Memorias de la Madre de Paz, Hak Ja Han Moon

1. A pesar de la admiración de mi madre por
él, el Maestro Moon se relacionaba con mi
madre de una manera formal y reservada,
en contraste con su afectuoso trato hacia
los demás. A consecuencia de esto, mi
madre se sintió un poco vacía y aislada,
con un sentimiento de falta de amor
alojado en su corazón. Invirtió tiempo en
llorar en silencio, sin descanso, borrando
de su alma todos los conceptos y
expectativas que pudo haber tenido sobre
el Señor que esperaba encontrar.
Entonces, un domingo, el Maestro Moon
dio un sermón acerca del corazón de
Jesús. Dijo: “El pueblo de Israel no recibió
a Jesús, que vino como su Verdadero
Padre. Permitieron que muriera en la cruz.”
Y preguntó a la congregación: “¿Sabéis lo
grande que fue el pecado que cometieron?”
Al escuchar esto, mi madre se retiró a un
rincón de la Iglesia. Allí lloró con todo su
corazón durante el resto del servicio. El
Maestro Moon vio esto y, después del
servicio, llamó a mi madre y la consoló,
diciendo: “Una persona ungida por Dios
debe superar la prueba de Satán, así como
la del Cielo.” En ese momento, al igual que
la nieve que se derrite en primavera, toda
la aflicción desapareció del corazón de mi
madre. Su fe en Dios se hizo más fuerte
que nunca.
Memorias de Hak Ja Han Moon
La Madre de la Paz
(Páginas 88/89)