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COSAS DE LAS
COPAS
CUENTOS
DE
Rosalino Carigi
(Revisión Abril 2016)
IMAGEN CARÁTULA,
litografia,
pablo picasso, 1961,
Diap 2
DEDICATORIA
A todos los viajeros
que tengan el pasaporte
de la imaginación
y la visa
de la añoranza.
Diap 3
DEDICATORIA
A todos los viajeros
que tengan el pasaporte
de la imaginación
y la visa
de la añoranza.
COSAS DE LAS COPAS
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COSAS DE LAS COPAS
PLAZA DEL INMIGRANTE – CERRO MONTEVIDEO – AÑO 1996 - NOCHE – (MONTAJE)
COSAS DE LAS COPAS
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COSAS DE LAS COPAS
VIEJO DON DE LA PLAZA DEL CERRO
CON EL NARRADOR Y EL GATO DE JUAN
BOLICHE DE LA ESQUINA
Diap 6
ÍNDICE
No. CUENTO DÍA FECHA Diap
INICIO 1
DEDICATORIA 5
INTRODUCCIÓN 7
NOTA INCIAL 8
01 - LA PLAZA MIÉ. 31-ENE-1996 9
02 - UN LUNES LUN. 05-FEB-1996 11
03 - LA MEDIDA MAR. 13-FEB-1996 13
04 - CARNAVAL MIÉ. 21-FEB-1996 15
05 - LA EDAD MIÉ. 28-FEB-1996 17
06 - ÉPOCAS MIÉ. 06-MAR-1996 19
07 - INTERROGANTE MIÉ. 13-MAR-1996 21
08 - CRISTAL MIÉ. 20-MAR-1996 23
09 - OTOÑAL LUN. 25-MAR-1996 25
10 - UN VIERNES VIE. 05-ABR-1996 27
11 - CUATRO MIÉ. 10-ABR-1996 29
12 - FERIADO VIE. 19-ABR-1996 31
13 - SERVIR MIÉ. 24-ABR-1996 33
14 - 1º DE MAYO MIÉ. 01-MAY-1996 35
15 - MATERNAL LUN. 06-MAY-1996 37
16 - ROMANCE VIE. 17-MAY-1996 39
17 - LAS ROCAS MIÉ. 23-MAY-1996 41
18 - PERGAMINO VIE. 31-MAY-1996 43
19 - PERDIDO MIÉ. 05-JUN-1996 45
20 - RETROCESO MIÉ. 12-JUN-1996 47
21 - MADURANDO MIÉ. 19-JUN-1996 49
22 - CONVENTILLO MIÉ. 26-JUN-1996 51
23 - TAMBORES MIÉ. 03-JUL-1996 53
24 - QUIJOTADA VIE. 12-JUL-1996 55
25 - PATERNAL MIÉ. 17-JUL-1996 57
26 - RIENDO MIÉ. 24-JUL-1996 59
27 - SEIS MESES JUE. 01-AGO-1996 61
No. CUENTO DÍA FECHA Diap
28 - VOLANDO MIÉ. 07-AGO-1996 63
29 - PARADAS MIÉ. 14-AGO-1996 65
30 - CHOQUES MIÉ. 21-AGO-1996 67
31 - SINTIENDO MIÉ. 28-AGO-1996 69
32 - AULLIDOS MIÉ. 04-SEP-1996 71
33 - PRESENTE MIÉ. 11-SEP-1996 73
34 - LAS CITAS MIÉ. 18-SEP-1996 75
35 - CENIZAS LUN. 23-SEP-1996 77
36 - JUSTICIA MIÉ. 02-OCT-1996 79
37 - MEZCOLANZA MIÉ. 09-OCT-1996 81
38 - CARDANDO * MIÉ. 16-OCT-1996 83
39 - TÍTULOS MIÉ. 23-OCT-1996 85
40 - LAS CAÑAS MIÉ. 30-OCT-1996 87
41 - MUERTOS MAR 05-NOV-1996 89
42 - TORMENTA MIÉ. 13-NOV-1996 91
43 - CALLADO MIÉ. 20-NOV-1996 93
44 - LA VITROLA MIÉ. 27-NOV-1996 95
45 - MEDIANÍA MIÉ. 04-DIC-1996 97
46 - NADANDO MIÉ. 11-DIC-1996 99
47 - SUEÑOS MIÉ. 18-DIC-1996 101
48 - INOCENTES JUE. 26-DIC-1996 103
49 - ATRAVESADO VIE. 03-ENE-1997 105
50 - LOS REYES MIÉ. 08-ENE-1997 107
51 - PRISIONES MIÉ. 15-ENE-1997 109
52 - RESUMEN MIÉ. 22-ENE-1997 111
53 - EL LEGADO MIÉ. 29-ENE-1997 113
CONCLUSIÓN 115
SE DICE DE MI (El Escritor) 117
FIN 119
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
COSAS DE LAS COPAS
INTRODUCCIÓN
Diap 7
¿Por qué un libro de cuentos con ese título?
Podría decir porque es una frase muy usada
para indicar las tonterías habladas después de
unos tragos.
Pero, ese no fue el motivo.
Luego de finalizar las “Charlas con el Loco
de la Esquina”, dejando a Juan en su cuarto del
manicomio, en un rincón de normalidad...
me sentí perdido.
De nada servía imaginarme en la esquina,
reviviendo allí las pláticas con él, acompañado
de su gato... seguía perdido.
Y una madrugada que estaba escribiendo a
un amigo lejano, al concluir de narrarle una
utópica reunión en un antiguo bar de nuestra
juventud, terminé con esa expresión:
–... sólo son Cosas de las Copas.
INTRODUCCIÓN
COSAS DE LAS COPAS
¿La frase quedó latente, y fueron surgiendo
los cuentos.
¿Qué es verdad y que es ficción?
¿Cuáles son recuerdos y cuáles fantasías?
El boliche de la esquina aún existe.
El viejo don amigo existió.
La plaza todavía está. Y en ella, el laurel...
A ellos se pudo ir gracias al visado de la
añoranza.
Y, con el pasaporte de la imaginación se llegó
a:
Un cantinero singular.
Un banco en las sombras.
Un diálogo sin tiempo.
Y en él hablar de...
Cosas De Las Copas.
Rosalino Carigi
2003
COSAS DE LAS COPAS
NOTA
Diap 8
La idea fue narrar un cuento relacionado a
cada semana del año desde el:
31 de Enero de 1996 al 29 de Enero de 1997.
Esto dio 53 cuentos, por ser bisiesto el año
1996.
En su redacción, además de las frases
propias de cada cuento, se tomaron muchas de
libros anteriores.
También se usaron, con el atrevimiento que
da la edad, unas pocas de canciones y escritos
de otros autores.
Respecto a los personajes, en general son
una amalgama de seres reales y ficticios.
El cantinero es creado por la fantasía. Es
difícil encontrar un bolichero parco, filósofo,
humano e intelectual.
Agregando que nunca fui asiduo a los
boliches o bares.
El viejo don amigo es una fantasiosa mezcla
de muchos Dones del ayer, aquellos viejos con
sabiduría de años.
Y sobre todo, basado en un vecino de la casa
de mi niñez. Un criollo medio indio, socarrón,
sabio, irónico y profundo.
NOTA
COSAS DE LAS COPAS
El narrador, es la fantasía de mí mismo... ya
viejo y vuelto utópicamente al lugar de mi
juventud. *
Buscando su verdad en el viejo barrio, con el
entrevero de sentimientos, añoranzas, ideales,
realidades y frustraciones.
Y cada semana, se va transformando más en
el don amigo, mientras éste va desapareciendo
en la noche del pasado.
La plaza, es la plaza de la iglesia del barrio...
y fantasías.
El boliche, era el de la esquina de la iglesia...
y fantasías. **
Y queda la mayor fantasía... la de este libro.
Una fantasía más de Cosas de las Copas.
...oo0oo...
* En el año 2006 volví real y totalmente al Uruguay,
el cual, por lógica ya no era el lugar de mi juventud.
** En el año 2004, paseando por mi barrio, vi que
el boliche ya no existía más. Lo había comprado la
iglesia y hacía parte del colegio religioso.
Sonreí triste e irónico. Miré hacia la plaza… ni el
viejo don ni yo ya íbamos a ella….
Sin embargo, creí verlo a él sonriendo también.
Diap 9
Hacía mucho que me había ido y poco que
había vuelto. No encontraba nadie de los que
quedaron ni de los que dejé.
Sintiéndome un extraño, y solo, decidí ser
otro fugitivo de su propia soledad... buscando
la compañía de las copas.
Anocheciendo, fui tras el ayer. Y aún
permanecía allí, en la plaza y en el bar frente a
la plaza... detenido en el tiempo.
Tomé unas copas, hablamos cosas. El
tabernero dijo que, años atrás, aquel viejo se
sentaba bajo un laurel de la plaza.
Ese viejo fue un don en mi niñez, lo
admiraba con respeto. Siempre salía sabiendo
algo más luego de estar con él.
No el conocimiento que daban los maestros
de la escuela. Era algo profundo... aunque
hubiésemos estado en silencio.
Me despedí del bolichero y bajé con cuidado
el escalón de la entrada del bar.
LA PLAZA
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
01 - LA PLAZA MIÉRCOLES 31-ENE-1996
Basado en “La Fortuna” de “David, un Botija”
Viajando con el pasaporte de la imaginación,
que tiene el visado universal de la añoranza,
siempre es posible el encuentro con el pasado
Tenía más años encima... y más copas.
Crucé la plaza. Y en el banco junto al laurel
percibí, en la penumbra, la silueta de aquel
don. Parecía esperarme.
Uno hombre grande y sereno.
Hacía muchos años que no lo veía. Años en
que me alejé. Años en que yo había envejecido.
Sin embargo, él seguía igual.
Me senté frente a él. Y en la noche su voz
sonó con la serenidad del tiempo:
–¿Volviste?... –dijo, sin asombro– ¿Cómo
estás?
–Volviendo, como usted dice. Ésta es mi
querencia.
–Hasta el potro más redomón extraña el
potrero. –afirmó él– Mira que te fuiste lejos...
–Sólo caminé otros caminos. Y ahora veo
que todos tienen subidas y bajadas, lomas y
barrancos, montes y arroyos.
Diap 10
–Pero, tú fuiste a verlos más allá. Nosotros
nos quedamos. –afirmó el viejo– Aunque,
también noto en ti cierta tristeza.
–Tristeza del que deja una tierra para hacer
su destino en otra. –susurré– Y al final, será
extranjero en todas...
–A veces se es extranjero sin salir de un
lugar. Mira, somos dos sombras en medio de la
noche, de la plaza... y del tiempo.
–¿Sabe don? La tierra es redonda. –filosofé
con el alcohol– Más se aleja uno de un lado,
más se acerca por el otro. Por lo tanto, siempre
se está en medio de algo... ¿No cree?
–Creo es que estuviste en medio de las
copas. –rió él– Y creo que no es igual una
posición media que una tercera.
Nuevamente era aquel niño que siempre
aprendía del viejo.
–A ti te gustaba andar en las quebradas. –
continuó el don– No ibas por los caminos
marcados. Por eso, quizás te fuiste...
–Y usted se quedó, y tuvo aquí su vida. –le
indiqué– Vivió los hechos de cada momento
junto con los suyos.
LA PLAZA
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
LA PLAZA
–Y tú los has vivido con los tuyos. –razonó
él.
–No fue igual. Hoy comprendo lo que
sentían esos viejos emigrantes cuando se
sentaban en la plaza y miraban lejos.
–Todos somos emigrantes. –sentenció–
Venimos del pasado yendo hacia el futuro. Y
sólo llevamos un atadito al hombro.
–En él se traen las esperanzas. –murmuré–
La de triunfar y la de volver. Que se pierden al
ir abriendo el atadito.
La brisa fría me pegó en la cara. Me levanté
despidiéndome.
–¿Te vas?... –preguntó él.
–Me fui hace tiempo, –respondí– y siempre
estoy volviendo.
–Yo me quedé, –dijo él– y como siempre,
me quedo...
Dejé al viejo en la penumbra. Crucé la plaza.
Pero estaba seguro que, pronto, otra noche,
hablaría otra vez con él.
¿De qué?... De cualquier cosa...
de cosas de las copas.
...oo0oo...
Por la ventana observo que la noche ya es
oscura.
En la pared, un antiguo y enorme reloj indica
la hora. A las manillas se le ha caído el dorado;
como a mí, el pelo. Pasa el tiempo.
El cantinero sirve otra copa. Y, con una
mustia sonrisa, me dice que ésa va por la casa.
Comprendiendo, agradezco con igual sonrisa.
Es la copa del qu’irse.
La tomo enseguida. Pago las anteriores y me
levanto del taburete. Me despido diciendo que
voy a hablar con el viejo de la plaza.
No hay nadie en el bar, pero lo digo en voz
baja.
El hombre me mira. Se levanta de hombros...
y comienza a lavar las copas. Quiere marcharse.
Hoy es lunes.
Al salir, tropiezo con el escalón del bar.
Soy recibido por la calle con una bofetada de
aire fresco que me despeja del sopor de las
copas.
Voy hacia la plaza. Desde lejos, veo la forma
del viejo don en el banco debajo el laurel.
Lunes.
En el mortecino atardecer me dirijo al bar.
Cruzo la plaza. Miro el banco debajo el laurel.
El viejo don amigo no está en él. Pero, es
seguro que en la noche vendrá.
Entro en el local.
El bolichero, al verme, pone una copa en el
mostrador y vierte la bebida.
Ninguno ha dicho una palabra, nos hemos
entendido con una inclinación de cabeza.
Inclinación que es saludo y conformidad.
Hace poco que he vuelto al lugar, mucho que
me fui. Pero, soy cliente conocido.
Los cantineros son filósofos de la vida.
De vez en cuando hablamos, y el mayor
tiempo callamos.
No le cuento del viejo don, aunque en los
ojos del tabernero noto que lo sabe.
Cada tanto algún parroquiano entra, pide
una copa, la bebe, y se va.
Es lunes, día gris y apático.
Ayer en la mañana, este lugar debe haber
estado lleno de gente eufórica.
UN LUNES
Desde que se puso el domingo
como primer día de la semana,
los otros son una triste carga.
(Reflexiones de Humgrand Penn de Joc)
02 - UN LUNES - LUNES 05-FEB-1996
Diap 11
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
–Por tanto el domingo es una fantasía... –
opino, burlón.
–La realidad es la semana de siete días. –dice–
La fantasía es el día de descanso. Para los judíos
es el sábado. Para los mahometanos, el viernes. Y
para los cristianos, el domingo.
–¿Y usted que es? –pregunto, con vieja
curiosidad infantil.
–Yo no soy, fui... En eso nos parecemos...
sólo fuimos.
–Sólo fuimos... –murmuro, hundido por esa
verdad– Solo fui un viajero que sembró en
otras tierras... ¿Y usted?
–Otro viajero, sin salir de la misma tierra.
Sentí molestia en las articulaciones de la
mano. Pensé en el viejo, y me levanté
despidiéndome.
–Hasta la próxima semana. –me responde.
–¿Cómo sabe que vendré?
–Lo sé... tenemos que hablar... de cosas de
las copas.
...oo0oo...
Y me siento en el muro frente a éste.
–¿Llegaste? –dice apacible– Tardaste algo
en volver.
–¿Algo? –acoto con un suspiro– Fue una vida...
–Si es por tu aliento, –aclara él, irónico–
sólo es el tiempo de unas copas. Si es por tu
sentimiento, no tiene medida.
–Hoy es lunes. –elucubreo con tonta
dialéctica alcoholizada– Parece que las horas
fuesen más largas.
–El hombre cambia los valores. –sentencia él–
Alguien puso el domingo de primero, y gastamos
en él toda la energía.
–“Trabajó seis jornadas y descansó la
séptima” –recito yo– Así dice la Biblia. Aunque,
esos son mitos antiguos.
–Todas las historias está llena de cuentos y
realidades. –me indica– Las realidades las
hacen unos hombres, las convierten en cuentos
sus seguidores, y las dogmatizan en fantasías
los políticos y sacerdotes.
UN LUNES UN LUNES
Diap 12
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
Diap 13
Martes. Ha pasado una semana.
Cuando entro al bar me extrañan dos cosas.
Una, he llegado tarde, son las nueve de la
noche.
Otra, en el mostrador hay varios parroquianos.
El cantinero me mira y, con un gesto, me
señala una mesita adosada a la ventana.
Desde ella se ven las fantasmagóricas siluetas
de los árboles de la plaza.
La mesa está solitaria y vacía. Me siento,
uniéndole mi vacío y soledad. Toco el vidrio.
Hay otras huellas, soy uno más.
El bolichero me trae una copa y la botella.
Sonrío triste al ver en ésta la cinta vertical
que indica las copas a tomar.
Antes, la palabra de él o la mía hubiese sido
la medida.
Los tiempos cambian. Ahora todo es acotado.
Me devuelve la sonrisa adivinando lo que
pienso, y deja a mi albedrío el servirme.
LA MEDIDA
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
03 - LA MEDIDA - MARTES 13-FEB-1996
Medir es sólo comparar,
y depende con que se compara.
(Las Mil y Una Carigiadas o Carajeadas) Se va, quedo solo.
Hay clientes, él debe atenderlos.
Pasan los minutos, pasan las copas, y el
menisco del líquido baja de marca en marca en
la tira. Observo que ya son varias rayas, y
recuerdo que mi viejo don amigo me ha citado.
Llevo la botella y la copa al tabernero, quien
desde atrás de la barra sirve a los que están en
el mostrador. No mira la cinta, me pregunta
cuantas tomé. Le digo y pago. Saludo y me voy.
Me siento bien. Hay cosas que no se miden.
Llego en la oscuridad hasta el banco. El viejo
don mira lejos. No veo sus ojos, pero imagino
que ve los tiempos del ayer. Le cuento lo
sucedido. Y exclamo emocionado:
–Copas medidas con la medida del hombre...
–Querrás decir con la medida de un hombre.
–sentencia– Y estás contento porque él midió
con tu medida.
Sus palabras enfrían mi embriagante euforia.
Callo, y quedo viendo la mancha oscura del
monumento en la plaza.
Diap 14
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
–Medir es sólo comparar. –continúa él–
¿Quieres que te cuente algo que pasó hace
muchos años?
Lo miré con sorna, y el don comenzó a narrar:
–Bueno. Yo trabajé en una empresa donde
abundaban los técnicos y todo se hacía según
normas internacionales. Hasta la medida de la
mínima cosa debía ajustarse a cánones.
Había un maestro albañil, un trabajador
excelente. Sus obras siempre estaban acordes a
los planos e instrucciones escritas y diseñadas
por el departamento de ingeniería.
En un techo existía una torre de destilación
cuya entrada quedaba algo lejos de la escalera
de acceso a la platabanda. Decidieron por tanto
abrir otra puerta más próxima.
Solo era una puerta más.
Consideraron que no ameritaba un estudio y
dibujos.
Llamaron al maestro albañil y le indicaron
que hiciera la puerta cercana a la escalera.
Y él, siempre formal maestro, preguntó:
–“¿Cómo quieren la puerta?”
–“Una puerta para que pase un hombre.” –le
dijeron
El maestro la hizo.
Pero, cuando se pasaba por ella, la mayoría
se lastimaba la frente. Le reclamaron.
Y él respondió muy seguro:
–“Ustedes me ordenaron que la hiciera para
que pasara un hombre. Yo paso por ella.”
Era cierto. La había hecho a la medida de un
hombre... a la de él. Y el albañil medía un metro
con cincuenta centímetros.
La risa escondió la reflexión.
E inquirió mi viejo don amigo:
–Y ahora... ¿Qué dices de la medida del
hombre?
–Que existen cosas que son únicas, por tanto
no hay con que compararlas. Usted y el cantinero
no tienen medida...
Me levanté y nos despedimos hasta una
próxima noche.
Otra noche que también hablaríamos de
cosas de las copas.
...oo0oo...
LA MEDIDALA MEDIDA
Diap 15
CARNAVAL
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
Miércoles de Ceniza.
La tarde tiene un profundo silencio.
Quizás sea por la reflexión sobre los
desatinos hechos los días anteriores. Aunque,
seguro que es por el agotamiento.
Las calles aún están sucias de papelillos y
serpentinas que se mezclan con residuos de las
bebidas... y de los humanos.
Voy hacia el bar. El bolichero debe haber
tenido buena venta en las carnestolendas.
¡Qué nombre rebuscado para las horas que
liberamos el ansia de diversión... y la oculta
perversión!
Camino por la acera de enfrente a la plaza.
Donde está la iglesia. Y el perfume de incienso
me arrastra a la niñez. Entro. Asombrado,
observo rejas y candados en los portones.
Me siento en el último banco. De los
primeros salen los fieles y van a arrodillarse
cerca del altar. El sacerdote les impone un
polvo gris. ¿Es la ceremonia del ángelus o la de
las cenizas?
Lo he olvidado. Toda aquella inocente
mística en un más allá, se perdió en alguna
esquina de un más acá.
Me parecen conocidos ciertos gestos y ciertas
personas. Al envejecer se nos van igualando los
seres y los rostros. Me levanto, saliendo.
No me persigno... sería una falsedad.
Ya es oscuro. Voy hacia la esquina, hacia el
bar. Al pasar frente a la ventana, veo que la luz
de adentro está apagada. Pero al llegar a la
puerta, las lámparas ya alumbran.
El cantinero pasa detrás del mostrador. Y en
silencio pone la botella y la copa en éste,
sirviéndomela. El local se encuentra pulcro, sin
restos que denuncien la juerga de Carnaval.
Observo más. Un papelito de color se ve bajo
un vaso. Una mancha gris se ve en la frente del
bolichero...
Pasa el tiempo. Cada tanto esbozamos una
mustia sonrisa. Él me sirve otras copas, y yo las
tomo despacio. Llega la hora de ir a ver en la
plaza al viejo don. Pago, saludo y me voy.
04 - CARNAVAL – MIÉRCOLES 21-FEB-1996
Peca, que Dios perdona
(Refrán popular español)
Diap 16
CARNAVAL
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
De los senderos emana el acre olor del papel,
hojas, alcohol y de los fluidos humanos en
descomposición.
Por fortuna algunas flores, como en la iglesia
el incienso, lo disimulan.
El viejo don está en la sombra bajo el laurel.
Oye mi relato, el cual termino con una frase
cervantista:
–¡Cosa veredes, Sancho!...
–Estás muy castizo, hoy. –indica, burlón– Y
parece que las copas te cayeron mal. Destilas
cierto agrio cinismo.
–Tal vez... –y musito, justificándome– Hace
años, usted me enseñó que todo cínico es un
idealista frustrado.
–Sí, es una sentencia conocida. –acota él–
Pero... ya pasó Carnaval. Quitémonos la
máscara de intelectuales. Todo lo que viste es
parte de nuestra naturaleza. A ciertos animales
se le desarrollaron las garras, a otros las alas... a
nosotros, el cerebro. Y ése es nuestro bien y
nuestro mal.
Miré el banco, la sombra del don parecía
crecer, y continuó:
–¿Un bolichero en la iglesia y creyendo lo de
las cenizas? ¿Por qué no? ¿Quién mejor que él
para saber los errores de la carne... y del alma?
¿Cuantas confesiones habrá oído con el rosario
de las copas? Afortunados los que aún tienen fe.
–Y la guardan con rejas en los templos. –
dije, sarcástico.
–En épocas pasadas sus puertas siempre
estaban abiertas. –explica el viejo– Hasta los
criminales podían buscar refugio en ellos. Pero
llegó el progreso, la ciudad... y los ladrones.
–Y el Carnaval... y las perversiones... –agrego,
frustrado.
–¿Perversiones? ¿Qué es más pervertido?
¿Librar al instinto en forma irracional, o
reprimirlo en una existencia anormal.
–Don... ¿usted cree en dios? –pregunté al oír
eso.
–Creo en su creador. –sentenció– Creo en el
hombre... con lo bueno y lo malo. Con la carne
y las cenizas...
Y yo, pensando en las cosas de las copas,
saludé y me fui.
...oo0oo...
CARNAVAL
Diap 17
LA EDAD
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
Había pasado ya otra semana de la última
cita en la noche de la plaza con mi viejo don
amigo y, ¿por qué no?, la previa con el
bolichero en el bar de la esquina.
Uno como el otro iban haciendo parte
normal de esa rutina propia de cada individuo y
que llamamos existencia.
La tarde había sido una sucesión de grises
momentos de garúa y sol. Cuando llegué al bar,
anochecía.
Parado en el escalón, giré hacia el horizonte
para ver un plomizo cielo.
Entré al local. Sólo estaba el tabernero,
quien de inmediato puso una copa y una botella
sobre el mostrador.
Pensé que, si no hubiese sido por las
paredes, adentro y afuera era igual.
Hablamos del tiempo... ¿De cual de los dos?
¿El del clima? ¿El de los sucesos?...
Da lo mismo....
En uno de los ubérrimos momentos de
silencio, me paré y fui con la copa a observar el
antiguo reloj de la pared. Vi que lo que creía
restos de dorado, eran manchas de óxido.
Pregunté por la antigüedad de él. El
tabernero dijo que ya estaba ahí cuando, un par
de años atrás, compró el bar.
Que había dejado todo como lo encontró,
pero tuvo que agregar el escalón de la puerta
porque la acera había bajado. Sólo eso y él eran
nuevos.
Busqué en mi memoria. No recordaba las
otras cosas pero, para mí, el escalón y el
bolichero siempre había existido.
La razón indicaba que eso no era posible,
que lo que sentía era consecuencia de las copas.
¿Cuántas había tomado ya?... ¿Tres?...
¿Cinco?... ¿O estaba embriagado de añoranzas?
Ante la duda, volví a observar el reloj. Era
hora que fuese a mi otra cita.
Pagué mis copas y me despedí.
Al bajar el escalón, miré a éste con menos
afecto.
05 - LA EDAD - MIÉRCOLES 28-FEB-1996
El tiempo es una unidad inconmensurable
y el alcohol un reloj desquiciado.
(Las Mil Y Una Carigiadas O Carajeadas)
Diap 18
LA EDAD
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
Un halo de humedad envolvía la plaza dándole
un aspecto tenebroso.
Llegué al laurel. El viejo don amigo se
encontraba en el banco. Bajo el árbol, todo se
hallaba seco.
Conté lo sucedido. Y, como siempre, el viejo
sentenció una frase:
–Antiguo, nuevo... oro, óxido... tú, yo... dos
seres que tenemos la misma edad. Deberíamos
conocer lo mismo.
En silencio, reflexioné. Sí, yo tenía ahora la
misma edad que él cuando lo conocí en mi
juventud, pero no era lógico lo que él decía. Y el
don, adivinando mi pensamiento, continuó:
–La misma edad. No el mismo tiempo.
Quizás yo me quedé, quizás tú me alcanzaste.
