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MANUALES Y OBRAS DE REFERENCIA
SERIE PSICOLOGÍA
Dirigida por Gualberto Buela-Casal
M.' Pilar Matud Aznar, Rosario J.Marrero Quevedo y Mónica Carballeira Abella
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PREFACIO, por M.' Pilar Matud
CAPITULO PRIMERO.-HISTORIA Y CONCEPTO DE LA PSICOLOGÍA
DIFERENCIAL, Rosario J.Marrero y Mónica Carballeira
CAPITULO II.-MODELOS FACTORIALES DE INTELIGENCIA, Rosario
J.Marrero
CAPITULO 111.-MODELOS COGNITIVOS DE INTELIGENCIA, Mónica
Carballeira y Rosario J.Marrero
CAPITULO IV-OTROS MODELOS DE INTELIGENCIA, M.' Pilar Matud
CAPITULO V.-ESTILOS COGNITIVOS, M.' Pilar Matud
CAPITULO VI.-CREATIVIDAD, M.' Pilar Matud
CAPITULO VII.-GÉNERO, M.' Pilar Matud
CAPITULO VIII.-EL ESTUDIO DE LAS DIFERENCIAS ENTRE MUJERES Y
HOMBRES EN LA INVESTIGACIÓN PSICOLÓGICA, M.' Pilar Matud
CAPITULO IX.-DIFERENCIAS CULTURALES, Rosario J.Marrero
CAPITULO X.-RETRASO Y EXCEPCIONALIDAD MENTAL, Mónica Carballeira
CAPITULO XI.-HERENCIA-AMBIENTE: ORIGENES DE LAS DIFERENCIAS
INDIVIDUALES, Mónica Carballeira
BIBLIOGRAFIA
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M.' PILAR MATUD AZNAR
Es un hecho que las personas somos distintas, y esas diferencias se dan en muchas
variables. Como señala Leona Tyler (1995), la diversidad es la característica más
básica de los seres vivos y es la que posibilita que, mientras unos puedan vivir en un
hábitat, otros perezcan, surgiendo así nuevas especies. Pero la selección natural
basada en los procesos genéticos no es la única fuente de diversidad, ya que los genes
también experimentan mutaciones espontáneas y los hábitat se modifican con el paso
del tiempo, por lo que será necesario cambiar para adaptarse a ellos. Y aún son más
complejas las fuentes de diversidad en los seres humanos ya que, incluso desde antes
de nacer, las experiencias ambientales van a ser diferentes. Lo que ahora somos
depende de una compleja interacción entre determinantes genéticos, influencias
químicas y nutricionales (pre y postnatales), factores socioeconómicos, métodos de
crianza, oportunidades educativas y técnicas en el desarrollo de los seres humanos.
Pero, pese a que las posibilidades de desarrollo de los seres humanos son casi
infinitas, cada persona vive un número limitado de años, por lo que algunas
posibilidades se seleccionan y desarrollan, y otras se dejan. Aunque no todas las
elecciones las hace el individuo, sino que algunas las realiza la cultura y la familia.
En este libro se recogen las cuestiones que hemos considerado más relevantes en
el acercamiento diferencial al estudio de la conducta. Se trata de una forma de hacer
ciencia que se centra en la variabilidad de los seres humanos, en el estudio de la
varianza y covarianza, es decir, en las diferencias individuales. Desde los trabajos
seminales de Galton, y gracias a la metodología estadística desarrollada por autores
como Pearson o Spearman, a lo largo de algo más de un siglo se han ido formulando
hipótesis y poniéndolas a prueba para así lograr, no sólo describir, sino explicar e
incluso predecir la variabilidad de la conduc ta humana. También es destacable su
énfasis en la aplicación de las teorías y tecnología que ha desarrollado, sobre todo a
las áreas escolar y laboral. Respecto al contenido de los estudios, se ha centrado
fundamentalmente en el análisis de las variables intelectuales y de personalidad, si
bien en el presente trabajo no hemos tratado, al menos de forma directa, estas últimas.
La obra que presentarnos a continuación se estructura en once capítulos. En el
primero, se presenta un breve recorrido por la historia de la Psicología Diferencial
para, posteriormente, revisar algunos conceptos básicos. Los capítulos II, III y IV se
centran en el estudio de la inteligencia. Hemos comenzado por describir los modelos
más clásicos, para después tratar los cognitivos, terminando en el capítulo IV con la
descripción de los modelos de inteligencia que, a juicio de su autora, hay que tener en
cuenta en la actualidad. En los capítulos siguientes se revisan dos de las áreas
relevantes en que se manifiestan las diferencias individuales: los estilos cognitivos y
la creatividad. A partir de aquí nos hemos centrado más en el análisis de las
diferencias grupales: las relativas al género en el VII y el VIII; a la cultura en el IX, y
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a las capacidades mentales en el X. Y, finalmente, en el capítulo XI se revisan los
orígenes de las diferencias individuales.
Somos conscientes de que el trabajo que presentamos es un acercamiento parcial
al estudio de las diferencias individuales, porque el campo es tan amplio y son tantas
las teorías e investigaciones que un trabajo de estas dimensiones es, necesariamente,
limitado. Pero, pese a que existirían múltiples formas de escribir un libro como éste,
nosotras pensamos que, a excepción del estudio de la personalidad, recoge todos los
aspectos más relevantes para tener un acercamiento básico y actual al estudio de la
conducta desde la perspectiva diferencial.
Aunque los capítulos están escritos por personas distintas, todas ellas profesoras
de Psicología Diferencial de la Universidad de La Laguna, y esta diversidad queda
bien patente en la lectura del libro, compartimos las ideas de Leona Tyler, una de las
autoras más relevantes en Psicología Diferencial, quien plantea que, dada la
complejidad de la sociedad actual, la diversidad humana supone el mayor reto, ya que
no podría funcionar sin las contribuciones únicas de individuos únicos. Sus miembros
no son partes idénticas e intercambiables; no compiten unos con otros, sino que se
complementan. Y la psicología de las diferencias individuales puede jugar un papel
importante para ayudar a las sociedades a satisfacer este reto. Puede llegar a ser la
ciencia básica en el intento de los seres humanos de satisfacer el reto de la diversidad.
Finalmente, queremos agradecer a todas las personas del Departamento de
Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos de la Universidad de La
Laguna su apoyo. También queremos agradecer a la editorial Biblioteca Nueva y a
Gualberto Buela-Casal, director de la colección, la publicación de nuestro trabajo. Y,
de modo muy especial, queremos agradecer a Ana Belén Gutiérrez Fariña y M.'
Vanesa Padilla Correa sus comentarios y todo el tiempo que han dedicado a las
correcciones de este libro.
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ROSARIO J.MARRERO QUEVEDO y MÓNICA CARBALLEIRA ABELLA
1. INTRODUCCIÓN
En la historia de la Psicología se pueden diferenciar, en función del objeto de
estudio, cuatro etapas: la del estudio del alma, la de la mente, la de la conducta y, por
último, la etapa científica donde se analiza la mente y la conducta (Carpintero, 1996).
A lo largo de toda la historia, se ha reconocido la existencia de diferencias entre los
individuos que, en función de la época, han sido interpretadas de distintos modos,
encontrando desde explicaciones sobrenaturales, hasta naturalistas o cognitivistas.
Cualquier observación del individuo nos permite detectar cómo nos diferenciamos en
nuestros intereses, costumbres, inclinaciones o en el modo de reaccionar ante
distintas situaciones. Desde el nacimiento se observan peculiaridades individuales
(facciones, gestos, forma física y modos de pensar, sentir o actuar) que se van
afianzando con el desarrollo. Cada persona reacciona de un modo particular frente a
los demás y frente al mundo, lo que hace que seamos irrepetibles.
El objeto de estudio de la Psicología Diferencial no sólo es la detección de las
diferencias, sino el análisis de la naturaleza de las mismas, el conocimiento de sus
causas, y de cómo se pueden modular a través del entrenamiento. El estudio de un
fenómeno en los individuos particulares también contribuye a una mejor comprensión
del fenómeno mismo, por lo que la Psicología Diferencial realiza una aportación
directa e indirecta a la Psicología en general. Hubo un tiempo en que la Psicología
General y la Diferencial parecieron estar enfrentadas, al emplear paradigmas de
investigación diferentes, técnicas correlacionales en el caso de la Psicología
Diferencial y manipulación de variables en situaciones controladas en la Psicología
General (Cronbach, 1957). Pero, hoy por hoy, la Psicología Diferencial tiende a
integrar los planteamientos experimentales con los correlacionales, utilizando una
metodología diversa que permita un análisis más completo de las diferencias
humanas.
2. DESARROLLO HISTÓRICO DE LA PSICOLOGÍA
DIFERENCIAL
La historia de la Psicología Diferencial ha estado ligada a la historia de la
Psicología en general. En un primer momento, interesó más una teoría que explicase
el funcionamiento humano en general que las particularidades, aunque las diferencias
siempre hayan estado presentes como parte importante del conocimiento.
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A la hora de exponer los principales acontecimientos históricos, los hemos
agrupado en cuatro períodos: la etapa mítica, vinculada a explicaciones
sobrenaturales sobre las diferencias entre los individuos; la etapa precientífica, en la
que surgen los primeros intentos por sistematizar las diferencias individuales, la etapa
científica, en la que aparecen distintas aportaciones de diversas disciplinas científicas;
y la etapa de consolidación, que es cuando se constituye la Psicología Diferencial
como una disciplina por derecho propio.
Antecedentes Míticos
En este período, las explicaciones del comportamiento humano se fundamentaban
en la Astrología, que marcó un hito importante en la descripción de las personas y
que perdura hasta la actualidad. La obra clásica más importante aparece en el año 140
a.C., El Tetrabiblos de Ptolomeo (90-168 a.C.), que planteaba que los individuos,
desde el nacimiento, eran particularmente sensibles a la influencia de los planetas y
que dependiendo de la posición relativa que tuviesen se configuraría un tipo de
persona concreto «dictándose» los acontecimientos que le iban a suceder. Además, ya
se hablaba de las cartas individuales o cartas astrales, que se elaboraban a partir de la
combinación de tres elementos: el planeta que representaba la cualidad básica, el
signo que indicaba cómo se expresa, y la casa, que se refería al lugar donde se
expresa. A pesar de su escaso rigor científico, la Astrología contribuyó a que se
crearan algunos de los principios que luego se adoptarían por la Psicología
Diferencial como el reconocimiento de las peculiaridades individuales, el haber
establecido una teoría que explicase las diferencias, en este caso basada en la posición
de los astros, y el generar clasificaciones o agrupaciones de características que
identificaban a unos individuos frente a otros.
Antecedentes Preczentíficos
El interés que siempre ha existido por el ser humano ha promovido la búsqueda de
explicaciones sobre el porqué de su comportamiento, la naturaleza del mismo, y la
medición de sus características esenciales. En la cultura china (alrededor de 1100
a.C.), ya habían aparecido algunos intentos por sistematizar las leyes del
comportamiento humano. Concretamente, se desarrolló un programa destinado a los
oficiales del servicio civil para determinar su competencia a la hora de continuar en
su actual trabajo o para ascender a otros puestos. Las pruebas de rendimiento que
empleaban consistían en evaluar cinco artes: música, disparo de arco, equitación,
escritura y cálculo.
En la Grecia clásica, los pensadores buscaban leyes o principios explicativos
racionales o lógicos sobre el mundo, el universo, y más adelante, sobre cómo
adquieren los individuos el conocimiento. A través de la observación, creaban relatos
o mitos que explicaban la estructura de la sociedad y el universo (Leahey, 1980). Con
las obras de Homero, la Ilíada y la Odisea, ya se estaba reflejando el sentido común y
la filosofía de los griegos de la Antigüedad, que enfatizaban el conocimiento divino
como el único verdadero, entendiendo al individuo como un ser gobernado por
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pasiones y «sesgado» en su percepción del mundo.
Los siguientes pensadores dejaron a un lado la creencia en el poder de los dioses
para defender la idea de que el mundo está gobernado por un principio (arkhé) del
que han nacido todas las cosas (physis) y que es accesible al conocimiento,
convirtiéndose ahora la naturaleza, en algo divino. Distintos pensadores, como Tales
de Mileto (625-545 a.C.), proponen como principio de vida el agua y ya reconocen
las diferencias individuales al proponer que la verdad no necesariamente es una, sino
que cada persona tiene su propio modo de ver las cosas. Otros pensadores como
Pitágoras de Samos (580-500 a.C.), Heráclito de Efeso (540-480 a.C.), Empédocles
de Agrigento (495-435 a.C.) o Demócrito de Abdera (460-370 a.C.) van a
cuestionarse, sobre todo, cuáles eran los principios que movían y organizaban el
conocimiento del mundo, buscando una explicación única y verdadera. Desde este
planteamiento apenas analizaban al individuo, o si lo hacían, era desde un punto de
vista general, más que individual.
Con los sofistas cambia este prisma de pensamiento, ya no interesa tanto el mundo
físico sino el ser humano, y la búsqueda de la verdad se sustituye por enseñar a
razonar de forma eficaz (Leahey, 1980). En este período destacan las aportaciones de
Platón y Aristóteles, que marcarían gran parte de la historia de la Psicología. Con
Platón (428-348 a.C.) comienza la filosofía del racionalismo y del ser, y se sientan las
bases para muchos de los planteamientos modernos. Distinguía tres tipos de alma: el
alma inmortal o racional que está situada en la cabeza y es la responsable del
conocimiento que ordena la vida y de controlar los deseos; el alma impulsiva o
animosa que está localizada en el tórax, impulsa las acciones y se encarga de
mantener el honor y la gloria; y el alma pasional y apetitiva que está en el vientre y se
relacionaba con el placer corporal y la satis facción. En su obra La República
reconoce las diferencias individuales cuando intenta asignar a los personajes distintas
tareas, según estén dotados y plantea que las distintas cualidades determinan el lugar
que deben ocupar los individuos en el mundo social. Propuso una serie de acciones o
tareas, a modo de test de aptitud para seleccionar a los soldados de su estado ideal,
siendo éste, uno de los antecedentes importantes sobre la cuantificación de
capacidades.
Aristóteles (384-322 a.C.), aunque discípulo de Platón, hizo un planteamiento muy
distinto al de su maestro. Era partidario de basarse en la percepción sensorial y en el
sentido común para entender cómo se organizaba el mundo. Para él existía una
estrecha relación entre mente y cuerpo, considerándoles inseparables. Al alma le
atribuyó tres funciones: la nutrición, el movimiento y la razón. Estas funciones las
jerarquizó formando, así, tres niveles diferentes: el del alma nutritiva o vegetativa,
propia de las plantas y que permite que se mantenga la especie a través de la
reproducción; el alma sensitiva, propia de los animales, que no sólo recoge lo del
nivel anterior sino las sensaciones, los deseos y el movimiento local; y el alma
humana o racional que tiene la facultad de pensar y, por tanto, de desarrollar una vida
moral. Según, Leahey (1980) a Aristóteles se le podría considerar el primer psicólogo
del procesamiento de la información pues, para él, la información se recibe a través
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de los sentidos y, una vez procesada y almacenada, actuamos sobre ella para
desarrollar el conocimiento universal. De hecho, hace alusión a cómo se organiza la
información en la memoria, aludiendo a cuatro leyes de asociación: la semejanza, la
contigüidad, el contraste y la causalidad. Además, habla de inteligencia activa, o
pensamiento puro e inmortal, idéntico en todos los individuos; y de inteligencia
pasiva que es perecedera y diferencia a los individuos en función de la experiencia
que tengan con los objetos. El sistema que planteó Aristóteles dejaba entrever un
reconocimiento de las diferencias individuales, pues describió a los individuos en
función de una cantidad excesiva o deficiente de rasgos. Reconocía que aunque cada
sustancia del universo tenía unas propiedades o características iguales para todos los
miembros de la misma especie, ésta se manifestaba de forma distinta para cada
individuo (teoría hilemórfica de la sustancia). Esta sustancia es lo real y verdadero,
presente en todos los fenómenos.
Teofrasto (372288 a.C.), discípulo de Aristóteles, continuó desarrollando sus ideas
y se cuestionó, explícitamente, por qué a pesar de que toda Grecia «descansaba bajo
el mismo cielo» y sus ciudadanos eran educados de la misma manera, todos eran tan
diferentes. Así, en su libro Los Caracteres Morales muestra su preocupación por
clasificar a los individuos según su comportamiento y propone 30 tipos de personas,
en función del rasgo dominante. En general, la filosofía griega va a conformar dos
modos de pensamiento, de algún modo, contrapuestos, que se mantendrían en los
siglos posteriores: el racionalismo y el empirismo.
Con san Agustín (354-430) acaba el período clásico y comienza la era cristiana.
Concibe a Dios como el fundador de la realidad y del hombre y éste necesita
conocerlo y conocerse a sí mismo como parte de su destino. Plantea que cada alma es
creada por Dios de forma individual, negando el principio de la herencia para
ensalzar la creación divina. El yo estaría formado por la memoria, el entendimiento y
la voluntad. Además, consideró el lenguaje desde un punto de vista diferencial,
señalando que los signos de una lengua iban a tener distintos significados según las
convenciones que caracterizasen a un pueblo. Este nuevo planteamiento, centrado en
Dios y en la fe cristiana, va a predominar en las culturas medievales, dejando al
margen todas las aportaciones de la cultura griega clásica. La iglesia se convirtió en
la transmisora de la cultura y se creó una psicología introspectiva en la que el
individuo, inspeccionando su alma, podía conocer a ese ser superior. El ser humano
no tenía sentido en sí mismo sino como un vehículo de la iluminación divina. En esta
época, IbnSina (980-1037), conocido en Europa como Avicena, desarrolla su teoría
de las siete facultades, ordenándolas según estuviesen más relacionadas con el cuerpo
y los sentidos, o por el contrario con el intelecto divino. Este, junto con IbnRosh,
conocido como Averroes (1126-1198), revitalizarán las ideas de Aristóteles
reconociendo la inmortalidad del alma pero desde un punto de vista teológico más
que filosófico.
En un segundo período de la Edad Media, santo Tomás de Aquino (1225-1275)
integra la visión griega y cristiana. Considera que la razón sólo nos permite conocer
al mundo y no a Dios, a éste sólo le podemos conocer a través de su obra en el
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mundo. Ésta es una forma de empirismo, pues todo lo que podamos conocer tiene que
haber pasado por los sentidos, tanto por los sentidos exteroceptores clásicos, como
por los internos. El intelecto abstrae el objeto de las sensaciones y hace inteligible
esas formas. Santo Tomás reconoce implícitamente la individualidad cuando señala
que el alma de cada persona es distinta dentro de su especie y ésta se puede
multiplicar mediante la materia (Carpintero, 1996). Pero, en general, la Edad Media
es una etapa de universales dependientes de Dios, dejando al margen al individuo.
En el Renacimiento podemos encontrar la antesala de la Psicología Diferencial.
Las ideas humanistas permitieron que el centro de atención pasase desde la
naturaleza, el mundo y Dios, a las necesidades humanas. Tres fueron las principales
aportaciones de esta época al pensamiento moderno: el mecaniczsmo fisiológico, que
considera al cuerpo como una máquina extrapolando esta actitud al cerebro y luego al
pensamiento humano; la filosofía de la Naturaleza que especula y propone distintos
sistemas solares; y la idea de empirismo, con Francis Bacon (1561-1626) que
establece las pautas para un pensamiento inductivo. En esta época, además destacan
autores como Pietro Pomponazzi, Luis Vives o Juan Huarte de San Juan.
El que más se interesó por las diferencias individuales fue Juan Huarte de San
Juan (1529-1588). En su obra el Examen de los Ingenios, publicada en 1575, propone
la imaginación, el entendimiento y la memoria como las tres facultades básicas.
Recoge las teorías humorales de Hipócrates y Galeno, con los cuatro tipos básicos de
temperamento (sanguíneo, flemático, colérico y melancólico) combinados con los
cuatro elementos cósmicos (aire, tierra, fuego y agua) y plantea que los humores y
temperamentos van a ser diferentes en los distintos ingenios. Así, las personas con
cerebro húmedo tendrán más capacidad de re tención y memoria, y las personas con
el cerebro seco tendrán problemas de retención pero serán mejores en la
representación de figuras (tomado de Colom, 1998). Su teoría, aunque de corte
biologicista, reconoce la influencia del ambiente en el desarrollo del ser humano, al
señalar que la alimentación de la que se nutre el feto o la climatología pueden influir
en la cantidad relativa de un determinado fluido. Es partidario de desarrollar un
sistema que identifique el patrón específico de capacidades de los individuos, para
poder guiarles de manera adecuada, tanto en su educación como en la ocupación,
proponiendo, distintas profesiones en función de las capacidades. La obra de Juan
Huarte de San Juan supuso uno de los principales hitos en la historia de la Psicología
Diferencial, pero también de la Psicología General, aportando:
-Un marco teórico de trabajo, basado en los fluidos corporales y en las
funciones cognitivas superiores (entendimiento, memoria e imaginación).
-El reconocimiento de diferencias individuales en el funcionamiento
cognitivo.
-Un sistema de evaluación y clasificación de las características individuales.
-Una aplicación de los conocimientos teóricos al mundo educativo, social y
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organizacional.
Con la Revolución científica del siglo xvii y el trabajo de René Descartes (1596-
1650) se abre otra línea de pensamiento, el racionalismo moderno. Las aportaciones
de Galileo sobre el lenguaje matemático y su sistema cosmológico heliocéntrico, van
a permitir que aparezca una nueva ciencia. También contribuyó a ese cambio de
perspectiva la Reforma y Contrarreforma de Martin Lutero (1483-1546) que
promovió que se desarrollara con más fuerza el individualismo, al margen de la
religiosidad que había dominado la época anterior. Descartes defendía que las
funciones orgánicas son puros automatismos, disposiciones biológicas, mientras que
el alma tiene como función el pensar, el saber racional. El modo de analizar la
conciencia sería a través de la reflexión o de la introspección. En esta época destaca
también Blas Pascal (1623-1662) que sugirió la cuantificación de la mente humana.
Frente al racionalismo de Descartes, en Inglaterra se desarrollaba otra línea de
pensamiento con los empiristas (Hobbes y Locke) que se preocupan por las cosas tal
y como ocurren. Para ellos las ideas provienen de la experiencia, por lo que la fuente
principal de conocimiento son las sensaciones.
