Tablas de Eduardo Terrazas: reconciliación del diseño geométrico y la ejecución manual
1. Tablas
Raquel Tibol
En las Tablas de Eduardo Terrazas encontramos, a nivel de superficie pictórica moderna, la
reconciliación del más simple diseño geométrico del artista actual con la paciente ejecución
manual realizada por artífices anónimos según vieja tradición.
Creo que esta síntesis, además de evidente, es lo decisivo en esta vertiente de su obra y en
la calidad estética que ella alcanza.
Señalo reconciliación donde muchos quizás vean contradicción, porque en verdad las
formas geométricas elementales no son productos cerebrales ni su aplicación en el arte es
moderna, como generalmente se supone. Ellas aparecen en las manifestaciones artísticas más
tempranas del hombre, así como la perfección cristalográfica —de suyo geométrica— surge
antes con los minerales en calidad de producto natural: de ese proceso cósmico de “terrificación”
de nuestro planeta.
Sucede, sin embargo, que el orden geométrico elemental andaba tan extrañado de nuestra
emotividad y simbología, que sólo una fría actitud racional le podía restituir sus fuerzas efectivas,
sus efectos mitologizantes y significantes que tuvo en la cerámica, cestería y textiles de nuestro
pasado remoto, el prehispánico incluido.
Por otra parte, las manifestaciones folclóricas estuvieron mucho tiempo divorciadas del
arte denominado “culto” y lo siguen estando no obstante la idolatría a que las somete el consumo
del turista, con su artificial nostalgia por lo mágico de tiempos lejanos.
Al parecer, la profesión de arquitecto es la que impulsó a Terrazas a recurrir a los
“huicholes” para que con su técnica tradicional cubrieran los cuadros que él concebía y diseñaba
2. con sencillos ritmos geométricos y coloristas. Miembros de este grupo, que en México es el más
refractario a la occidentalización, son los que con cera de Campeche adhieren los hilos de lana
coloreada a las maderas de Terrazas.
Pero éste no recurre al trabajo manual de otros por un prurito de separar lo intelectual de lo
manual con el fin de exaltarlo, como hoy se acostumbra. El procedimiento “huichol” le aporta
elementos plásticos: la dirección de la hebra se convierte en línea de fuerza y la textura hace
vibrar el color; lo hace topológico, habitable (otra vez interviene aquí Terrazas-arquitecto) y nos
invita a penetrarlo. El paciente rito de la ejecución manual se convierte en espacio plástico. La
olvidada geometría y la rezagada artesanía se hermanan y ganan en actualidad artística.
Pero la estética de Terrazas no sólo apunta a unir, reconciliar o sintetizar lo viejo que ha
devenido folclore moderno con la novedad que constituye hoy la vieja y natural geometría. No
sólo postula la comunicación entre el arte “culto” y el folclore, tan necesaria para Latinoamérica
según muchos artistas y que aquí no es formal; se reduce a un procedimiento y a un material
tradicionales con sus atributos específicos y con cierta dosis de espíritu colectivo en los colores.
Terrazas busca, sobre todo, una revisión de lo elemental de las formas y colores, cuyo
sentido artístico parece haber perdido el hombre actual. De allí la amplia cromática, formal y
rítmica de sus Tablas. No se deja constreñir por un problema plástico conocido. Va más allá: se
echa a buscar la problemática de las simples formas y colores.
Experimenta, aunque predomine un aire folclórico en el color. Por eso apela a los elementos
plásticos del procedimiento manual de los huicholes, así como en sus esferas, se inspira en los
globos, tan populares en las calles de México.
Texto para exhibición en la Fundación Eugenio Mendoza, Venezuela, 1974.