El tiempo todo lo iguala. Las edades, los
hechos, los seres. Cuando recuerdas a tus
padres y los dones del ayer, los ves como viejos
de la misma edad. Si es a los compañeros y
muchachitas de tu juventud, surgen en esa
edad juvenil. Y tus amigos de escuela, aparecen
como niños de poca edad. Aunque, el resumen
final no se mide en años.
–El resumen de mis años... –ironicé
sarcástico– No puedo tomar muchas copas por
que ya no las resisto, ni comer fuerte por que
me hace daño, ni hacer esfuerzos por que me
duele la espalda. No puedo manejar por que
mis reflejos son lentos; ni viajar por que ya no
trabajo, ni trabajar por que nadie quiere un
viejo, ni enseñar por que mis conocimientos
son obsoletos. No puedo tener relaciones por
que ya no tengo el vigor. Si un joven me
pregunta algo es para saber una dirección, si
una muchacha me mira es para darme el
asiento en el autobús... ¡Y aún hay quienes
dicen que debo cuidarme para vivir más!
Una sonora carcajada sonó bajo del laurel.
Yo también reí...
Me levanté del asiento. Hice un gesto de
despedida con la mano.
Volvería otra noche. Había más para
conversar.
Pero, esa noche había perdido las ganas de
hablar de cosas de las copas... y menos de cosas
de la edad.
...oo0oo…
LA EDAD
Diap 19
ÉPOCAS
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
Bajé del transporte. Sentía necesidad de la
reunión semanal con mis amigos de la
oscuridad: el cantinero y el viejo don.
Pero, la hora y yo nos hallábamos en uno de
esos momentos que parecen estar suspendidos
en el infinito.
Demasiado tarde para ser parte del día y
muy temprano para ser de la noche.
Demasiado tarde para retornar a un cuarto,
muy temprano para el encuentro.
Y, yendo con lentitud por las calles donde
había corrido cuando niño, me dirigí a la plaza.
Llegué a la esquina cercana a la escuela. En
esas baldosas habían retozado las risas y los
juegos de mi infancia.
Seguí andando. Cuando entré en la plaza
comenzaban los arreboles.
Me senté en un banco oculto bajo una
enredadera, el cual no se podía ver desde la
calle ni otras bancas.
En él leí mis primeros versos a una
muchachita y le dije que la quería.
Con los ojos húmedos por la melancolía, me
levanté y fui hasta la fuente. La piedra
mostraba el musgo del tiempo.
Sonreí a los recuerdos. En sus claras aguas,
mis amigos me habían lanzado festejando mi
primer trabajo... y a los pocos años lo repitieron
como regalo de despedida de soltero.
Giré para ir al bar. Ya comenzaba a
anochecer. Pasé junto al laurel. El viejo don
amigo aún no estaba en su asiento.
Vendría después. En la penumbra. Como
siempre...
Entré al boliche. El cantinero puso una copa
y la botella sobre el mostrador. Arrimé una
banqueta sentándome frente a él. Se asombró
cuando le pedí que sirviera tres copas más.
Levanté una por una, brindando en silencio
por cada uno de aquellos que fui en el ayer...
Luego, bebí lentamente mi propia copa.
Y, sin decir nada, pagué y me marché.
Sin apuro volví a la esquina, tropecé con las
baldosas rotas.
Retorné al asiento de la enredadera, lo
ocultaba la oscuridad. Regresé a la fuente,
habían cortado el agua.
Si me encontrase con el niño que fui,
con el joven que fui, y el hombre que fui;
seríamos cuatro desconocidos.
(Reflexiones De Humgrand Penn De Joc)
06 - ÉPOCAS - MIÉRCOLES 06-MAR-1996
Diap 20
ÉPOCAS
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
Fui hasta el banco bajo el laurel, seguía
vacío. Me recosté en el murito frente a él y,
esperando, me perdí en añoranzas.
–¿Paseando por el ayer?... –la voz del viejo
me sobresaltó.
Allí estaba, sentado en la penumbra, no lo
había oído llegar.
–Sí, recorriendo aquellas épocas lindas... –
musité.
–¿Lindas?... Míralas sin el efecto embriagador
del cristal de las copas o el de las nostalgias.
–Por favor, don. No va a negar que el pasado
fue mejor.
–¿Cuál? ¿El tuyo? ¿El mío? ¿El de nuestros
padres? ¿El de los cavernícolas?... ¿Mejor? ¿Estás
seguro? ¿No será porque sólo recordamos lo
bueno? La niñez tuvo sus alegrías... y sus lágrimas
por cada realidad que descubríamos. La juventud
fue llena de emociones... y de tristezas por cada
desilusión. Y ya hombres, ¡cuánta felicidad
cuando lográbamos un triunfo!... y también
cuánta amargura por cada resignado fracaso.
–Entonces... ¿cuál fue la mejor época? –
inquirí frustrado.
–No fue... –respondió con sabiduría– los
que fuimos somos nosotros. ¡La mejor época
es!... Es cada presente.
–Pero el presente no existe, –filosofé con el
alcohol– es el instante intangible en que el
futuro se vuelve pasado.
–Por eso es hermoso, es sólo un instante y el
único que tenemos... El pasado no volverá, y el
futuro aún no llegó.
Callé, pensando los instantes perdidos por
rumiar un pasado o idealizar un futuro. Y el
viejo don me asombró al preguntar:
–Brindaste por cada uno de los que fuiste...
Si hubiesen aparecido en ese momento... ¿los
habrías reconocido?
–No... –fue mi lacónica respuesta, mientras
me levantaba para irme en otra noche que
hablamos cosas de las copas.
...oo0oo...
ÉPOCAS
Diap 21
INTERROGANTE
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
Había pasado la semana intranquilo.
Repetidamente surgía en mí una interrogante.
Y no lograba responderla con la razón.
Anocheciendo, entré al bar. Instintivamente
lo recorrí con mi vista: Nada nuevo, nada
cambiado, el mismo cantinero.
Reflexioné que no le había dado importancia
al escalón de la entrada. Quizás fuese porque
sabía que no era del pasado. Quizás, porque
sólo debía prestarle atención al salir.
Al sentarme en el taburete frente al
mostrador ya estaba en éste la botella, la copa
servida, y detrás el bolichero.
La inquietud que traía, me hizo romper el
laconismo habitual. Mirando la bebida, y en
voz baja, quise saber si en la reunión anterior
había estado en el bar el viejo don amigo.
Un silencio ominoso dominó el ambiente.
Levanté mi rostro. Encontré al tabernero
moviendo la cabeza con un indefinible gesto.
No sabía si negaba o era duda sobre mi sensatez.
Al ver mi mirada, bajó la cara y, tomando la
botella apoyó el pico de ésta sobre el borde de
la copa en una tácita pregunta.
Mi respuesta también fue tácita, y la copa se
llenó. La bebí, pero mi interrogante no había
sido respondida.
Pasó el tiempo. En su oscilación veía como iba
vaciándose mi copa; o me miraba, entremezclado
con botellas casi vacías, en el ocre espejo de la
pared situado a espalda del cantinero.
La noche ya era oscura.
Entraron otros clientes al lugar. El tabernero
comenzó a servirles y hablar con ellos.
Debía irme. Le pagué mis copas.
Él, levantado los hombros, frunció los labios
en mustia sonrisa.
Y con gesto igual, me despedí.
Al abrir la puerta, una ráfaga de aire trajo el
perfume de las flores del laurel. Algo imposible
en esa temporada. Eran cosas de la nostalgia...
o de las copas.
Tuve cuidado con el escalón.
Dicen que preguntar es mala educación...
¿cómo saber algo si no se pregunta?.
(Reflexiones de Humgrand Penn de Joc)
07 – INTERROGANTE – MIÉRCOLES 13-MAR-1996
Diap 22
INTERROGANTE
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
Llegué al árbol, al banco, a la cita con el viejo
don.
Saludé y fui a sentarme en el murito frente a
él. Pero, quedé un instante en el aire al
escuchar su frase:
–Has pasado toda la semana intrigado por lo
que dije sobre tu brindis por cada uno de los
que fuiste.
Mi atónita mirada fue la mejor afirmación, y
el don continuó:
–¿Cómo supe, si yo no estaba allí?... Llega
un tiempo en que sabes lo que sucede sin ser
necesaria tu presencia en el suceso. Yo llegué a
ese tiempo hace mucho, a ti te falta poco.
Sentí correr un escalofrío en mi interior. Y
no era por la baja temperatura que iba
apoderándose de la plaza.
–Por ejemplo, –siguió– hoy las copas fueron
menos y las preguntas más. Pero, preguntaste a
quien no tenía respuesta. Los cantineros están
para oír... y los viejos para responder.
–Temí que usted hallara sin sentido mi
pregunta. –murmuré, justificándome y algo
avergonzado.
–¿Cuál sentido? ¿El de la vista, del oído,
tacto, gusto, olfato. ¿Cuántas veces por ellos
actuamos sin sentido? El verdadero sentido
está en nosotros, en la forma de sentir y
comprender.
–Por eso temía que la pregunta no tuviese
sentido. –repetí.
–Todas las preguntas tienen sentido: el de
saber. –exclamó él– Son las respuestas que
muchas veces no lo tienen. Al inicio, el ansia de
saber nos enloquece, creemos desconocer algo
si no hemos estado en ello, no le hemos vivido,
no lo hemos visto o por lo menos oído. Y al
final, comprendemos que lo desconocido sólo
está dentro de cada uno... y sólo cada uno
puede encontrarlo. Te falta poco... pero aún te
falta.
Otra vez sentí el escalofrío. Me levanté,
despidiéndome con un “hasta pronto”.
Mi interrogante no había tenido respuesta.
Pero ya no me inquietaba. La sabía.
La había encontrado en otra noche hablando
cosas... cosas de las copas.
...oo0oo...
INTERROGANTE
Diap 23
CRISTAL
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
El sol aún alumbraba cuando llegué al bar.
Sin embargo, había una penumbra azul en el
local. Y noté que los vidrios de las ventanas
tenían ese color de la mitad para arriba.
El bolichero puso la copa y la botella en el
mostrador, pero ni él sirvió la bebida ni yo me
acerqué.
Fui a ver nuevamente el viejo reloj. Leí la
fecha de fabricación. Tenía más de un siglo.
Como si paseara por el ayer, iba observando
las paredes. Cerca de la entrada a la parte trasera
del mostrador, colgaba un ajado almanaque.
Era de treinta años atrás.
El cantinero, impasible, me miraba silencioso.
Finalmente, tomé una banqueta y me senté
frente a él. Recién entonces llenó la copa.
La bebí con lentitud, viendo el cristal.
Pasé mi dedo sobre la figura tallada en éste.
Y reaccioné asombrado.
Era el emblema de una antiquísima familia
ya desaparecida, que fue importante en un país
ya muchas décadas inexistente.
La copa quedó vacía, y con el índice acaricié
el borde de ella.
El local se llenó con la sonoridad de un
diapasón, el cual trajo el eco de valses y salones
de antaño.
Emocionado, casi en un susurro, dije al
bolichero el valor de esa copa.
Él murmuró que estaba en el bar cuando lo
había comprado. Y, sin más, en silencio, la
agarró, la lavó y secó.
Fue hasta el viejo almanaque.
Le arrancó una hoja; y con ella envolvió la
copa dándomela... ¡me la estaba regalando!
Musité un agradecimiento. El gesto había
sido tan natural y espontáneo, que rechazarla
era una ofensa.
Luego tomó de la estantería otra copa y me
sirvió. Ésta era una copa sin historia. En ella
tomé hasta la noche oscura.
Cuando salí, tuve cuidado con el escalón.
Llevaba una copa envuelta en un papel,
ambos pertenecientes a tiempos idos.
Nada es verdad o mentira,
todo depende del color del cristal
con que se mira. (Refrán Popular).
08 - CRISTAL - MIÉRCOLES 20-MAR-1996
Diap 24
CRISTAL
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
Con idéntico cuidado caminé por los
senderos de la plaza.
Al llegar el laurel, vi que el viejo don amigo
estaba sentado en un extremo del banco. Como
si me hubiese dejado lugar.
Con el atrevimiento crecido por la emoción
que portaba, me senté en el otro extremo.
A pesar que él decía que yo era ya de la
misma época, aún me faltaba tiempo... y le
respetaba.
Abrí el ajado papel, desenvolviendo la copa.
Levantándola en el aire se la mostré, narrando
lo sucedido. Miré al viejo a través del cristal.
Solo vi una indefinida figura gris.
La luz de algún poste perdido entre los
senderos se reflejó en el emblema. Y detrás del
mismo, por unos instantes, creí percibir con
nitidez el don de mi juventud.
Y esa figura habló:
–En la oscuridad todas las cosas se igualan.
Pero, un solo rayo de luz puede hacerlas ver
con el color y la forma propia... propia del
cristal con que se está mirando.
Un agridulce sabor apaciguó mi entusiasmo,
y el don siguió:
–Tú y el cantinero tuvieron su propio rayo
de luz y cristal. Para él era una copa del
montón; que hasta le costaba limpiar por el
grabado. Ahora, es la que le obsequió a un
cliente.
–Algo de incalculable valía. –dije, viendo el
fondo de la copa.
–Para ti fue hallar un tesoro... aunque sólo
sea vidrio. Esa copa hizo surgir en tu memoria
hechos y valores que cada narrador, y cada
intérprete, le da. Pero... ¿Cuántas copas se
habrán roto sin que nadie viese a través de su
cristal.?
Oí su voz alejándose. Levanté la cabeza.
El otro extremo del banco estaba vacío. El
viejo don se había ido en silencio.
Quedé un rato más ahí, bajo el laurel. No me
sentía solo.
Nunca se encontrará completamente solo
quien está con sus pensamientos.
Y haciendo sonar con el rocío de la noche el
diapasón del borde de la copa, hablaba con
ella...
¿De qué?
¿De qué va a ser?... De cosas de las copas.
...oo0oo...
CRISTAL
Diap 25
OTOÑAL
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
Lunes. Cinco de la tarde.
Comienzo de otoño.
Sabiendo que por ser lunes el bar estará
solitario, llevo mi soledad a él.
Voy por el camino pisando las hojas secas,
viendo en los árboles como las ramas pierden el
verdor, en los jardines ya no hay flores y los
frutos están caídos en la tierra.
Un fin de semana lleno de recuerdos y de
realidades.
Al final he llegado... ¿donde quería llegar?...
¿donde me trajo el camino?...
Dudo entrar, y miro la calle que he recorrido.
Un niño corre, pasa, y corriendo se pierde
lejos.
Un joven camina, va con ilusión, e ilusionado
cruza la plaza.
Un hombre viejo, gira en un escalón,
entrando en un bar.
El cantinero, como siempre, tiene la botella y
la copa sobre el mostrador.
Pero en este atardecer y en la penumbra del
fondo, encuentro dos cosas extrañas:
Su sonrisa es menos mustia. Y junto a la copa
hay una tarjeta, de ésas para los aniversarios.
Me sirve, musitando una felicitación. En voz
baja agradezco y pregunto como supo.
Sin decir nada, saca debajo del mostrador un
librito y señala la última hoja.
Lo reconozco, es un pequeño libro de poesías
de mi juventud. El renglón indica mi fecha de
nacimiento.
¡Un desconocido bolichero con un desconocido
libro de poemas juveniles de un desconocido
joven!
Nada debería sorprenderme luego de tantos
años, pero aún estoy vivo y la vida es eso: una
sorpresa.
Luego, nada hablamos. Yo hojeo el ajado y
barato ejemplar, él lava las copas y cada tanto
me sirve otra.
Ya es de noche. Quiero pagar lo bebido.
No cobra la primer copa. Es su obsequio.
Sonrío, me ha dado mucho más.
Y salgo, voy a la cita en la plaza con mi viejo
don amigo.
Es incomprensible el festejo de los cumpleaños.
¿Cómo se puede festejar ser un año más viejo?
(Rocas, Cascotes y Adoquines)
09 - OTOÑAL - LUNES 25-MAR-1996
Diap 26
OTOÑAL
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
Noche otoñal.
El don está en el banco debajo el laurel, en la
penumbra, como siempre.
Con voz burlona me reclama:
–Cumpliste otro año, y nada dijiste...
¿Cuándo fue?
–En el equinoccio pasado. –respondo, ya sin
extrañarme que él también sepa de mi
existencia.
–¿Cual equinoccio? –sigue irónico–
Depende del lugar.
–Fui del norte, y soy del sur. –murmuro–
Cuando niño, cada año era una nueva
primavera; ahora, es un otoño más.
–¿Y cumpliste? –su pregunta significaba
tantas cosas.
–Otro año... –agregando, triste– No sé si
cumplí, si lo hice bien o mal... sólo sé que lo
hice. Fui lo que fui, con lo bueno y con lo malo.
Fui, y soy lo que soy... sólo un hombre más.
–Ya vas entendiendo las preguntas. –
sentenció en tono magistral– Y el verdadero
valor de las opiniones.
–Es cosecha de otoño, pocos frutos y mucha
paja. –resumí– Hubo una época que me
importaron todas las opiniones. Luego, las de los
demás. Después las de algunos. Más tarde, sólo
las propias. Y final, hasta me reí de las mías...
–Habías envejecido. –sus palabras resonaron
en la noche.
–Sí... ¿y eso es tan importante? La experiencia
antes era respetada, pero hoy es una carga.
–¿Experiencia? –el don guiaba en
mayéutica– ¿De que sirve la experiencia sin
sabiduría? ¿Cuántas cosas cosechaste antes del
otoño? ¿Y hubo frutos que te satisfacieran tanto
como ver el librito en las manos del cantinero?
Negué con la cabeza, sin asombrarme que él
lo supiese.
–Hemos recordado mucho. –afirmó el viejo–
Cuando en una reunión se comienza a hablar
sólo de cosas pasadas, es hora de retirarse. Más,
si la reunión se llama vida... y tú estás vivo.
Como aún no podía retirarme de esa reunión;
saludé y me fui de ésta, donde habíamos
hablado de cosas de las copas.
...oo0oo...
OTOÑAL
Diap 27
UN VIERNES
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
Viernes. Para algunos creyentes es de
semana santa. Para otros, agnósticos, festivo.
Aprovechando los tres días libres, la mayoría
de las personas han salido de la ciudad.
Y, solo, perdido en mi cuarto, salgo hacia el
bar. En la noche tengo la cita con mi viejo don
amigo. Aún no es mediodía.
Muy tarde... y demasiado temprano. Pero,
me da igual.
Encuentro cerrada la puerta del boliche.
Para hacer tiempo voy a recorrer la plaza.
Y el tiempo lleva mis pasos al ayer.
Llego al banco frente a la iglesia. La utilidad
de ese asiento fue enorme. A él iban los curas a
dormitar luego del almuerzo, los jóvenes a ver
las muchachas salir de misa, y en las noches
algún policía para conquistar una pueblerina.
Sigo y bajo por la calle lateral.
Enfrente y en la mitad existió un cine.
Si la cita era allí con una muchachita y a las
cinco de la tarde, era posible entrar con ella a
ver... la película.
Doblo en la esquina. Esa cuadra era la parte
más oscura en las noches, pero los bancos
siempre estaban concurridos.
Giro a la izquierda para subir la calle de la
derecha... cosas de la edad.
Poca gente se sentaba en ese lado de la plaza;
quizás porque esa calle conduce a la comisaría...
y al boliche.
Éste sigue cerrado.
Los recuerdos del pasado me han devuelto a
la realidad del presente.
Y aceptándolo, me voy.
Cruzo la plaza. Salgo por la esquina de abajo.
Enfrente hubo una librería. Ya no existe su
dueña ni la librería.
Llego a la calle del tranvía. Ni el tranvía ni
sus vías están más.
Allí encuentro al bolichero...
¿Volviendo o yéndose?
Ninguno de los dos dice nada.
Y así en silencio vamos al bar.
Abre con una antiquísima llave.
En el mostrador ya hay una botella y una
copa... ¿esperándome?
El tranvía se va... El tranvía se fue...
llevándose con él mi juventud.
(Los Dones del Ayer)
10 - UN VIERNES - VIERNES 05-ABR-1996
Diap 28
UN VIERNES
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
Tomo. Avanza el tiempo. Pasan las horas
junto con mi parco bolichero amigo. Y con
otras copas.
Ya es de noche. Salgo.
Tropiezo con el escalón al salir del bar.
Me dirijo a la cita con mi viejo don amigo.
Debería decir el bolichero y el viejo don. Pero, a
lo que apreciamos lo creemos nuestro.
Al verme llegar, el don me indica con tono
paternal:
–Estás embriagado de recuerdos y de copas.
Siéntate en el murito. Ahí corre un viento frío...
–El viento frío... de la realidad. –murmuro
entrecortado, y añoro– Muy diferente al agua
fresca de los arroyitos de las quebradas de la
infancia.
–Eran arroyitos hace mucho tiempo, –aclara
él con cierta nostalgia– ahora son basureros.
Más gente, más se ensucia el agua. Sea de beber
o de soñar. No se pueden refrescar los pies ni
las cabezas en el agua pasada.
–Un pasado que hoy recorrí por las baldosas
de la plaza.
–Lo sé. Desde lejos te vi... y vi como hallaste
el cantinero. Eres afortunado. No todos pueden
encontrarlo en estos días.
Dudé si se refería al pasado o al cantinero, y
me desvié en mis pensamientos, diciéndole:
–¿Recuerda la primera reunión aquí, en la
noche? ¿Cuando le dije que ésta era mi patria?
Caminando aquí, lo confirmé.
–No dijiste patria, dijiste querencia. Patria
es sólo una idea. La querencia no es un país ni
una provincia, ni siquiera una ciudad. Es donde
uno crece, se forma... una calle, una plaza.
Pestañeé y sonreí, me sentía agradablemente
fatigado.
–Anda a reposar. –dijo el don amigo– Pero,
antes busca en los cajones y abre la ventana.
Quizás encuentres un cuaderno de esa librería...
quizás escuches la campana del tranvía.
Así lo hice.
Y lo encontré. Y la escuché.
Y dormí sereno.
¿Habrán sido cosas de las copas?
...oo0oo...
UN VIERNES
Diap 29
CUATRO
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
Tres de la tarde. Miércoles.
Día mustio de otoño. Salgo a buscar otra
soledad que acompañe a la mía.
Es demasiado temprano. Entro en la plaza y
me dirijo al banco bajo el laurel. El sol brilla en
los travesaños pintados.
El viejo no está, y tengo el atrevimiento de
sentarme en su lugar.
Paso largo rato viendo el monumento de la
plaza. Tiene las medidas que los artistas dan a
las estatuas. Nadie normal posee esas formas y
tamaños. Le llaman proporción heroica.
Cruza frente a mí una pareja. Se sorprenden
al verme. Y van a otra banca que es demasiado
visible.
Cada tanto, noto que me observan. Estamos
en una plaza, pero tres es multitud.
Añorando tiempos lejanos, los dejo solos con
el atardecer.
Al entrar al bar, voy directo al mostrador. El
bolichero me sirve.
Quedo mirando un calendario próximo a
donde estaba la botella. Es de este año y ostenta
una lujuriosa foto femenina.
Él desprende el almanaque, poniéndolo
delante mío. Es del tipo trimestral, que obliga
ser fiel a la misma mujer por tres meses, y
común para lugares concurridos por hombres.
Luego se cambia por una nueva; pero la vieja
se guarda detrás, aunque ya esté arrugada y
descolorida...
Hojeo las cuatro páginas. Esas mujeres tienen
proporciones y poses irreales. ¿Serán heroicas
como las de las estatuas? Al levantar la vista
encuentro la mirada socarrona del bolichero.
Le devuelvo el calendario...
Y otra vez las mujeres quedan colgadas del
mismo clavo, una primero, otra después, una
ya vista, otra por ver... depende del tiempo.
Y pasan las horas, y llega la noche.
Cuatro figuras utópicas, cuatro divisiones del
tiempo, cuatro copas que he tomado cuando
me despido para ir a hablar con el viejo don
amigo.
Las tres cosas más importantes son:
Casa, comida, y sexo.
El orden varía según la edad.
11 - CUATRO – MIÉRCOLES 10-ABR-1996
Diap 30
CUATRO
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
Ha llovido.
La oscuridad, la luna y el olor a tierra
húmeda despiertan el erotismo.
¿O es por haber visto aquellas figuras?
El don está en su banco; como siempre es
una sombra en la penumbra.
Cuento, finalizando sin pensar en lo que
digo:
–A mi edad, el sexo ya no es la más importante
de las tres necesidades naturales.
–Son cuatro. –afirma el mentor– Lo que pasa
es que la sociedad ha sublimado la importancia
del instinto sexual. El hombre basa su hombría
en el sexo. Y la mujer, su feminidad.
–Tenemos muy abajo nuestros valores. –
comento irónico– Pero... ¿por qué usted dice
que son cuatro necesidades?
–Lo realmente importante se ve desde el
nacimiento. –indica el don, sereno– La criatura
lo primero que hace es respirar, segundo
comer, tercero evacuar. Si no hace alguna de
ellas... muere. Y para todas... llora. Luego de
muchos años recién aparece la cuarta, el
instinto sexual o de reproducción.
–Que si no lo hace, no muere. Aunque sí,
llora. –digo burlón.
–Vivir es llorar. –sentencia él con cierto dejo–
Tanto, que cuando un ser humano al nacer no
lo llora... le pegan.
Sonrío ante la sutileza. Y digo con antiguo
romanticismo.
–El sexo sin amor es de bestia; y el amor sin
sexo, de idiota.
–¿Amor, deseo, pasión, instinto? –me
pregunta– ¿No será que estamos dando valores
heroicos a reacciones normales? Al hombre le
encanta desnaturalizar todo lo natural. Al
comer lo volvió gula. El beber, vicio y
refinamiento. Defecar y orinar, algo vergonzoso.
Y al sexo lo degeneró hasta lo inimaginable.
La luna salió, alumbrando las ocres hojas
secas pudriéndose en el suelo. No hacía mucho,
habían sido coloridas.
Me despedí, yéndome lentamente.
Y pensando en las cuatro necesidades, las
cuatro divisiones del almanaque, seguí la vía...
luego de haber hablado de cosas de las copas.
...oo0oo...
CUATRO
Diap 31
FERIADO
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
Con las últimas horas de la tarde, voy al bar.
Es otro feriado. La gente ha vuelto a huir de
la ciudad.
Las urbes esclavizan, pero nadie es esclavo
sin su propio consentimiento. Sin embargo, no
todos se han ido. Sentado en el cordón de la
vereda, juega un niño solitario. Apoyado en la
pared de la esquina, queda un joven pensativo.
Al entrar al boliche, me detengo en la puerta.
Me extraña verlo lleno de personas. La barra y
las mesas están ocupadas. Pero, nadie habla,
domina el mismo silencio que en la calle.
Con un gesto; el cantinero me señala una
mesita junto a la ventana, la cual da a la calle
que conduce a la comisaría.
Se encuentra, inexplicablemente, libre. Como
reservada para mí.