A partir de la Ilustración y con los descubrimientos de Newton sobre la
explicación de la Naturaleza se retoma el empirismo, de la mano de autores como
Berkeley, Hume y Kant, cuyo fin era conocer la generalidad, más que la
individualidad. El único que reconoce, en cierta forma, las diferencias individuales va
a ser Jean-Jacques Rousseau (1712-1778) al proponer la libertad del hombre y realzar
los sentimientos frente al racionalismo y la artificialidad que existía en la civilización.
En el siglo xix surge el romanticismo, que va a poner de relieve el estudio de las
pasiones humanas y, sobre todo, del inconsciente. Los filósofos románticos, en su
búsqueda del infinito, se dejan llevar por sus pasiones, aunque sean violentas, y
plantean la idea de voluntad, algo así como la realidad de la materia que está oculta
tras las apariencias (tomado de Leahey, 1980). Esta voluntad la reconocían como
individual y particular, de modo que cada individuo podía elegir si deseaba
controlarla o dejarse llevar por la misma. Este planteamiento va a ser la base de
algunas de las ideas que, posteriormente, desarrollaría la Psicología Diferencial.
Comienza a valorarse la diferencia, como en el caso de las personas excepcionales,
genios o artistas, a los que se les idolatra. Los románticos consideraban la naturaleza
como algo orgánico, en desarrollo y que se perfecciona a sí misma. Por tanto, supone
un reconocimiento de la capacidad inteligente de la propia materia al considerar que
ésta se autoperfecciona y autodirige en el tiempo (Leahey, 1980).
Pero el estudio sistemático de las diferencias individuales y la cuantificación de
las mismas proviene de la Astronomía. Desde principios del siglo xvin en el
observatorio de Greenwich a través del método ocular y auricular se observaba el
paso de las estrellas por una línea crítica cuantificando con el reloj el momento en
que la estrella llegaba a la linea y el momento en que la traspasaba. Este método,
durante años se consideró exacto, hasta que en 1796 el director del laboratorio
despidió a su ayudante Kinnebrook porque registró el paso de las estrellas décimas de
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segundo más tarde que su jefe, haciendo, de este modo, notar que el método tenía un
margen de error. E W.Bessel (1784-1846) se interesa en estudiar esas escasas
diferencias que existían entre los observadores y crea la denominada ecuación
personal para referirse a la diferencia en segundos entre las estimaciones de dos
observadores. De esta forma se obtuvo el primer registro de datos sobre diferencias
individuales en tiempo de reacción. Bessel, no sólo observó diferencias
interindividuales, sino que además encontró oscilaciones de la ecuación personal con
el paso del tiempo en un mismo observador, es decir, diferencias intraindividuales.
En el siglo xix, comienzan a desarrollarse técnicas de medida más sofisticadas, corno
los cronógrafos y cronoscopios, y se pudo evaluar a los observadores de forma
independiente y objetiva sin tener que compararles con otro observador.
Simultáneamente, un físico alemán Hermana von Hehnholtz (1821-1894) estudiando
el impulso nervioso en la pata de una rana había encontrado que estos impulsos eran
susceptibles de medida. Ambas investigaciones, la de Bessel y Helmholtz, influyeron
en el estudio del tiempo de reacción que desarrollaría el fisiólogo holandés
E.C.Donders (1818- 1889) a través del método de sustracción que lo permitía obtener
el tiempo que requerían determinados procesos mentales, tanto de elección como de
discriminación de estímulos. A este método lo llamó cronometría mental, que sería
luego perfeccionado por los psicólogos experimentales cognitivos. Concretamente,
Wundt (1832-1920) va a ser el que proponga el estudio científico de los procesos
conscientes ligados a la experiencia, creando el primer laboratorio de Psicología
experimental en Leipzig (1879). Wundt estudia las sensaciones y los conocimientos
más elementales a través de la descripción o manifestación de estados emocionales y
analizando el tiempo de reacción. Su objetivo era establecer los principios generales
que gobiernan el funcionamiento humano, dejando al margen el estudio de la
variación individual pues las diferencias indivi duales se interpretaban corno errores
casuales. Las aportaciones de Wundt y su orientación metodológica objetivista e
introspeccionista, hizo que se le acuñase corno el padre de la Psicología experimental
y que creara escuela. Su influencia se hizo notar en distintos autores posteriores,
corno fue el caso de Galton, con su énfasis en las respuestas sensoriomotrices. Según
Anastasi (1958), la Psicología experimental aportó a la Psicología Diferencial la
demostración de que los fenómenos psicológicos se podían someter a una
investigación objetiva, además del hecho de que las teorías psicológicas podían
comprobarse con datos reales.
A pesar de que esta época estuvo dominada por el paradigma experimental y por
la búsqueda de leyes generales, destacan las aportaciones de Gall o Spencer que se
interesaron por las diferencias individuales, Gall (1758-1828) sostuvo la idea de que
el cerebro es el asiento del alma. Rechazó la teoría de las facultades por considerarla
demasiado simplista para explicar el complejo funcionamiento de la mente, aunque
no negó su existencia, sino que pensaba que era demasiado genérica para explicar
aspectos concretos. Pretendía medir el cerebro de modo objetivo, proponiendo que su
tamaño y forma iban a determinar las capacidades mentales del individuo; las
habilidades más desarrolladas se corresponderán con una mayor protuberancia de la
zona del cráneo donde estuviera localizada la función. A partir de estos
planteamientos, Gaspar Spurzheim (1776-1832), discípulo de Gall, va a acuñar el
15
término frenología, para referirse a la relación entre la forma del cráneo y la
localización de los distintos sentidos situados en áreas determinadas del cerebro.
Ambos, realizaron una topografía del cráneo, dividiéndolo en 37 áreas en cada una de
las cuales se localizaba una facultad determinada. Aunque el movimiento frenológico
hoy en día ha perdido importancia, en ese momento fue un propulsor del
reconocimiento de las diferencias individuales, además de aportar la medición
objetiva de variables conductuales, fisiológicas y psicológicas.
Antecedentes Científicos
Desde disciplinas tan diversas corno la Psicofísica, la Estadística, la Biología
evolucionista, la Medicina o la Educación, se han identificado diferencias entre los
individuos que no sólo dan cuenta de la enorme variabilidad entre los seres humanos,
sino de la importancia del estudio sistemático de las diferencias a todos los niveles.
La Psicofísica aparece por primera vez con esta denominación de mano de
Fechner (1801-1887), médico y físico que pretendía probar, de forma experimental, la
relación entre el cuerpo y el alma. Su trabajo estuvo influido por los estudios de
Weber (1795-1878) sobre los umbrales diferenciales, y a través de un experimento
consistente en sopesar objetos para conocer la diferencia más pequeña de peso que un
individuo podía percibir, descubrió que no todos los individuos hacían la misma
estimación (diferencias interindividuales). Y al mismo tiempo, observó que las
estimaciones para cada individuo permanecían constantes, a esto último, lo denominó
la «ley de Weber», que demostraba la regularidad o estabilidad intraindividual de las
estimaciones (Reuchlin, 1980).
La principal aportación de la Estadística fue el descubrir que ciertas medidas como
la talla, el peso o la amplitud del pecho seguían una distribución de frecuencias
similar a la curva propuesta por Laplace y Gauss. Quetelet (1796-1874) aplicó esta
distribución de datos a variables biológicas y sociales. Para Quetelet, en esa
distribución se encontraba el verdadero individuo que había dado la naturaleza y éste
se situaba en la media, mientras que las desviaciones de la misma reflejaban los
errores de la naturaleza, por exceso o defecto. Desde esta perspectiva, las diferencias
individuales podían ser interpretadas como «errores» de la verdadera dimensión o
atributo objeto de estudio. Esta idea se mantuvo durante mucho tiempo en la
Psicología que, en ese momento, estaba más centrada en la búsqueda de leyes
generales que en los aspectos individuales.
Las teorías Biológicas Evolucionistas se desarrollaron durante el siglo xix, siendo
los principales representantes Lamarck, Darwin y Spencer. Lamarck (1744-1829), en
su estudio sobre los animales invertebrados, va a plantear que los organismos
cambian y que este proceso depende de las influencias del medio ambiente. Darwin
(1809-1882), en sus viajes alrededor del mundo, observó que existían distintas formas
naturales que se adaptaban de un modo extraordinario al hábitat en el que vivían. A
partir de estas observaciones, un tanto asistemáticas, dedujo que la naturaleza era
capaz de producir distintas variaciones entre los seres vivos y que algunas eran
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seleccionadas para perpetuarse. Con su obra El origen de las especies (1859) negó la
inmutabilidad de las especies, afirmando que las diferencias individuales eran las que
permitían la selección natural siendo los mejor dotados los que tenían más
posibilidades de adaptación y supervivencia. También sugiere que a partir de los
cambios adaptativos, las especies se diferenciarán del tronco común, y que los
ambientes también cambian, seleccionándose nuevos rasgos para su perpetuación. En
Inglaterra, Spencer (1820- 1903) basándose en el asociacionismo de autores como
Locke o Hume, en la fisiología sensomotriz y en la teoría de la evolución natural de
Lamarck, empieza a hablar de procesos de diferenciación dando un empuje a lo que
luego sería la Psicología de las Diferencias Individuales científica. Todos los
acontecimientos, experiencias y procesos están conectados por medio del principio de
contigüidad, de modo que si un hecho sucede, produciendo un efecto, probablemente
estos dos estados vuelvan a aparecer juntos en el futuro. Spencer incorpora las ideas
evolucionistas a su teoría, pero integrándolas con la propia experiencia del individuo,
por lo que reconoce la existencia de variaciones entre los individuos durante el
proceso de adaptación. Su planteamiento podría considerarse el precursor de las
teorías sobre inteligencia, que va a ser considerada la dimensión, a través de la cual,
se pueden ordenar las especies.
En esta misma época, desde la Biología, Mendel (1822-1884), experimentando
con el cruce de plantas, demostró que la combinación fortuita de factores hereditarios
determinaba la singularidad del ser vivo. Elaboró los primeros modelos sobre la
transmisión hereditaria de características físicas, estableciendo las combinatorias que
explicaban por qué un nuevo ser tenía aspectos co munes con sus progenitores,
aunque fuera diferente a éstos. Posteriormente, las leyes de la genética mendeliana se
expandieron a la Psicología, desarrollándose infinidad de trabajos que pretendían
demostrar la heredabilidad de las distintas características psicológicas.
Desde la Fisiología, las principales aportaciones vinieron de la mano de Gall
(1758-1828), que destacó por estudiar la naturaleza humana a través de las funciones
cerebrales. Bell (1774-1842) o Flourens (1794-1867) habían encontrado que los
hemisferios cerebrales funcionaban como unidad y no tenían órganos específicos
como había planteado Gall. En esta época se empezaron a descubrir distintos tipos de
nervios (sensitivos y motores), así como las funciones que éstos tenían como
transmisores de información. Todo ello, junto con el estudio de Broca (1824-1880)
sobre personas con lesiones en áreas concretas que manifestaban determinadas
alteraciones conductuales, permitió estudiar el cerebro de forma científica. Pero de
nuevo, este tipo de planteamiento buscaba leyes idénticas para todos los individuos
que regularan la acción del cerebro. Bain (1818-1903) fue uno de los primeros en
conectar la Fisiología con la Psicología; estuvo influenciado por Müller (1801-1858)
que planteó la cualidad de las sensaciones como dependientes de los nervios, más que
de los estímulos, reduciendo así el conocimiento a transmisión neural. Bain
consideraba que el cerebro tenía la función de asociar e integrar la información
sensitiva que llegaba a través de respuestas motoras, activando la energía muscular y
formando el conocimiento. En una de sus obras va a reconocer la importancia de las
diferencias humanas al intentar clasificar a los individuos según distintas
17
características (tomado de Carpintero, 1996). Los intentos por conocer al ser humano
provienen de distintas disciplinas pero John Stuart Mill (1917) va a proponer una
ciencia específica que estudia la naturaleza humana, y la llamó Ethología. Este autor
también va a estar influido por el asociacionismo imperante, los fenómenos que se
dan varias veces unidos, acaban por formar un grupo o lo que también denominó
«materia». En Alemania, destacó el trabajo de Johann Friedrich Herbart (1776-1841)
que aplicó el paradigma newtoniano fisicalista al estudio de la mente, señalando la
importancia de las diferencias individuales al afirmar que cada mente es única y que
la Psicología debe estudiar las experiencias internas, pero mantiene, como muchos
autores de su época, que el modo en que se regulan las ideas es común a todas las
personas.
Los avances médicos también permitieron crear taxonomías sobre las
enfermedades, lo que contribuyó al avance de la Psicología, en general, y de la
Psicología Diferencial, en particular. Dentro de esta área resultaron de especial interés
las aportaciones de la Psiquiatría que, en su afán por clasificar las distintas
alteraciones mentales sentó las bases de los sistemas caractereológicos. Es de destacar
la clasificación de Pinel (1745-1826), la de Esquirol (1772-1840) o la de Kraepelin
(1856-1926) que permitieron elaborar material para explorar la sintomatología de los
pacientes, creándose muchos de los métodos de evaluación conocidos (entrevistas,
test...).
En el campo educativo destacó el interés por educar a todas las personas del
mismo modo, dando igualdad de oportunidades. Esto promovió que el Estado
contratase a psicólogos especializados en detectar las diferencias educativas o de
aprendizaje con el objetivo de solucionar esas diferencias. Por tanto, aunque más que
la diferencia, interesaba la igualdad, las primeras eran importantes en la medida en
que aportaban conocimiento sobre el comportamiento humano. Además, fue una
etapa en la que se diseñaron diversas pruebas que pretendían evaluar las capacidades
cognitivas y/o intelectuales de los individuos.
Todas estas disciplinas contribuyeron a despertar el interés por las diferencias
individuales en la medida en que proponían métodos para medir y clasificar los
comportamientos humanos. Aunque, en un principio, el objetivo fue buscar leyes
generales que explicasen el comportamiento, en la búsqueda de esas similitudes
surgieron diferencias. De ahí que resulte complejo separar los antecedentes históricos
de la Psicología Diferencial de los de la Psicología General.
Consolidación de la Psicología Diferencial
Muchas disciplinas, como hemos señalado, han reconocido las diferencias
individuales, pero el estudio sistemático de las mismas, según los distintos manuales
de Psicología Diferencial, se atribuye a Galton desde Inglaterra, y a Binet desde
Francia. Ambos se interesaron no sólo por explicar las diferencias individuales sino
por generar procedimientos de medida que permitieran demostrar empíricamente
estas diferencias, a las que ya habían aludido sus antecesores. También destaca el
18
trabajo de Cattell, que desde un punto de vista aplicado, «traslada» todo este
movimiento que se estaba produciendo en Europa a Estados Unidos.
«Galton y su planteamiento diferencialista»
Los orígenes científicos de la Psicología Diferencial se atribuyen a Francis Galton
(1822-1911), siendo el primero en analizar experimentalmente las diferencias
humanas. En base a la teoría de su primo Darwin, sobre la evolución, propone que la
selección natural es responsable de las diferencias individuales entre los miembros de
una determinada especie (Colom, 1998). En su libro Hereditary Genius, publicado en
1869, hizo un análisis biográfico de familias inglesas en las que el progenitor era un
hombre eminente, y observó que sus descendientes seguían una línea similar en
cuanto a nivel de ejecución, de ahí que pensase que la inteligencia y otras
características mentales podían heredarse. Casi paralelamente, aparecen las leyes de
la herencia de Mendel lo que contribuyó al desarrollo de su teoría. Para demostrar la
influencia de la herencia también realizó estudios con gemelos. Galton obtuvo datos
objetivos de un gran número de individuos emparentados y no emparentados, con el
propósito de descubrir el grado de semejanza o diferencia entre ellos. En 1882 creó
en Londres el Laboratorio Antropométrico en el que medía directamente ciertas
variables psicológicas a través de tareas experimentales. Los test empleados por
Galton se basaban en la utilización de objetos para medir las capacidades sensoriales
(visual, acústica y cinestésica). Con los datos obtenidos, Galton confeccionó tablas,
gráficas, valores medios, etc., basándose en la curva normal de Gauss (1809) e ideó
un esquema explicativo que permitía relacionar variables. Posteriormente Pearson
(1857-1936), uno de sus discípulos, sería el que diseñara la expresión matemática que
actualmente conocemos como el coeficiente de correlación. Galton también ha sido
considerado el precursor del estudio del tiempo de reacción en tareas de
discriminación sensorial. Él creía que toda la información pasaba a través de los
sentidos y que cuanto más capaz fuese el individuo a la hora de percibir, más dotado
estaría intelectualmente. Tal vez, el principal inconveniente del planteamiento de
Galton fue el movimiento eugenésico que promovió y en el que se abogaba por la
selección de los mejores dotados para mejorar la especie humana. Esta interpretación
de la selección natural y de la heredabilidad creó grandes debates,
desafortunadamente aún vigentes, acerca de la superioridad de unos grupos frente a
otros. En cualquier caso, Galton contribuyó a establecer un área de estudio propia
siendo el primero en plantear el problema de las diferencias individuales, en
promover el uso de los test y en emplear procedimientos matemáticos para construir y
analizar las diferencias.
«La propuesta integradora de Cattelli>
James McKeen Castell (1860-1944) trabajó con Galton en Inglaterra y con Wundt
en Alemania, por lo que pudo integrar las ideas del primero, sobre la importancia de
los procesos sensoriales en la comprensión de la inteligencia, con el planteamiento
experimental del segundo, interesándose en la medida y evaluación. A su regreso a
Estados Unidos promovió el uso de la evaluación y, sobre todo, introdujo el término
19
test mental. Cattell creía que la agudeza del individuo para hacer discriminaciones
sensoriales reflejaba una capacidad general y sólo podían evaluarse con cierta
precisión los procesos básicos, pero no los procesos complejos o superiores.
La primera vez que Cattell habla del término test mental es en 1890, describiendo
una serie de pruebas que aplicaba anualmente a los universitarios para determinar su
nivel intelectual. Sin embargo, las pruebas diseñadas por Cattell no mostraron los
resultados previstos, pues no sólo existía poca correspondencia entre uno y otro test
sino que aparecían divergencias en una misma persona, evaluada en distintas
ocasiones. Además, los resultados apenas se correspondían con las calificaciones
académicas y con las valoraciones independientes del nivel intelectual que estimaban
los profesores (Anastasi, 1958). A pesar de ello, influyó en los trabajos de autores
americanos y europeos, destacando el alemán Ebbú-ighaus, que desarrolló algunas de
las pruebas de Cattell, creando el test de completar frases en textos con sentido. Y
Thorndike que fue uno de los pioneros en plantear la existencia de múltiples
capacidades intelectuales frente a la idea que subsistía de capacidad unitaria (Andrés,
1997).
«Aportaciones de Binet a la Psicología Diferencial»
Galton y Cattell habían defendido un modelo funcionalista asociacionista en el
que no existían diferencias cualitativas entre los procesos involucrados en las tareas
simples (por ejemplo, tiempo de reacción) ni en los procesos relacionados con las
tareas complejas (por ejemplo, solución de problemas) aunque ambos se centraron,
sobre todo, en el estudio de tareas simples, sensoriales y motoras. Alfred Binet (1857-
1911) va a adoptar un modelo en el que incorpora la medición de procesos complejos
que tienen lugar en distintas situaciones vitales y que reflejan la inteligencia del
individuo. El gobierno francés estaba interesado en identificar a los niños con más o
menos éxito escolar y propuso a Binet, junto con Simon, el desarrollo de un informe
en el que analizaran las variables implicadas. Así, se diseñaron test que medían
capacidades complejas como abstracción, atención, sugestión, fuerza de voluntad,
comprensión, memoria o las actitudes morales con las que fueron capaces de detectar
las diferencias individuales en ejecución escolar. En 1904, aparece el primer test de
inteligencia, en realidad era una batería de test, consistentes en una serie de 30
pruebas ordenadas en función de su dificultad y agrupadas en niveles de edad. Las
tareas estaban organizadas por grupos de edad, para recoger los temas que la mayor
parte de niños de esa edad eran capaces de resolver. Las diferencias con la media del
grupo permitían clasificar al niño como aventajado o desventajado en relación al
grupo. De este modo, Binet no solo clasificó los test en grupos, según su dificultad,
sino que además introdujo el concepto de edad mental como unidad de medida que
explicaría los resultados obtenidos en las distintas pruebas. Los test de Binet
rápidamente fueron acogidos por los profesionales de todo el mundo, apareciendo
traducciones en distintas lenguas. Sus aportaciones al área de la Psicología
Diferencial se centraron en el interés por las diferencias individuales, el énfasis en el
estudio de procesos mentales complejos, el desarrollo de los test mentales junto con
un procedimiento de medida riguroso y la función eminentemente aplicada de sus
20
trabajos.
Terman (1877-1956) hizo una de las revisiones más importantes de las escalas de
Binet, que fue conocida como la Stanford-Binet y es aquí donde se habla por vez
primera del cociente de inteligencia (CI), solventándose, así, el problema de la
arbitrariedad que parecía existir con el concepto de edad mental propuesto en un
primer momento por Binet. El CI fue definido como el cociente entre la edad mental
y la edad cronológica obteniendo, así, un índice sobre el desarrollo mental de un
individuo dado. Estos primeros test se administraban de forma individual y requerían
la pericia de un evaluados, tanto para aplicarlos como para interpretarlos.
Posteriormente, con la demanda del ejército por querer evaluar a gran nú mero de
individuos en poco tiempo, bajo la dirección de Yerkes se crearon los test colectivos,
apareciendo el Army Alpha Test y poco después el Army Beta Test. El Alfa se
empleó de modo general y el Beta era una forma no verbal que se utilizaba con
personas analfabetas y extranjeras. En ese momento, se proponen también nuevas
formas de clasificación, pues el concepto de edad mental no era aplicable a población
adulta, y se crean sistemas de puntuación basándose en las normas de grupo. Con el
transcurso del tiempo estos primeros test que pretendían medir una capacidad general,
llamada inteligencia, fueron sustituidos por otros más específicos que intentaban
apresar distintas características de los individuos, como su capacidad espacial, verbal
o numérica. E incluso se desarrollaron pruebas que pretendían evaluar aspectos no
intelectuales del individuo como los intereses, pautas de ajuste y rasgos de
personalidad. De este modo, la medición de las variables psicológicas va a constituir
un hito en la historia de la Psicología, en general, y de la Psicología Diferencial, en
particular.
