4. llamadas desde el mundo de los laicos y corresponsabilidad pep buetas
1.
Llamadas
desde
el
mundo
de
los
laicos
y
la
corresponsabilidad
en
la
misión.
Pep
Buetas
Para
hablar
sobre
esta
cuestión
voy
a
apoyarme
en
lo
que
nos
ofrece
el
lema
de
este
curso:
“Atrévete
a
mirar”.
Porque
para
situarnos
en
el
momento
que
estamos
viviendo
hay
que
atreverse
a
mirar:
mirar
a
la
sociedad,
mirar
a
la
Iglesia,
mirar
a
la
realidad
marista
del
Instituto
y
de
nuestras
provincias;
finalmente,
mirarnos
a
nosotros
mismos,
hacia
nuestro
interior.
Mirar
es
un
ejercicio
necesario
para
comprender
la
realidad
y
poder
actuar
sobre
ella.
Una
asamblea
como
ésta
es
una
oportunidad
para
atreverse
a
mirar.
En
nuestra
historia
ha
habido
personas
que
se
atrevieron
a
mirar,
como
Champagnat,
María
o
Jesús.
Miradas
llenas
de
compasión
que
pusieron
en
marcha
su
corazón.
Detrás
de
las
palabras
“laicos”,
“corresponsabilidad”
y
“misión”
hay
muchas
ideas,
pensamientos,
creencias,
sentimientos,
maneras
de
concebir
la
vida
y
de
afrontar
la
necesidad
de
adaptación
a
los
cambios.
Por
eso,
reflexionar
sobre
el
tema
propuesto
requiere
detenernos
un
momento
y
mirar,
con
atención,
con
actitud
honesta
y
sincera,
con
ilusión
y,
sobre
todo,
con
capacidad
de
admiración.
Sí,
con
capacidad
de
admiración,
porque
creo
que
estamos
viviendo
un
tiempo
privilegiado
aunque
doloroso
en
ciertos
momentos
y
con
sentimientos
ambivalentes;
admiración
porque
estamos
andando
por
caminos
que
otros
soñaron
de
manera
profética
y,
poco
a
poco,
vemos
que
van
tomando
cuerpo
quizás
más
allá
incluso
de
lo
soñado.
De
hecho,
preparando
esta
charla,
me
ha
sorprendido
que
en
la
documentación
marista
consultada,
toda
ella
generada
en
la
actualidad,
las
referencias
al
hermano
Charles
Howard,
al
hno.
Benito
Arbués
o
al
hno.
Virgilio
León
son
muy
frecuentes.
Ellos
ya
apuntaban
a
finales
de
los
años
70,
los
80
y
los
90
intuiciones
sobre
la
familia
marista
y
con
el
tiempo
éstas
han
ido
tomando
forma.
Es
decir,
capacidad
de
admiración
porque
caminamos
sobre
sendas
intuidas,
soñadas
y
deseadas
por
otros,
lo
cual
no
deja
de
ser
un
signo
de
la
acción
del
Espíritu
Santo
en
nuestra
historia
y
nuestra
vida.
Pero
antes
de
profundizar
más
en
ello,
propongo
que
nos
detengamos
en
la
expresión
“corresponsabilidad
en
la
misión”
que
encabeza
este
momento
para
centrar
la
que,
creo,
es
la
cuestión.
Llevamos,
ya,
muchos
años
en
que
esta
expresión
nos
acompaña
y
en
ella
sobrentendemos
que
hablamos
de
la
corresponsabilidad
entre
hermanos
y
laicos.
Corresponsabilizarse
significa
adquirir
un
compromiso
para
dar
una
respuesta
conjunta
desde
la
cooperación
e
implica,
en
esencia,
un
espacio
de
igualdad.
En
este
sentido
y
en
el
contexto
de
una
obra
educativa,
uno
de
nuestros
afanes
es
procurar
que
todos
los
educadores
y
el
personal
que
trabajan
en
ella
estén
en
sintonía
con
esa
respuesta
institucional
que
constituye
nuestra
misión.
2.
Tenemos
muy
buena
gente
en
nuestras
obras,
tenemos
muy
buenos
profesionales,
educadores
e
incluso
gente
dispuesta
a
asumir
responsabilidades
en
el
liderazgo…
Con
todos
ellos
compartimos
la
necesidad
de
educar
desde
unos
valores
humanos
universales,
en
un
ambiente
marista;
con
muchos
de
ellos,
pero
en
menor
medida,
compartimos
esos
valores
como
fruto
de
la
experiencia
religiosa
personal;
y
sólo
con
algunos
compartimos
la
identidad
marista
entendida
en
clave
vocacional.
