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DORIAN LUCAS
99% Feliz
99 recetas de grandes pensadores
para disfrutar de cada día
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Nuestro propio mundo es producto
de nuestra forma de pensar.
Solo lo cambiaremos si somos capaces
de modificar cómo pensamos.
ALBERT EINSTEIN
Bricolaje mental para cambiar tu vida
El libro que tienes en tus manos no es un simple compendio de filosofía, por
eso los autores no están ordenados de forma cronológica. Es una caja de
herramientas llena de ideas para que tomes aquellas que te resulten más
útiles, y así dar forma a tu vida tal como quieres que sea.
Cuando nos atrevemos a pensar y a actuar, nuestra existencia se convierte
en un taller de bricolaje donde nos hacemos nosotros mismos el mobiliario de
nuestro destino.
Para lograrlo, cuentas con los mejores maestros que una academia en
forma de libro haya podido soñar.
Los filósofos de Oriente y Occidente llevan miles de años buscando
respuestas a las mismas cuestiones que nos preocupan hoy en día. ¿Cuál es el
secreto de la felicidad? ¿Hay algún atajo hacia el éxito? ¿Cómo podemos
distinguir el amor verdadero? ¿Qué hacer cuando todo se pone en nuestra
contra?
De Platón a Bruce Lee, pasando por Nietzsche y Simone de Beauvoir, este
libro práctico reúne las mejores ideas de las mentes más privilegiadas de la
humanidad para afrontar, con filosofía, cualquier contratiempo, duda o
desafío que te plantee el día a día.
Los grandes coaches de todos los tiempos te aportan sus mejores recetas
del arte de vivir, pero tienes que ser tú quien lleve estas ideas a la práctica.
Pensar y actuar, esa es la ecuación básica de todas las personas que alcanzan
sus metas.
Al ver el título de este libro, puede que te hayas preguntado: «¿Por qué 99
% feliz?».
La respuesta es que resulta más divertido buscar ese 1 % que te falta que
creer que lo tienes todo, lo cual por otra parte no sería cierto. Nadie es feliz
de forma absoluta. Por muy bien que hagas las cosas, aunque apliques todas
las recetas de este libro, siempre habrá algo que mejorar, una parcela de
felicidad por conquistar.
Y ahí está la gracia.
La insatisfacción a lo largo de la historia ha hecho avanzar las ciencias, las
artes y los movimientos sociales.
Tu insatisfacción personal hará avanzar tu vida.
A través de estos grandes pensadores, vamos a ver cómo se puede ser 99 %
feliz para, con alegría y coraje, seguir buscando hasta el fin el 1 % que nos
falta.
¡Empieza la aventura!
DORIAN LUCAS
«Todo requiere un esfuerzo, incluso la conquista de la felicidad.» Y tal como
sostiene el gran filósofo de la Grecia clásica, la principal dificultad está en
iniciar las cosas que nos aportarán plenitud, a la vez que abandonamos los
hábitos que nos provocan infelicidad.
Pero el secreto de todo está en empezar.
Este discípulo de Sócrates fue el primero en fundar una institución de
enseñanza superior en Occidente. Allí, en la Academia de Atenas, invitaba a
sus alumnos a usar el diálogo como medio para encontrar las respuestas
apropiadas a las preguntas que invaden el alma.
Quien no se cuestiona nada puede pasarse la vida entera repitiendo los
mismos errores y dejando de hacer aquello que le llevaría a la realización
personal.
Ser dichoso no es tarea fácil, puesto que cuando entramos en la edad adulta
nos vemos agobiados por el peso de las obligaciones. Aun así, cada día queda
espacio para la felicidad.
Para Platón, todo radica en hallar el equilibrio, como explica muy
gráficamente con estas palabras: «El ser humano es un auriga que conduce un
carro tirado por dos briosos caballos: el placer y el deber. El arte del auriga
consiste en templar la fogosidad del corcel negro (placer) y acompasarlo con
el blanco (deber) para correr sin perder el equilibrio».
Quien suscribe estas palabras estudió en Cambridge ya en el siglo XVI y llegó
a ser consejero real, fiscal general y Lord Canciller.
Sin embargo, la verdadera pasión de Bacon nunca fue acumular poder ni
gozar de privilegios, sino la compañía de sus amados libros, en los que
encontraba paz de espíritu y respuestas a sus anhelos.
Sus propias palabras son una invitación a sumergirse en el balneario
espiritual de la filosofía y la literatura: «Algunos libros son para probarlos,
otros para devorarlos y unos pocos para masticarlos y digerirlos; es decir,
algunos libros son para leerlos solo en parte; otros para leerlos sin demasiado
cuidado; y unos pocos para leerlos totalmente y con diligencia y atención.
También algunos libros pueden leerse por delegación valiéndose de extractos
hechos por otros; pero eso solo ha de ser en los temas menos importantes y en
el tipo de libros más endebles; los demás libros destilados son como las aguas
destiladas, insípidos. La lectura completa al hombre; la conversación lo
prepara; y la escritura le da precisión».
Tal vez en la vida actual no tengamos tiempo de leer todo lo que devoró
Bacon, pero el manual que tienes en tus manos es un aperitivo para ir
haciendo boca y desgranando ideas que den brillo a tu vida.
En su libro La conquista de la felicidad, este filósofo británico nacido en
1872 nos proporciona sus remedios personales para evitar lo contrario, la
infelicidad cotidiana.
Bertrand Russell, que se educó en una de las universidades más
prestigiosas de Inglaterra, es quizá uno de los pensadores más prácticos a la
hora de enfrentarse a la búsqueda de la felicidad. En su libro nos ofrece, entre
otras, estas cuatro máximas que tener en cuenta cuando algo nos ofusque el
ánimo:
1) Darnos cuenta de que, muchas veces, nuestras intenciones no son tan
altruistas como a nosotros nos parecen.
2) No sobrevalorar nuestros propios méritos.
3) No esperar que los demás tengan tanto interés en nuestra persona como
el que tenemos nosotros mismos.
4) Entender que la mayoría de la gente no tiene tanto interés en nosotros
como para dedicar su tiempo a perseguirnos y acecharnos.
Siguiendo estos cuatro consejos de Russell, solo hay que subir los peldaños
que nos elevan desde el rencor o la tristeza de nuevo hacia la felicidad.
La escalera puede estar muy empinada, pero arriba nos aguarda la
realización personal. Solo por eso ya merece la pena salir del pozo.
Este intelectual, que se dio a conocer entre el gran público por su ensayo
Fragmentos de un discurso amoroso, murió atropellado en 1977 mientras
cruzaba la calle, tras volver de una comida con François Miterrand.
Este fue un detalle que se intentó ocultar para que al primer ministro no le
tildaran de gafe. Su amigo Tzevan Torodov declaró desolado: «Murió como
un niño al cruzar la calle», y es en la misma infancia donde Barthes
encontraba la raíz de su filosofía: «De niño me aburría a menudo y mucho.
Esto empezó visiblemente muy temprano, continuó toda mi vida y es algo
que siempre se me notó. Es un aburrimiento aterrorizado que llega al
desasosiego: así es lo que siento en los coloquios, las conferencias, las
veladas en el extranjero, las diversiones en grupo: en todas partes donde el
aburrimiento es visible. ¿Será el aburrimiento mi histeria?».
Sin duda, el aburrimiento es un gran drive para acometer cambios en
nuestra vida, porque aquello que nos aburre es lo que debe ser cambiado.
Cuando un territorio deja de sorprendernos, se abren los mapas para la
búsqueda de un nuevo mundo.
Dicho de otro modo: reconoce qué es lo que te aburre y sabrás lo que debes
cambiar.
Aristóteles, estudiante de Platón que hizo de sus reflexiones una fuente de
inspiración para las generaciones venideras, centró la búsqueda de la
felicidad alrededor de un concepto que se resume en una sola pero compleja
palabra: la eudemonía.
Traducida del griego como «espíritu bueno», esta palabra fue trending
topic en su época y define cómo tiene que ser el estado mental superior que
debemos buscar. Aristóteles, a diferencia de los hedonistas que veremos más
adelante, aseguraba que la felicidad está ligada sin remedio a la virtud. Sin
virtud, a lo máximo a lo que se puede aspirar es al contentamiento temporal.
En Ética a Nicómaco, el filósofo griego radiografía de este modo la batalla
que se libra entre pasiones, potencias y hábitos dentro del ser humano:
«Llamo pasiones al deseo, la cólera, el temor, la audacia, la envidia, la
alegría, el sentimiento amistoso, el odio, la añoranza, la emulación, la piedad,
y en general a todas las afecciones a las que son concomitantes el placer o la
pena. Llamo potencias a las facultades que nos hacen pasibles de esos
estados, como son las que nos hacen capaces de airarnos o contristarnos o
compadecernos. Y llamo hábitos a las disposiciones que nos hacen
conducirnos bien o mal en lo que respecta a las pasiones; así, por ejemplo, si
al airarnos lo hacemos con vehemencia o remisamente, estaremos mal
dispuestos, y si con medida, lo haremos bien, y así en las demás pasiones».
Para Aristóteles, estaba claro: la felicidad es el único objetivo que vale la
pena perseguir. La inteligencia, el valor, la riqueza y el éxito siempre
dependen de otras cosas para medirlas. Por ello, la felicidad es el único
concepto que no necesita de factores externos para medirla.
Y es que ya nos lo advertía el filósofo griego: «La felicidad depende
solamente de uno mismo».
Para la infelicidad hay muchas causas, pero casi todas derivan de aquello que
nos gustaría ser o tener, todo aquello que no somos o queremos. Es decir: la
infelicidad surge del deseo. Sufrimos por el deseo de ser otro, de tener otras
cosas, de vivir de otra forma.
El budismo tiene muy claro este hecho y explica, además, que el deseo se
potencia a través de los sentidos y los pensamientos. En la cocina de la mente
es donde se cuece el pastel de la infelicidad.
Para evitarlo, Buda nos invita a seguir el Camino de las Nueve Noblezas:
1) La noble perspectiva: Para eliminar el sufrimiento hay que tener una
mente flexible y abierta, y entender el origen de nuestras ansiedades.
2) Las nobles intenciones: Los buenos pensamientos nos liberan de los
malos deseos.
3) El noble discurso: Debemos medir nuestras palabras para que estas sean
honestas, constructivas y juiciosas. De esa forma, evitamos el deseo de
pelear o mentir.
4) La noble conducta: Se trata de evitar las malas acciones, como coger lo
que no es nuestro, incluyendo el tiempo de los demás.
5) La noble subsistencia: Si vivimos una existencia moralmente correcta,
ética y sostenible, evitaremos perseguir cosas materiales y costosas.
6) El noble esfuerzo: Es el que nos permite luchar contra los malos deseos
e intenciones.
7) La noble atención: Nos permite estar alerta a todo aquello que afecta al
cuerpo y la mente.
8) La noble meditación: Para observar nuestros pensamientos, aprender de
ellos y descartar los negativos.
Con estos pasos, afirman los budistas, siempre se llegará a buen puerto.
Natural de la actual Argelia, Agustín de Hipona hizo de la búsqueda de la
felicidad un arte de vivir. Descontento con lo que las enseñanzas le revelaban
sobre la esencia divina y la naturaleza del mal, siguió diversas creencias hasta
rechazar temporalmente la fe.
Fruto de sus meditaciones, san Agustín llegó a estos principios, que siguen
siendo válidos hoy en día:
• La violencia no debe superar nunca al poder de la palabra.
• Hay que comprender para creer, y creer para comprender.
• Mientras se duda se tiene conciencia de los pensamientos y de las cosas. Por
lo tanto, dudar es bueno.
• El mal es la consecuencia desafortunada de la libre elección, y hay que ser
conscientes de ello. Somos responsables de lo que hacemos.
• Hay que negar las riquezas innecesarias y cultivar la solidaridad.
• El secreto de toda felicidad reside en amar, porque el amor es generador de
buenas acciones y pensamientos.
Esto último san Agustín lo veía claro: «Ama y haz lo que quieras. Si callas,
callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con
amor; si perdonas, perdonarás con amor».
Originario de una familia burguesa, Wittgenstein vivió de cerca lo que es la
infelicidad, ya que tuvo que ver como tres de sus ocho hermanos cometían
suicidio. Aun así, supo sobreponerse y desarrolló un pensamiento positivista
que caló en la sociedad que le rodeaba.
Aunque se le conoce por una obra difícil, el Tractatus logicophilosophicus,
algunas de sus máximas son aplicables para mejorar nuestra vida cotidiana:
• Si no se puede hablar de algo con propiedad, lo mejor es estar callado.
• Nada es tan difícil como no engañarse a uno mismo.
• La muerte no es un evento de la vida, ya que no vivimos para experimentar
la muerte.
Al final de su vida, Wittgenstein se negó a recibir tratamiento contra el
cáncer que padecía y murió al lado de su discípula Elisabeth Anscombre. Se
cuenta que sus últimas palabras fueron: «Cuéntales que mi vida ha sido
maravillosa».
El hedonismo ha gozado desde siempre de una fama oscura, pero desde sus
albores también nos trae una reflexión sobre la felicidad: la forma más fácil y
segura de encontrarla es a través de los placeres. Y si son los placeres del
cuerpo, mejor.
Es quizá en los inicios de la corriente hedonista donde encontramos sus
máximas más extremas. La primera versión proviene de la filosofía oriental
del Carvaka:
• Lo mejor que se puede hacer es aquello que más placer provoca a uno
mismo.
• A veces ese placer puede ir acompañado de cierto dolor, pero vale la pena
sufrirlo.
• La verdadera felicidad consiste en ser escéptico, egoísta y procurarse los
máximos placeres a uno mismo.
Aristipo y sus discípulos cirenaicos defendieron y modelaron el
hedonismo. Este filósofo griego fue un alumno algo descarriado de Sócrates.
Vivió una vida de lujos y, para no guardarse para sí tanta exuberancia,
promovió su propia filosofía de vida con no poco éxito entre sus vecinos.
Para él, la felicidad consistía en el hallazgo del placer. Pero no de cualquier
placer:
• Es mejor el placer del cuerpo sobre el de la mente. Esto se debe a que el
placer físico puede medirse mejor que el mental.
• Hay que pensar en el placer de hoy y dejar el de mañana para mañana.
La receta hedonista es sencilla: buscar urgentemente los mayores placeres
y evitar los males.
Sin duda, Francisco de Asís fue el primer ecologista y un hippy fuera de su
tiempo, ya que renunció a las comodidades que le brindaba su familia y no
dudó en desnudarse en público para renunciar incluso a las vestiduras que le
cubrían.
Defensor a ultranza de los animales y amante de la vida sencilla, su
pensamiento resuena de forma amable incluso entre los que aborrecen la
religión católica.
Veamos algunas de sus inspiraciones para el arte de vivir:
• Yo necesito pocas cosas, y las pocas que necesito, las necesito poco.
• Los animales son mis amigos, y yo no me como a mis amigos.
• La cortesía es hermana de la caridad, ya que apaga el odio y fomenta el
amor.
• Comencemos a servir. Lo que hemos hecho hasta ahora es poco y nada.
Sobre esto último, la vida de Francisco de Asís fue una prueba constante
de que no hay límites para alguien que persigue un ideal. Ocho siglos
después, su fórmula para alcanzar los propios sueños sigue siendo
poderosamente inspiradora: «Comienza haciendo lo que es necesario,
después lo que es posible y de repente estarás haciendo lo imposible».
La frase más popular de quien ha sido llamado «el filósofo del pesimismo»
es, en realidad, toda una invitación al optimismo, ya que la historia de la
humanidad está llena de grandes partidas que se han jugado con malas cartas.
En las noticias vemos a menudo como personas que lo tenían todo para ser
felices —dinero, prestigio social, belleza— arruinan su vida por culpa de su
mala cabeza. El destino les ha repartido las mejores cartas, pero las han
jugado de la peor manera posible.
Al mismo tiempo, muchos otros han realizado grandes logros en
situaciones muy desfavorables. Desde la carencia y la dificultad, han hecho
realidad sueños que parecían imposibles.
Veamos algunos ejemplos de grandes jugadores de malas manos del
destino:
• Pese a nacer sorda y ciega, en 1904 Hellen Keller asombró al mundo al
licenciarse en la universidad y se convirtió en un gran referente del siglo
XX.
• Sin apoyo académico de ningún tipo, desde su humilde oficina de patentes,
Albert Einstein elaboró las teorías que cambiarían la historia de la física.
• Tras ser rechazado por sus padres y dado en adopción a una familia
armenia, Steve Jobs no tuvo dinero para ir a la universidad, pero acabaría
creando de la nada la empresa de tecnología más valorada del mundo.
Hemos citado tres ejemplos célebres, pero hay miles de personas que, por
su voluntad y su ausencia de trabas mentales, han alcanzado metas que a
otros jugadores, con mucho mejores cartas del destino, les parecían
imposibles.
Por lo tanto, podemos traducir la máxima de Schopenhauer a esta clave
práctica: no te lamentes de tu suerte ni envidies la de otros, ya que casi todo
lo que te va a suceder dependerá de lo que hagas con lo que te ha dado la
vida.
Nacido en Madrid en 1863, pero afincado durante gran parte de su vida en
Estados Unidos, George Santayana fue un filósofo, ensayista, poeta y
novelista hispano-norteamericano. En sus escritos filosóficos, entre los que
destacan El sentido de la belleza o La vida de la razón, meditó sobre el
materialismo, entre otras muchas cosas.
Santayana ve en la materia el origen de todo, de la naturaleza. Aunque
tiene imperfecciones, es neutral. Es el principio de la existencia de todas las
cosas, tiene potencialidad y, por lo tanto, desde un punto de vista más amplio,
puede considerarse un bien.
Del mismo modo, dentro de un ser humano laten todas las potencialidades,
y un mismo hombre puede ser un ángel o un demonio, un vividor feliz o un
amargado que fatiga a los demás.
Para Santayana «el arte, como la vida, debe ser libre, pues ambos son
experimentales». La existencia es, por tanto, un valioso experimento en el
que avanzamos por «prueba y error» como los científicos con sus disciplinas.
Este filósofo opina asimismo que la felicidad es adaptarse a los altibajos de
la vida y aprender de ellos: «Estar interesado en el cambio de las estaciones
es un estado mental mucho más feliz que estar desesperadamente enamorado
de la primavera».
¿Sería posible regresar a un tiempo en el que la vida era más sencilla, natural
y tranquila, en el que la competitividad y la lucha constante entre vecinos no
existieran?
Así lo creía el escritor estadounidense Henry David Thoreau, que se retiró
durante dos años, dos meses y dos días a una cabaña junto al lago Walden, en
Massachusetts. Ese mismo lago fue el que dio nombre a su afamado libro:
Walden, la vida en los bosques. En él Thoreau comparte sus experiencias y
sus claves para conseguir una vida tranquila y feliz:
• Vivir una vida sencilla pero sin creer que la pobreza, buscada u obligada,
proporciona superioridad moral.
• Leer mucho y aprender de los que han vivido y aprendido mucho. (Para
ello, nos anima a reencontrarnos con la literatura de viajes y las novelas
clásicas.)
• No limitarnos a oír y ver, sino a escuchar y mirar atentamente aquello que
nos rodea.
• Valorar la soledad, pero darnos cuenta de que, si no nos abrimos a los
demás, podemos estar solos en medio de las masas.
• Apreciar la vida en su justa medida, incluso la de las plantas y los animales.
• Acabar el día con la sensación de que se ha hecho algo útil y se ha
disfrutado con ello.
Thoreau nos enseña que la vida es lo que se presenta ante nosotros cada día
para vivirla con serenidad. Para ello nos advierte: «No mires nunca atrás,
salvo que quieras volver a transitar esa senda que ya has recorrido».
Esloveno de nacimiento y marxista por influencia, este filósofo actual es un
crítico social y sociólogo que no se arredra a la hora de hablar sobre las
causas de los males del mundo moderno.
Acerca de la felicidad dio un discurso sobre el que vale la pena reflexionar:
«La clásica historia, el escenario tradicional: “Tengo una esposa pero las
relaciones con ella son frías, y tengo una amante”. (…) ¿Sabes lo que te diría
cualquier psicoanalista, algo que sucede muy a menudo? Que entonces, si por
cualquier razón desapareciese tu esposa, perderías a tu amante también.
Porque cuando realmente tienes lo que creías que querías, te das cuenta de
que la situación es mucho más compleja y lo que realmente quieres no es
vivir con tu amante, sino tenerla como un lejano objeto de deseo con el que
sueñas. Yo afirmo que es así como funcionan las cosas: realmente no
queremos lo que pensamos que deseamos».
Provocador por elección, Žižek llegó a plantear la posibilidad de que la
muerte de Cristo fuera el modo que Dios padre encontró para pagar su deuda
por habernos legado un mundo tan «chapucero» y lleno de sufrimientos e
injusticias.
Al ser preguntado sobre quién es él en realidad, este filósofo, que nunca
deja indiferente, afirmó: «En el fondo, soy lo contrario de esos chicos malos
del instituto, aquellos que dentro del libro de filosofía escondían una revista
porno. Yo soy al revés. Dentro de las revistas porno escondo la filosofía.
Disfruto con Hegel y finjo que disfruto con Hollywood. Son mis colegas los
que disfrutan con Hollywood y fingen que lo hacen con Hegel».
Esto sí que es tomarse la vida con filosofía y, además, pasarlo bien.
Sócrates, ejemplo e inspiración para centenares de filósofos de su tiempo y
posteriores, fue asimismo el padre del pensamiento científico. Pero también
le preocupaban los problemas del alma.
Este gran orador y pensador era amigo de empujar a los demás a encontrar
sus propias respuestas. «Para encontrarte a ti mismo, piensa por ti mismo»,
era su lema.
Para ello creó la mayéutica, que consistía en hacer preguntas incisivas a
sus interlocutores para que, al darse cuenta de sus propias contradicciones,
llegaran por sí mismos a la verdad.
Sócrates lo explicaba así: «Hasta tal punto me parezco a la partera, que yo
mismo no puedo dar a luz sabiduría, y el reproche usual que se me hace es
cierto: a pesar de que yo pregunto a los demás, nada puedo traer a luz por mí
mismo, porque no existe en mí la sabiduría».
También sin tener una «partera», cuando nos atrevemos a hacernos las
preguntas adecuadas y nos respondemos con honestidad, de ese debate con
nosotros mismos surgirán las soluciones.
Respecto a la felicidad y la vida, Sócrates nos proporciona unas reglas
básicas que seguir:
1) Busca siempre la verdad.
2) Sé tan bueno como puedas serlo y mantén tu alma pura.
3) Para conseguirlo, sigue estas cuatro máximas: prudencia, honestidad,
coraje y caridad.
Este filósofo, nacido en Ávila a principios del siglo XX, fue catedrático de
ética y filosofía de la Universidad de Madrid. Aranguren tuvo que huir de
España por su crítica hacia el franquismo y su defensa de la libertad de
expresión, que consideraba necesaria para tener una vida feliz y plena. Y a
eso dedicó su exilio, pues viajó por Estados Unidos y México haciendo
partícipes a los estudiantes de sus universidades de sus ideas revolucionarias
y enfocadas a mejorar el futuro.
Muchos estudiantes fueron influenciados por sus innovadoras visiones, y
también todos aquellos que leyeron sus ensayos.
En su Ética de la felicidad y otros lenguajes, el filósofo defiende que la
ética no solo debe regir al individuo, sino también a la sociedad y al
estamento político, y que ese es el camino que lleva a la felicidad.
«Buscamos la felicidad en los bienes externos, en las riquezas; el
consumismo es la forma actual del summum bonum. Pero el consumidor
nunca está satisfecho, es insaciable y, por tanto, no feliz. La felicidad consiste
en el desprendimiento», dijo Aranguren. «La felicidad, como el pájaro libre,
no está nunca en mano, sino siempre volando. Pero tal vez, con suerte y
quietud por nuestra parte, se pose, por unos instantes, sobre nuestra cabeza.»
