TRIFOLIO DIA DE LA TIERRA.pdf Perdida libertad y educación social. • Pérdida ...
1165 paco de lucia
1. 38-41 paco de lucia 20/8/98 18:43 Página 38
JAVIER MENÉNDEZ FLORES
FOTOS: PACO LLATA
sted es uno de los pocos mitos que continúan en activo, cuando
podría haberse retirado y vivir
de las merecidas rentas. ¿Por
qué razón sigue tocando?
—Sí, podría estar viviendo de las
rentas y tirado al solecito en una
playa, que es lo que me gusta, pero de pronto siento como una especie de obligación para con mi
cultura, con mi gente, con el mundo del flamenco en general, que
me hace seguir trabajando todavía
con la misma ilusión que cuando
empezaba.
—Debe de resultarle
frustrante seguir ahondando en su trabajo
para tratar de abrir
nuevas vías y que la
gente no tenga en
cuenta sus evoluciones
y considere que ya ha
dicho con su instrumento todo lo que tenía que
decir.
—Yo no trato de convencer a
la gente de nada. Yo tengo mi
propia pelea, mi camino, y sé lo
que quiero y a dónde voy. Y mi
meta, si es que la tengo, pues no
soy yo hombre de metas, es tratar
de seguir vivo, de seguir diciendo
cosas, e intentar llevar la música a
lo máximo que yo pueda dar de sí.
La opinión de los otros, casi, casi,
de verdad, no me importa.
—Han transcurrido ocho años
desde que sacase a la luz una
obra con nuevas composiciones. Ahora lo hace con ‘Luzía’,
un bello trabajo en honor a su
difunta madre. ¿Qué novedades aporta este disco?
—No te puedo decir, porque es un
disco que está recién salido. Cuando una composición está tan cercana en el tiempo, no tengo perspectiva de la misma. La tengo tan en el
corazón que a veces es un problema, y gordo. Me gustaría a veces
ser otro para poder opinar acerca de
lo que acabo de hacer. Pierdo por
completo la objetividad. Por varias
razones. En primer lugar, por la necesidad de que sea muy bueno, que
a veces te hace creértelo a ti mismo,
y también porque, como convives
U
entrevista
Paco de
Lucía
“ UN DÍA, DE PRONTO
TE DAS CUENTA
DE QUE NUNCA LLEGARÁS
A SER SUPERMAN”
38
interviú
v
Hablar de él es hacerlo ineludiblemente de la
guitarra española llevada a los límites de la
sublimidad, de las manos que con más
rapidez –y con mayor sentimiento– han
recorrido y recorren la longitud total de un
mástil, de la última leyenda viva del flamenco.
Francisco Sánchez Gómez, conocido en todo
el mundo como Paco de Lucía (Algeciras,
Cádiz, 1947), presentó, después de ocho
años sin sacar un disco con composiciones
nuevas, el álbum ‘Luzía’, un impresionante
trabajo en el que se puede apreciar la plena
madurez y maestría del ‘tocaor’ más universal
de todos los tiempos.
interviú 39
2. 38-41 paco de lucia 20/8/98 18:43 Página 40
Paco de
Lucía
•
“Sufro tanto cuando hago un disco que luego no quiero ni verlos”
“Daría mucho por pasar una tarde con Camarón” “Trato de aprender
mirando a otros, ya que nunca fui a tomar clases de música”
•
entrevista
El guitarrista,
que por
primera vez
se ha atrevido
a cantar en
un disco, se
siente
repleto de
energías
para seguir
tocando.
así es
40
interviú
especialmente traidora?
—Traidora... No
exactamente. Las
notas, ya te digo, son
como las palabras.
Cuando las juntas
dicen cosas, pero una
sola no dice nada.
—¿Existe algún sonido
que pueda salir
de una guitarra
que usted
desconozca?
—Sí, claro;
muchos,
muchos.
—¿Cómo se
consigue vivir
con normalidad
sabiendo que se
es una leyenda?
—Es muy fácil.
Yo sé lo que
soy, con todos
mis defectos,
de qué pie
cojeo, lo que
aún me queda
por aprender, y
sé que soy una
persona
normal que ha
dedicado
muchas horas
y muchos días
de su vida a
aprender, eso es todo.
—¿Qué es lo más
importante que le ha
enseñado la vida?
—Respetar a la gente, ir
derecho, ser honesto.