En
todos
estos
años,
en
medio
de
incertidumbres,
siguiendo
mayormente
intuiciones
profundas
y
con
una
actitud
de
adaptación
a
los
tiempos
y
a
la
realidad,
debemos
reconocer
con
satisfacción
que
se
han
dado
pasos
en
la
corresponsabilidad
y
algunos
de
ellos
muy
audaces,
en
la
animación
de
las
obras
e
incluso
en
la
animación
provincial.
Seguramente
que
podemos
dar
más
pasos,
superando
miedos
y
viviendo
con
actitud
de
confianza.
Sin
embargo,
pienso
que
nos
persigue
un
sentimiento
que
nos
tiene
inquietos.
En
el
fondo
pensamos
que,
si
queremos
seguir
siendo
maristas
y
poder
desarrollar
nuestra
misión
evangelizadora,
queremos
tener
certeza
de
algo
más:
que
estas
personas,
es
decir,
los
laicos
o
seglares,
sean
también
maristas
y
se
apasionen
por
la
misión
de
ser
testigos
del
evangelio
entre
niños
y
jóvenes.
En
el
fondo,
digámoslo
claro,
nos
inquieta
el
futuro
de
la
misión
marista
y
de
la
vitalidad
del
carisma
marista.
En
los
últimos
años
se
ha
ido
profundizando
en
lo
que
realmente
queremos
expresar
cuando
hablamos
de
corresponsabilidad
en
la
misión.
En
ese
camino
de
profundización
hemos
hablado
de
ensanchar
la
tienda,
de
misión
compartida
y
actualmente
estamos
hablando
de
comunión
entre
hermanos,
laicas
y
laicos,
comunión
entre
corazones
maristas,
que
implica
–entre
otras
cosas-‐
el
reconocimiento
de
la
identidad
vocacional
del
marista
laico
–como
así
ha
hecho
en
2010
el
XXI
C.
Gral.-‐.
Corresponsabilidad,
misión
compartida
y
comunión,
se
nos
dibujan,
pues,
como
fases
de
un
proceso
que
requiere
conversión
personal
e
institucional.
Si
bien
a
todos
hay
que
ofrecer
oportunidades,
mostrar
caminos
y
desvelar
inquietudes
que
permitan
ese
proceso
de
profundización
y
conversión,
no
todos
van
a
responder
en
clave
de
comunión
marista
en
el
sentido
profundo,
vocacional,
al
que
queremos
apuntar.
Pero
cada
uno,
desde
el
mayor
respeto,
debe
poder
sentirse
integrado,
valorado
y
partícipe
en
el
proyecto
marista.
Vamos,
pues,
a
atrevernos
a
mirar:
• Mirar
a
la
Iglesia:
o Una
Iglesia
poco
profética
y
desacreditada.
• La
Iglesia
está
cansada,
en
la
Europa
del
bienestar
y
en
América.
Nuestra
cultura
se
ha
envejecido,
nuestras
Iglesias
son
grandes,
nuestras
casas
religiosas
están
vacías
y
el
aparato
burocrático
de
la
Iglesia
crece,
nuestros
ritos
y
nuestros
vestidos
son
pomposos.
• Yo
aconsejo
al
Papa
ya
los
Obispos
que
busquen
doce
personas
fuera
de
lo
común
para
los
puestos
de
dirección.
Hombres
que
estén
cerca
de
los
pobres
y
quienes
estén
rodeados
de
jóvenes
y
que
experimenten
cosas
nuevas.
3. • Veo
en
la
Iglesia
de
hoy
tanta
ceniza
sobre
las
brasas
que
a
menudo
me
invade
una
sensación
de
impotencia.
¿Cómo
se
puede
liberar
la
brasa
de
la
ceniza
para
que
pueda
reavivar
la
llama
del
amor?
• La
Iglesia
ha
quedado
200
años
atrás.
¿Cómo
puede
ser
que
no
se
mueva?
¿Tenemos
miedo?
¿Miedo
en
lugar
de
coraje?
Carlo
M.
Martini
o Una
Iglesia
con
serias
dificultades
para
conectar
con
los
jóvenes
y
responder
a
sus
necesidades.
• Hay
en
todo
el
mundo
sed
de
espiritualidad,
aunque
tal
vez
no
de
religión.
(Entrevista
Vida
Nueva
al
H.Emili
Turú)
o Una
Iglesia
donde
las
congregaciones
de
vida
religiosa
deben
recobrar
su
función
profética
y
abandonar
sus
inercias
clericales.