Ser generosos, no caer víctimas del deseo y actuar en vez de dar vueltas a
las cosas o buscar excusas completan su fórmula de la felicidad.
Muchas personas creen que el sufrimiento es una desgracia, pero Séneca, el
filósofo y orador romano de origen cordobés, escribió al respecto: «Nadie me
parece más desgraciado que el que nunca experimentó una desgracia. Piensa
que entre los males que parecen tan terribles, no hay ninguno que no
podamos vencer, ninguno sobre el cual no hayan triunfado los grandes
hombres. ¡Sepamos triunfar también nosotros sobre algo!».
¿Por qué no creer también que el dolor nos aporta conocimiento, valor y
una oportunidad de superación? Sufrir nos enfrenta a las grandes preguntas y
nos obliga a buscar la respuesta. Nos confronta con nuestros límites, nuestros
miedos y nuestros deseos más arraigados. Nos lleva a un autoconocimiento
del que solo podemos salir fortalecidos.
Pero, ¡ojo!, no se trata de caer en un bucle de tristeza y desespero.
Hay situaciones dolorosas que podemos controlar, y dejarnos arrastrar por
ellas sería de cobardes. Pero hay otras a las que nadie puede escapar: el dolor
por la muerte de un ser querido o la propia enfermedad… Sin embargo, como
seres humanos, siempre hay algo que podemos hacer: «elegir la forma en que
reaccionamos ante ese dolor».
Ya lo decía Buda unos siglos antes: «El dolor es inevitable, pero el
sufrimiento es opcional».
En la historia de la filosofía no caben solo los pensadores que han buscado
promover el positivismo, también ha habido personajes adustos que se
limitaban a denunciar los males del mundo.
Pero eso es otra forma de hacer filosofía: al tomar conciencia de lo que nos
desagrada, acto seguido podemos construirnos un mundo donde podamos
gozar de nuestra cuota de felicidad.
Así hablaba Cioran: «Una de las cosas que tengo más claras es que la
sociedad no me gusta, vivo en ella porque no me queda otro remedio, y
porque, al mismo tiempo que la aborrezco, la necesito para subsistir.
Deberíamos pararnos y mirar lo que vamos dejando atrás, recapacitar y
meditar en si realmente estamos siguiendo el camino correcto o, por el
contrario, estamos destruyéndolo todo a nuestro paso como Atilas de
pacotilla. Mi pesimismo, como lo llaman los demás, o lucidez, como lo llamo
yo, es una pesada carga que tampoco pedí llevar. Es difícil vivir así, y casi
merezco una medalla por seguir levantándome cada día, ir al trabajo y
colaborar en algo que no deseo más que aniquilar».
Si el lector coincide con este sombrío estado de ánimo, aunque sea solo en
parte, el siguiente paso sería preguntarnos: ¿qué alternativa puedo trazar para
hallar mi santuario en este mundo que no me gusta?
Al encontrar la respuesta, ya tendremos un plan.
El fundador del taoísmo fue un gran pensador chino cuya filosofía ha
perdurado hasta nuestros días. Aunque su figura está llena de misterios —la
leyenda cuenta que nació ya con ochenta y un años—, a él se atribuye el Tao
Te Ching, que invita a sus seguidores a aceptar el cambio como camino hacia
la verdad y el bienestar.
Estas son algunas de sus enseñanzas para estar en armonía con la vida:
• Toda naturaleza es relativa y está sometida a cambios constantes (yin y
yang).
• El yin y el yang no se enfrentan, sino que se complementan.
• Todo fluye si no se opone a su verdadera naturaleza, incluso el ser humano.
• No mostrar la grandeza es una grandeza en sí misma.
• Las grandes cosas pueden conseguirse a partir de cosas más pequeñas.
Lao Tsé insistía también en la relación entre causa y efecto: todo lo que
somos hoy es consecuencia de lo que hicimos ayer. Y de la misma forma,
este es un buen momento para empezar a crear lo que seremos mañana.
Por lo tanto, hay que observar cada cosa venir e irse. Porque cada final es
el principio de otra cosa.
Que nadie se escandalice por el hecho de que el fundador de Apple haga
compañía a esta ilustre escuela de filósofos. Más allá de sus logros
tecnológicos y empresariales, su manera de ver el mundo ha influido en
millones de personas, convirtiéndole en un referente indispensable en el
pensamiento popular del siglo XXI.
Sin lugar a dudas, su discurso en Stanford en 2005 está llamado a ser uno
de los más inspiradores de nuestra era:
«Cuando tenía diecisiete años, leí una cita que decía algo así: “Si vives cada día como si
fuera el último, algún día tendrás razón”. Me marcó, y desde entonces, durante los
últimos treinta y tres años, cada mañana me he mirado en el espejo y me he preguntado:
“Si hoy fuese el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que voy a hacer hoy?”. Y si la
respuesta era “No” durante demasiados días seguidos, sabía que necesitaba cambiar algo.
»Recordar que voy a morir pronto es la herramienta más importante que haya
encontrado para ayudarme a tomar las grandes decisiones de mi vida.
»Porque prácticamente todo, las expectativas de los demás, el orgullo, el miedo al
ridículo o al fracaso, se desvanece frente a la muerte, dejando solo lo que es
verdaderamente importante.
»Recordar que vas a morir es la mejor forma que conozco de evitar la trampa de
pensar que tienes algo que perder. Ya estás desnudo. No hay razón para no seguir tu
corazón».
No era fácil ser pensadora y filósofa a principios del siglo XX, pero la
francesa Simone de Beauvoir no solo consiguió hacerse oír en su propio
tiempo, sino que sus palabras aún se escuchan y celebran.
«Lo más escandaloso del escándalo —afirmaba— es que uno se
acostumbra.»
Defensora del comunismo y muy crítica con las minorías desaventajadas,
fue su padre, un burgués venido a menos por culpa de la guerra, quien
decidió que debía dar a sus hijas toda la educación posible para que pudieran
salir de la miseria en la que vivían.
Firme y luchadora, Simone afirmaba que una no nacía mujer, sino que «se
hacía». Esta escritora, maestra y política es considerada la fundadora del
feminismo moderno, apoyada por su amigo y amante, el también filósofo
Jean-Paul Sartre.
«Mediante el trabajo ha sido como la mujer ha podido franquear la
distancia que la separa del hombre. El trabajo es lo único que puede
garantizarle una libertad completa», afirmaba.
Pese a su espíritu crítico y combativo, esta pensadora mostró siempre una
actitud vital e incluso optimista ante la existencia: «En el fondo del corazón
de cada ser humano, desde la infancia más temprana hasta la tumba, hay algo
que continúa esperando indómitamente, a pesar de toda experiencia de los
crímenes cometidos, sufridos y presenciados, que se hará el bien y no el
mal».
El sufismo es una rama mística del islam que busca la paz y la perfección,
pero no a través de las normas impuestas, sino a través del acercamiento a lo
divino. Algunas de sus enseñanzas nos llegan por cuentos en los que su
protagonista, Nasrudín, experimenta aventuras y vivencias que mueven al
lector a meditar sobre la filosofía de la vida.
Veamos un ejemplo:
La gente preguntó al mulá Nasrudín:
—¿Dónde debemos ir en una procesión fúnebre: al frente, en la parte trasera o al
lado?
Nasrudín contestó:
—¡No importa donde vayas, mientras no sea dentro del ataúd!
Para el sufismo, es tan importante acercarse a lo divino como cultivar el
propio corazón, y defiende que el recto camino está guiado por el amor. Y
además valora el humor, como demuestra esta breve fábula.
Todo tiene un precio menos la vida, por eso nunca hay que hipotecarla a
cambio de cosas que no nos darán la felicidad.
Fundador de la escuela atomista junto a su maestro Leucipo, se cuenta que
Demócrito vivió hasta los ciento nueve años de edad y que tenía un carácter
alocado y extravagante.
Se dedicó básicamente a entender lo que estructura la materia, pero de él
también se recogieron valiosas opiniones sobre el arte de vivir, como esta:
«Quien se propone la tranquilidad de espíritu tiene que ocuparse de muy
pocos asuntos, tanto a título particular como en cuanto ciudadano; no debe
emprender nada que supere sus fuerzas y su naturaleza; debe mantenerse
alerta a fin de ignorar la fortuna, incluso cuando le es hostil y parece
arrastrarle irresistiblemente; en fin, no debe ligarse más que a aquello que no
supere sus fuerzas; la carga que soportan nuestras espaldas es mejor que sea
poco pesada a que sea fácil de llevar».
Lo que Demócrito propone está en la línea del actual mindfulness, el arte
de centrar la atención en una sola actividad para fluir con ella y conseguir la
excelencia. En lugar de dispersar nuestra atención en todas las direcciones,
nos ocupamos de una sola cosa y la hacemos bien. Por ejemplo, vivir.
Este curioso aforismo, que apunta al carácter exquisito del ser humano, es
obra de Sloterdijk, filósofo alemán nacido en 1947. Ha sido profesor en
numerosas universidades de prestigio, donde enseña a sus alumnos su
particular visión del mundo, influida por la tradición hindú de Osho y por la
actitud vitalista de Hanna Arendt.
Sloterdijk considera vital el estudio del espacio personal como medio de
entender la naturaleza del descontento, ya que considera que toda persona
busca construirse un espacio habitable que no es solo físico, sino también
mental.
En su libro Esferas nos explica: «Las personas que son incapaces de
formar espacios mentales y emocionales y se aíslan, su vida se convierte en
un castigo de confinamiento solitario; con egos sin límites y apenas activos,
muy poco participativos. Miran las ventanas de los medios de comunicación,
paisajes de imágenes en movimiento. Es típico de las culturas de masas, en
las que esas imágenes se han vuelto más vívidas que quienes las observan».
De las pesimistas palabras de Sloterdijk sacamos una enseñanza positiva:
podemos recuperar la vitalidad saliendo de nuestro confinamiento, abriendo
ventanas al mundo y ampliando nuestro horizonte mental.
Aunque se considera a Epicuro un gran hedonista, sus enseñanzas originales
promulgaban una vida menos extrema y más controlada que la de otros
compañeros de filosofía. Quizá esto se debiera a que nació esclavo, y
probablemente por eso mismo aceptaba a esclavos y a mujeres entre sus
alumnos.
Epicuro sostiene que la felicidad reside en el placer, pero se diferencia del
resto de los hedonistas en que para él este placer consiste en…
• Llevar una vida sencilla.
• No tener miedo.
• Evitar los placeres innecesarios y exagerados que despiertan el hambre de
más.
• Vivir en el campo, donde se pueden evitar las tentaciones y los excesos.
• Comportarse con bondad y no buscar el daño ajeno.
Epicuro resumía así lo que es una vida equilibrada: «Más preciosa incluso
que la filosofía es la prudencia, de la que nacen todas las demás virtudes,
enseñándonos que no es posible vivir placenteramente sin vivir prudente,
honesta y justamente, ni vivir prudente, honesta y justamente sin vivir
placenteramente».
El yoga, hoy practicado en todo Occidente, es una antigua disciplina india
que busca el bienestar no solo del cuerpo, sino también de la mente.
Gran seguidor de esta vía a la felicidad, el médico y orador Deepak Chopra
defiende que la clave para el bienestar mental consiste en liberarse de las
falsas creencias que nos limitan y nos llenan de ansiedad.
Las principales falsas creencias son:
• La ilusión de que hay una desconexión con el cuerpo y la mente.
• La ilusión de que la felicidad surge de maximizar los placeres y evitar los
males.
• La ilusión de que estamos solos en el universo, desconectados de un poder e
inteligencia superiores.
• La ilusión de la muerte como un gran final.
• La ilusión de que la vida es injusta por culpa del azar y los accidentes.
• La ilusión de que los objetos materiales definen lo que es real
(materialismo).
Pero, tal como los practicantes de yoga saben desde antiguo, tanto el
cuerpo como la mente se pueden educar. «Este es el gran regalo del yoga, que
sirve y nos nutre a todos los niveles de nuestro ser y espontáneamente
contribuye al mayor bienestar en todos los ámbitos de la vida», nos indica
este orador indio.
Considerado el iniciador de la filosofía moderna, tras cursar Derecho y
Medicina, Descartes consagró su vida al estudio y ganó tanto prestigio que la
reina Cristina de Suecia lo contrató como instructor en su corte.
Esto acabaría con su vida, ya que René era de constitución débil y
necesitaba dormir diez horas diarias para luego seguir leyendo en la cama. En
su nuevo trabajo se vio obligado a levantarse a las cinco de la mañana bajo un
clima polar. Murió cuatro meses después de su llegada al país nórdico.
Ha pasado a los anales de la filosofía por su Cogito ergo sum («Pienso,
luego existo») recogido en el Discurso del método. Sin embargo, Descartes
ponía en tela de juicio que sean los filósofos los más indicados para enseñar
el arte de vivir: «En los escritos de los poetas hay sentencias más serias que
en los de los filósofos. La razón es que los poetas las escribieron movidos por
el entusiasmo y el poder de la imaginación. En cada uno de nosotros existen,
cual pedernales, chispas de conocimiento ocultas. Los filósofos las
manifiestan a través de la razón; los poetas las exteriorizan por medio de la
imaginación, y son mucho más brillantes».
La conclusión está clara: hay que leer poesía para estimular la imaginación
y dar brillo a nuestra vida.
Este escritor, filósofo y pastor estadounidense fue coetáneo de otros
pensadores famosos del siglo XIX como John Stuart Mill o Thomas Carlyle,
así como del mítico autor de Hojas de hierba, Walt Whitman.
Desde Nueva Inglaterra realizó viajes a Europa, donde mantuvo contacto
con estos destacados personajes de la filosofía y la literatura, y se convirtió
en un popular conferenciante.
Emerson fue el ideólogo de la filosofía del trascendentalismo, de
inspiración germánica y elaborada a partir del criticismo bíblico. Así pues,
para él el arte de vivir se fundamenta en estos principios:
1) Tener sentido del humor, pues decía que «hay que reírse mucho y a
menudo».
2) Ganarse el respeto de la gente inteligente y el afecto de los niños.
3) Saber ver lo mejor de los demás.
4) No perder la oportunidad de contemplar la belleza que nos rodea, pues
la belleza es la escritura de Dios.
5) Dejar un mundo un poco mejor, realizando buenas acciones, que pueden
ser distintas, desde sanar a un niño enfermo hasta involucrarse en una
causa social.
6) Tener la certeza de que la vida de otros, aunque solo sea la de una
persona, ha sido más fácil porque uno ha vivido.
7) Poner el corazón en el trabajo, porque esta forma de proceder hace al
hombre «aliviado y alegre».
Seguidor de la filosofía estoica, este filósofo griego nunca escribió sus
propios pensamientos, pero por suerte su discípulo Arrian transcribió todos
sus discursos. De estos nos llegan muy buenos y prácticos consejos para tener
una vida feliz:
1) Asumamos que no tenemos poder ni control sobre las cosas externas.
2) Es inútil preocuparse por aquello que no podemos cambiar, puesto que
solo tenemos control sobre nosotros mismos.
3) Lo que es bueno y lo que es malo dependerá de nuestra elección.
4) Todo lo bueno que podemos querer debemos buscarlo en nuestro
interior. Por tanto, debemos hallar la felicidad en nosotros mismos.
De manera muy resumida, la receta de Epícteto para los malos momentos
es: solo hay un camino hacia la felicidad, y reside en dejar de preocuparse por
las cosas que no podemos cambiar.
Está muy de moda el binomio win-win, «ganar-ganar», en el que todos los
implicados en el proyecto ganan y nadie pierde. El ensayista de origen
italiano Walter Riso opina que este binomio no solo puede sino que debe
aplicarse también al amor.
Para Riso, las relaciones afectivas deben ser sanas, y para ello deben
liberarse de la dependencia afectiva. De sus numerosos libros se pueden
extraer las siguientes claves para conseguir que nuestro amor sea a prueba de
adicciones:
• Preguntarnos seriamente si amamos o dependemos.
• Deshacernos de las falsas creencias que nos hacen aferrarnos a cualquier
amor y a la otra persona.
• Empezar a querernos a nosotros mismos y hacerlo con total fidelidad.
• Valorar las cuatro Ases, es decir la Autoestima, el Autoconcepto, la
Autoimagen y la Autoeficacia.
• Dar y exigir lo que se necesita al compartir la vida con alguien.
Entonces estaremos cerca de conseguir que nuestras relaciones afectivas
sean del tipo ganar-ganar.
Riso lo tiene claro, el amor en pareja empieza en uno mismo: «Hay un
lugar donde nada te puede lastimar, donde no tienes precio y vales solo por lo
que eres. Es un punto de no retorno: la dignidad».
Este exponente del idealismo alemán declaraba, hace ya dos siglos, que «la
lectura del periódico es la oración matinal del ser humano moderno».
En su pensamiento más cotidiano, más allá de sus logros teóricos, abogaba
por la formación continua como herramienta para alcanzar la libertad.
«El hombre es lo que debe ser mediante la educación, mediante la
disciplina. El hombre es solo la posibilidad de serlo, esto es, de ser racional,
libre; es solo la determinación, el deber. El animal acaba pronto su educación;
pero esto no debe considerarse como un beneficio de la naturaleza para con el
animal. Su crecimiento es solo un robustecimiento cuantitativo. El hombre,
por el contrario, tiene que hacerse a sí mismo lo que debe ser; tiene que
adquirirlo todo por sí solo, justamente porque es espíritu; tiene que sacudir lo
natural. El espíritu es, por tanto, su propio resultado.»
Una vida enfocada al éxito y a la plenitud es aquella en la que nunca
dejamos de aprender y de reinventarnos. Así como la parálisis intelectual
conduce al tedio, cultivar un espíritu inquieto es un seguro de vida para no
perder jamás el entusiasmo de vivir.
Para despejarnos un poco de tanta gravedad filosófica, vamos a introducir a
un pensador de pequeño formato pero de grandes sentencias.
El escritor y polemista Oscar Wilde agitó la sociedad victoriana de su
tiempo y ha pasado a la historia, entre otras cosas, por sus célebres one-
liners, ácidas reflexiones de una línea sobre el difícil oficio de vivir:
• «Que hablen de uno es espantoso. Pero hay algo todavía peor: que no
hablen».
• «Todo el mundo puede simpatizar con las penas de un amigo, pero para
simpatizar con sus éxitos hace falta un carácter delicadísimo».
• «El trabajo es el refugio de los que no tienen nada que hacer».
• «Experiencia es el nombre que damos a nuestras equivocaciones».
• «La mejor manera de librarse de una tentación es caer en ella».
• «Lo menos frecuente en esta vida es vivir. La mayoría de la gente se
conforma con existir».
• «No soy tan joven como para saberlo todo».
• «La vida es sencillamente un mal cuarto de hora formado por instantes
exquisitos».
Quien pronunciaba estas palabras era un licenciado en filosofía y psicología
que, tras participar en la Primera Guerra Mundial, con la llegada del nazismo
huyó a Estados Unidos, donde alcanzaría gran prestigio.
Muy crítico con la cultura del capitalismo, sin embargo, en esta reflexión
nos advierte del peligro de querer cortar lazos alegremente con nuestras
tradiciones ancestrales: «Las antiguas formas de vivir que arden lentamente
debajo de la superficie de la civilización moderna proporcionan aún en
muchos casos el calor inherente a todo encantamiento, a toda manifestación
de amor hacia alguna cosa por la cosa misma y no como medio para obtener
otra. El placer de cultivar un jardín se remonta a épocas antiguas en que los
jardines se cultivaban para los dioses. La sensibilidad ante la belleza, tanto en
la naturaleza como en el arte, se anuda mediante mil tenues hilos a esas
representaciones supersticiosas. Cuando el hombre moderno corta esos hilos
podrá conservar por un rato todavía el placer, pero su vida interior se habrá
extinguido».
No podemos admirar el jardín del mundo sin cultivar el jardín interior. El
arte de vivir es un viaje que se realiza simultáneamente hacia fuera y hacia
dentro.
Muchas veces sentimos que el ritmo de la vida nos ahoga, y no sabemos
encontrar el flotador que nos devuelva a la superficie. No son pocos los que
han conseguido llegar a buen puerto y entre ellos está el periodista y bloguero
Leo Babauta.
Originario del territorio estadounidense de Guam, en el Pacífico, este
pensador moderno ha conseguido que más de doscientos mil seguidores en
internet simplifiquen su vida con su blog Zen Habits.
Entre otras muchas recetas, nos da esta con siete ingredientes para
conseguir una vida más sencilla:
1) Haz menos cosas, pero que sean las correctas.
2) Acumula menos posesiones para tener una vida más ligera.
3) Deja pasar las cosas que no tienen importancia.
4) Haz de la limpieza un hábito inmediato.
5) Los grandes cambios, mejor si son lentos y graduales.
6) Aprende a centrarte en las cosas importantes.
7) Sé comprensivo con los demás para hacer las relaciones más fáciles.
Siguiendo estos pasos, Batauta nos enseña a cocinar una vida en el punto
justo de simplicidad.
El camino a la realización personal parte de las necesidades básicas hasta
llegar a los deseos más elevados que el ser humano pueda tener, según la
teoría que el psicólogo Abraham Maslow formuló en 1943.
Es conocida como la Pirámide de Maslow, ya que la representó
gráficamente con esta forma geométrica. Por orden creciente, desde la base
de la pirámide hasta la cúspide, las necesidades humanas hasta alcanzar la
plena autorrealización personal serían estas:
1) Necesidades fisiológicas como respirar, comer, beber, dormir o
mantener relaciones sexuales, bien resueltas para muchas personas
residentes en el mundo desarrollado.
2) Necesidades de seguridad en diferentes ámbitos, como la seguridad y la
estabilidad que proporcionan el tener una familia, un trabajo y unos
ingresos, una buena salud, recursos económicos y propiedades.
3) Necesidades sociales o de afiliación, es decir, el deseo de estar en
contacto con otras personas, entre las cuales figuran los amigos, la
familia y la pareja (el amor), los compañeros de trabajo u otros grupos.
El ser humano es un «animal» social y necesita sentirse arropado y parte
de un grupo.
4) Necesidades de reconocimiento, ya que el ser humano tiene la necesidad
de sentirse querido y reconocido socialmente; desea tener cubiertas sus
necesidades de respeto, éxito, confianza y autorreconocimiento.
5) Necesidades internas o de autorrealización, pues una vez que se tienen
cubiertas las necesidades de los niveles anteriores, el ser humano aspira
a concentrarse en su crecimiento interior, espiritual y moral, a través de
su dedicación a los demás o de comprender cuál es su misión en la vida.
La inteligencia emocional es, sin duda, uno de los hitos editoriales de la
psicología moderna y un concepto fundamental en la vida cotidiana y para la
felicidad personal.
Esta obra del psicólogo estadounidense Daniel Goleman constituyó una
revelación para muchas personas que creían que el éxito estaba estrechamente
vinculado al coeficiente intelectual, cuando en realidad depende en un
porcentaje mucho mayor de la inteligencia emocional de cada uno, es decir,
de la capacidad que tiene cada ser humano de entender sus emociones y de
gestionarlas para ser feliz.
El predominio del corazón sobre la razón tiene un sentido en la especie
humana, pues las emociones ayudan a obrar intuitivamente en situaciones
difíciles y cruciales.
Para Daniel Goleman, la felicidad y el éxito no se basan tanto en la
capacidad de aprender y atesorar un gran número de conocimientos, sino en
la capacidad de ser feliz; y esto depende de tener habilidades emocionales
más que de una buena preparación técnica y académica.