En ella está la copa y el añejo que acostumbro
beber. Tomo mi primer copa.
Veo pasar un policía llevando detenido a
aquel niño...
¿Qué delito puede haber hecho a esa edad?
Con arrebato infantil, me levanto y voy a
defenderlo. Al llegar a la jefatura, sólo hay un
agente dormido. Y callado, retorno.
La mayoría de las personas se ha ido en
silencio. Sigue en la mesa la botella y la copa.
Me siento y bebo otra copa.
Miro por el vidrio. Nuevamente pasa el
policía. Pero esta vez el detenido es aquel
muchacho, y está muy golpeado...
¿Qué crimen puede haber hecho para que lo
trataran así?
Con rebeldía juvenil, otra vez me levanto y
voy a defenderlo. Al llegar a la jefatura, todo
sigue igual, sólo hay un agente dormido. Y
callado, otra vez retorno.
Todos los demás se han ido en silencio. Sólo
quedamos el cantinero y yo. La mesa sigue
libre, la copa y el añejo en ella.
Y tomando otras copas llega la noche.
Pago y salgo a mi cita en la plaza con el viejo
don amigo.
Ugú,
padre primitivo,
no sé quien eras tú,
pero...
¿por qué tuviste que pensar?
(Poemas Grises)
12 - FERIADO – VIERNES 19-ABR-1996
Diap 32
FERIADO
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
Llego al banco bajo el laurel. Allí está el don,
como siempre.
–Hoy ha sido un día extraño. –le comento,
luego de contar.
–Para los que fuimos, –dice, en las sombras–
lo triste es ver todos los días iguales. Lo que los
diferencia son los sucesos. Cuando uno se
detiene en la vida, la vida se detiene en uno.
–¿Será por eso que hay feriados? –inquiero.
–Para la tierra cada vuelta sobre sí misma es
igual; –acota– pero, el hombre necesita salir de
la monotonía y pone fiestas.
–Sin embargo; –agrego– en vez de ser
distinto en esos días, busca el habitual ruido y
la unión con los semejantes.
–Es el temor a la soledad. –sentencia el viejo
don– Porque cuando se está solo, lo único que
resta es pensar...
–Un temor hereditario. –digo, pensando en
lo sucedido.
–Con las leyes de la herencia justificamos
todas nuestras fallas, –sentencia– mientras que
las cualidades siempre las atribuimos a nuestra
propia forma de ser. Por tanto, todos los
problemas de la humanidad podemos achacarlos
a Ugú.
–¿Quien es Ugú? –pregunté, el nombre me
era familiar.
–Como nosotros, fue. Fue aquel primate que
no regresó al árbol quedándose en una cueva.
El que se atrevió a agarrar un madero
encendido. El que vio que con un palo tenía
más fuerza. Que golpeando una piedra, los
bordes cortaban. Que uniéndose con otros, en
pandillas, era más fácil triunfar.
–¡Ah!... el Pitecántropo... –aclaro
tontamente– el primer homínido pensante.
Pero... ¿Por qué Ugú es el culpable?
–Por eso mismo... ¿Cómo se le ocurrió
ponerse a pensar, en vez de ser una animal
natural como cualquier otro?
Reí con tristeza.
Pero, luego quedé reflexionando...
¿Hubiéramos sido mejor siendo otros
animales naturales?
No quise preguntarle.
Estábamos en un día feriado.
Y preferí hablar con él de otras cosas.
De cosas de las copas.
...oo0oo...
FERIADO
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SERVIR
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
13 – SERVIR - MIÉRCOLES 24-ABR-1996
Mediodía. Es otoño. Pero, a pesar de ello, el
cuarto y la soledad sofocan.
Como y salgo. No quiero hacer la siesta.
Dormir es morir un poco, ya habrá mucho
tiempo para dormir.
¿Dónde voy?... Y me respondo a mí mismo:
A la plaza... a la reunión con mis amigos de la
penumbra. Eso ya es un ritual.
Camino por las calles de mi juventud.
Las calles se parecen a los hombres. Algunas
se vuelven importantes y llevan una febril
existencia en la ciudad. Otras viven apacibles,
viendo pasar el tiempo en los barrios.
Yendo por éstas, llegué al bar. Entro.
En la mesita del fondo está almorzando el
cantinero. No me acerco.
Haciéndole una seña para que siga disfrutando
su comida, me siento en la mesa adosada a la
ventana.
Pasan los minutos mientras observo los
viejos árboles de la plaza, analizándolos como
si fuesen especies desconocidas.
Surge a mi lado el cantinero. Sin decir nada,
deja frente mío un plato con queso picado y
una copa de vino blanco. Y, sin más, vuelve a su
rincón para terminar su almuerzo.
Me pregunto porqué siempre me sirve en
copas, mientras a los demás y a sí mismo lo
hace en vasos.
Debe ser por mis cabellos blancos... o porque
vengo de lejos y de hace mucho.
Y siguen pasando los minutos. El cantinero
se levanta. Va y lava sus cubiertos.
De abajo del mostrador saca un periódico.
Me lo trae junto con una deliciosa copita de
licor dulce.
Con su mustia sonrisa habitual, se lleva la
sección deportes.
¿Cómo sabe lo que me gusta y lo que no?
¿Cómo sabe convertir un boliche de barrio en
un salón?... Es un cantinero.
Y pasan las horas. Y cambian las copas. Y
llega la noche...
Ya es oscuro. Me levanto, pago.
Al salir, ni miro el escalón. Cruzo la calle, me
espera mi viejo don amigo en la plaza.
Y al verlo pasar, la gente repetía
¡Qué gran servidor, si tuviese gran señor!
(Poema del Mío Cid)
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SERVIR
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
El silencio y la noche me acompañan por los
senderos.
Llego al laurel. El don está en la penumbra.
Como siempre.
Y, como siempre, le narro la tarde pasada
con el cantinero.
–Tiene la grandeza de servir con dignidad. –
concluyo.
–Todos somos servidos y todos servidores. –
dice él– Vivir en sociedad nos hace necesitar
unos de otros. Como hacerlo es lo que nos
diferencia: Una cosa es servir, y otra es ser vil.
–Lo primero es trabajar; lo último, adular. –
acoté.
–Es verdad. –sentenció el don – Pero hay
muchas formas de adular, y la mayoría no se
notan. Quien adula es despreciable. Aunque,
hay alguien peor: es el que acepta la adulación.
–Grande es la esclavitud del que debe servir
por la fuerza. –reflexioné– Grande, la pobreza
del que lo hace por necesidad. Y grande, la
miseria del que sirve sólo por su bienestar.
–Sí... Pero, es cómodo justificar la propia
incapacidad diciendo que se obedeció la orden de
un superior. –apoyó el viejo– Cuando, el mayor
respeto a un jefe es no estar siempre de acuerdo
con él ni aceptar sus órdenes equivocadas.
–En creer lo de superior está la primer
equivocación, tanto del que manda como del
que obedece. –dije con ebrio ímpetu– Mientras
haya un hombre que respire, coma, beba,
defeque, orine, duerma, y muera... ningún
hombre será superior a otro.
–Recuerda que nuestros ancestros vivían en
los árboles. Y el dominante estaba en las ramas
de arriba. –me instruye.
–Cuanto más alto sube un mono, más se le ve
el trasero. –respondí, citando un clásico refrán.
El viejo don amigo rió. Luego, desde la
penumbra oí su voz:
–Falta menos... cada vez eres más de mi edad.
Saludé... y me fui con la última frase vibrando
dentro mío. Y en otra noche que habíamos
hablado de Cosas de las Copas.
...oo0oo...
SERVIR
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1º DE MAYO
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
Primero de Mayo. Día del Trabajador.
Sacando uno que otro trasnochado líder
sindical, nadie sabe lo que se conmemora en
esta fecha.
Pero, siempre habrá desfiles y habrá discursos.
La gente lamenta que un día tan tedioso, en
el cual todo está detenido, haya caído este año
en miércoles y no se pueda unir al sábado o
domingo para disfrutar un largo fin de semana.
Anochece cuando voy para la plaza.
Ni al viejo don amigo ni a mí, ya nos afectan
esas cosas. Los días, y las noches, nos son
iguales. Los sucesos del ayer fueron distintos.
Las calles están silenciosas. De las casas sale
el murmullo del televisor o de la música.
Las emisoras no trabajan... pero en la
actualidad el entretenimiento viene en casetes.
Llego a la esquina del bar. Se halla cerrado,
sin embargo por la ventana percibo una débil
luminosidad.
Empujo la puerta y entro.
Es la luz de la estantería detrás del mostrador.
En éste hay hombres bebiendo y hablando en
voz baja.
El bolichero y yo nos miramos con extrañeza.
Ambos hacemos un gesto de comprensión...
y, confabulado, cierro la puerta.
Sin decir nada, él saca del estante una botella
y una copa llevándolas a una mesita del fondo.
Y, sin decir nada, voy hacia allí; sentándome.
Bebo en la penumbra... ¡qué importa!
Pienso en la realidad de los hechos y en la
futilidad de las fechas. Y solo, o con los
susurros, me sirvo copa tras copa.
Ya es de noche. Me levanto, digo cuanto
tomé y pago.
Los demás siguen apoyados al mostrador...
¿estarán de verdad?
Prefiero no averiguarlo, y bajo el escalón con
cuidado.
Salgo, cruzo la calle... Piso papeles sucios.
Hace poco eran panfletos impresos con la tinta
roja de las reivindicaciones y la azul de las
utopías de una sociedad más justa.
Cuando dicen que democracia es el gobierno del pueblo,
para el pueblo y por el pueblo... ¿es un chiste o una burla?
(Rocas, Cascotes y Adoquines)
14 - 1º DE MAYO - MIÉRCOLES 01-MAY-1996
Diap 36
1º DE MAYO
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
Entro en la plaza solitaria, voy por senderos
en la oscuridad. Debajo el laurel está el viejo.
Y, como siempre, le cuento.
–¡Que teatro es el vivir!... –concluyo con
sarcasmo,.
–¿Cuál teatro? –pregunta– ¿El que no se
trabaje el día del trabajo? ¿Qué el cantinero
sirva tras la puerta cerrada? ¿O el tuyo, viendo
eso y tomando en una mesa en la penumbra?
Siento subir la vergüenza a mi cara, y me
desvío diciendo:
–Tiene razón. Pero no podemos negar que la
democracia, a pesar de sus fallas, ha dado la
libertad y las mejoras sociales.
–Primero. –aclara– Debe haber días como
hoy. Un país donde la gente sólo piensa en
trabajar, es un pueblo aburrido. Y donde sólo
piensa en no trabajar, es un pueblo perdido.
–Segundo. –continúa– Democracia es una
teoría, nunca ha sido aplicada por completo ni
de verdad. Piensa que nació en Grecia... y los
griegos tenían esclavos. La actual renació en
Norteamérica... para no pagar un impuesto al
té. Y luego, los franceses la hicieron un ideal... e
inventaron la guillotina.
No pude contener la risa.
Y quedé a la espera de algo más.
–Tercero. –agrega– Apabullan sobre el
derecho a la libertad. La libertad no es
consecuencia de derechos, sino causa de
responsabilidades. De cada cosa que hacemos
libres.
–Además, –su voz era burlona– la libertad
tiene su parte decepcionante. Hoy podemos
elegir trabajo, amigos, estudios, profesión,
cónyuges, cantidad de hijos, casa, comida,
bebidas y diversión. Si tenemos la libertad de
elegir todo, entonces... ¿a quién podemos
echarle la culpa de lo que nos sucede?
Mi carcajada resonó en la plaza.
Pero, entendí la sutil ironía.
Me levanté, despidiéndome.
Terminaba el 1º de mayo.
–¿Ríes? –inquirió– ¿Qué hablabas antes del
teatro de vivir?
–Ya no importa. –dije, yéndome– La vida es
una comedia... y todos somos actores, aunque
la obra sea cosas de las copas.
...oo0oo...
1º DE MAYO
Diap 37
MATERNAL
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
Lunes, almorcé y salí temprano de la casa.
Estaba harto de ver y oír en la televisión los
anuncios y ofertas para obsequiar, el próximo
domingo, artículos a la madre.
La calle no me dio paz, no lograba librarme
de esa invasión propagandista.
En las aceras, la brisa arremolinaba papeles
impresos incitando a comprarle algo a ese ser
querido.
Frente a los comercios y en las esquinas,
promotores daban a los transeúntes hojas por
esa fecha e indicando grandes rebajas en los
precios de las mercancías.
No pude evitar el sarcástico pensamiento
que la sociedad actual nos obligaba a demostrar
el amor a la madre... ¡con cosas rebajadas y un
día al año!
Me consolé recordando que dicha costumbre
fue creada por los comerciantes del hemisferio
norte, ya que en ese mes las ventas disminuían
y las flores... se marchitaban.
Llevaba un agria sonrisa al entrar el boliche.
El cantinero colocó la botella y la copa sobre el
mostrador, pero no me sirvió. Se apartó para
que viese un aviso en la estantería.
Por un momento me sentí molesto. Era uno
de los tantos referentes al próximo domingo.
Sin embargo, el observarlo bien, cambié a
una sonrisa de satisfacción.
Había cortado la fecha y las propagandas. Y
debajo la frase:
DÍA DE LA MADRE
había agregado con un grueso lápiz en letra
de imprenta:
SON TODOS
Recién entonces sirvió mi copa. Le indiqué
que se sirviese una él.
Brindamos por nuestras madres respectivas.
Las dos ya no estaban.
Y recordando tiempos idos, llegó la noche.
Sólo estamos unidos a un ser:
A nuestra madre. Y eso, por pocos meses.
Luego que se rompe el cordón umbilical,
vivimos solos y separados. (Rocas, Cascotes...)
15 - MATERNAL > LUN. > 06-MAY-1996
Diap 38
MATERNAL
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
Salí, yendo hacia la plaza. Mi viejo don
amigo se hallaba en la oscuridad bajo el laurel,
y su voz sonó llena de emoción:
–Lunes... temprano... y estás embriagado.
–Solo tomé tres copas en ocho horas. –le
respondí infantil.
–Yo no dije que venías ebrio, sino
embriagado... embriagado de recuerdos... de
recuerdos de tu niñez... de tu mamá.
–Si es por eso, –musite aún añorante– nos
emborrachamos por completo el cantinero y
yo... También la de él está muerta.
–Es cuando más la queremos, pero ya no
existe. Entonces la vemos como un ser humano
y mortal. Un ser real, con sus cualidades y
defectos, sin las fantasías del ideal.
–Realmente nuestro amor por la madre es
fanático. –acoté.
–Eso es instintivo, –sentenció el don– es el
único ser a quien estamos unidos por un
tiempo. Luego podremos vivir junto a muchos;
pero, unidos, jamás.
–Su amor es excepcional, –añoré– aunque a
veces duela.
–Los hijos que más quiere una madre, son el
triunfador y el fracasado. –afirmó él– Nunca
critiques los hijos a una madre. Hasta una
gallina pelea con el gavilán, si ataca a sus
pollos. Pero, es un ser humano. Madre es ese
ser amoroso, exigente, tierno, y siniestro; que
nos forma en su vientre, nos deforma en la
niñez, nos reforma en la vida, y nos conforma
en la muerte.
Me levanté para irme. El don, como siempre,
me había dado paz.
Y, desde la penumbra, llegó su voz con
extraño tono:
–No olvides regalarle una rosa el domingo...
–¿Usted también cayendo en ese
comercialismo?
–El domingo y cada día, –completó– y que
sea la rosa de la evocación... la más hermosa y
la que tiene más espinas.
Musité una despedida y giré, yéndome.
Y me fui pensando en esas cosas... en cosas
de las copas.
...oo0oo...
MATERNAL
Diap 39
ROMANCE
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
Viernes. Hace más de una semana que no
voy a mi cita en la noche con el viejo don amigo
ni a la previa reunión con el bolichero. Sin
embargo, todas las tardes, he llegado a la plaza.
Y otra vez estoy allí, otra vez en el banco casi
oculto, donde comencé a escribir poesías en mi
juventud.
La poesía se volvió ilusión; la ilusión, romance.
Y el romance, un día, con la realidad del brazo,
se levantó del banco para cruzar la calle y
transformarse dentro la iglesia en matrimonio.
Y otra vez estoy allí, solo, en el banco... hoy
nada lo oculta.
El tiempo y el frío han hecho caer las flores y
las verdes hojas que lo rodeaban... y su vieja
pintura está descascarada.
Comienza a atardecer.
Los arreboles no han cambiado, son iguales
a los del ayer... el banco y yo somos diferentes.
Me levanto, quiero ir un rato al boliche y
luego hablar con el don.
Llego a la puerta. Me rodea esa penumbra
que antecede a la noche. Me paro en el escalón.
Pienso que éste no existía en mi juventud...
que lo hicieron porque bajó la acera.
Entro al local. Algunos parroquianos ya se
encuentran en la barra, pero hablan en
murmullos de su propio camino.
El cantinero me ve, vislumbro en su mustio
rostro un gesto de satisfacción, de reencuentro,
de camaradería.
Y, para as de una semanami asombro, toma
una bandeja, pone en ésta algo que saca de
abajo del mostrador, la botella acostumbrada,
la copa... y lleva todo a la mesita adosada a la
ventana.
Me siento. La mortecina luz del farol de la
esquina, alumbra.
Y veo... es aquel viejo librito de poesías. Y
leyendo despacio, y tomando despacio... pasa el
tiempo y los recuerdos.
Miro al cantinero. Viene. Pago. Me voy.
Queda un librito más ajado, una botella con
menos, una copa empañada.
Lo triste de vivir es que, al final de la vida,
los sueños no se hicieron realidades
y la realidad es un sueño. (Rocas, Cascotes...)
16 - ROMANCE - VIERNES 17-MAY-1996
Diap 40
ROMANCE
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
Ya es oscuro. Bajo el laurel, se encuentra mi
don amigo. Susurro un saludo al sentarme en el
otro extremo del banco.
–Pensé que esta semana no ibas a charlar
conmigo. –dice– Aunque, te he visto todas las
tardes en el banco del romance.
–¿Los bancos tienen nombre? –pregunto
con triste ironía.
–Claro, –afirma– acaso, ¿no llamas a éste el
del viejo don?
Sonrío en la oscuridad, y me desahogo
contándole:
–Es que esta semana se cumplió otro año...
de cuando en ese banco encontré en ella el
amor.
–¿Encontraste el amor en ella, o ella era el
amor? No es lo mismo... Lo que se encuentra,
también se pierde.
–No sé... solo sé que ese amor se volvió
matrimonio.
–La juventud se enamora de forma
inconsciente, –dictó él– si no... ¿cómo se
reproduciría la humanidad? Además, somos
animales rutinarios. Gracias a eso, permanecen
unidos los esposos .
–Esta época ha pisoteado todo romanticismo.
–digo, agrio– Hasta la luna, inspiración de
enamorados y poetas, ha perdido su idealizada
pureza. Los hombres ya han pasado por ella.
–Los últimos siglos trajeron dos males a la
humanidad: –me instruye el don– los ideales y
el romanticismo. Ambos son irreales, y al
chocar con la realidad nos llenan de amargura.
–Tiene razón. –añoré– Jóvenes enamorados,
grabamos nuestros nombres en un árbol. Con
el tiempo, su corteza se endureció, se agrietó; y
hoy ni se entiende lo que escribimos.
–Has pasado las tardes en el banco del
romance queriendo convertirlo en banco de
recuerdos. –afirma– Hay un lugar y un tiempo
para cada cosa. Y sólo existe algo más hermoso
que ver a una pareja de jóvenes enamorados...
es una de viejos.
Callé recordando una poesía:
“No hay vacío más grande que el vacío
interior... y se llena enseguida con un poco de
amor”
Me despedí, y me fui pensando... en cosas de
las copas.
...oo0oo...
ROMANCE
Diap 41
LAS ROCAS
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
Mediodía. Luego de almorzar, salgo.
El sol me encandila. Bamboleo sobre la acera.
Aunque, sólo he tomado unas copas de refresco.
La visión se normaliza y comienzo a caminar.
Los pasos me llevan a la plaza. Soy otro
animal de hábitos...
Me acerco al bar. Pegada a la puerta hay un
hoja indicando que estará cerrado por duelo
hasta las seis de la tarde.
Debajo tiene un recorte del diario, de los
obituarios. Leo el nombre del fallecido. Siento
un entrevero de emociones.
No pertenecía a los cinco dedos con los
cuales se cuentan los amigos de verdad. Pero
fue, en una época, un compañero del camino.
Un hombre íntegro... y eso cuesta encontrar.
Lo velan en una empresa cercana. Voy hacia
allí. Me acerco al ataúd. Dentro, hay alguien
más joven que yo. Y nuevamente pienso que la
vida y su adlátere, la muerte, no son justas.
El cantinero viene a mi lado.
Los tres quedamos juntos en silencio, juntos
en el velatorio, juntos en el cortejo fúnebre, en
el entierro...
Pero, sólo volvemos dos por la calle.
La calle lleva el nombre de un profesor.
Un muchacho poco mayor que nosotros, que
un día entró a dar clase en el liceo... y al no
saber como tratarlo, lo tratamos como siempre.
Porque ese hijo de emigrantes, otro más,
había jugado con nosotros en las calles... y con
una pelota remendada.
Pienso que él fue uno que, como el viejo don
de la plaza, se quedó... y, sin salir del barrio
logró ser valorado y reconocido.
Llegamos. Espero mientras el bolichero abre
el bar. Va al mostrador.
Sirve mi copa, se sirve una, brindamos
callados... ¿por los que fueron?... ¿por nosotros
que aún estamos?
Y a las nueve de la noche, con más copas y
recuerdos, voy a mi cita con el don debajo del
laurel de la plaza.
El ser de burla y hierro, con alma de poeta.
Qué cruel encierro, para un alma tan inquieta.
(Poema de Mis Palabras Aire Son...)
17 - LAS ROCAS - MIÉRCOLES 23-MAY-1996
Diap 42
LAS ROCAS
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
–Viniste más temprano. –murmura al verme
desde el banco en la penumbra– Se te abrió
una grieta en el corazón.
–¿Otra?... –musito agriamente– no creo
tener ya más lugar.
–No, otra no. –me responde– Llega una
edad en que son las mismas grietas, pero cada
tanto sucede algo y se agrandan... como hoy.
Cuéntame otra vez aquello del profesor.
No me asombró el pedido. Y narré como un
muchacho:
–En segundo del liceo tuvimos un profesor
de Geografía. Joven, con nueva pedagogía,
enseñaba en forma mayéutica.
–La única manera en que aprenden los
humanos. Las otras son para que repitan los
loros. –interrumpió el don.
–Nos preguntó porqué se rajaban las rocas.
–seguí– Un alumno respondió por el calor del
sol. Yo, que era por el agua que entraba en las
fisuras. El profesor, sonriendo satisfecho, dijo
que era eso sumado. Y, llamó con nuestros
apellidos a esa teoría. Nunca olvidaremos su
clase, y menos a él.
–Porque era un maestro de verdad. –agregó
el don.
–Hoy volví por su calle. –continué, y repetí
la tesis– Una fisura; llueve, enfría, entra agua;
sale el sol, calienta; se abre más la fisura...
lluvia, sol... lluvia, sol... y así, y así, y así...
Mi voz se puso ronca con el paralelo de los
sentimientos. El don amigo, otro maestro
magistral, comprendiendo, me dijo:
–Fuiste formado en la vieja escuela donde
las debilidades no se mostraban. Debíamos ser
como piedras ante ellas.
–Las piedras no lloran... y un día se rompen.
–musité, ronco.
–Es cierto. –otra vez el don era paternal–
Pero al romperse la piedra, deja otras en su
lugar... y así, y así, y así...
Sentí más grandes las fisuras.
Pero ya no dolían tanto.
Me paré, despidiéndome.
Había sido un día con muchas cosas... cosas
de las copas.
...oo0oo...
LAS ROCAS
Diap 43
PERGAMINO
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
Viernes. Fin de mes. Los empleados volverán
del trabajo con el sueldo.
Y medito que empleado es sinónimo de
utilizado.
Siento una agria libertad. Ya no soy empleado
ni empleador. Ya no soy utilizado... ¿por
premio a lo hecho, o por inservible?
Y en el atardecer voy hacia el boliche. Sé que
más tarde se llenará con los que han cobrado
hoy... los ricos por un día.
No importa; cuando el ruido invada mi
intimidad, iré con el viejo don de la plaza... otro
que hace años dejó de ser usado.
Entro. Hay algo distinto en el local. Busco. El
tabernero, el reloj, el mostrador, la botella y la
copa en él... están igual.
Pero, junto al viejo almanaque hay un
pergamino en ocre cabretilla.
Voy a leerlo. Es el poema “Tus Hijos” escrito
debajo de el rostro de una criatura que podría
ser un niño o una niña, con rasgos de cualquier
raza... el hijo de cualquiera.
Me siento frente al mostrador. El cantinero
se sirve una copa y, en silencio, la levanta. Yo
hago lo mismo con la mía.
Brindis callado... ¿por nosotros, por la
criatura, por el pergamino?
Tal vez él sea un padre, como yo. O lo haya
sido, como lo fui.
Llegan los parroquianos. Van a ver el
pergamino, hacen emotivos comentarios, y el
mostrador se llena de vasos.
Me retiro a la mesita junto a la ventana. El
bolichero saca de abajo del mostrador una caja
con cabretillas enrolladas. Y se vende más
bebida, y se venden más cabretillas.
Cada tanto, un cliente paga lo bebido y su
pergamino, y se va con él.
Todos somos o fuimos padres, o hijos de
alguien.
Llega la noche. Me levanto, pago. En la
plaza, bajo el laurel, espera el viejo don amigo.
El cantinero me regala su mustia sonrisa, sin
ofrecerme el poema.
Sabe que lo llevo por dentro.
Tus hijos no son tus hijos,
son hijos del tiempo y de la vida...
(Versión del poema “Los Niños” de Jalil Gibran)
18 – PERGAMINO - VIERNES 31-MAY-1996
Diap 44
PERGAMINO
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
La noche es fresca.
Al bajar el escalón, trastabilleo.
¿Será que la acera cada noche baja más?
El viejo sigue sentado en la penumbra, en el
banco.
Cuento... y espero.
–Si quieres hacer feliz a alguien, elógiale sus
hijos. –musita– Todos ganaron. Cada cliente
llevó en él la envasada alegría de las botellas, y
a su familia la felicidad escrita en un poema.
Me pregunté que me había dado a mí, y el
don completó:
–A ti, la añoranza. A este viejo, que vinieses
una noche antes... y a él, el beneficio de vender
poesías y licor.
–Me hizo evocar cosas que usted y mi padre
citaban en mi juventud. –murmuro– Cosas que
recién ahora valoro...
–Piensa en el poema. Tu padre originó tu
cuerpo. Otros y yo, las ideas. Pero sólo la vida y
el tiempo te dieron el lugar y tus pensamientos.