• La
Iglesia
siempre
necesitará
del
estímulo
profético
de
las
comunidades
de
vida
religiosa.
Y
si
algunas
de
ellas
no
cumplen
con
su
función,
deberán
renovarse
en
profundidad
o,
simplemente,
desaparecer
y
dejar
paso
a
otras
comunidades
que
acepten
vivir
responsablemente
ese
encargo.
• El
tiempo
de
la
vida
religiosa
no
pasó,
y
a
nosotros
nos
corresponde
demostrarlo
con
hechos.
Circular
“Nos
dio
el
nombre
de
María”,
H.
Emili
Turú
o Una
Iglesia
con
necesidad
de
que
el
laicado
sea
consciente
de
su
vocación
cristiana
y
de
su
importancia
en
la
vida
de
la
Iglesia,
en
todas
sus
dimensiones.
• En
la
Iglesia
debiera
ser
siempre
el
tiempo
de
los
laicos,
ya
que
esa
es
la
condición
de
la
inmensa
mayoría
de
los
seguidores
de
Jesús,
así
como
el
punto
de
partida
que
todos
compartimos.
Circular
“Nos
dio
el
nombre
de
María”,
H.
Emili
Turú.
• No
es
el
religioso
el
que
debe
buscar
y
amar
a
Dios
ante
todo
(PC
6),
sino
cualquier
cristiano.
Lo
que
se
presenta
como
descriptivo
y
característico
de
la
vida
religiosa
pertenece
a
la
existencia
bautismal.
Por
eso
en
la
actualidad,
un
cristiano
que
se
plantea
el
seguimiento
radical
de
Cristo
no
piensa
necesariamente
en
la
vida
religiosa,
a
diferencia
de
la
época
preconciliar
(Juan
Antonio
Estrada).
o Una
Iglesia
donde
se
va
tomando
conciencia
de
que
los
carismas
fundacionales
de
las
congregaciones
religiosas
se
han
extendido
formando
verdaderas
familias
carismáticas.
El
futuro
de
las
congregaciones
se
juega
en
buena
parte
en
su
capacidad
de
incorporar
a
los
laicos
a
sus
instituciones
y
de
dejarse
fecundar
por
sus
experiencias.
No
se
trata
simplemente
de
incorporar
a
los
laicos
a
las
obras
apostólicas
de
cada
congregación,
ni
de
buscar
formas
nuevas
de
4. vinculación,
sino
de
revitalizar
el
carisma
fundacional
a
partir
de
lo
que
pueden
aportar
los
laicos
para
hacer
las
congregaciones
más
eficientes,
mejor
adaptadas
a
la
sociedad
y
más
capaces
de
coordinar
la
contemplación
y
la
acción
en
un
contexto
mundano.
Juan
Antonio
Estrada.
• Mirar
al
Instituto
(a
nivel
global
y
a
nivel
local)
o Experimentamos
la
incertidumbre
y
la
fragilidad
¿QUÉ
NOS
ESTÁ
PASANDO?
Guíame,
Señor,
mi
luz,
en
las
tinieblas
que
me
rodean:
¡guíame
hacia
delante!
La
noche
es
oscura
y
estoy
lejos
de
casa:
¡Guíame
Tú!
¡Dirige
Tú
mis
pasos!
No
te
pido
ver
claramente
el
horizonte
lejano:
me
basta
con
avanzar
un
poco...
No
siempre
he
sido
así,
no
siempre
Te
pedí
que
me
guiases
Tú.
Me
gustaba
elegir
yo
mismo
y
organizar
mi
vida...
pero
ahora,
¡guíame
Tú!
(…)
Henry
Newmann
• Inicio
de
la
Circular
“Nos
dio
el
nombre
de
María”,
H.
Emili
Turú.
o Profundizamos
en
las
llamadas
proféticas
del
XXI
Capítulo
General:
El
Espíritu
de
este
XXI
Capítulo,
el
horizonte
del
Bicentenario
y
una
mayor
conciencia
de
nuestra
internacionalidad
nos
urgen
a:
• a)
Una
vida
consagrada
nueva,
arraigada
firmemente
en
el
Evangelio,
que
promueva
un
nuevo
modo
de
ser
hermano.
• B)
Una
NUEVA
RELACIÓN
ENTRE
HERMANOS,
LAICAS
Y
LAICOS,
basada
en
la
comunión,
buscando
juntos
una
mayor
vitalidad
del
carisma
para
nuestro
mundo.