La inteligencia emocional es, pues, una clase de inteligencia que nos
prepara para afrontar y resolver los conflictos y retos que nos presenta la vida
y comprende las siguientes habilidades emocionales:
• Saber reconocer las propias emociones.
• Gestionar esas emociones.
• Ordenarlas para conseguir un objetivo determinado.
• Reconocer las emociones de los demás (empatía).
• Manejar las relaciones o emociones de los demás.
Llevar una vida plena, satisfactoria y feliz guarda, pues, más relación con
todo este compendio de habilidades que con el coeficiente intelectual o el
expediente académico.
Es conocida la historia de Hypatia, una mujer pionera en su tiempo en
dedicarse a las matemáticas y a la astronomía. Hija de un sabio de Alejandría,
este decidió pronto que quería instruir a su hija en todas las ciencias y en
todos los aspectos para que fuera brillante en la vida, un ser perfecto.
Se dice que Hypatia superó pronto a su padre en conocimientos, y se hizo
tan sabia que incluso los administradores de la ciudad le pedían consejo.
Impartió sus propias enseñanzas y se involucró en la política como cualquier
sabio más.
Pero su vida estaba abocada a la tragedia, y aunque lo vio venir jamás se
arredró ante el sufrimiento que la esperaba. Seguidora de la filosofía griega y
de las enseñanzas platónicas, se negó a convertirse al cristianismo incluso
cuando esta negativa podía llevarla a la muerte. Y de hecho así murió Hypatia
siendo todavía joven, torturada y descuartizada por quienes tenían una mente
menos abierta y tolerante.
Sin embargo, el legado de Hypatia se mantiene vivo y es una llamada a la
madurez emocional y a la libertad que lleva a la verdadera felicidad: «Las
fábulas deben ser enseñadas como fábulas, los mitos como mitos, y los
milagros como fantasías poéticas. Pero enseñar supersticiones como si fuesen
verdades es una cosa terrible. Porque solo a través de un largo dolor, y quizá
la tragedia, podrá la mente infantil que las aprende liberarse finalmente de
ellas».
Sri Aurobindo nació en Calcuta en 1872, pero se educó en Cambridge y
regresó a su país con diversos títulos universitarios. Allí trabajó como
administrativo y profesor de idiomas.
Defensor del nacionalismo y de la independencia de la India, fue detenido
por su apoyo al proceso de división de Bengala. Su estancia en prisión le
cambió a nivel espiritual, y al ser liberado fundó una revista filosófica con la
que quiso acercar a la gente a su destino divino a través de una mejora de los
valores y la armonía.
«La influencia de la psique se reconoce de forma habitual, aunque no
únicamente, por una serie de signos generales y característicos: por un cierto
sentido de la sensibilidad por todo lo que es verdadero, bueno y bello,
refinado, puro y noble, por una respuesta a estas cosas, por una presión sobre
la mente y la vida para que las acepten y las formulen en nuestros
pensamientos, en nuestros sentimientos, en nuestra conducta y en nuestro
carácter. Del hombre que no tiene este elemento en él o que no responde en
nada a sus incitaciones, decimos que no tiene alma», nos advierte Aurobindo.
Resumiendo, para vivir con alma debemos desarrollar nuestra sensibilidad,
a través de las artes y del cultivo de la conciencia, así como del control sobre
nuestras propias emociones.
En nuestro moderno mundo occidental son pocas las comunidades que
todavía conservan la unión espiritual con la naturaleza que era común en
otras épocas y motivo de felicidad colectiva. Una de ellas es la de los indios
americanos, que han sabido conservar las enseñanzas y las actitudes de sus
ancianos ancestros, cuando su tierra era vasta y salvaje, libre de malas
influencias.
Tal fue el caso del jefe indio Seattle, que al ser invitado a vender sus tierras
del actual Estado de Washington al presidente en 1855, respondió estas
sabias palabras, con las que compuso el discurso Somos parte de la Tierra:
«Pero si os vendemos nuestra Tierra no olvidéis que tenemos el aire en gran
valor; que el aire comparte su espíritu con la vida entera. El viento dio a
nuestros padres el primer aliento y recibe el último hálito. Y el viento
también insuflará a nuestros hijos la vida. Y si os vendiéramos nuestra Tierra,
tendríais que cuidarla como un tesoro, como un lugar donde también el
hombre blanco sepa que el viento sopla suavemente sobre las flores de la
pradera.
»(…) ¿Cómo vamos a venderos esas cosas y cómo vais a poder
comprarlas? ¿Es que, acaso, podréis hacer con la Tierra lo que queráis, solo
porque un piel roja firme un pedazo de papel y se lo dé al hombre blanco? Si
nosotros no poseemos el frescor del aire, el brillo del agua, ¿cómo vais a
poder comprárnoslo?».
Sabias y humildes fueron las palabras de quienes solo se consideraban una
parte de la Tierra.
Tenemos mucho que aprender de los indios americanos para una vida en
armonía con la naturaleza.
¿Te ha parecido alguna vez que menguas mientras todo se hace más grande y
amenazador a tu alrededor? Entonces es que tu autoestima está pidiendo
auxilio. No es fácil quererse a uno mismo cuando los estándares de éxito son
aptos solo para superhéroes, pero se puede recuperar ese amor por uno
mismo.
La carismática presentadora Oprah Winfrey, que ha sido considerada por la
revista Forbes la persona más influyente del mundo, nos aconseja entre otras
cosas seguir los consejos de Carol Dweck. En su libro La nueva psicología
del éxito, esta profesora de psicología de la Universidad de Stanford nos
propone construir una caja de salvamento de la autoestima que debe contener:
• Un recuerdo que nos demuestre que podemos ser valientes.
• La foto de aquellos más cercanos a nosotros, que prueba que somos
queridos.
• Un símbolo de que podemos aprender algo nuevo.
• Un artículo que demuestre nuestra mejora en alguna faceta de nuestra vida.
• La biografía de alguien a quien nos gustaría tomar como ejemplo.
• Una invitación a algún evento social cercano, que nos recuerde que nuestra
presencia es bienvenida.
• El recuerdo de un momento en que estuvimos allí para alguien.
Con este kit de supervivencia, nuestra autoestima estará siempre a prueba
de bomba por parte de la realidad cotidiana.
Este filósofo de origen judío cultivó una filosofía de vida que se centraba en
la búsqueda de un bien común y justo para todos. Como traductor
profesional, transcribió las palabras de otros grandes personajes célebres
como Baudelaire y se relacionó con otros intelectuales como Herman Hesse.
Algunas de sus reflexiones sobre la vida nos hacen pensar en la luz de
Oriente para la propia realización: «Quien despierto y ya vestido vea ante sí
salir el sol, conservará ante todos los demás, y durante el resto del día, la
soberanía de alguien que ha sido coronado con una diadema invisible, y aquel
a quien el sol haya sorprendido trabajando tendrá la impresión, a mediodía,
de haberse puesto él mismo la corona».
Debido a sus creencias esencialmente marxistas, fue perseguido y tuvo que
huir de su país, viajando por numerosos países antes de trasladarse a Francia.
De allí tuvo que marcharse también cuando las tropas alemanas invadieron
París. Sin embargo, fue atrapado durante su huida en su camino hacia
Portugal por las tropas franquistas, que tenían intención de devolverlo a
Francia.
Benjamin murió por una sobredosis de morfina en su habitación, y se cree
que fue un suicidio ante el destino que le esperaba. Aunque también hay
quien opina que fue asesinado, ya que uno de sus manuscritos desapareció de
la maleta que llevaba sin que haya sido visto de nuevo.
Sin embargo, del legado de Benjamin perduran su tesón y su coraje, y su
capacidad de ser fiel a sus propias creencias. «Ser feliz es ser capaz de ser
consciente de uno mismo sin miedo», afirmó.
Yalal ad-Din Muhammad Rumí, más conocido como Rumi, fue un poeta
nacido a principios de 1200 en el actual Afganistán. Imbuido de
espiritualidad, sus obras destilaban un gran misticismo que animaba al lector
a buscar su verdad.
Fue uno de los grandes inspiradores de los Derviches Giradores, que
acceden al ideal estado de meditación a través de una danza basada en el giro
sobre uno mismo.
Los poemas de Rumi han trascendido a través de los siglos y aún se recitan
en centros de todo el mundo, traducidos a numerosos idiomas. De ellos puede
extraerse siempre un mensaje vitalista para mejorar como este:
El Día de la Resurrección, Dios preguntará:
«Durante esta estancia que te di en la tierra, ¿qué has producido para
Mí?
»¿Con qué trabajo llegaste al fin de tu vida?
»¿En aras de qué comida consumiste tu fuerza?
»¿En qué gastaste el brillo de tus ojos? ¿En qué disipaste tus cinco
sentidos?
»Usaste tus ojos, tus oídos y tu intelecto y las sustancias celestiales sin
adulterar,
»¿y qué compraste de la tierra?
»Te di manos y pies como pala y pico para arar el campo de las obras
buenas, ¿cuándo comenzaron a actuar por sí mismos?».
Creyentes o no, podemos extraer una gran sabiduría de estas palabras de
Rumi. Nuestra existencia es única y no vuelve, por eso hay que vivirla
intensamente, dotándola de pleno sentido.
La historia de Thoreau y su Walden, que hemos visto en un capítulo anterior,
fue fuente de inspiración para muchos, entre ellos el psicólogo americano
Burrhus Frederic Skinner, nacido a principios del siglo XX.
En su prefacio a la edición americana de su novela Walden Dos, uno de los
pioneros del conductismo explicaba así su visión de la felicidad y cómo
puede conseguirse:
1) Ninguna forma de vida es inevitable. Examina tu propio pasado.
2) Si no te gusta, cámbiala.
3) Simplifica tus necesidades. Aprende a ser feliz con menos posesiones.
Las siguientes medidas eran para ser aplicadas de forma colectiva:
4) Construir una forma de vida en la que las personas vivan juntas sin
pelearse, en un clima social de confianza en lugar de sospecha, de amor
en lugar de celos, de cooperación y no de competencia.
5) Transmitir la cultura de manera efectiva a los nuevos miembros a través
de la atención especializada a los niños y una potente tecnología
educativa.
6) Reducir el trabajo obligatorio a un mínimo, con incentivos para que la
gente disfrute trabajando.
Por último aportaba es tas máximas:
7) Considera que ninguna práctica es inmutable (todo se puede mejorar).
8) Cambia y estate dispuesto a moverte de nuevo.
9) No aceptes ninguna verdad eterna (solo provisional).
10) Da valor a la experiencia.
Se dice que no hay peor enemigo que el miedo, y se dice bien. El miedo es la
causa de la lucha silenciosa pero intensa que mantenemos con nosotros
mismos a la hora de abordar la vida.
El pensador indio Jiddu Krishnamurti fue uno de los grandes adalides
contra el miedo irracional. Este conferenciante, que recibió la Medalla de la
Paz otorgada por la ONU en 1984, pasó gran parte de su vida recorriendo el
mundo para enseñar a las personas a dejar atrás el temor.
Para ello, nos invita a ser conscientes de varios hechos que el miedo,
siempre astuto, trata de ocultarnos:
• La voz del temor impide avanzar a la mente y la insensibiliza, apelando a
una innecesaria autopreservación.
• El miedo impide tener una vida feliz, ya que constriñe nuestra capacidad de
amar y dar rienda suelta a los sentimientos y motivaciones.
• El miedo se nutre a sí mismo, haciéndose cada vez más fuerte y abarcando
más aspectos de nuestra existencia.
Pero, a su vez, Krishnamurti nos da el arma definitiva para luchar contra el
miedo, que es el conocimiento. Para detener el temor, solo hay que conocer
cuál es su verdadera raíz, aquello que genera la inseguridad de la que se
alimenta.
No hay que temer al miedo, nos indica, sino enfrentarse a él: «Eso
significa, tened en cuenta, entrar directamente en contacto con él». Al
enemigo hay que tenerlo cerca.
Este escritor del Siglo de Oro invitaba a los lectores en sus escritos a crecer a
través de la evolución personal y la experimentación de una vida llena de
valores.
Nacido en Calatayud en 1601, sus numerosas obras están regidas por una
prosa conceptual que busca transmitir mucho diciendo poco. De sus escritos
podemos extraer una serie de claves para llevar una vida feliz, como las que
comparte a continuación:
• No ser obstinados sin razón.
• Aceptar los propios errores y no endosarlos a otros.
• No tener excesiva confianza, porque ello lleva al descuido.
• Ser previsor para evitar los males.
• Confiar en los demás, pero guardarse los secretos.
• No tratar de agradar a todo el mundo, porque eso lleva a disgustar a todos.
• Ser audaz, incluso para afrontar los propios desafíos.
«Triste cosa es no tener amigos, pero más triste debe ser no tener
enemigos, porque quien enemigos no tenga, señal de que no tiene: ni talento
que haga sombra, ni valor que le teman, ni honra que le murmuren, ni bienes
que le codicien, ni cosa buena que le envidien», nos advertía Gracián.
El «Océano de Sabiduría» y líder espiritual del budismo tibetano ha dedicado
toda su vida al trabajo del espíritu. Haciendo honor a su filosofía budista,
afirma que no es necesario tener una religión, ni una iglesia o un templo para
estar con Dios, sino solo nuestro corazón.
A juicio del Dalai Lama, la búsqueda de la felicidad es una aspiración
natural en el ser humano y cada uno la interpreta de forma diferente según
sus circunstancias, pero en El arte de vivir en el nuevo milenio afirma con
bellas y sencillas palabras, eso sí, cargadas de sabiduría, que una existencia
con sentido depende de lo siguiente:
1) Tan solo podemos emplear bien el presente, lo que implica hacerlo de
modo responsable y con compasión hacia los demás.
2) La compasión es uno de los factores que da sentido a la vida humana y
es fuente de la felicidad y de la alegría duraderas.
3) La compasión es la clave para tener un buen corazón. Ayudar a los
demás obra en nuestro propio beneficio y nos hace más felices, porque
la felicidad individual está indisolublemente ligada a la felicidad de los
demás.
4) A menudo las personas no somos felices porque andamos ocupadas con
infinidad de cosas mundanas, siempre ajetreadas, y en este ajetreo
olvidamos a los demás. Además, la satisfacción duradera nunca puede
provenir de adquirir un objeto.
5) El resto de vida que le quede a cada uno debe basarse en la práctica de
la preocupación por los demás. Solo así es posible hallar la felicidad.
Este filósofo francés de mediados del siglo XIX usó el concepto de la
multiplicidad para explicar el estado aparentemente contradictorio de la
mente humana.
Según Bergson, la raíz de la compasión y la solidaridad está en el propio
sufrimiento. Al ponernos en el lugar del otro, si no ayudamos a la persona
que sufre, pensamos que los próximos podríamos ser nosotros y nadie nos
ayudará tampoco.
Veamos algunas reflexiones suyas sobre el arte de vivir:
• «No creo que haya defecto más superficial y a la vez más profundo que la
vanidad. Las heridas que se le infieren no son graves nunca, y, sin embargo,
no se curan jamás».
• «Debemos obrar como hombres de pensamiento; debemos pensar como
hombres de acción».
• «La contemplación es un lujo, mientras que la acción es una necesidad».
Bergson afirmaba que no hay nada más cómico que un ser humano, pero a
la vez era consciente del potencial poético de cualquier vida. En estas
palabras finales, apela al sentido trascendente de nuestra mirada para afrontar
las dificultades de la vida: «No hay duda de que una caída es siempre una
caída; pero una cosa es caerse en un pozo por torpe distracción, y otra cosa es
caerse por ir mirando una estrella».
Los maestros de Oriente inciden en la importancia de vivir en el ahora, pero
es difícil no dejarse llevar por los recuerdos del pasado y la ansiedad por el
futuro. Ambos caminos, hacia delante y hacia atrás, nos impiden ver el punto
en el que nos encontramos ahora.
La psicóloga de Harvard Ellen Langer establece cinco pasos para tener la
mente despierta y mantenerse en el presente, a la vez que solucionamos los
problemas que se arrastran desde el pasado y se prevén en el futuro:
1) Pensar en lo que la situación actual nos aporta que antes desconocíamos.
De esa forma aprenderemos.
2) Ligar cada hecho o comportamiento al momento en que se ha
producido, para evitar sacar las cosas de contexto.
3) Convertir cada fracaso en un éxito, pensando en lo que hemos aprendido
de él.
4) Ser conscientes de que el estrés es el resultado de la forma en que
nosotros mismos afrontamos las situaciones.
5) Ser fieles a nosotros mismos para evitar los reproches respecto al pasado
y los miedos a lo que pueda suceder en el futuro.
Y, por último, no hay que olvidar lo que dijo el poeta Rainer Maria Rilke:
«Deja que todo te suceda, tanto lo bueno como lo malo. Sigue avanzando,
porque ninguna emoción dura para siempre».
Lo malo también pasa.
Este filósofo alemán puso el mundo del revés, permitiéndose grandes
declaraciones como «Dios ha muerto» e introduciendo una nueva
cosmovisión. Realizó una crítica exhaustiva de la cultura, la religión y la
filosofía occidental.
Su obra es una tarea de titanes llena de inspiraciones radicales: «Solo
puede ser intrépido quien conoce el miedo pero lo supera; quien ve el abismo
con orgullo».
El resultado de este trabajo afectó a generaciones de teólogos,
antropólogos, filósofos, sociólogos, psicólogos, poetas…, pero fue tan
reconocido como criticado. Aun así, el genial filósofo, músico y filólogo,
respondía: «Cuando más nos elevamos, más pequeños parecemos a quienes
no saben volar».
Fue amigo de grandes hombres de su época, como el compositor Wagner,
conoció el éxito y el respeto…, pero todo ello lo perdió, bordeando la locura
y terribles enfermedades que lo llevaron al final de sus días. Eso no quita que
su mensaje sea profundamente inspirador: «Cuando nos transformamos
radicalmente, nuestros amigos, los que no se han transformado, se convierten
en los fantasmas de nuestro propio pasado; su voz resuena en nuestros oídos
como si viniera de la región de las sombras, como si nos oyésemos a nosotros
mismos, más jóvenes, pero más duros y menos maduros».
Esto está en sintonía con lo que un autor moderno, Joe Dispenza, dice
sobre los dos peligros a los que nos enfrentamos cuando cruzamos el día del
cambio:
1) Los demás. A la gente no le gusta que cambiemos, aunque sea una
cuestión de supervivencia. Se han acostumbrado a que seamos de
determinada manera y les inquieta no tenernos «controlados» tal como
nos conocen. Por eso cuando empezamos a nadar hacia la otra orilla nos
gritarán que volvamos. Por eso: nunca escuches a los demás cuando te
has decidido a cambiar.
2) Nuestros temores. Dispenza afirma que el cambio es como cruzar un río
de agua gélida. Muchos se lanzan y al llegar a la mitad del río dicen:
«¡Está fría!», y regresan a donde estaban, a su zona de confort. Nadie
nos dijo que el cambio sería incómodo. Por eso, la segunda ley sería:
nunca escuches tus miedos cuando te has decidido a cambiar.
Nacido a principios del siglo XX y fallecido en 1982, este gran divulgador del
zen fue criado por su abuelo, que había sido samurái. Pero Deshimaru era un
joven inquieto y abandonó la tutela familiar para estudiar el cristianismo
antes de regresar a la contemplación budista.
Tras años de estudio, el pensador japonés se trasladó a Europa y se afincó
en París. Allí difundió la filosofía del zazen, la meditación sentada que sigue
practicándose en la actualidad.
Veamos algunas de sus máximas para encontrar la felicidad en la vida
cotidiana:
• Si uno cree que hay diferencias, entonces las habrá. Pero si no lo cree, no
verá ninguna.
• Es inútil ser egoísta, porque estamos relacionados con todo el mundo y
todas las cosas.
• Para recibirlo todo, uno debe abrir ampliamente sus manos y dar.
• Tenemos la sensación de que nuestra cáscara nos protege, pero esta se
rompe sobre nosotros mismos y los demás. Además nos tapa el sol y la
luminosidad.
Y es que para Deshimaru era de suma importancia implicarse en la propia
espiritualidad: «Si no eres feliz aquí y ahora, nunca lo serás».
Conocerse a uno mismo es vital para tener una vida plena, como ya sabían en
tiempos inmemoriales. De hecho, el mensaje «Conócete a ti mismo» se
hallaba inscrito en el frontispicio del templo de Apolo en Delfos y fue fuente
de inspiración para numerosos filósofos.
El autoconocimiento implica tomar nota de nuestras grandezas, pero
también de nuestras flaquezas, de las motivaciones que nos mueven y de
nuestro interés en los demás.
Ya en la actualidad, los investigadores Riso y Hudson utilizan el
eneagrama de la personalidad para definir nueve tipos básicos de la
personalidad, en los que en mayor o menor medida todos podemos
englobarnos.
1) El reformador: El que tiene una misión regeneradora en la vida.
2) El ayudador: El que se preocupa por el resto de las personas.
3) El triunfador: Cuyo fin es tener éxito en la vida.
4) El individualista: Quien se retrae en sí mismo.
5) El investigador: Quien siempre busca respuestas.
6) El leal: En quien siempre se puede confiar.
7) El entusiasta: Quien siempre está dispuesto a afrontarlo todo con ganas.
8) El desafiante: Quien siempre está dispuesto a contradecirlo todo.
9) El pacificador: El que prefiere no enfrentarse a nadie ni a nada.
¿Y tú? ¿Te conoces a ti mismo? ¿Con qué perfil/es te sientes más
identificado?
Solo hay que detenerse y reflexionar.
Si tienes la sensación de que a veces piensas demasiado en ti mismo, no te
preocupes, ya que hubo toda una corriente filosófica que defendía que la
existencia humana debía ser el centro de toda reflexión.
El existencialismo busca, pese a su aparente complejo narcisista, buscarle
un sentido a la vida. Y tuvo muchos defensores, tanto filósofos como Jean-
Paul Sartre como creadores del nivel de Albert Camus.
Sin embargo, y aunque hubo diferencias entre los distintos pensadores, a
grandes rasgos defendían que el ser humano es el verdadero artífice de su
existencia y es el último responsable de sí mismo. Es por ello que hay que
meditar sobre la relación que tenemos con nosotros mismos, sobre el propio
camino, así como sobre la relación con los demás y con el mundo. Nadie más
tiene las riendas de nuestro destino.
«El hombre está condenado a ser libre, porque una vez que es lanzado al
mundo, es responsable de todo lo que hace. Depende de ti mismo darle un
sentido a la vida», sugería Jean-Paul Sartre.
«Nunca serás feliz si te empeñas en buscar la definición de la felicidad.
Nunca vivirás si todo lo que haces es preguntarte el significado de la vida»,
advertía Albert Camus.
Nacido en 1949 en Oklahoma, este pope de la psicología transpersonal
defiende que hay una filosofía perenne, presente en los pilares de todas las
religiones y creencias, y que defiende en su libro Breve historia de todas las
cosas.
Para este pensador norteamericano, la filosofía perenne se basa en las
siguientes claves esenciales:
• La existencia del espíritu es una realidad.
• Dicho espíritu está en el interior de las personas.
• Muchos de nosotros no somos conscientes de esta espiritualidad y por eso
estamos sumidos en un estado de insatisfacción.
• Existe un camino que permite salir de ese estado inferior.
• Avanzando por ese camino se puede aspirar a una liberación de ese estado
de dualidad.
• Al llegar al final de esa senda, desaparecen los malos sentimientos y se
alcanza la calma.
• Esa nueva calma interior nos permite observar a los demás desde una
perspectiva compasiva y humanitaria.
Por lo tanto, es momento de calzarse las botas y empezar a caminar hacia
la liberación espiritual.
Este filósofo francés afirmaba que «El hombre es bueno por naturaleza». ¿Por
qué entonces actuamos mal?
