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Evaluación de Programas de Salud*
ABRAHAM DROBNY
El proceso de evaluación es parte de todas
las actividades en la vida humana. Con
frecuencia, después del trabajo o después de
cualquier actividad, la mayoría de las per-
sonas hacen una evaluación, muchas veces
confinada a su propia mente. Las simples
expresiones: “hoy me ha ido bien”, u “hoy
me ha ido mal”, indican un proceso de esta
naturaleza.
Yaturalmente, la evaluación organizada
no es tan simple y envuelve un proceso más
preciso. Su desarrollo puede encontrar serios
tropiezos, algunos relacionados con la inter-
pretación de la palabra misma. Con mucha
frecuencia se la confunde con la inspección,
palabra y hecho que despiertan fácilmente el
recelo y la desconfianza.
La evaluacicin es utilizada extensamente
en la industria y el comercio. Sirve para
decidir si se continúa, intensifica o cambia de
rumbo una actividad determinada. En las
actividades de salud, en una forma o en
otra, siempre ha habido evaluación. Los ad-
ministradores y todos aquellos que participan
en estas actividades a cualquier nivel, hacen
informes acerca de los progresos alcanzados,
y a veces, de los fracasos ocurridos en el
desarrollo de un programa determinado. Con
mucha frecuencia, estos informes, son de
gran ayuda en la planificación de la etapa
siguiente del programa. Sin embargo, tanl-
bién es frecuente que esta información sea
fragmentaria y subjetiva, que no tenga su-
ficiente poder de convicción, porque el mismo
informante no está seguro de si otro ob-
servador, considerando las mismas activi-
dades, llegaría a las mismas conclusiones o
bien a otras enteramente distintas.
No es suficiente llamar la atención hacia
Jefe de la Oficina de Evaluación e Informes de la
Oficina Sanitaria Panamericana, Oficina Regional
de la Organización Mundial de la Salud.
la necesidad de la evaluaci6n, sino que hay
que establecer con toda claridad que tiene
que ser organizada.
Así como sirve para la industria y el
comercio, debe servir también para analizar
18s éxitos o fracasos de los programas de
salud, bien para continuarlos en la misma
forma, para reorientarlos, 0, si es necesario,
simplemente terminarlos.
La meta de la evaluación debe ser la ob-
jetividad y su criterio principal, que difercn-
tes expertos, utilizando la misma técnica, y
estando igualmente versados en ésta, lleguen
a los mismos resultados.
Existen numerosas definiciones de la cva-
luación, pero aquí sólo mencionaremos la de
la Asociación Americana de Salud Pública,
según la cual, es el proceso de determinar los
valores o cantidad de éxito alcanzados en
el logro de un objetivo predeterminado.
Consta por lo menos de las siguientes etapas :
formulación de objetivos, identificación de
los criterios que han de ser utilizados, de-
terminación y explicación del grado de éxito
y recomendaciones para futuras actividades.
La evaluación no es, pues, sino la medición
de cambios producidos a lo largo del desa-
rrollo de un programa determinado. Estos
cambios, naturalmente, pueden ser favora-
bles o desfavorables.
Para el propósito de medirlos, debe esta-
blecerse una escala. El ideal es tener una
escala de valoración que permita observar cl
progreso continuo del programa a medida
que se va desarrollando.
El propósito de establecer índices o me-
didas es eliminar las diferencias dc juicio
subjetivas. En otras palabras, lo que se
pretende con los índices, es eliminar ex-
presiones, que, desafortunadamente, muchas
veces se encuentran en los informes de pro-
* Manuscrito recibido en febrero de 1964.
.12
Drobny - EVALUACION DE PROGRAMAS DE SALUD 113
gramas, como “creo que ha habido progreso”
o “hemos progresado notablemente”, y reem
plazarlas por “la salud de tal número de
personas ha mejorado en la siguiente forma”;
o “el objetivo de la vacunación antidiftérica
se cumplió en un 80%, 0 sea, se vacunaron
80.000 niños menores de 7 años. (Población
infantil de menores de 7 años: 100.000)“.