En 1900, el psicólogo alemán William Stern (1871-1938) publica el primer libro
sobre diferencias individuales, en el que plantea la naturaleza de las diferencias, no
sólo entre individuos sino entre grupos, analizando además qué factores determinaban
estas diferencias (hereditarios, sociales, culturales o climáticos) y cómo se
manifestaban las mismas, identificando indicadores diversos como la expresión
facial, escritura, etc. Analizó conceptos como individualidad y
normalidad/anormalidad, haciendo un recorrido por los distintos métodos de
evaluación usados hasta el momento (la introspección, la observación, la anamnesis y
los test) y recogió algunos datos sobre diferencias individuales, tanto en capacidades
básicas y complejas como a nivel emocional. De hecho, fue Stern el que utilizó por
primera vez el término Psicología Diferencial. Aunque ésta era una disciplina que, de
alguna manera, se venía fraguando a lo largo de toda la historia de la Psicología.
El interés de filósofos clásicos y científicos del siglo xix por conocer al ser
humano y sus características, unido a las necesidades sociales generadas tras la
Revolución industrial y la Primera Guerra Mundial, así como el desarrollo de técnicas
que permitieron la medición psicológica, propiciaron el interés por las diferencias
individuales, permitiendo el surgimiento de la Psicología Diferencial como disciplina
científica (Sánchez-Cánovas y Sánchez-López, 1994). Posiblemente, el hecho de que
en esta época hubiese un interés extremo en descubrir las leyes generales del
21
comportamiento, al mismo tiempo que se observaba mayor capacidad en algunos
individuos frente a otros, contribuyó a que las diferencias se trataran separadamente y
a que se creara una disciplina distinta, encargada de analizar la variabilidad en el
comportamiento humano.
3. APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA PSICOLOGÍA
DIFERENCIAL
En un contexto histórico, en el que interesaba fundamentalmente encontrar leyes
generales que explicasen el comportamiento humano, los investigadores de la época
descubrieron que, hasta en los procesos más simples la diferencia era la norma y no la
excepción.
El objetivo básico de la Psicología Diferencial es encontrar las regularidades que
explican el comportamiento de los individuos. Además, esta disciplina se ha
esforzado en plantearse el estudio de las diferencias desde una perspectiva científica,
lo que garantice que sus descubrimientos no sean meras especulaciones. Por ello,
utiliza un proceso hipotético-deductivo y presta especial atención a la selección de los
sujetos que forman parte de la investigación. Desde un punto de vista rigurosamente
científico, resulta imprescindible considerar la diferenciación psicológica humana y
tratarla como algo propio de la humanidad, ya que si ignoramos la existencia de
diferencias, el potencial psicológico del ser humano quedaría empobrecido
(Pelechano, 1998). De modo que, como señala Sixtl (1972) la Psicología Diferencial
se va a ocupar de las diferencias entre individuos o entre grupos. Estas diferencias se
pueden estudiar de forma transversal, analizándolas en un determinado momento o de
modo longitudinal, a través del ciclo vital (Amelang y Bartussek, 1981).
Bachs (1980), la define como «el estudio comparativo de las diferencias
psicológicas entre los individuos, tanto en lo que concierne a la variabilidad
interindividual, dentro de grupos homogéneos, como a la variabilidad intergrupos
(grupos que difieren por la edad, el sexo, el medio social, la raza, etc.)» (págs. 14-15).
Y Sánchez-Cánovas y Sánchez-López (1999) consideran que «la Psicología
Diferencial es la disciplina científica que tiene por objeto observar, describir, medir,
predecir y explicar las diferencias en conducta entre individuos y entre grupos, con el
fin de extraer y formular regularidades, tomando en consideración las variables
pertenecientes al sujeto, las pertenecientes a la situación y la interacción entre ambas.
Los conocimientos alcanzados pueden utilizarse, en su caso, como base para la
intervención, es decir, para modificar esas diferencias» (pág. 39). Además, añaden,
que la conducta no es sólo lo visible, sino toda actividad psíquica, que no sólo
interesan los resultados sino los procesos mediacionales, que las diferencias no deben
analizarse exclusivamente desde un punto de vista cuantitativo, sino también en
función de cómo se organizan las variables en cada individuo. Por tanto, la Psicología
Diferencial va a centrar sus objetivos en el estudio de la diversidad y de la
individualidad, investigando los mecanismos que median en las distintas funciones,
procesos y conductas (Sánchez-Cánovas y Sánchez-López, 1999).
22
Durante mucho tiempo, la Psicología Diferencial se centró más en los resultados
que en los procesos psicológicos. No interesaba cómo se producía el comportamiento,
sino la variabilidad del comportamiento en sí misma. Para ello, la Psicología
Diferencial ha tenido que emplear a un gran número de individuos que sean
representativos de la población, poner a prueba sus hipótesis y generar teorías
explicativas acerca de las diferencias. El procedimiento habitual ha sido partir de un
tratamiento estadístico de los datos, para elaborar normas o baremos que permitan
situar a cada individuo en una posición determinada en relación al grupo de
referencia (Tyler, 1965) y, basándose en estos baretnos, comparar el rendimiento de
los individuos. En los años 60 y 70, con la revolución cognitiva, y queriendo resolver
algunos de los inconvenientes que había planteado la investigación centrada en los
resultados, comenzó el interés por el proceso, es decir, por cómo opera nuestra mente.
Además, en paralelo se fue fraguando otra línea de trabajo en la que el objetivo
fundamental era establecer el origen de las diferencias, tanto desde un punto de vista
genético como socioambiental. Gran parte de la investigación en Psicología
Diferencial ha sido aplicada, interesándose por la selección y orientación vocacional
pero sin crear modelos teóricos y leyes que explicasen las diferencias. En general,
según Sánchez-Cánovas y Sánchez-López (1994), algunas de las características que
nos permiten identificar el objeto de estudio de la Psicología Diferencial serían las
siguientes:
1.Su interés por entender cómo funcionan los individuos partiendo de que son
diferentes, pero sin negar lo común. Actualmente, la dicotomía individual
frente a general parece estar superada y cada vez se insiste más en la
complementariedad de la Psicología experimental y la correlacional.
2.El interés por las leyes que explican las diferencias entre los individuos, por
lo que no es una ciencia estrictamente idiográfica sino que también utiliza
un enfoque nomotético.
3.Aunque la Psicología Diferencial tuvo y tiene una utilidad aplicada, no se
restringe a este campo de actuación, pues el objetivo último que se plantea
es el estudio de las diferencias para explicar y predecir el comportamiento
humano desarrollando, así, teorías y leyes sobre el funcionamiento de los
individuos.
4.Se nutre de la Psicometría, puesto que es básico evaluar y analizar esos datos
para llegar a desarrollar las leyes a las que aludíamos anteriormente, pero
evidentemente no podemos decir que sea la misma disciplina.
5.La Psicología Diferencial desarrolla sus propios modelos basándose en el
estudio de las diferencias, y no hace extrapolaciones a partir de los modelos
generales.
6.Aunque la Psicología Diferencial utilice la metodología correlacional, no es
el único método empleado. En los últimos años se han ido incorporando
23
otras estrategias metodológicas tales como, la metodología experimental, el
enfoque cualitativo, el meta-análisis, etc.
7.Aunque en un comienzo, la Psicología Diferencial resaltaba el componente
genético de muchos comportamientos y características psicológicas,
reconoce la importancia del ambiente y estudia, cada vez más cómo influye
la situación en el comportamiento del individuo.
8.La Psicología Diferencial no estudia sólo las variables del sujeto sino
también las de la situación.
9.Su campo de estudio abarca mucho más que la inteligencia, aunque ésta
haya sido un área con gran número de publicaciones.
10.A la Psicología Diferencial no sólo le interesan las diferencias cuantitativas
sino también las cualitativas, así como los procesos mediacionales
implicados en las diferencias en comportamiento.
En definitiva, dado que las diferencias son algo universal e indestructible
deberemos comprenderlas, aceptarlas y utilizarlas para el bien común (Tyler, 1965).
Además, su descubrimiento puede tener un fuerte impacto en las decisiones políticas
y sociales de un país ya que, en la medida en que se detecten diferencias y/o
desigualdades entre los individuos, los responsables políticos tendrán que crear
recursos y políticas educativas, de empleo o sanitarias, que palien esas desigualdades
contribuyendo, así, a eliminar muchos de los estereotipos y/o prejuicios que existen
en la sociedad. En cualquier caso, el detectar diferencias y crear políticas que las
contrarresten, tampoco debe suponer el crear una uniformidad entre todos los
individuos, pues las diferencias siempre van a existir. Continuaremos
diferenciándonos en aptitudes, en intereses y valores, en personalidad, etc., por lo que
tenemos que respetar la opción de cada individuo a tomar determinadas decisiones
sobre su estilo de vida.
La variabilidad individual
La variabilidad hace referencia a la diversidad que observarnos en el ser humano,
tanto a nivel fisiológico, como psicológico y cultural. Tal y corno planteaba Darwin,
la variación genética es necesaria para que se produzca la evolución, pero también la
variación psicológica y la cultural van a ser fenómenos básicos en el desarrollo del
ser humano. El desarrollo de la corteza cerebral nos ha permitido producir
comportamientos más sofisticados y complejos que los de otros seres vivos. Según
las teorías biologicistas, estos comportamientos van dejando una huella cerebral que
hace que éste evolucione de generación a generación, transmitiendo cada vez
comportamientos más elaborados y adaptativos.
En general, la individualidad se puede entender corno lo propio del ser humano
que le distingue de otros seres de su especie. Todo organismo tiene una organización
24
y una estructura, y ambas dan identidad al sistema. La organización y la estructura
están determinadas genéticamente pero, una vez se conforma el sistema, éste
comienza a interactuar con su entorno; esas interacciones son únicas y autónomas,
permitiendo así una identidad específica a ese sistema. La individualidad tiene que
ver con la expresión activa de esa identidad (Sánchez-Cánovas y Sánchez-López,
1994). Lo que somos no depende de la genética, sino que lo construirnos a través de
una historia de acoplamientos, de adaptaciones al ambiente y de transformaciones,
formando así, nuestra estructura cognítíva, emocional, afectiva y motivacional
(Sánchez-Cánovas y Sánchez-López, 1994). En un primer momento, somos seres
indiferenciados y progresivamente el acoplamiento tanto funcional corno estructural
con el ambiente nos permite constituimos como personas diferentes, magnificándose
las diferencias intraindividuales y estructurándose las interindividuales (Juan-
Espinosa, 1997).
En todas las épocas han existido personas que han destacado de sus semejantes
según determinadas características ya sea por estar superdesarrolladas como
infradesarrolladas. Tenemos a personas exitosas frente a fracasadas, a personas
inteligentes frente a poco inteligentes, a genios frente a personas corrientes, etc. La
variabilidad individual ha sido una constante y se ha reflejado en el estudio de
distintas características tanto de tipo psicológico como fisiológico. Pero como se ha
podido observar, al principio las diferencias individuales se estudiaban basándose en
tipologías que «enfrentaban» a los individuos de forma dicotómica, teniéndose o no
tal característica. En ese primer momento, tal vez, era necesario un acercamiento
descriptivo y clasificatorio, pues al comienzo de toda ciencia es importante definir
claramente el objeto de estudio para luego generar leyes de funcionamiento.
Luego se produjo un cambio de enfoque pues las características psicológicas no
parecían ser una cuestión de «todo o nada», es decir, que no hay personas inteligentes
y torpes, sino que muchas variables se distribuyen a lo largo de un continuo,
existiendo grados o niveles en que se posee una característica. Por ejemplo, se es
excepcionalmente inteligente, muy inteligente, medianamente inteligente, etc. Este
descubrimiento de que las características psicológicas se distribuyen de acuerdo a la
curva normal de Gauss marcó una forma de hacer psicología y, por supuesto, una
reinterpretación de las diferencias, entendiéndolas como la variación en relación a la
media grupal. Por tanto, la individualidad, aunque corresponda a características
personales claramente definidas, tiene sentido en función de características globales
de la población a la que el individuo pertenece (Sánchez-Elvira, 1996). Según Andrés
(1997) la persona es única en la medida en que está constituida por una combinación
de atributos irrepetibles pero son atributos que, al mismo tiempo, lo configuran como
parte de una especie determinada, en otras palabras, la individualidad sería «la
combinación única de los atributos propios y compartidos entre todos los individuos
de la especie» (pág. 58).
La individualidad se caracteriza por la variabilidad que, a su vez, se manifiesta a
través de la estabilidad, que garantiza la identidad y el cambio, y la generación de
nuevos comportamientos (Juan-Espinosa, 1997). Pero el ser humano no siempre es
25
consistente, sino que su complejidad hace que, por ejemplo, no tenga los mismos
comportamientos ante los mismos estímulos. Como señala, Sánchez-Cánovas y
Sánchez-López (1994) esta variabilidad del ser humano tiene un significado
funcional-adaptativo pues de alguna manera, la variedad promueve la supervivencia.
Concretamente, esta disciplina se encarga de estudiar tanto la variabilidad
interindividual como la intraindividual en aspectos como las conductas observables,
los procesos cognitivos y los variables motivacionales y emocionales. Además, de la
variabilidad entre grupos de individuos que comparten alguna característica, pero al
mismo tiempo difieren de otros grupos.
Variabilidad interindividual
Probablemente, las diferencias interindividuales han sido, dentro del objeto de
estudio de la Psicología Diferencial, una de las áreas que más importancia ha tenido,
sobre todo, porque son diferencias que no suelen pasar desapercibidas. A nivel lego,
todos los individuos se reconocen diferentes ante sus semejantes y, mientras unos
destacan en determinadas capacidades o habilidades, otros lo hacen en capacidades
diferentes. El estudio de las diferencias interindividuales se refiere al análisis del
lugar que ocupa una persona con respecto a otra, o a un grupo, en una característica
psicológica determinada. Este acercamiento ha constituido el principal objeto de
estudio de la Psicología Diferencial (Amelang y Bartussek, 1981). En él se describe y
analiza la variación transversal en las características psicológicas entre individuos de
una misma especie y población, en unas coordenadas de espacio y tiempo similares
(Andrés, 1997).
El interés de la Psicología Diferencial por detectar estas diferencias de una forma
objetiva permitió que se desarrollasen procedimientos de medida del comportamiento
humano. Normalmente, se estudian las diferencias en dos grandes sistemas: el
cognitivo y el afectivo-motivacional. El sistema cognitivo se refiere a las operaciones
mentales y/o procesos implicados en el manejo de la información. El sistema
afectivo-motivacional recoge las necesidades, senti mientos o emociones que guían
nuestro comportamiento. Ambos están interactuando para explicar el comportamiento
humano y de ambos dependen, no sólo la toma de decisiones, sino el mantener o no
un estilo de comportamiento (Sánchez-Cánovas y Sánchez-López, 1994).
Variabilidad intraindividual
Las diferencias intraindividuales se refieren a la variabilidad que se produce en el
mismo individuo. Las personas se pueden comportar de modos distintos ante la
misma situación en función del ciclo vital, y también, se produce variabilidad
intraindividual cuando el individuo difiere en distintas características psicológicas o
cognitivas, de modo que predominan unas frente a otras. Las diferencias
intraindividuales aluden a los distintos aspectos comportamentales, cognitivos,
afectivos, etc., que configuran al individuo. Algunos autores hablan de diferencias
intraindividuales sincrónicas y diacrónicas. Las sincrónicas son las que reflejan cómo
está organizado el individuo en determinados rasgos o dimensiones; y las diacrónicas
26
se refieren a los cambios que se dan a lo largo del tiempo, es decir, a las diferencias
en distintos períodos vitales, fruto, la mayor parte de las ocasiones, del aprendizaje y
la maduración.
Variabilidad intergrupal
Cuando hablamos de diferencias intergrupales nos referimos a aquellas que
aparecen al comparar a grupos de individuos que, previamente, han sido clasificados
siguendo algún criterio. Tal y como señala Anastasi (1958), el hecho de poseer ciertas
características físicas, ya sea el color de piel, la constitución corporal, o las
características sexuales, hace que se establezcan ciertas distinciones a otros niveles, la
mayor parte de las veces, impuestas social y culturalmente. Si la sociedad considera
que esas características diferencian a los individuos, esta creencia determinará, en
parte, las características de su conducta y tendrá una influencia sobre el desarrollo
intelectual, emocional y personal. Por otro lado, la pertenencia a un grupo no sólo
fomenta ciertos modos de actuación, sino que las reacciones de los demás hacia el
individuo estarán influidas por el conocimiento del grupo al que pertenece. Y el
individuo, a su vez, actuará en función de las actitudes sociales que encuentre. Las
diferencias intergrupales más estudiadas han estado basadas en la raza o etnia, la
clase social, la inteligencia, el género y la edad. Estas clasificaciones de los
individuos en determinados grupos son para la Psicología, obviamente, arbitrarias, en
el sentido de que una persona por ser asignada a un grupo social, no implica que no
pueda formar parte de otro grupo diferente. En investigación, hay ocasiones en que
interesa analizar las diferencias intergrupales con el objetivo último de identificar
aquellos handicap que pueden tener ciertas personas por su condición social y suplir
las deficiencias con programas de entrenamiento o mejora.
Las diferencias, ya sean intraindividuales, interindividuales o intergrupales, serán
objeto de estudio científico por parte de la Psicología Diferencial, con el objetivo
principal de hallar unas regularidades básicas, que sean capaces de explicar las
acciones, tanto de las personas corno de los grupos (Colom, 1998).
4. CONCEP'T'OS RELACIONADOS CON LA PSICOLOGÍA
DIFERENCIAL
A lo largo de toda la historia de la Psicología Diferencial se han sucedido distintas
concepciones explicativas, análisis metodológicos y modelos específicos sobre las
diferencias, existiendo dos modos genéricos de acercarse al comportamiento humano,
según el rendimiento o ejecución, y según el estilo u organización del
comportamiento. En el primer caso, hablarnos de la capacidad que tiene el individuo
para comportarse de un modo determinado y, en el segundo, a la forma en que lo hace
(Andrés, 1997).
En Psicología Diferencial han sido claves los conceptos de capacidad, rendimiento
y habilidad. Por capacidad o aptitud entendemos la potencialidad que tiene un
individuo para desarrollar determinadas tareas o funciones. Según Juan-Espinosa
27
(1997), el potencial no es de gran utilidad para analizar las diferencias individuales
pues dos personas pueden tener el mismo potencial y no tener el mismo rendimiento.
Este autor hace un análisis muy ilustrativo de lo que es la aptitud y señala que,
además de entenderla como potencial, debemos considerarla como un logro pues
«uno puede tener la capacidad de aprender, pero por diversas razones no puede
adquirir conocímíento» (pág. 66). La aptitud en términos de potencialidad es estable
en el tiempo, mientras que, entendida como logro, es variable y modificable en
función del entrenamiento y de las condiciones concretas en que se haya evaluado. En
algunos contextos se emplean los conceptos capacidad y aptitud de modo diferente, la
capacidad tendría una implicación más general y la aptitud tendría un contenido más
específico.
El rendimiento o ejecución se puede definir como el resultado cuantitativo
obtenido ante una tarea en función de un criterio de adecuación (Andrés, 1997). Este
resultado va a depender de distintos aspectos del individuo como son sus capacidades
o las estrategias que utiliza para resolver la situación-problema, el interés y la
motivación por la situación, etc.
Las habilidades o destrezas son aquellas competencias que están presentes en el
momento de realizar una tarea y que pueden desarrollarse a través del entrenamiento
o la práctica (Andrés, 1997).
Tanto en Psicología Diferencial corno en otras áreas de la Psicología, el
comportamiento humano necesita ser medianamente estable, consistente y coherente
para poder ser estudiado empíricamente. La estabilidad hace referencia a la
regularidad del comportamiento, tanto en distintos momentos temporales como en
diversas situaciones (Sánchez-Cánovas y Sánchez-López, 1999). La consistencia se
refiere a la organización de la conducta, es decir, a la manifestación de un
comportamiento regular en distintas situaciones o espacios (Sánchez Cánovas y
Sánchez-López, 1999). La coherencia parte del interés por conocer los factores
personales y ambientales que determinan la conducta. Podría definirse como las
relaciones sistemáticas intraindividuales, entre la percepción de la similitud
situacional y la similitud de las respuestas conductuales a esas situaciones (Sánchez-
Cánovas y Sánchez-López, 1999). Esta definición lleva implícito que lo importante es
la situación percibida, más que la situación física; además debe basarse en el juicio
del propio sujeto y no en el del observador. De este modo, se otorga un concepto
dinámico de situación en donde lo importante es la representación cognitiva que
realiza el individuo. En el estudio científico de las diferencias no sólo debe
considerarse la naturaleza psicológica de la persona, de carácter dimensional, sino
también las influencias ambientales que recibe, variables que interactúan para
producir un comportamiento típico.
5. CONCLUSIONES
Las diferencias individuales son un hecho patente en los seres humanos, y el
interés por las mismas ha existido a lo largo de toda la historia, aunque su estudio no
28
siempre se haya abordado directamente predominando, en determinadas épocas, otro
tipo de intereses más generales. El estudio científico de las diferencias no comenzó
hasta el siglo xix, de la mano de Galton. En este momento, se asociaban a factores
genéticos, pero los distintos trabajos que han analizado múltiples características
comportamentales, cada vez van dejando una mayor constancia de la influencia de
factores ambientales en el perfil psicológico de los individuos. Aunque aún queda
mucho por conocer del ser humano, no cabe duda de que la Psicología ha avanzado
considerablemente en las últimas décadas, tanto en la descripción y explicación de
muchos fenómenos, como en la formulación de leyes generales de funcionamiento.
Pero, al mismo tiempo, se ha observado cierta variabilidad, que ha permitido que
cada vez cobre mayor importancia el estudio de aspectos particulares de la
individualidad humana. La Psicología Diferencial intenta dar respuesta al por qué de
esa singularidad del ser humano, a qué lo hace distinto al resto de sus congéneres.
Estas diferencias debemos analizarlas tanto a nivel interindividual, intraindividual
como intergrupal. En la medida en que seamos capaces de crear modelos que
expliquen estas diferencias, podremos no sólo alcanzar un mejor conocimiento de los
individuos, sino contrarrestar aquellas desigualdades que provienen de condiciones
desfavorables.
LECTURAS RECOMENDADAS
ANASTASI, A., Psicología Diferencial, Madrid, Aguilar, 1977.