Según Jean-Jacques Rousseau, la sociedad es la que nos corrompe y nos
hace actuar mal. Atreverse a defender semejante teoría en plena Ilustración le
costó muchos enemigos y sinsabores. Su época defendía el progreso y él lo
consideraba la razón de todos los males.
Tal vez su origen y ajetreada vida tuvieron que ver en la formulación de su
teoría.
Hijo de un relojero y huérfano de madre, creció sin apenas educación. De
muy joven, empezó a trabajar como aprendiz de un notario y de un grabador,
que lo sometió a un trato brutal. Huyó de Ginebra y se acogió al amparo de
una baronesa que lo convenció para convertirse al calvinismo además de
hacerle su amante. Empezó entonces una época de formación autodidacta.
Acabó casándose con una sirvienta prácticamente analfabeta con la que
tuvo cinco hijos. Eso no le impidió seguir teniendo amantes y cambiar de
país, residencia y religión, a medida que iban pasando los años, acosado por
la manía persecutoria.
En su Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres,
Rousseau se enfrenta a la concepción ilustrada del progreso, considerando
que los hombres en estado natural son por definición inocentes y felices, y
que son la cultura y la civilización las que imponen la desigualdad entre ellos,
en especial a partir del establecimiento de la propiedad, y con ello les
acarrean la infelicidad.
Para recuperar el paraíso perdido, algunas sugerencias de este gran
humanista:
• No te aísles ante las crueldades del mundo, sino que reparte tus afectos entre
tus semejantes.
• Es mejor afrontar un dolor agudo que una tristeza prolongada.
• Las pasiones son buenas mientras somos dueños de ellas y no nos
esclavizan.
• La libertad perdida raramente se recupera.
Este gran sabio indio fue una fuente de inspiración tanto en su época como en
los tiempos que han seguido.
Tras educarse en Londres y viajar por el mundo, Mahatma Gandhi regresó
a su país de origen y se involucró en política. Aunque fue un gran activista y
defensor de la liberación frente al yugo del Imperio británico, la lucha de
Gandhi fue siempre una lucha pacifista basada en la no-violencia.
De su vasto conocimiento nos llegan estas enseñanzas que reflejan sus
altos valores:
Cuida tus pensamientos porque se volverán palabras.
Cuida tus palabras porque se transformarán en actos.
Cuida tus actos porque se harán costumbre.
Cuida tus costumbres porque forjarán tu carácter.
Cuida tu carácter porque formará tu destino.
Y tu destino será tu vida.
En su honor se instauró el 30 de enero como Día Mundial de la Paz. Su
legado no solo es el ejemplo que brindó al mundo, sino su filosofía de vida
basada en la propia responsabilidad.
Tal como dijo él mismo: «Sé el cambio que quieres ver en el mundo».
Uno de los miedos más graves que atenazan nuestra búsqueda de la felicidad
es el miedo a vivir. Este miedo es tan común que muchas veces lo pasamos
por alto. Pero frena muchos sueños y aspiraciones, condicionados por el
temor a sufrir.
El emperador Marco Aurelio, el último de los llamados Cinco Buenos
Emperadores, fue a pesar de su posición un hombre muy espiritual que
siempre encontraba tiempo entre batalla y batalla para reflexionar y escribir
sobre sus propios pensamientos. Inspiraciones que aún hoy son de rabiosa
actualidad.
De sus Meditaciones podemos rescatar un fragmento cada vez que nos
vengan mal dadas: «Al despuntar la aurora, hazte estas consideraciones
previas: me encontraré con un indiscreto, un ingrato, un insolente, un
mentiroso, un envidioso, un insociable. Todo eso les acontece por ignorancia
de los bienes y de los males. (…) Pues hemos nacido para colaborar, al igual
que los pies, las manos, los párpados, las hileras de dientes, superiores e
inferiores. Obrar, pues, como adversarios los unos de los otros es contrario a
la naturaleza. Y es actuar como adversario el hecho de manifestar indignación
y repulsa».
Y es que la vida, tal como hacía Marco Aurelio, hay que afrontarla con
valor y con pensamiento sereno.
Nacido en 1952 en París, Comte-Sponville explica en su Pequeño tratado de
las grandes virtudes como la filosofía sirve para conseguir una vida más
feliz.
Para empezar, asegura que quien estudia filosofía lo hace porque no es
feliz, a la vez que el objetivo de todo ser humano es autorrealizarse y vivir en
plenitud.
Las virtudes que señala como necesarias para conseguirlo son todas estas:
la urbanidad, la fidelidad, la prudencia, la templanza, la valentía, la justicia, la
generosidad, la compasión, la misericordia, la gratitud, la humildad, la
sencillez, la tolerancia, la pureza, la mansedumbre, la buena fe, el humor y el
amor.
«El hombre sencillo —nos dice— no se plantea tantos problemas con
respecto a sí mismo. ¿Quizá sea porque se acepta tal y como es? Sería
demasiado decir. No se acepta ni se rechaza. No se interroga, no se
contempla, no se considera. No se alaba ni se desprecia. Es lo que es,
sencillamente, sin rodeos, sin afectación, o más bien (ya que “ser” le parece
una palabra demasiado importante para una existencia tan pequeña) hace lo
que hace, como cada uno de nosotros, pero no le parece que sea tema de
conversación, de comentarios, ni siquiera de reflexión. Es como los pájaros
del bosque, ligeros y siempre silenciosos, incluso cuando cantan, incluso
cuando se posan.»
Pues viva la sencillez.
Vivir es todo un arte. Y uno de sus mejores maestros fue sin duda el filósofo
chino Confucio, que extendió sus enseñanzas en el espacio y el tiempo hasta
llegar a la era moderna, más de dos mil años después.
Este pensador de orígenes inciertos defendió que los principios que toda
persona tiene que seguir deben basarse en la honestidad y la virtud, y en la
justa relación con los demás.
¿Cómo conseguirlo entonces? Siguiendo estas reglas básicas que tanto
tiempo atrás Confucio ya compartió con el mundo:
1) Hay que buscar la felicidad en la justa medida de cada uno. No todas las
personas necesitan el mismo tipo de felicidad.
2) Conformarse con cosas sencillas, aquellas que hagan nuestra vida más
simple y alegre.
3) Meditar nuestras palabras y cumplir con lo que se dice.
4) Rodearse de buenas personas, y merecerlo siendo bueno también.
5) Olvidarse del miedo y de la ansiedad infundada, y confiar en nuestras
propias acciones.
6) Tener la sobriedad, el coraje y la bondad de seguir estas reglas.
7) Sentir satisfacción al darnos cuenta de que seguimos un recto camino.
8) Ser conscientes de que esa satisfacción nos lleva a la felicidad.
Pues, como dijo Confucio, «quien volviendo a hacer el camino viejo hace
uno nuevo, puede considerarse un maestro».
Las vivencias traumáticas condicionan nuestra vida. Esto lo tiene claro el
terapeuta Bert Hellinger, nacido en 1925, que tras estudiar filosofía, teología
y pedagogía pasó dieciséis años ejerciendo como misionero entre el pueblo
zulú.
Para Hellinger los lazos familiares son el origen de muchos traumas, pero
también son un apoyo para su eliminación, y por ello desarrolló su propia
terapia de las constelaciones familiares para entender lo que sucede entre
unos y otros.
El autor de El centro se distingue por su levedad describe así lo que busca
alcanzar su enfoque terapéutico: «A través de todos ellos (nuestros ancestros)
esa vida ha fluido, pura, sin que nadie haya podido quitarle o agregarle nada.
Esa misma vida fluye a través de ellos hasta nosotros. Todos lo hicieron bien.
Nadie fue peor, nadie fue mejor. En la transmisión de la vida todos fueron
perfectos y todos fueron buenos. Así miramos ahora a nuestros padres, tal
como ellos son, y los vemos perfectos, al servicio de la vida.
Independientemente de lo que hayan hecho o pensado, y más allá de lo que
fue su destino».
Este filósofo romano, nacido en el 480 d. C. y que supuestamente fue
ejecutado en torno al 524, escribió la famosa Philosophia Consolatione o Las
consolaciones de la filosofía mientras estuvo preso acusado de conspirar, a la
espera de ser juzgado y ejecutado.
Su obra se divide en cinco libros donde el autor recoge diversas
consolaciones. En su tensa espera, Boecio inventó un personaje, la Filosofía,
con forma de mujer, que le aconsejaba diversas formas de hallar alivio.
Estas son algunas claves extraídas de estos libros:
1) El hombre ha olvidado cuál es su finalidad verdadera.
2) La fortuna y los bienes que dimanan de ella, no solo los materiales, sino
también otros como la fama, el poder o el deleite, no producen
felicidad, sino todo lo contrario, «desventura».
3) La «buenaventura» o felicidad de los hombres no se puede encontrar en
los bienes pequeños y particulares, sino en el Ser Supremo, en Dios.
Si no queremos llamarle Dios, hablemos de la magia de la vida o de los
hilos secretos del azar que todo parecen moverlo para dotar a nuestra vida de
sentido.
En el mundo moderno, especialmente en el occidental, se está perdiendo
gradualmente la fe en las religiones, que eran las principales observadoras de
la espiritualidad. Pero este ateísmo progresivo, que puede parecer
desapegado, no tiene que significar una pérdida de valores o de
concienciación de la sociedad ni del individuo en particular.
La psicología transpersonal nace para dar cabida a esta aproximación libre
y moderna a las inquietudes humanas más antiguas, y conseguir identificarse
con una conciencia mayor.
En este marco, ya en 1901, el psicólogo estadounidense William James
define cuáles son las cuatro características de una experiencia mística
desligada del concepto de religión:
1) Inefabilidad: Que dicha experiencia sea imposible de resumir en
palabras.
2) Conocimiento: Durante estos procesos se produce una revelación que
lleva al sujeto a sentir que ha alcanzado un aprendizaje de gran
importancia, incluso vital.
3) Transitoriedad: Estos momentos son limitados en el tiempo,
generalmente a menos de dos horas, y no tienen por qué repetirse. Y si
lo hacen, generalmente se producen con menor grado de intensidad.
4) Pasividad: Durante estos procesos, el sujeto siente que está controlado
por ellos sin que pueda hacer nada más que dejarse llevar.
Visto así, ¿quién no se ha sentido cerca de este misticismo? En toda
persona existe al menos una pizca de espiritualidad.
La filosofía para una vida saludable se encuentra en todas partes, y uno de los
lugares más insólitos son las instalaciones donde se practica el tiro con arco.
Esta actividad, a la vez intensa y contemplativa, requiere una gran
comunión entre cuerpo y mente que ayuda a encontrar una paz interior que es
difícil de alcanzar en la vida moderna.
Aunque nuestra vida sea frenética, la práctica del tiro con arco puede
devolvernos durante un rato a una comunión excepcional con nuestro yo
interior, nuestra calma e incluso la naturaleza. Pues, en los momentos previos
a soltar la flecha, la vista se agudiza y el oído se intensifica. Todo apela a la
paciencia y a la calma.
El arquero se hace consciente de su propio cuerpo y su propia respiración
hasta que todo eso desaparece.
Así lo descubrió el filósofo alemán Eugen Herrigel, que aprendió el arte
del tiro con arco en Japón, y lo tuvo tan claro que para compartir sus
aprendizajes escribió el libro Zen en el arte del tiro con arco.
«Cuanto más obstinado seas en querer aprender a soltar la flecha con el fin
de acertar en la diana —nos transcribe con las enseñanzas de su maestro—,
menos conseguirás ese objetivo y más lejos parecerá estar la diana. El
obstáculo es que tienes demasiada ansia.»
Esta enseñanza la podemos aplicar a todo lo que hacemos fuera del campo
de tiro, si es que la realidad cotidiana no es ya un deporte lleno de dianas.
Saber lo que hacemos y por qué lo hacemos es esencial para lograr el cambio,
la realización y la plenitud en la vida. En este sentido, el neurólogo Sigmund
Freud, que nació en 1856 en lo que hoy sería la República Checa, hizo
grandes avances cuyos resultados aún perduran.
Freud aseguraba que los impulsos irracionales determinan nuestra
racionalidad, y por ello consideraba de enorme importancia conocerse a uno
mismo y las propias inquietudes y deseos, incluso los que están ocultos en
nuestra mente.
Para ello determinó su teoría de la mente, que se componía de tres facetas:
• El ello: Compuesto por la parte más irracional de nosotros mismos, busca el
placer y huye del sufrimiento. Es totalmente inconsciente.
• El yo: Surge por influjo del aprendizaje y las experiencias y, aunque sigue
buscando el placer y evitando el dolor, lo hace de una forma más
conservadora y calculando las consecuencias posteriores.
• El superyó: busca evitar el castigo adaptándose a las normas establecidas,
generalmente impuestas en primer término por los padres. Es un proceso
inconsciente y preconsciente.
Es importante entender estos procesos, ya que, tal como dijo el visionario
neurólogo: «Haciendo consciente lo que es inconsciente se puede acceder a
altas cotas de libertad».
Hijo de un banquero, de niño, Diógenes tuvo que exiliarse a Atenas con su
padre porque habían acuñado moneda falsa. Sin duda, este hecho configuró
su pensamiento y su personalidad.
Diógenes se reía de la riqueza y los honores. Para él, la extrema pobreza
era la máxima virtud. Consecuente con este pensamiento, vivió como un
vagabundo por las calles de la ciudad. En vez de casa, ocupaba una tinaja y
solo poseía un manto, un zurrón, un báculo y un cuenco.
Se dice que un día que vio a un niño recoger agua con las manos, le regaló
su cuenco porque el pequeño le había demostrado que aún le sobraban cosas.
También cuentan que, en pleno día, salió con una lámpara de mano
encendida y gritando por las calles repletas de ciudadanos: «Busco a un
hombre de verdad».
Diógenes pertenecía a los cínicos, palabra relacionada en griego clásico
con «perro». La gente consideraba que él y su maestro vivían como estos
animales, lo que a ellos les enorgullecía, ya que sentían un profundo
desprecio por la humanidad.
El cinismo predicaba los siguientes valores para alcanzar la realización:
• Llevar una vida natural y frugal, ya que la virtud consiste en la supresión de
las supuestas necesidades.
• Mostrar desprecio por las normas sociales y por todo lo establecido, así
como por la mayoría de los placeres mundanos.
• Hay que proclamarse ciudadano del mundo y no de una ciudad en
particular.
«Para eso hay que tirarse a la piscina», cabría añadir. No sirve de nada pensar
y hablar si luego no llevamos los hechos a la práctica.
Alan Watts fue un filósofo de origen británico que, nacido a principios del
siglo XX, se hizo famoso por acercar la filosofía oriental a los curiosos
europeos y norteamericanos.
Interesado desde niño en las culturas orientales, empezó a escribir a este
respecto a la edad de catorce años, y con diecisiete publicó su primer folleto
sobre la filosofía zen. Al final de su vida había creado una audiolibrería de
cuatrocientas charlas y escrito más de veinticinco libros, antes de morir en
1973, mientras dormía al regresar de una extensa gira internacional.
Antes de exhalar su último aliento, habló así de la ansiedad humana de
aferrarnos a las cosas:
«El término nirvana significa “exhalar” (el suspiro de alivio), algo de lo
que nos alejamos en el mismo momento en que tenemos la respiración.
Cuando nos aferramos a nosotros mismos, a la vida, a la respiración, al
espíritu o a Dios, todo queda reducido a algo tan inerte como una piedra o un
ídolo. Pero cuando soltamos y exhalamos, la respiración volverá. Eso,
precisamente, es el nirvana.»
La felicidad consiste para Watts en no retener nada, para que todo venga a
nosotros de forma natural y espontánea.
François Marie Arouet, más conocido como Voltaire, es célebre por ser el
gran defensor de la tolerancia y la convivencia pacífica entre las personas. Se
le atribuye la frase «no comparto lo que dices, pero defenderé hasta la muerte
tu derecho a decirlo», y aunque dicha atribución es errónea, bien podría
resumir su pensamiento.
Veamos algunas de las ideas que nos legó para el arte de vivir:
• Nuestra mente contiene el remedio para todos los males que sufrimos, por
eso debemos aprender a utilizarla.
• No creas que el dinero lo hace todo, o acabarás haciendo cualquier cosa por
dinero. Sé fiel a tus ideales.
• Un signo de suma inteligencia es aprender de la experiencia de los demás.
Observa y conoce.
• Lamentablemente no hay término medio. Estamos hechos para vivir entre
las convulsiones de la inquietud o en el letargo del aburrimiento.
• A veces, como Don Quijote, hay que inventarse pasiones para ejercitarse.
• La felicidad nos espera en algún sitio, siempre que no vayamos a buscarla.
Michel de Montaigne fue uno de los más celebres humanistas del siglo XVI.
Habiendo crecido durante el Renacimiento francés, destacó por conferir a sus
ensayos una cercanía capaz de llegar a todos los públicos.
Montaigne tenía muy claro qué hacía falta para tener una vida feliz, y
aseguraba que él disfrutaba la suya el doble que la mayoría de la gente.
Algunas de sus claves para conseguirlo son estas:
• No negar los deseos, pero tampoco aferrarse demasiado a ellos.
• Depender del propio juicio más que de las normas establecidas.
• Aceptar las necesidades del cuerpo y sus procesos naturales.
• Respetar a los animales, porque formamos parte de ellos.
• Rechazar los dogmas y ser escéptico en un grado sano.
• Huir de la arrogancia y de las falsas apariencias.
• Encontrar siempre el recto balance para conseguir una vida sana.
Sobre esto último, para Montaigne no hay mayor bienestar que el que
procura obrar de forma coherente con nuestra conciencia. En sus propias
palabras: «Hay ciertamente una sensación de satisfacción cuando hacemos
una buena acción, que nos aporta bienestar y un orgullo sano. Estos
testimonios de una buena conciencia son agradables; y este placer natural es
muy beneficioso para nosotros; es el único pago que nunca va a fallarnos».
¿No has sentido alguna vez al despertarte la sensación de que se presenta un
largo y tedioso día por delante? Hay etapas de nuestra vida en las que no
encontramos motivación y todo nos parece un gran absurdo.
La logoterapia se encarga de abordar estos problemas de vacío existencial.
Fue fundada por el psiquiatra y neurólogo austríaco Viktor Frankl,
superviviente del holocausto, que estando prisionero siguió ofreciendo sus
servicios como terapeuta. Nunca se rindió a la desazón.
«La muerte como final del tiempo que se vive solo puede causar pavor a
quien no sabe llenar el tiempo que le es dado para vivir», afirmaba.
Y desarrolló un método para hallar un significado a la existencia y a la
vida. ¿Qué recomienda para encontrarle el sentido al día a día? La misma
fórmula que a él le sirvió para sobrevivir a los campos de concentración:
• Apoyarse en el amor.
• Sentir la naturaleza.
• Experimentar el arte.
• Reír a toda costa y disfrutar del humor.
• Recordar el buen pasado.
• Ser consciente del propio espíritu.
• Gozar de los momentos de soledad.
Si tenemos en cuenta todo esto, otorgaremos valor a nuestra vida y ningún
día será perdido.
Este teólogo y filósofo danés declaró en una ocasión: «¿Qué gozo puede
haber en un amor que no exige el abandono absoluto de al menos una de las
partes? Para esto, en realidad se necesita el espíritu...».
Este hombre, con una vida breve y triste (perdió a su madre y a cinco de
sus hermanos, y vivió permanentemente enfrentado a su padre), decía sobre
la seducción que «no se apunta al mero goce físico; muy por el contrario, se
tratará de rescatar (de subrayar) ese cariz “espiritual” que la seducción tiene
de suyo».
A los veinticuatro años, enamorado de una chica de quince, Regina Olsen,
renuncia a su amor y a casarse con ella, porque, según reconocería el autor,
entre ellos no había verdadera afinidad. Eso no le impidió escribir la obra
magistral Diario de un seductor, que narra la relación entre el seductor Juan
—experto en determinadas armas— y la inocente Cordelia.
Una muestra de cómo se comporta el personaje: «El que lucha desde lejos
no tiene, en general, otras armas que las de sus ojos. Claro que, si los sabe
mover con la debida estrategia, alcanzará casi idénticos resultados. Para eso
tendrá que posarlos sobre la muchacha con una ternura engañosa, que le
producirá el mismo efecto que si la rozara casualmente con su cuerpo.
Incluso podrá asirla con su mirada tan fuertemente como si la tuviera entre
sus brazos».
Y es que más allá de la trama de la novela, Kierkegaard pretende
desenmascarar al seductor, que, atrapado por la fuerza de la inmediatez y el
goce sensual, vaga por la vida víctima de sus instintos y sin poder ver en lo
que le rodea nada más que un medio para satisfacer sus apetencias.
Una verdadera lección de vida y un aviso para navegantes.
Este filólogo y teólogo holandés del Renacimiento es considerado uno de los
padres del humanismo europeo y un claro ejemplo de la libertad de
pensamiento, que defendió en una época muy convulsa de luchas entre
católicos y luteranos.
Nada de eso le impidió hacer gala de un humor exquisito para enfrentarse a
los temas que más preocupan al ser humano, como la felicidad.
Entre sus obras destaca el Elogio de la locura, una pieza magistral en la
que, con tono irónico, defiende las ventajas de ser loco o estúpido para
alcanzar dicha felicidad.
Los sabios viven torturados día y noche por cuestiones teóricas y éticas
que no son útiles para nadie.
«Y, lo repito una vez más, los que están más lejos de la felicidad son
aquellos que más cultivan el saber, mostrándose por eso doblemente necios,
pues, a pesar de ser hombres, se olvidan de su condición, y acumulando sus
ciencias una sobre la otra pretenden emular a los dioses y declarar como los
Gigantes la guerra a la Naturaleza, lo que demuestra que los menos
desdichados son los que siguiendo su instinto se aproximan más a la
sandez…»
En cambio, el autor pregunta a sus admirados dioses del Olimpo: «¿Es
alguien más feliz que esos hombres a quienes todos llaman locos, necios,
imbéciles y sandios, epítetos que son, a mi entender, los más honrosos? (…)
Estos seres se ven libres del temor de la muerte, lo cual, ¡por Júpiter!, no es
pequeña ventaja; no son capaces de sentir remordimientos; no sienten el
terror por los aparecidos…».
Sin embargo, con la muerte cerca y alejándose del sarcasmo, Erasmo
aseguró que «haber llevado una vida íntegra, proba, honesta es la única
condición para alcanzar una muerte feliz».
Las filosofías orientales buscan encontrar la paz de cuerpo y espíritu, incluso
en el caso de quien se entrena para la guerra. De ello sabían mucho los
samuráis, los cuales se regían por un rígido código de nobleza y se
enfrentaban a la muerte con valentía.
No es fácil mantener la calma y el honor cuando la propia vida peligra,
pero estos guerreros hicieron de su coraje un ejemplo mundialmente
conocido y respetado. Así lo hicieron los 47 Ronin, cuya historia se ha
llevado al cine y la literatura.
Ellos, como el resto de los samuráis, se regían por el Código del Bushido,
cuyas siete virtudes se resumen a continuación:
• Justicia: Para luchar por lo que es correcto y contra lo que no lo es.
• Coraje: Para enfrentarse incluso a las situaciones más desesperadas por las
buenas causas y convertirse en un ejemplo a seguir.
• Benevolencia: Para ayudar siempre a los más débiles y conseguir que su
vida sea mejor.
• Cortesía: Para ser respetuoso incluso con el enemigo o con quien se
comporta de forma deshonrosa o cobarde.
• Sinceridad: Para cumplir con lo que se dice y convertir las palabras en
promesas.
• Honor: Para ser una persona loable y de bien, y preferir la muerte antes que
la infamia.
• Lealtad: Para ser uno con aquellos a los que seguimos, pero también con los
que nos siguen a nosotros.
Son valores que merece la pena traer a nuestra vida cotidiana, donde
también libramos batallas y nos ponemos a prueba a nosotros mismos.