No ‘guindarle’ a nadie.
—¿Hay algo a lo que le
tenga miedo?
—A la estupidez. A la
falta de coherencia.
—¿Qué daría por volver a
pasar una tarde con
Camarón?
—Daría mucho, mucho.
—¿Qué es lo que busca
aún Paco de Lucía?
—Creo que el
reconocimiento, y que
lo que haga llegue de
verdad a la gente.
v
—La guitarra, que es
mujer, le ama a usted
quizá mucho más de lo
que haya amado nunca a
otro hombre. A pesar de
eso, ¿le fue alguna vez
infiel?
—Cada día. Cada día
me pone los cuernos.
Creo que estoy bien de
manos, que estoy
brillante, y de pronto
salgo al escenario y me
equivoco.
—¿Cuánto tiempo
necesitó su mujer para
dejar de sentir celos de su
guitarra?
—Yo creo que las
mujeres siempre tienen
celos de las guitarras.
Cuando uno toca un
instrumento como yo lo
hago, es tan
apasionado que las
mujeres se mosquean.
Todas.
—¿Con qué otro
instrumento le pondría los
cuernos a la guitarra?
—Con la voz.
—¿Cuál de todas las notas
de la escala musical es la
más triste?
—Las notas están al
servicio de la emoción.
La tristeza o la alegría
están dentro de ti, las
notas son una
herramienta, como las
palabras.
—¿Existe alguna
con esa música, pues ya no te sorprende. Y la sorpresa es muy importante a la hora de dar un valor.
Siento que es un disco en el que
me he dejado sangre y muchas horas de vida. Pero no más que con
los otros. Cada composición es un
parto dolorosísimo.
—Después de coquetear y
alimentarse durante años de
otros muchos estilos,
como el jazz, ha retomado sus raíces: el
flamenco puro y duro.
¿Es el retorno a los
orígenes algo por lo
que, tarde o temprano, pasan todos los
artistas?
—Nunca perdí mis raíces,
no es retomar. Yo nunca
dejé de ser lo que soy.
Quizá la vena flamenca sí
que esté algo más acusada
en este disco que en otros.
Pero eso se debe a que éste es un tipo de disco que
suelo hacer de vez en
cuando desde mis inicios.
Experimento para aprender y para crecer como
músico, y cuando tengo
conceptos e ideas nuevas,
pues hago ese disco flamenco en el que incorporar las nuevas aportaciones a la idea base. Yo tengo claro que lo que soy es
un guitarrista de flamenco, que lo que siempre he
querido ser es un guitarrista de flamenco, pero con curiosidad, con inquietud por saber
qué es lo que hace otra gente, cómo se toca en otros estilos, y, de
alguna manera, trato de aprender,
ya que nunca fui a la escuela a estudiar armonía ni música, mirando a los otros. Pero sí, pienso que
todo artista acaba volviendo a los
orígenes.
—No obstante, hasta los puristas parecen haberle respetado desde siempre sus escarceos.
—No siempre, no. En mis inicios,
cuando comenzaba a hacer “tonterías”, como ellos decían, no era
aceptado. El tiempo es el que ha dicho que sí. Lo que pasa es que hace
ya tanto de eso, que parece que he
estado considerado desde siempre,
y nada más lejos.
—¿Este disco confirma su plena madurez como artista?
—No sé muy bien dónde está la
madurez, si yo soy o estoy lo suficientemente maduro. Pienso que
todavía hay años por delante.
—¿Se podría definir ‘Luzía’ como un disco más humilde que
todos los anteriores?
—Posiblemente, sí. Quizá sea la
humildad que te dan los años, el saber que ya no vas a llegar a ser ‘Superman’. Porque hay una edad en
la que crees que puedes llegar a
serlo, pero un día, de pronto, te das
cuenta de que no, de que nunca llegarás a ser ‘Superman’. Y no pasa
nada. Así son las cosas.
—Después de este disco, en
el que se ha puesto, según
sus propias palabras, a prueba como ser humano y como
artista, ¿cuál será el siguiente paso en su carrera? ¿Volverá a la experimentación?
—A mí me gustaría seguir en las
raíces, hacer discos flamencos, nada más que discos flamencos, pero
no sé todavía muy bien qué haré.
—¿La experimentación tiene
un límite o éste está en el
ser humano?