Un programa de salud debe formular
sus objetivos en la forma más precisa posible
y seleccionar los métodos con que se pre-
tende lograrlos. El trabajador de salud ne-
cesita tener un concepto claro de los ob-
jetivos para poder adoptar un criterio de
evaluación adecuado.
En estricta teoría, el criterio final en la
evaluación de cualquier programa de salud,
debería ser el mejoramiento de la salud de
un número significativo de personas o de un
segmento de la población y no ~610un acopio
de información matemática que refleje el
número de medidas tomadas para llevar a
cabo el plan. Sm embargo, esto no es siempre
posible, y en muchos programas la evalua-
ción debe basarse en los servicios prestados
o en las medidas tomadas para conseguir
los objetivos.
Se ha discutido mucho acerca del uso de
“indicadores” de salud en el proceso de
evaluar este tipo de programas. Por lo gene-
ral, las estadísticas vitales y sanitarias donde
existen y son de confiar, son muy útiles.
Sin embargo, en la mayoría de los países
de las Américas no existen aún estadísticas
completas que permitan la utilización ade-
cuada de estos indicadores. Además, un pro-
grama de salud no siempre actúa en escala
nacional, o en un lapso suficiente para hacer
significativos los cambios en los indicadores.
Por lo demás, muchas veces estos cambios
no reflejan exclusivamente las realizaciones
del programa que se quiere evaluar, sino
que representan un conjunto de hechos y
actividades que forman parte del desarrollo
de un país, no siempre controlados por el
programa que se pretende medir.
Mientras no se pueda utilizar en la evalua-
ción de cada uno de los programas los in-
dicadores de salud conocidos, como la mor-
talidad general, mortalidad infantil, el índice
de mortalidad proporcional de Swaroop y
Uenura, etc., parece más apropiado medir
la utilización de los servicios en función
de los objetivos del programa. En toda ac-
tividad de salud existen ciertos conocimientos
que se presumen correctos, basados en la
experiencia y en la investigación, y que sólo
pueden ser modificados por medio de nuevas
investigaciones o nuevas experiencias. Ejem-
plos de estos conocimientos son que: el adies-
tramiento mejora el rendimiento del traba-
jador; el examen de los niños en el primer
año de vida es útil, pues previene posibles
enfermedades; el examen periódico de obreros
expuestos a riesgos del trabajo es necesario,
pues los previene en buena parte; la vacuna-
ción DPT en los niños, es necesaria, pues
previene la difteria, la tos convulsiva y el
tétanos; la rehidratación precoz es útil en
el tratamiento de las diarreas infantiles, etc.,
etc.
Por lo demás, los supuestos de esta índole,
apoyados en la experiencia y la investiga-
sión, constituyen los métodos seguidos en
los programas de salud para el alcance de
sus objetivos.
En la medición de las actividades rela-
cionadas con estos conocimientos que son
aceptados y que sirven de base a los pro-
gramas de salud, puede estar la solución
para evaluar numerosos programas que hasta
hoy no se han medido sino en forma sub-
jetiva.
Al comienzo de todo programa, debe es-
tablecerse la información inicia1 básica, en
estricta relación con los objetivos del pro-
grama. Por ejemplo, si se trata de llevar a
cabo un programa de vacunación contra la
difteria en un cierto numero de niños, se
debe saber primero cuál es el grado de sus-
ceptibilidad a dicha enfermedad al comienzo
del programa, en el país, provincia o área
en que se va a trabajar.
En segundo término, los objetivos deben
estar claramente expresados y en términos
cuantitativos hasta donde sea posible. Si-
114 BOLETIN DE LA OFICINA SANITARIA PANAMERICANA . Agosto 1964
guiendo nuestro ejemplo anterior, los ob-
jetivos se deben formular en función del
porcentaje de niños menores de 7 años que
se espera vacunar contra la enfermedad men-
cionada.