Charles Louis de Secondant, más conocido como Barón de Montesquieu, ha
pasado a la historia por su legado como pensador político durante la
Ilustración, aunque también dejó un nutrido número de consignas
relacionadas con el arte de vivir:
• El orgullo es peligroso. La pereza proviene del orgullo y toda nación
perezosa es presumida, porque los que no trabajan se creen soberanos de
los que trabajan.
• Hay que cultivar la amistad, haciendo pequeños favores a los demás para
que los demás nos los hagan grandes.
• El secreto del éxito es parecer loco pero ser muy sabio.
• No existe mejor bálsamo que los libros. Es el principal remedio contra las
preocupaciones de la vida. No hay disgusto que no pueda superarse con una
hora de buena lectura.
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  • 1.
  • 2. DORIAN LUCAS 99% Feliz 99 recetas de grandes pensadores para disfrutar de cada día www.megustaleerebooks.com
  • 3. Nuestro propio mundo es producto de nuestra forma de pensar. Solo lo cambiaremos si somos capaces de modificar cómo pensamos. ALBERT EINSTEIN
  • 4. Bricolaje mental para cambiar tu vida El libro que tienes en tus manos no es un simple compendio de filosofía, por eso los autores no están ordenados de forma cronológica. Es una caja de herramientas llena de ideas para que tomes aquellas que te resulten más útiles, y así dar forma a tu vida tal como quieres que sea. Cuando nos atrevemos a pensar y a actuar, nuestra existencia se convierte en un taller de bricolaje donde nos hacemos nosotros mismos el mobiliario de nuestro destino. Para lograrlo, cuentas con los mejores maestros que una academia en forma de libro haya podido soñar. Los filósofos de Oriente y Occidente llevan miles de años buscando respuestas a las mismas cuestiones que nos preocupan hoy en día. ¿Cuál es el secreto de la felicidad? ¿Hay algún atajo hacia el éxito? ¿Cómo podemos distinguir el amor verdadero? ¿Qué hacer cuando todo se pone en nuestra contra? De Platón a Bruce Lee, pasando por Nietzsche y Simone de Beauvoir, este libro práctico reúne las mejores ideas de las mentes más privilegiadas de la humanidad para afrontar, con filosofía, cualquier contratiempo, duda o desafío que te plantee el día a día. Los grandes coaches de todos los tiempos te aportan sus mejores recetas del arte de vivir, pero tienes que ser tú quien lleve estas ideas a la práctica.
  • 5. Pensar y actuar, esa es la ecuación básica de todas las personas que alcanzan sus metas. Al ver el título de este libro, puede que te hayas preguntado: «¿Por qué 99 % feliz?». La respuesta es que resulta más divertido buscar ese 1 % que te falta que creer que lo tienes todo, lo cual por otra parte no sería cierto. Nadie es feliz de forma absoluta. Por muy bien que hagas las cosas, aunque apliques todas las recetas de este libro, siempre habrá algo que mejorar, una parcela de felicidad por conquistar. Y ahí está la gracia. La insatisfacción a lo largo de la historia ha hecho avanzar las ciencias, las artes y los movimientos sociales. Tu insatisfacción personal hará avanzar tu vida. A través de estos grandes pensadores, vamos a ver cómo se puede ser 99 % feliz para, con alegría y coraje, seguir buscando hasta el fin el 1 % que nos falta. ¡Empieza la aventura! DORIAN LUCAS
  • 6. «Todo requiere un esfuerzo, incluso la conquista de la felicidad.» Y tal como sostiene el gran filósofo de la Grecia clásica, la principal dificultad está en iniciar las cosas que nos aportarán plenitud, a la vez que abandonamos los hábitos que nos provocan infelicidad. Pero el secreto de todo está en empezar. Este discípulo de Sócrates fue el primero en fundar una institución de enseñanza superior en Occidente. Allí, en la Academia de Atenas, invitaba a sus alumnos a usar el diálogo como medio para encontrar las respuestas apropiadas a las preguntas que invaden el alma.
  • 7. Quien no se cuestiona nada puede pasarse la vida entera repitiendo los mismos errores y dejando de hacer aquello que le llevaría a la realización personal. Ser dichoso no es tarea fácil, puesto que cuando entramos en la edad adulta nos vemos agobiados por el peso de las obligaciones. Aun así, cada día queda espacio para la felicidad. Para Platón, todo radica en hallar el equilibrio, como explica muy gráficamente con estas palabras: «El ser humano es un auriga que conduce un carro tirado por dos briosos caballos: el placer y el deber. El arte del auriga consiste en templar la fogosidad del corcel negro (placer) y acompasarlo con el blanco (deber) para correr sin perder el equilibrio».
  • 8. Quien suscribe estas palabras estudió en Cambridge ya en el siglo XVI y llegó a ser consejero real, fiscal general y Lord Canciller. Sin embargo, la verdadera pasión de Bacon nunca fue acumular poder ni gozar de privilegios, sino la compañía de sus amados libros, en los que encontraba paz de espíritu y respuestas a sus anhelos.
  • 9. Sus propias palabras son una invitación a sumergirse en el balneario espiritual de la filosofía y la literatura: «Algunos libros son para probarlos, otros para devorarlos y unos pocos para masticarlos y digerirlos; es decir, algunos libros son para leerlos solo en parte; otros para leerlos sin demasiado cuidado; y unos pocos para leerlos totalmente y con diligencia y atención. También algunos libros pueden leerse por delegación valiéndose de extractos hechos por otros; pero eso solo ha de ser en los temas menos importantes y en el tipo de libros más endebles; los demás libros destilados son como las aguas destiladas, insípidos. La lectura completa al hombre; la conversación lo prepara; y la escritura le da precisión». Tal vez en la vida actual no tengamos tiempo de leer todo lo que devoró Bacon, pero el manual que tienes en tus manos es un aperitivo para ir haciendo boca y desgranando ideas que den brillo a tu vida.
  • 10. En su libro La conquista de la felicidad, este filósofo británico nacido en 1872 nos proporciona sus remedios personales para evitar lo contrario, la infelicidad cotidiana. Bertrand Russell, que se educó en una de las universidades más prestigiosas de Inglaterra, es quizá uno de los pensadores más prácticos a la hora de enfrentarse a la búsqueda de la felicidad. En su libro nos ofrece, entre
  • 11. otras, estas cuatro máximas que tener en cuenta cuando algo nos ofusque el ánimo: 1) Darnos cuenta de que, muchas veces, nuestras intenciones no son tan altruistas como a nosotros nos parecen. 2) No sobrevalorar nuestros propios méritos. 3) No esperar que los demás tengan tanto interés en nuestra persona como el que tenemos nosotros mismos. 4) Entender que la mayoría de la gente no tiene tanto interés en nosotros como para dedicar su tiempo a perseguirnos y acecharnos. Siguiendo estos cuatro consejos de Russell, solo hay que subir los peldaños que nos elevan desde el rencor o la tristeza de nuevo hacia la felicidad. La escalera puede estar muy empinada, pero arriba nos aguarda la realización personal. Solo por eso ya merece la pena salir del pozo.
  • 12. Este intelectual, que se dio a conocer entre el gran público por su ensayo Fragmentos de un discurso amoroso, murió atropellado en 1977 mientras cruzaba la calle, tras volver de una comida con François Miterrand. Este fue un detalle que se intentó ocultar para que al primer ministro no le tildaran de gafe. Su amigo Tzevan Torodov declaró desolado: «Murió como un niño al cruzar la calle», y es en la misma infancia donde Barthes encontraba la raíz de su filosofía: «De niño me aburría a menudo y mucho. Esto empezó visiblemente muy temprano, continuó toda mi vida y es algo que siempre se me notó. Es un aburrimiento aterrorizado que llega al
  • 13. desasosiego: así es lo que siento en los coloquios, las conferencias, las veladas en el extranjero, las diversiones en grupo: en todas partes donde el aburrimiento es visible. ¿Será el aburrimiento mi histeria?». Sin duda, el aburrimiento es un gran drive para acometer cambios en nuestra vida, porque aquello que nos aburre es lo que debe ser cambiado. Cuando un territorio deja de sorprendernos, se abren los mapas para la búsqueda de un nuevo mundo. Dicho de otro modo: reconoce qué es lo que te aburre y sabrás lo que debes cambiar.
  • 14. Aristóteles, estudiante de Platón que hizo de sus reflexiones una fuente de inspiración para las generaciones venideras, centró la búsqueda de la felicidad alrededor de un concepto que se resume en una sola pero compleja palabra: la eudemonía. Traducida del griego como «espíritu bueno», esta palabra fue trending
  • 15. topic en su época y define cómo tiene que ser el estado mental superior que debemos buscar. Aristóteles, a diferencia de los hedonistas que veremos más adelante, aseguraba que la felicidad está ligada sin remedio a la virtud. Sin virtud, a lo máximo a lo que se puede aspirar es al contentamiento temporal. En Ética a Nicómaco, el filósofo griego radiografía de este modo la batalla que se libra entre pasiones, potencias y hábitos dentro del ser humano: «Llamo pasiones al deseo, la cólera, el temor, la audacia, la envidia, la alegría, el sentimiento amistoso, el odio, la añoranza, la emulación, la piedad, y en general a todas las afecciones a las que son concomitantes el placer o la pena. Llamo potencias a las facultades que nos hacen pasibles de esos estados, como son las que nos hacen capaces de airarnos o contristarnos o compadecernos. Y llamo hábitos a las disposiciones que nos hacen conducirnos bien o mal en lo que respecta a las pasiones; así, por ejemplo, si al airarnos lo hacemos con vehemencia o remisamente, estaremos mal dispuestos, y si con medida, lo haremos bien, y así en las demás pasiones». Para Aristóteles, estaba claro: la felicidad es el único objetivo que vale la pena perseguir. La inteligencia, el valor, la riqueza y el éxito siempre dependen de otras cosas para medirlas. Por ello, la felicidad es el único concepto que no necesita de factores externos para medirla. Y es que ya nos lo advertía el filósofo griego: «La felicidad depende solamente de uno mismo».
  • 16. Para la infelicidad hay muchas causas, pero casi todas derivan de aquello que nos gustaría ser o tener, todo aquello que no somos o queremos. Es decir: la infelicidad surge del deseo. Sufrimos por el deseo de ser otro, de tener otras cosas, de vivir de otra forma. El budismo tiene muy claro este hecho y explica, además, que el deseo se
  • 17. potencia a través de los sentidos y los pensamientos. En la cocina de la mente es donde se cuece el pastel de la infelicidad. Para evitarlo, Buda nos invita a seguir el Camino de las Nueve Noblezas: 1) La noble perspectiva: Para eliminar el sufrimiento hay que tener una mente flexible y abierta, y entender el origen de nuestras ansiedades. 2) Las nobles intenciones: Los buenos pensamientos nos liberan de los malos deseos. 3) El noble discurso: Debemos medir nuestras palabras para que estas sean honestas, constructivas y juiciosas. De esa forma, evitamos el deseo de pelear o mentir. 4) La noble conducta: Se trata de evitar las malas acciones, como coger lo que no es nuestro, incluyendo el tiempo de los demás. 5) La noble subsistencia: Si vivimos una existencia moralmente correcta, ética y sostenible, evitaremos perseguir cosas materiales y costosas. 6) El noble esfuerzo: Es el que nos permite luchar contra los malos deseos e intenciones. 7) La noble atención: Nos permite estar alerta a todo aquello que afecta al cuerpo y la mente. 8) La noble meditación: Para observar nuestros pensamientos, aprender de ellos y descartar los negativos. Con estos pasos, afirman los budistas, siempre se llegará a buen puerto.
  • 18. Natural de la actual Argelia, Agustín de Hipona hizo de la búsqueda de la felicidad un arte de vivir. Descontento con lo que las enseñanzas le revelaban sobre la esencia divina y la naturaleza del mal, siguió diversas creencias hasta rechazar temporalmente la fe. Fruto de sus meditaciones, san Agustín llegó a estos principios, que siguen siendo válidos hoy en día: • La violencia no debe superar nunca al poder de la palabra.
  • 19. • Hay que comprender para creer, y creer para comprender. • Mientras se duda se tiene conciencia de los pensamientos y de las cosas. Por lo tanto, dudar es bueno. • El mal es la consecuencia desafortunada de la libre elección, y hay que ser conscientes de ello. Somos responsables de lo que hacemos. • Hay que negar las riquezas innecesarias y cultivar la solidaridad. • El secreto de toda felicidad reside en amar, porque el amor es generador de buenas acciones y pensamientos. Esto último san Agustín lo veía claro: «Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor; si perdonas, perdonarás con amor».
  • 20. Originario de una familia burguesa, Wittgenstein vivió de cerca lo que es la infelicidad, ya que tuvo que ver como tres de sus ocho hermanos cometían suicidio. Aun así, supo sobreponerse y desarrolló un pensamiento positivista que caló en la sociedad que le rodeaba. Aunque se le conoce por una obra difícil, el Tractatus logicophilosophicus, algunas de sus máximas son aplicables para mejorar nuestra vida cotidiana:
  • 21. • Si no se puede hablar de algo con propiedad, lo mejor es estar callado. • Nada es tan difícil como no engañarse a uno mismo. • La muerte no es un evento de la vida, ya que no vivimos para experimentar la muerte. Al final de su vida, Wittgenstein se negó a recibir tratamiento contra el cáncer que padecía y murió al lado de su discípula Elisabeth Anscombre. Se cuenta que sus últimas palabras fueron: «Cuéntales que mi vida ha sido maravillosa».
  • 22. El hedonismo ha gozado desde siempre de una fama oscura, pero desde sus albores también nos trae una reflexión sobre la felicidad: la forma más fácil y segura de encontrarla es a través de los placeres. Y si son los placeres del cuerpo, mejor. Es quizá en los inicios de la corriente hedonista donde encontramos sus máximas más extremas. La primera versión proviene de la filosofía oriental del Carvaka:
  • 23. • Lo mejor que se puede hacer es aquello que más placer provoca a uno mismo. • A veces ese placer puede ir acompañado de cierto dolor, pero vale la pena sufrirlo. • La verdadera felicidad consiste en ser escéptico, egoísta y procurarse los máximos placeres a uno mismo. Aristipo y sus discípulos cirenaicos defendieron y modelaron el hedonismo. Este filósofo griego fue un alumno algo descarriado de Sócrates. Vivió una vida de lujos y, para no guardarse para sí tanta exuberancia, promovió su propia filosofía de vida con no poco éxito entre sus vecinos. Para él, la felicidad consistía en el hallazgo del placer. Pero no de cualquier placer: • Es mejor el placer del cuerpo sobre el de la mente. Esto se debe a que el placer físico puede medirse mejor que el mental. • Hay que pensar en el placer de hoy y dejar el de mañana para mañana. La receta hedonista es sencilla: buscar urgentemente los mayores placeres y evitar los males.
  • 24. Sin duda, Francisco de Asís fue el primer ecologista y un hippy fuera de su tiempo, ya que renunció a las comodidades que le brindaba su familia y no dudó en desnudarse en público para renunciar incluso a las vestiduras que le cubrían. Defensor a ultranza de los animales y amante de la vida sencilla, su pensamiento resuena de forma amable incluso entre los que aborrecen la religión católica. Veamos algunas de sus inspiraciones para el arte de vivir:
  • 25. • Yo necesito pocas cosas, y las pocas que necesito, las necesito poco. • Los animales son mis amigos, y yo no me como a mis amigos. • La cortesía es hermana de la caridad, ya que apaga el odio y fomenta el amor. • Comencemos a servir. Lo que hemos hecho hasta ahora es poco y nada. Sobre esto último, la vida de Francisco de Asís fue una prueba constante de que no hay límites para alguien que persigue un ideal. Ocho siglos después, su fórmula para alcanzar los propios sueños sigue siendo poderosamente inspiradora: «Comienza haciendo lo que es necesario, después lo que es posible y de repente estarás haciendo lo imposible».
  • 26. La frase más popular de quien ha sido llamado «el filósofo del pesimismo» es, en realidad, toda una invitación al optimismo, ya que la historia de la humanidad está llena de grandes partidas que se han jugado con malas cartas. En las noticias vemos a menudo como personas que lo tenían todo para ser felices —dinero, prestigio social, belleza— arruinan su vida por culpa de su mala cabeza. El destino les ha repartido las mejores cartas, pero las han jugado de la peor manera posible. Al mismo tiempo, muchos otros han realizado grandes logros en
  • 27. situaciones muy desfavorables. Desde la carencia y la dificultad, han hecho realidad sueños que parecían imposibles. Veamos algunos ejemplos de grandes jugadores de malas manos del destino: • Pese a nacer sorda y ciega, en 1904 Hellen Keller asombró al mundo al licenciarse en la universidad y se convirtió en un gran referente del siglo XX. • Sin apoyo académico de ningún tipo, desde su humilde oficina de patentes, Albert Einstein elaboró las teorías que cambiarían la historia de la física. • Tras ser rechazado por sus padres y dado en adopción a una familia armenia, Steve Jobs no tuvo dinero para ir a la universidad, pero acabaría creando de la nada la empresa de tecnología más valorada del mundo. Hemos citado tres ejemplos célebres, pero hay miles de personas que, por su voluntad y su ausencia de trabas mentales, han alcanzado metas que a otros jugadores, con mucho mejores cartas del destino, les parecían imposibles. Por lo tanto, podemos traducir la máxima de Schopenhauer a esta clave práctica: no te lamentes de tu suerte ni envidies la de otros, ya que casi todo lo que te va a suceder dependerá de lo que hagas con lo que te ha dado la vida.
  • 28. Nacido en Madrid en 1863, pero afincado durante gran parte de su vida en Estados Unidos, George Santayana fue un filósofo, ensayista, poeta y novelista hispano-norteamericano. En sus escritos filosóficos, entre los que destacan El sentido de la belleza o La vida de la razón, meditó sobre el materialismo, entre otras muchas cosas. Santayana ve en la materia el origen de todo, de la naturaleza. Aunque tiene imperfecciones, es neutral. Es el principio de la existencia de todas las
  • 29. cosas, tiene potencialidad y, por lo tanto, desde un punto de vista más amplio, puede considerarse un bien. Del mismo modo, dentro de un ser humano laten todas las potencialidades, y un mismo hombre puede ser un ángel o un demonio, un vividor feliz o un amargado que fatiga a los demás. Para Santayana «el arte, como la vida, debe ser libre, pues ambos son experimentales». La existencia es, por tanto, un valioso experimento en el que avanzamos por «prueba y error» como los científicos con sus disciplinas. Este filósofo opina asimismo que la felicidad es adaptarse a los altibajos de la vida y aprender de ellos: «Estar interesado en el cambio de las estaciones es un estado mental mucho más feliz que estar desesperadamente enamorado de la primavera».
  • 30. ¿Sería posible regresar a un tiempo en el que la vida era más sencilla, natural y tranquila, en el que la competitividad y la lucha constante entre vecinos no existieran? Así lo creía el escritor estadounidense Henry David Thoreau, que se retiró durante dos años, dos meses y dos días a una cabaña junto al lago Walden, en Massachusetts. Ese mismo lago fue el que dio nombre a su afamado libro:
  • 31. Walden, la vida en los bosques. En él Thoreau comparte sus experiencias y sus claves para conseguir una vida tranquila y feliz: • Vivir una vida sencilla pero sin creer que la pobreza, buscada u obligada, proporciona superioridad moral. • Leer mucho y aprender de los que han vivido y aprendido mucho. (Para ello, nos anima a reencontrarnos con la literatura de viajes y las novelas clásicas.) • No limitarnos a oír y ver, sino a escuchar y mirar atentamente aquello que nos rodea. • Valorar la soledad, pero darnos cuenta de que, si no nos abrimos a los demás, podemos estar solos en medio de las masas. • Apreciar la vida en su justa medida, incluso la de las plantas y los animales. • Acabar el día con la sensación de que se ha hecho algo útil y se ha disfrutado con ello. Thoreau nos enseña que la vida es lo que se presenta ante nosotros cada día para vivirla con serenidad. Para ello nos advierte: «No mires nunca atrás, salvo que quieras volver a transitar esa senda que ya has recorrido».
  • 32. Esloveno de nacimiento y marxista por influencia, este filósofo actual es un crítico social y sociólogo que no se arredra a la hora de hablar sobre las causas de los males del mundo moderno. Acerca de la felicidad dio un discurso sobre el que vale la pena reflexionar: «La clásica historia, el escenario tradicional: “Tengo una esposa pero las relaciones con ella son frías, y tengo una amante”. (…) ¿Sabes lo que te diría cualquier psicoanalista, algo que sucede muy a menudo? Que entonces, si por
  • 33. cualquier razón desapareciese tu esposa, perderías a tu amante también. Porque cuando realmente tienes lo que creías que querías, te das cuenta de que la situación es mucho más compleja y lo que realmente quieres no es vivir con tu amante, sino tenerla como un lejano objeto de deseo con el que sueñas. Yo afirmo que es así como funcionan las cosas: realmente no queremos lo que pensamos que deseamos». Provocador por elección, Žižek llegó a plantear la posibilidad de que la muerte de Cristo fuera el modo que Dios padre encontró para pagar su deuda por habernos legado un mundo tan «chapucero» y lleno de sufrimientos e injusticias. Al ser preguntado sobre quién es él en realidad, este filósofo, que nunca deja indiferente, afirmó: «En el fondo, soy lo contrario de esos chicos malos del instituto, aquellos que dentro del libro de filosofía escondían una revista porno. Yo soy al revés. Dentro de las revistas porno escondo la filosofía. Disfruto con Hegel y finjo que disfruto con Hollywood. Son mis colegas los que disfrutan con Hollywood y fingen que lo hacen con Hegel». Esto sí que es tomarse la vida con filosofía y, además, pasarlo bien.
  • 34. Sócrates, ejemplo e inspiración para centenares de filósofos de su tiempo y posteriores, fue asimismo el padre del pensamiento científico. Pero también le preocupaban los problemas del alma. Este gran orador y pensador era amigo de empujar a los demás a encontrar sus propias respuestas. «Para encontrarte a ti mismo, piensa por ti mismo», era su lema. Para ello creó la mayéutica, que consistía en hacer preguntas incisivas a sus interlocutores para que, al darse cuenta de sus propias contradicciones, llegaran por sí mismos a la verdad.
  • 35. Sócrates lo explicaba así: «Hasta tal punto me parezco a la partera, que yo mismo no puedo dar a luz sabiduría, y el reproche usual que se me hace es cierto: a pesar de que yo pregunto a los demás, nada puedo traer a luz por mí mismo, porque no existe en mí la sabiduría». También sin tener una «partera», cuando nos atrevemos a hacernos las preguntas adecuadas y nos respondemos con honestidad, de ese debate con nosotros mismos surgirán las soluciones. Respecto a la felicidad y la vida, Sócrates nos proporciona unas reglas básicas que seguir: 1) Busca siempre la verdad. 2) Sé tan bueno como puedas serlo y mantén tu alma pura. 3) Para conseguirlo, sigue estas cuatro máximas: prudencia, honestidad, coraje y caridad.
  • 36. Este filósofo, nacido en Ávila a principios del siglo XX, fue catedrático de ética y filosofía de la Universidad de Madrid. Aranguren tuvo que huir de España por su crítica hacia el franquismo y su defensa de la libertad de expresión, que consideraba necesaria para tener una vida feliz y plena. Y a eso dedicó su exilio, pues viajó por Estados Unidos y México haciendo partícipes a los estudiantes de sus universidades de sus ideas revolucionarias y enfocadas a mejorar el futuro. Muchos estudiantes fueron influenciados por sus innovadoras visiones, y también todos aquellos que leyeron sus ensayos.