Este manual, aun siendo un clásico, es de obligada cita por su rigor a la hora de
exponer los principales tópicos que han interesado a la Psicología Diferencial. En el
primer y segundo capítulos la autora comenta el surgimiento de la Psicología
Diferencial basándose en las aportaciones de la Astronomía y, además, comenta
desde un punto de vista estadístico la variabilidad en las características psicológicas.
HERGENHAHN, B. R., Introducción a la historia de la Psicología, Madrid,
Thompson Editores, 2001.
Éste es un texto sobre historia de la Psicología, relativamente reciente que, de
manera rigurosa, recoge las principales aportaciones de autores que han contribuido a
formar parte de la historia de la Psicología. Resulta muy didáctico pues al final de
cada capítulo presenta un resumen, así como las principales cuestiones tratadas.
LEAHEY, T. H., Historia de la Psicología. Principales corrientes del pensamiento
psicológico, Madrid, Debate, 1998.
Se trata de un manual de referencia sobre la historia de la Psicología, donde se
tratan todas las etapas, desde los antecedentes hasta la revolución cognitiva. Sin duda
es un texto ineludible de consulta, no sólo de la Psicología General, sino también de
la Diferencial.
REUCHEZN, M., La Psicología Diferencial, Madrid, Studium, 1972.
29
Es un manual clásico sobre Psicología Diferencial, en el que no sólo aparece
recogida una aportación específica a la historia de esta disciplina, sino además
distintos aspectos conceptuales y metodológicos que se han abordado en nuestra área.
SÁNCHEZ-CÁNOVAS, J. Y SÁNCHEZ-LÓPEZ, M. P., Psicología Diferencial:
Diversidad e individualidad humanas, Madrid, Centro de Estudios Ramón Areces,
1994.
En este manual, los autores hacen un recorrido por los aspectos más relevantes de
la Psicología Diferencial. Para este tema son relevantes el primer capítulo, donde
analizan el concepto de diversidad e individualidad y el capítulo tercero que describe
las diferencias infra e interindividuales así como las intergrupales, atendiendo a la
estabilidad, consistencia y coherencia del comportamiento.
CUESTIONARIO DE AUTOEVALUACIÓN
1.Los antecedentes históricos de la Psicología Diferencial:
a)Se remontan al pensamiento mítico anterior a la era cristiana.
b)Se extienden a lo largo de toda la historia de la Humanidad.
c)Ambas alternativas son ciertas.
2.En la etapa científica de la Psicología Diferencial:
a)Aparecen distintas aportaciones de varias disciplinas científicas.
b)Se constituye definitivamente esta disciplina por derecho propio.
c)Surgen los primeros intentos por sistematizar las diferencias individuales.
3.La obra de Juan Huarte de San Juan se caracterizó porque:
a)Aportó un marco teórico sobre la Psicología General.
b)Defendió el reconocimiento de diferencias individuales a nivel cognitivo.
c)Supuso una integración del pensamiento mítico y el cognitivo.
4.La línea de estudio de James McKeen Cattell:
a)Partió de la integración de las ideas de Galton y de Wundt.
b)Unió la base experimental de Galton y la diferencial de Wundt.
c)Negó la evaluación como método científico.
30
5.Una de las principales críticas del planteamiento de Galton fue:
a)La utilización del tiempo de reacción en tareas de discriminación sensorial.
b)El ser pionero en el estudio de gemelos.
c)El desarrollo del movimiento eugenésico.
6.El autor que fue reconocido como el pionero en generar test de inteligencia fue:
a)Alfred Binet.
b)Francis Galton.
c)James McKeen Cattell.
7.William Stern destaca por ser:
a)El precursor del Cf
b)El primer autor que publica un monográfico sobre Psicología Diferencial.
c)El primero en diseñar pruebas sobre intereses y actitudes profesionales.
8.Algunos de los factores que determinaron el surgimiento de la Psicología
Diferencial fueron:
a)Las necesidades sociales generadas por la Revolución industrial.
b)La necesidad de desarrollar técnicas de medición psicológica.
c)Ambas alternativas son ciertas.
9.Uno de los objetivos de la Psicología Diferencial es:
a)Encontrar las regularidades que explican la variabilidad del comportamiento de
los individuos.
b)Desarrollar nuevos procedimientos de análisis de datos.
c)Establecer leyes generales sobre el comportamiento humano.
10.Según Sánchez-Cánovas y Sánchez-López (1994):
a)La Psicología Diferencial tiene un enfoque exclusivamente aplicado.
b)La Psicología Diferencial utiliza únicamente el método correlacional.
c)La Psicología Diferencial estudia las variables del sujeto y de la situación.
31
11.A la Psicología Diferencial le interesa:
a)Tanto los resultados como los procesos.
b)Los resultados.
c)Los procesos.
12.En un primer momento, la Psicología Diferencial, tuvo un enfoque aplicado
centrado en:
a)La selección y orientación profesional.
b)La clasificación de las alteraciones mentales.
c)La selección de escolares con capacidad excepcional.
13.La individualidad se define como:
a)Las características fenotípicas que nos diferencian de los otros.
b)Lo propio del ser humano que le distingue de otros seres de su especie.
c)La variación genética de los individuos. 1
14.La mayor parte de las características humanas se distribuyen:
a)A lo largo de un continuo.
b)De forma dicotómica.
c)En forma circular.
15.Según Juan-Espinosa (1997) la individualidad se caracteriza por:
a)La variabilidad, estabilidad, identidad y cambio.
b)La variabilidad y la consistencia.
c)La variabilidad y la inconsistencia.
16.Las diferencias interindividuales son las que:
a)Aparecen en el mismo individuo a través del tiempo.
b)Aparecen entre los individuos en situaciones concretas.
c)Aparecen en situaciones de emergencia.
32
17.Las diferencias intraindividuales diacrónicas son:
a)Las que se producen en la misma persona en función de la situación.
b)Las que se producen en la misma persona a través del ciclo vital.
c)Las que dependen del momento del día y del estado de ánimo.
18.Las diferencias intergrupales:
a)Encasillan al individuo en un único grupo del que no puede liberarse.
b)Implican que los individuos tengan características comunes por lo que no
pueden existir diferencias entre ellos.
c)Se establecen entre grupos que tienen características comunes entre sí que les
hace diferentes a otros grupos.
19.El concepto de estabilidad hace referencia a:
a)La regularidad del comportamiento en distintos momentos y en distintas
situaciones.
b)La regularidad del comportamiento ante estímulos idénticos.
c)La regularidad del comportamiento a través del ciclo vital.
20.La aptitud se define como:
a)Él resultado cuantitativo en una tarea en función de un criterio de adecuación.
b)La potencialidad que tiene el individuo para desarrollar tareas o funciones.
c)Las competencias presentes en el momento de realizar una tarea.
SOLUCIONES AL CUESTIONARIO DE AUTOEVALUACIÓN
33
ROSARIO J.MARRERO QUEVEDO
1. INTRODUCCIÓN
La inteligencia ha sido uno de los tópicos que más volumen de publicaciones ha
suscitado. El debate sobre el concepto, así como el modo de evaluarla y las
diferencias encontradas, tanto a nivel interindividual como intergrupal, continúa
abierto en la actualidad.
Este constructo ya preocupó a los primeros pensadores griegos, que observaron
que había diferencias en los individuos en el desempeño de las tareas de su vida
cotidiana. Platón la entendió como la capacidad para aprender, estableciendo una
analogía entre la inteligencia y un bloque de cera, pues era de diferente tamaño en
cada individuo y poseía distintos grados de pureza, dureza y humedad. Sócrates decía
que si esa cera era pura, clara y suficientemente profunda, al individuo le sería fácil
aprender, retener y tendría pensamientos verdaderos, mientras que si era impura,
tendría defectos en el intelecto (tomado de Sternberg, 1990). Hobbes (1651, tomado
de Sternberg, 1990), se aproximó al concepto de inteligencia distinguiendo entre
ingenio natural y adquirido, refiriéndose el primero a las habilidades intelectuales que
se poseen más por el uso y la experiencia que por enseñanza directa; y el segundo que
alude a lo adquirido por la cultura y la enseñanza. Hobbes creía que las diferencias
entre las personas en inteligencia se deben a las pasiones (motivaciones), que son
diferentes en parte por constitución y en parte por la educación pero, sobre todo, por
esta última. En este planteamiento ya comienza a aparecer la dicotomía naturaleza-
ambiente, que va a ser uno de los tópicos más discutidos en relación a la inteligencia.
Pascal (tornado de Sternberg, 1990) también va a proponer una cierta división de
la inteligencia en dos componentes principales: el intuitivo y el matemático. La
persona matemática no empezaría a razonar hasta que hubiese inspeccionado toda la
situación, creando leyes y axiomas de forma deductiva, mientras que la intuitiva hace
juicios rápidamente, tiende a ser impaciente y holística en el pensamiento y es poco
deductiva. Otros filósofos importantes, que en cierta medida hablaron de las
facultades intelectuales, fueron Locke, Kant o John Stuart Mill. En general, en esta
época, la visión que subyace de la inteligencia es la de una capacidad de juicio, de
conocimiento, de creación y de comprensión universal.
Aunque, en estos primeros trabajos de pensadores y filósofos, se hablaba de esa
capacidad superior para comprender el mundo, no se había acuñado el término
inteligencia. Fue a partir de los trabajos de Spencer y Galton cuando se difundió este
concepto. Cuando Galton (1883) propuso su teoría de la facultad humana y diseñó
34
estrategias de medida para analizar las diferencias individuales planteó que, para
discriminar entre personas más o menos capaces, había que tener en cuenta dos
cualidades: la capacidad o energía para trabajar y la sensibilidad a los estímulos
externos que pasan a través de nuestros sentidos. De ahí el énfasis otorgado por este
autor a la discriminación sensorial, que considera como la base del conocimiento y,
por tanto, de la inteligencia (Brody, 1992). A partir del trabajo de Galton fueron
muchos los que se interesaron por el estudio de las diferencias individuales en
inteligencia, proponiéndose conceptualizaciones diversas en función del momento
histórico y de la importancia otorgada a lo innato o a lo adquirido. Así, Hebb (1949)
propuso dos tipos de inteligencia, la inteligencia A y la inteligencia B.La primera es
la potencialidad básica que tiene el organismo, tanto para aprender como para
adaptarse a su medio, siendo innata y no observable directamente; mientras que la
inteligencia B se refiere a las capacidades que se reflejan en la conducta y puede ser
evaluada, por tanto, a través de tareas diseñadas para tal efecto. Algunos autores se
van a centrar en esa idea de capacidad innata proponiendo que la persona será más
inteligente en función «del número y complejidad de las conexiones y de la
organización de las células nerviosas en la corteza cerebral» (Butcher, 1968; pág. 26,
de la edición española). Otros se basarán más en los aspectos comportamentales
observables que capacitan a una persona para desempeñar distintas tareas. Por
ejemplo, Binet (1908) la definía como la capacidad de juicio o razonamiento,
incluyendo la iniciativa, el sentido práctico y la facultad para adaptarse a las
circunstancias vitales. En esta definición destacan tres aspectos: la dirección, es decir,
conocer qué hacer y cómo, y cuál va a ser el movimiento de un pensamiento; la
adaptación, referida a la toma de decisiones en función de la meta propuesta, que
implica la selección y monitorización de una estrategia durante la ejecución de la
tarea; y el control, que refleja la capacidad crítica o autovaloración de nuestras
acciones y pensamientos. Binet fue uno de los primeros en romper con la idea
unitaria de la inteligencia para hablar de dos tipos distintos: la ideativa que se basa en
el análisis lógico y en el razonamiento verbal; y la instintiva, más intuitiva y
emocional (Juan-Espinosa, 1997; Sternberg, 1990), aunque se le conoce
fundamentalmente por ser el pionero en crear los test de inteligencia. Pese a que era
partidario de medir de forma independiente las distintas funciones intelectuales, no
fue capaz de encontrar un procedimiento para evaluarlas de dicho modo, por lo que
creó un único test que permitía obtener la edad mental del niño promediando su
rendimiento en tareas complejas en las que estaban implicadas distintas funciones
superiores. Binet no fue partidario de emplear un solo índice para identificar la
inteligencia del individuo, pero a partir de sus pruebas, Stern (1911) propuso el
cociente intelectual dividiendo la edad mental por la edad cronológica y
multiplicándolo por 100. Este índice tuvo una gran aceptación y actualmente se
siguen empleando diversas pruebas basadas en el CI (por ejemplo: las pruebas de
Weschler). No obstante, también tuvo sus detractores que cuestionaron, sobre todo,
que este cociente no era útil a partir de la edad adulta pues, según su fórmula, la
inteligencia disminuiría lentamente a partir de los 16 años ya que el incremento de la
edad mental no es lineal con el incremento de la edad cronológica.
En estas aportaciones destaca la inteligencia como la capacidad del individuo para
35
resolver problemas y adaptarse al medio. Gran parte de los teóricos de la inteligencia
van a incluir estas dos ideas en sus planteamientos aunque, como luego veremos,
difieren en otros aspectos. La concepción de inteligencia se ha ido estructurando a
través de distintos modelos teóricos, que van a poner el énfasis en factores biológicos,
ambientales, sociales, culturales, educativos o estadísticos. En este capítulo vamos a
analizar la concepción psicométrica de la inteligencia, sus precursores y los modelos
más recientes que han continuado esta tradición.
2. MODELOS FACTORIALES DE INTELIGENCIA
Se denominan teorías factoriales a las que identifican las propiedades o
componentes de la inteligencia a través de un procedimiento matemático o
estadístico. El precursor de este tipo de planteamientos fue Spearman que, mediante
el estudio de las correlaciones entre pruebas, aisló el factor «g» de inteligencia. El
análisis factorial permite resumir las puntuaciones de un gran número de pruebas o
variables (por ejemplo, recordar series de palabras, identificar una figura que ha sido
rotada con la del modelo, listar todas las palabras que empiecen por una letra
determinada, decir las funciones que tiene un determinado objeto, etc.) en un número
reducido de dimensiones comunes a dichas pruebas. Por tanto, una vez se administran
las distintas pruebas a una muestra representativa de personas y se aplican los
estadísticos adecuados, se obtiene una matriz factorial en la que dichas pruebas se
agrupan en un factor determinado en función de su similitud o su grado de relación.
Este factor refleja una capacidad teórica y abstracta que se activa cuando se tienen
que realizar las tareas que han entrado a formar parte del mismo. La teoría factorial
permite así identificar los factores más básicos, los intermedios y los más generales
que definen la inteligencia prestando atención a las variaciones entre los indivi duos
en la ejecución de los test. Distintos autores han propuesto teorías factoriales de la
inteligencia planteando, en unos casos, una estructura jerárquica de la misma y, en
otros, un conjunto de capacidades relativamente independientes, diferenciándose tres
teorías sobre las aptitudes que son la monárquica, la oligárquica y la anárquica. En la
monárquica se postula la existencia de un solo factor general, que sería el que explica
el rendimiento en todas las tareas cognitivas; la oligárquica plantea que existen varios
factores amplios de aptitud, que también repercuten en la ejecución de las tareas; y la
anárquica supone que cada tarea depende de una aptitud específica.
Defender la idea de inteligencia como una aptitud general supone que se
demuestre que ésta interviene de forma efectiva en una variedad de resultados,
teniendo una función integradora en el individuo y que, además, aparezca como un
factor estadístico compartido por la mayor parte de las personas (Butcher, 1968).
3. TEORÍAS JERÁRQUICAS DE INTELIGENCIA
Las teorías jerárquicas de la inteligencia plantean que la inteligencia está
estructurada en forma de pirámide, situándose en la base las capacidades más
específicas y en posiciones superiores las generales. Aunque todos estos modelos
emplean el análisis factorial para identificar las dimensiones que configuran la
36
inteligencia, existe cierta polémica sobre el número de dimensiones relevantes y
sobre cómo están distribuidas. Las distintas teorías jerárquicas proponen modos
distintos de organización, dependiendo muchas veces, del tipo de análisis factorial
que hayan empleado o del diseño metodológico concreto, por lo que han sido
criticadas. Schlinger (2003) cuestiona las teorías sobre inteligencia general
planteando que «g» ha sido una extracción estadística en la que se ha producido un
error de reificación, habiéndose utilizado la simple evidencia estadística para explicar
ese fenómeno y produciéndose un razonamiento circular que, en realidad, nos hace
dudar de si realmente «g» es un constructo con entidad propia o un simple factor
fruto del análisis estadístico de datos. Pero, pese a las críticas, numerosos han sido los
trabajos que avalan la existencia del factor «g» con diversas poblaciones y en
diversos momentos históricos. En este apartado se va a revisar brevemente las teorías
que consideramos más relevantes.
La teoría de la inteligencia de Spearman
Spearman (1904 a, b) estudió la inteligencia basándose en los trabajos de Galton y
se centró, sobre todo, en la relación de los procesos básicos de discriminación de
estímulos visuales, auditivos y táctiles con el rendimiento académico. En sus
primeros experimentos encontró que existía una correlación positiva entre dichas
medidas, por lo que consideró que debía existir un factor común, general, responsable
de ese rendimiento, al que llamó inteligencia ge neral o factor «g». La varianza
residual que no explicaba este factor sería la información específica de cada test, y lo
denominó factor «s». Así, elaboró la teoría bi-factorial de la inteligencia en la que
señala que existen dos factores de inteligencia: un factor general (g) que tiene un
componente genético y un conjunto de factores específicos (s) que están asociados a
las pruebas psicológicas utilizadas. Planteó que el factor general de inteligencia es
fuente de conocimiento, una actividad comprehensiva que es necesaria para realizar
tareas complejas tales como inferir reglas, predecir consecuencias, analizar
elementos, etc., tareas no sólo de tipo académico, sino también técnicas, prácticas o
sociales, necesarias en la vida cotidiana (Sánchez-Cánovas y Sánchez-López, 1994).
Spearman consideró al factor «g» como una energía mental constante y fija, de modo
que, para que una actividad mental comenzase, otra debería haber finalizado. Los
factores específicos se corresponden a la tarea exigida por el test concreto que ha sido
administrado. Esta teoría, en términos estadísticos, supone que en un análisis factorial
todos los test saturen en un único factor, ordenándose jerárquicamente de acuerdo al
peso que tienen en dicho factor. Además, Spearman propuso que los factores
específicos, al ser propios de cada test no estarían correlacionados entre sí y, cuando
existan correlaciones, serían de baja magnitud.
También planteó distintos teoremas o principios para explicar la relación entre «g»
y «s». Con el principio de la indiferencia del indicador explicó cómo,
independientemente de la prueba que utilicemos, si ambas han sido diseñadas para
medir inteligencia, la puntuación obtenida con una prueba debe ser similar a la
obtenida con otra. Otra aportación de Spearman fue la ley de las diferencias tetrádicas
con la que explicó cómo la correlación entre cuatro test, combinadas dos a dos deben
37
ser idénticas. Esto significa que la magnitud de la correlación entre el test 1 y el test 2
multiplicada por la correlación entre el test 3 y el test 4 debe ser igual que la
correlación entre el test 1 y el 3 multiplicada por la correlación entre el test 2 y el 4.
Las diferencias entre estos pares de correlaciones tendrían que distribuirse
normalmente alrededor del valor cero, con una desviación típica predecible desde la
matriz de correlaciones. Matemáticamente, esta relación entre variables queda
expresada como:
Spearman en un intento de profundizar sobre la naturaleza del factor «g», propuso
la teoría noegenética, que permite delimitar los procesos cognitivos que están a la
base de un comportamiento inteligente. Es una teoría que pretende explicar todo el
conocimiento humano; con el término noético se va a referir al conocimiento
autoevidente y con genético a la capacidad de generar o crear un conocimiento nuevo.
La noegénesis sería la generación cognitiva de un contenido a partir de conocimientos
nuevos, mientras que la anoegenésis se referiría a los procesos que no son
autoevidentes y que no generan conocimien tos nuevos (reconocer una foto, por
ejemplo). Los procesos noegenésicos se rigen por tres leyes básicas:
1.Ley de aprehensión. Plantea que las experiencias vividas evocan de forma
inmediata un conocimiento de sus características y de quién las ha
experimentado.
2.Ley de la educción de relaciones. Recoge cuando una persona tiene en
mente dos o más ideas y es capaz de establecer las relaciones que puedan
existir entre ellas.
3.Ley de la educción de correlatos. Se refiere a cuando una persona tiene en
mente alguna idea y una relación, y es capaz de traer a su mente la idea
correlativa.
En cuanto a los procesos anoegenésicos destacó tres tipos:
1.Reproducción con la que se evocan elementos ya representados en la
cognición.
2.Desaparición, después de un tiempo los elementos desaparecen de nuestra
conciencia.
3.Variación de claridad, se refiere a la capacidad para mantener un contenido
definido un cierto período de tiempo.
Estos procesos se pueden regular a través de leyes cuantitativas, de las que Juan-
38
Espinosa (1997) destaca la ley del rendimiento constante (las personas tienen un
rendimiento cognitivo total similar en cantidad), la ley de la retentividad (cuando se
ha dado un proceso cognitivo, éste tiende a repetirse), ley de la asociación (dos
acontecimientos que se den juntos tienen mayor probabilidad de darse juntos en el
futuro), y la ley de la fatiga (la información tiende a desaparecer después de un
tiempo). Con estas leyes, el objetivo fue delimitar o materializar los procesos
cognitivos que estaban a la base de esa entidad abstracta a la que se llamó inteligencia
o factor «g». Aunque la teoría de Spearman ha sido bastante polémica, algunas de sus
contribuciones más importantes al estudio de las diferencias individuales en
inteligencia fueron (Brody, 1992):
1.Elaborar un marco teórico racional útil para la construcción de pruebas de
inteligencia. Éstas debían consistir en distintas medidas de la función
intelectual común a todos los seres humanos.
2.Desarrollar métodos para analizar las matrices de correlación, precursores
del análisis factorial, como la correlación por atenuación.
3.Definir la inteligencia como un constructo con entidad hipotética, por lo que
los test siempre serían meros indicadores de esta energía mental.
4.Apoyar empíricamente la idea de que todas las medidas de inteligencia
miden una entidad teórica común.
5.Relacionar la inteligencia con la ejecución en tareas de discriminación
sensorial simple.