–y cita– “Un lugar y sueños donde nosotros no
pudimos entrar, como tú no pudiste entrar en
los de tus hijos. Porque para la vida no hay
estaciones ni regresos al ayer”.
–“Nosotros somos el arco.” –completo
emocionado– “Y nuestros hijos las flechas que
han de ser lanzadas”
–Exactamente... nadie sabe donde irán ni en
que blanco han de clavarse. Pero, muchos
tienen la soberbia de recordar a los hijos que
ellos fueron el arco y la cuerda... no dando
libertad a la flecha en su recorrido.
–Es difícil ser padre... –reflexiono– Y
cuando creemos que hemos aprendido a serlo,
nuestros hijos ya están viejos. Y muchas veces,
al crecer, son unos desconocidos que hacen
recordar a unos niños queridos que conocimos
hace tiempo.
–Ése es el mayor logro, pues ya son individuos.
–sentenció.
Me despedí. Empezaba a garuar.
Crucé la plaza. Dentro mío iba repitiendo el
poema.
Una gota salpicó mi rostro.
Pasé mi mano sobre él. Me pareció pasarla
sobre un viejo pergamino.
Y preferí pensar en otras cosas... en cosas de
las copas.
...oo0oo...
PERGAMINO
Diap 45
PERDIDO
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
Miércoles. Hace pocos días que tuve la
habitual reunión con el cantinero y el viejo don
de la plaza.
Sin embargo, me siento perdido. Y, con esa
sensación de vacío, de soledad, me dirijo en el
atardecer hacia el bar.
No voy en busca de compañía, ni siquiera sé
lo que busco... aunque, allá en lo profundo,
debe haber una razón.
Entro al boliche ya anocheciendo. Está como
siempre: en silencio, con sus luces que apenas
alumbran. ¿Será así por economizar, o porque
eso es suficiente?
El cantinero, al verme, pone en el mostrador
la botella y la copa acostumbrada. Musitando
un saludo, me siento frente a él. Me sirve, pero
aún no bebo... recorro con la vista el local.
En una mesita del fondo se perciben dos
personas.
Quizás se encuentren hablando en voz baja,
o esperen a alguien más, o estén compartiendo
pensamientos.
Junto al almanaque ya no está el pergamino
con el poema. Y, sin motivo aparente, comento
que hace mucho que me siento perdido, que no
escribo una poesía... nada.
El tabernero levanta las cejas y frunce la
boca con un gesto de condescendencia.
Medita, y saca una revista de abajo del
mostrador. Busca una página. La deja delante
mío. Leo:
“La creatividad se retroalimenta. Las ideas
van haciendo surgir otras ideas. Cuando el
pensamiento se encasilla en lo conocido, y las
acciones en lo seguro, muere la creatividad. Se
enferma del peor virus: La monotonía”
La frase es de un conocido actor. Levanto la
vista y me encuentro al cantinero con una
expresión que dice mucho.
Callado, tomo mis copas.
Ya de noche voy a la plaza.
A veces me pierdo,
y no me quiero encontrar,
porque es lindo estar,
perdido en los recuerdos...
19 - PERDIDO - MIÉRCOLES 05-JUN-1996
Diap 46
PERDIDO
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
El frío y la oscuridad me acompañan por los
senderos. El viejo don amigo está en su banco
bajo el laurel. El árbol se diluye en la noche, y el
anciano se pierde en la penumbra.
Al don lo vislumbro más grande. Supongo
que debe ser porque está abrigado.
Y no me sorprende su pregunta:
–¿Tu gustó lo que leíste?... Lo dijo un
cómico.
–Bien dicen que lo más serio es la comedia.
–respondo.
–¿Por qué te sientes perdido? –sigue él en su
mayéutica forma– ¿Acaso, no te encuentras?
–Es que muchas veces me pierdo en mí
mismo... y no me quisiera volver a encontrar...
Me siento bien tras la puerta de la añoranzas,
cerrada a la realidad .
–Una puerta cerrada separa tanto al de
adentro con los de afuera, como al de afuera
con los de adentro. Si todas las puertas se
cierran, se está en una cárcel. No hay puertas en
el campo, en el bosque, en el mar... en el alma.
La sentencia del viejo me hizo reflexionar.
Y el don continuó:
–¿No será que te estás autoaislando cuando
te pierdes en ti mismo? ¿No sería mejor que
abrieses la puerta y volvieras al presente a
encontrarte contigo... y con los demás?
–No sé... –musité– temo encontrar un
presente vacío... vacío para mí. Por lo menos, el
pasado está lleno de recuerdos.
–Tan triste es un pasado sin recuerdos,
como un presente sin realidades. –sentenció el
viejo.
–Más triste es recordar lo que no fue y pudo
ser. –murmuré.
–No. –afirmó el don amigo– Lo más triste es
recordar lo que fue y se perdió. Por eso el amor
ideal, el inolvidable, es aquel que se tuvo en
toda su intensidad... y el ser amado, murió.
Quedamos en silencio largo rato.
Luego, sin decir nada más, me levanté y me
fui... iba pensando en cosas de las copas.
...oo0oo...
PERDIDO
Diap 47
RETROCESO
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
Miércoles. Dos de la tarde. Salgo de la casa.
Pero no me dirijo ni al bar ni a la plaza.
Voy hacia la vieja biblioteca. Está a quince
cuadras. El tibio sol de otoño me incita hacerlo.
Recorro las mismas calles donde caminaba
veloz, buscando hallar en eso anaqueles las
respuestas a mis interrogantes.
Ahora voy lento, la distancia parece haberse
duplicado, y cada tanto debo detenerme para
tomar fuerzas y continuar.
Llego y entro. Hay más libros con lomos de
colores en los anaqueles. En mi juventud, la
mayoría eran ocres o grises...
¿Habrá sido por eso que nuestra generación
fue así?
Sin embargo, son pocos los muchachos
leyendo. Es algo que me intriga. Antes, veía la
gente joven en todas partes...
¿Será que ahora son menos, o que yo ya no
los veo?
Me alegra encontrar un tomo de entonces.
Tiene las hojas amarillentas y sus tapas
denuncian miles de remiendos.
Firmo por su préstamo y me lo llevo. Quiero
mostrarlo al bolichero.
Cuando llego al bar, atardece. Subo el escalón.
Me acerco al mostrador con un resuello. El
cantinero me sirve un vaso de agua.
Luego, saca la botella y la copa acostumbrada.
Abro el libro y le señalo un renglón subrayado:
“Cuídate de los que digan que eres el mejor
del mundo. No te acerques a nadie solo. No
creas que alguien puede ser tu hermano. No te
fíes de la amistad. No intimes con nadie. Al
dormir, guarda tu corazón. Pues, nadie tiene
amigos el día de la desgracia”
El bolichero me asombra diciendo que eso es
parte de los consejos del faraón a su hijo...
dados hace cinco mil años.
Lo miro con admiración. Luego callamos y,
tomando unas copas, llega la noche.
Saludo, levantándome para ir a la plaza.
El tabernero me pide si le puedo dejar el
libro... y se lo presto.
El camino de la vida siempre va hacia adelante.
Por eso, cada vez que queremos dar marcha atrás...
chocamos. (Rocas, Cascotes y Adoquines)
20 - RETROCESO - MIÉRCOLES 12-JUN-1996
Diap 48
RETROCESO
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
Salgo. La noche es fría. Dentro poco empezará
el invierno. Nadie cruza la plaza. Pero, el viejo
don amigo está en el banco bajo el laurel.
Me enfundo en mi abrigo. Cuento. Y él dice:
–Te costó llegar a la biblioteca...
No sé si es pregunta o afirmación, pero me
justifico:
–Es que los años pasan... y pesan.
–Sí... –y agrega, didáctico– Pero, más que
todo, fue porque ibas en retroceso. Quisiste
volver al mismo lugar y como lo hacías antes.
Eso es imposible, la vida no tiene marcha atrás,
todo cambia, no sólo el color de los lomos de
los libros.
–El retroceso es la marcha más fuerte, pero
peligrosa. Se deja de ver hacia adelante, y duele
mirar hacia atrás. –recito, recordando mi
tiempo de conductor automovilístico.
–Correcto. –concuerda el don– Es igual en
la vida. Y ésta continúa y continúa siempre.
–¿También nuestras vidas? –inquiero con
triste ironía.
–No. Ésas continúan hasta que finalizan. El
promedio actual de la existencia humana es
cerca de veintisiete mil días. ¿Vale la pena
desperdiciar uno de ellos, yendo en retroceso?
Un profundo suspiro fue mi respuesta.
Y él prosigue:
–¿Llevaste el libro al bolichero para
enseñárselo, o como un retruque por todo lo
que él te había enseñado?
–Ahora creo que fue por ambas cosas.
–¿Y por qué te quedaste callado luego de lo
que él dijo?
–Me asombró. Usted y él me hacen pensar.
–Cuando tu interlocutor quede pensando en
tus palabras, habrás llegado a ser importante.
Cuando tú quedes pensando en las palabras de
él, empezarás a ser sabio.
Sentí el frío más profundo.
Saludé y me fui... pensando en el cantinero,
en el viejo don amigo... y en las cosas de las
copas.
...oo0oo...
RETROCESO
Diap 49
MADURANDO
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
Otro miércoles. Últimos días de otoño.
Abrigado, salgo a caminar en la tarde.
El sol parece haberse encogido por el frío,
apenas entibia mis mejillas.
Al doblar en una esquina encuentro cerca de
la alcantarilla un pequeña pelota de goma.
Una piedra y unos restos de hojas la han
frenado de caer dentro el albañal.
La pateo y sale chancleteando en todas
direcciones. Está rota.
El ruido que hace el pedazo aún unido, que
parece una lengua sucia, recuerda el protestar
de un niño.
Y pienso en ese niño... y en el niño que fui...
y en las pelotas de trapo... y en las pelotas de
goma... y en qué tristeza daban cuando se
rompían.
Anochece cuando llego al bar.
Tras el mostrador, me espera el bolichero. A
un lado, tiene el libro que le presté la semana
anterior.
Saca la botella y la copa de siempre, y me
sirve.
Tomo la primer copa.
No hablamos, pero él sonríe.
Luego pone entre él y yo un tablero de
damas, uno hecho en cartón, con los cuadrados
pintados a mano.
Y, con tapitas, improvisamos las fichas. Unas
para arriba, otras para abajo.
Jugamos largo rato. No importa quien gane.
Una vez uno, otra vez el otro.
Cada tanto una partida, cada tanto una copa.
Si no fuera por éstas, seríamos dos botijas en
una cocina.
Llega la noche. Debe ir a mi cita con el viejo
don amigo.
Voy a pagar mis copas, el cantinero no acepta.
Dice que fueron iguales las veces que gané
que las que perdí.
Me entrega el libro. Yo debo devolverlo a la
biblioteca.
Me pongo el abrigo y guardo el libro dentro
él.
Salgo. En la fría noche me dirijo a la plaza.
Es fácil llegar a viejo,
sólo hay que vivir,
lo difícil es llegar a ser un niño.
(Mariano Díaz)
21 - MADURANDO - MIÉRCOLES 19-JUN-1996
Diap 50
MADURANDO
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
Llego hasta al banco. Le cuento al viejo, para
concluir así:
–A veces pienso que mis amigos y mi familia
tienen razón cuando dicen que no he
terminado de madurar.
El viejo don amigo quedó callado mientras
jugaba con una piedra dándole pequeños
puntapiés.
Luego inquirió:
–¿Recuerdas los naranjales que tenía en el
fondo de la casa cuando tú eras niño?
No comprendí que relación tenía la pregunta
respecto a lo hablábamos, pero respondí
llevado por los recuerdos:
–Sí. Nunca podría olvidarlos. Muchas veces
salté la cerca para ir a robarle los frutos
mientras usted dormía la siesta.
El don rió desde la penumbra, y continuó
con su mayéutica:
–¿Recuerdas los naranjales en primavera?
–Sí. –respondí añorante– Eran tan lindos
con sus hojas verdes y llenando el aire con el
perfume de los azahares.
–¿Recuerdas lo que les sucedía en verano?
–Sí. –el don me guiaba en al ayer– Los
frutos crecían, se ponían de un hermoso color
naranja, comenzaban a madurar.
–¿Recuerdas lo que les pasaba a los maduros
en otoño?
–Sí... –musité, reflexionando– caían podridos
al suelo.
–Llegamos al invierno... ¿Te gustaría
terminar de madurar?
–¡No! –fue mi determinante respuesta.
–Por fin dijiste un no. Quiere decir que aún
estás vivo... Si se responde sí a todo, se está
muerto... de una manera u otra.
–Los muertos no responden. –opiné
infantilmente.
–Es cierto. –dijo paternal– Y callar es un sí
tácito...
Dio un puntapié a la piedrita haciéndola
llegar a mis pies.
Comprendí y, pateándola como un niño a
una pelota, me fui.
Mientras, iba pensando en las cosas de las
copas.
...oo0oo...
MADURANDO
Diap 51
CONVENTILLO
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
Tarde fría. Ya estamos en invierno.
El viento helado castiga el rostro y se cuela
por cualquier abertura del abrigo.
Voy hacia el boliche.
Aún no son las seis de la tarde, pero ya el sol
quiere retirarse en el horizonte. Calles, aceras,
edificios, todo tienen un tono gris u ocre.
Las pocas personas con quien me cruzo,
metidos dentro sus sobretodos, asemejan osos.
Llego al bar. Entro al local, me detengo un
instante a respirar el agradable aire tibio.
El cantinero, desde el mostrador, me lanza
una mirada de ruego para que cierre la puerta.
Cierro y me dirijo hacia él, que ha sacado la
botella y la copa de costumbre.
La tomo de inmediato. Necesito el calor
aunque sea momentáneo, artificial, y por dentro.
El bolichero abre el cajón bajo el mostrador.
En silencio, sonrío. Lo he bautizado el “cajón
de las sorpresas”. Y tal como espero, saca una.
Una que me llena de emoción.
Es el ajado, de bordes rotos, amarillento,
libro de la escuela, el de quinto año.
Aquel libro general que había en esa época.
Dentro él se mezclaban, en sorprendente
entrevero, trozos literarios, aritmética, poemas,
geometría y poesías.
Comenzamos a hojearlo, pasándonos
mutuamente páginas a leer; unas nos hacen
reír y otras, reflexionar.
Y, cada tanto, la acompaño con el calor de la
bebida de una copa.
Ya por irme, comento cómo se llamaría
actualmente a ese libro:...
¿Compendio, enciclopedia, compilación, guía?
Y el bolichero, siempre parco y sabio, opina:
-¡Conventillo!
No río, pienso en los conventillos y su
amalgama de seres...
Pago. Salgo.
El frío es intenso, pero lo siento menos.
La memoria es un libro de historia
que, con el tiempo,
sin pena y sin gloria,
se convierte en un libro de cuentos.
(Rocas, Cascotes y Adoquines)
22 - CONVENTILLO - MIÉRCOLES 26-JUN-1996
Diap 52
CONVENTILLO
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
La noche helada me acompaña hasta al
banco debajo el laurel. Y sentado como
siempre, está el viejo don amigo. Me asombra
que no sienta frío. Es de otra estirpe.
Cuento de mi reunión en el bar, y el viejo me
pregunta:
–¿Recuerdas las veces que lo leíamos juntos?
En mi memoria surge un niño charlando con
un criollo de rostro indio, en un patio bajo un
parral con glicinas.
–¿Cómo era aquel cuento del loro? –sigue
él– ¿El que siempre nos hacía reír... hasta que
un día nos hizo pensar?
–Sí... –indico, y reflexiono que a quien hizo
pensar fue a mí.
El don lo habría hecho desde mucho antes.
Y paso a narrar:
–“Cierto señor fue a comprar un loro. El
vendedor le ofrece dos.
Uno, Pablo, serio. El otro, Pedro; vivaz.
Por el vivaz pide el doble que por el otro.
Y el señor le pregunta:”
–“Pedrito... ¿tú vales tanto?”
–“¡Exactamente! –responde el loro vivaz.”
“Fue tal la admiración que el hombre lo
compra. Pero, luego comprueba que lo único
que sabe decir es: ¡Exactamente!”
–“¡Que tonto fui al comprar este loro! –
exclamó el hombre.”
–“¡Exactamente! –responde el ave.
Y esa vez tuvo razón.”
–Quizás tuvo razón, quizás no. –alecciona
mi mentor– O, tal vez, el único que tuvo razón
fue nuestro amigo bolichero.
–Tal vez... –le digo– Pero, me cuesta llamar
conventillo a ese libro que tantas enseñanzas
nos dejó.
–¿Por qué? Si juntas lo hermoso y lo feo, los
triunfos y los fracasos, lo alegre y lo triste, lo
bueno y lo malo; lo que es la vida, eso que
llamamos memoria... ¿No es un conventillo?
–¡Exactamente! –respondí, imitando aquel
lorito.
Reímos en la congelante noche.
Y, despidiéndome, me fui.
Iba pensando en el conventillo y en las cosas
de las copas.
...oo0oo...
CONVENTILLO
Diap 53
TAMBORES
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
Camino por la vereda. Voy casi pegado a los
frentes de las casas para que me llegue algo del
calor que guardan dentro.
En cada esquina me abofetea con mano
helada la invernal ventisca, y acelero mis pasos
para cruzar la calle.
Al llegar a la plaza dudo si seguir hasta al
bar, me falta una cuadra.
En ella, por la derecha, me azotará el gélido
viento que corre libre entre esqueléticos árboles
y muertos jardines.
A mi izquierda tendré los muros de la iglesia
y del colegio; pero éstos son yertos, sin calor
interno.
Al fin, me animo.
Hundiendo mis cuello en el sobretodo, apuro
tanto el paso que corro sin correr. Y entro
rápido en el boliche.
Cierro como si el aire frío de afuera fuese un
enemigo que me persigue. El cantinero, tras el
mostrador, sonríe socarrón.
La tibieza del local es agradable, y me quito
el abrigo yendo a la barra.
Son las seis de la tarde.
Extrañamente, no saca del estante la botella
ni la copa acostumbraba. Está abstraído
arreglando un radiorreceptor viejo, del tipo
cajón, pero ya de transistores.
Lo logra. Entonces, me sirve el trago de
siempre. Luego, gira el selector de emisoras en
el aparato. Por la bocina van alternándose las
voces de los locutores y diferentes músicas.
De pronto surge la impactante secuencia de
los cañones en la obertura 1812 de Tchaikowsky.
Quedamos extasiados largo tiempo, oyéndola.
Al concluir, brindo con una copa.
Otro giro del botón, y el lugar se llena con el
ritmo de lonjas vibrando en un candombe.
Ambos hacemos el repique en el borde del
mostrador. Y al finalizar, me tomo otra copa.
Son las nueve. Debo ver el don. Pago. Me
abrigo y salgo.
El aire es frío, pero sin brisa... ¿el viento se
habrá ido a dormir?
Tambores, tambores,
que nos hacen temblar...
herencia ancestral.
(Poema Anónimo)
23 - TAMBORES - MIÉRCOLES 03-JUL-1996
Diap 54
TAMBORES
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
Me acerco al banco de la plaza bajo el
vetusto laurel.
Ahí se halla el viejo don amigo, indefinible,
como siempre...
Me siento frente a él. El murito está helado.
La noche negra.
–¿Cómo está, don? –murmuro– ¿Nunca
tiene frío?
–Estoy aquí, –responde, tranquilo– con don
Julio Invierno. El calor del cuerpo se guarda
con un abrigo. El del espíritu, con sentimientos.
¿Por qué voy a tener frío?
Muevo la cabeza, admirándolo, y le narro lo
del bar.
–¿Qué te gustó más? –inquiere– ¿los timbales
sonando como cañones en la obertura, o los
tamboriles haciendo vibrar el ritmo ancestral
en el candombe?
–No podría decirlo. –reflexiono– Unos
hacían temblar de emoción, los otros llegaban a
las fibras íntimas.
–¿No será que la obertura despertaba el mito
guerrero, y el candombe el instinto primitivo?
– sigue él, mayéutico.
Callé frente a su saber libre de erudiciones
pedantes.
–La música es anterior a la vida y al hombre.
–continuó mi viejo mentor– Y se resume en:
Piiff, Dinn, Bang. Soplar, vibrar, golpear.
Vientos, arcos, tambores.
–El Universo comenzó con un Gran Bang, –
digo a lo loco– gira en enormes arcos... y
terminará en un inmenso golpe.
–Eso es muy intelectual. –indica el don,
aleccionador– Para pensarlo con violines o
flautas, pero... ¿con tambores?
–No... Con tambores sólo se puede pensar que
usted y el bolichero son siempre sorprendentes.
Nunca son… uno más.
–Como tú, como cada individuo. –sentencia–
Y recuerda: Cada persona marcha al ritmo de
su propio tambor.
–¡Con razón el desfile de la vida es un
desastre! –ironizo.
Reímos a pesar del frío reinante. El no lo
sentiría, yo sí. Me despedí.
Yéndome, pensaba en las cosas de las copas.
...oo0oo...
TAMBORES
Diap 55
QUIJOTADA
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
Toda la semana ha sido con viento, lluvia y
frío. El tiempo no incitaba a salir hacia la
soledad de las calles, obligando a pasar el
tiempo en la soledad de los cuartos.
Finalmente, hoy viernes, en el atardecer, un
sol cansado y aterido asomó en el horizonte
para despedirse al instante.
Pienso que los verdaderos jinetes de la
Apocalipsis no son Guerra, Peste, Hambre y
Muerte; sino: Viento, Lluvia, Frío y Oscuridad.
Y debo luchar contra ellos para ir al bar y la
plaza.
Me armo: Para el frío, ropa afelpada y
zapatos gruesos. Para la lluvia, impermeable y
galochas. Para el viento, el coraje. Para la
oscuridad, mis pensamientos. Y, salgo.
Ridículo caballero invernal, cual Quijote de
barrio, lucho contra un viento sin molinos, no
tengo Rocinante ni Dulcinea...
¿Quién será Sancho?... ¿el bolichero o el
viejo don?
Llego al bar, subo el escalón, miro alrededor.
Solamente veo penumbra; y oigo el ruido de
la lluvia. Hace seis meses veía flores, sol, y
escuchaba cantos de pájaros. El tiempo pasa.
Entro al boliche. Es fin de semana, hay
algunos clientes en el mostrador.
El cantinero me observa con extrañeza.
¿Acaso pensó que no vendría?
Me siento en un extremo de la barra.
Pone delante mío la botella y la copa de
siempre. Me sirve y va a atender los otros
parroquianos.
Ellos tienen vasos, y con ellos bromea en voz
alta sobre política, deportes, sexo.
Se acerca a mí con unos panfletos. Los leo
mientras él sirve de nuevo en mi copa.
Al levantar mi rostro, veo el suyo con una
concordante ironía. No necesitamos hacer
comentarios.
Y vuelve dicharachero a sus clientes. Y
vuelve cada tanto a servirme silencioso a mí.
Y yo, mientras tomo otra copa, leo otra vez
las repetidas frases. Y pasa el tiempo.
Ya es muy oscuro. Pago. Salgo para la plaza.
La educación se aprende,
la cultura se mama...
(Wimpy)
24 - QUIJOTADA - VIERNES 12-JUL-1996
Diap 56
QUIJOTADA
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
Voy al otro encuentro. El viejo don amigo
está en su banco.
Sentado en un extremo, parece dejarme el
otro a mí.
Tomo asiento con confianza. Y como siempre
narro todo.
–Es admirable la cultura de él, y cómo sabe
adaptarse a la educación, o mala educación, de
cada parroquiano. –indico.
–¿Qué te asombra? –dice el don– Educar a
alguien es ir adaptando su mentalidad a la
forma general de pensar. Si se logra, se obtiene
un hombre más. Si no, será un rebelde o un
genio... o un cantinero.
–Una sentencia con cierto cinismo intelectual.
–e interrogo– ¿Usted no cree que cultura y
educación son diferentes?
–Exacto. –continúa el viejo– Cultura es la
expresión libre, propia, y natural, de un pueblo.
La educación son las actitudes ajustadas a
normas, costumbres y reglas de una sociedad.
Y… No hay mal educados, hay mal aprendidos.
Río, con un halo de tibio aliento.
Y él me inquiere, socarrón:
–Don Quijote con galochas... ¿Qué decían
los panfletos?
–Lo que repiten en estas fechas patrias. –
aclaro irónico– De las luchas, los héroes, la
democracia, la igualdad, la justicia.
El don hizo un ruido, no supe si de risa o
asco, y exclamó:
–¿Héroes? ¿Caudillos hacendados y citadinos
adinerados? ¿Patria libre, y los libertadores
tenían esclavos? ¿Una nación, y se despreciaba
a los indios? ¿Eso es Independencia?
–Son muchas preguntas... Y siguen aún sin
respuestas. –indiqué.
–Es cierto. En tanto se piensa que las personas
pueden dividirse según su educación, fortuna, o
manera de vivir; es estúpido e hipócrita hablar
de democracia, igualdad y justicia.
Nos quedamos en silencio. Se levantó la
brisa trayendo una helada garúa. Me despedí.
En el banco quedó el viejo don amigo, un
criollo mezcla de blanco aventurero, indio,
negro...
Yo me fui en la llovizna, pensando en cosas
de las copas.
...oo0oo...
QUIJOTADA
Diap 57
PATERNAL
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
Son las cinco de la tarde cuando entro al
boliche. Al cerrar la puerta, dejo atrás el frío y
el anochecer.
No ha pasado una semana desde la última
reunión, pero he venido hoy.
Mañana es feriado, y esto se llenará de gente.
Hay una rara luz en el bar. Busco su origen.
Me sorprende una novedad. Sale de un
televisor que se encuentra sobre una repisa al
fondo del local. De todas partes se le puede ver.
Justo en el medio, entre dos puertas.
La de la izquierda da al depósito donde se
guardan las botellas aún sin abrir.
La de la derecha va al escusado. Decirle baño
sería impropio, donde se arroja lo que queda de
ellas luego de pasar por los hombres.
Puertas que tienen analogía con las ilusiones
de cada uno.
El cantinero ya tiene mi botella y la copa de
siempre servida. Lo miro con una interrogante.
Me explica que el aparato se lo regaló su hijo
el doctor... para que no se aburriera.
¿Hijo doctor? ¿Médico o abogado? ¿O uno
de los tantos doctores actuales?... Nada pregunto.
Además, la frase “mi hijo el doctor” me ha
hecho evocar la obra de Florencio Sánchez.
Tomo mi copa, e indico con un gesto que me
sirva otra.
Le hago notar que el televisor tiene apagado
el sonido, que la imagen es la peculiar de no
hallarse en un canal activo. Y, amistosamente,
le digo que no está viendo nada.
Me responde que eso es lo que hoy quiere
ver: Nada.
Mañana lo pondrá en los canales para los
demás clientes.
Y afirma que ese aparato debería llamarse:
matador. Porque mata el diálogo, mata los
pensamientos, mata el silencio.