  • 37. En su Ética de la felicidad y otros lenguajes, el filósofo defiende que la ética no solo debe regir al individuo, sino también a la sociedad y al estamento político, y que ese es el camino que lleva a la felicidad. «Buscamos la felicidad en los bienes externos, en las riquezas; el consumismo es la forma actual del summum bonum. Pero el consumidor nunca está satisfecho, es insaciable y, por tanto, no feliz. La felicidad consiste en el desprendimiento», dijo Aranguren. «La felicidad, como el pájaro libre, no está nunca en mano, sino siempre volando. Pero tal vez, con suerte y quietud por nuestra parte, se pose, por unos instantes, sobre nuestra cabeza.» Ser generosos, no caer víctimas del deseo y actuar en vez de dar vueltas a las cosas o buscar excusas completan su fórmula de la felicidad.
  • 38. Muchas personas creen que el sufrimiento es una desgracia, pero Séneca, el filósofo y orador romano de origen cordobés, escribió al respecto: «Nadie me parece más desgraciado que el que nunca experimentó una desgracia. Piensa que entre los males que parecen tan terribles, no hay ninguno que no
  • 39. podamos vencer, ninguno sobre el cual no hayan triunfado los grandes hombres. ¡Sepamos triunfar también nosotros sobre algo!». ¿Por qué no creer también que el dolor nos aporta conocimiento, valor y una oportunidad de superación? Sufrir nos enfrenta a las grandes preguntas y nos obliga a buscar la respuesta. Nos confronta con nuestros límites, nuestros miedos y nuestros deseos más arraigados. Nos lleva a un autoconocimiento del que solo podemos salir fortalecidos. Pero, ¡ojo!, no se trata de caer en un bucle de tristeza y desespero. Hay situaciones dolorosas que podemos controlar, y dejarnos arrastrar por ellas sería de cobardes. Pero hay otras a las que nadie puede escapar: el dolor por la muerte de un ser querido o la propia enfermedad… Sin embargo, como seres humanos, siempre hay algo que podemos hacer: «elegir la forma en que reaccionamos ante ese dolor». Ya lo decía Buda unos siglos antes: «El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional».
  • 40. En la historia de la filosofía no caben solo los pensadores que han buscado promover el positivismo, también ha habido personajes adustos que se limitaban a denunciar los males del mundo. Pero eso es otra forma de hacer filosofía: al tomar conciencia de lo que nos desagrada, acto seguido podemos construirnos un mundo donde podamos gozar de nuestra cuota de felicidad. Así hablaba Cioran: «Una de las cosas que tengo más claras es que la
  • 41. sociedad no me gusta, vivo en ella porque no me queda otro remedio, y porque, al mismo tiempo que la aborrezco, la necesito para subsistir. Deberíamos pararnos y mirar lo que vamos dejando atrás, recapacitar y meditar en si realmente estamos siguiendo el camino correcto o, por el contrario, estamos destruyéndolo todo a nuestro paso como Atilas de pacotilla. Mi pesimismo, como lo llaman los demás, o lucidez, como lo llamo yo, es una pesada carga que tampoco pedí llevar. Es difícil vivir así, y casi merezco una medalla por seguir levantándome cada día, ir al trabajo y colaborar en algo que no deseo más que aniquilar». Si el lector coincide con este sombrío estado de ánimo, aunque sea solo en parte, el siguiente paso sería preguntarnos: ¿qué alternativa puedo trazar para hallar mi santuario en este mundo que no me gusta? Al encontrar la respuesta, ya tendremos un plan.
  • 42. El fundador del taoísmo fue un gran pensador chino cuya filosofía ha perdurado hasta nuestros días. Aunque su figura está llena de misterios —la leyenda cuenta que nació ya con ochenta y un años—, a él se atribuye el Tao Te Ching, que invita a sus seguidores a aceptar el cambio como camino hacia la verdad y el bienestar. Estas son algunas de sus enseñanzas para estar en armonía con la vida: • Toda naturaleza es relativa y está sometida a cambios constantes (yin y yang).
  • 43. • El yin y el yang no se enfrentan, sino que se complementan. • Todo fluye si no se opone a su verdadera naturaleza, incluso el ser humano. • No mostrar la grandeza es una grandeza en sí misma. • Las grandes cosas pueden conseguirse a partir de cosas más pequeñas. Lao Tsé insistía también en la relación entre causa y efecto: todo lo que somos hoy es consecuencia de lo que hicimos ayer. Y de la misma forma, este es un buen momento para empezar a crear lo que seremos mañana. Por lo tanto, hay que observar cada cosa venir e irse. Porque cada final es el principio de otra cosa.
  • 44. Que nadie se escandalice por el hecho de que el fundador de Apple haga compañía a esta ilustre escuela de filósofos. Más allá de sus logros tecnológicos y empresariales, su manera de ver el mundo ha influido en millones de personas, convirtiéndole en un referente indispensable en el pensamiento popular del siglo XXI. Sin lugar a dudas, su discurso en Stanford en 2005 está llamado a ser uno de los más inspiradores de nuestra era:
  • 45. «Cuando tenía diecisiete años, leí una cita que decía algo así: “Si vives cada día como si fuera el último, algún día tendrás razón”. Me marcó, y desde entonces, durante los últimos treinta y tres años, cada mañana me he mirado en el espejo y me he preguntado: “Si hoy fuese el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que voy a hacer hoy?”. Y si la respuesta era “No” durante demasiados días seguidos, sabía que necesitaba cambiar algo. »Recordar que voy a morir pronto es la herramienta más importante que haya encontrado para ayudarme a tomar las grandes decisiones de mi vida. »Porque prácticamente todo, las expectativas de los demás, el orgullo, el miedo al ridículo o al fracaso, se desvanece frente a la muerte, dejando solo lo que es verdaderamente importante. »Recordar que vas a morir es la mejor forma que conozco de evitar la trampa de pensar que tienes algo que perder. Ya estás desnudo. No hay razón para no seguir tu corazón».
  • 46. No era fácil ser pensadora y filósofa a principios del siglo XX, pero la francesa Simone de Beauvoir no solo consiguió hacerse oír en su propio tiempo, sino que sus palabras aún se escuchan y celebran. «Lo más escandaloso del escándalo —afirmaba— es que uno se acostumbra.» Defensora del comunismo y muy crítica con las minorías desaventajadas, fue su padre, un burgués venido a menos por culpa de la guerra, quien decidió que debía dar a sus hijas toda la educación posible para que pudieran salir de la miseria en la que vivían.
  • 47. Firme y luchadora, Simone afirmaba que una no nacía mujer, sino que «se hacía». Esta escritora, maestra y política es considerada la fundadora del feminismo moderno, apoyada por su amigo y amante, el también filósofo Jean-Paul Sartre. «Mediante el trabajo ha sido como la mujer ha podido franquear la distancia que la separa del hombre. El trabajo es lo único que puede garantizarle una libertad completa», afirmaba. Pese a su espíritu crítico y combativo, esta pensadora mostró siempre una actitud vital e incluso optimista ante la existencia: «En el fondo del corazón de cada ser humano, desde la infancia más temprana hasta la tumba, hay algo que continúa esperando indómitamente, a pesar de toda experiencia de los crímenes cometidos, sufridos y presenciados, que se hará el bien y no el mal».
  • 48. El sufismo es una rama mística del islam que busca la paz y la perfección, pero no a través de las normas impuestas, sino a través del acercamiento a lo divino. Algunas de sus enseñanzas nos llegan por cuentos en los que su protagonista, Nasrudín, experimenta aventuras y vivencias que mueven al lector a meditar sobre la filosofía de la vida. Veamos un ejemplo: La gente preguntó al mulá Nasrudín: —¿Dónde debemos ir en una procesión fúnebre: al frente, en la parte trasera o al lado?
  • 49. Nasrudín contestó: —¡No importa donde vayas, mientras no sea dentro del ataúd! Para el sufismo, es tan importante acercarse a lo divino como cultivar el propio corazón, y defiende que el recto camino está guiado por el amor. Y además valora el humor, como demuestra esta breve fábula. Todo tiene un precio menos la vida, por eso nunca hay que hipotecarla a cambio de cosas que no nos darán la felicidad.
  • 50. Fundador de la escuela atomista junto a su maestro Leucipo, se cuenta que Demócrito vivió hasta los ciento nueve años de edad y que tenía un carácter alocado y extravagante. Se dedicó básicamente a entender lo que estructura la materia, pero de él también se recogieron valiosas opiniones sobre el arte de vivir, como esta: «Quien se propone la tranquilidad de espíritu tiene que ocuparse de muy pocos asuntos, tanto a título particular como en cuanto ciudadano; no debe
  • 51. emprender nada que supere sus fuerzas y su naturaleza; debe mantenerse alerta a fin de ignorar la fortuna, incluso cuando le es hostil y parece arrastrarle irresistiblemente; en fin, no debe ligarse más que a aquello que no supere sus fuerzas; la carga que soportan nuestras espaldas es mejor que sea poco pesada a que sea fácil de llevar». Lo que Demócrito propone está en la línea del actual mindfulness, el arte de centrar la atención en una sola actividad para fluir con ella y conseguir la excelencia. En lugar de dispersar nuestra atención en todas las direcciones, nos ocupamos de una sola cosa y la hacemos bien. Por ejemplo, vivir.
  • 52. Este curioso aforismo, que apunta al carácter exquisito del ser humano, es obra de Sloterdijk, filósofo alemán nacido en 1947. Ha sido profesor en numerosas universidades de prestigio, donde enseña a sus alumnos su particular visión del mundo, influida por la tradición hindú de Osho y por la actitud vitalista de Hanna Arendt. Sloterdijk considera vital el estudio del espacio personal como medio de entender la naturaleza del descontento, ya que considera que toda persona busca construirse un espacio habitable que no es solo físico, sino también mental.
  • 53. En su libro Esferas nos explica: «Las personas que son incapaces de formar espacios mentales y emocionales y se aíslan, su vida se convierte en un castigo de confinamiento solitario; con egos sin límites y apenas activos, muy poco participativos. Miran las ventanas de los medios de comunicación, paisajes de imágenes en movimiento. Es típico de las culturas de masas, en las que esas imágenes se han vuelto más vívidas que quienes las observan». De las pesimistas palabras de Sloterdijk sacamos una enseñanza positiva: podemos recuperar la vitalidad saliendo de nuestro confinamiento, abriendo ventanas al mundo y ampliando nuestro horizonte mental.
  • 54. Aunque se considera a Epicuro un gran hedonista, sus enseñanzas originales promulgaban una vida menos extrema y más controlada que la de otros compañeros de filosofía. Quizá esto se debiera a que nació esclavo, y
  • 55. probablemente por eso mismo aceptaba a esclavos y a mujeres entre sus alumnos. Epicuro sostiene que la felicidad reside en el placer, pero se diferencia del resto de los hedonistas en que para él este placer consiste en… • Llevar una vida sencilla. • No tener miedo. • Evitar los placeres innecesarios y exagerados que despiertan el hambre de más. • Vivir en el campo, donde se pueden evitar las tentaciones y los excesos. • Comportarse con bondad y no buscar el daño ajeno. Epicuro resumía así lo que es una vida equilibrada: «Más preciosa incluso que la filosofía es la prudencia, de la que nacen todas las demás virtudes, enseñándonos que no es posible vivir placenteramente sin vivir prudente, honesta y justamente, ni vivir prudente, honesta y justamente sin vivir placenteramente».
  • 56. El yoga, hoy practicado en todo Occidente, es una antigua disciplina india que busca el bienestar no solo del cuerpo, sino también de la mente. Gran seguidor de esta vía a la felicidad, el médico y orador Deepak Chopra defiende que la clave para el bienestar mental consiste en liberarse de las falsas creencias que nos limitan y nos llenan de ansiedad. Las principales falsas creencias son:
  • 57. • La ilusión de que hay una desconexión con el cuerpo y la mente. • La ilusión de que la felicidad surge de maximizar los placeres y evitar los males. • La ilusión de que estamos solos en el universo, desconectados de un poder e inteligencia superiores. • La ilusión de la muerte como un gran final. • La ilusión de que la vida es injusta por culpa del azar y los accidentes. • La ilusión de que los objetos materiales definen lo que es real (materialismo). Pero, tal como los practicantes de yoga saben desde antiguo, tanto el cuerpo como la mente se pueden educar. «Este es el gran regalo del yoga, que sirve y nos nutre a todos los niveles de nuestro ser y espontáneamente contribuye al mayor bienestar en todos los ámbitos de la vida», nos indica este orador indio.
  • 58. Considerado el iniciador de la filosofía moderna, tras cursar Derecho y Medicina, Descartes consagró su vida al estudio y ganó tanto prestigio que la reina Cristina de Suecia lo contrató como instructor en su corte. Esto acabaría con su vida, ya que René era de constitución débil y necesitaba dormir diez horas diarias para luego seguir leyendo en la cama. En su nuevo trabajo se vio obligado a levantarse a las cinco de la mañana bajo un clima polar. Murió cuatro meses después de su llegada al país nórdico. Ha pasado a los anales de la filosofía por su Cogito ergo sum («Pienso, luego existo») recogido en el Discurso del método. Sin embargo, Descartes ponía en tela de juicio que sean los filósofos los más indicados para enseñar el arte de vivir: «En los escritos de los poetas hay sentencias más serias que
  • 59. en los de los filósofos. La razón es que los poetas las escribieron movidos por el entusiasmo y el poder de la imaginación. En cada uno de nosotros existen, cual pedernales, chispas de conocimiento ocultas. Los filósofos las manifiestan a través de la razón; los poetas las exteriorizan por medio de la imaginación, y son mucho más brillantes». La conclusión está clara: hay que leer poesía para estimular la imaginación y dar brillo a nuestra vida.
  • 60. Este escritor, filósofo y pastor estadounidense fue coetáneo de otros pensadores famosos del siglo XIX como John Stuart Mill o Thomas Carlyle, así como del mítico autor de Hojas de hierba, Walt Whitman. Desde Nueva Inglaterra realizó viajes a Europa, donde mantuvo contacto con estos destacados personajes de la filosofía y la literatura, y se convirtió en un popular conferenciante. Emerson fue el ideólogo de la filosofía del trascendentalismo, de inspiración germánica y elaborada a partir del criticismo bíblico. Así pues, para él el arte de vivir se fundamenta en estos principios:
  • 61. 1) Tener sentido del humor, pues decía que «hay que reírse mucho y a menudo». 2) Ganarse el respeto de la gente inteligente y el afecto de los niños. 3) Saber ver lo mejor de los demás. 4) No perder la oportunidad de contemplar la belleza que nos rodea, pues la belleza es la escritura de Dios. 5) Dejar un mundo un poco mejor, realizando buenas acciones, que pueden ser distintas, desde sanar a un niño enfermo hasta involucrarse en una causa social. 6) Tener la certeza de que la vida de otros, aunque solo sea la de una persona, ha sido más fácil porque uno ha vivido. 7) Poner el corazón en el trabajo, porque esta forma de proceder hace al hombre «aliviado y alegre».
  • 62. Seguidor de la filosofía estoica, este filósofo griego nunca escribió sus propios pensamientos, pero por suerte su discípulo Arrian transcribió todos sus discursos. De estos nos llegan muy buenos y prácticos consejos para tener una vida feliz: 1) Asumamos que no tenemos poder ni control sobre las cosas externas. 2) Es inútil preocuparse por aquello que no podemos cambiar, puesto que solo tenemos control sobre nosotros mismos.
  • 63. 3) Lo que es bueno y lo que es malo dependerá de nuestra elección. 4) Todo lo bueno que podemos querer debemos buscarlo en nuestro interior. Por tanto, debemos hallar la felicidad en nosotros mismos. De manera muy resumida, la receta de Epícteto para los malos momentos es: solo hay un camino hacia la felicidad, y reside en dejar de preocuparse por las cosas que no podemos cambiar.
  • 64. Está muy de moda el binomio win-win, «ganar-ganar», en el que todos los implicados en el proyecto ganan y nadie pierde. El ensayista de origen italiano Walter Riso opina que este binomio no solo puede sino que debe aplicarse también al amor. Para Riso, las relaciones afectivas deben ser sanas, y para ello deben liberarse de la dependencia afectiva. De sus numerosos libros se pueden
  • 65. extraer las siguientes claves para conseguir que nuestro amor sea a prueba de adicciones: • Preguntarnos seriamente si amamos o dependemos. • Deshacernos de las falsas creencias que nos hacen aferrarnos a cualquier amor y a la otra persona. • Empezar a querernos a nosotros mismos y hacerlo con total fidelidad. • Valorar las cuatro Ases, es decir la Autoestima, el Autoconcepto, la Autoimagen y la Autoeficacia. • Dar y exigir lo que se necesita al compartir la vida con alguien. Entonces estaremos cerca de conseguir que nuestras relaciones afectivas sean del tipo ganar-ganar. Riso lo tiene claro, el amor en pareja empieza en uno mismo: «Hay un lugar donde nada te puede lastimar, donde no tienes precio y vales solo por lo que eres. Es un punto de no retorno: la dignidad».
  • 66. Este exponente del idealismo alemán declaraba, hace ya dos siglos, que «la lectura del periódico es la oración matinal del ser humano moderno». En su pensamiento más cotidiano, más allá de sus logros teóricos, abogaba por la formación continua como herramienta para alcanzar la libertad. «El hombre es lo que debe ser mediante la educación, mediante la disciplina. El hombre es solo la posibilidad de serlo, esto es, de ser racional, libre; es solo la determinación, el deber. El animal acaba pronto su educación; pero esto no debe considerarse como un beneficio de la naturaleza para con el animal. Su crecimiento es solo un robustecimiento cuantitativo. El hombre,
  • 67. por el contrario, tiene que hacerse a sí mismo lo que debe ser; tiene que adquirirlo todo por sí solo, justamente porque es espíritu; tiene que sacudir lo natural. El espíritu es, por tanto, su propio resultado.» Una vida enfocada al éxito y a la plenitud es aquella en la que nunca dejamos de aprender y de reinventarnos. Así como la parálisis intelectual conduce al tedio, cultivar un espíritu inquieto es un seguro de vida para no perder jamás el entusiasmo de vivir.
  • 68. Para despejarnos un poco de tanta gravedad filosófica, vamos a introducir a un pensador de pequeño formato pero de grandes sentencias. El escritor y polemista Oscar Wilde agitó la sociedad victoriana de su tiempo y ha pasado a la historia, entre otras cosas, por sus célebres one- liners, ácidas reflexiones de una línea sobre el difícil oficio de vivir: • «Que hablen de uno es espantoso. Pero hay algo todavía peor: que no hablen».
  • 69. • «Todo el mundo puede simpatizar con las penas de un amigo, pero para simpatizar con sus éxitos hace falta un carácter delicadísimo». • «El trabajo es el refugio de los que no tienen nada que hacer». • «Experiencia es el nombre que damos a nuestras equivocaciones». • «La mejor manera de librarse de una tentación es caer en ella». • «Lo menos frecuente en esta vida es vivir. La mayoría de la gente se conforma con existir». • «No soy tan joven como para saberlo todo». • «La vida es sencillamente un mal cuarto de hora formado por instantes exquisitos».
  • 70. Quien pronunciaba estas palabras era un licenciado en filosofía y psicología que, tras participar en la Primera Guerra Mundial, con la llegada del nazismo huyó a Estados Unidos, donde alcanzaría gran prestigio. Muy crítico con la cultura del capitalismo, sin embargo, en esta reflexión nos advierte del peligro de querer cortar lazos alegremente con nuestras tradiciones ancestrales: «Las antiguas formas de vivir que arden lentamente debajo de la superficie de la civilización moderna proporcionan aún en muchos casos el calor inherente a todo encantamiento, a toda manifestación de amor hacia alguna cosa por la cosa misma y no como medio para obtener
  • 71. otra. El placer de cultivar un jardín se remonta a épocas antiguas en que los jardines se cultivaban para los dioses. La sensibilidad ante la belleza, tanto en la naturaleza como en el arte, se anuda mediante mil tenues hilos a esas representaciones supersticiosas. Cuando el hombre moderno corta esos hilos podrá conservar por un rato todavía el placer, pero su vida interior se habrá extinguido». No podemos admirar el jardín del mundo sin cultivar el jardín interior. El arte de vivir es un viaje que se realiza simultáneamente hacia fuera y hacia dentro.
  • 72. Muchas veces sentimos que el ritmo de la vida nos ahoga, y no sabemos encontrar el flotador que nos devuelva a la superficie. No son pocos los que han conseguido llegar a buen puerto y entre ellos está el periodista y bloguero Leo Babauta. Originario del territorio estadounidense de Guam, en el Pacífico, este pensador moderno ha conseguido que más de doscientos mil seguidores en internet simplifiquen su vida con su blog Zen Habits. Entre otras muchas recetas, nos da esta con siete ingredientes para conseguir una vida más sencilla:
  • 73. 1) Haz menos cosas, pero que sean las correctas. 2) Acumula menos posesiones para tener una vida más ligera. 3) Deja pasar las cosas que no tienen importancia. 4) Haz de la limpieza un hábito inmediato. 5) Los grandes cambios, mejor si son lentos y graduales. 6) Aprende a centrarte en las cosas importantes. 7) Sé comprensivo con los demás para hacer las relaciones más fáciles. Siguiendo estos pasos, Batauta nos enseña a cocinar una vida en el punto justo de simplicidad.
  • 74. El camino a la realización personal parte de las necesidades básicas hasta llegar a los deseos más elevados que el ser humano pueda tener, según la teoría que el psicólogo Abraham Maslow formuló en 1943. Es conocida como la Pirámide de Maslow, ya que la representó gráficamente con esta forma geométrica. Por orden creciente, desde la base de la pirámide hasta la cúspide, las necesidades humanas hasta alcanzar la plena autorrealización personal serían estas:
  • 75. 1) Necesidades fisiológicas como respirar, comer, beber, dormir o mantener relaciones sexuales, bien resueltas para muchas personas residentes en el mundo desarrollado. 2) Necesidades de seguridad en diferentes ámbitos, como la seguridad y la estabilidad que proporcionan el tener una familia, un trabajo y unos ingresos, una buena salud, recursos económicos y propiedades. 3) Necesidades sociales o de afiliación, es decir, el deseo de estar en contacto con otras personas, entre las cuales figuran los amigos, la familia y la pareja (el amor), los compañeros de trabajo u otros grupos. El ser humano es un «animal» social y necesita sentirse arropado y parte de un grupo. 4) Necesidades de reconocimiento, ya que el ser humano tiene la necesidad de sentirse querido y reconocido socialmente; desea tener cubiertas sus necesidades de respeto, éxito, confianza y autorreconocimiento. 5) Necesidades internas o de autorrealización, pues una vez que se tienen cubiertas las necesidades de los niveles anteriores, el ser humano aspira a concentrarse en su crecimiento interior, espiritual y moral, a través de su dedicación a los demás o de comprender cuál es su misión en la vida.
  • 76. La inteligencia emocional es, sin duda, uno de los hitos editoriales de la psicología moderna y un concepto fundamental en la vida cotidiana y para la felicidad personal. Esta obra del psicólogo estadounidense Daniel Goleman constituyó una revelación para muchas personas que creían que el éxito estaba estrechamente vinculado al coeficiente intelectual, cuando en realidad depende en un porcentaje mucho mayor de la inteligencia emocional de cada uno, es decir,
  • 77. de la capacidad que tiene cada ser humano de entender sus emociones y de gestionarlas para ser feliz. El predominio del corazón sobre la razón tiene un sentido en la especie humana, pues las emociones ayudan a obrar intuitivamente en situaciones difíciles y cruciales. Para Daniel Goleman, la felicidad y el éxito no se basan tanto en la capacidad de aprender y atesorar un gran número de conocimientos, sino en la capacidad de ser feliz; y esto depende de tener habilidades emocionales más que de una buena preparación técnica y académica. La inteligencia emocional es, pues, una clase de inteligencia que nos prepara para afrontar y resolver los conflictos y retos que nos presenta la vida y comprende las siguientes habilidades emocionales: • Saber reconocer las propias emociones. • Gestionar esas emociones. • Ordenarlas para conseguir un objetivo determinado. • Reconocer las emociones de los demás (empatía). • Manejar las relaciones o emociones de los demás. Llevar una vida plena, satisfactoria y feliz guarda, pues, más relación con todo este compendio de habilidades que con el coeficiente intelectual o el expediente académico.