Entre las críticas recibidas están, en un primer momento, la del error de medida
que habían planteado Sharp (1898-1899) y Wissler (1901) tiempo atrás y que
Spearman solventó proponiendo la correlación por atenuación. También se cuestionó
la ley de las diferencias tetrádicas como indicadora de la existencia del factor «g»
pues otros autores, como Thomson (1916), habían señalado que podían existir otros
factores comunes que explicasen esta relación. Así, este autor planteó que había unas
unidades independientes en la mente y que el factor común o general sólo aparecía
por probabilidad, es decir, cuando las pruebas de inteligencia muestreaban un número
amplio de unidades. Al mismo tiempo, justificó por qué no se obtenían varios
factores independientes aludiendo a la imposibilidad de separar estadísticamente
todos los procesos que se producían simultáneamente. Otras críticas se centraron en
que se habían observado correlaciones altas entre los test específicos, y aunque
Spearman las había interpretado como semejanza entre los test y, por tanto, había
eliminado una de esas variables en posteriores análisis, no sabemos si realmente esa
semejanza era la causa de la alta correlación. Por otro lado, excluyó test que eran
incompatibles con el modelo a través de la «técnica de purificación» y los consideró
como factores adicionales, a los que llamó perseverancia, voluntad, oscilación o
fatiga (Amelang y Bartussek, 1981). También se ha afirmado que el factor «g» es un
resultado numérico, producto de una serie compleja de manipulaciones estadísticas,
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488000146-PSICOLOGIA-DIFERENCIAL-M-a-Pilar-Matud-Rosario-J-Marrero-pdf.pdf

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  • 2. 2
  • 3. 3
  • 4. MANUALES Y OBRAS DE REFERENCIA SERIE PSICOLOGÍA Dirigida por Gualberto Buela-Casal M.' Pilar Matud Aznar, Rosario J.Marrero Quevedo y Mónica Carballeira Abella 4
  • 5. 5
  • 6. PREFACIO, por M.' Pilar Matud CAPITULO PRIMERO.-HISTORIA Y CONCEPTO DE LA PSICOLOGÍA DIFERENCIAL, Rosario J.Marrero y Mónica Carballeira CAPITULO II.-MODELOS FACTORIALES DE INTELIGENCIA, Rosario J.Marrero CAPITULO 111.-MODELOS COGNITIVOS DE INTELIGENCIA, Mónica Carballeira y Rosario J.Marrero CAPITULO IV-OTROS MODELOS DE INTELIGENCIA, M.' Pilar Matud CAPITULO V.-ESTILOS COGNITIVOS, M.' Pilar Matud CAPITULO VI.-CREATIVIDAD, M.' Pilar Matud CAPITULO VII.-GÉNERO, M.' Pilar Matud CAPITULO VIII.-EL ESTUDIO DE LAS DIFERENCIAS ENTRE MUJERES Y HOMBRES EN LA INVESTIGACIÓN PSICOLÓGICA, M.' Pilar Matud CAPITULO IX.-DIFERENCIAS CULTURALES, Rosario J.Marrero CAPITULO X.-RETRASO Y EXCEPCIONALIDAD MENTAL, Mónica Carballeira CAPITULO XI.-HERENCIA-AMBIENTE: ORIGENES DE LAS DIFERENCIAS INDIVIDUALES, Mónica Carballeira BIBLIOGRAFIA 6
  • 7. M.' PILAR MATUD AZNAR Es un hecho que las personas somos distintas, y esas diferencias se dan en muchas variables. Como señala Leona Tyler (1995), la diversidad es la característica más básica de los seres vivos y es la que posibilita que, mientras unos puedan vivir en un hábitat, otros perezcan, surgiendo así nuevas especies. Pero la selección natural basada en los procesos genéticos no es la única fuente de diversidad, ya que los genes también experimentan mutaciones espontáneas y los hábitat se modifican con el paso del tiempo, por lo que será necesario cambiar para adaptarse a ellos. Y aún son más complejas las fuentes de diversidad en los seres humanos ya que, incluso desde antes de nacer, las experiencias ambientales van a ser diferentes. Lo que ahora somos depende de una compleja interacción entre determinantes genéticos, influencias químicas y nutricionales (pre y postnatales), factores socioeconómicos, métodos de crianza, oportunidades educativas y técnicas en el desarrollo de los seres humanos. Pero, pese a que las posibilidades de desarrollo de los seres humanos son casi infinitas, cada persona vive un número limitado de años, por lo que algunas posibilidades se seleccionan y desarrollan, y otras se dejan. Aunque no todas las elecciones las hace el individuo, sino que algunas las realiza la cultura y la familia. En este libro se recogen las cuestiones que hemos considerado más relevantes en el acercamiento diferencial al estudio de la conducta. Se trata de una forma de hacer ciencia que se centra en la variabilidad de los seres humanos, en el estudio de la varianza y covarianza, es decir, en las diferencias individuales. Desde los trabajos seminales de Galton, y gracias a la metodología estadística desarrollada por autores como Pearson o Spearman, a lo largo de algo más de un siglo se han ido formulando hipótesis y poniéndolas a prueba para así lograr, no sólo describir, sino explicar e incluso predecir la variabilidad de la conduc ta humana. También es destacable su énfasis en la aplicación de las teorías y tecnología que ha desarrollado, sobre todo a las áreas escolar y laboral. Respecto al contenido de los estudios, se ha centrado fundamentalmente en el análisis de las variables intelectuales y de personalidad, si bien en el presente trabajo no hemos tratado, al menos de forma directa, estas últimas. La obra que presentarnos a continuación se estructura en once capítulos. En el primero, se presenta un breve recorrido por la historia de la Psicología Diferencial para, posteriormente, revisar algunos conceptos básicos. Los capítulos II, III y IV se centran en el estudio de la inteligencia. Hemos comenzado por describir los modelos más clásicos, para después tratar los cognitivos, terminando en el capítulo IV con la descripción de los modelos de inteligencia que, a juicio de su autora, hay que tener en cuenta en la actualidad. En los capítulos siguientes se revisan dos de las áreas relevantes en que se manifiestan las diferencias individuales: los estilos cognitivos y la creatividad. A partir de aquí nos hemos centrado más en el análisis de las diferencias grupales: las relativas al género en el VII y el VIII; a la cultura en el IX, y 7
  • 8. a las capacidades mentales en el X. Y, finalmente, en el capítulo XI se revisan los orígenes de las diferencias individuales. Somos conscientes de que el trabajo que presentamos es un acercamiento parcial al estudio de las diferencias individuales, porque el campo es tan amplio y son tantas las teorías e investigaciones que un trabajo de estas dimensiones es, necesariamente, limitado. Pero, pese a que existirían múltiples formas de escribir un libro como éste, nosotras pensamos que, a excepción del estudio de la personalidad, recoge todos los aspectos más relevantes para tener un acercamiento básico y actual al estudio de la conducta desde la perspectiva diferencial. Aunque los capítulos están escritos por personas distintas, todas ellas profesoras de Psicología Diferencial de la Universidad de La Laguna, y esta diversidad queda bien patente en la lectura del libro, compartimos las ideas de Leona Tyler, una de las autoras más relevantes en Psicología Diferencial, quien plantea que, dada la complejidad de la sociedad actual, la diversidad humana supone el mayor reto, ya que no podría funcionar sin las contribuciones únicas de individuos únicos. Sus miembros no son partes idénticas e intercambiables; no compiten unos con otros, sino que se complementan. Y la psicología de las diferencias individuales puede jugar un papel importante para ayudar a las sociedades a satisfacer este reto. Puede llegar a ser la ciencia básica en el intento de los seres humanos de satisfacer el reto de la diversidad. Finalmente, queremos agradecer a todas las personas del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos de la Universidad de La Laguna su apoyo. También queremos agradecer a la editorial Biblioteca Nueva y a Gualberto Buela-Casal, director de la colección, la publicación de nuestro trabajo. Y, de modo muy especial, queremos agradecer a Ana Belén Gutiérrez Fariña y M.' Vanesa Padilla Correa sus comentarios y todo el tiempo que han dedicado a las correcciones de este libro. 8
  • 9. ROSARIO J.MARRERO QUEVEDO y MÓNICA CARBALLEIRA ABELLA 1. INTRODUCCIÓN En la historia de la Psicología se pueden diferenciar, en función del objeto de estudio, cuatro etapas: la del estudio del alma, la de la mente, la de la conducta y, por último, la etapa científica donde se analiza la mente y la conducta (Carpintero, 1996). A lo largo de toda la historia, se ha reconocido la existencia de diferencias entre los individuos que, en función de la época, han sido interpretadas de distintos modos, encontrando desde explicaciones sobrenaturales, hasta naturalistas o cognitivistas. Cualquier observación del individuo nos permite detectar cómo nos diferenciamos en nuestros intereses, costumbres, inclinaciones o en el modo de reaccionar ante distintas situaciones. Desde el nacimiento se observan peculiaridades individuales (facciones, gestos, forma física y modos de pensar, sentir o actuar) que se van afianzando con el desarrollo. Cada persona reacciona de un modo particular frente a los demás y frente al mundo, lo que hace que seamos irrepetibles. El objeto de estudio de la Psicología Diferencial no sólo es la detección de las diferencias, sino el análisis de la naturaleza de las mismas, el conocimiento de sus causas, y de cómo se pueden modular a través del entrenamiento. El estudio de un fenómeno en los individuos particulares también contribuye a una mejor comprensión del fenómeno mismo, por lo que la Psicología Diferencial realiza una aportación directa e indirecta a la Psicología en general. Hubo un tiempo en que la Psicología General y la Diferencial parecieron estar enfrentadas, al emplear paradigmas de investigación diferentes, técnicas correlacionales en el caso de la Psicología Diferencial y manipulación de variables en situaciones controladas en la Psicología General (Cronbach, 1957). Pero, hoy por hoy, la Psicología Diferencial tiende a integrar los planteamientos experimentales con los correlacionales, utilizando una metodología diversa que permita un análisis más completo de las diferencias humanas. 2. DESARROLLO HISTÓRICO DE LA PSICOLOGÍA DIFERENCIAL La historia de la Psicología Diferencial ha estado ligada a la historia de la Psicología en general. En un primer momento, interesó más una teoría que explicase el funcionamiento humano en general que las particularidades, aunque las diferencias siempre hayan estado presentes como parte importante del conocimiento. 9
  • 10. A la hora de exponer los principales acontecimientos históricos, los hemos agrupado en cuatro períodos: la etapa mítica, vinculada a explicaciones sobrenaturales sobre las diferencias entre los individuos; la etapa precientífica, en la que surgen los primeros intentos por sistematizar las diferencias individuales, la etapa científica, en la que aparecen distintas aportaciones de diversas disciplinas científicas; y la etapa de consolidación, que es cuando se constituye la Psicología Diferencial como una disciplina por derecho propio. Antecedentes Míticos En este período, las explicaciones del comportamiento humano se fundamentaban en la Astrología, que marcó un hito importante en la descripción de las personas y que perdura hasta la actualidad. La obra clásica más importante aparece en el año 140 a.C., El Tetrabiblos de Ptolomeo (90-168 a.C.), que planteaba que los individuos, desde el nacimiento, eran particularmente sensibles a la influencia de los planetas y que dependiendo de la posición relativa que tuviesen se configuraría un tipo de persona concreto «dictándose» los acontecimientos que le iban a suceder. Además, ya se hablaba de las cartas individuales o cartas astrales, que se elaboraban a partir de la combinación de tres elementos: el planeta que representaba la cualidad básica, el signo que indicaba cómo se expresa, y la casa, que se refería al lugar donde se expresa. A pesar de su escaso rigor científico, la Astrología contribuyó a que se crearan algunos de los principios que luego se adoptarían por la Psicología Diferencial como el reconocimiento de las peculiaridades individuales, el haber establecido una teoría que explicase las diferencias, en este caso basada en la posición de los astros, y el generar clasificaciones o agrupaciones de características que identificaban a unos individuos frente a otros. Antecedentes Preczentíficos El interés que siempre ha existido por el ser humano ha promovido la búsqueda de explicaciones sobre el porqué de su comportamiento, la naturaleza del mismo, y la medición de sus características esenciales. En la cultura china (alrededor de 1100 a.C.), ya habían aparecido algunos intentos por sistematizar las leyes del comportamiento humano. Concretamente, se desarrolló un programa destinado a los oficiales del servicio civil para determinar su competencia a la hora de continuar en su actual trabajo o para ascender a otros puestos. Las pruebas de rendimiento que empleaban consistían en evaluar cinco artes: música, disparo de arco, equitación, escritura y cálculo. En la Grecia clásica, los pensadores buscaban leyes o principios explicativos racionales o lógicos sobre el mundo, el universo, y más adelante, sobre cómo adquieren los individuos el conocimiento. A través de la observación, creaban relatos o mitos que explicaban la estructura de la sociedad y el universo (Leahey, 1980). Con las obras de Homero, la Ilíada y la Odisea, ya se estaba reflejando el sentido común y la filosofía de los griegos de la Antigüedad, que enfatizaban el conocimiento divino como el único verdadero, entendiendo al individuo como un ser gobernado por 10
  • 11. pasiones y «sesgado» en su percepción del mundo. Los siguientes pensadores dejaron a un lado la creencia en el poder de los dioses para defender la idea de que el mundo está gobernado por un principio (arkhé) del que han nacido todas las cosas (physis) y que es accesible al conocimiento, convirtiéndose ahora la naturaleza, en algo divino. Distintos pensadores, como Tales de Mileto (625-545 a.C.), proponen como principio de vida el agua y ya reconocen las diferencias individuales al proponer que la verdad no necesariamente es una, sino que cada persona tiene su propio modo de ver las cosas. Otros pensadores como Pitágoras de Samos (580-500 a.C.), Heráclito de Efeso (540-480 a.C.), Empédocles de Agrigento (495-435 a.C.) o Demócrito de Abdera (460-370 a.C.) van a cuestionarse, sobre todo, cuáles eran los principios que movían y organizaban el conocimiento del mundo, buscando una explicación única y verdadera. Desde este planteamiento apenas analizaban al individuo, o si lo hacían, era desde un punto de vista general, más que individual. Con los sofistas cambia este prisma de pensamiento, ya no interesa tanto el mundo físico sino el ser humano, y la búsqueda de la verdad se sustituye por enseñar a razonar de forma eficaz (Leahey, 1980). En este período destacan las aportaciones de Platón y Aristóteles, que marcarían gran parte de la historia de la Psicología. Con Platón (428-348 a.C.) comienza la filosofía del racionalismo y del ser, y se sientan las bases para muchos de los planteamientos modernos. Distinguía tres tipos de alma: el alma inmortal o racional que está situada en la cabeza y es la responsable del conocimiento que ordena la vida y de controlar los deseos; el alma impulsiva o animosa que está localizada en el tórax, impulsa las acciones y se encarga de mantener el honor y la gloria; y el alma pasional y apetitiva que está en el vientre y se relacionaba con el placer corporal y la satis facción. En su obra La República reconoce las diferencias individuales cuando intenta asignar a los personajes distintas tareas, según estén dotados y plantea que las distintas cualidades determinan el lugar que deben ocupar los individuos en el mundo social. Propuso una serie de acciones o tareas, a modo de test de aptitud para seleccionar a los soldados de su estado ideal, siendo éste, uno de los antecedentes importantes sobre la cuantificación de capacidades. Aristóteles (384-322 a.C.), aunque discípulo de Platón, hizo un planteamiento muy distinto al de su maestro. Era partidario de basarse en la percepción sensorial y en el sentido común para entender cómo se organizaba el mundo. Para él existía una estrecha relación entre mente y cuerpo, considerándoles inseparables. Al alma le atribuyó tres funciones: la nutrición, el movimiento y la razón. Estas funciones las jerarquizó formando, así, tres niveles diferentes: el del alma nutritiva o vegetativa, propia de las plantas y que permite que se mantenga la especie a través de la reproducción; el alma sensitiva, propia de los animales, que no sólo recoge lo del nivel anterior sino las sensaciones, los deseos y el movimiento local; y el alma humana o racional que tiene la facultad de pensar y, por tanto, de desarrollar una vida moral. Según, Leahey (1980) a Aristóteles se le podría considerar el primer psicólogo del procesamiento de la información pues, para él, la información se recibe a través 11
  • 12. de los sentidos y, una vez procesada y almacenada, actuamos sobre ella para desarrollar el conocimiento universal. De hecho, hace alusión a cómo se organiza la información en la memoria, aludiendo a cuatro leyes de asociación: la semejanza, la contigüidad, el contraste y la causalidad. Además, habla de inteligencia activa, o pensamiento puro e inmortal, idéntico en todos los individuos; y de inteligencia pasiva que es perecedera y diferencia a los individuos en función de la experiencia que tengan con los objetos. El sistema que planteó Aristóteles dejaba entrever un reconocimiento de las diferencias individuales, pues describió a los individuos en función de una cantidad excesiva o deficiente de rasgos. Reconocía que aunque cada sustancia del universo tenía unas propiedades o características iguales para todos los miembros de la misma especie, ésta se manifestaba de forma distinta para cada individuo (teoría hilemórfica de la sustancia). Esta sustancia es lo real y verdadero, presente en todos los fenómenos. Teofrasto (372288 a.C.), discípulo de Aristóteles, continuó desarrollando sus ideas y se cuestionó, explícitamente, por qué a pesar de que toda Grecia «descansaba bajo el mismo cielo» y sus ciudadanos eran educados de la misma manera, todos eran tan diferentes. Así, en su libro Los Caracteres Morales muestra su preocupación por clasificar a los individuos según su comportamiento y propone 30 tipos de personas, en función del rasgo dominante. En general, la filosofía griega va a conformar dos modos de pensamiento, de algún modo, contrapuestos, que se mantendrían en los siglos posteriores: el racionalismo y el empirismo. Con san Agustín (354-430) acaba el período clásico y comienza la era cristiana. Concibe a Dios como el fundador de la realidad y del hombre y éste necesita conocerlo y conocerse a sí mismo como parte de su destino. Plantea que cada alma es creada por Dios de forma individual, negando el principio de la herencia para ensalzar la creación divina. El yo estaría formado por la memoria, el entendimiento y la voluntad. Además, consideró el lenguaje desde un punto de vista diferencial, señalando que los signos de una lengua iban a tener distintos significados según las convenciones que caracterizasen a un pueblo. Este nuevo planteamiento, centrado en Dios y en la fe cristiana, va a predominar en las culturas medievales, dejando al margen todas las aportaciones de la cultura griega clásica. La iglesia se convirtió en la transmisora de la cultura y se creó una psicología introspectiva en la que el individuo, inspeccionando su alma, podía conocer a ese ser superior. El ser humano no tenía sentido en sí mismo sino como un vehículo de la iluminación divina. En esta época, IbnSina (980-1037), conocido en Europa como Avicena, desarrolla su teoría de las siete facultades, ordenándolas según estuviesen más relacionadas con el cuerpo y los sentidos, o por el contrario con el intelecto divino. Este, junto con IbnRosh, conocido como Averroes (1126-1198), revitalizarán las ideas de Aristóteles reconociendo la inmortalidad del alma pero desde un punto de vista teológico más que filosófico. En un segundo período de la Edad Media, santo Tomás de Aquino (1225-1275) integra la visión griega y cristiana. Considera que la razón sólo nos permite conocer al mundo y no a Dios, a éste sólo le podemos conocer a través de su obra en el 12
  • 13. mundo. Ésta es una forma de empirismo, pues todo lo que podamos conocer tiene que haber pasado por los sentidos, tanto por los sentidos exteroceptores clásicos, como por los internos. El intelecto abstrae el objeto de las sensaciones y hace inteligible esas formas. Santo Tomás reconoce implícitamente la individualidad cuando señala que el alma de cada persona es distinta dentro de su especie y ésta se puede multiplicar mediante la materia (Carpintero, 1996). Pero, en general, la Edad Media es una etapa de universales dependientes de Dios, dejando al margen al individuo. En el Renacimiento podemos encontrar la antesala de la Psicología Diferencial. Las ideas humanistas permitieron que el centro de atención pasase desde la naturaleza, el mundo y Dios, a las necesidades humanas. Tres fueron las principales aportaciones de esta época al pensamiento moderno: el mecaniczsmo fisiológico, que considera al cuerpo como una máquina extrapolando esta actitud al cerebro y luego al pensamiento humano; la filosofía de la Naturaleza que especula y propone distintos sistemas solares; y la idea de empirismo, con Francis Bacon (1561-1626) que establece las pautas para un pensamiento inductivo. En esta época, además destacan autores como Pietro Pomponazzi, Luis Vives o Juan Huarte de San Juan. El que más se interesó por las diferencias individuales fue Juan Huarte de San Juan (1529-1588). En su obra el Examen de los Ingenios, publicada en 1575, propone la imaginación, el entendimiento y la memoria como las tres facultades básicas. Recoge las teorías humorales de Hipócrates y Galeno, con los cuatro tipos básicos de temperamento (sanguíneo, flemático, colérico y melancólico) combinados con los cuatro elementos cósmicos (aire, tierra, fuego y agua) y plantea que los humores y temperamentos van a ser diferentes en los distintos ingenios. Así, las personas con cerebro húmedo tendrán más capacidad de re tención y memoria, y las personas con el cerebro seco tendrán problemas de retención pero serán mejores en la representación de figuras (tomado de Colom, 1998). Su teoría, aunque de corte biologicista, reconoce la influencia del ambiente en el desarrollo del ser humano, al señalar que la alimentación de la que se nutre el feto o la climatología pueden influir en la cantidad relativa de un determinado fluido. Es partidario de desarrollar un sistema que identifique el patrón específico de capacidades de los individuos, para poder guiarles de manera adecuada, tanto en su educación como en la ocupación, proponiendo, distintas profesiones en función de las capacidades. La obra de Juan Huarte de San Juan supuso uno de los principales hitos en la historia de la Psicología Diferencial, pero también de la Psicología General, aportando: -Un marco teórico de trabajo, basado en los fluidos corporales y en las funciones cognitivas superiores (entendimiento, memoria e imaginación). -El reconocimiento de diferencias individuales en el funcionamiento cognitivo. -Un sistema de evaluación y clasificación de las características individuales. -Una aplicación de los conocimientos teóricos al mundo educativo, social y 13