Lo dice agriamente. Callo, reflexionando en
sus palabras.
Y llega la hora de ir a mi cita con el viejo don.
Me despido.
Padre es ese ser ignorado que
cuando lo valoramos, ya no está.
(Rocas, Cascotes y Adoquines)
25 - PATERNAL - MIÉRCOLES 17-JUL-1996
Diap 58
PATERNAL
COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
Salgo. La noche es fría, pero sin viento ni
nubes de lluvia.
Llego al banco. En la penumbra está mi viejo
don amigo.
Le cuento la extraña reunión con el cantinero.
Extraña por haber hablado tanto él, por sus
ideas, por la imagen del televisor.
–¿Recordaste que el domingo pasado fue el
Día del Padre? –comienza el viejo con sus
preguntas.
–Sí, don... pero, por favor, eso es otro
comercialismo. –y vuelvo al tema– Lo que me
dejó mal, fue el tono triste del cantinero.
–Un padre bolichero siempre se sentirá
orgulloso que su hijo sea un doctor. –sentencia–
Un hijo doctor no siempre se sentirá orgulloso
que su padre sea un bolichero. ¿No crees?
–Quizás por eso le regaló el televisor. –opino
hiriente– Es más fácil dar un regalo que dar
afecto y comprensión.
–¿Recibiste algo de tus hijos? –inquiere el
don.
–No... –respondo en un susurro– Mis hijos
quedaron lejos.
–¿Lejos en la distancia?... ¿Lejos en el
tiempo?... ¿O lejos en el sentir?... –indaga con
voz profunda.
–No sé. Tal vez en algo de cada cosa. Y,
como todos los hijos, dirán que los padres no
supimos hacer las cosas bien.
–Tienen razón... –el don ya era irónico– los
hicimos a ellos.
Río con algo de amargura. Y el viejo siguió
sarcástico:
–Dime algo. Antes, cuando nacía un hijo, era
en la cama del padre y la madre. Ahora, cuando
nace un bebé, hay varias salas de parto, lo
atienden varios médicos, lo llevan varias
enfermeras, lo ponen junto a otros recién
nacidos, y casi todos son iguales... ¿el hijo que
dan, será el de su padre?
–Hay veces que, al ser mayores, nos hacen
dudar. –musité.
El frío de afuera no era tanto, pero me
despedí. Cuando llegué a mi casa, encendí el
televisor. Sin sonido, sin imagen.
Y viendo así la pantalla, pensaba en cosas de
las copas.
...oo0oo...
PATERNAL
10 cosas de las copas par sil
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  • 1. Diap 1 COSAS DE LAS COPAS CUENTOS DE Rosalino Carigi (Revisión Abril 2016) IMAGEN CARÁTULA, litografia, pablo picasso, 1961,
  • 2. Diap 2 DEDICATORIA A todos los viajeros que tengan el pasaporte de la imaginación y la visa de la añoranza.
  • 3. Diap 3 DEDICATORIA A todos los viajeros que tengan el pasaporte de la imaginación y la visa de la añoranza.
  • 4. COSAS DE LAS COPAS Diap 4 COSAS DE LAS COPAS PLAZA DEL INMIGRANTE – CERRO MONTEVIDEO – AÑO 1996 - NOCHE – (MONTAJE)
  • 5. COSAS DE LAS COPAS Diap 5 COSAS DE LAS COPAS VIEJO DON DE LA PLAZA DEL CERRO CON EL NARRADOR Y EL GATO DE JUAN BOLICHE DE LA ESQUINA
  • 6. Diap 6 ÍNDICE No. CUENTO DÍA FECHA Diap INICIO 1 DEDICATORIA 5 INTRODUCCIÓN 7 NOTA INCIAL 8 01 - LA PLAZA MIÉ. 31-ENE-1996 9 02 - UN LUNES LUN. 05-FEB-1996 11 03 - LA MEDIDA MAR. 13-FEB-1996 13 04 - CARNAVAL MIÉ. 21-FEB-1996 15 05 - LA EDAD MIÉ. 28-FEB-1996 17 06 - ÉPOCAS MIÉ. 06-MAR-1996 19 07 - INTERROGANTE MIÉ. 13-MAR-1996 21 08 - CRISTAL MIÉ. 20-MAR-1996 23 09 - OTOÑAL LUN. 25-MAR-1996 25 10 - UN VIERNES VIE. 05-ABR-1996 27 11 - CUATRO MIÉ. 10-ABR-1996 29 12 - FERIADO VIE. 19-ABR-1996 31 13 - SERVIR MIÉ. 24-ABR-1996 33 14 - 1º DE MAYO MIÉ. 01-MAY-1996 35 15 - MATERNAL LUN. 06-MAY-1996 37 16 - ROMANCE VIE. 17-MAY-1996 39 17 - LAS ROCAS MIÉ. 23-MAY-1996 41 18 - PERGAMINO VIE. 31-MAY-1996 43 19 - PERDIDO MIÉ. 05-JUN-1996 45 20 - RETROCESO MIÉ. 12-JUN-1996 47 21 - MADURANDO MIÉ. 19-JUN-1996 49 22 - CONVENTILLO MIÉ. 26-JUN-1996 51 23 - TAMBORES MIÉ. 03-JUL-1996 53 24 - QUIJOTADA VIE. 12-JUL-1996 55 25 - PATERNAL MIÉ. 17-JUL-1996 57 26 - RIENDO MIÉ. 24-JUL-1996 59 27 - SEIS MESES JUE. 01-AGO-1996 61 No. CUENTO DÍA FECHA Diap 28 - VOLANDO MIÉ. 07-AGO-1996 63 29 - PARADAS MIÉ. 14-AGO-1996 65 30 - CHOQUES MIÉ. 21-AGO-1996 67 31 - SINTIENDO MIÉ. 28-AGO-1996 69 32 - AULLIDOS MIÉ. 04-SEP-1996 71 33 - PRESENTE MIÉ. 11-SEP-1996 73 34 - LAS CITAS MIÉ. 18-SEP-1996 75 35 - CENIZAS LUN. 23-SEP-1996 77 36 - JUSTICIA MIÉ. 02-OCT-1996 79 37 - MEZCOLANZA MIÉ. 09-OCT-1996 81 38 - CARDANDO * MIÉ. 16-OCT-1996 83 39 - TÍTULOS MIÉ. 23-OCT-1996 85 40 - LAS CAÑAS MIÉ. 30-OCT-1996 87 41 - MUERTOS MAR 05-NOV-1996 89 42 - TORMENTA MIÉ. 13-NOV-1996 91 43 - CALLADO MIÉ. 20-NOV-1996 93 44 - LA VITROLA MIÉ. 27-NOV-1996 95 45 - MEDIANÍA MIÉ. 04-DIC-1996 97 46 - NADANDO MIÉ. 11-DIC-1996 99 47 - SUEÑOS MIÉ. 18-DIC-1996 101 48 - INOCENTES JUE. 26-DIC-1996 103 49 - ATRAVESADO VIE. 03-ENE-1997 105 50 - LOS REYES MIÉ. 08-ENE-1997 107 51 - PRISIONES MIÉ. 15-ENE-1997 109 52 - RESUMEN MIÉ. 22-ENE-1997 111 53 - EL LEGADO MIÉ. 29-ENE-1997 113 CONCLUSIÓN 115 SE DICE DE MI (El Escritor) 117 FIN 119 COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
  • 7. COSAS DE LAS COPAS INTRODUCCIÓN Diap 7 ¿Por qué un libro de cuentos con ese título? Podría decir porque es una frase muy usada para indicar las tonterías habladas después de unos tragos. Pero, ese no fue el motivo. Luego de finalizar las “Charlas con el Loco de la Esquina”, dejando a Juan en su cuarto del manicomio, en un rincón de normalidad... me sentí perdido. De nada servía imaginarme en la esquina, reviviendo allí las pláticas con él, acompañado de su gato... seguía perdido. Y una madrugada que estaba escribiendo a un amigo lejano, al concluir de narrarle una utópica reunión en un antiguo bar de nuestra juventud, terminé con esa expresión: –... sólo son Cosas de las Copas. INTRODUCCIÓN COSAS DE LAS COPAS ¿La frase quedó latente, y fueron surgiendo los cuentos. ¿Qué es verdad y que es ficción? ¿Cuáles son recuerdos y cuáles fantasías? El boliche de la esquina aún existe. El viejo don amigo existió. La plaza todavía está. Y en ella, el laurel... A ellos se pudo ir gracias al visado de la añoranza. Y, con el pasaporte de la imaginación se llegó a: Un cantinero singular. Un banco en las sombras. Un diálogo sin tiempo. Y en él hablar de... Cosas De Las Copas. Rosalino Carigi 2003
  • 8. COSAS DE LAS COPAS NOTA Diap 8 La idea fue narrar un cuento relacionado a cada semana del año desde el: 31 de Enero de 1996 al 29 de Enero de 1997. Esto dio 53 cuentos, por ser bisiesto el año 1996. En su redacción, además de las frases propias de cada cuento, se tomaron muchas de libros anteriores. También se usaron, con el atrevimiento que da la edad, unas pocas de canciones y escritos de otros autores. Respecto a los personajes, en general son una amalgama de seres reales y ficticios. El cantinero es creado por la fantasía. Es difícil encontrar un bolichero parco, filósofo, humano e intelectual. Agregando que nunca fui asiduo a los boliches o bares. El viejo don amigo es una fantasiosa mezcla de muchos Dones del ayer, aquellos viejos con sabiduría de años. Y sobre todo, basado en un vecino de la casa de mi niñez. Un criollo medio indio, socarrón, sabio, irónico y profundo. NOTA COSAS DE LAS COPAS El narrador, es la fantasía de mí mismo... ya viejo y vuelto utópicamente al lugar de mi juventud. * Buscando su verdad en el viejo barrio, con el entrevero de sentimientos, añoranzas, ideales, realidades y frustraciones. Y cada semana, se va transformando más en el don amigo, mientras éste va desapareciendo en la noche del pasado. La plaza, es la plaza de la iglesia del barrio... y fantasías. El boliche, era el de la esquina de la iglesia... y fantasías. ** Y queda la mayor fantasía... la de este libro. Una fantasía más de Cosas de las Copas. ...oo0oo... * En el año 2006 volví real y totalmente al Uruguay, el cual, por lógica ya no era el lugar de mi juventud. ** En el año 2004, paseando por mi barrio, vi que el boliche ya no existía más. Lo había comprado la iglesia y hacía parte del colegio religioso. Sonreí triste e irónico. Miré hacia la plaza… ni el viejo don ni yo ya íbamos a ella…. Sin embargo, creí verlo a él sonriendo también.
  • 9. Diap 9 Hacía mucho que me había ido y poco que había vuelto. No encontraba nadie de los que quedaron ni de los que dejé. Sintiéndome un extraño, y solo, decidí ser otro fugitivo de su propia soledad... buscando la compañía de las copas. Anocheciendo, fui tras el ayer. Y aún permanecía allí, en la plaza y en el bar frente a la plaza... detenido en el tiempo. Tomé unas copas, hablamos cosas. El tabernero dijo que, años atrás, aquel viejo se sentaba bajo un laurel de la plaza. Ese viejo fue un don en mi niñez, lo admiraba con respeto. Siempre salía sabiendo algo más luego de estar con él. No el conocimiento que daban los maestros de la escuela. Era algo profundo... aunque hubiésemos estado en silencio. Me despedí del bolichero y bajé con cuidado el escalón de la entrada del bar. LA PLAZA COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS 01 - LA PLAZA MIÉRCOLES 31-ENE-1996 Basado en “La Fortuna” de “David, un Botija” Viajando con el pasaporte de la imaginación, que tiene el visado universal de la añoranza, siempre es posible el encuentro con el pasado Tenía más años encima... y más copas. Crucé la plaza. Y en el banco junto al laurel percibí, en la penumbra, la silueta de aquel don. Parecía esperarme. Uno hombre grande y sereno. Hacía muchos años que no lo veía. Años en que me alejé. Años en que yo había envejecido. Sin embargo, él seguía igual. Me senté frente a él. Y en la noche su voz sonó con la serenidad del tiempo: –¿Volviste?... –dijo, sin asombro– ¿Cómo estás? –Volviendo, como usted dice. Ésta es mi querencia. –Hasta el potro más redomón extraña el potrero. –afirmó él– Mira que te fuiste lejos... –Sólo caminé otros caminos. Y ahora veo que todos tienen subidas y bajadas, lomas y barrancos, montes y arroyos.
  • 10. Diap 10 –Pero, tú fuiste a verlos más allá. Nosotros nos quedamos. –afirmó el viejo– Aunque, también noto en ti cierta tristeza. –Tristeza del que deja una tierra para hacer su destino en otra. –susurré– Y al final, será extranjero en todas... –A veces se es extranjero sin salir de un lugar. Mira, somos dos sombras en medio de la noche, de la plaza... y del tiempo. –¿Sabe don? La tierra es redonda. –filosofé con el alcohol– Más se aleja uno de un lado, más se acerca por el otro. Por lo tanto, siempre se está en medio de algo... ¿No cree? –Creo es que estuviste en medio de las copas. –rió él– Y creo que no es igual una posición media que una tercera. Nuevamente era aquel niño que siempre aprendía del viejo. –A ti te gustaba andar en las quebradas. – continuó el don– No ibas por los caminos marcados. Por eso, quizás te fuiste... –Y usted se quedó, y tuvo aquí su vida. –le indiqué– Vivió los hechos de cada momento junto con los suyos. LA PLAZA COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS LA PLAZA –Y tú los has vivido con los tuyos. –razonó él. –No fue igual. Hoy comprendo lo que sentían esos viejos emigrantes cuando se sentaban en la plaza y miraban lejos. –Todos somos emigrantes. –sentenció– Venimos del pasado yendo hacia el futuro. Y sólo llevamos un atadito al hombro. –En él se traen las esperanzas. –murmuré– La de triunfar y la de volver. Que se pierden al ir abriendo el atadito. La brisa fría me pegó en la cara. Me levanté despidiéndome. –¿Te vas?... –preguntó él. –Me fui hace tiempo, –respondí– y siempre estoy volviendo. –Yo me quedé, –dijo él– y como siempre, me quedo... Dejé al viejo en la penumbra. Crucé la plaza. Pero estaba seguro que, pronto, otra noche, hablaría otra vez con él. ¿De qué?... De cualquier cosa... de cosas de las copas. ...oo0oo...
  • 11. Por la ventana observo que la noche ya es oscura. En la pared, un antiguo y enorme reloj indica la hora. A las manillas se le ha caído el dorado; como a mí, el pelo. Pasa el tiempo. El cantinero sirve otra copa. Y, con una mustia sonrisa, me dice que ésa va por la casa. Comprendiendo, agradezco con igual sonrisa. Es la copa del qu’irse. La tomo enseguida. Pago las anteriores y me levanto del taburete. Me despido diciendo que voy a hablar con el viejo de la plaza. No hay nadie en el bar, pero lo digo en voz baja. El hombre me mira. Se levanta de hombros... y comienza a lavar las copas. Quiere marcharse. Hoy es lunes. Al salir, tropiezo con el escalón del bar. Soy recibido por la calle con una bofetada de aire fresco que me despeja del sopor de las copas. Voy hacia la plaza. Desde lejos, veo la forma del viejo don en el banco debajo el laurel. Lunes. En el mortecino atardecer me dirijo al bar. Cruzo la plaza. Miro el banco debajo el laurel. El viejo don amigo no está en él. Pero, es seguro que en la noche vendrá. Entro en el local. El bolichero, al verme, pone una copa en el mostrador y vierte la bebida. Ninguno ha dicho una palabra, nos hemos entendido con una inclinación de cabeza. Inclinación que es saludo y conformidad. Hace poco que he vuelto al lugar, mucho que me fui. Pero, soy cliente conocido. Los cantineros son filósofos de la vida. De vez en cuando hablamos, y el mayor tiempo callamos. No le cuento del viejo don, aunque en los ojos del tabernero noto que lo sabe. Cada tanto algún parroquiano entra, pide una copa, la bebe, y se va. Es lunes, día gris y apático. Ayer en la mañana, este lugar debe haber estado lleno de gente eufórica. UN LUNES Desde que se puso el domingo como primer día de la semana, los otros son una triste carga. (Reflexiones de Humgrand Penn de Joc) 02 - UN LUNES - LUNES 05-FEB-1996 Diap 11 COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
  • 12. –Por tanto el domingo es una fantasía... – opino, burlón. –La realidad es la semana de siete días. –dice– La fantasía es el día de descanso. Para los judíos es el sábado. Para los mahometanos, el viernes. Y para los cristianos, el domingo. –¿Y usted que es? –pregunto, con vieja curiosidad infantil. –Yo no soy, fui... En eso nos parecemos... sólo fuimos. –Sólo fuimos... –murmuro, hundido por esa verdad– Solo fui un viajero que sembró en otras tierras... ¿Y usted? –Otro viajero, sin salir de la misma tierra. Sentí molestia en las articulaciones de la mano. Pensé en el viejo, y me levanté despidiéndome. –Hasta la próxima semana. –me responde. –¿Cómo sabe que vendré? –Lo sé... tenemos que hablar... de cosas de las copas. ...oo0oo... Y me siento en el muro frente a éste. –¿Llegaste? –dice apacible– Tardaste algo en volver. –¿Algo? –acoto con un suspiro– Fue una vida... –Si es por tu aliento, –aclara él, irónico– sólo es el tiempo de unas copas. Si es por tu sentimiento, no tiene medida. –Hoy es lunes. –elucubreo con tonta dialéctica alcoholizada– Parece que las horas fuesen más largas. –El hombre cambia los valores. –sentencia él– Alguien puso el domingo de primero, y gastamos en él toda la energía. –“Trabajó seis jornadas y descansó la séptima” –recito yo– Así dice la Biblia. Aunque, esos son mitos antiguos. –Todas las historias está llena de cuentos y realidades. –me indica– Las realidades las hacen unos hombres, las convierten en cuentos sus seguidores, y las dogmatizan en fantasías los políticos y sacerdotes. UN LUNES UN LUNES Diap 12 COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS
  • 13. Diap 13 Martes. Ha pasado una semana. Cuando entro al bar me extrañan dos cosas. Una, he llegado tarde, son las nueve de la noche. Otra, en el mostrador hay varios parroquianos. El cantinero me mira y, con un gesto, me señala una mesita adosada a la ventana. Desde ella se ven las fantasmagóricas siluetas de los árboles de la plaza. La mesa está solitaria y vacía. Me siento, uniéndole mi vacío y soledad. Toco el vidrio. Hay otras huellas, soy uno más. El bolichero me trae una copa y la botella. Sonrío triste al ver en ésta la cinta vertical que indica las copas a tomar. Antes, la palabra de él o la mía hubiese sido la medida. Los tiempos cambian. Ahora todo es acotado. Me devuelve la sonrisa adivinando lo que pienso, y deja a mi albedrío el servirme. LA MEDIDA COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS 03 - LA MEDIDA - MARTES 13-FEB-1996 Medir es sólo comparar, y depende con que se compara. (Las Mil y Una Carigiadas o Carajeadas) Se va, quedo solo. Hay clientes, él debe atenderlos. Pasan los minutos, pasan las copas, y el menisco del líquido baja de marca en marca en la tira. Observo que ya son varias rayas, y recuerdo que mi viejo don amigo me ha citado. Llevo la botella y la copa al tabernero, quien desde atrás de la barra sirve a los que están en el mostrador. No mira la cinta, me pregunta cuantas tomé. Le digo y pago. Saludo y me voy. Me siento bien. Hay cosas que no se miden. Llego en la oscuridad hasta el banco. El viejo don mira lejos. No veo sus ojos, pero imagino que ve los tiempos del ayer. Le cuento lo sucedido. Y exclamo emocionado: –Copas medidas con la medida del hombre... –Querrás decir con la medida de un hombre. –sentencia– Y estás contento porque él midió con tu medida. Sus palabras enfrían mi embriagante euforia. Callo, y quedo viendo la mancha oscura del monumento en la plaza.