  • 78. Es conocida la historia de Hypatia, una mujer pionera en su tiempo en dedicarse a las matemáticas y a la astronomía. Hija de un sabio de Alejandría, este decidió pronto que quería instruir a su hija en todas las ciencias y en todos los aspectos para que fuera brillante en la vida, un ser perfecto. Se dice que Hypatia superó pronto a su padre en conocimientos, y se hizo tan sabia que incluso los administradores de la ciudad le pedían consejo.
  • 79. Impartió sus propias enseñanzas y se involucró en la política como cualquier sabio más. Pero su vida estaba abocada a la tragedia, y aunque lo vio venir jamás se arredró ante el sufrimiento que la esperaba. Seguidora de la filosofía griega y de las enseñanzas platónicas, se negó a convertirse al cristianismo incluso cuando esta negativa podía llevarla a la muerte. Y de hecho así murió Hypatia siendo todavía joven, torturada y descuartizada por quienes tenían una mente menos abierta y tolerante. Sin embargo, el legado de Hypatia se mantiene vivo y es una llamada a la madurez emocional y a la libertad que lleva a la verdadera felicidad: «Las fábulas deben ser enseñadas como fábulas, los mitos como mitos, y los milagros como fantasías poéticas. Pero enseñar supersticiones como si fuesen verdades es una cosa terrible. Porque solo a través de un largo dolor, y quizá la tragedia, podrá la mente infantil que las aprende liberarse finalmente de ellas».
  • 80. Sri Aurobindo nació en Calcuta en 1872, pero se educó en Cambridge y regresó a su país con diversos títulos universitarios. Allí trabajó como administrativo y profesor de idiomas. Defensor del nacionalismo y de la independencia de la India, fue detenido por su apoyo al proceso de división de Bengala. Su estancia en prisión le cambió a nivel espiritual, y al ser liberado fundó una revista filosófica con la
  • 81. que quiso acercar a la gente a su destino divino a través de una mejora de los valores y la armonía. «La influencia de la psique se reconoce de forma habitual, aunque no únicamente, por una serie de signos generales y característicos: por un cierto sentido de la sensibilidad por todo lo que es verdadero, bueno y bello, refinado, puro y noble, por una respuesta a estas cosas, por una presión sobre la mente y la vida para que las acepten y las formulen en nuestros pensamientos, en nuestros sentimientos, en nuestra conducta y en nuestro carácter. Del hombre que no tiene este elemento en él o que no responde en nada a sus incitaciones, decimos que no tiene alma», nos advierte Aurobindo. Resumiendo, para vivir con alma debemos desarrollar nuestra sensibilidad, a través de las artes y del cultivo de la conciencia, así como del control sobre nuestras propias emociones.
  • 82. En nuestro moderno mundo occidental son pocas las comunidades que todavía conservan la unión espiritual con la naturaleza que era común en otras épocas y motivo de felicidad colectiva. Una de ellas es la de los indios americanos, que han sabido conservar las enseñanzas y las actitudes de sus ancianos ancestros, cuando su tierra era vasta y salvaje, libre de malas influencias. Tal fue el caso del jefe indio Seattle, que al ser invitado a vender sus tierras del actual Estado de Washington al presidente en 1855, respondió estas sabias palabras, con las que compuso el discurso Somos parte de la Tierra: «Pero si os vendemos nuestra Tierra no olvidéis que tenemos el aire en gran valor; que el aire comparte su espíritu con la vida entera. El viento dio a
  • 83. nuestros padres el primer aliento y recibe el último hálito. Y el viento también insuflará a nuestros hijos la vida. Y si os vendiéramos nuestra Tierra, tendríais que cuidarla como un tesoro, como un lugar donde también el hombre blanco sepa que el viento sopla suavemente sobre las flores de la pradera. »(…) ¿Cómo vamos a venderos esas cosas y cómo vais a poder comprarlas? ¿Es que, acaso, podréis hacer con la Tierra lo que queráis, solo porque un piel roja firme un pedazo de papel y se lo dé al hombre blanco? Si nosotros no poseemos el frescor del aire, el brillo del agua, ¿cómo vais a poder comprárnoslo?». Sabias y humildes fueron las palabras de quienes solo se consideraban una parte de la Tierra. Tenemos mucho que aprender de los indios americanos para una vida en armonía con la naturaleza.
  • 84. ¿Te ha parecido alguna vez que menguas mientras todo se hace más grande y amenazador a tu alrededor? Entonces es que tu autoestima está pidiendo auxilio. No es fácil quererse a uno mismo cuando los estándares de éxito son aptos solo para superhéroes, pero se puede recuperar ese amor por uno mismo. La carismática presentadora Oprah Winfrey, que ha sido considerada por la
  • 85. revista Forbes la persona más influyente del mundo, nos aconseja entre otras cosas seguir los consejos de Carol Dweck. En su libro La nueva psicología del éxito, esta profesora de psicología de la Universidad de Stanford nos propone construir una caja de salvamento de la autoestima que debe contener: • Un recuerdo que nos demuestre que podemos ser valientes. • La foto de aquellos más cercanos a nosotros, que prueba que somos queridos. • Un símbolo de que podemos aprender algo nuevo. • Un artículo que demuestre nuestra mejora en alguna faceta de nuestra vida. • La biografía de alguien a quien nos gustaría tomar como ejemplo. • Una invitación a algún evento social cercano, que nos recuerde que nuestra presencia es bienvenida. • El recuerdo de un momento en que estuvimos allí para alguien. Con este kit de supervivencia, nuestra autoestima estará siempre a prueba de bomba por parte de la realidad cotidiana.
  • 86. Este filósofo de origen judío cultivó una filosofía de vida que se centraba en la búsqueda de un bien común y justo para todos. Como traductor profesional, transcribió las palabras de otros grandes personajes célebres como Baudelaire y se relacionó con otros intelectuales como Herman Hesse. Algunas de sus reflexiones sobre la vida nos hacen pensar en la luz de Oriente para la propia realización: «Quien despierto y ya vestido vea ante sí salir el sol, conservará ante todos los demás, y durante el resto del día, la
  • 87. soberanía de alguien que ha sido coronado con una diadema invisible, y aquel a quien el sol haya sorprendido trabajando tendrá la impresión, a mediodía, de haberse puesto él mismo la corona». Debido a sus creencias esencialmente marxistas, fue perseguido y tuvo que huir de su país, viajando por numerosos países antes de trasladarse a Francia. De allí tuvo que marcharse también cuando las tropas alemanas invadieron París. Sin embargo, fue atrapado durante su huida en su camino hacia Portugal por las tropas franquistas, que tenían intención de devolverlo a Francia. Benjamin murió por una sobredosis de morfina en su habitación, y se cree que fue un suicidio ante el destino que le esperaba. Aunque también hay quien opina que fue asesinado, ya que uno de sus manuscritos desapareció de la maleta que llevaba sin que haya sido visto de nuevo. Sin embargo, del legado de Benjamin perduran su tesón y su coraje, y su capacidad de ser fiel a sus propias creencias. «Ser feliz es ser capaz de ser consciente de uno mismo sin miedo», afirmó.
  • 88. Yalal ad-Din Muhammad Rumí, más conocido como Rumi, fue un poeta nacido a principios de 1200 en el actual Afganistán. Imbuido de espiritualidad, sus obras destilaban un gran misticismo que animaba al lector a buscar su verdad. Fue uno de los grandes inspiradores de los Derviches Giradores, que acceden al ideal estado de meditación a través de una danza basada en el giro sobre uno mismo. Los poemas de Rumi han trascendido a través de los siglos y aún se recitan en centros de todo el mundo, traducidos a numerosos idiomas. De ellos puede extraerse siempre un mensaje vitalista para mejorar como este:
  • 89. El Día de la Resurrección, Dios preguntará: «Durante esta estancia que te di en la tierra, ¿qué has producido para Mí? »¿Con qué trabajo llegaste al fin de tu vida? »¿En aras de qué comida consumiste tu fuerza? »¿En qué gastaste el brillo de tus ojos? ¿En qué disipaste tus cinco sentidos? »Usaste tus ojos, tus oídos y tu intelecto y las sustancias celestiales sin adulterar, »¿y qué compraste de la tierra? »Te di manos y pies como pala y pico para arar el campo de las obras buenas, ¿cuándo comenzaron a actuar por sí mismos?». Creyentes o no, podemos extraer una gran sabiduría de estas palabras de Rumi. Nuestra existencia es única y no vuelve, por eso hay que vivirla intensamente, dotándola de pleno sentido.
  • 90. La historia de Thoreau y su Walden, que hemos visto en un capítulo anterior, fue fuente de inspiración para muchos, entre ellos el psicólogo americano Burrhus Frederic Skinner, nacido a principios del siglo XX. En su prefacio a la edición americana de su novela Walden Dos, uno de los pioneros del conductismo explicaba así su visión de la felicidad y cómo puede conseguirse:
  • 91. 1) Ninguna forma de vida es inevitable. Examina tu propio pasado. 2) Si no te gusta, cámbiala. 3) Simplifica tus necesidades. Aprende a ser feliz con menos posesiones. Las siguientes medidas eran para ser aplicadas de forma colectiva: 4) Construir una forma de vida en la que las personas vivan juntas sin pelearse, en un clima social de confianza en lugar de sospecha, de amor en lugar de celos, de cooperación y no de competencia. 5) Transmitir la cultura de manera efectiva a los nuevos miembros a través de la atención especializada a los niños y una potente tecnología educativa. 6) Reducir el trabajo obligatorio a un mínimo, con incentivos para que la gente disfrute trabajando. Por último aportaba es tas máximas: 7) Considera que ninguna práctica es inmutable (todo se puede mejorar). 8) Cambia y estate dispuesto a moverte de nuevo. 9) No aceptes ninguna verdad eterna (solo provisional). 10) Da valor a la experiencia.
  • 92. Se dice que no hay peor enemigo que el miedo, y se dice bien. El miedo es la causa de la lucha silenciosa pero intensa que mantenemos con nosotros mismos a la hora de abordar la vida. El pensador indio Jiddu Krishnamurti fue uno de los grandes adalides contra el miedo irracional. Este conferenciante, que recibió la Medalla de la
  • 93. Paz otorgada por la ONU en 1984, pasó gran parte de su vida recorriendo el mundo para enseñar a las personas a dejar atrás el temor. Para ello, nos invita a ser conscientes de varios hechos que el miedo, siempre astuto, trata de ocultarnos: • La voz del temor impide avanzar a la mente y la insensibiliza, apelando a una innecesaria autopreservación. • El miedo impide tener una vida feliz, ya que constriñe nuestra capacidad de amar y dar rienda suelta a los sentimientos y motivaciones. • El miedo se nutre a sí mismo, haciéndose cada vez más fuerte y abarcando más aspectos de nuestra existencia. Pero, a su vez, Krishnamurti nos da el arma definitiva para luchar contra el miedo, que es el conocimiento. Para detener el temor, solo hay que conocer cuál es su verdadera raíz, aquello que genera la inseguridad de la que se alimenta. No hay que temer al miedo, nos indica, sino enfrentarse a él: «Eso significa, tened en cuenta, entrar directamente en contacto con él». Al enemigo hay que tenerlo cerca.
  • 94. Este escritor del Siglo de Oro invitaba a los lectores en sus escritos a crecer a través de la evolución personal y la experimentación de una vida llena de valores. Nacido en Calatayud en 1601, sus numerosas obras están regidas por una prosa conceptual que busca transmitir mucho diciendo poco. De sus escritos podemos extraer una serie de claves para llevar una vida feliz, como las que comparte a continuación: • No ser obstinados sin razón. • Aceptar los propios errores y no endosarlos a otros.
  • 95. • No tener excesiva confianza, porque ello lleva al descuido. • Ser previsor para evitar los males. • Confiar en los demás, pero guardarse los secretos. • No tratar de agradar a todo el mundo, porque eso lleva a disgustar a todos. • Ser audaz, incluso para afrontar los propios desafíos. «Triste cosa es no tener amigos, pero más triste debe ser no tener enemigos, porque quien enemigos no tenga, señal de que no tiene: ni talento que haga sombra, ni valor que le teman, ni honra que le murmuren, ni bienes que le codicien, ni cosa buena que le envidien», nos advertía Gracián.
  • 96. El «Océano de Sabiduría» y líder espiritual del budismo tibetano ha dedicado toda su vida al trabajo del espíritu. Haciendo honor a su filosofía budista, afirma que no es necesario tener una religión, ni una iglesia o un templo para estar con Dios, sino solo nuestro corazón. A juicio del Dalai Lama, la búsqueda de la felicidad es una aspiración natural en el ser humano y cada uno la interpreta de forma diferente según sus circunstancias, pero en El arte de vivir en el nuevo milenio afirma con bellas y sencillas palabras, eso sí, cargadas de sabiduría, que una existencia con sentido depende de lo siguiente:
  • 97. 1) Tan solo podemos emplear bien el presente, lo que implica hacerlo de modo responsable y con compasión hacia los demás. 2) La compasión es uno de los factores que da sentido a la vida humana y es fuente de la felicidad y de la alegría duraderas. 3) La compasión es la clave para tener un buen corazón. Ayudar a los demás obra en nuestro propio beneficio y nos hace más felices, porque la felicidad individual está indisolublemente ligada a la felicidad de los demás. 4) A menudo las personas no somos felices porque andamos ocupadas con infinidad de cosas mundanas, siempre ajetreadas, y en este ajetreo olvidamos a los demás. Además, la satisfacción duradera nunca puede provenir de adquirir un objeto. 5) El resto de vida que le quede a cada uno debe basarse en la práctica de la preocupación por los demás. Solo así es posible hallar la felicidad.
  • 98. Este filósofo francés de mediados del siglo XIX usó el concepto de la multiplicidad para explicar el estado aparentemente contradictorio de la mente humana. Según Bergson, la raíz de la compasión y la solidaridad está en el propio sufrimiento. Al ponernos en el lugar del otro, si no ayudamos a la persona
  • 99. que sufre, pensamos que los próximos podríamos ser nosotros y nadie nos ayudará tampoco. Veamos algunas reflexiones suyas sobre el arte de vivir: • «No creo que haya defecto más superficial y a la vez más profundo que la vanidad. Las heridas que se le infieren no son graves nunca, y, sin embargo, no se curan jamás». • «Debemos obrar como hombres de pensamiento; debemos pensar como hombres de acción». • «La contemplación es un lujo, mientras que la acción es una necesidad». Bergson afirmaba que no hay nada más cómico que un ser humano, pero a la vez era consciente del potencial poético de cualquier vida. En estas palabras finales, apela al sentido trascendente de nuestra mirada para afrontar las dificultades de la vida: «No hay duda de que una caída es siempre una caída; pero una cosa es caerse en un pozo por torpe distracción, y otra cosa es caerse por ir mirando una estrella».
  • 100. Los maestros de Oriente inciden en la importancia de vivir en el ahora, pero es difícil no dejarse llevar por los recuerdos del pasado y la ansiedad por el futuro. Ambos caminos, hacia delante y hacia atrás, nos impiden ver el punto en el que nos encontramos ahora. La psicóloga de Harvard Ellen Langer establece cinco pasos para tener la mente despierta y mantenerse en el presente, a la vez que solucionamos los problemas que se arrastran desde el pasado y se prevén en el futuro:
  • 101. 1) Pensar en lo que la situación actual nos aporta que antes desconocíamos. De esa forma aprenderemos. 2) Ligar cada hecho o comportamiento al momento en que se ha producido, para evitar sacar las cosas de contexto. 3) Convertir cada fracaso en un éxito, pensando en lo que hemos aprendido de él. 4) Ser conscientes de que el estrés es el resultado de la forma en que nosotros mismos afrontamos las situaciones. 5) Ser fieles a nosotros mismos para evitar los reproches respecto al pasado y los miedos a lo que pueda suceder en el futuro. Y, por último, no hay que olvidar lo que dijo el poeta Rainer Maria Rilke: «Deja que todo te suceda, tanto lo bueno como lo malo. Sigue avanzando, porque ninguna emoción dura para siempre». Lo malo también pasa.
  • 102. Este filósofo alemán puso el mundo del revés, permitiéndose grandes declaraciones como «Dios ha muerto» e introduciendo una nueva cosmovisión. Realizó una crítica exhaustiva de la cultura, la religión y la filosofía occidental. Su obra es una tarea de titanes llena de inspiraciones radicales: «Solo puede ser intrépido quien conoce el miedo pero lo supera; quien ve el abismo con orgullo». El resultado de este trabajo afectó a generaciones de teólogos, antropólogos, filósofos, sociólogos, psicólogos, poetas…, pero fue tan
  • 103. reconocido como criticado. Aun así, el genial filósofo, músico y filólogo, respondía: «Cuando más nos elevamos, más pequeños parecemos a quienes no saben volar». Fue amigo de grandes hombres de su época, como el compositor Wagner, conoció el éxito y el respeto…, pero todo ello lo perdió, bordeando la locura y terribles enfermedades que lo llevaron al final de sus días. Eso no quita que su mensaje sea profundamente inspirador: «Cuando nos transformamos radicalmente, nuestros amigos, los que no se han transformado, se convierten en los fantasmas de nuestro propio pasado; su voz resuena en nuestros oídos como si viniera de la región de las sombras, como si nos oyésemos a nosotros mismos, más jóvenes, pero más duros y menos maduros». Esto está en sintonía con lo que un autor moderno, Joe Dispenza, dice sobre los dos peligros a los que nos enfrentamos cuando cruzamos el día del cambio: 1) Los demás. A la gente no le gusta que cambiemos, aunque sea una cuestión de supervivencia. Se han acostumbrado a que seamos de determinada manera y les inquieta no tenernos «controlados» tal como nos conocen. Por eso cuando empezamos a nadar hacia la otra orilla nos gritarán que volvamos. Por eso: nunca escuches a los demás cuando te has decidido a cambiar. 2) Nuestros temores. Dispenza afirma que el cambio es como cruzar un río de agua gélida. Muchos se lanzan y al llegar a la mitad del río dicen: «¡Está fría!», y regresan a donde estaban, a su zona de confort. Nadie nos dijo que el cambio sería incómodo. Por eso, la segunda ley sería: nunca escuches tus miedos cuando te has decidido a cambiar.
  • 104. Nacido a principios del siglo XX y fallecido en 1982, este gran divulgador del zen fue criado por su abuelo, que había sido samurái. Pero Deshimaru era un joven inquieto y abandonó la tutela familiar para estudiar el cristianismo antes de regresar a la contemplación budista. Tras años de estudio, el pensador japonés se trasladó a Europa y se afincó en París. Allí difundió la filosofía del zazen, la meditación sentada que sigue practicándose en la actualidad. Veamos algunas de sus máximas para encontrar la felicidad en la vida cotidiana: • Si uno cree que hay diferencias, entonces las habrá. Pero si no lo cree, no
  • 105. verá ninguna. • Es inútil ser egoísta, porque estamos relacionados con todo el mundo y todas las cosas. • Para recibirlo todo, uno debe abrir ampliamente sus manos y dar. • Tenemos la sensación de que nuestra cáscara nos protege, pero esta se rompe sobre nosotros mismos y los demás. Además nos tapa el sol y la luminosidad. Y es que para Deshimaru era de suma importancia implicarse en la propia espiritualidad: «Si no eres feliz aquí y ahora, nunca lo serás».
  • 106. Conocerse a uno mismo es vital para tener una vida plena, como ya sabían en tiempos inmemoriales. De hecho, el mensaje «Conócete a ti mismo» se hallaba inscrito en el frontispicio del templo de Apolo en Delfos y fue fuente de inspiración para numerosos filósofos. El autoconocimiento implica tomar nota de nuestras grandezas, pero
  • 107. también de nuestras flaquezas, de las motivaciones que nos mueven y de nuestro interés en los demás. Ya en la actualidad, los investigadores Riso y Hudson utilizan el eneagrama de la personalidad para definir nueve tipos básicos de la personalidad, en los que en mayor o menor medida todos podemos englobarnos. 1) El reformador: El que tiene una misión regeneradora en la vida. 2) El ayudador: El que se preocupa por el resto de las personas. 3) El triunfador: Cuyo fin es tener éxito en la vida. 4) El individualista: Quien se retrae en sí mismo. 5) El investigador: Quien siempre busca respuestas. 6) El leal: En quien siempre se puede confiar. 7) El entusiasta: Quien siempre está dispuesto a afrontarlo todo con ganas. 8) El desafiante: Quien siempre está dispuesto a contradecirlo todo. 9) El pacificador: El que prefiere no enfrentarse a nadie ni a nada. ¿Y tú? ¿Te conoces a ti mismo? ¿Con qué perfil/es te sientes más identificado? Solo hay que detenerse y reflexionar.
  • 108. Si tienes la sensación de que a veces piensas demasiado en ti mismo, no te preocupes, ya que hubo toda una corriente filosófica que defendía que la existencia humana debía ser el centro de toda reflexión. El existencialismo busca, pese a su aparente complejo narcisista, buscarle un sentido a la vida. Y tuvo muchos defensores, tanto filósofos como Jean- Paul Sartre como creadores del nivel de Albert Camus. Sin embargo, y aunque hubo diferencias entre los distintos pensadores, a grandes rasgos defendían que el ser humano es el verdadero artífice de su existencia y es el último responsable de sí mismo. Es por ello que hay que
  • 109. meditar sobre la relación que tenemos con nosotros mismos, sobre el propio camino, así como sobre la relación con los demás y con el mundo. Nadie más tiene las riendas de nuestro destino. «El hombre está condenado a ser libre, porque una vez que es lanzado al mundo, es responsable de todo lo que hace. Depende de ti mismo darle un sentido a la vida», sugería Jean-Paul Sartre. «Nunca serás feliz si te empeñas en buscar la definición de la felicidad. Nunca vivirás si todo lo que haces es preguntarte el significado de la vida», advertía Albert Camus.
  • 110. Nacido en 1949 en Oklahoma, este pope de la psicología transpersonal defiende que hay una filosofía perenne, presente en los pilares de todas las
  • 111. religiones y creencias, y que defiende en su libro Breve historia de todas las cosas. Para este pensador norteamericano, la filosofía perenne se basa en las siguientes claves esenciales: • La existencia del espíritu es una realidad. • Dicho espíritu está en el interior de las personas. • Muchos de nosotros no somos conscientes de esta espiritualidad y por eso estamos sumidos en un estado de insatisfacción. • Existe un camino que permite salir de ese estado inferior. • Avanzando por ese camino se puede aspirar a una liberación de ese estado de dualidad. • Al llegar al final de esa senda, desaparecen los malos sentimientos y se alcanza la calma. • Esa nueva calma interior nos permite observar a los demás desde una perspectiva compasiva y humanitaria. Por lo tanto, es momento de calzarse las botas y empezar a caminar hacia la liberación espiritual.