  • 14. organizacional. Con la Revolución científica del siglo xvii y el trabajo de René Descartes (1596- 1650) se abre otra línea de pensamiento, el racionalismo moderno. Las aportaciones de Galileo sobre el lenguaje matemático y su sistema cosmológico heliocéntrico, van a permitir que aparezca una nueva ciencia. También contribuyó a ese cambio de perspectiva la Reforma y Contrarreforma de Martin Lutero (1483-1546) que promovió que se desarrollara con más fuerza el individualismo, al margen de la religiosidad que había dominado la época anterior. Descartes defendía que las funciones orgánicas son puros automatismos, disposiciones biológicas, mientras que el alma tiene como función el pensar, el saber racional. El modo de analizar la conciencia sería a través de la reflexión o de la introspección. En esta época destaca también Blas Pascal (1623-1662) que sugirió la cuantificación de la mente humana. Frente al racionalismo de Descartes, en Inglaterra se desarrollaba otra línea de pensamiento con los empiristas (Hobbes y Locke) que se preocupan por las cosas tal y como ocurren. Para ellos las ideas provienen de la experiencia, por lo que la fuente principal de conocimiento son las sensaciones. A partir de la Ilustración y con los descubrimientos de Newton sobre la explicación de la Naturaleza se retoma el empirismo, de la mano de autores como Berkeley, Hume y Kant, cuyo fin era conocer la generalidad, más que la individualidad. El único que reconoce, en cierta forma, las diferencias individuales va a ser Jean-Jacques Rousseau (1712-1778) al proponer la libertad del hombre y realzar los sentimientos frente al racionalismo y la artificialidad que existía en la civilización. En el siglo xix surge el romanticismo, que va a poner de relieve el estudio de las pasiones humanas y, sobre todo, del inconsciente. Los filósofos románticos, en su búsqueda del infinito, se dejan llevar por sus pasiones, aunque sean violentas, y plantean la idea de voluntad, algo así como la realidad de la materia que está oculta tras las apariencias (tomado de Leahey, 1980). Esta voluntad la reconocían como individual y particular, de modo que cada individuo podía elegir si deseaba controlarla o dejarse llevar por la misma. Este planteamiento va a ser la base de algunas de las ideas que, posteriormente, desarrollaría la Psicología Diferencial. Comienza a valorarse la diferencia, como en el caso de las personas excepcionales, genios o artistas, a los que se les idolatra. Los románticos consideraban la naturaleza como algo orgánico, en desarrollo y que se perfecciona a sí misma. Por tanto, supone un reconocimiento de la capacidad inteligente de la propia materia al considerar que ésta se autoperfecciona y autodirige en el tiempo (Leahey, 1980). Pero el estudio sistemático de las diferencias individuales y la cuantificación de las mismas proviene de la Astronomía. Desde principios del siglo xvin en el observatorio de Greenwich a través del método ocular y auricular se observaba el paso de las estrellas por una línea crítica cuantificando con el reloj el momento en que la estrella llegaba a la linea y el momento en que la traspasaba. Este método, durante años se consideró exacto, hasta que en 1796 el director del laboratorio despidió a su ayudante Kinnebrook porque registró el paso de las estrellas décimas de 14
  • 15. segundo más tarde que su jefe, haciendo, de este modo, notar que el método tenía un margen de error. E W.Bessel (1784-1846) se interesa en estudiar esas escasas diferencias que existían entre los observadores y crea la denominada ecuación personal para referirse a la diferencia en segundos entre las estimaciones de dos observadores. De esta forma se obtuvo el primer registro de datos sobre diferencias individuales en tiempo de reacción. Bessel, no sólo observó diferencias interindividuales, sino que además encontró oscilaciones de la ecuación personal con el paso del tiempo en un mismo observador, es decir, diferencias intraindividuales. En el siglo xix, comienzan a desarrollarse técnicas de medida más sofisticadas, corno los cronógrafos y cronoscopios, y se pudo evaluar a los observadores de forma independiente y objetiva sin tener que compararles con otro observador. Simultáneamente, un físico alemán Hermana von Hehnholtz (1821-1894) estudiando el impulso nervioso en la pata de una rana había encontrado que estos impulsos eran susceptibles de medida. Ambas investigaciones, la de Bessel y Helmholtz, influyeron en el estudio del tiempo de reacción que desarrollaría el fisiólogo holandés E.C.Donders (1818- 1889) a través del método de sustracción que lo permitía obtener el tiempo que requerían determinados procesos mentales, tanto de elección como de discriminación de estímulos. A este método lo llamó cronometría mental, que sería luego perfeccionado por los psicólogos experimentales cognitivos. Concretamente, Wundt (1832-1920) va a ser el que proponga el estudio científico de los procesos conscientes ligados a la experiencia, creando el primer laboratorio de Psicología experimental en Leipzig (1879). Wundt estudia las sensaciones y los conocimientos más elementales a través de la descripción o manifestación de estados emocionales y analizando el tiempo de reacción. Su objetivo era establecer los principios generales que gobiernan el funcionamiento humano, dejando al margen el estudio de la variación individual pues las diferencias indivi duales se interpretaban corno errores casuales. Las aportaciones de Wundt y su orientación metodológica objetivista e introspeccionista, hizo que se le acuñase corno el padre de la Psicología experimental y que creara escuela. Su influencia se hizo notar en distintos autores posteriores, corno fue el caso de Galton, con su énfasis en las respuestas sensoriomotrices. Según Anastasi (1958), la Psicología experimental aportó a la Psicología Diferencial la demostración de que los fenómenos psicológicos se podían someter a una investigación objetiva, además del hecho de que las teorías psicológicas podían comprobarse con datos reales. A pesar de que esta época estuvo dominada por el paradigma experimental y por la búsqueda de leyes generales, destacan las aportaciones de Gall o Spencer que se interesaron por las diferencias individuales, Gall (1758-1828) sostuvo la idea de que el cerebro es el asiento del alma. Rechazó la teoría de las facultades por considerarla demasiado simplista para explicar el complejo funcionamiento de la mente, aunque no negó su existencia, sino que pensaba que era demasiado genérica para explicar aspectos concretos. Pretendía medir el cerebro de modo objetivo, proponiendo que su tamaño y forma iban a determinar las capacidades mentales del individuo; las habilidades más desarrolladas se corresponderán con una mayor protuberancia de la zona del cráneo donde estuviera localizada la función. A partir de estos planteamientos, Gaspar Spurzheim (1776-1832), discípulo de Gall, va a acuñar el 15
  • 16. término frenología, para referirse a la relación entre la forma del cráneo y la localización de los distintos sentidos situados en áreas determinadas del cerebro. Ambos, realizaron una topografía del cráneo, dividiéndolo en 37 áreas en cada una de las cuales se localizaba una facultad determinada. Aunque el movimiento frenológico hoy en día ha perdido importancia, en ese momento fue un propulsor del reconocimiento de las diferencias individuales, además de aportar la medición objetiva de variables conductuales, fisiológicas y psicológicas. Antecedentes Científicos Desde disciplinas tan diversas corno la Psicofísica, la Estadística, la Biología evolucionista, la Medicina o la Educación, se han identificado diferencias entre los individuos que no sólo dan cuenta de la enorme variabilidad entre los seres humanos, sino de la importancia del estudio sistemático de las diferencias a todos los niveles. La Psicofísica aparece por primera vez con esta denominación de mano de Fechner (1801-1887), médico y físico que pretendía probar, de forma experimental, la relación entre el cuerpo y el alma. Su trabajo estuvo influido por los estudios de Weber (1795-1878) sobre los umbrales diferenciales, y a través de un experimento consistente en sopesar objetos para conocer la diferencia más pequeña de peso que un individuo podía percibir, descubrió que no todos los individuos hacían la misma estimación (diferencias interindividuales). Y al mismo tiempo, observó que las estimaciones para cada individuo permanecían constantes, a esto último, lo denominó la «ley de Weber», que demostraba la regularidad o estabilidad intraindividual de las estimaciones (Reuchlin, 1980). La principal aportación de la Estadística fue el descubrir que ciertas medidas como la talla, el peso o la amplitud del pecho seguían una distribución de frecuencias similar a la curva propuesta por Laplace y Gauss. Quetelet (1796-1874) aplicó esta distribución de datos a variables biológicas y sociales. Para Quetelet, en esa distribución se encontraba el verdadero individuo que había dado la naturaleza y éste se situaba en la media, mientras que las desviaciones de la misma reflejaban los errores de la naturaleza, por exceso o defecto. Desde esta perspectiva, las diferencias individuales podían ser interpretadas como «errores» de la verdadera dimensión o atributo objeto de estudio. Esta idea se mantuvo durante mucho tiempo en la Psicología que, en ese momento, estaba más centrada en la búsqueda de leyes generales que en los aspectos individuales. Las teorías Biológicas Evolucionistas se desarrollaron durante el siglo xix, siendo los principales representantes Lamarck, Darwin y Spencer. Lamarck (1744-1829), en su estudio sobre los animales invertebrados, va a plantear que los organismos cambian y que este proceso depende de las influencias del medio ambiente. Darwin (1809-1882), en sus viajes alrededor del mundo, observó que existían distintas formas naturales que se adaptaban de un modo extraordinario al hábitat en el que vivían. A partir de estas observaciones, un tanto asistemáticas, dedujo que la naturaleza era capaz de producir distintas variaciones entre los seres vivos y que algunas eran 16
  • 17. seleccionadas para perpetuarse. Con su obra El origen de las especies (1859) negó la inmutabilidad de las especies, afirmando que las diferencias individuales eran las que permitían la selección natural siendo los mejor dotados los que tenían más posibilidades de adaptación y supervivencia. También sugiere que a partir de los cambios adaptativos, las especies se diferenciarán del tronco común, y que los ambientes también cambian, seleccionándose nuevos rasgos para su perpetuación. En Inglaterra, Spencer (1820- 1903) basándose en el asociacionismo de autores como Locke o Hume, en la fisiología sensomotriz y en la teoría de la evolución natural de Lamarck, empieza a hablar de procesos de diferenciación dando un empuje a lo que luego sería la Psicología de las Diferencias Individuales científica. Todos los acontecimientos, experiencias y procesos están conectados por medio del principio de contigüidad, de modo que si un hecho sucede, produciendo un efecto, probablemente estos dos estados vuelvan a aparecer juntos en el futuro. Spencer incorpora las ideas evolucionistas a su teoría, pero integrándolas con la propia experiencia del individuo, por lo que reconoce la existencia de variaciones entre los individuos durante el proceso de adaptación. Su planteamiento podría considerarse el precursor de las teorías sobre inteligencia, que va a ser considerada la dimensión, a través de la cual, se pueden ordenar las especies. En esta misma época, desde la Biología, Mendel (1822-1884), experimentando con el cruce de plantas, demostró que la combinación fortuita de factores hereditarios determinaba la singularidad del ser vivo. Elaboró los primeros modelos sobre la transmisión hereditaria de características físicas, estableciendo las combinatorias que explicaban por qué un nuevo ser tenía aspectos co munes con sus progenitores, aunque fuera diferente a éstos. Posteriormente, las leyes de la genética mendeliana se expandieron a la Psicología, desarrollándose infinidad de trabajos que pretendían demostrar la heredabilidad de las distintas características psicológicas. Desde la Fisiología, las principales aportaciones vinieron de la mano de Gall (1758-1828), que destacó por estudiar la naturaleza humana a través de las funciones cerebrales. Bell (1774-1842) o Flourens (1794-1867) habían encontrado que los hemisferios cerebrales funcionaban como unidad y no tenían órganos específicos como había planteado Gall. En esta época se empezaron a descubrir distintos tipos de nervios (sensitivos y motores), así como las funciones que éstos tenían como transmisores de información. Todo ello, junto con el estudio de Broca (1824-1880) sobre personas con lesiones en áreas concretas que manifestaban determinadas alteraciones conductuales, permitió estudiar el cerebro de forma científica. Pero de nuevo, este tipo de planteamiento buscaba leyes idénticas para todos los individuos que regularan la acción del cerebro. Bain (1818-1903) fue uno de los primeros en conectar la Fisiología con la Psicología; estuvo influenciado por Müller (1801-1858) que planteó la cualidad de las sensaciones como dependientes de los nervios, más que de los estímulos, reduciendo así el conocimiento a transmisión neural. Bain consideraba que el cerebro tenía la función de asociar e integrar la información sensitiva que llegaba a través de respuestas motoras, activando la energía muscular y formando el conocimiento. En una de sus obras va a reconocer la importancia de las diferencias humanas al intentar clasificar a los individuos según distintas 17
  • 18. características (tomado de Carpintero, 1996). Los intentos por conocer al ser humano provienen de distintas disciplinas pero John Stuart Mill (1917) va a proponer una ciencia específica que estudia la naturaleza humana, y la llamó Ethología. Este autor también va a estar influido por el asociacionismo imperante, los fenómenos que se dan varias veces unidos, acaban por formar un grupo o lo que también denominó «materia». En Alemania, destacó el trabajo de Johann Friedrich Herbart (1776-1841) que aplicó el paradigma newtoniano fisicalista al estudio de la mente, señalando la importancia de las diferencias individuales al afirmar que cada mente es única y que la Psicología debe estudiar las experiencias internas, pero mantiene, como muchos autores de su época, que el modo en que se regulan las ideas es común a todas las personas. Los avances médicos también permitieron crear taxonomías sobre las enfermedades, lo que contribuyó al avance de la Psicología, en general, y de la Psicología Diferencial, en particular. Dentro de esta área resultaron de especial interés las aportaciones de la Psiquiatría que, en su afán por clasificar las distintas alteraciones mentales sentó las bases de los sistemas caractereológicos. Es de destacar la clasificación de Pinel (1745-1826), la de Esquirol (1772-1840) o la de Kraepelin (1856-1926) que permitieron elaborar material para explorar la sintomatología de los pacientes, creándose muchos de los métodos de evaluación conocidos (entrevistas, test...). En el campo educativo destacó el interés por educar a todas las personas del mismo modo, dando igualdad de oportunidades. Esto promovió que el Estado contratase a psicólogos especializados en detectar las diferencias educativas o de aprendizaje con el objetivo de solucionar esas diferencias. Por tanto, aunque más que la diferencia, interesaba la igualdad, las primeras eran importantes en la medida en que aportaban conocimiento sobre el comportamiento humano. Además, fue una etapa en la que se diseñaron diversas pruebas que pretendían evaluar las capacidades cognitivas y/o intelectuales de los individuos. Todas estas disciplinas contribuyeron a despertar el interés por las diferencias individuales en la medida en que proponían métodos para medir y clasificar los comportamientos humanos. Aunque, en un principio, el objetivo fue buscar leyes generales que explicasen el comportamiento, en la búsqueda de esas similitudes surgieron diferencias. De ahí que resulte complejo separar los antecedentes históricos de la Psicología Diferencial de los de la Psicología General. Consolidación de la Psicología Diferencial Muchas disciplinas, como hemos señalado, han reconocido las diferencias individuales, pero el estudio sistemático de las mismas, según los distintos manuales de Psicología Diferencial, se atribuye a Galton desde Inglaterra, y a Binet desde Francia. Ambos se interesaron no sólo por explicar las diferencias individuales sino por generar procedimientos de medida que permitieran demostrar empíricamente estas diferencias, a las que ya habían aludido sus antecesores. También destaca el 18
  • 19. trabajo de Cattell, que desde un punto de vista aplicado, «traslada» todo este movimiento que se estaba produciendo en Europa a Estados Unidos. «Galton y su planteamiento diferencialista» Los orígenes científicos de la Psicología Diferencial se atribuyen a Francis Galton (1822-1911), siendo el primero en analizar experimentalmente las diferencias humanas. En base a la teoría de su primo Darwin, sobre la evolución, propone que la selección natural es responsable de las diferencias individuales entre los miembros de una determinada especie (Colom, 1998). En su libro Hereditary Genius, publicado en 1869, hizo un análisis biográfico de familias inglesas en las que el progenitor era un hombre eminente, y observó que sus descendientes seguían una línea similar en cuanto a nivel de ejecución, de ahí que pensase que la inteligencia y otras características mentales podían heredarse. Casi paralelamente, aparecen las leyes de la herencia de Mendel lo que contribuyó al desarrollo de su teoría. Para demostrar la influencia de la herencia también realizó estudios con gemelos. Galton obtuvo datos objetivos de un gran número de individuos emparentados y no emparentados, con el propósito de descubrir el grado de semejanza o diferencia entre ellos. En 1882 creó en Londres el Laboratorio Antropométrico en el que medía directamente ciertas variables psicológicas a través de tareas experimentales. Los test empleados por Galton se basaban en la utilización de objetos para medir las capacidades sensoriales (visual, acústica y cinestésica). Con los datos obtenidos, Galton confeccionó tablas, gráficas, valores medios, etc., basándose en la curva normal de Gauss (1809) e ideó un esquema explicativo que permitía relacionar variables. Posteriormente Pearson (1857-1936), uno de sus discípulos, sería el que diseñara la expresión matemática que actualmente conocemos como el coeficiente de correlación. Galton también ha sido considerado el precursor del estudio del tiempo de reacción en tareas de discriminación sensorial. Él creía que toda la información pasaba a través de los sentidos y que cuanto más capaz fuese el individuo a la hora de percibir, más dotado estaría intelectualmente. Tal vez, el principal inconveniente del planteamiento de Galton fue el movimiento eugenésico que promovió y en el que se abogaba por la selección de los mejores dotados para mejorar la especie humana. Esta interpretación de la selección natural y de la heredabilidad creó grandes debates, desafortunadamente aún vigentes, acerca de la superioridad de unos grupos frente a otros. En cualquier caso, Galton contribuyó a establecer un área de estudio propia siendo el primero en plantear el problema de las diferencias individuales, en promover el uso de los test y en emplear procedimientos matemáticos para construir y analizar las diferencias. «La propuesta integradora de Cattelli> James McKeen Castell (1860-1944) trabajó con Galton en Inglaterra y con Wundt en Alemania, por lo que pudo integrar las ideas del primero, sobre la importancia de los procesos sensoriales en la comprensión de la inteligencia, con el planteamiento experimental del segundo, interesándose en la medida y evaluación. A su regreso a Estados Unidos promovió el uso de la evaluación y, sobre todo, introdujo el término 19
  • 20. test mental. Cattell creía que la agudeza del individuo para hacer discriminaciones sensoriales reflejaba una capacidad general y sólo podían evaluarse con cierta precisión los procesos básicos, pero no los procesos complejos o superiores. La primera vez que Cattell habla del término test mental es en 1890, describiendo una serie de pruebas que aplicaba anualmente a los universitarios para determinar su nivel intelectual. Sin embargo, las pruebas diseñadas por Cattell no mostraron los resultados previstos, pues no sólo existía poca correspondencia entre uno y otro test sino que aparecían divergencias en una misma persona, evaluada en distintas ocasiones. Además, los resultados apenas se correspondían con las calificaciones académicas y con las valoraciones independientes del nivel intelectual que estimaban los profesores (Anastasi, 1958). A pesar de ello, influyó en los trabajos de autores americanos y europeos, destacando el alemán Ebbú-ighaus, que desarrolló algunas de las pruebas de Cattell, creando el test de completar frases en textos con sentido. Y Thorndike que fue uno de los pioneros en plantear la existencia de múltiples capacidades intelectuales frente a la idea que subsistía de capacidad unitaria (Andrés, 1997). «Aportaciones de Binet a la Psicología Diferencial» Galton y Cattell habían defendido un modelo funcionalista asociacionista en el que no existían diferencias cualitativas entre los procesos involucrados en las tareas simples (por ejemplo, tiempo de reacción) ni en los procesos relacionados con las tareas complejas (por ejemplo, solución de problemas) aunque ambos se centraron, sobre todo, en el estudio de tareas simples, sensoriales y motoras. Alfred Binet (1857- 1911) va a adoptar un modelo en el que incorpora la medición de procesos complejos que tienen lugar en distintas situaciones vitales y que reflejan la inteligencia del individuo. El gobierno francés estaba interesado en identificar a los niños con más o menos éxito escolar y propuso a Binet, junto con Simon, el desarrollo de un informe en el que analizaran las variables implicadas. Así, se diseñaron test que medían capacidades complejas como abstracción, atención, sugestión, fuerza de voluntad, comprensión, memoria o las actitudes morales con las que fueron capaces de detectar las diferencias individuales en ejecución escolar. En 1904, aparece el primer test de inteligencia, en realidad era una batería de test, consistentes en una serie de 30 pruebas ordenadas en función de su dificultad y agrupadas en niveles de edad. Las tareas estaban organizadas por grupos de edad, para recoger los temas que la mayor parte de niños de esa edad eran capaces de resolver. Las diferencias con la media del grupo permitían clasificar al niño como aventajado o desventajado en relación al grupo. De este modo, Binet no solo clasificó los test en grupos, según su dificultad, sino que además introdujo el concepto de edad mental como unidad de medida que explicaría los resultados obtenidos en las distintas pruebas. Los test de Binet rápidamente fueron acogidos por los profesionales de todo el mundo, apareciendo traducciones en distintas lenguas. Sus aportaciones al área de la Psicología Diferencial se centraron en el interés por las diferencias individuales, el énfasis en el estudio de procesos mentales complejos, el desarrollo de los test mentales junto con un procedimiento de medida riguroso y la función eminentemente aplicada de sus 20
  • 21. trabajos. Terman (1877-1956) hizo una de las revisiones más importantes de las escalas de Binet, que fue conocida como la Stanford-Binet y es aquí donde se habla por vez primera del cociente de inteligencia (CI), solventándose, así, el problema de la arbitrariedad que parecía existir con el concepto de edad mental propuesto en un primer momento por Binet. El CI fue definido como el cociente entre la edad mental y la edad cronológica obteniendo, así, un índice sobre el desarrollo mental de un individuo dado. Estos primeros test se administraban de forma individual y requerían la pericia de un evaluados, tanto para aplicarlos como para interpretarlos. Posteriormente, con la demanda del ejército por querer evaluar a gran nú mero de individuos en poco tiempo, bajo la dirección de Yerkes se crearon los test colectivos, apareciendo el Army Alpha Test y poco después el Army Beta Test. El Alfa se empleó de modo general y el Beta era una forma no verbal que se utilizaba con personas analfabetas y extranjeras. En ese momento, se proponen también nuevas formas de clasificación, pues el concepto de edad mental no era aplicable a población adulta, y se crean sistemas de puntuación basándose en las normas de grupo. Con el transcurso del tiempo estos primeros test que pretendían medir una capacidad general, llamada inteligencia, fueron sustituidos por otros más específicos que intentaban apresar distintas características de los individuos, como su capacidad espacial, verbal o numérica. E incluso se desarrollaron pruebas que pretendían evaluar aspectos no intelectuales del individuo como los intereses, pautas de ajuste y rasgos de personalidad. De este modo, la medición de las variables psicológicas va a constituir un hito en la historia de la Psicología, en general, y de la Psicología Diferencial, en particular. En 1900, el psicólogo alemán William Stern (1871-1938) publica el primer libro sobre diferencias individuales, en el que plantea la naturaleza de las diferencias, no sólo entre individuos sino entre grupos, analizando además qué factores determinaban estas diferencias (hereditarios, sociales, culturales o climáticos) y cómo se manifestaban las mismas, identificando indicadores diversos como la expresión facial, escritura, etc. Analizó conceptos como individualidad y normalidad/anormalidad, haciendo un recorrido por los distintos métodos de evaluación usados hasta el momento (la introspección, la observación, la anamnesis y los test) y recogió algunos datos sobre diferencias individuales, tanto en capacidades básicas y complejas como a nivel emocional. De hecho, fue Stern el que utilizó por primera vez el término Psicología Diferencial. Aunque ésta era una disciplina que, de alguna manera, se venía fraguando a lo largo de toda la historia de la Psicología. El interés de filósofos clásicos y científicos del siglo xix por conocer al ser humano y sus características, unido a las necesidades sociales generadas tras la Revolución industrial y la Primera Guerra Mundial, así como el desarrollo de técnicas que permitieron la medición psicológica, propiciaron el interés por las diferencias individuales, permitiendo el surgimiento de la Psicología Diferencial como disciplina científica (Sánchez-Cánovas y Sánchez-López, 1994). Posiblemente, el hecho de que en esta época hubiese un interés extremo en descubrir las leyes generales del 21