Para completar y hacer posible la evalua-
ción en forma concomitante y final, será
necesario fijar un calendario de las opera-
ciones que se espera cumplir a fin de lograr
los objetivos mencionados anteriormente.
Este calendario irá dando las metas par-
ciales (para cada año u otro período que
se decida), las que permitirán ir evaluando
el desarrollo del programa de acuerdo con
los planes establecidos.
En otras palabras, lo que se haría es: a)
buscar el porcentaje de niños inmunizados
al comienzo del programa, supongamos el
10% de los niños menores de 7 años en un
área que tiene 50.000 de ese grupo de edad;
b) establecer un objetivo en términos cuan-
titativos: lograr inmunizar el 50 % del total
de la población infantil menor de 7 años
(25.000), y c) planear la vacunación del
40% restante (20.000), en el curso, supon-
gamos, de cuatro años, a razón de 10 % cada
año (5.000).
Durante todo el transcurso del programa
y al final, se estará en condiciones de medir
los cambios producidos como resultado in-
mediato de este programa. Estos se referirán
estrictamente al número de niños vacunados,
lo que se ha aceptado como válido al planear
el programa.
Esto puede reflejarse o no en una baja de
la mortalidad infantil o de la mortalidad
específica por difteria, pues el programa
puede estar limitado en espacio y tiempo.
Además, hay que tener en cuenta que las
estadísticas de mortalidad pueden ser in-
completas 0 insatisfactorias, por lo que este
índice, si bien puede servir como un dato
adicional que en ningún caso debe despre-
ciarse, no expresará en forma tan estricta los
cambios producidos en relación con los ob-
jetivos, como número y porcentaje de niños
que han sido vacunados.
El ejemplo utilizado, aunque simple, puede
también aplicarse a programas más com-
plicados, como son los de salud materno-
infantil, atención médica, saneamiento am-
biental, veterinaria de salud pública, etc.
Todo lo que es necesario, es formular
claramente los objetivos en términos cuanti-
tativos y la información inicial para poder,
más tarde, medir lo realizado.
Supongamos ahora que se planea un pro-
grama de veterinaria de salud pública y que
sus objetivos son: controlar los estableci-
mientos de producción de carne; construir
nuevos mataderos o mejorar el estado sani-
tario de los existentes; tener bajo control
las lecherías, no sólo en cuanto a su estado de
saneamiento, sino también a la calidad de
los productos; controlar los establecimientos
de manipulación de alimentos, y, por último,
llevar a cabo un programa de vacunación
antirrábica de perros.
Para ello, será necesario saber el número
y porcentaje de los establecimientos de pro-
ducción de carne que están bajo control
sanitario en el área determinada en el mo-
mento de comenzar el programa; el número
y porcentaje de mataderos bajo control y
su estado sanitario; el número y porcentaje
de lecherías bajo control sanitario, así como
el porcentaje de lecherías que venden pro-
ductos de buena calidad; el número y por-
centaje de establecimientos de manipulación
de alimentos bajo control sanitario y el nú-
mero y porcentaje de perros vacunados en
relación con el total de perros existentes.
Establecido esto, habrá que formular en
forma numérica los objetivos del programa
mismo, o sea cuántos establecimientos de
producción de carne se espera tener bajo
control en cada una de las fases del pro-
grama. Si éste se da por concluso, la cuantía
del control será el ciento por ciento. Lo mismo
vale para el número de mataderos nuevos
que se espera construir y para aquellos que
serán mejorados, el número de lecherías que
se espera tener bajo control, etc. Natural-
mente, los objetivos estarán supeditados a
consideraciones técnicas y a las posibilidades
materiales y de personal existente.
Drobny . EVALUACION DE PROGRAMAS DE SALUD 115
Por último, se tratará de establecer ui1
calendario de actividades, indicando el nú-
mero de este tipo de actividades a desarrollar
i; en cada uno de los años, o semestres, o
período de tiempo en que se espera dividir
las actividades del programa. Esto permitirá
observar en todo momento si el programa
progresa de acuerdo con los objetivos que se
le asignaron al iniciarlo o si hay dificultades,
en cuyo caso, éstas se podrán analizar a fin
de subsanarlas, o reorientar el programa si
se demuestra que los objetivos eran muy
ambiciosos para los recursos existentes.
