los Enanitos mostraron
tristeza...
Los jóvenes borraron aquella pena asegurando que se verían con
frecuencia. Y como no eran egoístas, participaron de la dicha de su querido
amigo. Cumplieron la promesa y todos fueron felices.
6. a ser su esposa y obtuvo la respuesta deseada. Los Enanitos mostraron
tristeza...
Los jóvenes borraron aquella pena asegurando que se verían con
frecuencia. Y como no eran egoístas, participaron de la dicha de su querido
amigo. Cumplieron la promesa y todos fueron felices.