  • 14. Diap 14 COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS –Medir es sólo comparar. –continúa él– ¿Quieres que te cuente algo que pasó hace muchos años? Lo miré con sorna, y el don comenzó a narrar: –Bueno. Yo trabajé en una empresa donde abundaban los técnicos y todo se hacía según normas internacionales. Hasta la medida de la mínima cosa debía ajustarse a cánones. Había un maestro albañil, un trabajador excelente. Sus obras siempre estaban acordes a los planos e instrucciones escritas y diseñadas por el departamento de ingeniería. En un techo existía una torre de destilación cuya entrada quedaba algo lejos de la escalera de acceso a la platabanda. Decidieron por tanto abrir otra puerta más próxima. Solo era una puerta más. Consideraron que no ameritaba un estudio y dibujos. Llamaron al maestro albañil y le indicaron que hiciera la puerta cercana a la escalera. Y él, siempre formal maestro, preguntó: –“¿Cómo quieren la puerta?” –“Una puerta para que pase un hombre.” –le dijeron El maestro la hizo. Pero, cuando se pasaba por ella, la mayoría se lastimaba la frente. Le reclamaron. Y él respondió muy seguro: –“Ustedes me ordenaron que la hiciera para que pasara un hombre. Yo paso por ella.” Era cierto. La había hecho a la medida de un hombre... a la de él. Y el albañil medía un metro con cincuenta centímetros. La risa escondió la reflexión. E inquirió mi viejo don amigo: –Y ahora... ¿Qué dices de la medida del hombre? –Que existen cosas que son únicas, por tanto no hay con que compararlas. Usted y el cantinero no tienen medida... Me levanté y nos despedimos hasta una próxima noche. Otra noche que también hablaríamos de cosas de las copas. ...oo0oo... LA MEDIDALA MEDIDA
  • 15. Diap 15 CARNAVAL COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS Miércoles de Ceniza. La tarde tiene un profundo silencio. Quizás sea por la reflexión sobre los desatinos hechos los días anteriores. Aunque, seguro que es por el agotamiento. Las calles aún están sucias de papelillos y serpentinas que se mezclan con residuos de las bebidas... y de los humanos. Voy hacia el bar. El bolichero debe haber tenido buena venta en las carnestolendas. ¡Qué nombre rebuscado para las horas que liberamos el ansia de diversión... y la oculta perversión! Camino por la acera de enfrente a la plaza. Donde está la iglesia. Y el perfume de incienso me arrastra a la niñez. Entro. Asombrado, observo rejas y candados en los portones. Me siento en el último banco. De los primeros salen los fieles y van a arrodillarse cerca del altar. El sacerdote les impone un polvo gris. ¿Es la ceremonia del ángelus o la de las cenizas? Lo he olvidado. Toda aquella inocente mística en un más allá, se perdió en alguna esquina de un más acá. Me parecen conocidos ciertos gestos y ciertas personas. Al envejecer se nos van igualando los seres y los rostros. Me levanto, saliendo. No me persigno... sería una falsedad. Ya es oscuro. Voy hacia la esquina, hacia el bar. Al pasar frente a la ventana, veo que la luz de adentro está apagada. Pero al llegar a la puerta, las lámparas ya alumbran. El cantinero pasa detrás del mostrador. Y en silencio pone la botella y la copa en éste, sirviéndomela. El local se encuentra pulcro, sin restos que denuncien la juerga de Carnaval. Observo más. Un papelito de color se ve bajo un vaso. Una mancha gris se ve en la frente del bolichero... Pasa el tiempo. Cada tanto esbozamos una mustia sonrisa. Él me sirve otras copas, y yo las tomo despacio. Llega la hora de ir a ver en la plaza al viejo don. Pago, saludo y me voy. 04 - CARNAVAL – MIÉRCOLES 21-FEB-1996 Peca, que Dios perdona (Refrán popular español)
  • 16. Diap 16 CARNAVAL COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS De los senderos emana el acre olor del papel, hojas, alcohol y de los fluidos humanos en descomposición. Por fortuna algunas flores, como en la iglesia el incienso, lo disimulan. El viejo don está en la sombra bajo el laurel. Oye mi relato, el cual termino con una frase cervantista: –¡Cosa veredes, Sancho!... –Estás muy castizo, hoy. –indica, burlón– Y parece que las copas te cayeron mal. Destilas cierto agrio cinismo. –Tal vez... –y musito, justificándome– Hace años, usted me enseñó que todo cínico es un idealista frustrado. –Sí, es una sentencia conocida. –acota él– Pero... ya pasó Carnaval. Quitémonos la máscara de intelectuales. Todo lo que viste es parte de nuestra naturaleza. A ciertos animales se le desarrollaron las garras, a otros las alas... a nosotros, el cerebro. Y ése es nuestro bien y nuestro mal. Miré el banco, la sombra del don parecía crecer, y continuó: –¿Un bolichero en la iglesia y creyendo lo de las cenizas? ¿Por qué no? ¿Quién mejor que él para saber los errores de la carne... y del alma? ¿Cuantas confesiones habrá oído con el rosario de las copas? Afortunados los que aún tienen fe. –Y la guardan con rejas en los templos. – dije, sarcástico. –En épocas pasadas sus puertas siempre estaban abiertas. –explica el viejo– Hasta los criminales podían buscar refugio en ellos. Pero llegó el progreso, la ciudad... y los ladrones. –Y el Carnaval... y las perversiones... –agrego, frustrado. –¿Perversiones? ¿Qué es más pervertido? ¿Librar al instinto en forma irracional, o reprimirlo en una existencia anormal. –Don... ¿usted cree en dios? –pregunté al oír eso. –Creo en su creador. –sentenció– Creo en el hombre... con lo bueno y lo malo. Con la carne y las cenizas... Y yo, pensando en las cosas de las copas, saludé y me fui. ...oo0oo... CARNAVAL
  • 17. Diap 17 LA EDAD COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS Había pasado ya otra semana de la última cita en la noche de la plaza con mi viejo don amigo y, ¿por qué no?, la previa con el bolichero en el bar de la esquina. Uno como el otro iban haciendo parte normal de esa rutina propia de cada individuo y que llamamos existencia. La tarde había sido una sucesión de grises momentos de garúa y sol. Cuando llegué al bar, anochecía. Parado en el escalón, giré hacia el horizonte para ver un plomizo cielo. Entré al local. Sólo estaba el tabernero, quien de inmediato puso una copa y una botella sobre el mostrador. Pensé que, si no hubiese sido por las paredes, adentro y afuera era igual. Hablamos del tiempo... ¿De cual de los dos? ¿El del clima? ¿El de los sucesos?... Da lo mismo.... En uno de los ubérrimos momentos de silencio, me paré y fui con la copa a observar el antiguo reloj de la pared. Vi que lo que creía restos de dorado, eran manchas de óxido. Pregunté por la antigüedad de él. El tabernero dijo que ya estaba ahí cuando, un par de años atrás, compró el bar. Que había dejado todo como lo encontró, pero tuvo que agregar el escalón de la puerta porque la acera había bajado. Sólo eso y él eran nuevos. Busqué en mi memoria. No recordaba las otras cosas pero, para mí, el escalón y el bolichero siempre había existido. La razón indicaba que eso no era posible, que lo que sentía era consecuencia de las copas. ¿Cuántas había tomado ya?... ¿Tres?... ¿Cinco?... ¿O estaba embriagado de añoranzas? Ante la duda, volví a observar el reloj. Era hora que fuese a mi otra cita. Pagué mis copas y me despedí. Al bajar el escalón, miré a éste con menos afecto. 05 - LA EDAD - MIÉRCOLES 28-FEB-1996 El tiempo es una unidad inconmensurable y el alcohol un reloj desquiciado. (Las Mil Y Una Carigiadas O Carajeadas)
  • 18. Diap 18 LA EDAD COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS Un halo de humedad envolvía la plaza dándole un aspecto tenebroso. Llegué al laurel. El viejo don amigo se encontraba en el banco. Bajo el árbol, todo se hallaba seco. Conté lo sucedido. Y, como siempre, el viejo sentenció una frase: –Antiguo, nuevo... oro, óxido... tú, yo... dos seres que tenemos la misma edad. Deberíamos conocer lo mismo. En silencio, reflexioné. Sí, yo tenía ahora la misma edad que él cuando lo conocí en mi juventud, pero no era lógico lo que él decía. Y el don, adivinando mi pensamiento, continuó: –La misma edad. No el mismo tiempo. Quizás yo me quedé, quizás tú me alcanzaste. El tiempo todo lo iguala. Las edades, los hechos, los seres. Cuando recuerdas a tus padres y los dones del ayer, los ves como viejos de la misma edad. Si es a los compañeros y muchachitas de tu juventud, surgen en esa edad juvenil. Y tus amigos de escuela, aparecen como niños de poca edad. Aunque, el resumen final no se mide en años. –El resumen de mis años... –ironicé sarcástico– No puedo tomar muchas copas por que ya no las resisto, ni comer fuerte por que me hace daño, ni hacer esfuerzos por que me duele la espalda. No puedo manejar por que mis reflejos son lentos; ni viajar por que ya no trabajo, ni trabajar por que nadie quiere un viejo, ni enseñar por que mis conocimientos son obsoletos. No puedo tener relaciones por que ya no tengo el vigor. Si un joven me pregunta algo es para saber una dirección, si una muchacha me mira es para darme el asiento en el autobús... ¡Y aún hay quienes dicen que debo cuidarme para vivir más! Una sonora carcajada sonó bajo del laurel. Yo también reí... Me levanté del asiento. Hice un gesto de despedida con la mano. Volvería otra noche. Había más para conversar. Pero, esa noche había perdido las ganas de hablar de cosas de las copas... y menos de cosas de la edad. ...oo0oo… LA EDAD
  • 19. Diap 19 ÉPOCAS COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS Bajé del transporte. Sentía necesidad de la reunión semanal con mis amigos de la oscuridad: el cantinero y el viejo don. Pero, la hora y yo nos hallábamos en uno de esos momentos que parecen estar suspendidos en el infinito. Demasiado tarde para ser parte del día y muy temprano para ser de la noche. Demasiado tarde para retornar a un cuarto, muy temprano para el encuentro. Y, yendo con lentitud por las calles donde había corrido cuando niño, me dirigí a la plaza. Llegué a la esquina cercana a la escuela. En esas baldosas habían retozado las risas y los juegos de mi infancia. Seguí andando. Cuando entré en la plaza comenzaban los arreboles. Me senté en un banco oculto bajo una enredadera, el cual no se podía ver desde la calle ni otras bancas. En él leí mis primeros versos a una muchachita y le dije que la quería. Con los ojos húmedos por la melancolía, me levanté y fui hasta la fuente. La piedra mostraba el musgo del tiempo. Sonreí a los recuerdos. En sus claras aguas, mis amigos me habían lanzado festejando mi primer trabajo... y a los pocos años lo repitieron como regalo de despedida de soltero. Giré para ir al bar. Ya comenzaba a anochecer. Pasé junto al laurel. El viejo don amigo aún no estaba en su asiento. Vendría después. En la penumbra. Como siempre... Entré al boliche. El cantinero puso una copa y la botella sobre el mostrador. Arrimé una banqueta sentándome frente a él. Se asombró cuando le pedí que sirviera tres copas más. Levanté una por una, brindando en silencio por cada uno de aquellos que fui en el ayer... Luego, bebí lentamente mi propia copa. Y, sin decir nada, pagué y me marché. Sin apuro volví a la esquina, tropecé con las baldosas rotas. Retorné al asiento de la enredadera, lo ocultaba la oscuridad. Regresé a la fuente, habían cortado el agua. Si me encontrase con el niño que fui, con el joven que fui, y el hombre que fui; seríamos cuatro desconocidos. (Reflexiones De Humgrand Penn De Joc) 06 - ÉPOCAS - MIÉRCOLES 06-MAR-1996
  • 20. Diap 20 ÉPOCAS COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS Fui hasta el banco bajo el laurel, seguía vacío. Me recosté en el murito frente a él y, esperando, me perdí en añoranzas. –¿Paseando por el ayer?... –la voz del viejo me sobresaltó. Allí estaba, sentado en la penumbra, no lo había oído llegar. –Sí, recorriendo aquellas épocas lindas... – musité. –¿Lindas?... Míralas sin el efecto embriagador del cristal de las copas o el de las nostalgias. –Por favor, don. No va a negar que el pasado fue mejor. –¿Cuál? ¿El tuyo? ¿El mío? ¿El de nuestros padres? ¿El de los cavernícolas?... ¿Mejor? ¿Estás seguro? ¿No será porque sólo recordamos lo bueno? La niñez tuvo sus alegrías... y sus lágrimas por cada realidad que descubríamos. La juventud fue llena de emociones... y de tristezas por cada desilusión. Y ya hombres, ¡cuánta felicidad cuando lográbamos un triunfo!... y también cuánta amargura por cada resignado fracaso. –Entonces... ¿cuál fue la mejor época? – inquirí frustrado. –No fue... –respondió con sabiduría– los que fuimos somos nosotros. ¡La mejor época es!... Es cada presente. –Pero el presente no existe, –filosofé con el alcohol– es el instante intangible en que el futuro se vuelve pasado. –Por eso es hermoso, es sólo un instante y el único que tenemos... El pasado no volverá, y el futuro aún no llegó. Callé, pensando los instantes perdidos por rumiar un pasado o idealizar un futuro. Y el viejo don me asombró al preguntar: –Brindaste por cada uno de los que fuiste... Si hubiesen aparecido en ese momento... ¿los habrías reconocido? –No... –fue mi lacónica respuesta, mientras me levantaba para irme en otra noche que hablamos cosas de las copas. ...oo0oo... ÉPOCAS
  • 21. Diap 21 INTERROGANTE COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS Había pasado la semana intranquilo. Repetidamente surgía en mí una interrogante. Y no lograba responderla con la razón. Anocheciendo, entré al bar. Instintivamente lo recorrí con mi vista: Nada nuevo, nada cambiado, el mismo cantinero. Reflexioné que no le había dado importancia al escalón de la entrada. Quizás fuese porque sabía que no era del pasado. Quizás, porque sólo debía prestarle atención al salir. Al sentarme en el taburete frente al mostrador ya estaba en éste la botella, la copa servida, y detrás el bolichero. La inquietud que traía, me hizo romper el laconismo habitual. Mirando la bebida, y en voz baja, quise saber si en la reunión anterior había estado en el bar el viejo don amigo. Un silencio ominoso dominó el ambiente. Levanté mi rostro. Encontré al tabernero moviendo la cabeza con un indefinible gesto. No sabía si negaba o era duda sobre mi sensatez. Al ver mi mirada, bajó la cara y, tomando la botella apoyó el pico de ésta sobre el borde de la copa en una tácita pregunta. Mi respuesta también fue tácita, y la copa se llenó. La bebí, pero mi interrogante no había sido respondida. Pasó el tiempo. En su oscilación veía como iba vaciándose mi copa; o me miraba, entremezclado con botellas casi vacías, en el ocre espejo de la pared situado a espalda del cantinero. La noche ya era oscura. Entraron otros clientes al lugar. El tabernero comenzó a servirles y hablar con ellos. Debía irme. Le pagué mis copas. Él, levantado los hombros, frunció los labios en mustia sonrisa. Y con gesto igual, me despedí. Al abrir la puerta, una ráfaga de aire trajo el perfume de las flores del laurel. Algo imposible en esa temporada. Eran cosas de la nostalgia... o de las copas. Tuve cuidado con el escalón. Dicen que preguntar es mala educación... ¿cómo saber algo si no se pregunta?. (Reflexiones de Humgrand Penn de Joc) 07 – INTERROGANTE – MIÉRCOLES 13-MAR-1996
  • 22. Diap 22 INTERROGANTE COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS Llegué al árbol, al banco, a la cita con el viejo don. Saludé y fui a sentarme en el murito frente a él. Pero, quedé un instante en el aire al escuchar su frase: –Has pasado toda la semana intrigado por lo que dije sobre tu brindis por cada uno de los que fuiste. Mi atónita mirada fue la mejor afirmación, y el don continuó: –¿Cómo supe, si yo no estaba allí?... Llega un tiempo en que sabes lo que sucede sin ser necesaria tu presencia en el suceso. Yo llegué a ese tiempo hace mucho, a ti te falta poco. Sentí correr un escalofrío en mi interior. Y no era por la baja temperatura que iba apoderándose de la plaza. –Por ejemplo, –siguió– hoy las copas fueron menos y las preguntas más. Pero, preguntaste a quien no tenía respuesta. Los cantineros están para oír... y los viejos para responder. –Temí que usted hallara sin sentido mi pregunta. –murmuré, justificándome y algo avergonzado. –¿Cuál sentido? ¿El de la vista, del oído, tacto, gusto, olfato. ¿Cuántas veces por ellos actuamos sin sentido? El verdadero sentido está en nosotros, en la forma de sentir y comprender. –Por eso temía que la pregunta no tuviese sentido. –repetí. –Todas las preguntas tienen sentido: el de saber. –exclamó él– Son las respuestas que muchas veces no lo tienen. Al inicio, el ansia de saber nos enloquece, creemos desconocer algo si no hemos estado en ello, no le hemos vivido, no lo hemos visto o por lo menos oído. Y al final, comprendemos que lo desconocido sólo está dentro de cada uno... y sólo cada uno puede encontrarlo. Te falta poco... pero aún te falta. Otra vez sentí el escalofrío. Me levanté, despidiéndome con un “hasta pronto”. Mi interrogante no había tenido respuesta. Pero ya no me inquietaba. La sabía. La había encontrado en otra noche hablando cosas... cosas de las copas. ...oo0oo... INTERROGANTE
  • 23. Diap 23 CRISTAL COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS El sol aún alumbraba cuando llegué al bar. Sin embargo, había una penumbra azul en el local. Y noté que los vidrios de las ventanas tenían ese color de la mitad para arriba. El bolichero puso la copa y la botella en el mostrador, pero ni él sirvió la bebida ni yo me acerqué. Fui a ver nuevamente el viejo reloj. Leí la fecha de fabricación. Tenía más de un siglo. Como si paseara por el ayer, iba observando las paredes. Cerca de la entrada a la parte trasera del mostrador, colgaba un ajado almanaque. Era de treinta años atrás. El cantinero, impasible, me miraba silencioso. Finalmente, tomé una banqueta y me senté frente a él. Recién entonces llenó la copa. La bebí con lentitud, viendo el cristal. Pasé mi dedo sobre la figura tallada en éste. Y reaccioné asombrado. Era el emblema de una antiquísima familia ya desaparecida, que fue importante en un país ya muchas décadas inexistente. La copa quedó vacía, y con el índice acaricié el borde de ella. El local se llenó con la sonoridad de un diapasón, el cual trajo el eco de valses y salones de antaño. Emocionado, casi en un susurro, dije al bolichero el valor de esa copa. Él murmuró que estaba en el bar cuando lo había comprado. Y, sin más, en silencio, la agarró, la lavó y secó. Fue hasta el viejo almanaque. Le arrancó una hoja; y con ella envolvió la copa dándomela... ¡me la estaba regalando! Musité un agradecimiento. El gesto había sido tan natural y espontáneo, que rechazarla era una ofensa. Luego tomó de la estantería otra copa y me sirvió. Ésta era una copa sin historia. En ella tomé hasta la noche oscura. Cuando salí, tuve cuidado con el escalón. Llevaba una copa envuelta en un papel, ambos pertenecientes a tiempos idos. Nada es verdad o mentira, todo depende del color del cristal con que se mira. (Refrán Popular). 08 - CRISTAL - MIÉRCOLES 20-MAR-1996
  • 24. Diap 24 CRISTAL COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS Con idéntico cuidado caminé por los senderos de la plaza. Al llegar el laurel, vi que el viejo don amigo estaba sentado en un extremo del banco. Como si me hubiese dejado lugar. Con el atrevimiento crecido por la emoción que portaba, me senté en el otro extremo. A pesar que él decía que yo era ya de la misma época, aún me faltaba tiempo... y le respetaba. Abrí el ajado papel, desenvolviendo la copa. Levantándola en el aire se la mostré, narrando lo sucedido. Miré al viejo a través del cristal. Solo vi una indefinida figura gris. La luz de algún poste perdido entre los senderos se reflejó en el emblema. Y detrás del mismo, por unos instantes, creí percibir con nitidez el don de mi juventud. Y esa figura habló: –En la oscuridad todas las cosas se igualan. Pero, un solo rayo de luz puede hacerlas ver con el color y la forma propia... propia del cristal con que se está mirando. Un agridulce sabor apaciguó mi entusiasmo, y el don siguió: –Tú y el cantinero tuvieron su propio rayo de luz y cristal. Para él era una copa del montón; que hasta le costaba limpiar por el grabado. Ahora, es la que le obsequió a un cliente. –Algo de incalculable valía. –dije, viendo el fondo de la copa. –Para ti fue hallar un tesoro... aunque sólo sea vidrio. Esa copa hizo surgir en tu memoria hechos y valores que cada narrador, y cada intérprete, le da. Pero... ¿Cuántas copas se habrán roto sin que nadie viese a través de su cristal.? Oí su voz alejándose. Levanté la cabeza. El otro extremo del banco estaba vacío. El viejo don se había ido en silencio. Quedé un rato más ahí, bajo el laurel. No me sentía solo. Nunca se encontrará completamente solo quien está con sus pensamientos. Y haciendo sonar con el rocío de la noche el diapasón del borde de la copa, hablaba con ella... ¿De qué? ¿De qué va a ser?... De cosas de las copas. ...oo0oo... CRISTAL
  • 25. Diap 25 OTOÑAL COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS Lunes. Cinco de la tarde. Comienzo de otoño. Sabiendo que por ser lunes el bar estará solitario, llevo mi soledad a él. Voy por el camino pisando las hojas secas, viendo en los árboles como las ramas pierden el verdor, en los jardines ya no hay flores y los frutos están caídos en la tierra. Un fin de semana lleno de recuerdos y de realidades. Al final he llegado... ¿donde quería llegar?... ¿donde me trajo el camino?... Dudo entrar, y miro la calle que he recorrido. Un niño corre, pasa, y corriendo se pierde lejos. Un joven camina, va con ilusión, e ilusionado cruza la plaza. Un hombre viejo, gira en un escalón, entrando en un bar. El cantinero, como siempre, tiene la botella y la copa sobre el mostrador. Pero en este atardecer y en la penumbra del fondo, encuentro dos cosas extrañas: Su sonrisa es menos mustia. Y junto a la copa hay una tarjeta, de ésas para los aniversarios. Me sirve, musitando una felicitación. En voz baja agradezco y pregunto como supo. Sin decir nada, saca debajo del mostrador un librito y señala la última hoja. Lo reconozco, es un pequeño libro de poesías de mi juventud. El renglón indica mi fecha de nacimiento. ¡Un desconocido bolichero con un desconocido libro de poemas juveniles de un desconocido joven! Nada debería sorprenderme luego de tantos años, pero aún estoy vivo y la vida es eso: una sorpresa. Luego, nada hablamos. Yo hojeo el ajado y barato ejemplar, él lava las copas y cada tanto me sirve otra. Ya es de noche. Quiero pagar lo bebido. No cobra la primer copa. Es su obsequio. Sonrío, me ha dado mucho más. Y salgo, voy a la cita en la plaza con mi viejo don amigo. Es incomprensible el festejo de los cumpleaños. ¿Cómo se puede festejar ser un año más viejo? (Rocas, Cascotes y Adoquines) 09 - OTOÑAL - LUNES 25-MAR-1996
  • 26. Diap 26 OTOÑAL COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS Noche otoñal. El don está en el banco debajo el laurel, en la penumbra, como siempre. Con voz burlona me reclama: –Cumpliste otro año, y nada dijiste... ¿Cuándo fue? –En el equinoccio pasado. –respondo, ya sin extrañarme que él también sepa de mi existencia. –¿Cual equinoccio? –sigue irónico– Depende del lugar. –Fui del norte, y soy del sur. –murmuro– Cuando niño, cada año era una nueva primavera; ahora, es un otoño más. –¿Y cumpliste? –su pregunta significaba tantas cosas. –Otro año... –agregando, triste– No sé si cumplí, si lo hice bien o mal... sólo sé que lo hice. Fui lo que fui, con lo bueno y con lo malo. Fui, y soy lo que soy... sólo un hombre más. –Ya vas entendiendo las preguntas. – sentenció en tono magistral– Y el verdadero valor de las opiniones. –Es cosecha de otoño, pocos frutos y mucha paja. –resumí– Hubo una época que me importaron todas las opiniones. Luego, las de los demás. Después las de algunos. Más tarde, sólo las propias. Y final, hasta me reí de las mías... –Habías envejecido. –sus palabras resonaron en la noche. –Sí... ¿y eso es tan importante? La experiencia antes era respetada, pero hoy es una carga. –¿Experiencia? –el don guiaba en mayéutica– ¿De que sirve la experiencia sin sabiduría? ¿Cuántas cosas cosechaste antes del otoño? ¿Y hubo frutos que te satisfacieran tanto como ver el librito en las manos del cantinero? Negué con la cabeza, sin asombrarme que él lo supiese. –Hemos recordado mucho. –afirmó el viejo– Cuando en una reunión se comienza a hablar sólo de cosas pasadas, es hora de retirarse. Más, si la reunión se llama vida... y tú estás vivo. Como aún no podía retirarme de esa reunión; saludé y me fui de ésta, donde habíamos hablado de cosas de las copas. ...oo0oo... OTOÑAL
  • 27. Diap 27 UN VIERNES COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS Viernes. Para algunos creyentes es de semana santa. Para otros, agnósticos, festivo. Aprovechando los tres días libres, la mayoría de las personas han salido de la ciudad. Y, solo, perdido en mi cuarto, salgo hacia el bar. En la noche tengo la cita con mi viejo don amigo. Aún no es mediodía. Muy tarde... y demasiado temprano. Pero, me da igual. Encuentro cerrada la puerta del boliche. Para hacer tiempo voy a recorrer la plaza. Y el tiempo lleva mis pasos al ayer. Llego al banco frente a la iglesia. La utilidad de ese asiento fue enorme. A él iban los curas a dormitar luego del almuerzo, los jóvenes a ver las muchachas salir de misa, y en las noches algún policía para conquistar una pueblerina. Sigo y bajo por la calle lateral. Enfrente y en la mitad existió un cine. Si la cita era allí con una muchachita y a las cinco de la tarde, era posible entrar con ella a ver... la película. Doblo en la esquina. Esa cuadra era la parte más oscura en las noches, pero los bancos siempre estaban concurridos. Giro a la izquierda para subir la calle de la derecha... cosas de la edad. Poca gente se sentaba en ese lado de la plaza; quizás porque esa calle conduce a la comisaría... y al boliche. Éste sigue cerrado. Los recuerdos del pasado me han devuelto a la realidad del presente. Y aceptándolo, me voy. Cruzo la plaza. Salgo por la esquina de abajo. Enfrente hubo una librería. Ya no existe su dueña ni la librería. Llego a la calle del tranvía. Ni el tranvía ni sus vías están más. Allí encuentro al bolichero... ¿Volviendo o yéndose? Ninguno de los dos dice nada. Y así en silencio vamos al bar. Abre con una antiquísima llave. En el mostrador ya hay una botella y una copa... ¿esperándome? El tranvía se va... El tranvía se fue... llevándose con él mi juventud. (Los Dones del Ayer) 10 - UN VIERNES - VIERNES 05-ABR-1996
  • 28. Diap 28 UN VIERNES COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS Tomo. Avanza el tiempo. Pasan las horas junto con mi parco bolichero amigo. Y con otras copas. Ya es de noche. Salgo. Tropiezo con el escalón al salir del bar. Me dirijo a la cita con mi viejo don amigo. Debería decir el bolichero y el viejo don. Pero, a lo que apreciamos lo creemos nuestro. Al verme llegar, el don me indica con tono paternal: –Estás embriagado de recuerdos y de copas. Siéntate en el murito. Ahí corre un viento frío... –El viento frío... de la realidad. –murmuro entrecortado, y añoro– Muy diferente al agua fresca de los arroyitos de las quebradas de la infancia. –Eran arroyitos hace mucho tiempo, –aclara él con cierta nostalgia– ahora son basureros. Más gente, más se ensucia el agua. Sea de beber o de soñar. No se pueden refrescar los pies ni las cabezas en el agua pasada. –Un pasado que hoy recorrí por las baldosas de la plaza. –Lo sé. Desde lejos te vi... y vi como hallaste el cantinero. Eres afortunado. No todos pueden encontrarlo en estos días. Dudé si se refería al pasado o al cantinero, y me desvié en mis pensamientos, diciéndole: –¿Recuerda la primera reunión aquí, en la noche? ¿Cuando le dije que ésta era mi patria? Caminando aquí, lo confirmé. –No dijiste patria, dijiste querencia. Patria es sólo una idea. La querencia no es un país ni una provincia, ni siquiera una ciudad. Es donde uno crece, se forma... una calle, una plaza. Pestañeé y sonreí, me sentía agradablemente fatigado. –Anda a reposar. –dijo el don amigo– Pero, antes busca en los cajones y abre la ventana. Quizás encuentres un cuaderno de esa librería... quizás escuches la campana del tranvía. Así lo hice. Y lo encontré. Y la escuché. Y dormí sereno. ¿Habrán sido cosas de las copas? ...oo0oo... UN VIERNES