La ventaja inmediata de un sistema de
evaluación de esta naturaleza es que será
realizada por las mismas personas que tra-
bajan en el programa, sin necesidad de in-
tervención de personas de otro nivel o ex-
trañas al programa mismo, y que este análisis
podrá ser tan frecuente como los que in-
tervienen en el programa consideren ne-
cesario. Por último, que la información que
dé la evaluación podrá ser utilizada como
herramienta de trabajo. En otras palabras,
si el programa funciona de acuerdo con lo
previsto y aún mejor, ello servirá de ex-
periencia para otro programa 0 para ac-
tividades futuras. Si el programa tiene difi-
cultades y los resultados son menores que
los esperados, se podrá hacer un análisis de
las causas de la falta de cumplimiento de los
objetivos, de acuerdo con lo proyectado.
Esto dará también un sentido más técnico
a la supervisión de los niveles superiores,
pues el técnico supervisor podrá analizar el
desarrollo del programa basado en hechos
concretos. Más aún, el supervisor orientará
sus visitas de preferencia a aquellos pro-
gramas cuyo cumplimiento está por debajo
del promedio esperado, a fin de subsanar
las dificultades que se encuentren, a la luz
de la experiencia de áreas donde el pro-
grama ha dado resultado más aceptables.
BIBLIOGRAFIA
Arbona, G. : Bases y métodos para evaluar 10spro-
gramas de salud, Bol. Of. Sun. Pan., 43 (6):
540, 1957.
Rayes, Jr., P. Samuel: ;l/leasuring the results of de-
velopment plojects, UNESCO, 1959.
Hilleboe, Herman E.: Improving performance in
public health, 59th Annual Health Conference,
New York City, junio 12, 19G3.
James, George: Evaluation in public health, ilm.
Jour. Pub. Health, 52~7, 1962.
Molina, G. y Adriasola, G.: Principios de adminis-
Iración sanitaria, San Juan, Puerto Rico,
1961.
Molina, G. y Noam, F.: Indicadores de salubridad,
economía y cultura en Puerto Rico y América
Latina, Rev. Sal. Pub. Boliv., nbre.-dbre., 1962.
Organización Mundial de la Salud: Medición de
niveles de salud; Serie de Informes TPcnicos
No. 137, 1957.
The University of Michigan School of Public
Health: First National Conference on Evalua-
tion in Public Health, Ann Arbor, 1955.
The University of Michigan School of Public
Health: Second National Conference on
Evaluation in Public Health, Ann Arbor, 1960.
World Health Organization: Administrative
Manual. Program evaluation.
Evaluation of Health Programs (Summary)
The needof evaluation asan organised process cannot always be used for evaluation purposes-
in health projects is stressed. The usefulness of becauseof limitations of projects, both in space
healt,h indicators in evaluation is analyzed in an and in time, and because of lack of reliability of
attempt to find a scale of measurements. health statistics in the developing countries.
It is implied that the known health indicators While statistical information is not completely
116 BOLETIN DE LA OFICINA SANITARIA PANAMERICBNA . Agosto 1964
reliable for the purpose of project evaluation, t,he to be accomplished in a given period of time.
use of a scale of measurements, based on assump-
tions oî validity, is suggested. The method would
The evaluation lxocess, then, would be con-
consist in the pre-establishment of meaeurable
comitant with periodic reporting of achieve-
objectives based on assumptions of validity, ments, measured against the I)re-est,ablished I:
baselines related to the objectives, and targets targets.