  • 22. comportamiento, al mismo tiempo que se observaba mayor capacidad en algunos individuos frente a otros, contribuyó a que las diferencias se trataran separadamente y a que se creara una disciplina distinta, encargada de analizar la variabilidad en el comportamiento humano. 3. APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA PSICOLOGÍA DIFERENCIAL En un contexto histórico, en el que interesaba fundamentalmente encontrar leyes generales que explicasen el comportamiento humano, los investigadores de la época descubrieron que, hasta en los procesos más simples la diferencia era la norma y no la excepción. El objetivo básico de la Psicología Diferencial es encontrar las regularidades que explican el comportamiento de los individuos. Además, esta disciplina se ha esforzado en plantearse el estudio de las diferencias desde una perspectiva científica, lo que garantice que sus descubrimientos no sean meras especulaciones. Por ello, utiliza un proceso hipotético-deductivo y presta especial atención a la selección de los sujetos que forman parte de la investigación. Desde un punto de vista rigurosamente científico, resulta imprescindible considerar la diferenciación psicológica humana y tratarla como algo propio de la humanidad, ya que si ignoramos la existencia de diferencias, el potencial psicológico del ser humano quedaría empobrecido (Pelechano, 1998). De modo que, como señala Sixtl (1972) la Psicología Diferencial se va a ocupar de las diferencias entre individuos o entre grupos. Estas diferencias se pueden estudiar de forma transversal, analizándolas en un determinado momento o de modo longitudinal, a través del ciclo vital (Amelang y Bartussek, 1981). Bachs (1980), la define como «el estudio comparativo de las diferencias psicológicas entre los individuos, tanto en lo que concierne a la variabilidad interindividual, dentro de grupos homogéneos, como a la variabilidad intergrupos (grupos que difieren por la edad, el sexo, el medio social, la raza, etc.)» (págs. 14-15). Y Sánchez-Cánovas y Sánchez-López (1999) consideran que «la Psicología Diferencial es la disciplina científica que tiene por objeto observar, describir, medir, predecir y explicar las diferencias en conducta entre individuos y entre grupos, con el fin de extraer y formular regularidades, tomando en consideración las variables pertenecientes al sujeto, las pertenecientes a la situación y la interacción entre ambas. Los conocimientos alcanzados pueden utilizarse, en su caso, como base para la intervención, es decir, para modificar esas diferencias» (pág. 39). Además, añaden, que la conducta no es sólo lo visible, sino toda actividad psíquica, que no sólo interesan los resultados sino los procesos mediacionales, que las diferencias no deben analizarse exclusivamente desde un punto de vista cuantitativo, sino también en función de cómo se organizan las variables en cada individuo. Por tanto, la Psicología Diferencial va a centrar sus objetivos en el estudio de la diversidad y de la individualidad, investigando los mecanismos que median en las distintas funciones, procesos y conductas (Sánchez-Cánovas y Sánchez-López, 1999). 22
  • 23. Durante mucho tiempo, la Psicología Diferencial se centró más en los resultados que en los procesos psicológicos. No interesaba cómo se producía el comportamiento, sino la variabilidad del comportamiento en sí misma. Para ello, la Psicología Diferencial ha tenido que emplear a un gran número de individuos que sean representativos de la población, poner a prueba sus hipótesis y generar teorías explicativas acerca de las diferencias. El procedimiento habitual ha sido partir de un tratamiento estadístico de los datos, para elaborar normas o baremos que permitan situar a cada individuo en una posición determinada en relación al grupo de referencia (Tyler, 1965) y, basándose en estos baretnos, comparar el rendimiento de los individuos. En los años 60 y 70, con la revolución cognitiva, y queriendo resolver algunos de los inconvenientes que había planteado la investigación centrada en los resultados, comenzó el interés por el proceso, es decir, por cómo opera nuestra mente. Además, en paralelo se fue fraguando otra línea de trabajo en la que el objetivo fundamental era establecer el origen de las diferencias, tanto desde un punto de vista genético como socioambiental. Gran parte de la investigación en Psicología Diferencial ha sido aplicada, interesándose por la selección y orientación vocacional pero sin crear modelos teóricos y leyes que explicasen las diferencias. En general, según Sánchez-Cánovas y Sánchez-López (1994), algunas de las características que nos permiten identificar el objeto de estudio de la Psicología Diferencial serían las siguientes: 1.Su interés por entender cómo funcionan los individuos partiendo de que son diferentes, pero sin negar lo común. Actualmente, la dicotomía individual frente a general parece estar superada y cada vez se insiste más en la complementariedad de la Psicología experimental y la correlacional. 2.El interés por las leyes que explican las diferencias entre los individuos, por lo que no es una ciencia estrictamente idiográfica sino que también utiliza un enfoque nomotético. 3.Aunque la Psicología Diferencial tuvo y tiene una utilidad aplicada, no se restringe a este campo de actuación, pues el objetivo último que se plantea es el estudio de las diferencias para explicar y predecir el comportamiento humano desarrollando, así, teorías y leyes sobre el funcionamiento de los individuos. 4.Se nutre de la Psicometría, puesto que es básico evaluar y analizar esos datos para llegar a desarrollar las leyes a las que aludíamos anteriormente, pero evidentemente no podemos decir que sea la misma disciplina. 5.La Psicología Diferencial desarrolla sus propios modelos basándose en el estudio de las diferencias, y no hace extrapolaciones a partir de los modelos generales. 6.Aunque la Psicología Diferencial utilice la metodología correlacional, no es el único método empleado. En los últimos años se han ido incorporando 23
  • 24. otras estrategias metodológicas tales como, la metodología experimental, el enfoque cualitativo, el meta-análisis, etc. 7.Aunque en un comienzo, la Psicología Diferencial resaltaba el componente genético de muchos comportamientos y características psicológicas, reconoce la importancia del ambiente y estudia, cada vez más cómo influye la situación en el comportamiento del individuo. 8.La Psicología Diferencial no estudia sólo las variables del sujeto sino también las de la situación. 9.Su campo de estudio abarca mucho más que la inteligencia, aunque ésta haya sido un área con gran número de publicaciones. 10.A la Psicología Diferencial no sólo le interesan las diferencias cuantitativas sino también las cualitativas, así como los procesos mediacionales implicados en las diferencias en comportamiento. En definitiva, dado que las diferencias son algo universal e indestructible deberemos comprenderlas, aceptarlas y utilizarlas para el bien común (Tyler, 1965). Además, su descubrimiento puede tener un fuerte impacto en las decisiones políticas y sociales de un país ya que, en la medida en que se detecten diferencias y/o desigualdades entre los individuos, los responsables políticos tendrán que crear recursos y políticas educativas, de empleo o sanitarias, que palien esas desigualdades contribuyendo, así, a eliminar muchos de los estereotipos y/o prejuicios que existen en la sociedad. En cualquier caso, el detectar diferencias y crear políticas que las contrarresten, tampoco debe suponer el crear una uniformidad entre todos los individuos, pues las diferencias siempre van a existir. Continuaremos diferenciándonos en aptitudes, en intereses y valores, en personalidad, etc., por lo que tenemos que respetar la opción de cada individuo a tomar determinadas decisiones sobre su estilo de vida. La variabilidad individual La variabilidad hace referencia a la diversidad que observarnos en el ser humano, tanto a nivel fisiológico, como psicológico y cultural. Tal y corno planteaba Darwin, la variación genética es necesaria para que se produzca la evolución, pero también la variación psicológica y la cultural van a ser fenómenos básicos en el desarrollo del ser humano. El desarrollo de la corteza cerebral nos ha permitido producir comportamientos más sofisticados y complejos que los de otros seres vivos. Según las teorías biologicistas, estos comportamientos van dejando una huella cerebral que hace que éste evolucione de generación a generación, transmitiendo cada vez comportamientos más elaborados y adaptativos. En general, la individualidad se puede entender corno lo propio del ser humano que le distingue de otros seres de su especie. Todo organismo tiene una organización 24
  • 25. y una estructura, y ambas dan identidad al sistema. La organización y la estructura están determinadas genéticamente pero, una vez se conforma el sistema, éste comienza a interactuar con su entorno; esas interacciones son únicas y autónomas, permitiendo así una identidad específica a ese sistema. La individualidad tiene que ver con la expresión activa de esa identidad (Sánchez-Cánovas y Sánchez-López, 1994). Lo que somos no depende de la genética, sino que lo construirnos a través de una historia de acoplamientos, de adaptaciones al ambiente y de transformaciones, formando así, nuestra estructura cognítíva, emocional, afectiva y motivacional (Sánchez-Cánovas y Sánchez-López, 1994). En un primer momento, somos seres indiferenciados y progresivamente el acoplamiento tanto funcional corno estructural con el ambiente nos permite constituimos como personas diferentes, magnificándose las diferencias intraindividuales y estructurándose las interindividuales (Juan- Espinosa, 1997). En todas las épocas han existido personas que han destacado de sus semejantes según determinadas características ya sea por estar superdesarrolladas como infradesarrolladas. Tenemos a personas exitosas frente a fracasadas, a personas inteligentes frente a poco inteligentes, a genios frente a personas corrientes, etc. La variabilidad individual ha sido una constante y se ha reflejado en el estudio de distintas características tanto de tipo psicológico como fisiológico. Pero como se ha podido observar, al principio las diferencias individuales se estudiaban basándose en tipologías que «enfrentaban» a los individuos de forma dicotómica, teniéndose o no tal característica. En ese primer momento, tal vez, era necesario un acercamiento descriptivo y clasificatorio, pues al comienzo de toda ciencia es importante definir claramente el objeto de estudio para luego generar leyes de funcionamiento. Luego se produjo un cambio de enfoque pues las características psicológicas no parecían ser una cuestión de «todo o nada», es decir, que no hay personas inteligentes y torpes, sino que muchas variables se distribuyen a lo largo de un continuo, existiendo grados o niveles en que se posee una característica. Por ejemplo, se es excepcionalmente inteligente, muy inteligente, medianamente inteligente, etc. Este descubrimiento de que las características psicológicas se distribuyen de acuerdo a la curva normal de Gauss marcó una forma de hacer psicología y, por supuesto, una reinterpretación de las diferencias, entendiéndolas como la variación en relación a la media grupal. Por tanto, la individualidad, aunque corresponda a características personales claramente definidas, tiene sentido en función de características globales de la población a la que el individuo pertenece (Sánchez-Elvira, 1996). Según Andrés (1997) la persona es única en la medida en que está constituida por una combinación de atributos irrepetibles pero son atributos que, al mismo tiempo, lo configuran como parte de una especie determinada, en otras palabras, la individualidad sería «la combinación única de los atributos propios y compartidos entre todos los individuos de la especie» (pág. 58). La individualidad se caracteriza por la variabilidad que, a su vez, se manifiesta a través de la estabilidad, que garantiza la identidad y el cambio, y la generación de nuevos comportamientos (Juan-Espinosa, 1997). Pero el ser humano no siempre es 25
  • 26. consistente, sino que su complejidad hace que, por ejemplo, no tenga los mismos comportamientos ante los mismos estímulos. Como señala, Sánchez-Cánovas y Sánchez-López (1994) esta variabilidad del ser humano tiene un significado funcional-adaptativo pues de alguna manera, la variedad promueve la supervivencia. Concretamente, esta disciplina se encarga de estudiar tanto la variabilidad interindividual como la intraindividual en aspectos como las conductas observables, los procesos cognitivos y los variables motivacionales y emocionales. Además, de la variabilidad entre grupos de individuos que comparten alguna característica, pero al mismo tiempo difieren de otros grupos. Variabilidad interindividual Probablemente, las diferencias interindividuales han sido, dentro del objeto de estudio de la Psicología Diferencial, una de las áreas que más importancia ha tenido, sobre todo, porque son diferencias que no suelen pasar desapercibidas. A nivel lego, todos los individuos se reconocen diferentes ante sus semejantes y, mientras unos destacan en determinadas capacidades o habilidades, otros lo hacen en capacidades diferentes. El estudio de las diferencias interindividuales se refiere al análisis del lugar que ocupa una persona con respecto a otra, o a un grupo, en una característica psicológica determinada. Este acercamiento ha constituido el principal objeto de estudio de la Psicología Diferencial (Amelang y Bartussek, 1981). En él se describe y analiza la variación transversal en las características psicológicas entre individuos de una misma especie y población, en unas coordenadas de espacio y tiempo similares (Andrés, 1997). El interés de la Psicología Diferencial por detectar estas diferencias de una forma objetiva permitió que se desarrollasen procedimientos de medida del comportamiento humano. Normalmente, se estudian las diferencias en dos grandes sistemas: el cognitivo y el afectivo-motivacional. El sistema cognitivo se refiere a las operaciones mentales y/o procesos implicados en el manejo de la información. El sistema afectivo-motivacional recoge las necesidades, senti mientos o emociones que guían nuestro comportamiento. Ambos están interactuando para explicar el comportamiento humano y de ambos dependen, no sólo la toma de decisiones, sino el mantener o no un estilo de comportamiento (Sánchez-Cánovas y Sánchez-López, 1994). Variabilidad intraindividual Las diferencias intraindividuales se refieren a la variabilidad que se produce en el mismo individuo. Las personas se pueden comportar de modos distintos ante la misma situación en función del ciclo vital, y también, se produce variabilidad intraindividual cuando el individuo difiere en distintas características psicológicas o cognitivas, de modo que predominan unas frente a otras. Las diferencias intraindividuales aluden a los distintos aspectos comportamentales, cognitivos, afectivos, etc., que configuran al individuo. Algunos autores hablan de diferencias intraindividuales sincrónicas y diacrónicas. Las sincrónicas son las que reflejan cómo está organizado el individuo en determinados rasgos o dimensiones; y las diacrónicas 26
  • 27. se refieren a los cambios que se dan a lo largo del tiempo, es decir, a las diferencias en distintos períodos vitales, fruto, la mayor parte de las ocasiones, del aprendizaje y la maduración. Variabilidad intergrupal Cuando hablamos de diferencias intergrupales nos referimos a aquellas que aparecen al comparar a grupos de individuos que, previamente, han sido clasificados siguendo algún criterio. Tal y como señala Anastasi (1958), el hecho de poseer ciertas características físicas, ya sea el color de piel, la constitución corporal, o las características sexuales, hace que se establezcan ciertas distinciones a otros niveles, la mayor parte de las veces, impuestas social y culturalmente. Si la sociedad considera que esas características diferencian a los individuos, esta creencia determinará, en parte, las características de su conducta y tendrá una influencia sobre el desarrollo intelectual, emocional y personal. Por otro lado, la pertenencia a un grupo no sólo fomenta ciertos modos de actuación, sino que las reacciones de los demás hacia el individuo estarán influidas por el conocimiento del grupo al que pertenece. Y el individuo, a su vez, actuará en función de las actitudes sociales que encuentre. Las diferencias intergrupales más estudiadas han estado basadas en la raza o etnia, la clase social, la inteligencia, el género y la edad. Estas clasificaciones de los individuos en determinados grupos son para la Psicología, obviamente, arbitrarias, en el sentido de que una persona por ser asignada a un grupo social, no implica que no pueda formar parte de otro grupo diferente. En investigación, hay ocasiones en que interesa analizar las diferencias intergrupales con el objetivo último de identificar aquellos handicap que pueden tener ciertas personas por su condición social y suplir las deficiencias con programas de entrenamiento o mejora. Las diferencias, ya sean intraindividuales, interindividuales o intergrupales, serán objeto de estudio científico por parte de la Psicología Diferencial, con el objetivo principal de hallar unas regularidades básicas, que sean capaces de explicar las acciones, tanto de las personas corno de los grupos (Colom, 1998). 4. CONCEP'T'OS RELACIONADOS CON LA PSICOLOGÍA DIFERENCIAL A lo largo de toda la historia de la Psicología Diferencial se han sucedido distintas concepciones explicativas, análisis metodológicos y modelos específicos sobre las diferencias, existiendo dos modos genéricos de acercarse al comportamiento humano, según el rendimiento o ejecución, y según el estilo u organización del comportamiento. En el primer caso, hablarnos de la capacidad que tiene el individuo para comportarse de un modo determinado y, en el segundo, a la forma en que lo hace (Andrés, 1997). En Psicología Diferencial han sido claves los conceptos de capacidad, rendimiento y habilidad. Por capacidad o aptitud entendemos la potencialidad que tiene un individuo para desarrollar determinadas tareas o funciones. Según Juan-Espinosa 27
  • 28. (1997), el potencial no es de gran utilidad para analizar las diferencias individuales pues dos personas pueden tener el mismo potencial y no tener el mismo rendimiento. Este autor hace un análisis muy ilustrativo de lo que es la aptitud y señala que, además de entenderla como potencial, debemos considerarla como un logro pues «uno puede tener la capacidad de aprender, pero por diversas razones no puede adquirir conocímíento» (pág. 66). La aptitud en términos de potencialidad es estable en el tiempo, mientras que, entendida como logro, es variable y modificable en función del entrenamiento y de las condiciones concretas en que se haya evaluado. En algunos contextos se emplean los conceptos capacidad y aptitud de modo diferente, la capacidad tendría una implicación más general y la aptitud tendría un contenido más específico. El rendimiento o ejecución se puede definir como el resultado cuantitativo obtenido ante una tarea en función de un criterio de adecuación (Andrés, 1997). Este resultado va a depender de distintos aspectos del individuo como son sus capacidades o las estrategias que utiliza para resolver la situación-problema, el interés y la motivación por la situación, etc. Las habilidades o destrezas son aquellas competencias que están presentes en el momento de realizar una tarea y que pueden desarrollarse a través del entrenamiento o la práctica (Andrés, 1997). Tanto en Psicología Diferencial corno en otras áreas de la Psicología, el comportamiento humano necesita ser medianamente estable, consistente y coherente para poder ser estudiado empíricamente. La estabilidad hace referencia a la regularidad del comportamiento, tanto en distintos momentos temporales como en diversas situaciones (Sánchez-Cánovas y Sánchez-López, 1999). La consistencia se refiere a la organización de la conducta, es decir, a la manifestación de un comportamiento regular en distintas situaciones o espacios (Sánchez Cánovas y Sánchez-López, 1999). La coherencia parte del interés por conocer los factores personales y ambientales que determinan la conducta. Podría definirse como las relaciones sistemáticas intraindividuales, entre la percepción de la similitud situacional y la similitud de las respuestas conductuales a esas situaciones (Sánchez- Cánovas y Sánchez-López, 1999). Esta definición lleva implícito que lo importante es la situación percibida, más que la situación física; además debe basarse en el juicio del propio sujeto y no en el del observador. De este modo, se otorga un concepto dinámico de situación en donde lo importante es la representación cognitiva que realiza el individuo. En el estudio científico de las diferencias no sólo debe considerarse la naturaleza psicológica de la persona, de carácter dimensional, sino también las influencias ambientales que recibe, variables que interactúan para producir un comportamiento típico. 5. CONCLUSIONES Las diferencias individuales son un hecho patente en los seres humanos, y el interés por las mismas ha existido a lo largo de toda la historia, aunque su estudio no 28
  • 29. siempre se haya abordado directamente predominando, en determinadas épocas, otro tipo de intereses más generales. El estudio científico de las diferencias no comenzó hasta el siglo xix, de la mano de Galton. En este momento, se asociaban a factores genéticos, pero los distintos trabajos que han analizado múltiples características comportamentales, cada vez van dejando una mayor constancia de la influencia de factores ambientales en el perfil psicológico de los individuos. Aunque aún queda mucho por conocer del ser humano, no cabe duda de que la Psicología ha avanzado considerablemente en las últimas décadas, tanto en la descripción y explicación de muchos fenómenos, como en la formulación de leyes generales de funcionamiento. Pero, al mismo tiempo, se ha observado cierta variabilidad, que ha permitido que cada vez cobre mayor importancia el estudio de aspectos particulares de la individualidad humana. La Psicología Diferencial intenta dar respuesta al por qué de esa singularidad del ser humano, a qué lo hace distinto al resto de sus congéneres. Estas diferencias debemos analizarlas tanto a nivel interindividual, intraindividual como intergrupal. En la medida en que seamos capaces de crear modelos que expliquen estas diferencias, podremos no sólo alcanzar un mejor conocimiento de los individuos, sino contrarrestar aquellas desigualdades que provienen de condiciones desfavorables. LECTURAS RECOMENDADAS ANASTASI, A., Psicología Diferencial, Madrid, Aguilar, 1977. Este manual, aun siendo un clásico, es de obligada cita por su rigor a la hora de exponer los principales tópicos que han interesado a la Psicología Diferencial. En el primer y segundo capítulos la autora comenta el surgimiento de la Psicología Diferencial basándose en las aportaciones de la Astronomía y, además, comenta desde un punto de vista estadístico la variabilidad en las características psicológicas. HERGENHAHN, B. R., Introducción a la historia de la Psicología, Madrid, Thompson Editores, 2001. Éste es un texto sobre historia de la Psicología, relativamente reciente que, de manera rigurosa, recoge las principales aportaciones de autores que han contribuido a formar parte de la historia de la Psicología. Resulta muy didáctico pues al final de cada capítulo presenta un resumen, así como las principales cuestiones tratadas. LEAHEY, T. H., Historia de la Psicología. Principales corrientes del pensamiento psicológico, Madrid, Debate, 1998. Se trata de un manual de referencia sobre la historia de la Psicología, donde se tratan todas las etapas, desde los antecedentes hasta la revolución cognitiva. Sin duda es un texto ineludible de consulta, no sólo de la Psicología General, sino también de la Diferencial. REUCHEZN, M., La Psicología Diferencial, Madrid, Studium, 1972. 29