  • 112. Este filósofo francés afirmaba que «El hombre es bueno por naturaleza». ¿Por qué entonces actuamos mal? Según Jean-Jacques Rousseau, la sociedad es la que nos corrompe y nos hace actuar mal. Atreverse a defender semejante teoría en plena Ilustración le costó muchos enemigos y sinsabores. Su época defendía el progreso y él lo consideraba la razón de todos los males. Tal vez su origen y ajetreada vida tuvieron que ver en la formulación de su teoría. Hijo de un relojero y huérfano de madre, creció sin apenas educación. De muy joven, empezó a trabajar como aprendiz de un notario y de un grabador, que lo sometió a un trato brutal. Huyó de Ginebra y se acogió al amparo de
  • 113. una baronesa que lo convenció para convertirse al calvinismo además de hacerle su amante. Empezó entonces una época de formación autodidacta. Acabó casándose con una sirvienta prácticamente analfabeta con la que tuvo cinco hijos. Eso no le impidió seguir teniendo amantes y cambiar de país, residencia y religión, a medida que iban pasando los años, acosado por la manía persecutoria. En su Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres, Rousseau se enfrenta a la concepción ilustrada del progreso, considerando que los hombres en estado natural son por definición inocentes y felices, y que son la cultura y la civilización las que imponen la desigualdad entre ellos, en especial a partir del establecimiento de la propiedad, y con ello les acarrean la infelicidad. Para recuperar el paraíso perdido, algunas sugerencias de este gran humanista: • No te aísles ante las crueldades del mundo, sino que reparte tus afectos entre tus semejantes. • Es mejor afrontar un dolor agudo que una tristeza prolongada. • Las pasiones son buenas mientras somos dueños de ellas y no nos esclavizan. • La libertad perdida raramente se recupera.
  • 114. Este gran sabio indio fue una fuente de inspiración tanto en su época como en los tiempos que han seguido. Tras educarse en Londres y viajar por el mundo, Mahatma Gandhi regresó a su país de origen y se involucró en política. Aunque fue un gran activista y defensor de la liberación frente al yugo del Imperio británico, la lucha de Gandhi fue siempre una lucha pacifista basada en la no-violencia. De su vasto conocimiento nos llegan estas enseñanzas que reflejan sus altos valores: Cuida tus pensamientos porque se volverán palabras. Cuida tus palabras porque se transformarán en actos.
  • 115. Cuida tus actos porque se harán costumbre. Cuida tus costumbres porque forjarán tu carácter. Cuida tu carácter porque formará tu destino. Y tu destino será tu vida. En su honor se instauró el 30 de enero como Día Mundial de la Paz. Su legado no solo es el ejemplo que brindó al mundo, sino su filosofía de vida basada en la propia responsabilidad. Tal como dijo él mismo: «Sé el cambio que quieres ver en el mundo».
  • 116. Uno de los miedos más graves que atenazan nuestra búsqueda de la felicidad es el miedo a vivir. Este miedo es tan común que muchas veces lo pasamos por alto. Pero frena muchos sueños y aspiraciones, condicionados por el temor a sufrir. El emperador Marco Aurelio, el último de los llamados Cinco Buenos Emperadores, fue a pesar de su posición un hombre muy espiritual que siempre encontraba tiempo entre batalla y batalla para reflexionar y escribir
  • 117. sobre sus propios pensamientos. Inspiraciones que aún hoy son de rabiosa actualidad. De sus Meditaciones podemos rescatar un fragmento cada vez que nos vengan mal dadas: «Al despuntar la aurora, hazte estas consideraciones previas: me encontraré con un indiscreto, un ingrato, un insolente, un mentiroso, un envidioso, un insociable. Todo eso les acontece por ignorancia de los bienes y de los males. (…) Pues hemos nacido para colaborar, al igual que los pies, las manos, los párpados, las hileras de dientes, superiores e inferiores. Obrar, pues, como adversarios los unos de los otros es contrario a la naturaleza. Y es actuar como adversario el hecho de manifestar indignación y repulsa». Y es que la vida, tal como hacía Marco Aurelio, hay que afrontarla con valor y con pensamiento sereno.
  • 118. Nacido en 1952 en París, Comte-Sponville explica en su Pequeño tratado de las grandes virtudes como la filosofía sirve para conseguir una vida más feliz. Para empezar, asegura que quien estudia filosofía lo hace porque no es feliz, a la vez que el objetivo de todo ser humano es autorrealizarse y vivir en plenitud. Las virtudes que señala como necesarias para conseguirlo son todas estas:
  • 119. la urbanidad, la fidelidad, la prudencia, la templanza, la valentía, la justicia, la generosidad, la compasión, la misericordia, la gratitud, la humildad, la sencillez, la tolerancia, la pureza, la mansedumbre, la buena fe, el humor y el amor. «El hombre sencillo —nos dice— no se plantea tantos problemas con respecto a sí mismo. ¿Quizá sea porque se acepta tal y como es? Sería demasiado decir. No se acepta ni se rechaza. No se interroga, no se contempla, no se considera. No se alaba ni se desprecia. Es lo que es, sencillamente, sin rodeos, sin afectación, o más bien (ya que “ser” le parece una palabra demasiado importante para una existencia tan pequeña) hace lo que hace, como cada uno de nosotros, pero no le parece que sea tema de conversación, de comentarios, ni siquiera de reflexión. Es como los pájaros del bosque, ligeros y siempre silenciosos, incluso cuando cantan, incluso cuando se posan.» Pues viva la sencillez.
  • 120. Vivir es todo un arte. Y uno de sus mejores maestros fue sin duda el filósofo chino Confucio, que extendió sus enseñanzas en el espacio y el tiempo hasta llegar a la era moderna, más de dos mil años después. Este pensador de orígenes inciertos defendió que los principios que toda persona tiene que seguir deben basarse en la honestidad y la virtud, y en la justa relación con los demás. ¿Cómo conseguirlo entonces? Siguiendo estas reglas básicas que tanto
  • 121. tiempo atrás Confucio ya compartió con el mundo: 1) Hay que buscar la felicidad en la justa medida de cada uno. No todas las personas necesitan el mismo tipo de felicidad. 2) Conformarse con cosas sencillas, aquellas que hagan nuestra vida más simple y alegre. 3) Meditar nuestras palabras y cumplir con lo que se dice. 4) Rodearse de buenas personas, y merecerlo siendo bueno también. 5) Olvidarse del miedo y de la ansiedad infundada, y confiar en nuestras propias acciones. 6) Tener la sobriedad, el coraje y la bondad de seguir estas reglas. 7) Sentir satisfacción al darnos cuenta de que seguimos un recto camino. 8) Ser conscientes de que esa satisfacción nos lleva a la felicidad. Pues, como dijo Confucio, «quien volviendo a hacer el camino viejo hace uno nuevo, puede considerarse un maestro».
  • 122. Las vivencias traumáticas condicionan nuestra vida. Esto lo tiene claro el terapeuta Bert Hellinger, nacido en 1925, que tras estudiar filosofía, teología y pedagogía pasó dieciséis años ejerciendo como misionero entre el pueblo zulú. Para Hellinger los lazos familiares son el origen de muchos traumas, pero también son un apoyo para su eliminación, y por ello desarrolló su propia
  • 123. terapia de las constelaciones familiares para entender lo que sucede entre unos y otros. El autor de El centro se distingue por su levedad describe así lo que busca alcanzar su enfoque terapéutico: «A través de todos ellos (nuestros ancestros) esa vida ha fluido, pura, sin que nadie haya podido quitarle o agregarle nada. Esa misma vida fluye a través de ellos hasta nosotros. Todos lo hicieron bien. Nadie fue peor, nadie fue mejor. En la transmisión de la vida todos fueron perfectos y todos fueron buenos. Así miramos ahora a nuestros padres, tal como ellos son, y los vemos perfectos, al servicio de la vida. Independientemente de lo que hayan hecho o pensado, y más allá de lo que fue su destino».
  • 124. Este filósofo romano, nacido en el 480 d. C. y que supuestamente fue ejecutado en torno al 524, escribió la famosa Philosophia Consolatione o Las consolaciones de la filosofía mientras estuvo preso acusado de conspirar, a la espera de ser juzgado y ejecutado. Su obra se divide en cinco libros donde el autor recoge diversas consolaciones. En su tensa espera, Boecio inventó un personaje, la Filosofía, con forma de mujer, que le aconsejaba diversas formas de hallar alivio. Estas son algunas claves extraídas de estos libros:
  • 125. 1) El hombre ha olvidado cuál es su finalidad verdadera. 2) La fortuna y los bienes que dimanan de ella, no solo los materiales, sino también otros como la fama, el poder o el deleite, no producen felicidad, sino todo lo contrario, «desventura». 3) La «buenaventura» o felicidad de los hombres no se puede encontrar en los bienes pequeños y particulares, sino en el Ser Supremo, en Dios. Si no queremos llamarle Dios, hablemos de la magia de la vida o de los hilos secretos del azar que todo parecen moverlo para dotar a nuestra vida de sentido.
  • 126. En el mundo moderno, especialmente en el occidental, se está perdiendo gradualmente la fe en las religiones, que eran las principales observadoras de la espiritualidad. Pero este ateísmo progresivo, que puede parecer desapegado, no tiene que significar una pérdida de valores o de concienciación de la sociedad ni del individuo en particular. La psicología transpersonal nace para dar cabida a esta aproximación libre y moderna a las inquietudes humanas más antiguas, y conseguir identificarse con una conciencia mayor. En este marco, ya en 1901, el psicólogo estadounidense William James
  • 127. define cuáles son las cuatro características de una experiencia mística desligada del concepto de religión: 1) Inefabilidad: Que dicha experiencia sea imposible de resumir en palabras. 2) Conocimiento: Durante estos procesos se produce una revelación que lleva al sujeto a sentir que ha alcanzado un aprendizaje de gran importancia, incluso vital. 3) Transitoriedad: Estos momentos son limitados en el tiempo, generalmente a menos de dos horas, y no tienen por qué repetirse. Y si lo hacen, generalmente se producen con menor grado de intensidad. 4) Pasividad: Durante estos procesos, el sujeto siente que está controlado por ellos sin que pueda hacer nada más que dejarse llevar. Visto así, ¿quién no se ha sentido cerca de este misticismo? En toda persona existe al menos una pizca de espiritualidad.
  • 128. La filosofía para una vida saludable se encuentra en todas partes, y uno de los lugares más insólitos son las instalaciones donde se practica el tiro con arco. Esta actividad, a la vez intensa y contemplativa, requiere una gran comunión entre cuerpo y mente que ayuda a encontrar una paz interior que es difícil de alcanzar en la vida moderna. Aunque nuestra vida sea frenética, la práctica del tiro con arco puede devolvernos durante un rato a una comunión excepcional con nuestro yo interior, nuestra calma e incluso la naturaleza. Pues, en los momentos previos a soltar la flecha, la vista se agudiza y el oído se intensifica. Todo apela a la paciencia y a la calma. El arquero se hace consciente de su propio cuerpo y su propia respiración
  • 129. hasta que todo eso desaparece. Así lo descubrió el filósofo alemán Eugen Herrigel, que aprendió el arte del tiro con arco en Japón, y lo tuvo tan claro que para compartir sus aprendizajes escribió el libro Zen en el arte del tiro con arco. «Cuanto más obstinado seas en querer aprender a soltar la flecha con el fin de acertar en la diana —nos transcribe con las enseñanzas de su maestro—, menos conseguirás ese objetivo y más lejos parecerá estar la diana. El obstáculo es que tienes demasiada ansia.» Esta enseñanza la podemos aplicar a todo lo que hacemos fuera del campo de tiro, si es que la realidad cotidiana no es ya un deporte lleno de dianas.
  • 130. Saber lo que hacemos y por qué lo hacemos es esencial para lograr el cambio, la realización y la plenitud en la vida. En este sentido, el neurólogo Sigmund Freud, que nació en 1856 en lo que hoy sería la República Checa, hizo grandes avances cuyos resultados aún perduran. Freud aseguraba que los impulsos irracionales determinan nuestra racionalidad, y por ello consideraba de enorme importancia conocerse a uno mismo y las propias inquietudes y deseos, incluso los que están ocultos en nuestra mente. Para ello determinó su teoría de la mente, que se componía de tres facetas:
  • 131. • El ello: Compuesto por la parte más irracional de nosotros mismos, busca el placer y huye del sufrimiento. Es totalmente inconsciente. • El yo: Surge por influjo del aprendizaje y las experiencias y, aunque sigue buscando el placer y evitando el dolor, lo hace de una forma más conservadora y calculando las consecuencias posteriores. • El superyó: busca evitar el castigo adaptándose a las normas establecidas, generalmente impuestas en primer término por los padres. Es un proceso inconsciente y preconsciente. Es importante entender estos procesos, ya que, tal como dijo el visionario neurólogo: «Haciendo consciente lo que es inconsciente se puede acceder a altas cotas de libertad».
  • 132. Hijo de un banquero, de niño, Diógenes tuvo que exiliarse a Atenas con su padre porque habían acuñado moneda falsa. Sin duda, este hecho configuró su pensamiento y su personalidad. Diógenes se reía de la riqueza y los honores. Para él, la extrema pobreza era la máxima virtud. Consecuente con este pensamiento, vivió como un vagabundo por las calles de la ciudad. En vez de casa, ocupaba una tinaja y solo poseía un manto, un zurrón, un báculo y un cuenco. Se dice que un día que vio a un niño recoger agua con las manos, le regaló su cuenco porque el pequeño le había demostrado que aún le sobraban cosas.
  • 133. También cuentan que, en pleno día, salió con una lámpara de mano encendida y gritando por las calles repletas de ciudadanos: «Busco a un hombre de verdad». Diógenes pertenecía a los cínicos, palabra relacionada en griego clásico con «perro». La gente consideraba que él y su maestro vivían como estos animales, lo que a ellos les enorgullecía, ya que sentían un profundo desprecio por la humanidad. El cinismo predicaba los siguientes valores para alcanzar la realización: • Llevar una vida natural y frugal, ya que la virtud consiste en la supresión de las supuestas necesidades. • Mostrar desprecio por las normas sociales y por todo lo establecido, así como por la mayoría de los placeres mundanos. • Hay que proclamarse ciudadano del mundo y no de una ciudad en particular.
  • 134. «Para eso hay que tirarse a la piscina», cabría añadir. No sirve de nada pensar y hablar si luego no llevamos los hechos a la práctica. Alan Watts fue un filósofo de origen británico que, nacido a principios del siglo XX, se hizo famoso por acercar la filosofía oriental a los curiosos europeos y norteamericanos. Interesado desde niño en las culturas orientales, empezó a escribir a este respecto a la edad de catorce años, y con diecisiete publicó su primer folleto sobre la filosofía zen. Al final de su vida había creado una audiolibrería de cuatrocientas charlas y escrito más de veinticinco libros, antes de morir en 1973, mientras dormía al regresar de una extensa gira internacional. Antes de exhalar su último aliento, habló así de la ansiedad humana de
  • 135. aferrarnos a las cosas: «El término nirvana significa “exhalar” (el suspiro de alivio), algo de lo que nos alejamos en el mismo momento en que tenemos la respiración. Cuando nos aferramos a nosotros mismos, a la vida, a la respiración, al espíritu o a Dios, todo queda reducido a algo tan inerte como una piedra o un ídolo. Pero cuando soltamos y exhalamos, la respiración volverá. Eso, precisamente, es el nirvana.» La felicidad consiste para Watts en no retener nada, para que todo venga a nosotros de forma natural y espontánea.
  • 136. François Marie Arouet, más conocido como Voltaire, es célebre por ser el gran defensor de la tolerancia y la convivencia pacífica entre las personas. Se le atribuye la frase «no comparto lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo», y aunque dicha atribución es errónea, bien podría resumir su pensamiento. Veamos algunas de las ideas que nos legó para el arte de vivir: • Nuestra mente contiene el remedio para todos los males que sufrimos, por eso debemos aprender a utilizarla.
  • 137. • No creas que el dinero lo hace todo, o acabarás haciendo cualquier cosa por dinero. Sé fiel a tus ideales. • Un signo de suma inteligencia es aprender de la experiencia de los demás. Observa y conoce. • Lamentablemente no hay término medio. Estamos hechos para vivir entre las convulsiones de la inquietud o en el letargo del aburrimiento. • A veces, como Don Quijote, hay que inventarse pasiones para ejercitarse. • La felicidad nos espera en algún sitio, siempre que no vayamos a buscarla.
  • 138. Michel de Montaigne fue uno de los más celebres humanistas del siglo XVI. Habiendo crecido durante el Renacimiento francés, destacó por conferir a sus ensayos una cercanía capaz de llegar a todos los públicos. Montaigne tenía muy claro qué hacía falta para tener una vida feliz, y aseguraba que él disfrutaba la suya el doble que la mayoría de la gente. Algunas de sus claves para conseguirlo son estas: • No negar los deseos, pero tampoco aferrarse demasiado a ellos. • Depender del propio juicio más que de las normas establecidas.
  • 139. • Aceptar las necesidades del cuerpo y sus procesos naturales. • Respetar a los animales, porque formamos parte de ellos. • Rechazar los dogmas y ser escéptico en un grado sano. • Huir de la arrogancia y de las falsas apariencias. • Encontrar siempre el recto balance para conseguir una vida sana. Sobre esto último, para Montaigne no hay mayor bienestar que el que procura obrar de forma coherente con nuestra conciencia. En sus propias palabras: «Hay ciertamente una sensación de satisfacción cuando hacemos una buena acción, que nos aporta bienestar y un orgullo sano. Estos testimonios de una buena conciencia son agradables; y este placer natural es muy beneficioso para nosotros; es el único pago que nunca va a fallarnos».
  • 140. ¿No has sentido alguna vez al despertarte la sensación de que se presenta un largo y tedioso día por delante? Hay etapas de nuestra vida en las que no encontramos motivación y todo nos parece un gran absurdo. La logoterapia se encarga de abordar estos problemas de vacío existencial. Fue fundada por el psiquiatra y neurólogo austríaco Viktor Frankl, superviviente del holocausto, que estando prisionero siguió ofreciendo sus servicios como terapeuta. Nunca se rindió a la desazón. «La muerte como final del tiempo que se vive solo puede causar pavor a
  • 141. quien no sabe llenar el tiempo que le es dado para vivir», afirmaba. Y desarrolló un método para hallar un significado a la existencia y a la vida. ¿Qué recomienda para encontrarle el sentido al día a día? La misma fórmula que a él le sirvió para sobrevivir a los campos de concentración: • Apoyarse en el amor. • Sentir la naturaleza. • Experimentar el arte. • Reír a toda costa y disfrutar del humor. • Recordar el buen pasado. • Ser consciente del propio espíritu. • Gozar de los momentos de soledad. Si tenemos en cuenta todo esto, otorgaremos valor a nuestra vida y ningún día será perdido.
  • 142. Este teólogo y filósofo danés declaró en una ocasión: «¿Qué gozo puede haber en un amor que no exige el abandono absoluto de al menos una de las partes? Para esto, en realidad se necesita el espíritu...». Este hombre, con una vida breve y triste (perdió a su madre y a cinco de sus hermanos, y vivió permanentemente enfrentado a su padre), decía sobre la seducción que «no se apunta al mero goce físico; muy por el contrario, se
  • 143. tratará de rescatar (de subrayar) ese cariz “espiritual” que la seducción tiene de suyo». A los veinticuatro años, enamorado de una chica de quince, Regina Olsen, renuncia a su amor y a casarse con ella, porque, según reconocería el autor, entre ellos no había verdadera afinidad. Eso no le impidió escribir la obra magistral Diario de un seductor, que narra la relación entre el seductor Juan —experto en determinadas armas— y la inocente Cordelia. Una muestra de cómo se comporta el personaje: «El que lucha desde lejos no tiene, en general, otras armas que las de sus ojos. Claro que, si los sabe mover con la debida estrategia, alcanzará casi idénticos resultados. Para eso tendrá que posarlos sobre la muchacha con una ternura engañosa, que le producirá el mismo efecto que si la rozara casualmente con su cuerpo. Incluso podrá asirla con su mirada tan fuertemente como si la tuviera entre sus brazos». Y es que más allá de la trama de la novela, Kierkegaard pretende desenmascarar al seductor, que, atrapado por la fuerza de la inmediatez y el goce sensual, vaga por la vida víctima de sus instintos y sin poder ver en lo que le rodea nada más que un medio para satisfacer sus apetencias. Una verdadera lección de vida y un aviso para navegantes.
  • 144. Este filólogo y teólogo holandés del Renacimiento es considerado uno de los padres del humanismo europeo y un claro ejemplo de la libertad de pensamiento, que defendió en una época muy convulsa de luchas entre católicos y luteranos. Nada de eso le impidió hacer gala de un humor exquisito para enfrentarse a los temas que más preocupan al ser humano, como la felicidad. Entre sus obras destaca el Elogio de la locura, una pieza magistral en la
  • 145. que, con tono irónico, defiende las ventajas de ser loco o estúpido para alcanzar dicha felicidad. Los sabios viven torturados día y noche por cuestiones teóricas y éticas que no son útiles para nadie. «Y, lo repito una vez más, los que están más lejos de la felicidad son aquellos que más cultivan el saber, mostrándose por eso doblemente necios, pues, a pesar de ser hombres, se olvidan de su condición, y acumulando sus ciencias una sobre la otra pretenden emular a los dioses y declarar como los Gigantes la guerra a la Naturaleza, lo que demuestra que los menos desdichados son los que siguiendo su instinto se aproximan más a la sandez…» En cambio, el autor pregunta a sus admirados dioses del Olimpo: «¿Es alguien más feliz que esos hombres a quienes todos llaman locos, necios, imbéciles y sandios, epítetos que son, a mi entender, los más honrosos? (…) Estos seres se ven libres del temor de la muerte, lo cual, ¡por Júpiter!, no es pequeña ventaja; no son capaces de sentir remordimientos; no sienten el terror por los aparecidos…». Sin embargo, con la muerte cerca y alejándose del sarcasmo, Erasmo aseguró que «haber llevado una vida íntegra, proba, honesta es la única condición para alcanzar una muerte feliz».
  • 146. Las filosofías orientales buscan encontrar la paz de cuerpo y espíritu, incluso en el caso de quien se entrena para la guerra. De ello sabían mucho los samuráis, los cuales se regían por un rígido código de nobleza y se enfrentaban a la muerte con valentía. No es fácil mantener la calma y el honor cuando la propia vida peligra, pero estos guerreros hicieron de su coraje un ejemplo mundialmente conocido y respetado. Así lo hicieron los 47 Ronin, cuya historia se ha llevado al cine y la literatura. Ellos, como el resto de los samuráis, se regían por el Código del Bushido, cuyas siete virtudes se resumen a continuación:
  • 147. • Justicia: Para luchar por lo que es correcto y contra lo que no lo es. • Coraje: Para enfrentarse incluso a las situaciones más desesperadas por las buenas causas y convertirse en un ejemplo a seguir. • Benevolencia: Para ayudar siempre a los más débiles y conseguir que su vida sea mejor. • Cortesía: Para ser respetuoso incluso con el enemigo o con quien se comporta de forma deshonrosa o cobarde. • Sinceridad: Para cumplir con lo que se dice y convertir las palabras en promesas. • Honor: Para ser una persona loable y de bien, y preferir la muerte antes que la infamia. • Lealtad: Para ser uno con aquellos a los que seguimos, pero también con los que nos siguen a nosotros. Son valores que merece la pena traer a nuestra vida cotidiana, donde también libramos batallas y nos ponemos a prueba a nosotros mismos.
  • 148. Charles Louis de Secondant, más conocido como Barón de Montesquieu, ha pasado a la historia por su legado como pensador político durante la
  • 149. Ilustración, aunque también dejó un nutrido número de consignas relacionadas con el arte de vivir: • El orgullo es peligroso. La pereza proviene del orgullo y toda nación perezosa es presumida, porque los que no trabajan se creen soberanos de los que trabajan. • Hay que cultivar la amistad, haciendo pequeños favores a los demás para que los demás nos los hagan grandes. • El secreto del éxito es parecer loco pero ser muy sabio. • No existe mejor bálsamo que los libros. Es el principal remedio contra las preocupaciones de la vida. No hay disgusto que no pueda superarse con una hora de buena lectura.