La vida sedentaria ejerce una influencia nefasta, destruyendo
el equilibrio de la nutrición. Todos los tejidos, todos los sis-
temas, todas las vísceras, todas las funciones fisiológicas
sufren por el sedentarismo. Mientras que el ejercicio exalta
en el hombre sano la confianza en sí mismo, la valentía, la
rectitud y el coraje, creando un sentido nuevo de la solidaridad
de grupo, la falta de ejercicio con la debilidad y torpeza que
resulta, hace al individuo timorato y cobarde, desprovisto por
completo de la energía moral necesaria para afrontar los
problemas cada vez más complejos de la vida.
Marcel Labbé

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2.4 evaluación de programas de salud

  • 1. Evaluación de Programas de Salud* ABRAHAM DROBNY El proceso de evaluación es parte de todas las actividades en la vida humana. Con frecuencia, después del trabajo o después de cualquier actividad, la mayoría de las per- sonas hacen una evaluación, muchas veces confinada a su propia mente. Las simples expresiones: “hoy me ha ido bien”, u “hoy me ha ido mal”, indican un proceso de esta naturaleza. Yaturalmente, la evaluación organizada no es tan simple y envuelve un proceso más preciso. Su desarrollo puede encontrar serios tropiezos, algunos relacionados con la inter- pretación de la palabra misma. Con mucha frecuencia se la confunde con la inspección, palabra y hecho que despiertan fácilmente el recelo y la desconfianza. La evaluacicin es utilizada extensamente en la industria y el comercio. Sirve para decidir si se continúa, intensifica o cambia de rumbo una actividad determinada. En las actividades de salud, en una forma o en otra, siempre ha habido evaluación. Los ad- ministradores y todos aquellos que participan en estas actividades a cualquier nivel, hacen informes acerca de los progresos alcanzados, y a veces, de los fracasos ocurridos en el desarrollo de un programa determinado. Con mucha frecuencia, estos informes, son de gran ayuda en la planificación de la etapa siguiente del programa. Sin embargo, tanl- bién es frecuente que esta información sea fragmentaria y subjetiva, que no tenga su- ficiente poder de convicción, porque el mismo informante no está seguro de si otro ob- servador, considerando las mismas activi- dades, llegaría a las mismas conclusiones o bien a otras enteramente distintas. No es suficiente llamar la atención hacia Jefe de la Oficina de Evaluación e Informes de la Oficina Sanitaria Panamericana, Oficina Regional de la Organización Mundial de la Salud. la necesidad de la evaluaci6n, sino que hay que establecer con toda claridad que tiene que ser organizada. Así como sirve para la industria y el comercio, debe servir también para analizar 18s éxitos o fracasos de los programas de salud, bien para continuarlos en la misma forma, para reorientarlos, 0, si es necesario, simplemente terminarlos. La meta de la evaluación debe ser la ob- jetividad y su criterio principal, que difercn- tes expertos, utilizando la misma técnica, y estando igualmente versados en ésta, lleguen a los mismos resultados. Existen numerosas definiciones de la cva- luación, pero aquí sólo mencionaremos la de la Asociación Americana de Salud Pública, según la cual, es el proceso de determinar los valores o cantidad de éxito alcanzados en el logro de un objetivo predeterminado. Consta por lo menos de las siguientes etapas : formulación de objetivos, identificación de los criterios que han de ser utilizados, de- terminación y explicación del grado de éxito y recomendaciones para futuras actividades. La evaluación no es, pues, sino la medición de cambios producidos a lo largo del desa- rrollo de un programa determinado. Estos cambios, naturalmente, pueden ser favora- bles o desfavorables. Para el propósito de medirlos, debe esta- blecerse una escala. El ideal es tener una escala de valoración que permita observar cl progreso continuo del programa a medida que se va desarrollando. El propósito de establecer índices o me- didas es eliminar las diferencias dc juicio subjetivas. En otras palabras, lo que se pretende con los índices, es eliminar ex- presiones, que, desafortunadamente, muchas veces se encuentran en los informes de pro- * Manuscrito recibido en febrero de 1964. .12