  • 30. Es un manual clásico sobre Psicología Diferencial, en el que no sólo aparece recogida una aportación específica a la historia de esta disciplina, sino además distintos aspectos conceptuales y metodológicos que se han abordado en nuestra área. SÁNCHEZ-CÁNOVAS, J. Y SÁNCHEZ-LÓPEZ, M. P., Psicología Diferencial: Diversidad e individualidad humanas, Madrid, Centro de Estudios Ramón Areces, 1994. En este manual, los autores hacen un recorrido por los aspectos más relevantes de la Psicología Diferencial. Para este tema son relevantes el primer capítulo, donde analizan el concepto de diversidad e individualidad y el capítulo tercero que describe las diferencias infra e interindividuales así como las intergrupales, atendiendo a la estabilidad, consistencia y coherencia del comportamiento. CUESTIONARIO DE AUTOEVALUACIÓN 1.Los antecedentes históricos de la Psicología Diferencial: a)Se remontan al pensamiento mítico anterior a la era cristiana. b)Se extienden a lo largo de toda la historia de la Humanidad. c)Ambas alternativas son ciertas. 2.En la etapa científica de la Psicología Diferencial: a)Aparecen distintas aportaciones de varias disciplinas científicas. b)Se constituye definitivamente esta disciplina por derecho propio. c)Surgen los primeros intentos por sistematizar las diferencias individuales. 3.La obra de Juan Huarte de San Juan se caracterizó porque: a)Aportó un marco teórico sobre la Psicología General. b)Defendió el reconocimiento de diferencias individuales a nivel cognitivo. c)Supuso una integración del pensamiento mítico y el cognitivo. 4.La línea de estudio de James McKeen Cattell: a)Partió de la integración de las ideas de Galton y de Wundt. b)Unió la base experimental de Galton y la diferencial de Wundt. c)Negó la evaluación como método científico. 30
  • 31. 5.Una de las principales críticas del planteamiento de Galton fue: a)La utilización del tiempo de reacción en tareas de discriminación sensorial. b)El ser pionero en el estudio de gemelos. c)El desarrollo del movimiento eugenésico. 6.El autor que fue reconocido como el pionero en generar test de inteligencia fue: a)Alfred Binet. b)Francis Galton. c)James McKeen Cattell. 7.William Stern destaca por ser: a)El precursor del Cf b)El primer autor que publica un monográfico sobre Psicología Diferencial. c)El primero en diseñar pruebas sobre intereses y actitudes profesionales. 8.Algunos de los factores que determinaron el surgimiento de la Psicología Diferencial fueron: a)Las necesidades sociales generadas por la Revolución industrial. b)La necesidad de desarrollar técnicas de medición psicológica. c)Ambas alternativas son ciertas. 9.Uno de los objetivos de la Psicología Diferencial es: a)Encontrar las regularidades que explican la variabilidad del comportamiento de los individuos. b)Desarrollar nuevos procedimientos de análisis de datos. c)Establecer leyes generales sobre el comportamiento humano. 10.Según Sánchez-Cánovas y Sánchez-López (1994): a)La Psicología Diferencial tiene un enfoque exclusivamente aplicado. b)La Psicología Diferencial utiliza únicamente el método correlacional. c)La Psicología Diferencial estudia las variables del sujeto y de la situación. 31
  • 32. 11.A la Psicología Diferencial le interesa: a)Tanto los resultados como los procesos. b)Los resultados. c)Los procesos. 12.En un primer momento, la Psicología Diferencial, tuvo un enfoque aplicado centrado en: a)La selección y orientación profesional. b)La clasificación de las alteraciones mentales. c)La selección de escolares con capacidad excepcional. 13.La individualidad se define como: a)Las características fenotípicas que nos diferencian de los otros. b)Lo propio del ser humano que le distingue de otros seres de su especie. c)La variación genética de los individuos. 1 14.La mayor parte de las características humanas se distribuyen: a)A lo largo de un continuo. b)De forma dicotómica. c)En forma circular. 15.Según Juan-Espinosa (1997) la individualidad se caracteriza por: a)La variabilidad, estabilidad, identidad y cambio. b)La variabilidad y la consistencia. c)La variabilidad y la inconsistencia. 16.Las diferencias interindividuales son las que: a)Aparecen en el mismo individuo a través del tiempo. b)Aparecen entre los individuos en situaciones concretas. c)Aparecen en situaciones de emergencia. 32
  • 33. 17.Las diferencias intraindividuales diacrónicas son: a)Las que se producen en la misma persona en función de la situación. b)Las que se producen en la misma persona a través del ciclo vital. c)Las que dependen del momento del día y del estado de ánimo. 18.Las diferencias intergrupales: a)Encasillan al individuo en un único grupo del que no puede liberarse. b)Implican que los individuos tengan características comunes por lo que no pueden existir diferencias entre ellos. c)Se establecen entre grupos que tienen características comunes entre sí que les hace diferentes a otros grupos. 19.El concepto de estabilidad hace referencia a: a)La regularidad del comportamiento en distintos momentos y en distintas situaciones. b)La regularidad del comportamiento ante estímulos idénticos. c)La regularidad del comportamiento a través del ciclo vital. 20.La aptitud se define como: a)Él resultado cuantitativo en una tarea en función de un criterio de adecuación. b)La potencialidad que tiene el individuo para desarrollar tareas o funciones. c)Las competencias presentes en el momento de realizar una tarea. SOLUCIONES AL CUESTIONARIO DE AUTOEVALUACIÓN 33
  • 34. ROSARIO J.MARRERO QUEVEDO 1. INTRODUCCIÓN La inteligencia ha sido uno de los tópicos que más volumen de publicaciones ha suscitado. El debate sobre el concepto, así como el modo de evaluarla y las diferencias encontradas, tanto a nivel interindividual como intergrupal, continúa abierto en la actualidad. Este constructo ya preocupó a los primeros pensadores griegos, que observaron que había diferencias en los individuos en el desempeño de las tareas de su vida cotidiana. Platón la entendió como la capacidad para aprender, estableciendo una analogía entre la inteligencia y un bloque de cera, pues era de diferente tamaño en cada individuo y poseía distintos grados de pureza, dureza y humedad. Sócrates decía que si esa cera era pura, clara y suficientemente profunda, al individuo le sería fácil aprender, retener y tendría pensamientos verdaderos, mientras que si era impura, tendría defectos en el intelecto (tomado de Sternberg, 1990). Hobbes (1651, tomado de Sternberg, 1990), se aproximó al concepto de inteligencia distinguiendo entre ingenio natural y adquirido, refiriéndose el primero a las habilidades intelectuales que se poseen más por el uso y la experiencia que por enseñanza directa; y el segundo que alude a lo adquirido por la cultura y la enseñanza. Hobbes creía que las diferencias entre las personas en inteligencia se deben a las pasiones (motivaciones), que son diferentes en parte por constitución y en parte por la educación pero, sobre todo, por esta última. En este planteamiento ya comienza a aparecer la dicotomía naturaleza- ambiente, que va a ser uno de los tópicos más discutidos en relación a la inteligencia. Pascal (tornado de Sternberg, 1990) también va a proponer una cierta división de la inteligencia en dos componentes principales: el intuitivo y el matemático. La persona matemática no empezaría a razonar hasta que hubiese inspeccionado toda la situación, creando leyes y axiomas de forma deductiva, mientras que la intuitiva hace juicios rápidamente, tiende a ser impaciente y holística en el pensamiento y es poco deductiva. Otros filósofos importantes, que en cierta medida hablaron de las facultades intelectuales, fueron Locke, Kant o John Stuart Mill. En general, en esta época, la visión que subyace de la inteligencia es la de una capacidad de juicio, de conocimiento, de creación y de comprensión universal. Aunque, en estos primeros trabajos de pensadores y filósofos, se hablaba de esa capacidad superior para comprender el mundo, no se había acuñado el término inteligencia. Fue a partir de los trabajos de Spencer y Galton cuando se difundió este concepto. Cuando Galton (1883) propuso su teoría de la facultad humana y diseñó 34
  • 35. estrategias de medida para analizar las diferencias individuales planteó que, para discriminar entre personas más o menos capaces, había que tener en cuenta dos cualidades: la capacidad o energía para trabajar y la sensibilidad a los estímulos externos que pasan a través de nuestros sentidos. De ahí el énfasis otorgado por este autor a la discriminación sensorial, que considera como la base del conocimiento y, por tanto, de la inteligencia (Brody, 1992). A partir del trabajo de Galton fueron muchos los que se interesaron por el estudio de las diferencias individuales en inteligencia, proponiéndose conceptualizaciones diversas en función del momento histórico y de la importancia otorgada a lo innato o a lo adquirido. Así, Hebb (1949) propuso dos tipos de inteligencia, la inteligencia A y la inteligencia B.La primera es la potencialidad básica que tiene el organismo, tanto para aprender como para adaptarse a su medio, siendo innata y no observable directamente; mientras que la inteligencia B se refiere a las capacidades que se reflejan en la conducta y puede ser evaluada, por tanto, a través de tareas diseñadas para tal efecto. Algunos autores se van a centrar en esa idea de capacidad innata proponiendo que la persona será más inteligente en función «del número y complejidad de las conexiones y de la organización de las células nerviosas en la corteza cerebral» (Butcher, 1968; pág. 26, de la edición española). Otros se basarán más en los aspectos comportamentales observables que capacitan a una persona para desempeñar distintas tareas. Por ejemplo, Binet (1908) la definía como la capacidad de juicio o razonamiento, incluyendo la iniciativa, el sentido práctico y la facultad para adaptarse a las circunstancias vitales. En esta definición destacan tres aspectos: la dirección, es decir, conocer qué hacer y cómo, y cuál va a ser el movimiento de un pensamiento; la adaptación, referida a la toma de decisiones en función de la meta propuesta, que implica la selección y monitorización de una estrategia durante la ejecución de la tarea; y el control, que refleja la capacidad crítica o autovaloración de nuestras acciones y pensamientos. Binet fue uno de los primeros en romper con la idea unitaria de la inteligencia para hablar de dos tipos distintos: la ideativa que se basa en el análisis lógico y en el razonamiento verbal; y la instintiva, más intuitiva y emocional (Juan-Espinosa, 1997; Sternberg, 1990), aunque se le conoce fundamentalmente por ser el pionero en crear los test de inteligencia. Pese a que era partidario de medir de forma independiente las distintas funciones intelectuales, no fue capaz de encontrar un procedimiento para evaluarlas de dicho modo, por lo que creó un único test que permitía obtener la edad mental del niño promediando su rendimiento en tareas complejas en las que estaban implicadas distintas funciones superiores. Binet no fue partidario de emplear un solo índice para identificar la inteligencia del individuo, pero a partir de sus pruebas, Stern (1911) propuso el cociente intelectual dividiendo la edad mental por la edad cronológica y multiplicándolo por 100. Este índice tuvo una gran aceptación y actualmente se siguen empleando diversas pruebas basadas en el CI (por ejemplo: las pruebas de Weschler). No obstante, también tuvo sus detractores que cuestionaron, sobre todo, que este cociente no era útil a partir de la edad adulta pues, según su fórmula, la inteligencia disminuiría lentamente a partir de los 16 años ya que el incremento de la edad mental no es lineal con el incremento de la edad cronológica. En estas aportaciones destaca la inteligencia como la capacidad del individuo para 35
  • 36. resolver problemas y adaptarse al medio. Gran parte de los teóricos de la inteligencia van a incluir estas dos ideas en sus planteamientos aunque, como luego veremos, difieren en otros aspectos. La concepción de inteligencia se ha ido estructurando a través de distintos modelos teóricos, que van a poner el énfasis en factores biológicos, ambientales, sociales, culturales, educativos o estadísticos. En este capítulo vamos a analizar la concepción psicométrica de la inteligencia, sus precursores y los modelos más recientes que han continuado esta tradición. 2. MODELOS FACTORIALES DE INTELIGENCIA Se denominan teorías factoriales a las que identifican las propiedades o componentes de la inteligencia a través de un procedimiento matemático o estadístico. El precursor de este tipo de planteamientos fue Spearman que, mediante el estudio de las correlaciones entre pruebas, aisló el factor «g» de inteligencia. El análisis factorial permite resumir las puntuaciones de un gran número de pruebas o variables (por ejemplo, recordar series de palabras, identificar una figura que ha sido rotada con la del modelo, listar todas las palabras que empiecen por una letra determinada, decir las funciones que tiene un determinado objeto, etc.) en un número reducido de dimensiones comunes a dichas pruebas. Por tanto, una vez se administran las distintas pruebas a una muestra representativa de personas y se aplican los estadísticos adecuados, se obtiene una matriz factorial en la que dichas pruebas se agrupan en un factor determinado en función de su similitud o su grado de relación. Este factor refleja una capacidad teórica y abstracta que se activa cuando se tienen que realizar las tareas que han entrado a formar parte del mismo. La teoría factorial permite así identificar los factores más básicos, los intermedios y los más generales que definen la inteligencia prestando atención a las variaciones entre los indivi duos en la ejecución de los test. Distintos autores han propuesto teorías factoriales de la inteligencia planteando, en unos casos, una estructura jerárquica de la misma y, en otros, un conjunto de capacidades relativamente independientes, diferenciándose tres teorías sobre las aptitudes que son la monárquica, la oligárquica y la anárquica. En la monárquica se postula la existencia de un solo factor general, que sería el que explica el rendimiento en todas las tareas cognitivas; la oligárquica plantea que existen varios factores amplios de aptitud, que también repercuten en la ejecución de las tareas; y la anárquica supone que cada tarea depende de una aptitud específica. Defender la idea de inteligencia como una aptitud general supone que se demuestre que ésta interviene de forma efectiva en una variedad de resultados, teniendo una función integradora en el individuo y que, además, aparezca como un factor estadístico compartido por la mayor parte de las personas (Butcher, 1968). 3. TEORÍAS JERÁRQUICAS DE INTELIGENCIA Las teorías jerárquicas de la inteligencia plantean que la inteligencia está estructurada en forma de pirámide, situándose en la base las capacidades más específicas y en posiciones superiores las generales. Aunque todos estos modelos emplean el análisis factorial para identificar las dimensiones que configuran la 36
  • 37. inteligencia, existe cierta polémica sobre el número de dimensiones relevantes y sobre cómo están distribuidas. Las distintas teorías jerárquicas proponen modos distintos de organización, dependiendo muchas veces, del tipo de análisis factorial que hayan empleado o del diseño metodológico concreto, por lo que han sido criticadas. Schlinger (2003) cuestiona las teorías sobre inteligencia general planteando que «g» ha sido una extracción estadística en la que se ha producido un error de reificación, habiéndose utilizado la simple evidencia estadística para explicar ese fenómeno y produciéndose un razonamiento circular que, en realidad, nos hace dudar de si realmente «g» es un constructo con entidad propia o un simple factor fruto del análisis estadístico de datos. Pero, pese a las críticas, numerosos han sido los trabajos que avalan la existencia del factor «g» con diversas poblaciones y en diversos momentos históricos. En este apartado se va a revisar brevemente las teorías que consideramos más relevantes. La teoría de la inteligencia de Spearman Spearman (1904 a, b) estudió la inteligencia basándose en los trabajos de Galton y se centró, sobre todo, en la relación de los procesos básicos de discriminación de estímulos visuales, auditivos y táctiles con el rendimiento académico. En sus primeros experimentos encontró que existía una correlación positiva entre dichas medidas, por lo que consideró que debía existir un factor común, general, responsable de ese rendimiento, al que llamó inteligencia ge neral o factor «g». La varianza residual que no explicaba este factor sería la información específica de cada test, y lo denominó factor «s». Así, elaboró la teoría bi-factorial de la inteligencia en la que señala que existen dos factores de inteligencia: un factor general (g) que tiene un componente genético y un conjunto de factores específicos (s) que están asociados a las pruebas psicológicas utilizadas. Planteó que el factor general de inteligencia es fuente de conocimiento, una actividad comprehensiva que es necesaria para realizar tareas complejas tales como inferir reglas, predecir consecuencias, analizar elementos, etc., tareas no sólo de tipo académico, sino también técnicas, prácticas o sociales, necesarias en la vida cotidiana (Sánchez-Cánovas y Sánchez-López, 1994). Spearman consideró al factor «g» como una energía mental constante y fija, de modo que, para que una actividad mental comenzase, otra debería haber finalizado. Los factores específicos se corresponden a la tarea exigida por el test concreto que ha sido administrado. Esta teoría, en términos estadísticos, supone que en un análisis factorial todos los test saturen en un único factor, ordenándose jerárquicamente de acuerdo al peso que tienen en dicho factor. Además, Spearman propuso que los factores específicos, al ser propios de cada test no estarían correlacionados entre sí y, cuando existan correlaciones, serían de baja magnitud. También planteó distintos teoremas o principios para explicar la relación entre «g» y «s». Con el principio de la indiferencia del indicador explicó cómo, independientemente de la prueba que utilicemos, si ambas han sido diseñadas para medir inteligencia, la puntuación obtenida con una prueba debe ser similar a la obtenida con otra. Otra aportación de Spearman fue la ley de las diferencias tetrádicas con la que explicó cómo la correlación entre cuatro test, combinadas dos a dos deben 37
  • 38. ser idénticas. Esto significa que la magnitud de la correlación entre el test 1 y el test 2 multiplicada por la correlación entre el test 3 y el test 4 debe ser igual que la correlación entre el test 1 y el 3 multiplicada por la correlación entre el test 2 y el 4. Las diferencias entre estos pares de correlaciones tendrían que distribuirse normalmente alrededor del valor cero, con una desviación típica predecible desde la matriz de correlaciones. Matemáticamente, esta relación entre variables queda expresada como: Spearman en un intento de profundizar sobre la naturaleza del factor «g», propuso la teoría noegenética, que permite delimitar los procesos cognitivos que están a la base de un comportamiento inteligente. Es una teoría que pretende explicar todo el conocimiento humano; con el término noético se va a referir al conocimiento autoevidente y con genético a la capacidad de generar o crear un conocimiento nuevo. La noegénesis sería la generación cognitiva de un contenido a partir de conocimientos nuevos, mientras que la anoegenésis se referiría a los procesos que no son autoevidentes y que no generan conocimien tos nuevos (reconocer una foto, por ejemplo). Los procesos noegenésicos se rigen por tres leyes básicas: 1.Ley de aprehensión. Plantea que las experiencias vividas evocan de forma inmediata un conocimiento de sus características y de quién las ha experimentado. 2.Ley de la educción de relaciones. Recoge cuando una persona tiene en mente dos o más ideas y es capaz de establecer las relaciones que puedan existir entre ellas. 3.Ley de la educción de correlatos. Se refiere a cuando una persona tiene en mente alguna idea y una relación, y es capaz de traer a su mente la idea correlativa. En cuanto a los procesos anoegenésicos destacó tres tipos: 1.Reproducción con la que se evocan elementos ya representados en la cognición. 2.Desaparición, después de un tiempo los elementos desaparecen de nuestra conciencia. 3.Variación de claridad, se refiere a la capacidad para mantener un contenido definido un cierto período de tiempo. Estos procesos se pueden regular a través de leyes cuantitativas, de las que Juan- 38
  • 39. Espinosa (1997) destaca la ley del rendimiento constante (las personas tienen un rendimiento cognitivo total similar en cantidad), la ley de la retentividad (cuando se ha dado un proceso cognitivo, éste tiende a repetirse), ley de la asociación (dos acontecimientos que se den juntos tienen mayor probabilidad de darse juntos en el futuro), y la ley de la fatiga (la información tiende a desaparecer después de un tiempo). Con estas leyes, el objetivo fue delimitar o materializar los procesos cognitivos que estaban a la base de esa entidad abstracta a la que se llamó inteligencia o factor «g». Aunque la teoría de Spearman ha sido bastante polémica, algunas de sus contribuciones más importantes al estudio de las diferencias individuales en inteligencia fueron (Brody, 1992): 1.Elaborar un marco teórico racional útil para la construcción de pruebas de inteligencia. Éstas debían consistir en distintas medidas de la función intelectual común a todos los seres humanos. 2.Desarrollar métodos para analizar las matrices de correlación, precursores del análisis factorial, como la correlación por atenuación. 3.Definir la inteligencia como un constructo con entidad hipotética, por lo que los test siempre serían meros indicadores de esta energía mental. 4.Apoyar empíricamente la idea de que todas las medidas de inteligencia miden una entidad teórica común. 5.Relacionar la inteligencia con la ejecución en tareas de discriminación sensorial simple. Entre las críticas recibidas están, en un primer momento, la del error de medida que habían planteado Sharp (1898-1899) y Wissler (1901) tiempo atrás y que Spearman solventó proponiendo la correlación por atenuación. También se cuestionó la ley de las diferencias tetrádicas como indicadora de la existencia del factor «g» pues otros autores, como Thomson (1916), habían señalado que podían existir otros factores comunes que explicasen esta relación. Así, este autor planteó que había unas unidades independientes en la mente y que el factor común o general sólo aparecía por probabilidad, es decir, cuando las pruebas de inteligencia muestreaban un número amplio de unidades. Al mismo tiempo, justificó por qué no se obtenían varios factores independientes aludiendo a la imposibilidad de separar estadísticamente todos los procesos que se producían simultáneamente. Otras críticas se centraron en que se habían observado correlaciones altas entre los test específicos, y aunque Spearman las había interpretado como semejanza entre los test y, por tanto, había eliminado una de esas variables en posteriores análisis, no sabemos si realmente esa semejanza era la causa de la alta correlación. Por otro lado, excluyó test que eran incompatibles con el modelo a través de la «técnica de purificación» y los consideró como factores adicionales, a los que llamó perseverancia, voluntad, oscilación o fatiga (Amelang y Bartussek, 1981). También se ha afirmado que el factor «g» es un resultado numérico, producto de una serie compleja de manipulaciones estadísticas, 39