Juan escribió sus epístolas para combatir herejías como el docetismo y el cerintianismo que negaban la naturaleza humana de Jesús. Juan enfatiza que Jesús vino en carne, es el Hijo de Dios y nuestro salvador. También buscó orientar a los creyentes de manera positiva y recordarles que deben amarse unos a otros como Jesús los amó.