  • 2. Drobny - EVALUACION DE PROGRAMAS DE SALUD 113 gramas, como “creo que ha habido progreso” o “hemos progresado notablemente”, y reem plazarlas por “la salud de tal número de personas ha mejorado en la siguiente forma”; o “el objetivo de la vacunación antidiftérica se cumplió en un 80%, 0 sea, se vacunaron 80.000 niños menores de 7 años. (Población infantil de menores de 7 años: 100.000)“. Un programa de salud debe formular sus objetivos en la forma más precisa posible y seleccionar los métodos con que se pre- tende lograrlos. El trabajador de salud ne- cesita tener un concepto claro de los ob- jetivos para poder adoptar un criterio de evaluación adecuado. En estricta teoría, el criterio final en la evaluación de cualquier programa de salud, debería ser el mejoramiento de la salud de un número significativo de personas o de un segmento de la población y no ~610un acopio de información matemática que refleje el número de medidas tomadas para llevar a cabo el plan. Sm embargo, esto no es siempre posible, y en muchos programas la evalua- ción debe basarse en los servicios prestados o en las medidas tomadas para conseguir los objetivos. Se ha discutido mucho acerca del uso de “indicadores” de salud en el proceso de evaluar este tipo de programas. Por lo gene- ral, las estadísticas vitales y sanitarias donde existen y son de confiar, son muy útiles. Sin embargo, en la mayoría de los países de las Américas no existen aún estadísticas completas que permitan la utilización ade- cuada de estos indicadores. Además, un pro- grama de salud no siempre actúa en escala nacional, o en un lapso suficiente para hacer significativos los cambios en los indicadores. Por lo demás, muchas veces estos cambios no reflejan exclusivamente las realizaciones del programa que se quiere evaluar, sino que representan un conjunto de hechos y actividades que forman parte del desarrollo de un país, no siempre controlados por el programa que se pretende medir. Mientras no se pueda utilizar en la evalua- ción de cada uno de los programas los in- dicadores de salud conocidos, como la mor- talidad general, mortalidad infantil, el índice de mortalidad proporcional de Swaroop y Uenura, etc., parece más apropiado medir la utilización de los servicios en función de los objetivos del programa. En toda ac- tividad de salud existen ciertos conocimientos que se presumen correctos, basados en la experiencia y en la investigación, y que sólo pueden ser modificados por medio de nuevas investigaciones o nuevas experiencias. Ejem- plos de estos conocimientos son que: el adies- tramiento mejora el rendimiento del traba- jador; el examen de los niños en el primer año de vida es útil, pues previene posibles enfermedades; el examen periódico de obreros expuestos a riesgos del trabajo es necesario, pues los previene en buena parte; la vacuna- ción DPT en los niños, es necesaria, pues previene la difteria, la tos convulsiva y el tétanos; la rehidratación precoz es útil en el tratamiento de las diarreas infantiles, etc., etc. Por lo demás, los supuestos de esta índole, apoyados en la experiencia y la investiga- sión, constituyen los métodos seguidos en los programas de salud para el alcance de sus objetivos. En la medición de las actividades rela- cionadas con estos conocimientos que son aceptados y que sirven de base a los pro- gramas de salud, puede estar la solución para evaluar numerosos programas que hasta hoy no se han medido sino en forma sub- jetiva. Al comienzo de todo programa, debe es- tablecerse la información inicia1 básica, en estricta relación con los objetivos del pro- grama. Por ejemplo, si se trata de llevar a cabo un programa de vacunación contra la difteria en un cierto numero de niños, se debe saber primero cuál es el grado de sus- ceptibilidad a dicha enfermedad al comienzo del programa, en el país, provincia o área en que se va a trabajar. En segundo término, los objetivos deben estar claramente expresados y en términos cuantitativos hasta donde sea posible. Si-