  • 29. Diap 29 CUATRO COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS Tres de la tarde. Miércoles. Día mustio de otoño. Salgo a buscar otra soledad que acompañe a la mía. Es demasiado temprano. Entro en la plaza y me dirijo al banco bajo el laurel. El sol brilla en los travesaños pintados. El viejo no está, y tengo el atrevimiento de sentarme en su lugar. Paso largo rato viendo el monumento de la plaza. Tiene las medidas que los artistas dan a las estatuas. Nadie normal posee esas formas y tamaños. Le llaman proporción heroica. Cruza frente a mí una pareja. Se sorprenden al verme. Y van a otra banca que es demasiado visible. Cada tanto, noto que me observan. Estamos en una plaza, pero tres es multitud. Añorando tiempos lejanos, los dejo solos con el atardecer. Al entrar al bar, voy directo al mostrador. El bolichero me sirve. Quedo mirando un calendario próximo a donde estaba la botella. Es de este año y ostenta una lujuriosa foto femenina. Él desprende el almanaque, poniéndolo delante mío. Es del tipo trimestral, que obliga ser fiel a la misma mujer por tres meses, y común para lugares concurridos por hombres. Luego se cambia por una nueva; pero la vieja se guarda detrás, aunque ya esté arrugada y descolorida... Hojeo las cuatro páginas. Esas mujeres tienen proporciones y poses irreales. ¿Serán heroicas como las de las estatuas? Al levantar la vista encuentro la mirada socarrona del bolichero. Le devuelvo el calendario... Y otra vez las mujeres quedan colgadas del mismo clavo, una primero, otra después, una ya vista, otra por ver... depende del tiempo. Y pasan las horas, y llega la noche. Cuatro figuras utópicas, cuatro divisiones del tiempo, cuatro copas que he tomado cuando me despido para ir a hablar con el viejo don amigo. Las tres cosas más importantes son: Casa, comida, y sexo. El orden varía según la edad. 11 - CUATRO – MIÉRCOLES 10-ABR-1996
  • 30. Diap 30 CUATRO COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS Ha llovido. La oscuridad, la luna y el olor a tierra húmeda despiertan el erotismo. ¿O es por haber visto aquellas figuras? El don está en su banco; como siempre es una sombra en la penumbra. Cuento, finalizando sin pensar en lo que digo: –A mi edad, el sexo ya no es la más importante de las tres necesidades naturales. –Son cuatro. –afirma el mentor– Lo que pasa es que la sociedad ha sublimado la importancia del instinto sexual. El hombre basa su hombría en el sexo. Y la mujer, su feminidad. –Tenemos muy abajo nuestros valores. – comento irónico– Pero... ¿por qué usted dice que son cuatro necesidades? –Lo realmente importante se ve desde el nacimiento. –indica el don, sereno– La criatura lo primero que hace es respirar, segundo comer, tercero evacuar. Si no hace alguna de ellas... muere. Y para todas... llora. Luego de muchos años recién aparece la cuarta, el instinto sexual o de reproducción. –Que si no lo hace, no muere. Aunque sí, llora. –digo burlón. –Vivir es llorar. –sentencia él con cierto dejo– Tanto, que cuando un ser humano al nacer no lo llora... le pegan. Sonrío ante la sutileza. Y digo con antiguo romanticismo. –El sexo sin amor es de bestia; y el amor sin sexo, de idiota. –¿Amor, deseo, pasión, instinto? –me pregunta– ¿No será que estamos dando valores heroicos a reacciones normales? Al hombre le encanta desnaturalizar todo lo natural. Al comer lo volvió gula. El beber, vicio y refinamiento. Defecar y orinar, algo vergonzoso. Y al sexo lo degeneró hasta lo inimaginable. La luna salió, alumbrando las ocres hojas secas pudriéndose en el suelo. No hacía mucho, habían sido coloridas. Me despedí, yéndome lentamente. Y pensando en las cuatro necesidades, las cuatro divisiones del almanaque, seguí la vía... luego de haber hablado de cosas de las copas. ...oo0oo... CUATRO
  • 31. Diap 31 FERIADO COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS Con las últimas horas de la tarde, voy al bar. Es otro feriado. La gente ha vuelto a huir de la ciudad. Las urbes esclavizan, pero nadie es esclavo sin su propio consentimiento. Sin embargo, no todos se han ido. Sentado en el cordón de la vereda, juega un niño solitario. Apoyado en la pared de la esquina, queda un joven pensativo. Al entrar al boliche, me detengo en la puerta. Me extraña verlo lleno de personas. La barra y las mesas están ocupadas. Pero, nadie habla, domina el mismo silencio que en la calle. Con un gesto; el cantinero me señala una mesita junto a la ventana, la cual da a la calle que conduce a la comisaría. Se encuentra, inexplicablemente, libre. Como reservada para mí. En ella está la copa y el añejo que acostumbro beber. Tomo mi primer copa. Veo pasar un policía llevando detenido a aquel niño... ¿Qué delito puede haber hecho a esa edad? Con arrebato infantil, me levanto y voy a defenderlo. Al llegar a la jefatura, sólo hay un agente dormido. Y callado, retorno. La mayoría de las personas se ha ido en silencio. Sigue en la mesa la botella y la copa. Me siento y bebo otra copa. Miro por el vidrio. Nuevamente pasa el policía. Pero esta vez el detenido es aquel muchacho, y está muy golpeado... ¿Qué crimen puede haber hecho para que lo trataran así? Con rebeldía juvenil, otra vez me levanto y voy a defenderlo. Al llegar a la jefatura, todo sigue igual, sólo hay un agente dormido. Y callado, otra vez retorno. Todos los demás se han ido en silencio. Sólo quedamos el cantinero y yo. La mesa sigue libre, la copa y el añejo en ella. Y tomando otras copas llega la noche. Pago y salgo a mi cita en la plaza con el viejo don amigo. Ugú, padre primitivo, no sé quien eras tú, pero... ¿por qué tuviste que pensar? (Poemas Grises) 12 - FERIADO – VIERNES 19-ABR-1996
  • 32. Diap 32 FERIADO COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS Llego al banco bajo el laurel. Allí está el don, como siempre. –Hoy ha sido un día extraño. –le comento, luego de contar. –Para los que fuimos, –dice, en las sombras– lo triste es ver todos los días iguales. Lo que los diferencia son los sucesos. Cuando uno se detiene en la vida, la vida se detiene en uno. –¿Será por eso que hay feriados? –inquiero. –Para la tierra cada vuelta sobre sí misma es igual; –acota– pero, el hombre necesita salir de la monotonía y pone fiestas. –Sin embargo; –agrego– en vez de ser distinto en esos días, busca el habitual ruido y la unión con los semejantes. –Es el temor a la soledad. –sentencia el viejo don– Porque cuando se está solo, lo único que resta es pensar... –Un temor hereditario. –digo, pensando en lo sucedido. –Con las leyes de la herencia justificamos todas nuestras fallas, –sentencia– mientras que las cualidades siempre las atribuimos a nuestra propia forma de ser. Por tanto, todos los problemas de la humanidad podemos achacarlos a Ugú. –¿Quien es Ugú? –pregunté, el nombre me era familiar. –Como nosotros, fue. Fue aquel primate que no regresó al árbol quedándose en una cueva. El que se atrevió a agarrar un madero encendido. El que vio que con un palo tenía más fuerza. Que golpeando una piedra, los bordes cortaban. Que uniéndose con otros, en pandillas, era más fácil triunfar. –¡Ah!... el Pitecántropo... –aclaro tontamente– el primer homínido pensante. Pero... ¿Por qué Ugú es el culpable? –Por eso mismo... ¿Cómo se le ocurrió ponerse a pensar, en vez de ser una animal natural como cualquier otro? Reí con tristeza. Pero, luego quedé reflexionando... ¿Hubiéramos sido mejor siendo otros animales naturales? No quise preguntarle. Estábamos en un día feriado. Y preferí hablar con él de otras cosas. De cosas de las copas. ...oo0oo... FERIADO
  • 33. Diap 33 SERVIR COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS 13 – SERVIR - MIÉRCOLES 24-ABR-1996 Mediodía. Es otoño. Pero, a pesar de ello, el cuarto y la soledad sofocan. Como y salgo. No quiero hacer la siesta. Dormir es morir un poco, ya habrá mucho tiempo para dormir. ¿Dónde voy?... Y me respondo a mí mismo: A la plaza... a la reunión con mis amigos de la penumbra. Eso ya es un ritual. Camino por las calles de mi juventud. Las calles se parecen a los hombres. Algunas se vuelven importantes y llevan una febril existencia en la ciudad. Otras viven apacibles, viendo pasar el tiempo en los barrios. Yendo por éstas, llegué al bar. Entro. En la mesita del fondo está almorzando el cantinero. No me acerco. Haciéndole una seña para que siga disfrutando su comida, me siento en la mesa adosada a la ventana. Pasan los minutos mientras observo los viejos árboles de la plaza, analizándolos como si fuesen especies desconocidas. Surge a mi lado el cantinero. Sin decir nada, deja frente mío un plato con queso picado y una copa de vino blanco. Y, sin más, vuelve a su rincón para terminar su almuerzo. Me pregunto porqué siempre me sirve en copas, mientras a los demás y a sí mismo lo hace en vasos. Debe ser por mis cabellos blancos... o porque vengo de lejos y de hace mucho. Y siguen pasando los minutos. El cantinero se levanta. Va y lava sus cubiertos. De abajo del mostrador saca un periódico. Me lo trae junto con una deliciosa copita de licor dulce. Con su mustia sonrisa habitual, se lleva la sección deportes. ¿Cómo sabe lo que me gusta y lo que no? ¿Cómo sabe convertir un boliche de barrio en un salón?... Es un cantinero. Y pasan las horas. Y cambian las copas. Y llega la noche... Ya es oscuro. Me levanto, pago. Al salir, ni miro el escalón. Cruzo la calle, me espera mi viejo don amigo en la plaza. Y al verlo pasar, la gente repetía ¡Qué gran servidor, si tuviese gran señor! (Poema del Mío Cid)
  • 34. Diap 34 SERVIR COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS El silencio y la noche me acompañan por los senderos. Llego al laurel. El don está en la penumbra. Como siempre. Y, como siempre, le narro la tarde pasada con el cantinero. –Tiene la grandeza de servir con dignidad. – concluyo. –Todos somos servidos y todos servidores. – dice él– Vivir en sociedad nos hace necesitar unos de otros. Como hacerlo es lo que nos diferencia: Una cosa es servir, y otra es ser vil. –Lo primero es trabajar; lo último, adular. – acoté. –Es verdad. –sentenció el don – Pero hay muchas formas de adular, y la mayoría no se notan. Quien adula es despreciable. Aunque, hay alguien peor: es el que acepta la adulación. –Grande es la esclavitud del que debe servir por la fuerza. –reflexioné– Grande, la pobreza del que lo hace por necesidad. Y grande, la miseria del que sirve sólo por su bienestar. –Sí... Pero, es cómodo justificar la propia incapacidad diciendo que se obedeció la orden de un superior. –apoyó el viejo– Cuando, el mayor respeto a un jefe es no estar siempre de acuerdo con él ni aceptar sus órdenes equivocadas. –En creer lo de superior está la primer equivocación, tanto del que manda como del que obedece. –dije con ebrio ímpetu– Mientras haya un hombre que respire, coma, beba, defeque, orine, duerma, y muera... ningún hombre será superior a otro. –Recuerda que nuestros ancestros vivían en los árboles. Y el dominante estaba en las ramas de arriba. –me instruye. –Cuanto más alto sube un mono, más se le ve el trasero. –respondí, citando un clásico refrán. El viejo don amigo rió. Luego, desde la penumbra oí su voz: –Falta menos... cada vez eres más de mi edad. Saludé... y me fui con la última frase vibrando dentro mío. Y en otra noche que habíamos hablado de Cosas de las Copas. ...oo0oo... SERVIR
  • 35. Diap 35 1º DE MAYO COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS Primero de Mayo. Día del Trabajador. Sacando uno que otro trasnochado líder sindical, nadie sabe lo que se conmemora en esta fecha. Pero, siempre habrá desfiles y habrá discursos. La gente lamenta que un día tan tedioso, en el cual todo está detenido, haya caído este año en miércoles y no se pueda unir al sábado o domingo para disfrutar un largo fin de semana. Anochece cuando voy para la plaza. Ni al viejo don amigo ni a mí, ya nos afectan esas cosas. Los días, y las noches, nos son iguales. Los sucesos del ayer fueron distintos. Las calles están silenciosas. De las casas sale el murmullo del televisor o de la música. Las emisoras no trabajan... pero en la actualidad el entretenimiento viene en casetes. Llego a la esquina del bar. Se halla cerrado, sin embargo por la ventana percibo una débil luminosidad. Empujo la puerta y entro. Es la luz de la estantería detrás del mostrador. En éste hay hombres bebiendo y hablando en voz baja. El bolichero y yo nos miramos con extrañeza. Ambos hacemos un gesto de comprensión... y, confabulado, cierro la puerta. Sin decir nada, él saca del estante una botella y una copa llevándolas a una mesita del fondo. Y, sin decir nada, voy hacia allí; sentándome. Bebo en la penumbra... ¡qué importa! Pienso en la realidad de los hechos y en la futilidad de las fechas. Y solo, o con los susurros, me sirvo copa tras copa. Ya es de noche. Me levanto, digo cuanto tomé y pago. Los demás siguen apoyados al mostrador... ¿estarán de verdad? Prefiero no averiguarlo, y bajo el escalón con cuidado. Salgo, cruzo la calle... Piso papeles sucios. Hace poco eran panfletos impresos con la tinta roja de las reivindicaciones y la azul de las utopías de una sociedad más justa. Cuando dicen que democracia es el gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo... ¿es un chiste o una burla? (Rocas, Cascotes y Adoquines) 14 - 1º DE MAYO - MIÉRCOLES 01-MAY-1996
  • 36. Diap 36 1º DE MAYO COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS Entro en la plaza solitaria, voy por senderos en la oscuridad. Debajo el laurel está el viejo. Y, como siempre, le cuento. –¡Que teatro es el vivir!... –concluyo con sarcasmo,. –¿Cuál teatro? –pregunta– ¿El que no se trabaje el día del trabajo? ¿Qué el cantinero sirva tras la puerta cerrada? ¿O el tuyo, viendo eso y tomando en una mesa en la penumbra? Siento subir la vergüenza a mi cara, y me desvío diciendo: –Tiene razón. Pero no podemos negar que la democracia, a pesar de sus fallas, ha dado la libertad y las mejoras sociales. –Primero. –aclara– Debe haber días como hoy. Un país donde la gente sólo piensa en trabajar, es un pueblo aburrido. Y donde sólo piensa en no trabajar, es un pueblo perdido. –Segundo. –continúa– Democracia es una teoría, nunca ha sido aplicada por completo ni de verdad. Piensa que nació en Grecia... y los griegos tenían esclavos. La actual renació en Norteamérica... para no pagar un impuesto al té. Y luego, los franceses la hicieron un ideal... e inventaron la guillotina. No pude contener la risa. Y quedé a la espera de algo más. –Tercero. –agrega– Apabullan sobre el derecho a la libertad. La libertad no es consecuencia de derechos, sino causa de responsabilidades. De cada cosa que hacemos libres. –Además, –su voz era burlona– la libertad tiene su parte decepcionante. Hoy podemos elegir trabajo, amigos, estudios, profesión, cónyuges, cantidad de hijos, casa, comida, bebidas y diversión. Si tenemos la libertad de elegir todo, entonces... ¿a quién podemos echarle la culpa de lo que nos sucede? Mi carcajada resonó en la plaza. Pero, entendí la sutil ironía. Me levanté, despidiéndome. Terminaba el 1º de mayo. –¿Ríes? –inquirió– ¿Qué hablabas antes del teatro de vivir? –Ya no importa. –dije, yéndome– La vida es una comedia... y todos somos actores, aunque la obra sea cosas de las copas. ...oo0oo... 1º DE MAYO
  • 37. Diap 37 MATERNAL COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS Lunes, almorcé y salí temprano de la casa. Estaba harto de ver y oír en la televisión los anuncios y ofertas para obsequiar, el próximo domingo, artículos a la madre. La calle no me dio paz, no lograba librarme de esa invasión propagandista. En las aceras, la brisa arremolinaba papeles impresos incitando a comprarle algo a ese ser querido. Frente a los comercios y en las esquinas, promotores daban a los transeúntes hojas por esa fecha e indicando grandes rebajas en los precios de las mercancías. No pude evitar el sarcástico pensamiento que la sociedad actual nos obligaba a demostrar el amor a la madre... ¡con cosas rebajadas y un día al año! Me consolé recordando que dicha costumbre fue creada por los comerciantes del hemisferio norte, ya que en ese mes las ventas disminuían y las flores... se marchitaban. Llevaba un agria sonrisa al entrar el boliche. El cantinero colocó la botella y la copa sobre el mostrador, pero no me sirvió. Se apartó para que viese un aviso en la estantería. Por un momento me sentí molesto. Era uno de los tantos referentes al próximo domingo. Sin embargo, el observarlo bien, cambié a una sonrisa de satisfacción. Había cortado la fecha y las propagandas. Y debajo la frase: DÍA DE LA MADRE había agregado con un grueso lápiz en letra de imprenta: SON TODOS Recién entonces sirvió mi copa. Le indiqué que se sirviese una él. Brindamos por nuestras madres respectivas. Las dos ya no estaban. Y recordando tiempos idos, llegó la noche. Sólo estamos unidos a un ser: A nuestra madre. Y eso, por pocos meses. Luego que se rompe el cordón umbilical, vivimos solos y separados. (Rocas, Cascotes...) 15 - MATERNAL > LUN. > 06-MAY-1996
  • 38. Diap 38 MATERNAL COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS Salí, yendo hacia la plaza. Mi viejo don amigo se hallaba en la oscuridad bajo el laurel, y su voz sonó llena de emoción: –Lunes... temprano... y estás embriagado. –Solo tomé tres copas en ocho horas. –le respondí infantil. –Yo no dije que venías ebrio, sino embriagado... embriagado de recuerdos... de recuerdos de tu niñez... de tu mamá. –Si es por eso, –musite aún añorante– nos emborrachamos por completo el cantinero y yo... También la de él está muerta. –Es cuando más la queremos, pero ya no existe. Entonces la vemos como un ser humano y mortal. Un ser real, con sus cualidades y defectos, sin las fantasías del ideal. –Realmente nuestro amor por la madre es fanático. –acoté. –Eso es instintivo, –sentenció el don– es el único ser a quien estamos unidos por un tiempo. Luego podremos vivir junto a muchos; pero, unidos, jamás. –Su amor es excepcional, –añoré– aunque a veces duela. –Los hijos que más quiere una madre, son el triunfador y el fracasado. –afirmó él– Nunca critiques los hijos a una madre. Hasta una gallina pelea con el gavilán, si ataca a sus pollos. Pero, es un ser humano. Madre es ese ser amoroso, exigente, tierno, y siniestro; que nos forma en su vientre, nos deforma en la niñez, nos reforma en la vida, y nos conforma en la muerte. Me levanté para irme. El don, como siempre, me había dado paz. Y, desde la penumbra, llegó su voz con extraño tono: –No olvides regalarle una rosa el domingo... –¿Usted también cayendo en ese comercialismo? –El domingo y cada día, –completó– y que sea la rosa de la evocación... la más hermosa y la que tiene más espinas. Musité una despedida y giré, yéndome. Y me fui pensando en esas cosas... en cosas de las copas. ...oo0oo... MATERNAL
  • 39. Diap 39 ROMANCE COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS Viernes. Hace más de una semana que no voy a mi cita en la noche con el viejo don amigo ni a la previa reunión con el bolichero. Sin embargo, todas las tardes, he llegado a la plaza. Y otra vez estoy allí, otra vez en el banco casi oculto, donde comencé a escribir poesías en mi juventud. La poesía se volvió ilusión; la ilusión, romance. Y el romance, un día, con la realidad del brazo, se levantó del banco para cruzar la calle y transformarse dentro la iglesia en matrimonio. Y otra vez estoy allí, solo, en el banco... hoy nada lo oculta. El tiempo y el frío han hecho caer las flores y las verdes hojas que lo rodeaban... y su vieja pintura está descascarada. Comienza a atardecer. Los arreboles no han cambiado, son iguales a los del ayer... el banco y yo somos diferentes. Me levanto, quiero ir un rato al boliche y luego hablar con el don. Llego a la puerta. Me rodea esa penumbra que antecede a la noche. Me paro en el escalón. Pienso que éste no existía en mi juventud... que lo hicieron porque bajó la acera. Entro al local. Algunos parroquianos ya se encuentran en la barra, pero hablan en murmullos de su propio camino. El cantinero me ve, vislumbro en su mustio rostro un gesto de satisfacción, de reencuentro, de camaradería. Y, para as de una semanami asombro, toma una bandeja, pone en ésta algo que saca de abajo del mostrador, la botella acostumbrada, la copa... y lleva todo a la mesita adosada a la ventana. Me siento. La mortecina luz del farol de la esquina, alumbra. Y veo... es aquel viejo librito de poesías. Y leyendo despacio, y tomando despacio... pasa el tiempo y los recuerdos. Miro al cantinero. Viene. Pago. Me voy. Queda un librito más ajado, una botella con menos, una copa empañada. Lo triste de vivir es que, al final de la vida, los sueños no se hicieron realidades y la realidad es un sueño. (Rocas, Cascotes...) 16 - ROMANCE - VIERNES 17-MAY-1996
  • 40. Diap 40 ROMANCE COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS Ya es oscuro. Bajo el laurel, se encuentra mi don amigo. Susurro un saludo al sentarme en el otro extremo del banco. –Pensé que esta semana no ibas a charlar conmigo. –dice– Aunque, te he visto todas las tardes en el banco del romance. –¿Los bancos tienen nombre? –pregunto con triste ironía. –Claro, –afirma– acaso, ¿no llamas a éste el del viejo don? Sonrío en la oscuridad, y me desahogo contándole: –Es que esta semana se cumplió otro año... de cuando en ese banco encontré en ella el amor. –¿Encontraste el amor en ella, o ella era el amor? No es lo mismo... Lo que se encuentra, también se pierde. –No sé... solo sé que ese amor se volvió matrimonio. –La juventud se enamora de forma inconsciente, –dictó él– si no... ¿cómo se reproduciría la humanidad? Además, somos animales rutinarios. Gracias a eso, permanecen unidos los esposos . –Esta época ha pisoteado todo romanticismo. –digo, agrio– Hasta la luna, inspiración de enamorados y poetas, ha perdido su idealizada pureza. Los hombres ya han pasado por ella. –Los últimos siglos trajeron dos males a la humanidad: –me instruye el don– los ideales y el romanticismo. Ambos son irreales, y al chocar con la realidad nos llenan de amargura. –Tiene razón. –añoré– Jóvenes enamorados, grabamos nuestros nombres en un árbol. Con el tiempo, su corteza se endureció, se agrietó; y hoy ni se entiende lo que escribimos. –Has pasado las tardes en el banco del romance queriendo convertirlo en banco de recuerdos. –afirma– Hay un lugar y un tiempo para cada cosa. Y sólo existe algo más hermoso que ver a una pareja de jóvenes enamorados... es una de viejos. Callé recordando una poesía: “No hay vacío más grande que el vacío interior... y se llena enseguida con un poco de amor” Me despedí, y me fui pensando... en cosas de las copas. ...oo0oo... ROMANCE
  • 41. Diap 41 LAS ROCAS COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS Mediodía. Luego de almorzar, salgo. El sol me encandila. Bamboleo sobre la acera. Aunque, sólo he tomado unas copas de refresco. La visión se normaliza y comienzo a caminar. Los pasos me llevan a la plaza. Soy otro animal de hábitos... Me acerco al bar. Pegada a la puerta hay un hoja indicando que estará cerrado por duelo hasta las seis de la tarde. Debajo tiene un recorte del diario, de los obituarios. Leo el nombre del fallecido. Siento un entrevero de emociones. No pertenecía a los cinco dedos con los cuales se cuentan los amigos de verdad. Pero fue, en una época, un compañero del camino. Un hombre íntegro... y eso cuesta encontrar. Lo velan en una empresa cercana. Voy hacia allí. Me acerco al ataúd. Dentro, hay alguien más joven que yo. Y nuevamente pienso que la vida y su adlátere, la muerte, no son justas. El cantinero viene a mi lado. Los tres quedamos juntos en silencio, juntos en el velatorio, juntos en el cortejo fúnebre, en el entierro... Pero, sólo volvemos dos por la calle. La calle lleva el nombre de un profesor. Un muchacho poco mayor que nosotros, que un día entró a dar clase en el liceo... y al no saber como tratarlo, lo tratamos como siempre. Porque ese hijo de emigrantes, otro más, había jugado con nosotros en las calles... y con una pelota remendada. Pienso que él fue uno que, como el viejo don de la plaza, se quedó... y, sin salir del barrio logró ser valorado y reconocido. Llegamos. Espero mientras el bolichero abre el bar. Va al mostrador. Sirve mi copa, se sirve una, brindamos callados... ¿por los que fueron?... ¿por nosotros que aún estamos? Y a las nueve de la noche, con más copas y recuerdos, voy a mi cita con el don debajo del laurel de la plaza. El ser de burla y hierro, con alma de poeta. Qué cruel encierro, para un alma tan inquieta. (Poema de Mis Palabras Aire Son...) 17 - LAS ROCAS - MIÉRCOLES 23-MAY-1996
  • 42. Diap 42 LAS ROCAS COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS –Viniste más temprano. –murmura al verme desde el banco en la penumbra– Se te abrió una grieta en el corazón. –¿Otra?... –musito agriamente– no creo tener ya más lugar. –No, otra no. –me responde– Llega una edad en que son las mismas grietas, pero cada tanto sucede algo y se agrandan... como hoy. Cuéntame otra vez aquello del profesor. No me asombró el pedido. Y narré como un muchacho: –En segundo del liceo tuvimos un profesor de Geografía. Joven, con nueva pedagogía, enseñaba en forma mayéutica. –La única manera en que aprenden los humanos. Las otras son para que repitan los loros. –interrumpió el don. –Nos preguntó porqué se rajaban las rocas. –seguí– Un alumno respondió por el calor del sol. Yo, que era por el agua que entraba en las fisuras. El profesor, sonriendo satisfecho, dijo que era eso sumado. Y, llamó con nuestros apellidos a esa teoría. Nunca olvidaremos su clase, y menos a él. –Porque era un maestro de verdad. –agregó el don. –Hoy volví por su calle. –continué, y repetí la tesis– Una fisura; llueve, enfría, entra agua; sale el sol, calienta; se abre más la fisura... lluvia, sol... lluvia, sol... y así, y así, y así... Mi voz se puso ronca con el paralelo de los sentimientos. El don amigo, otro maestro magistral, comprendiendo, me dijo: –Fuiste formado en la vieja escuela donde las debilidades no se mostraban. Debíamos ser como piedras ante ellas. –Las piedras no lloran... y un día se rompen. –musité, ronco. –Es cierto. –otra vez el don era paternal– Pero al romperse la piedra, deja otras en su lugar... y así, y así, y así... Sentí más grandes las fisuras. Pero ya no dolían tanto. Me paré, despidiéndome. Había sido un día con muchas cosas... cosas de las copas. ...oo0oo... LAS ROCAS
  • 43. Diap 43 PERGAMINO COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS Viernes. Fin de mes. Los empleados volverán del trabajo con el sueldo. Y medito que empleado es sinónimo de utilizado. Siento una agria libertad. Ya no soy empleado ni empleador. Ya no soy utilizado... ¿por premio a lo hecho, o por inservible? Y en el atardecer voy hacia el boliche. Sé que más tarde se llenará con los que han cobrado hoy... los ricos por un día. No importa; cuando el ruido invada mi intimidad, iré con el viejo don de la plaza... otro que hace años dejó de ser usado. Entro. Hay algo distinto en el local. Busco. El tabernero, el reloj, el mostrador, la botella y la copa en él... están igual. Pero, junto al viejo almanaque hay un pergamino en ocre cabretilla. Voy a leerlo. Es el poema “Tus Hijos” escrito debajo de el rostro de una criatura que podría ser un niño o una niña, con rasgos de cualquier raza... el hijo de cualquiera. Me siento frente al mostrador. El cantinero se sirve una copa y, en silencio, la levanta. Yo hago lo mismo con la mía. Brindis callado... ¿por nosotros, por la criatura, por el pergamino? Tal vez él sea un padre, como yo. O lo haya sido, como lo fui. Llegan los parroquianos. Van a ver el pergamino, hacen emotivos comentarios, y el mostrador se llena de vasos. Me retiro a la mesita junto a la ventana. El bolichero saca de abajo del mostrador una caja con cabretillas enrolladas. Y se vende más bebida, y se venden más cabretillas. Cada tanto, un cliente paga lo bebido y su pergamino, y se va con él. Todos somos o fuimos padres, o hijos de alguien. Llega la noche. Me levanto, pago. En la plaza, bajo el laurel, espera el viejo don amigo. El cantinero me regala su mustia sonrisa, sin ofrecerme el poema. Sabe que lo llevo por dentro. Tus hijos no son tus hijos, son hijos del tiempo y de la vida... (Versión del poema “Los Niños” de Jalil Gibran) 18 – PERGAMINO - VIERNES 31-MAY-1996