—Es el ser humano quien lo tiene. Llega un día en que no da ya
más de sí. El límite está hasta
donde llegue tu energía, tu capacidad y, sobre todo, tus ganas. Pero
siempre queda en uno el afán de
seguir creciendo, y esa es la lucha
contra el tiempo, contra la falta de
energía y estímulo, de salud. Yo,
si la salud me acompaña, seguiré
siempre en esto. Quisiera morirme con las botas puestas.
—Por primera vez en su vida
se ha atrevido a cantar en
uno de sus discos, en una
rondeña dedicada a quien
fue su compañero e íntimo
amigo, Camarón. ¿Le influyó
a la hora de hacerlo el hecho de que la canción estuviese dedicada a él?
—Justamente. Yo al principio no
pensaba cantarla, porque a mí
siempre me ha gustado cantar, pero
me da mucha vergüenza hacerlo,
por la simple razón de que no sé, y
tengo además un gran sentido del
ridículo. Puse mi voz como referencia para que luego un cantaor
profesional la interpretara bien y
bonita. Pero al escuchar mi voz, me
di cuenta de que era mucho más
sincera que la que cualquier otra
persona le hubiese puesto, que lo
haría mucho mejor que yo, perfecto, que estaría muy bien cantada,
pero que se alejaría del sentimiento
que yo le podía transmitir. Era una
cuestión de ser honesto y auténtico
a la hora de hacerle un homenaje a
alguien a quien yo quise tanto.
—¿Vislumbra en el actual
panorama de cantaores a alguien que pueda suceder a
Camarón?
—Sí. Hay gente que canta muy
bien, chavales que nacieron oyendo
a Camarón y su técnica es equiparable a la suya. Técnicamente. Pero
no son él. Camarón fue un creador,
rompió una manera de cantar e impuso la propia, creando escuela. No
obstante, hay gente muy buena hoy
en día, como Duquende, Potito y
Remedios Amaya.
—¿Y qué le parece eso del
flamenco-fusión? ¿Le gustan
grupos como Ketama?
—Ketama es un grupo que me gusta mucho, sí, tienen buen gusto. Josemi, Antonio y demás son gente
con muy buen gusto, con gran sentido del ritmo y de la musicalidad...
y detrás de lo que hacen existe un
claro deje flamenco, y flamenco del
bueno. Lo que pasa es que son inquietos, jóvenes, y están tratando
de hacer otro tipo de música, de
ampliar los límites del flamenco.
—¿Ha llegado a conocer a
algún guitarrista que le haya hecho reflexionar y decir: “Aún me queda mucho
por aprender”?
—Continuamente. Hay mucho bicharraco por ahí. Esos guitarristas
de jazz que saben todas esas armonías, y que improvisan de aquella
manera. Sobre todo es gente que
sabe mucha armonía, porque la han
aprendido yendo a la escuela, y conocen el sistema con el que se hace
la música. A mí, que toco de oído,
me cuesta adivinarlo horas y horas,
con un esfuerzo enorme.
—¿De cuál de sus anteriores
trabajos se siente usted más
satisfecho?
—De ninguno. Siempre estoy tra-
tando de hacer ese disco con el que
de pronto digan algo así como “tocó el cielo con las manos”.
—¿Es cierto que no conserva
ninguno de sus discos?
—Sí, es cierto. Sufro tanto cuando
los estoy haciendo, tantísimo, que
luego no quiero ni verlos. Porque
además estaría pendiente de ver el
defecto, de mejorarlos continuamente, y me acabaría atormentando.
— Como artista, ¿es supersticioso?
—No. Pero hay un toque y un cante en el flamenco, cuyo nombre no
quiero pronunciar, por eso lo llamo
siempre “El Innombrable”, que me
da bastante miedo cuando alguien
lo canta o lo toca. En Santiago de
Chile, a los dos segundos de poner
un disco en el que sonó “El Innombrable”, surgió un terremoto. Te lo
juro. Y dije, a grito pelado: “¡Quita
eso, coño, quítalo...!”. (Risas).
—¿Cuántas horas al día le dedica a la guitarra?
—Cuando tengo que trabajar o
componer, doce horas. El resto del
tiempo no toco. No soy un guitarrista de estar estudiando todo el día.
—¿Cuál ha sido el mayor periodo que ha pasado sin tocar la guitarra?
—Tres meses, quizá cuatro. Luego
te cuesta bastante recuperar la forma, pero al mismo tiempo te limpia. Te purifica.
interviú 41