Se
están
promoviendo
a
nivel
local,
provincial
e
internacional
experiencias
de
formación
conjunta;
herramientas
para
la
reflexión
sobre
la
identidad
vocacional
marista
laical,
la
vitalidad
del
carisma,
la
nueva
relación
hermanos-‐laicos
basada
en
la
comunión;
comunidades
mixtas;
foros
y
asambleas
de
reflexión
conjunta,
etc.
o Poco
a
poco
vamos
haciendo
luz
y
los
descubrimientos
de
nuevas
tierras
dan
lugar
a
la
esperanza
y
a
la
alegría.
5. • A
todo
esto
habría
que
añadir
que,
cuando
decimos
“somos
pocos”,
estamos
hablando
sólo
de
los
hermanos,
olvidando
el
gran
número
de
laicos
y
laicas
que
se
sienten
identificados
con
el
carisma
y
la
misión
maristas.
• En
efecto,
incluso
la
afirmación
“somos
menos
que
antes”
puede
ser
puesta
en
cuestión,
ya
que
nunca
como
ahora
ha
habido
tantos
laicos
y
laicas
que
se
sienten
llamados
a
vivir
su
vocación
cristiana
como
maristas
de
Champagnat.
Según
esto,
¿está
el
Instituto
disminuyendo
o
creciendo?
• Mirarse
a
uno
mismo
o Hasta
hoy
me
he
sentido
integrado
y
a
gusto
en
el
entorno
marista.
Incluso
me
siento
identificado
con
sus
valores
y
me
siento
parte
activa
del
proyecto.
o Ahora,
sin
embargo,
se
me
plantean
unas
preguntas
que,
contempladas
desde
la
libertad
y
con
serenidad,
puede
ser
el
inicio
de
una
llamada:
¿dónde
me
sitúo
yo
ante
la
misión
marista?,
¿a
qué
nivel
vivo
yo
la
corresponsabilidad?,
¿cuál
es
mi
relación
con
el
carisma
marista?
Llamadas
• Estamos
protagonizando
un
tiempo
de
gracia,
de
oportunidad.
Un
cambio
de
época
más
que
una
época
de
cambios.
Ante
la
fragilidad
que
experimentamos,
tenemos
que
vivir
con
espíritu
evangélico,
respondiendo
desde
el
corazón
y
sin
buscar
muchas
seguridades.
Desterrar
el
pesimismo
y
confiar
con
alegría
esperanzada
en
la
acción
del
ES.
• Animemos
el
proyecto
marista
siendo
inclusivos:
sumar
vidas,
multiplicar
horizontes.
El
futuro
de
la
misión
marista
depende
de
todos,
sin
excepción.
Ayudémonos
a
encontrar
a
cada
uno
nuestro
lugar,
valorando
positivamente
la
diversidad,
siendo
consecuentes.
• Seamos
propositivos
y
continuemos
ofreciendo
espacios
para
ir
clarificando
y
experimentando
la
identidad
marista
laical,
la
nueva
forma
de
ser
hermano,
la
nueva
relación
entre
hermanos
y
laicos
basada
en
la
comunión.
“La
misión
marista
viene
enriquecida
desde
la
nueva
relación
que
adquiere
nuevas
expresiones
desde
el
protagonismo
laical
y
desde
la
comunión.”
(Ficha
2,
SIL)
• Si
me
siento
identificado
con
el
carisma
y
me
siento
responsable
de
su
vitalidad,
¿qué
avances
y
resistencias
observo
en
mí
respecto
a
la
relación
con
hermanos
y
laicos?,
¿qué
debe
morir
en
mí
para
que
algo
nuevo
nazca?
Por
último,
6.
Preguntado
el
H.
Emili
sobre
quién
nos
puede
ofrecer
una
visión
que
nos
ilusione
para
continuar
construyendo
el
futuro
dada
la
situación
del
Instituto
y
a
nivel
personal,
su
propuesta
fue
brillante
por
la
sencillez
de
su
evidencia:
“Para
mí
es
como
si
el
Espíritu
nos
dijera:
¿No
queríais
una
inspiración
y
un
punto
de
referencia
firme
para
vuestro
camino?
Pues
ahí
lo
tenéis:
¡María!
¿Cómo
podía
ser
de
otra
manera
entre
nosotros,
que
llevamos
su
nombre?
¡María!”
De
ahí
que
la
llamada
más
vibrante
es
la
de
redescubrir
la
presencia
de
María
entre
nosotros,
tal
como
hicieron
Champagnat
y
los
primeros
hermanos.