  • 44. Diap 44 PERGAMINO COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS La noche es fresca. Al bajar el escalón, trastabilleo. ¿Será que la acera cada noche baja más? El viejo sigue sentado en la penumbra, en el banco. Cuento... y espero. –Si quieres hacer feliz a alguien, elógiale sus hijos. –musita– Todos ganaron. Cada cliente llevó en él la envasada alegría de las botellas, y a su familia la felicidad escrita en un poema. Me pregunté que me había dado a mí, y el don completó: –A ti, la añoranza. A este viejo, que vinieses una noche antes... y a él, el beneficio de vender poesías y licor. –Me hizo evocar cosas que usted y mi padre citaban en mi juventud. –murmuro– Cosas que recién ahora valoro... –Piensa en el poema. Tu padre originó tu cuerpo. Otros y yo, las ideas. Pero sólo la vida y el tiempo te dieron el lugar y tus pensamientos. –y cita– “Un lugar y sueños donde nosotros no pudimos entrar, como tú no pudiste entrar en los de tus hijos. Porque para la vida no hay estaciones ni regresos al ayer”. –“Nosotros somos el arco.” –completo emocionado– “Y nuestros hijos las flechas que han de ser lanzadas” –Exactamente... nadie sabe donde irán ni en que blanco han de clavarse. Pero, muchos tienen la soberbia de recordar a los hijos que ellos fueron el arco y la cuerda... no dando libertad a la flecha en su recorrido. –Es difícil ser padre... –reflexiono– Y cuando creemos que hemos aprendido a serlo, nuestros hijos ya están viejos. Y muchas veces, al crecer, son unos desconocidos que hacen recordar a unos niños queridos que conocimos hace tiempo. –Ése es el mayor logro, pues ya son individuos. –sentenció. Me despedí. Empezaba a garuar. Crucé la plaza. Dentro mío iba repitiendo el poema. Una gota salpicó mi rostro. Pasé mi mano sobre él. Me pareció pasarla sobre un viejo pergamino. Y preferí pensar en otras cosas... en cosas de las copas. ...oo0oo... PERGAMINO
  • 45. Diap 45 PERDIDO COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS Miércoles. Hace pocos días que tuve la habitual reunión con el cantinero y el viejo don de la plaza. Sin embargo, me siento perdido. Y, con esa sensación de vacío, de soledad, me dirijo en el atardecer hacia el bar. No voy en busca de compañía, ni siquiera sé lo que busco... aunque, allá en lo profundo, debe haber una razón. Entro al boliche ya anocheciendo. Está como siempre: en silencio, con sus luces que apenas alumbran. ¿Será así por economizar, o porque eso es suficiente? El cantinero, al verme, pone en el mostrador la botella y la copa acostumbrada. Musitando un saludo, me siento frente a él. Me sirve, pero aún no bebo... recorro con la vista el local. En una mesita del fondo se perciben dos personas. Quizás se encuentren hablando en voz baja, o esperen a alguien más, o estén compartiendo pensamientos. Junto al almanaque ya no está el pergamino con el poema. Y, sin motivo aparente, comento que hace mucho que me siento perdido, que no escribo una poesía... nada. El tabernero levanta las cejas y frunce la boca con un gesto de condescendencia. Medita, y saca una revista de abajo del mostrador. Busca una página. La deja delante mío. Leo: “La creatividad se retroalimenta. Las ideas van haciendo surgir otras ideas. Cuando el pensamiento se encasilla en lo conocido, y las acciones en lo seguro, muere la creatividad. Se enferma del peor virus: La monotonía” La frase es de un conocido actor. Levanto la vista y me encuentro al cantinero con una expresión que dice mucho. Callado, tomo mis copas. Ya de noche voy a la plaza. A veces me pierdo, y no me quiero encontrar, porque es lindo estar, perdido en los recuerdos... 19 - PERDIDO - MIÉRCOLES 05-JUN-1996
  • 46. Diap 46 PERDIDO COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS El frío y la oscuridad me acompañan por los senderos. El viejo don amigo está en su banco bajo el laurel. El árbol se diluye en la noche, y el anciano se pierde en la penumbra. Al don lo vislumbro más grande. Supongo que debe ser porque está abrigado. Y no me sorprende su pregunta: –¿Tu gustó lo que leíste?... Lo dijo un cómico. –Bien dicen que lo más serio es la comedia. –respondo. –¿Por qué te sientes perdido? –sigue él en su mayéutica forma– ¿Acaso, no te encuentras? –Es que muchas veces me pierdo en mí mismo... y no me quisiera volver a encontrar... Me siento bien tras la puerta de la añoranzas, cerrada a la realidad . –Una puerta cerrada separa tanto al de adentro con los de afuera, como al de afuera con los de adentro. Si todas las puertas se cierran, se está en una cárcel. No hay puertas en el campo, en el bosque, en el mar... en el alma. La sentencia del viejo me hizo reflexionar. Y el don continuó: –¿No será que te estás autoaislando cuando te pierdes en ti mismo? ¿No sería mejor que abrieses la puerta y volvieras al presente a encontrarte contigo... y con los demás? –No sé... –musité– temo encontrar un presente vacío... vacío para mí. Por lo menos, el pasado está lleno de recuerdos. –Tan triste es un pasado sin recuerdos, como un presente sin realidades. –sentenció el viejo. –Más triste es recordar lo que no fue y pudo ser. –murmuré. –No. –afirmó el don amigo– Lo más triste es recordar lo que fue y se perdió. Por eso el amor ideal, el inolvidable, es aquel que se tuvo en toda su intensidad... y el ser amado, murió. Quedamos en silencio largo rato. Luego, sin decir nada más, me levanté y me fui... iba pensando en cosas de las copas. ...oo0oo... PERDIDO
  • 47. Diap 47 RETROCESO COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS Miércoles. Dos de la tarde. Salgo de la casa. Pero no me dirijo ni al bar ni a la plaza. Voy hacia la vieja biblioteca. Está a quince cuadras. El tibio sol de otoño me incita hacerlo. Recorro las mismas calles donde caminaba veloz, buscando hallar en eso anaqueles las respuestas a mis interrogantes. Ahora voy lento, la distancia parece haberse duplicado, y cada tanto debo detenerme para tomar fuerzas y continuar. Llego y entro. Hay más libros con lomos de colores en los anaqueles. En mi juventud, la mayoría eran ocres o grises... ¿Habrá sido por eso que nuestra generación fue así? Sin embargo, son pocos los muchachos leyendo. Es algo que me intriga. Antes, veía la gente joven en todas partes... ¿Será que ahora son menos, o que yo ya no los veo? Me alegra encontrar un tomo de entonces. Tiene las hojas amarillentas y sus tapas denuncian miles de remiendos. Firmo por su préstamo y me lo llevo. Quiero mostrarlo al bolichero. Cuando llego al bar, atardece. Subo el escalón. Me acerco al mostrador con un resuello. El cantinero me sirve un vaso de agua. Luego, saca la botella y la copa acostumbrada. Abro el libro y le señalo un renglón subrayado: “Cuídate de los que digan que eres el mejor del mundo. No te acerques a nadie solo. No creas que alguien puede ser tu hermano. No te fíes de la amistad. No intimes con nadie. Al dormir, guarda tu corazón. Pues, nadie tiene amigos el día de la desgracia” El bolichero me asombra diciendo que eso es parte de los consejos del faraón a su hijo... dados hace cinco mil años. Lo miro con admiración. Luego callamos y, tomando unas copas, llega la noche. Saludo, levantándome para ir a la plaza. El tabernero me pide si le puedo dejar el libro... y se lo presto. El camino de la vida siempre va hacia adelante. Por eso, cada vez que queremos dar marcha atrás... chocamos. (Rocas, Cascotes y Adoquines) 20 - RETROCESO - MIÉRCOLES 12-JUN-1996
  • 48. Diap 48 RETROCESO COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS Salgo. La noche es fría. Dentro poco empezará el invierno. Nadie cruza la plaza. Pero, el viejo don amigo está en el banco bajo el laurel. Me enfundo en mi abrigo. Cuento. Y él dice: –Te costó llegar a la biblioteca... No sé si es pregunta o afirmación, pero me justifico: –Es que los años pasan... y pesan. –Sí... –y agrega, didáctico– Pero, más que todo, fue porque ibas en retroceso. Quisiste volver al mismo lugar y como lo hacías antes. Eso es imposible, la vida no tiene marcha atrás, todo cambia, no sólo el color de los lomos de los libros. –El retroceso es la marcha más fuerte, pero peligrosa. Se deja de ver hacia adelante, y duele mirar hacia atrás. –recito, recordando mi tiempo de conductor automovilístico. –Correcto. –concuerda el don– Es igual en la vida. Y ésta continúa y continúa siempre. –¿También nuestras vidas? –inquiero con triste ironía. –No. Ésas continúan hasta que finalizan. El promedio actual de la existencia humana es cerca de veintisiete mil días. ¿Vale la pena desperdiciar uno de ellos, yendo en retroceso? Un profundo suspiro fue mi respuesta. Y él prosigue: –¿Llevaste el libro al bolichero para enseñárselo, o como un retruque por todo lo que él te había enseñado? –Ahora creo que fue por ambas cosas. –¿Y por qué te quedaste callado luego de lo que él dijo? –Me asombró. Usted y él me hacen pensar. –Cuando tu interlocutor quede pensando en tus palabras, habrás llegado a ser importante. Cuando tú quedes pensando en las palabras de él, empezarás a ser sabio. Sentí el frío más profundo. Saludé y me fui... pensando en el cantinero, en el viejo don amigo... y en las cosas de las copas. ...oo0oo... RETROCESO
  • 49. Diap 49 MADURANDO COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS Otro miércoles. Últimos días de otoño. Abrigado, salgo a caminar en la tarde. El sol parece haberse encogido por el frío, apenas entibia mis mejillas. Al doblar en una esquina encuentro cerca de la alcantarilla un pequeña pelota de goma. Una piedra y unos restos de hojas la han frenado de caer dentro el albañal. La pateo y sale chancleteando en todas direcciones. Está rota. El ruido que hace el pedazo aún unido, que parece una lengua sucia, recuerda el protestar de un niño. Y pienso en ese niño... y en el niño que fui... y en las pelotas de trapo... y en las pelotas de goma... y en qué tristeza daban cuando se rompían. Anochece cuando llego al bar. Tras el mostrador, me espera el bolichero. A un lado, tiene el libro que le presté la semana anterior. Saca la botella y la copa de siempre, y me sirve. Tomo la primer copa. No hablamos, pero él sonríe. Luego pone entre él y yo un tablero de damas, uno hecho en cartón, con los cuadrados pintados a mano. Y, con tapitas, improvisamos las fichas. Unas para arriba, otras para abajo. Jugamos largo rato. No importa quien gane. Una vez uno, otra vez el otro. Cada tanto una partida, cada tanto una copa. Si no fuera por éstas, seríamos dos botijas en una cocina. Llega la noche. Debe ir a mi cita con el viejo don amigo. Voy a pagar mis copas, el cantinero no acepta. Dice que fueron iguales las veces que gané que las que perdí. Me entrega el libro. Yo debo devolverlo a la biblioteca. Me pongo el abrigo y guardo el libro dentro él. Salgo. En la fría noche me dirijo a la plaza. Es fácil llegar a viejo, sólo hay que vivir, lo difícil es llegar a ser un niño. (Mariano Díaz) 21 - MADURANDO - MIÉRCOLES 19-JUN-1996
  • 50. Diap 50 MADURANDO COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS Llego hasta al banco. Le cuento al viejo, para concluir así: –A veces pienso que mis amigos y mi familia tienen razón cuando dicen que no he terminado de madurar. El viejo don amigo quedó callado mientras jugaba con una piedra dándole pequeños puntapiés. Luego inquirió: –¿Recuerdas los naranjales que tenía en el fondo de la casa cuando tú eras niño? No comprendí que relación tenía la pregunta respecto a lo hablábamos, pero respondí llevado por los recuerdos: –Sí. Nunca podría olvidarlos. Muchas veces salté la cerca para ir a robarle los frutos mientras usted dormía la siesta. El don rió desde la penumbra, y continuó con su mayéutica: –¿Recuerdas los naranjales en primavera? –Sí. –respondí añorante– Eran tan lindos con sus hojas verdes y llenando el aire con el perfume de los azahares. –¿Recuerdas lo que les sucedía en verano? –Sí. –el don me guiaba en al ayer– Los frutos crecían, se ponían de un hermoso color naranja, comenzaban a madurar. –¿Recuerdas lo que les pasaba a los maduros en otoño? –Sí... –musité, reflexionando– caían podridos al suelo. –Llegamos al invierno... ¿Te gustaría terminar de madurar? –¡No! –fue mi determinante respuesta. –Por fin dijiste un no. Quiere decir que aún estás vivo... Si se responde sí a todo, se está muerto... de una manera u otra. –Los muertos no responden. –opiné infantilmente. –Es cierto. –dijo paternal– Y callar es un sí tácito... Dio un puntapié a la piedrita haciéndola llegar a mis pies. Comprendí y, pateándola como un niño a una pelota, me fui. Mientras, iba pensando en las cosas de las copas. ...oo0oo... MADURANDO
  • 51. Diap 51 CONVENTILLO COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS Tarde fría. Ya estamos en invierno. El viento helado castiga el rostro y se cuela por cualquier abertura del abrigo. Voy hacia el boliche. Aún no son las seis de la tarde, pero ya el sol quiere retirarse en el horizonte. Calles, aceras, edificios, todo tienen un tono gris u ocre. Las pocas personas con quien me cruzo, metidos dentro sus sobretodos, asemejan osos. Llego al bar. Entro al local, me detengo un instante a respirar el agradable aire tibio. El cantinero, desde el mostrador, me lanza una mirada de ruego para que cierre la puerta. Cierro y me dirijo hacia él, que ha sacado la botella y la copa de costumbre. La tomo de inmediato. Necesito el calor aunque sea momentáneo, artificial, y por dentro. El bolichero abre el cajón bajo el mostrador. En silencio, sonrío. Lo he bautizado el “cajón de las sorpresas”. Y tal como espero, saca una. Una que me llena de emoción. Es el ajado, de bordes rotos, amarillento, libro de la escuela, el de quinto año. Aquel libro general que había en esa época. Dentro él se mezclaban, en sorprendente entrevero, trozos literarios, aritmética, poemas, geometría y poesías. Comenzamos a hojearlo, pasándonos mutuamente páginas a leer; unas nos hacen reír y otras, reflexionar. Y, cada tanto, la acompaño con el calor de la bebida de una copa. Ya por irme, comento cómo se llamaría actualmente a ese libro:... ¿Compendio, enciclopedia, compilación, guía? Y el bolichero, siempre parco y sabio, opina: -¡Conventillo! No río, pienso en los conventillos y su amalgama de seres... Pago. Salgo. El frío es intenso, pero lo siento menos. La memoria es un libro de historia que, con el tiempo, sin pena y sin gloria, se convierte en un libro de cuentos. (Rocas, Cascotes y Adoquines) 22 - CONVENTILLO - MIÉRCOLES 26-JUN-1996
  • 52. Diap 52 CONVENTILLO COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS La noche helada me acompaña hasta al banco debajo el laurel. Y sentado como siempre, está el viejo don amigo. Me asombra que no sienta frío. Es de otra estirpe. Cuento de mi reunión en el bar, y el viejo me pregunta: –¿Recuerdas las veces que lo leíamos juntos? En mi memoria surge un niño charlando con un criollo de rostro indio, en un patio bajo un parral con glicinas. –¿Cómo era aquel cuento del loro? –sigue él– ¿El que siempre nos hacía reír... hasta que un día nos hizo pensar? –Sí... –indico, y reflexiono que a quien hizo pensar fue a mí. El don lo habría hecho desde mucho antes. Y paso a narrar: –“Cierto señor fue a comprar un loro. El vendedor le ofrece dos. Uno, Pablo, serio. El otro, Pedro; vivaz. Por el vivaz pide el doble que por el otro. Y el señor le pregunta:” –“Pedrito... ¿tú vales tanto?” –“¡Exactamente! –responde el loro vivaz.” “Fue tal la admiración que el hombre lo compra. Pero, luego comprueba que lo único que sabe decir es: ¡Exactamente!” –“¡Que tonto fui al comprar este loro! – exclamó el hombre.” –“¡Exactamente! –responde el ave. Y esa vez tuvo razón.” –Quizás tuvo razón, quizás no. –alecciona mi mentor– O, tal vez, el único que tuvo razón fue nuestro amigo bolichero. –Tal vez... –le digo– Pero, me cuesta llamar conventillo a ese libro que tantas enseñanzas nos dejó. –¿Por qué? Si juntas lo hermoso y lo feo, los triunfos y los fracasos, lo alegre y lo triste, lo bueno y lo malo; lo que es la vida, eso que llamamos memoria... ¿No es un conventillo? –¡Exactamente! –respondí, imitando aquel lorito. Reímos en la congelante noche. Y, despidiéndome, me fui. Iba pensando en el conventillo y en las cosas de las copas. ...oo0oo... CONVENTILLO
  • 53. Diap 53 TAMBORES COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS Camino por la vereda. Voy casi pegado a los frentes de las casas para que me llegue algo del calor que guardan dentro. En cada esquina me abofetea con mano helada la invernal ventisca, y acelero mis pasos para cruzar la calle. Al llegar a la plaza dudo si seguir hasta al bar, me falta una cuadra. En ella, por la derecha, me azotará el gélido viento que corre libre entre esqueléticos árboles y muertos jardines. A mi izquierda tendré los muros de la iglesia y del colegio; pero éstos son yertos, sin calor interno. Al fin, me animo. Hundiendo mis cuello en el sobretodo, apuro tanto el paso que corro sin correr. Y entro rápido en el boliche. Cierro como si el aire frío de afuera fuese un enemigo que me persigue. El cantinero, tras el mostrador, sonríe socarrón. La tibieza del local es agradable, y me quito el abrigo yendo a la barra. Son las seis de la tarde. Extrañamente, no saca del estante la botella ni la copa acostumbraba. Está abstraído arreglando un radiorreceptor viejo, del tipo cajón, pero ya de transistores. Lo logra. Entonces, me sirve el trago de siempre. Luego, gira el selector de emisoras en el aparato. Por la bocina van alternándose las voces de los locutores y diferentes músicas. De pronto surge la impactante secuencia de los cañones en la obertura 1812 de Tchaikowsky. Quedamos extasiados largo tiempo, oyéndola. Al concluir, brindo con una copa. Otro giro del botón, y el lugar se llena con el ritmo de lonjas vibrando en un candombe. Ambos hacemos el repique en el borde del mostrador. Y al finalizar, me tomo otra copa. Son las nueve. Debo ver el don. Pago. Me abrigo y salgo. El aire es frío, pero sin brisa... ¿el viento se habrá ido a dormir? Tambores, tambores, que nos hacen temblar... herencia ancestral. (Poema Anónimo) 23 - TAMBORES - MIÉRCOLES 03-JUL-1996
  • 54. Diap 54 TAMBORES COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS Me acerco al banco de la plaza bajo el vetusto laurel. Ahí se halla el viejo don amigo, indefinible, como siempre... Me siento frente a él. El murito está helado. La noche negra. –¿Cómo está, don? –murmuro– ¿Nunca tiene frío? –Estoy aquí, –responde, tranquilo– con don Julio Invierno. El calor del cuerpo se guarda con un abrigo. El del espíritu, con sentimientos. ¿Por qué voy a tener frío? Muevo la cabeza, admirándolo, y le narro lo del bar. –¿Qué te gustó más? –inquiere– ¿los timbales sonando como cañones en la obertura, o los tamboriles haciendo vibrar el ritmo ancestral en el candombe? –No podría decirlo. –reflexiono– Unos hacían temblar de emoción, los otros llegaban a las fibras íntimas. –¿No será que la obertura despertaba el mito guerrero, y el candombe el instinto primitivo? – sigue él, mayéutico. Callé frente a su saber libre de erudiciones pedantes. –La música es anterior a la vida y al hombre. –continuó mi viejo mentor– Y se resume en: Piiff, Dinn, Bang. Soplar, vibrar, golpear. Vientos, arcos, tambores. –El Universo comenzó con un Gran Bang, – digo a lo loco– gira en enormes arcos... y terminará en un inmenso golpe. –Eso es muy intelectual. –indica el don, aleccionador– Para pensarlo con violines o flautas, pero... ¿con tambores? –No... Con tambores sólo se puede pensar que usted y el bolichero son siempre sorprendentes. Nunca son… uno más. –Como tú, como cada individuo. –sentencia– Y recuerda: Cada persona marcha al ritmo de su propio tambor. –¡Con razón el desfile de la vida es un desastre! –ironizo. Reímos a pesar del frío reinante. El no lo sentiría, yo sí. Me despedí. Yéndome, pensaba en las cosas de las copas. ...oo0oo... TAMBORES
  • 55. Diap 55 QUIJOTADA COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS Toda la semana ha sido con viento, lluvia y frío. El tiempo no incitaba a salir hacia la soledad de las calles, obligando a pasar el tiempo en la soledad de los cuartos. Finalmente, hoy viernes, en el atardecer, un sol cansado y aterido asomó en el horizonte para despedirse al instante. Pienso que los verdaderos jinetes de la Apocalipsis no son Guerra, Peste, Hambre y Muerte; sino: Viento, Lluvia, Frío y Oscuridad. Y debo luchar contra ellos para ir al bar y la plaza. Me armo: Para el frío, ropa afelpada y zapatos gruesos. Para la lluvia, impermeable y galochas. Para el viento, el coraje. Para la oscuridad, mis pensamientos. Y, salgo. Ridículo caballero invernal, cual Quijote de barrio, lucho contra un viento sin molinos, no tengo Rocinante ni Dulcinea... ¿Quién será Sancho?... ¿el bolichero o el viejo don? Llego al bar, subo el escalón, miro alrededor. Solamente veo penumbra; y oigo el ruido de la lluvia. Hace seis meses veía flores, sol, y escuchaba cantos de pájaros. El tiempo pasa. Entro al boliche. Es fin de semana, hay algunos clientes en el mostrador. El cantinero me observa con extrañeza. ¿Acaso pensó que no vendría? Me siento en un extremo de la barra. Pone delante mío la botella y la copa de siempre. Me sirve y va a atender los otros parroquianos. Ellos tienen vasos, y con ellos bromea en voz alta sobre política, deportes, sexo. Se acerca a mí con unos panfletos. Los leo mientras él sirve de nuevo en mi copa. Al levantar mi rostro, veo el suyo con una concordante ironía. No necesitamos hacer comentarios. Y vuelve dicharachero a sus clientes. Y vuelve cada tanto a servirme silencioso a mí. Y yo, mientras tomo otra copa, leo otra vez las repetidas frases. Y pasa el tiempo. Ya es muy oscuro. Pago. Salgo para la plaza. La educación se aprende, la cultura se mama... (Wimpy) 24 - QUIJOTADA - VIERNES 12-JUL-1996
  • 56. Diap 56 QUIJOTADA COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS Voy al otro encuentro. El viejo don amigo está en su banco. Sentado en un extremo, parece dejarme el otro a mí. Tomo asiento con confianza. Y como siempre narro todo. –Es admirable la cultura de él, y cómo sabe adaptarse a la educación, o mala educación, de cada parroquiano. –indico. –¿Qué te asombra? –dice el don– Educar a alguien es ir adaptando su mentalidad a la forma general de pensar. Si se logra, se obtiene un hombre más. Si no, será un rebelde o un genio... o un cantinero. –Una sentencia con cierto cinismo intelectual. –e interrogo– ¿Usted no cree que cultura y educación son diferentes? –Exacto. –continúa el viejo– Cultura es la expresión libre, propia, y natural, de un pueblo. La educación son las actitudes ajustadas a normas, costumbres y reglas de una sociedad. Y… No hay mal educados, hay mal aprendidos. Río, con un halo de tibio aliento. Y él me inquiere, socarrón: –Don Quijote con galochas... ¿Qué decían los panfletos? –Lo que repiten en estas fechas patrias. – aclaro irónico– De las luchas, los héroes, la democracia, la igualdad, la justicia. El don hizo un ruido, no supe si de risa o asco, y exclamó: –¿Héroes? ¿Caudillos hacendados y citadinos adinerados? ¿Patria libre, y los libertadores tenían esclavos? ¿Una nación, y se despreciaba a los indios? ¿Eso es Independencia? –Son muchas preguntas... Y siguen aún sin respuestas. –indiqué. –Es cierto. En tanto se piensa que las personas pueden dividirse según su educación, fortuna, o manera de vivir; es estúpido e hipócrita hablar de democracia, igualdad y justicia. Nos quedamos en silencio. Se levantó la brisa trayendo una helada garúa. Me despedí. En el banco quedó el viejo don amigo, un criollo mezcla de blanco aventurero, indio, negro... Yo me fui en la llovizna, pensando en cosas de las copas. ...oo0oo... QUIJOTADA
  • 57. Diap 57 PATERNAL COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS Son las cinco de la tarde cuando entro al boliche. Al cerrar la puerta, dejo atrás el frío y el anochecer. No ha pasado una semana desde la última reunión, pero he venido hoy. Mañana es feriado, y esto se llenará de gente. Hay una rara luz en el bar. Busco su origen. Me sorprende una novedad. Sale de un televisor que se encuentra sobre una repisa al fondo del local. De todas partes se le puede ver. Justo en el medio, entre dos puertas. La de la izquierda da al depósito donde se guardan las botellas aún sin abrir. La de la derecha va al escusado. Decirle baño sería impropio, donde se arroja lo que queda de ellas luego de pasar por los hombres. Puertas que tienen analogía con las ilusiones de cada uno. El cantinero ya tiene mi botella y la copa de siempre servida. Lo miro con una interrogante. Me explica que el aparato se lo regaló su hijo el doctor... para que no se aburriera. ¿Hijo doctor? ¿Médico o abogado? ¿O uno de los tantos doctores actuales?... Nada pregunto. Además, la frase “mi hijo el doctor” me ha hecho evocar la obra de Florencio Sánchez. Tomo mi copa, e indico con un gesto que me sirva otra. Le hago notar que el televisor tiene apagado el sonido, que la imagen es la peculiar de no hallarse en un canal activo. Y, amistosamente, le digo que no está viendo nada. Me responde que eso es lo que hoy quiere ver: Nada. Mañana lo pondrá en los canales para los demás clientes. Y afirma que ese aparato debería llamarse: matador. Porque mata el diálogo, mata los pensamientos, mata el silencio. Lo dice agriamente. Callo, reflexionando en sus palabras. Y llega la hora de ir a mi cita con el viejo don. Me despido. Padre es ese ser ignorado que cuando lo valoramos, ya no está. (Rocas, Cascotes y Adoquines) 25 - PATERNAL - MIÉRCOLES 17-JUL-1996
  • 58. Diap 58 PATERNAL COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS Salgo. La noche es fría, pero sin viento ni nubes de lluvia. Llego al banco. En la penumbra está mi viejo don amigo. Le cuento la extraña reunión con el cantinero. Extraña por haber hablado tanto él, por sus ideas, por la imagen del televisor. –¿Recordaste que el domingo pasado fue el Día del Padre? –comienza el viejo con sus preguntas. –Sí, don... pero, por favor, eso es otro comercialismo. –y vuelvo al tema– Lo que me dejó mal, fue el tono triste del cantinero. –Un padre bolichero siempre se sentirá orgulloso que su hijo sea un doctor. –sentencia– Un hijo doctor no siempre se sentirá orgulloso que su padre sea un bolichero. ¿No crees? –Quizás por eso le regaló el televisor. –opino hiriente– Es más fácil dar un regalo que dar afecto y comprensión. –¿Recibiste algo de tus hijos? –inquiere el don. –No... –respondo en un susurro– Mis hijos quedaron lejos. –¿Lejos en la distancia?... ¿Lejos en el tiempo?... ¿O lejos en el sentir?... –indaga con voz profunda. –No sé. Tal vez en algo de cada cosa. Y, como todos los hijos, dirán que los padres no supimos hacer las cosas bien. –Tienen razón... –el don ya era irónico– los hicimos a ellos. Río con algo de amargura. Y el viejo siguió sarcástico: –Dime algo. Antes, cuando nacía un hijo, era en la cama del padre y la madre. Ahora, cuando nace un bebé, hay varias salas de parto, lo atienden varios médicos, lo llevan varias enfermeras, lo ponen junto a otros recién nacidos, y casi todos son iguales... ¿el hijo que dan, será el de su padre? –Hay veces que, al ser mayores, nos hacen dudar. –musité. El frío de afuera no era tanto, pero me despedí. Cuando llegué a mi casa, encendí el televisor. Sin sonido, sin imagen. Y viendo así la pantalla, pensaba en cosas de las copas. ...oo0oo... PATERNAL