  • 3. 114 BOLETIN DE LA OFICINA SANITARIA PANAMERICANA . Agosto 1964 guiendo nuestro ejemplo anterior, los ob- jetivos se deben formular en función del porcentaje de niños menores de 7 años que se espera vacunar contra la enfermedad men- cionada. Para completar y hacer posible la evalua- ción en forma concomitante y final, será necesario fijar un calendario de las opera- ciones que se espera cumplir a fin de lograr los objetivos mencionados anteriormente. Este calendario irá dando las metas par- ciales (para cada año u otro período que se decida), las que permitirán ir evaluando el desarrollo del programa de acuerdo con los planes establecidos. En otras palabras, lo que se haría es: a) buscar el porcentaje de niños inmunizados al comienzo del programa, supongamos el 10% de los niños menores de 7 años en un área que tiene 50.000 de ese grupo de edad; b) establecer un objetivo en términos cuan- titativos: lograr inmunizar el 50 % del total de la población infantil menor de 7 años (25.000), y c) planear la vacunación del 40% restante (20.000), en el curso, supon- gamos, de cuatro años, a razón de 10 % cada año (5.000). Durante todo el transcurso del programa y al final, se estará en condiciones de medir los cambios producidos como resultado in- mediato de este programa. Estos se referirán estrictamente al número de niños vacunados, lo que se ha aceptado como válido al planear el programa. Esto puede reflejarse o no en una baja de la mortalidad infantil o de la mortalidad específica por difteria, pues el programa puede estar limitado en espacio y tiempo. Además, hay que tener en cuenta que las estadísticas de mortalidad pueden ser in- completas 0 insatisfactorias, por lo que este índice, si bien puede servir como un dato adicional que en ningún caso debe despre- ciarse, no expresará en forma tan estricta los cambios producidos en relación con los ob- jetivos, como número y porcentaje de niños que han sido vacunados. El ejemplo utilizado, aunque simple, puede también aplicarse a programas más com- plicados, como son los de salud materno- infantil, atención médica, saneamiento am- biental, veterinaria de salud pública, etc. Todo lo que es necesario, es formular claramente los objetivos en términos cuanti- tativos y la información inicial para poder, más tarde, medir lo realizado. Supongamos ahora que se planea un pro- grama de veterinaria de salud pública y que sus objetivos son: controlar los estableci- mientos de producción de carne; construir nuevos mataderos o mejorar el estado sani- tario de los existentes; tener bajo control las lecherías, no sólo en cuanto a su estado de saneamiento, sino también a la calidad de los productos; controlar los establecimientos de manipulación de alimentos, y, por último, llevar a cabo un programa de vacunación antirrábica de perros. Para ello, será necesario saber el número y porcentaje de los establecimientos de pro- ducción de carne que están bajo control sanitario en el área determinada en el mo- mento de comenzar el programa; el número y porcentaje de mataderos bajo control y su estado sanitario; el número y porcentaje de lecherías bajo control sanitario, así como el porcentaje de lecherías que venden pro- ductos de buena calidad; el número y por- centaje de establecimientos de manipulación de alimentos bajo control sanitario y el nú- mero y porcentaje de perros vacunados en relación con el total de perros existentes. Establecido esto, habrá que formular en forma numérica los objetivos del programa mismo, o sea cuántos establecimientos de producción de carne se espera tener bajo control en cada una de las fases del pro- grama. Si éste se da por concluso, la cuantía del control será el ciento por ciento. Lo mismo vale para el número de mataderos nuevos que se espera construir y para aquellos que serán mejorados, el número de lecherías que se espera tener bajo control, etc. Natural- mente, los objetivos estarán supeditados a consideraciones técnicas y a las posibilidades materiales y de personal existente.
