El sábado se originó en el Edén como un regalo de Dios al finalizar la creación. Dios lo estableció como monumento de la Creación, lo declaró santo y bendijo. Más tarde, Dios lo pronunció como uno de los Diez Mandamientos y Jesús lo ratificó como Señor del Sábado. El sábado debe ser observado con gozo y gratitud como un tiempo para descansar y acercarse a Dios.