  • 4. Drobny . EVALUACION DE PROGRAMAS DE SALUD 115 Por último, se tratará de establecer ui1 calendario de actividades, indicando el nú- mero de este tipo de actividades a desarrollar i; en cada uno de los años, o semestres, o período de tiempo en que se espera dividir las actividades del programa. Esto permitirá observar en todo momento si el programa progresa de acuerdo con los objetivos que se le asignaron al iniciarlo o si hay dificultades, en cuyo caso, éstas se podrán analizar a fin de subsanarlas, o reorientar el programa si se demuestra que los objetivos eran muy ambiciosos para los recursos existentes. La ventaja inmediata de un sistema de evaluación de esta naturaleza es que será realizada por las mismas personas que tra- bajan en el programa, sin necesidad de in- tervención de personas de otro nivel o ex- trañas al programa mismo, y que este análisis podrá ser tan frecuente como los que in- tervienen en el programa consideren ne- cesario. Por último, que la información que dé la evaluación podrá ser utilizada como herramienta de trabajo. En otras palabras, si el programa funciona de acuerdo con lo previsto y aún mejor, ello servirá de ex- periencia para otro programa 0 para ac- tividades futuras. Si el programa tiene difi- cultades y los resultados son menores que los esperados, se podrá hacer un análisis de las causas de la falta de cumplimiento de los objetivos, de acuerdo con lo proyectado. Esto dará también un sentido más técnico a la supervisión de los niveles superiores, pues el técnico supervisor podrá analizar el desarrollo del programa basado en hechos concretos. Más aún, el supervisor orientará sus visitas de preferencia a aquellos pro- gramas cuyo cumplimiento está por debajo del promedio esperado, a fin de subsanar las dificultades que se encuentren, a la luz de la experiencia de áreas donde el pro- grama ha dado resultado más aceptables. BIBLIOGRAFIA Arbona, G. : Bases y métodos para evaluar 10spro- gramas de salud, Bol. Of. Sun. Pan., 43 (6): 540, 1957. Rayes, Jr., P. Samuel: ;l/leasuring the results of de- velopment plojects, UNESCO, 1959. Hilleboe, Herman E.: Improving performance in public health, 59th Annual Health Conference, New York City, junio 12, 19G3. James, George: Evaluation in public health, ilm. Jour. Pub. Health, 52~7, 1962. Molina, G. y Adriasola, G.: Principios de adminis- Iración sanitaria, San Juan, Puerto Rico, 1961. Molina, G. y Noam, F.: Indicadores de salubridad, economía y cultura en Puerto Rico y América Latina, Rev. Sal. Pub. Boliv., nbre.-dbre., 1962. Organización Mundial de la Salud: Medición de niveles de salud; Serie de Informes TPcnicos No. 137, 1957. The University of Michigan School of Public Health: First National Conference on Evalua- tion in Public Health, Ann Arbor, 1955. The University of Michigan School of Public Health: Second National Conference on Evaluation in Public Health, Ann Arbor, 1960. World Health Organization: Administrative Manual. Program evaluation. Evaluation of Health Programs (Summary) The needof evaluation asan organised process cannot always be used for evaluation purposes- in health projects is stressed. The usefulness of becauseof limitations of projects, both in space healt,h indicators in evaluation is analyzed in an and in time, and because of lack of reliability of attempt to find a scale of measurements. health statistics in the developing countries. It is implied that the known health indicators While statistical information is not completely
  • 5. 116 BOLETIN DE LA OFICINA SANITARIA PANAMERICBNA . Agosto 1964 reliable for the purpose of project evaluation, t,he to be accomplished in a given period of time. use of a scale of measurements, based on assump- tions oî validity, is suggested. The method would The evaluation lxocess, then, would be con- consist in the pre-establishment of meaeurable comitant with periodic reporting of achieve- objectives based on assumptions of validity, ments, measured against the I)re-est,ablished I: baselines related to the objectives, and targets targets. La vida sedentaria ejerce una influencia nefasta, destruyendo el equilibrio de la nutrición. Todos los tejidos, todos los sis- temas, todas las vísceras, todas las funciones fisiológicas sufren por el sedentarismo. Mientras que el ejercicio exalta en el hombre sano la confianza en sí mismo, la valentía, la rectitud y el coraje, creando un sentido nuevo de la solidaridad de grupo, la falta de ejercicio con la debilidad y torpeza que resulta, hace al individuo timorato y cobarde, desprovisto por completo de la energía moral necesaria para afrontar los problemas cada vez más complejos de la vida. Marcel Labbé